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Oportunidad por Bj Murray

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Notas del capitulo:

Aquí, son unas palabras que necesitaba yo, que necesitas tu talvez... Primer One-Shot que escribo(o como se escriba eso xD)

bueno.. espero que les guste, gracias de todas maneras

nos vemos abajo!

La vida termina cuando uno quiere. Si uno quiere puede dejar de respirar cuando se le de la gana, pero, esas ganas que aún hay por vivir, te lo impiden. Hasta el más desgraciado humano que quiere suicidarse, le cuesta darle la primera vuelta a la cuerda, o de acercar el filo del cuchillo a la muñeca, o de tragarse la primera píldora, porque en el fondo, aún creen que puede pasar una mínima cosa que pueda darle un sentido a sus vidas, una simple señal que le digan que su vida no debe terminar aún.


Ya ni se sabe que creer, algunos dicen que suicidarse es de valientes, otros de cobarde, no se podría definir. Valiente, porque se debe ser muy pero muy valiente, para quitarse la vida uno mismo, de enterrarse ese cuchillo hasta que te quita la última gota de ese líquido carmesí para que se desparrame por el suelo del baño. Cobarde, porque la mayoría de los que se suicidan, lo hacen para escapar de sus problemas. Realmente es un tema, suicidarse ¿es de cobardes o de valientes? De todas maneras, sea cual sea la respuesta, ha pensado mil y una vez en hacerlo, y novecientas veces, lo ha hecho, y todas han fracasado, talvez, le están diciendo a través de esto, que no debe morir, talvez, es solo una equivocación suya, el cuchillo debía ir más profundo, eran ocho vueltas a la cuerda, no cinco, había tomado muy pocas pastillas, etc. No tenía ni idea, pero aún seguía viviendo


A sus 24 años, su vida era desastrosa, no, no tenía ninguna enfermedad terminal, tampoco su situación económica era mala, pero, el simple hecho, de sentirse tan solo, tan aislado, sin nadie que te pueda escuchar, sin nadie que simplemente te toque el hombro en signo de comprensión, te vuelve loco, como si no soñaras en un mes y así tu subconsciente no liberara esas ideas que se refugian en el. Quería a alguien, que le escuchara, que le comprendiera, pero todos los amores que había tenido en su vida, habían sido desastrosos. La mayoría, terminaban mal, con cientos de maldiciones volando entre ellos, o que uno había engañado al otro, que el amor se había ido, o tantas razones que ya le habían dado. Eso ya no importaba, amores pasados, pero, eso mismo, hizo que creara una muralla alrededor de el, y que no dejara pasar a nadie a través de esta, y así, el mismo refugiarse en la soledad, por la falta de confianza, por ese puñal que aún sentía latente en su espalda


Llegaba a concurrir un bar todas las noches, ya que en el día trabajaba, encerrado en cuatro paredes, en frente de un maldito monitor de un maldito computador, rellenando formularios, respondiendo quejas, etc. El barman ya lo conocía, y en el momento en que se sentaba en la barra, este le dejaba en frente suyo, una botella de vodka, y un vaso de vidrio.


Se sentía miserable, y que mejor que ahogar las penas en el alcohol, claro, en realidad, uno no ahogaba las penas en el alcohol, solo, se hace para sí uno sentirse más miserable, y eso te hacía beber más, hasta quedar tirado en el suelo y así al otro día, no acordarse de nada, y poder dormir un poco, y no recordar que el día anteior te sentías miserable.

Un viernes más en la noche, con una botella de Vodka a medio servir, poco público asistente, y los que había, estaban sentados recordando sus miserables vidas hasta que se los impidiera el alcohol. Este día, no había venido en vano, había venido a escribir una novela. Si, en su tiempo libre escribía, una que otra historia, que dejara algo que desear, cualquier cosa, una moraleja, un aprendizaje, lo que fuera. Tenía su Laptop a medio cargar en frente suyo, y al lado, el infaltable vaso de Vodka, casi vacío, lo único que impedía que ese vaso estuviera vacío, eran las infaltables ganas de escribir que tenía. Si, sus manos se movían en una triste sinfonía que componían sus dedos presionando cada tecla existente que le pudiera hacer escribir cualquier enunciado con poca coherencia. Pero cada palabra, significaba algo, tanto como para los lectores, como para el mismo. Necesitaba algo que le pudiera dar ánimos para vivir, aunque fuera el escribiendo cualquier cosa en una Laptop.

