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Bésame… Dulce Vampiro por Dulce_Pena_Hime

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Notas del capitulo:

Hola!!

Me disculpo por la demora! Exceso de trabajo y falta de tiempo.

Nuevo capítulo. Espero sea de su agrado

Para quien lo pidió: ¡¡Lemon!!

12: DAME, CON UN GRITO DE FELICIDAD LA CERTEZA DE ESTE NUEVO AMOR Y LA POSIBILIDAD DE LLEVARTE A LA CIMA DEL CIELO.

 

Tras aquel repentino beso, Fye se separó de sus labios y hundió su rostro en la curvatura que se formaba en el cuello del ninja, inhalando su aroma, sintiendo su calor, aferrándose a él como si la vida se le fuera en ello.

 

Kurogane estaba en shock, aun sentía sus labios hormiguear por el beso robado y su corazón levemente acelerado por la impresión; podía notar el cálido y fino cuerpo del vampiro abrazado a él con apremiante necesidad, algo que no lo ayudaba a pensar con claridad sobre la situación.

¿Qué debía hacer ahora? ¿Por qué lo beso tan repentinamente? ¿Qué significaba eso?

Deseos contradictorios invadieron su ser: Quería aprisionarlo entre sus brazos, peros sus manos estaban inertes en sus costados, tenía la necesidad de preguntarle por aquella repentina reacción pero de su garganta no salía palabra alguna, debía usar la cabeza para entender aquello pero su mente estaba nublada.

Con ninguna otra apersona le había sucedido algo como eso, nadie jamás lo había confundido tanto como lo hacia ese vampiro: su forma de ser, su forma de pensar, su manera de actuar, su historia, sus enigmas, su corazón, su alma, su verdadero ser. ¿Cómo podía confundirlo tanto?

 

-          Quiero hacerlo. – Murmuró sobre su oído con voz suave y sensual. Apenas un ronroneó mientras sus finos labios rozaban sutil el lóbulo de su oído.

-          ¡¿Qué?! – Preguntó Kurogane contrariado por aquella proposición tan directa. No sabía cómo fue que sus labios formularon esa pregunta.

-          …quiero hacerlo… quiero hacerlo contigo. -  Insistió.

 

Kurogane estaba sorprendido de aquellas palabras, incapaz de pensar en algo coherente.

Sintió el cuerpo de Fye estremecerse levemente. No sabía el motivo de esto: era necesidad, era ansiedad, era excitación, contenía el llanto. ¿Por qué su cuerpo tiritaba?

 

"quiero hacerlo" "quiero hacerlo"

 

Las palabras retumbaron en su mente una y otra vez, confundiendo sus sentidos aún más.

 

La parte salvaje de su ser le ordenaba que tomará aquello que se le ofrecía; poseer ese cuerpo que tanto deseaba, sentir como se entregaba a él, escucharlo suspirar y gemir en sus manos mientras probaba cada milímetro de su piel.

Su parte racional le decía que eso no estaba bien, que había algo extraño en Fye, una sensación de melancolía y necesidad extrañamente palpable y al mismo tiempo sutil. Tenía que preguntarle que le sucedía y quitar esa sombra de él.

¿A quién hacerle caso?

 

-          Kurogane. - La voz del mago lo saco de sus pensamientos.

 

Lo sintió soltarle y retroceder unos pasos; podía ver aquel esbelto cuerpo a pocos metros de él, notando como sus finas a  manos comenzaban a desatar el obi que caía lentamente y sin cuidado alguno, haciendo que la yukata quedara levemente abierta sobre su cuerpo.

 

El ninja no podía creerlo ¡Hablaba enserio! Pero lo que más le sorprendía y gustaba era darse cuenta de lo bien que se sentía al apreciar ese espectáculo: saber que Fye se desnudaba para él ¡Qué se entregaba a él!

 

Fye bajo levemente los hombros, permitiendo que la tela azul que cubría su cuerpo resbalara hasta sus pies en un golpe sordo, dejándolo vestido únicamente con la base negra de la Yukata, que también había aflojado y ahora mostraba un poco de su pecho blanco.

 

Kurogane se sentía extasiado ante aquella vista, recorriendo con su mirada aquel panorama que se le mostraba. El deseo comenzaba a consumirlo en leguas de fuego que recorrían su cuerpo. Quería tener ese cuerpo pegado al suyo, entregándose al placer.  Deseaba acortar la distancia para besarlo y acariciarlo a gusto, pero por alguna extraña razón - que desconocía - sus piernas eran incapaz de moverse de su lugar como si estuviera clavado al suelo.

 

Lo vio acercarse de nuevo, notando como la tela negra se abría levemente en su andar, mostrando un poco de sus piernas. ¿Cómo podía ser tan elegante y sensual? ¿Cómo es que se contenía para no abalanzarse sobre él? ¡Demonios! Lo estaba volviendo loco.

Sintió esas finas manos  tomar su rostro por los costados, con una dulzura tal era casi sobrenatural. No recordaba haber sentido un tacto tan suave en su rostro, no desde que su madre falleciera.

 

La razón estaba casi extinta de su ser, la excitación invadía por completo su cuerpo, concentrándose especialmente en la parte baja de su abdomen, que empezaba a hormiguear de forma agradable, acalorando su cuerpo, acelerando su pulso y volviendo su respiración levemente más pesada.

 

Fye era un experto en hacerle perder la cabeza de todas las formas posibles, pero en ese momento en verdad deseaba perderla.

 

-          Kurogane. - Susurró, acariciando levemente sus mejillas.

 

Kurogane lo miró al rostro, y toda la excitación se fue al demonio.

La mirada de Fye estaba oculta tras sus largos mechones de cabello, pero por su mejilla lograba verse el discreto surco que dejo una lágrima que se había deslizado por ahí. También podía notar como el labio inferior del vampiro temblaba levemente, como si aquella situación le doliera.

¿Por qué? ¿Acaso no quería hacerlo? ¿Le pedía hacer el amor sin estar seguro? o ¿Había algo más profundo en todo eso?

 

-          Por favor - Suplicó en un murmullo antes de acercarse de nuevo a sus labios, parándose en la punta de sus pies para alcanzar su estatura. - ámame. - Añadió antes de besarlo.

 

De nuevo unido a sus labios, pero esta vez - y sin estar bajo el influjo de la excitación - podía sentir el sabor amargo de ese beso, que igual que el anterior, estaba cargado de desesperación, pero ahora también podía sentir la angustia del vampiro, sumado a su cuerpo temblar, algo que - ahora sabía - venía del llanto contenido.

No le gustaba ese beso, no le gustaba esa reacción, no le agradaba cómo se estaban dando las cosas. No quería que ese encuentro fuera así. No ¡NO LO QUERIA!

 

-          ¡PARA! - Ordenó Kurogane sujetándole de los hombros y separándolo de él, casi arrancándolo.

 

Fye jadeo levemente por la sorpresa, perdiendo levemente el equilibrio, pero al ser sostenido por Kuro de los hombros eso no se notó.

Kurogane lo miraba con rabia y enojo, mostrándose frustrado por todo aquello que no podía comprender.

 

-          ¡Déjate de estupideces! ¿Qué mierda te pa……?

 

Se quedo callado en cuando vio el ojo de Fye, descubriendo  dolor, miedo, soledad y angustia en su mirada. Cómo si sus últimas esperanzas de vida se hubieran ido a la nada.

¿Por qué? ¿Por qué estaba sufriendo? ¿Era por la plática de momentos atrás? Pero si el mago era quien había ido a buscarlo para hablar, se supone que él también quería aclarar las cosas, se supone que todo eso era para dejar acabar con todas las mentiras. ¿En qué momento se torció el camino? ¿Fue Fye quien lo torció, fue él o fueron los dos quienes llevaron esa platica a esa densa oscuridad?

 

No sabía cómo debía mirarlo, si debía decirle algo, si debía dejarlo marchar o abrazarlo para consolarlo.

¿Por qué de nuevo lo confundía? ¿Qué estaba pasando?

 

Se quedaron en silencio por algunos segundos. Fye no podía creer que el ninja lo estuviera rechazando, o mejor dicho, no lo quería creer; eso significaba el fin de su "relación", una que, en realidad nunca empezó, pero que sí terminaba de forma cruel y distante.

Se sentía cansado, mareado, perdido. La cabeza le daba vueltas y el piso bajo sus pies se movía; si Kurogane no lo estuviera sujetando él ya estaría sobre el suelo.

Kurogane ya no lo quería, es más, podía jurar que lo despreciaba y lo haría de aquí en más.

No tenía caso seguir con aquello, de nada servía estar en esa habitación ¿Para qué seducirlo? Eso solo le dañaría aún más. Él era un traidor en toda la extensión de la palabra, y esta vez Kurogane no lo iba a perdonar, después de todo ¿Quién da segundas oportunidades?

Pero no se arrepentía de haberle contado todo lo que sabía; fue como quitarse un enorme peso de encima, y esperaba que todo eso sirviera para la batalla contra el mago oscuro; porque a pesar de todo, haría todo lo que estuviera en su alcance para salvar a Sakura.

 

-          Perdóname. - Suplicó Fye.

-          ¿Qué?

-          Yo…  yo n-no sé lo que estoy haciendo. Actué sin pensar.

-          Fye. - Pensó Kurogane sin dejar de verlo.

-          Olvida… olvida lo que dije. - Se separó de él mientras, con sus manos, cerraba la base de la yukata de forma apremiante. - Lo que hice.

 

Le estaba extrañando la reacción del vampiro, como si se arrepintiera y avergonzará de ofrecerle su cuerpo momentos atrás; algo que era cierto, ya que Fye había utilizado esa última y desesperada medida para no perder lo único que tenía. Lo había hecho por egoísmo, por miedo a estar solo.  Pero ahora se daba cuenta de que nada de eso era cierto, que ser amado por mentira los destruiría más. No, ya no más mentiras. Le dolía, pero respetaría su decisión.

 

Mantenía la cabeza baja, no se tenía la fuerza suficiente para verlo a la cara, no sabía cómo mirarlo sin sentirse menospreciado, sin saberse rechazado.

Un incomodo silencio los envolvió. Ninguno de los dos sabía que decir, es más, ninguno de los dos quería estar ahí, y Fye era quien menos estaba soportando esa situación.

 

-          Será mejor que me vaya. - Musitó retrocediendo medio paso. - Olvida todo esto. - Giró sobre sus pies.

 

Kurogane se sintió extraño, como si estuviera abandonado,  ver y sentir como ese cuerpo ya no estaba cerca del suyo lo hacían entrar una ansiedad que le carcomía el alma.

 

-          ¿A dónde vas?

-          A dormir. - Mintió.

 

Era cierto que se dirigía a su habitación, pero dudaba realmente que pudiera conciliar el sueño, lo único que quería en esos momentos era llorar hasta que las lágrimas se secaran de su ser. Sumergirse en su dolor y perderse en su mar y mundo de desolación. Ese que tanto le aterraba pero que era el único que conocía. Ese lugar del que nunca debió haber salido para evitar esa clase de sufrimientos para Kurogane y para él mismo.

 

Caminó hacia la puerta, sintiendo la mirada del ninja en su espalda. Por favor, que lo dejara de ver, no soportaba que lo mirará, si seguía haciéndolo se soltaría a llorar como un niño perdido en un oscuro bosque, pidiéndole a gritos que lo perdonara, que no lo dejara; confesando lo asustado que estaba.

 

Por su parte, Kurogane no sabía si debía dejarlo ir o no. Abrió la boca para llamarlo, pero se quedo callado, no sabía qué era lo que debía decirle, todo era tan confuso que incluso él mismo estaba perdido. No quería que se fuera, sin embargo sentía que no debía invadir su espacio.

 

"Si lo dejas ir ahora lo perderás"

 

Aquel pensamiento invadió su mente, aún cuando su cuerpo no reaccionaba, como si estuviera indeciso.

¿Indeciso en qué? ¡Maldita sea! ¡LO AMABA COMO UN LOCO! Entonces ¿Por que las cosas eran tan complejas? ¿Así era el amor? ¿Eso era el verdadero amor? ¿O sólo estaba haciéndose el idiota?

 

-          Te prometo que ayudaré a salvar a Sakura. - Fye rompió el silencio desde la entrada de la habitación, con la mano sobre la puerta pero aún sin abrirla.

-          ¿qué? - Kurogane no comprendió las palabras del todo, o mejor dicho su significado.

-          Sólo… sólo confía un poquito en mí.

 

¡No era posible! ¿Había entendido bien? Fye estaba diciendo que……

No fue consciente de sus movimientos ni la velocidad de estos, cuando se dio cuenta ya tenía a Fye aprisionado contra la pared mientras le robaba el aliento con sus labios.

 

Fye miraba a Kurogane en shock. Tenía la espalda apoyada contra la puerta, sus manos - a la altura de su cabeza - eran sujetadas por las de Kurogane por las muñecas; su boca era profanada por los del ninja con fuerza y pasión.

Sintió como Kurogane se acercó más a él, sin dejar ni un sólo espacio entre ellos, como si cada milímetro de separación fuera un pecado.

Su corazón palpitaba con fuerza dentro de su pecho, el aire de sus pulmones se había frenado, su mente se había vuelto un completo caos. La lengua del ninja se abría paso entre sus labios con maestría para poder recorrer esa cavidad que veces atrás hubiera explorado, mientras su mirada carmín permanecía oculta tras sus parpados fuertemente apretados.

 

El beso terminó de forma brusca, arrancando un jadeo de sorpresa de los labios de Fye, quien entonces recuperó la respiración, pero continuaba sorprendido y abrumado por aquella reacción tan inesperada.

 

-          ¿Ku-kuro…? - Tartamudeó Fye sin saber que decir pero temiendo quedarse callado.

-          ¿Qué mierda trataste de decir con estas palabras? - Apenas separo los labios para hablar.

 

Se escuchaba amenazante, molesto.

Fye esquivo la mirada, no le gustaba que el ninja lo mirara de esa manera, lo hacía sentir la peor de las escorias.

 

-          ¡Responde!

-          Só-sólo olvídalo ¿quieres?