Siguió escribiendo, aunque sintiera un par de ojos clavado en su perfil. Era alguien que recién se había sentado al lado de el, que se había sentado recién a sumergirse en su añorable vida. Gracias a su curiosidad, sus manos se detuvieron, y tuvo que mirar hacía el lado, buscando sin ver el vaso de vodka a medio servir que estaba al lado de su Laptop. Lo tomó entre su mano, y se lo dirigió a la boca, observando al joven extraño que lo miraba junto a el. Aunque el lo miró a sus ojos, este, no desvió la mirada, todo lo contrario, entrecerró sus ojos, haciendo una mirada más profunda, haciendo que el joven escritor fuera el primero en desviar la mirada. De todas maneras aprovechó eso, para servirse más Vodka en su vaso, que ya estaba vació. Iba a seguir escribiendo, pero sintió, como, el joven que estaba a su lado, disimuladamente, se acercaba más


-¿se te ofrece algo?-dijo el joven escritor, tomando un sorbo de su licor. Si, talvez eso fue un poco amargo, para la primera frase que se le dedica a alguien, pero realmente odiaba que alguien lo interrumpiera en su escritura


-si no fuera mucha molestia, me gustaría que me ofrecieras tu nombre-dijo el joven, mucho más joven que el, talvez cinco o cuatro años menos que el. Este joven, tenía en particular, una sonrisa bastante linda. No solo sus labios eran los que sonreían, también lo hacían sus ojos, eran unos lindos ojos verdes risueños


-¿y que te hace pensar a ti que le daré mi nombre a un hombre extraño que recién se sentó al lado mío?


-me llamo Travis-el joven llamado Travis sonrió, como si fuera el día más feliz de su vida, como si fuera el último día de su vida-, ese es el primer paso para que yo deje de ser un “hombre extraño” para ti, ahora, para que tu dejes de ser un hombre extraño para ti ¿Cómo te llamas?


Pensó mucho antes de responderle, porque, realmente, quería seguir escribiendo, estaba más que inspirado, y cuando un autor está inspirado, se debe escribir al instante, porque o sino queda una angustia en el pecho que no puede saciar hasta que se escriban las palabras necesarias


-Kennyan-dijo simplemente el joven escritor, ni si quiera meditó de nuevo, el motivo por el que no quería decir su nombre, solo lo dijo


-¿ves? Ya no somos completamente extraños-de nuevo mostró esa sonrisa, tan… ¿Qué estaba pensando? No, definitivamente no debía dejar que nadie sobrepasara su barrera, nadie debía acercarse de nuevo a su corazón, para que al final terminara de la misma forma


-¿y que haces?-continuó Travis


-escribo


-¿que escribes?



-una novela


-vamos, ¿de que se trata?-dijo Travis, sin que su sonrisa vagara ni por un momento


-no tiene tema definido, realmente algunas veces escribo sin siquiera darme cuenta de lo que escribo


-¿me dejas leerlo?


-eh yo…. –no sabía como negarle eso sin hacer que el se molestara o se ofendiera-, no estoy acostumbrado a hacer eso


-pero si lo escribes es para que alguien lo lea-insistió Travis, infantilmente, aún con esa sonrisa, tan… tan….-, vamos, déjame leerlo Kenny!