-          No, no quiero. - Sin darse cuenta apretó sus muñecas, provocando que Fye se quejara levemente. - ¿En verdad crees que te dejare ir tan fácilmente? - Fye se sorprendió ante esas palabras, miró al ninja.

-          ¿Qué-qué quieres decir?

-          Que no te dejare ir.

 

Fye lo miró con sorpresa, sus mejillas se tiñeron en carmín y su corazón dio un vuelco en su pecho. ¿Entendía bien?

Abrió levemente la boca y trato de decir algo, pero ninguna palabra salía de su garganta, no sabía qué era lo que tenía que decir, pero su ojo ámbar comenzaba a brillar por lágrimas contenidas, algo que Kurogane pudo ver.

 

-          ¿Por qué lloras?

 

Fye desvió la mirada y apretó con fuerza su ojo para evitar que las lágrimas salieran, mientras que su cuerpo se estremecía levemente.

 

-          ¿Fye?

-          su-suéltame. - Suplicó sin mirarlo.

-          No.

-          Por… por favor, ya no me lastimes así

-          ¿Qué?

-          no lo soporto… ya no puedo con esto. - Bajo más el rostro

-          Crees que ya no te quiero ¿verdad?

 

Fye no hablo, respondiendo de esa forma la pregunta del ninja.

 

-          ¿Por qué no puedes creer que lo que siento es real?

-          De- después de lo que dije, tú…  no deberías quererme

-          Jah. Como si fuera tan fácil.

 

El vampiro no respondió, pero sintió como algo dentro de su pecho se comprimía, una sensación que no sabía si era molesta o no.

 

-          ¿Por qué te sigues subestimando de esa manera?

-          ...Ya lo sabes.

-          ¿Lo sé?

-          Sabes todo lo que he hecho. Todas mis mentiras, todos mis secretos, todos mis temores. Sabes que estoy sólo… pero no entiendes el miedo que me da estarlo. - Fye estaba aturdido, tanto que no pensaba lo que decía, solo expresaba lo que sentía.

-          No estás solo.

-          Kuro, no…

-          No quieres verlo, pero tienes a muchas personas a tu alrededor

 

Se acercó un poco más a él, sin dejar de mirarlo, notando como Fye desviaba el rostro hacia un lado, como si huyera de su mirada, mientras su cuerpo se estremecía levemente por las emociones y el llanto contenido. No le gustaba verlo de esa manera, le molestaba, lo angustiaba; le dolía saber que ese vampiro aún pensaba de esa manera. ¿Qué podía hacer para que creyera completamente en él y sus sentimientos?

 

-          Me tienes a mí.

-          No… - Fye negó con la cabeza. - No lo entiendes

-          ¿Qué es lo que no entiendo?

-          ¡El miedo que me da perderte!

-          ¿Por qué ibas a perderme?

-          Porque soy un traidor

-          ¿Por qué lo dices?

-          Los traicione a ustedes, traicione a Ashura, traicione a mi hermano, y también he traicionado al hombre que servía.

 

Ahora lo entendía mejor. No era que Fye no pudiera creer ni confiar en él, en Shaoran o en los demás. Fye no creía en sí mismo; temía cualquier paso, palabra o mirada que lanzara. No sabía si esas acciones eran para bien o para mal, temía dañar a los demás pero sabiendo. ¡Qué terquedad! ¿Cómo hacerlo cambiar de opinión cuando él mismo no quería?

Se estaba cansando de esa situación, su enojo se estaba convirtiendo en furia; pero aún así no perdería la cabeza, debía pensar fría y calculadoramente si quería solucionar las cosas. Así tuviera que ser cruel y directo con el vampiro. Tal vez sólo así reaccionaría.

 

-          Soy un traidor. - La voz del mago lo sacó de su ensimismamiento.

-          Si, lo eres. - Respondió, provocando que Fye se quedara helado ante esas palabras, sintiendo todo el peso de estas caer sobre sus hombros. - A quien has traicionado todo el tiempo, es a ti a tus sentimientos.

-          ¡¿qué?!

 

No pudo evitar levantar la mirada, notando aquellos ojos carmín mirándolo de cerca con una seriedad y determinación tan marcadas que aquello parecía más una batalla que una plática.

Kurogane, por su parte, se encontró con un ojo lleno de temores y dudas. Una mirada que ya antes había visto y que le desagradaba más que la mirada despreocupada que no expresaba nada en realidad. Aún cuando una fuerza interna agradecía el conocer a ese hombre lo suficiente como para que este le abriera su corazón lleno de temores.

 

-          Por mucho tiempo te negaste a amarme, cuando era evidente que pedías a gritos que amaran.

-          Pero…

-           Te has negado a formar lazos y ser feliz por miedo a que las cosas salgan mal.

-          Eso es…

-          Te niegas a confiar en ti mismo y por eso prefieres creer que los demás te odiamos; así es más fácil para ti. ¿No es así?

-          Yo no.…

-          Le tienes miedo al dolor, y eso mismo es lo que siempre te ha hecho sufrir de esta manera todo este tiempo.

-          Kuro.

-          Vaya que eres idiota. - Añadió, notando como Fye bajaba el rostro.

-          Yo idiota y tú no sabes darte a entender.

-          ¿a qué te refieres?

-          No eras tú quien me preguntaba si podía confiar en mí. - De nuevo lo miro, con una sonrisa amarga en sus labios y una mirada determinada, un gesto contradictorio y contrastante, pero que a Kurogane le demostraba que, a pesar de lo mal que se sentía, no se iría total y completamente humillado.

-          ¿Me estas retando?

-          Sólo digo  lo que querías saber.

¿Y que eso?

La verdad. - Desvió de nuevo el rostro - ¿Cómo puedo estar seguro si la persona que me da seguridad, duda de mí?

 

Entonces Kurogane recordó la pregunta que le hiciera a Fye momentos atrás. Esa duda que no lo dejaba tranquilo había destruido la poca seguridad que esa mañana le diera al vampiro. ¿Por qué no lo vio antes? ¿Por qué no pensó en él? Pero estaba muy centrado resolver sus dudas que sus sentimientos se envolvieron con ellas.

 

-          Así que todo esto es por esa pregunta. - Pensó.

 

Es verdad que tenía dudas sobre Fye, pero no era en realidad que temiera de que el vampiro fuera a traicionarlos. ¡Demonios! Había planteado mal la pregunta y por eso todo quedo mal interpretado.

 

-          Kurogane. - Hablo Fye ocultando su mirada tras sus cabellos. - Si, si no puedes confiar en mí, lo entien…

-          Quiero confiar en ti.

-          ¿Eh?

-          Pero me cuesta trabajo hacerlo.

-          Lo sé. - Sonrió amargamente

-          No, en realidad no lo sabes. - Se acercó un poco más a él. - Si lo entendieras lo que quiero decir, a lo que le temo; no hubieras reaccionado así.

-          Entonces ¿Qué quieres decir? - Apretó los puños. - Por favor, deja de hablar a medias; lo confundes todo

-          ¿Y hablas tú de decir las cosas a medias?

 

Fye no respondió, hacerlo sería desviar de nuevo el tema, y estaba demasiado cansado - en todos los sentidos - como para alargar aún más esa charla. Quería terminarla e irse.

Kurogane sabía que no podía darle vueltas al asunto, de hecho no quería ¡Vamos! Ni siquiera era su estilo hacer eso. Abrió la boca y hablo, tratando de ser lo más claro posible, esperando que esta vez Fye lo entendiera.

 

-          Es verdad que tu deber era traicionarnos; pero no sabías que al mismo tiempo eras traicionado.

-          ¿Qué? - Fye no lo entendió en absoluto. ¿A donde quería llegar?

-          ¿Cómo puedo estar seguro de que no hay algo más oculto?

-          Hice lo que hice para salvar a mi hermano, era mi única motivación hasta ese entonces.

-          Eso lo sé. Sé que ya no vas a traicionarnos y que puedo confiar en ti.

-          ¿Entonces? - Fye no entendía absolutamente nada, menos cuando su mente estaba tan cansada como para atar cabos sueltos. Necesitaba que se lo dijera claramente.

-          ¿Cómo saber que no te están usando de nueva cuenta?

-          ¿eh? - Lo miró con extrañeza.

-          Ya lo hicieron una vez. Alteraron tus recuerdos para que los sirvieras. ¿Cómo sabes que no juegan contigo de nuevo? ¿Que no te usaran para separarnos?

-          Yo… - Se quedó callado.

-          ¿Ahora lo entiendes? - Bajo su rostro y pego su frente a la de Fye. - No puedes entender lo molesto que me siento al pensar en todo esto y que por más que intento no puedo desenredar la maraña. Quiero creer que ya no le eres de utilidad y te dejara en paz, pero al mismo tiempo temo que no sea así.

 

Fye lo miraba extrañado, sin saber que responderle al ninja. Aquellas preguntas que le había hecho eran cosas en las cuales no había reparado, se centró únicamente en su dolor y el repudió que pudiera sentir Kurogane hacia él  que no vio nada más allá de lo que sentía necesario ver.

Kurogane soltó sus manos, pero Fye estaba tan aturdido que no movió sus manos de donde estaban, podía percibir que aquellas preguntas sumergieron al vampiro en un mar de dudas que no tenían respuesta y que no las tendrían por su propia mano. ¿Cómo saber que planeaba el mago oscuro?

La sombra de abandonó desapareció de la mirada de Fye, para dejar una de recelo a saberse usado de nuevo, no quería que eso volviera a suceder, no deseaba traicionar de nuevo a las personas que lo querían, no soportaría dañar a la persona que amaba, aún cuando no fuera consciente de ello.

Sintió una suave caricia en su labio inferior, haciéndolo regresar a la realidad. Jadeó por la sorpresa y levanto la mirada, encontrándose con unos ojos color carmín lo miraban con intensidad.

Abrió la boca para decir algo, sin embargo no salió ninguna palabra de ella, estaba prendado a esa mirada que parecía desnudarlo y al mismo tiempo comprenderlo. No sabía cómo era posible que Kurogane lo hiciera sentir de esa manera; cómo a pesar de las dudas y los problemas, esa mirada calmara todos sus miedos y sólo pensara en quedarse así con él.

 

Contuvo el aire y su cuerpo se tensó cuando vio que Kurogane se acercaba a él con lentitud pero seguridad; jadeó por la sorpresa al sentir sus cálidos labios su mejilla, apenas tocándolo, y recorriendo en un sutil cosquilleo que llegó hasta su oído, donde murmuro un:

 

-          Quiero hacerlo contigo.

 

Su corazón latió con fuerza y sus mejillas se tornaron rojas. Esas eran palabras que no esperaba escuchar en esos momentos. No de esa forma tan segura y sensual que aturdía su mente en un torrente de pasión en el cual deseaba perderse.

Giró levemente el rostro y miró por el rabillo de su ojo al ninja, quien también lo miraba, con una intensidad tan avasalladora que Fye no podía controlar.

Sin mediar palabras,  las manos del ninja se dirigieron a la cintura de Fye, buscando a ciegas - con movimientos lentos pero precisos - los extremos de la fina tela negra que cubría su cuerpo.

Fye no decía ni hacía nada, simplemente se dejaba hacer en las manos del ninja, sintiendo una leve corriente de aire sobre su pecho desnudo; aun podía sentir la tela sobre sus hombros a pesar de saberla abierta.

Jadeó y cerró su ojo al sentir las manos del ninja - una cálida y la otra fría - sujetarlo por los costados de su cintura, tocando su piel antes de envolverlo en un suave abrazo, mientras que sus labios rozaban su hombro.

 

-          ahh…ku-kuro… - Jadeó al sentir la lengua del ninja sobre su hombro, apenas una suave lamida de su piel para probarla.

-          Shh… - Subió a sus labios y lo beso demandantemente.

 

Fye tardó una fracción de segundo antes de responder el beso con la misma intensidad, moviendo sus manos hacia el cuello del ninja, envolviéndolo y acercándolo a él lo más que podía.

Las manos del ninja se movieron hacia la cadera del vampiro, sujetando la ropa interior y bajándola lo suficiente para que esta resbalara por las piernas de Fye, quien gimió ahogadamente en el beso al saberse desnudo ante aquel hombre, esperando - ansioso - a que esas grandes manos comenzaran a recorrer su cuerpo con la misma intensidad que tenía su beso.

Pero los planes de Kurogane eran otros. Sin abandonar sus labios, tomo las muñecas del vampiro y los colocó sobre la cabeza de éste, notando como el vampiro se dejaba hacer sin más, a pesar de responder su beso con apremiante deseo.

Sus labios se separaron, Kurogane entreabrió los ojos y miró que Fye hacia su rostro hacia enfrente, no había tenido suficiente con ese beso, quería, necesitaba y deseaba mucho más de aquello. El ninja sonrió con arrogancia ante aquello, haber obtenido esa respuesta del vampiro aumentó su ego como hombre.

Fye abrió los ojos y miró al ninja con deseo y reproche.

 

-          No te muevas. - Ordenó Kurogane soltando sus manos y retrocediendo unos pasos.

 

Su mirada viajó de la cabeza a los pies del vampiro y luego de regreso; llenando su vista de esa exquisita imagen que se le ofrecía: Fye apoyado contra la puerta, con el fondo de la yukata cayendo sin cuidado en su espalda y dejando su cuerpo desnudo  a la completa visión del ninja, quien apreciaba la longitud de sus esbeltas piernas, su miembro semierecto, su abdomen apenas marcados por la musculatura,  su pecho moviéndose por su agitada y pesada respiración, sus labios hinchados y entreabiertos dejaban escapar el aire que no podía sofocar su fogosidad, sus mejillas ardían en carmín y su mirada ámbar brillante por el deseo.

En esos momentos era tan hermoso, tan sensual, tan perfecto. Le costaba creer que una persona así existiera, sin embargo la sabía cierta al tenerlo delante de él.

Y lo mejor es que: se sabía enamorado y correspondido.

Sentía su pulso y respiración acelerándose ante semejante visión; un hormigueo recorría su cuerpo, concentrándose en la parte baja de su vientre, haciendo que su miembro comenzara a hincharse bajo sus ropas. Lo deseaba.