-¿y que gano yo si lo lees?-dijo Kennyan, unos momentos antes de ceder


-un lector-Travis sonrió de oreja a oreja, dejando ver sus blancos y perfectos dientes. A su pesar, Kennyan, nuestro joven escritor, cerró sus ojos y suspiro


-está bien-dijo moviendo la laptop por la barra, hasta quedar en frente de Travis


-gracias



Fueron unos minutos, los que se tomó Travis en leer los pocos párrafos que había escrito desde que se había sentado esa noche en la barra. En todos esos minutos no despegó la mirada zigzagueante de su acompañante. No entendía el por qué, pero esos ojos lo cautivaban, haciendo que las alarmas de las barreras que tenía su corazón se activaran. O si, no podía caer en eso. Movió la cabeza bruscamente hacía los lados, llamando la atención del castaño que estaba a su lado. Este lo miro entretenido, como si estuviera leyendo sus pensamientos


-¿Qué?-preguntó Kennyan, un poco asustado, y tratando de no sonrojarse mucho, lo que le fue imposible


-ya lo he leído


-¿y?-preguntó enigmático Kennyan, sintiendo el ardor de sus mejillas desaparecer- ¿Qué te pareció?


¿Qué le ocurría? A el le importaba una mierda la opinión de los demás ¿desde cuando que pedía la opinión de un desconocido como si nada? Realmente se empezaba a desconocer, se tenía miedo, talvez el alcohol le estaba afectando mucho. Debía dejar de beber esta noche


-pues… es interesante, pero…


-¿pero que?-preguntó casi desesperado Kennyan, al notar que su acompañante hacía una pausa


-al parecer el protagonista aquí, tiene depresión, y eso es preocupante. No entiendo cual es su afán de encerrarse en cuatro paredes y no seguir su vida. No todas las personas lo van a herir, no todos son iguales, debe seguir su vida, no dejar que los segundos, minutos, horas, días, pasen en vano. Sería estúpido que hiciera eso


¿Travis se había dado cuenta que el personaje del relato era el mismo? ¿Qué el personaje que tenía depresión era el mismo escritor? Quería saberlo, por que si sabía que el personaje era el, significaba que esos consejos que ahora decía, eran para el. Se quedó sumiso en sus pensamientos, ni siquiera se dio cuenta de que su acompañante lo estaba llamando hace unos segundos

-¡hey Kenny!-habló fuerte Travis, no tan fuerte como para ser un grito, pero lo suficiente para hacer que nuestro escritor, despertara de su sueño y se sobresaltara por la fuerte voz de su acompañante, y la cercanía que tenía este de su rostro. Lo primero que hizo Kennyan, fue tirarse un poco hacía atrás, sonrojándose-, vamos, te estoy hablando


-ah, ah lo siento ¿Qué me decías?


-¿Qué harías si este fuera el último día de tu vida?-Travis preguntó rápidamente, alejándose un poco de Kennyan, haciendo que este volviera a su posición inicial


-pues…. Tomaría un poco más, y te diría que por mi, publicaras este relato… ¿Por qué lo preguntas?


-mmm-Travis se encogió de hombros-, curiosidad


-¿y tu que harías?


-mmm lo que hago ahora-dijo con una sonrisa en su rostro, si, esa sonrisa, esa sonrisa tan encantadora, que le hacían sentir ganas de vivir-, vivo mi vida como si fuera el último día, siempre


-que interesante-dijo Kennyan, tomando el laptop, y poniéndolo en frente suyo. El también quería vivir así, pero su melancolía se lo impedía- ¿Qué edad tienes?


-diecisiete


-wow, que joven


-tu tienes veinticuatro-no era una pregunta, era una afirmación


-¿Cómo lo sabes?-Kennyan no recordaba haberle dicho a Travis algo más que no fuera su nombre


-el joven de tu relato tiene veinticuatro años-si, sabía que el personaje principal era el… entonces, esos consejos eran para el-¿porqué no dejas que algunas personas entren a tu corazón?