 

Fye ya no podía soportar esa situación, saberse observado - y no tocado - por el ninja lo estaba volviendo loco. Quería volver a sentir esos labios sobre los suyos y esas manos recorrer su piel.

Hizo el ademán de moverse, acercarse a ese hombre para amarrarlo en sus brazos y después robarle el aliento con un beso; tocar y ser tocado por él. Entregarle su cuerpo y alma, recibiendo lo mismo del otro.

 

-          Que no te muevas. - Repitió el ninja al suponer las intensiones del otro. Mientras continuaba deleitando su pupila con esa mirada.

-          Kuro. - Gimió con necesidad, moviendo levemente su cadera hacia adelante, pidiéndole contacto.

 

Kurogane comenzó a desvestirse ante Fye, quien se sorprendió al ver las prendas aflojarse en su cuerpo para después caer al suelo sin cuidado alguno. El ninja sonrió al ver la reacción del vampiro, notando como su asombro se convertía en deseo a medida que su cuerpo iba quedando expuesto ante él.

 

La luz de la luna que se colaba por el balcón le daba a Fye una perfecta vista - a contraluz - del ninja, contorneando su marcada musculatura desde las piernas hasta los brazos, deleitando su vista y grabando en su mente esa imagen, sabiendo que nunca podría olvidarlo. Se sentía extasiado y maravillado, Kurogane le estaba dando uno de los mejores momentos de toda su vida, no era solo por la pasión y la lujuria. Fye sabía que esos movimientos tenían un significado más profundo: Kurogane había hecho eso, imitando sus actos pasados  pero quitándole la desesperación, para demostrarle que - a pesar de todo - lo amaba, y que así como él se entregaba, Kurogane también se entregaba por completo.

 

Por una fracción de segundo tuvo el deseo de soltarse a llorar por la felicidad, de olvidar el sexo y abrazarse al ninja para gritarle a viva voz que lo amaba y que siempre lo haría; pero se contuvo de aquello.

Si lo pensaba con detenimiento: cuando hablaban sobre cualquier cosa, terminaban discutiendo o había malos entendidos que les costaba mucho trabajo y angustia resolver; cuando permanecían en silencio y dejaban que sus miradas y acciones dijeran lo que no podían hablar, las cosas eran sencillas. ¿Por qué? ¿Acaso las palabras estaban celosas de su amor? Tal vez era porque ninguno de los dos estaba acostumbrado a hablar: Kurogane era de pocas - y directas palabras. Fye sabía hablar con mentiras y le costaba mucho sincerarse.

 

Sus pensamientos se fueron al demonio cuando sintió el miembro del ninja rozar el suyo, gimió ante el contacto y ese gemido fue capturado por los labios de Kurogane, quien volvió a besarlo con demandante deseo.

Sus lenguas se entrelazaban una y otra vez, luchando por el control de aquel beso que, en pocos segundos, Kurogane obtuvo, sintiendo a Fye dócil entre sus manos, pero al mismo tiempo lleno de ansiedad y deseo.

Las manos del vampiro tomaron la nuca del ninja para acercarlo - si era posible - más a él y poder profundizar ese largo beso. Se separaron apenas unos milímetros para jadear por un poco de aire, antes de que sus lenguas volvieran a entrelazarse, seguidas de sus labios en un nuevo beso.

Podían sentir la textura de sus labios, sus bocas se movían para jugar con la profundidad de ese exquisito contacto, sus lenguas se encontraban en febril  lucha por tener el control, sus cuerpos se pegaban, deseando que aquel calor -que aumentaba - los consumiera.

Sintió aquellos dedos - unos cálidos y otros fríos - acariciar furtivamente los costados de su cadera, notaba la textura rasposa de la mano del ninja, muestra inequívoca de los años de entrenamiento con la espada.

Por su parte, Kurogane se maravillaba de la suavidad de esa piel nívea, no le sorprendía lo aterciopelada de ésta, de hecho se sabía con solo mirarlo, pero era un contraste muy curioso que alguien que sufrió tanto - y que era un extraordinario combatiente - pudiera tener ese físico tan fino.

Un brusco movimiento hizo que Fye perdiera la noción del espacio, sintió  que ya no estaba donde antes, pero no le importaba, sus manos - sobre la nuca del ninja - y sus labios - capturados por los de Kurogane - era lo único que ocupaba su mente en esos momentos.

Lo sintió descender por su rostro, bajando a su cuello para devorarlo con sus besos; Fye jadeó, febril, molesto por que dejara sus labios, ansioso por lo que sucedía.

 

-          Kuro - Gimió ahogadamente, entreabriendo sus ojos, dándose cuenta de que su vista chocaba contra el techo.  ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿En qué momento? ¿Que importaba?

 

Se mordió el labio y cerró los ojos con fuerza tras sentir una mordida en su garganta, por un segundo pensó en decirle que no lo hiciera, que aquello le dejaría marcas, pero su lado salvaje disfrutaba de la sensación  de calor que había dejado el ninja en esa zona y quería sentir más mordidas iguales e su cuello, en su pecho, en todo su cuerpo.

 

Los labios de Kurogane alcanzaron uno de sus pezones, besándolo, succionándolo y mordiéndolo a placer, mientas una de sus piernas se colaba entre las  de Fye, rozando con su muslo el miembro de éste, arrancando un placentero gemido de su garganta. Kurogane movía un poco su pierna, ocasionando fricción en el pene del vampiro, quien se dejaba llevar dócilmente por aquel exquisito y torturador placer.

Fye se llevó una mano a su propio rostro, cubriendo sus ojos y estrujando un poco sus cabellos, aquellas sensaciones eran deliciosas, podía sentir los labios del ninja deslizándose por su tórax, centrándose con especial atención en sus tetillas, las manos del ninja recorrían su cuerpo sin pudor, ávidas memorizar cada milímetro de su cuerpo, mientras su miembro era estimulado exquisitamente.

Con su otra mano, Fye acariciaba los cortos y oscuros cabellos de Kurogane, sintiendo como el ninja poco a poco bajaba por su piel, llegando a su vientre, donde se entretuvo para besarlo. El vampiro sentía que iba a volverse loco, quería que continuara con aquello, necesitaba que besara sus labios, deseaba que bajara un poco más, lo quería todo. Su cuerpo se decidió por lo último, y - sin poder evitarlo - su mano empujó la cabeza de Kuro un poco, lanzando una muda suplica a su amante; quien levanto la mirada, notando que Fye lo veía un lujuria. Sonrió con arrogancia, le fascina tener a Fye de esa manera, en ese estado tan primario. Sabía que si dejaba de darle atenciones el vampiro le suplicaría por más.

Se enderezó un poco, apoyando el peso en sus manos y apreciando el cuerpo que tenía abajo, percibiendo - con la luz de la lunas -  las marcas que había dejado regadas por su piel, notando como el vampiro intentaba regularizar su respiración, viendo como Fye lo miraba, con su cuerpo expuesto ante él, mientras el fino y suave fondo negro de la yukata yacía esparcido sobre el futón, mal puesto al cuerpo de Fye por sus brazos que yacían extendidos, uno a su costado, el otro sobre su frente.

 

-          Delicioso. - Pensó el ninja.

 

Volvió a besarlo, apasionada y sensualmente; sintiendo como era  correspondido con la misma intensidad, pegando sus cuerpos de nuevo, desapareciendo todo milímetro de espacio. Sintió las manos de Fye cobrar vida, resbalando por su cuello hacia sus hombros y de ahí a su espalda, acariciándola a gusto, apreciando el tamaño real, reconociendo cada una de las cicatrices que esta tenía , sintiendo la musculatura de su cuerpo, descubriendo lo cálido que era su cuerpo. Y él, mientras, devoraba aquella boca cómo si la vida se le fuera en ello, deseando fundirme lo más profundo que pudiera con él.

Fye jadeó sutilmente en el beso, mientras bajaba sus manos en caricias bien proporcionadas, resbalando más y más, hasta llegar a sus glúteos que estrujándolos a placer; arrancando un ronco gemido de la garganta de Kurogane, quien rompió el beso y miró al vampiro con extrañeza, aquel movimiento era algo que él no esperaba; pero no podía negar que era excitante.

 

-          ¿Qué? - Dijo con picardía, sin retirar las manos del trasero de Kurogane. - No es justo esto que sólo seas tú. - Añadió.

-          ¡Jah! - Jadeo el ninja aquella era una actitud insospechada, pero ¡Vamos! Ese hombre era todo un estuche de sorpresas. ¿Cómo no esperar eso o mucho más de él? - Así que quieres jugar. - No era una pregunta, sino una afirmación malévola.

 

Fye sonrió discretamente y beso fugazmente los labios del ninja.

 

-          Quiero que disfrutemos al máximo. - Dijo antes de mover sus manos para sujetar el rostro del ninja por los costados. - Quiero que sea inolvidable.

-          Eres un idiota. - Respondió antes de besarlo, de forma más tranquila y afable. Aquellas palabras le habían agradado; sabía que no era sólo sexo y lujuria lo que los movía, también deseaba que fuera un momento inolvidable; y haría lo que pudiera para que así fuera.

 

Se besaban y acariciaban, memorizando con sus manos todo lo que pudieran el cuerpo del otro, entrelazando sus piernas para rozar sus miembros y acercarse - si era posible - aún más.

Antes de darse cuenta, ya habían girado sobre ellos mismos, quedando Kurogane bajo el vampiro, quien lentamente rompió el beso y miro al ninja. Ambos con la respiración acelerada, el placer acalorando sus cuerpos y escapando por sus poros en forma de sudor, el deseo a flor de piel y los sentimientos inundando sus acciones.

Kurogane levantó una de sus manos y con las yemas de sus dedos rozaron los labios de Fye, quien los besó y lamió levemente, pensando que eso es lo que quería el ninja; pero los planes de éste eran otros: retiro la mano de su boca y la deslizó - en una dulce caricia - por su mejilla, continuando su camino hasta llegar a su nuca, jugando un poco con sus cabellos hasta que logró desatar la cinta que los sujetaba. Se dio cuenta de que no era la primera vez que le soltaba el cabello, pero no podía negar que le encantaba ver a Fye con sus finos y rubios cabellos enmarcando su rostro de forma natural.

 

-          ¿Kuro? - Pregunto extrañado al sentir como su cabello caía por sus costados.

 

Kurogane no dijo nada, jugando levemente sus cabellos, sintiendo la suavidad de estos. El acto siguiente no lo pensó, fue algo que nació desde su interior y que quería hacer en ese momento:  Sujetó un pequeño mechón, del lado derecho de su rostro, y lo besó* Apenas apoyando sus labios sobre éste; sonriendo levemente ante ese acto e inhalando el aroma de su cabello.

 

Fye estaba completamente sorprendido ante esa acción. Nunca le había besado el cabello de esa manera. ¿Por qué lo hacía? ¿Era una costumbre en su mundo? ¿Qué significaba eso?

Miró al ninja con extrañeza, preguntándole en silencio por aquel gesto, pero Kurogane por respuesta: sujeto su mentón suavemente y lo besó con gentileza.

Le resultaba extraña aquella actitud tan dulce, pero no podía ni quería quejarse; era muy agradable que alguien tan "brusco" como lo era Kurogane lo tratara con tan delicadeza, como si fuera una invaluable pieza de arte.

Fye decidió no preguntar, por el momento, por ese acto. Ya después habría tiempo de explicaciones.

Su mirada se suavizó y correspondió el beso con lentitud, acariciando con el dorso de su mano la mejilla del ninja.

 

Poco a poco el beso subió de nivel, buscando el dar y recibir el mayor placer, mientras sus manos de nuevo se acariciaban a deleite.

Fye sintió como una de las manos del ninja se deslizaba hasta sus glúteos, llegando a la parte intermedia de estos, paseando uno de sus dedos por la unión de sus nalgas en una sutil y gentil caricia, buscando su entrada para comenzar a tocarla.

Fye dejo sus labios y se deslizó hacia su oído, susurrando una idea antes de morder su oreja pícaramente y volver a mirarlo, viendo que Kurogane sonreía con perversión, cosa que demostraba que estaba de acuerdo en eso.

Fye giró y se acomodó a la inversa de Kurogane, obteniendo una perfecta vista de la erección del ninja: aquel miembro grande y grueso que dejaba escapar ligeras gotas de líquido presiminal de su punta. Aquella vista lo incitaba tanto como lo avergonzaba. Se sonrojó levemente y mordió su labio. No era el primer miembro erecto que veía - ni el primero que tendría en su boca - pero había algo en él - no sólo en su miembro - que lo hacía excitarse y al mismo tiempo avergonzarse.

Jadeó extasiado al sentir una caricia sobre su erección, sacándolo de sus pensamientos.

 

-          ¿Qué pasa? ¿ Te sorprendió verlo? - Kurogane sonó perverso.

 

Fye sonrió juguetonamente mientras tomaba la base de su miembro con una mano.

 

-          Es tan grande como Kuro-sama. - Confesó antes de llevarlo a su boca.

 

Besó, succionó, lamió y acarició el imponente miembro de Kurogane, saboreando el líquido que brotaba de él, sintiendo como se ponía cada vez más duro y grande ante sus atenciones; de vez en cuanto dejaba su erección para centrarse en sus testículos, metiéndolos a su boca y mordisqueándolos levemente, escuchando guturales jadeos y gemidos escapando de la garganta del ninja.

Kurogane, por su parte, disfrutaba de las atenciones que Fye le daba; sin duda era MUY bueno; pero el ninja no pensaba quedarse atrás, le demostraría al vampiro que él era igual - o mejor - que él.

Fye comenzó a sentir como Kurogane succionaba su miembro, mientras una de sus manos jugaba con sus testículos; una sensación deliciosa.

Kurogane aprovechó la posición al máximo, y - sin previo aviso - separó sus glúteos y comenzó a hurgar con sus dedos y lengua la entrada de Fye, quien no pudo evitar sacar el miembro del ninja de su boca para  gemir su nombre con el deseo a flor de piel. Aquellas atenciones lo estaban enloqueciendo, haciéndole olvidar lo que había estado haciendo momentos atrás.