-porque no quiero sufrir de nuevo-respondió Kennyan, volviendo a sumirse en su melancolía, bajando su mirada al suelo


-pero nadie te afirma que eso pasará, y si no lo intentas, lamentablemente te quedaras solo el resto de tu vida


Suspiró. El joven tenía razón, pero, era difícil volver a confiar, dejar de vagar en la desconfianza. Era fácil decirlo, pero difícil hacerlo. No quería volver a sentir ese punzante dolor en el pecho, no quería volver a tratar de matarse, no quería sufrir más, solo quería vivir tranquilo, lo que no se podría concretar si es que dejaba pasar alguien através de su muralla protectora. Tenía demasiado miedo, llegaba a temblar de solo pensar que podría volver a sentir ese terrible dolor


-tu solo, no podrás quitarte ese puñal de la espalda-dijo Travis, inclinándose más a el, desde su asiento-, déjame ayudarte


No sabe, si fue la impresión o algo más, pero dejo de respirar justo después de esas dos palabras, talvez simplemente se le olvido como respirar, o talvez, simplemente un talvez, una mínima probabilidad de que haya sido por la combinación, de esa cercanía que tenía ese joven de ojos verdes, esa cercanía que le hacía, hasta sentir la respiración del chico en sus labios, y la combinación de esas dos palabras que habían sonado tan sensual salir de esa boca carmesí, que gritaba en silencio que la besaran. Ni siquiera, como la vez anterior, pudo tirarse hacía atrás, algo se lo impidió, ni siquiera podía mover sus manos, simplemente no podía. Estaba hipnotizado por ese par de ojos verdes tan vivos, tan carismáticos. Sabía que estaba endeble frente a esos ojos. ¡Eso era! Debía dejar de verlo. Cabizbajo, de nuevo, abrió su boca para articular algunas palabras


-ya debo irme-Kennyan se paró, cerró su laptop y la metió adentro de un pequeño bolso del mismo porte que está, y luego el bolso la metió a su morral, que se lo echó al hombro, y antes de mover un píe-, gracias, por la compañía


-claro-dijo Travis, sonriendo. El emprendió su camino, sin antes dejar el dinero encima de la barra, para que el barman lo tomara segundos después. Cuando estaba dispuesto a salir, sintió la alegre voz de Travis llamándole


-¡hey Kenny! ¡No olvides mi propuesta!


No volteó al escuchar esa voz, simplemente, se detuvo por inercia, y aunque sabía que el no lo veía, sonrió, porque, como sea que lo hiciera, ese joven hacía que sacara todas las ganas de vivir que tenía, como si fuera el último día de su vida


Regresó a su triste y solitario apartamento, suspirando como todo un enamorado encaprichado. Se sentía atraído por ese joven, talvez porque sentía que ese joven lo comprendía, porque se había tomado el tiempo de leer su relato, por cual fuera la razón, ese joven le gustaba, y bastante. Quiso volver al bar, para poder encontrarse de nuevo con esos ojos verdes y ese cabello castaño, pero el cansancio se lo impidió, y el alcohol que había consumido le estaba llegando a la cabeza, así que decidió irse a darse una ducha, y luego dormir en su helada, solitaria, abandonada cama, para así, al otro día despertar, esperar la tarde, e ir de nuevo al bar, con la escusa de tomar, para ver si se topaba de nuevo con ese joven.


Dicho y Hecho. Se dio una larga ducha y luego, se acostó en esa solitaria, fría, descomunalmente angustiosa cama que lo aguardaba todas las noches en las que llegaba a dormir. Esta vez no durmió con una traicionera lágrima saliendo de uno de sus ojos, sino que se durmió, con una sonrisa en su rostro, recordando en su mente esa risueña mirada de ese joven al que había conocido hoy. Realmente esperaba con ansias de que al próximo día estuviera ahí de nuevo, sentado junto a el, en la barra


Se despertó contento, algo raro en el. De inmediato salió de la cama y casi brincando, se dirigió a la sala de baño. Hizo correr el agua fría de la ducha, y se metió bajo ella, haciendo que todo su organismo de golpe sintiera ese frío que calaba sus gritos, pero que hacía que el inhalara e inhalara aire y llenara sus pulmones a tope, sin volver a expulsar el aire hasta que dio el agua caliente. Exhalo con gran desesperación y alegría, y empezó a pasar sus manos rápidamente por todo su cuerpo, asegurándose de que todo quedara completamente mojado, para así esparcir el shampoo en su cabello, y proseguir adelante