 

-          pa…ahh… pa-para. - Suplicó Fye, presionando con fuerza su mano, enterrándose levemente las uñas en la palma de la mano.

 

Pero Kurogane no se iba a detener, su lengua continuó explorando su entrada mientras una de sus manos se encargaba de masturbar su miembro con fuerza y velocidad, llevando al vampiro al límite de sus emociones.

Saco su lengua e introdujo uno de sus dedos sin aviso alguno, mientras su boca se concentraba en sus testículos

 

-          ku-kuro… yaa… no… no puedo más... - Gemía Fye a pesar de que su cadera se impulsará hacia atrás en busca de más atenciones, sabiendo que ya eran dos dedos los que se encargaban de ensanchar y relajar su entrada. - voy… voy a… ahh… para… o yo…… mggghh… - Se mordió el labio, sin ser capaz de decir algo más.

 

Entonces se detuvo, soltando al rubio y viendo como éste hacia lo posible por recuperar un poco de aliento, respirando aceleradamente sobre el miembro del ninja.

Jalándose con sus manos, Kurogane salió de debajo de Fye, quedandó sentado en el suelo y mirando desde ese ángulo a Fye, quien - en cuatro y con el trasero en alto - parecía ofrecerle por completo su cuerpo. La fina tela de la yukata caía sin cuidado alguno a un lado del vampiro, apenas cubriendo su espalda.

Se pregunto ¿Cómo sería estar dentro de ese cuerpo? Sin duda alguna una experiencia extraordinaria. Quería penetrarlo, deseaba poseerlo, necesitaba sentirlo suyo. No sabía de dónde sacaba la fuerza para contenerse, para no perder el control y embestir de una sola estocada aquella entrada expuesta.

 

-          ¿Te, te gusta lo que ves? - Pregunto Fye de pronto, mirando a Kurogane por sobre su hombro tras haber recobrado un poco el aliento.

-          No es mala la vista.

-          Será mejor si dejas de mirar y actúas. - Incitó Fye, moviendo un poco el trasero y separando sus glúteos con sus manos, dejando una mejor vista para el ninja. - Te quiero… dentro de mí.

-          ¿Estás seguro de lo que pides?

-          ¿Por qué no iba a estarlo? - Fye se sentía torturado. Tener al ninja tan cerca y que este no actuara era la peor de las tormentas.

-          Porque una vez que lo haga, no habrá vuelta atrás.

-          ¿Qué quieres decir?

-          Que ya no te dejare ir de mi lado.

 

Fye sonrió, sintiendo su corazón latir con fuerza ante aquella confesión tan directa. Sus manos separaron un poco más sus nalgas y lo miro con cariño y sensualidad mezcladas.

 

-          No quiero separarme de ti. - Respondió. - Hazme el amor.

 

Aquello no era sólo coito. Era un "Quiero tomarte, así que entrégate. Quiero entregarme, por eso tómame" por parte de los dos.

 

-          Hazlo, Kuro. Hazlo ya. - Repitió Fye.

 

 

Kurogane se relamió levemente los labios ante la invitación. En verdad que deseaba hundirse en ese cuerpo, y así lo hizo.  Se acercó y quedo hincado detrás de él; con su mano guió su sexo hacia esa entrada, acomodando la punta para penetrarlos en una sola y brutal embestida.

 

-          ¡Ahhh! - Un grito ahogado escapo de sus labios al sentirlo entrar de esa manera tan repentina, era como un calambre que recorría toda su espina dorsal y detenía sus movimientos. Dolía y mucho, sin embargo a esa sensación se mezclaba un placer que era imposible de describir.

 

Kurogane - por su parte - sentía que: "la gloria" era un término que no alcanzaba a describir sus emociones. Lo estrecho de esas cálidas paredes le daban una placer esquicito, indescriptible; podía sentir como estas se amoldaban a su erección, aprisionándole con deseo pero sin llegar a ahorcar su miembro. Era como dos piezas de rompecabezas que encajan a la perfección.

Con la mente nublada por el deseo comenzó a moverse según su voluntad, pero un quejido proveniente de la boca de Fye lo regresó a la realidad de forma brusca.

 

-          ¡Demonios! - Pensó. - ¿Te lastime? – Preguntó directamente

-          …Esto bien… - Respondió recuperándose del dolor. - ...Sólo…… ve despacio.

 

El ninja se concentró todo lo que pudo, sujetando a Fye de la cadera para tener mayor control de los movimientos y comenzó un lento vaivén, apenas entrando y saliendo unos centímetros, notando como poco a poco su entrada se iba amoldando más y más a él. A sus oídos llegaban armoniosos jadeos y suspiros que le demostraban que Fye estaba disfrutando y que el dolor menguaba.

Después de unos momentos - y ver que Fye empezaba a mover su cadera hacia él - decidió que ya podía usar más fuerza. Apoyó uno de sus pies sobre el suelo para poder moverse mejor y lo embistió con fuerza, comenzando a obtener gemidos más sonoros del vampiro, sintiendo sus testículos chocar un poco contra Fye.

Se movían en perfecta sincronía, como engranes en un reloj. La temperatura de sus cuerpos era extremadamente alta y la transpiración hacía brillar sus pieles a la luz de la luna.

Kurogane podía ver como el fondo de la yukata se pegaba agradablemente al cuerpo del vampiro, mientras lo escuchaba gemir y casi gritar por el placer; pero eso no le estaba bastando, quería más, deseaba escuchar más de él. Ansiaba llevarlo al límite. Al grado más primario del hombre.

 

-          ¡Ahh! - Fye ahogó un grito en su garganta al sentirlo entrar con fuerza.

-          Te gusta ¿No s así? - Pregunto con malicia, sacando su miembro casi por completo para volver a entrar con fuerza, arrancando un fuerte gemido de Fye. - Dime ¿Te gusta?

-          Me... me encanta… ahh… así… más… quiero más…

 

Kurogane lo hizo; embestía con fuerza el cuerpo del Fye, sintiéndose bien con eso, pero no completo. No le bastaba penetrarlo: quería besarlo, acariciarlo, abrazarlo, mirar su rostro y sentir como jalaba el aire de sus labios.

 

Detuvo sus movimientos y salió de su cuerpo. Notando que Fye gemía en alivio y protesta. Sin mediar palabra - y viendo que Fye lo reprendía con la mirada por detenerse -  se sentó y sujetó su propia erección, sacudiéndola un poco para invitar al vampiro, quien, entendiendo la muda orden, sonrió con picardía y se levanto de su lugar para sentarse a horcadas sobre el ninja, sintiendo como esa imponente erección volvía a entrar en él.

Abrazó al ninja con fuerza y gimió ahogadamente mientras se volvía a acostumbrar a la erección del ninja; quien lo sujeto de la cadera para comenzar a marcarle el ritmo que debía seguir. Fye comenzó a moverse, sintiendo que Kurogane besaba su hombro, subía por su cuello y llegaba a su barbilla en busca de sus labios; Fye no se hizo del rogar y también buscó los labios del ninja para comenzar a devorarse y robarse el aliento mutuamente; mientras que sus manos disfrutaban acariciando sus espaldas, acercándose lo más que podían. La fricción de sus cuerpo estimulaba el miembro erecto de Fye.