Después de haberse dado una ducha, salió con una toalla blanca puesta en su cintura, cubriéndose sus partes íntimas de quien sabe que, porque no había nada ni nadie que pudiera observarlo en ese momento. Se secó rápidamente, y buscó la ropa menos formal que tenía. No encontró más que ponerse unos jeans grises, que parecían estar bastantes usados, con la diferencia que no lo había usado un par de veces. Se puso una camisa completamente blanca, y encima de tal, se puso una chaqueta negra. Se miró en el espejo enorme de su habitación, que estaba bastante sucio por decirlo de una manera suave, y vio su reflejo. De hace bastante tiempo que no se veía tan bien animosamente, ni físicamente.


Comió, durmió, leyó, escucho música clásica, revisó su correo electrónico (ningún mensaje), escribió su relato, que no lo había terminado gracias a la interrupción, a la gloriosa interrupción que le hizo ese joven de ojos verdes, y no hizo nada más que eso. Terminó su relato y vio la hora. 19:32 Hrs. Buena hora para ir al bar, pero antes, tenía que comer algo, y arreglarse un poco


Salió de su casa después de haber comido un emparedado de queso y haberse arreglado el cabello de manera desordenada, pero con estilo. Salió del departamento y sintió las frías ráfagas de viento chocando con su húmedo rostro, haciéndolas sentir como si esa ráfaga fuera proveniente de una nevera a la cual se le abriera la puerta bruscamente y con un ventilador hicieran que ese frío helado llegara a su cara recién empapada por agua. El frío fue tremendo, dudo unas veces, mirando la ventana apagada de su departamento en el séptimo piso, ir a buscar otra chaqueta, pero desistió, le gustaba sentir frío.


Caminó unas cuantas cuadras y se encontró con ese bar, que ahora tanto amaba. Con su morral en el hombro, que tenía algunos parches de sus bandas favoritas, entró al bar empujando suavemente la puerta de madera barnizada del lugar. Había poca gente, y la que habían, si, estaban sumergidas en sus patéticas vidas, pensar que si no fuera por ese joven de ojos verdes, el estaría peor que ellos, talvez hoy día estaría tirado en el suelo del baño, con todos sus brazos destrozados por las cortadas, haciéndolos irreconocibles bajo esa sangre carmesí. Gracias a Travis que no era así. Se acercó a la barra, y sacó el bolso del morral, abriéndolo, dejando la laptop encima de la barra. Lo empezó a prender, y unos segundos después se acercó el barman, con dos vasos, y la botella de vodka. La laptop ya se había prendido, y empezaba a abrir su relato, esperando impacientemente al joven, ojala que hoy acudiera. El barman, como si nada, vertió un poco del contenido cristalino de la botella en los dos vasos; dejó uno en frente de nuestro joven escritor, y otro, lo tomo entre sus manos, y se lo bebió de un sorbo


-wow, creo que hoy eres tu el que necesita compañía-dijo el escritor, bebiendo solo un poco del contenido del vaso


-asi es amigo-dijo haciendo una mueca, queriendo hacer saber que el licor estaba bastante bueno- ¿te acuerdas del chico que estaba sentado al lado tuyo ayer?


-mmm si-dijo Kennyan. Como no recordarlo- ¿Por qué lo preguntas?


-ayer hubo un accidente de tránsito, y el fue la victima. Murió al instante



Pedazos, su corazón se hizo pedazos, al igual que el vaso que había chocado contra el piso, que minutos antes había estado en su mano. Sus fuerzas se fueron a ninguna parte, ni siquiera tenía la fuerza para haber sostenido el vaso, ni siquiera tenía la fuerza para poder concentrarse en lo que decía ahora el barman. Su mundo se desmoronó. ¿Cómo había pasado eso? ¿Cómo de un segundo a otro todo había cambiado? Se maldijo por haberse marchado ayer sin el. Debió haber aceptado esa propuesta de inmediato, y haberse marchado con el, pero no fue así, dejo pasar esa oportunidad, y sabía que se iba a arrepentir por toda su maldita y puta vida. Estaba llorando, estaba arrepentido, tiritaba como si estuviera a quince grados bajo cero. Aprendió una lección, pero ¿tenía que ser a costa de una muerte de alguien? No, ni siquiera era la muerte de un alguien, era la muerte de Travis, ese chico que lo cautivó solo con los ojos

Quería despertar, que todo hubiera sido un extraño y largo sueño, que ese joven llamado Travis no hubiera existido nunca, o que por lo menos nunca lo hubiera conocido, porque así, dolería menos. Sintió las cálidas manos del barman en su hombro, reconfortándole, pero nada podría hacerlo. Lo había perdido


Se juró a si mismo, nunca más dejar pasar una oportunidad. Las oportunidades no se presentan dos veces, y se deben aprovechar, antes de que sea tarde, y le cueste la vida a alguien



***Fin***



































































Cerró el texto que había recién terminado, y aún sentía esos ojos verdes sobre el. Ese joven, al que respondía al nombre de Travis, no lo había dejado de observar, en todo momento, en cada segundo, aunque a el no le molestaba, en absoluto, se sentía a gusto junto a el, sabía que ese joven, le comprendía como nadie en el mundo. Cuando ese joven le hizo esa propuesta, de ayudarlo a sacar ese puñal en su espalda, no cruzó la puerta de salida, como lo tenía previsto en su mente, simplemente, regresó al lado del joven, se sentó, saco su laptop, y empezó a escribir de nuevo, sin dejar de sentir esos ojos pegados a su rostro. Pensó en un momento, que por las altas horas de la noche, el joven Travis se levantaría y se iría, pero no fue así, sino que no se movió ningún segundo, y lo aguardó con cautela. Ahora ya había terminado el relato, y el silencio reinaba en el ahora ya, abandonado local


-¿me dejas leerlo?-dijo el joven, que aún sonreía, de seguro ya le dolían las mejillas tanto sonreír


El joven deslizó con mesura el laptop por la barra, hasta dejarlo en frente del joven, quien tomó posición, y empezó a leer. Sus ojos se movían zigzagueante, como la primera vez en que le había visto leer ese mismo relato, pero sin terminar. Espero unos minutos, paciente, sin beber ninguna gota más de licor. Observó sus manos, y sintió melancolía por el mismo, al ver pequeños cortes promanados en su piel, hechos por el mismo. Subió su vista de nuevo, y vio los ojos de su acompañante inundados en lágrimas; Unas que bien salían, y recorrían su mejilla, y otras que aguardaban en sus ojos, esperando su turno para deslizarse sobre ella. No sabía si atreverse, pero quería secar esa lágrima. Sin más ni se dio cuenta cuando se estaba inclinando en el asiento, limpiándole la lágrima que recorría la fría mejilla de Travis


-¿está demasiado mal?-como lo pensó, el joven soltó una carcajada, y dejó de mirar la pantalla de la laptop, ahora mirándolo a el


-para nada, es… es demasiado triste-Travis secó las últimas lágrimas con el dorso de su pálida y frágil mano- estoy en el relato, y nuestro dialogo está ahí, pero…


-el desenlace es otro-dijo Kennyan, continuando la idea de su compañero


-espero que esto no termine como en el relato


-me aseguraré de que eso no pase-dijo Kennyan, ahora el sonriendo


-y…. ¿que dices sobre mi propuesta?-Los ojos verdes de Travis a cada momento se veían menos cristalinos. Las lágrimas lo abandonaban por completo. Kennyan meditó antes de responder, manteniendo el suspenso


-no cometeré el error que cometió mi personaje-Kennyan se acercó a Travis, sintiendo cada uno la respiración del otro-, no me iré, ni te dejaré ir


Notas finales:

bueno, espero que les haya gustado, muchas gracias !

 

P.D: 07 de Octubre,  aniversario de la muerte de Edgar Allan Poe, un minuto de silencio por el.... Listo

 

se cuidan, gracias por leer !

buiia!


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