Se separaron por la falta de aire y Kurogane se maravillo al verlo: gotitas de sudor adornando su rostro, las mejillas arreboladas, sus labios rojos e hinchados por los besos, su voz jadeando por el placer, su cabello suelto enmarcando su cara y cubriendo su cuenca vacía, su orbe azul entreabierta brillaba y miraba al ninja.

No pudo evitarlo y volvió a besarlo, tratando de transmitirle todo lo que le hacía sentir. La velocidad aumentaba, los jadeos y gemidos morían en sus gargantas.

Kurogane presionaba con fuerza la cadera de Fye, marcando sus dedos en esta, mientras sentía que Fye arañaba su espalda.

Deseaban llegar al final, ansiaban que aquello no terminará aún.

Querían besar a su amante, ansiaban probar su piel.

Sus manos querían aferrar ese cuerpo a su lado para toda la vida, al mismo tiempo deseaban recorrer su piel desde la punta de los cabellos hasta los dedos de los pies.

Necesitaban obtenerlo todo del otro.

 

Comenzaron a sentir que ya no podían con tanto placer, que estaban llegando a la cúspide de todo aquello.

Se aferró al ninja, apoyando su barbilla en el fuerte hombro del ninja.

 

-          No… ahhh… no puedo…… más…… - Susurro Fye sobre el oído de Kurogane.

-          Juntos - Mordió el lóbulo de su oído. – Acabemos juntos. – Besó su mejilla. - ¿Puedo… dentro de ti…?

-          …ahh… sii…… ahh… hazlo...

 

Las embestidas se hicieron más rápidas y profundas, arrancando algunos gritos de la garganta de Fye cuando el miembro del ninja tocaba un punto sensible en su interior, hasta que, sin poder evitarlo, gimió ahogadamente y con fuerza, curvando su espalda hacia atrás y aferrándose con fuerza de la espalda de Kurogane; quien ahogo su gemido en la garganta y apretó con más fuerza la cadera de Fye, sintiendo como su semiente salía de su miembro al mismo tiempo que esas estrechas paredes se apretaban un poco debido a las contracciones del cuerpo del vampiro. Podía sentir como un espeso y cálido líquido humedecía su vientre y abdomen. Apoyó su frente en el pecho de Fye y trato de regularizar su respiración, notando que Fye trataba de hacer lo mismo.

Sonrió, sintiéndose satisfecho y pleno, subiendo sus manos por la espalda de Fye para acercarlo más a él, notando como Fye, dócil y cansado, se dejaba hacer en sus brazos.

Sus labios se encontraron de nuevo, en un beso tranquilo y relajado; ya no buscaban deseo ni lujuria, sólo sentir al otro cerca, demostrarse - con ese gesto - que estaban juntos.

 

Sin dejar sus labios, Kurogane recostó a Fye en el futón con lentitud, escuchando un suave suspiro escapar de él al sentir la nueva posición en la que estaba. Dejó sus labios y lo miró bajo su cuerpo: exhausto y relajado, con la respiración levemente acelerada, su ojo cerrado, las mejillas levemente teñidas en carmín, su piel perlada y sus cabellos regados sobre el futón, mientras unos mechones se pegaban a su cara húmeda. Sonrió discretamente al saber que había sido él quien llevo a Fye a ese estado, maravillado con la vista que tenía del rubio. Se tomó su tiempo para grabar su imagen en su mente "Como si pudiera olvidarlo".

 

Fye, por su parte, se sentía en una placentera nube de felicidad. Su cuerpo comenzaba a sentir frío tras el orgasmo, pero aún así sentía que estaba flotando y que su alma se desprendía de su cuerpo.

Sonrió discretamente, sintiéndose completamente feliz tras haber hecho el amor con Kurogane. Se sentía satisfecho sexualmente y emocionalmente estable.

Era la primera vez que se sentía de esa manera; con Ashura nunca llegó a sentirse completo, antes durante o después de hacer el amor; a pesar de poder hablar con él de cualquier tema y sin llegar nunca a una discusión. ¿Por qué con Kurogane todo era tan diferente? Tan complicado y al mismo tiempo tan sencillo.

 

-          ¿Me siento así por qué Kurogane es la persona destinada a mí? - Pensó, recordando vagamente la conversación que tuvo con Yuuko días atrás.

 

 

-          Sé que lo amo, sé que me ama. Él sabe que me ama, y sabe que yo lo amo.

-          Si se aman ¿Qué es lo que te detiene para estar con él?

-          Que no quiero lastimarlo. - Bajo la mirada

-          Más lo lastimas con tus dudas y tu presencia tan cercana

-          Quisiera alejarme, pero él...

-          Nunca te dejara ir. - Yuuko completo su frase

-          Es sorprendente que siendo tan contrarios, nos amemos.

-          El destino es impredecible.

-          Sigo sin poder creer este él y yo estemos destinados a estar juntos, cuando no hacemos otra cosa que pelear

-          Más bien pelean contra la corriente, aún cuando saben que esta ya los llevó.

-          No sé si, después de lo ocurrido sea correcto aceptar o no sus sentimientos.

-          Esa decisión de tuya y nadie más.

 

-          Destinados a estar juntos a pesar de ser contrarios. Como el ying y yang. - Pensó

 

El cansancio inundó su ser, imposibilitándole, si quiera, poder abrir su ojo y ver al ninja. El deseo de dormir era apremiante. su mente comenzaba a desconectarse de sus funciones motoras, a pesar de aún sentir el calor de Kurogane sobre él y los sutiles besos que daba en su rostro, acompañado de una que otra caricia.

 

-          ¿Fye? - Llamó el ninja de pronto al verlo tan sumiso.

-          ...ku... - No era capaz siquiera de hablar, el cansancio era mayor que cualquier muestra de cariño.

 

El ninja se dio cuenta de que Fye comenzaba a quedarse dormido. Eso lo molesto, tenía todas las intenciones -y energías - de una segunda ronda y ese vampiro inútil se había cansado tan rápido. Tuvo la intención de gritarle, moverlo e incluso golpearlo para que se despertara, pero la voz de Mokona en su mente le hizo recobrar la conciencia. "Fye no ha dormido nada desde que llegamos. A estado todo este tiempo a tu lado, cuidándote."

Sin duda alguna debía estar cansado, no sólo físicamente, también emocionalmente ¿Que charla y disputa no agota? Lo dejo dormir, sabiendo que era lo mejor para él.

 

Retiro unos mechones de su rostro, y dejándose llevar por sus deseos beso su frente, apenas tocando su piel.

 

-          Descansa. - Dijo.

 

Fye sonrió discretamente, una parte de su conciencia había escuchado esa palabra, entendiendo el mensaje completo. "Descansa, que yo velare tu sueño"

Y por primera vez en toda su vida, Fye se abandonó a un placentero sueño que en el que no dejo activado nada que lo mantuviera alerta, cómo debía hacer cualquier guerrero, sin importar el mundo del que venía.

Despertaría a salvo, junto a Kurogane.

En un mundo donde las mentiras ya no existían entre ellos dos.

 

CONTINUARÁ

Notas finales:

Este es el link del título: http://www.youtube.com/watch?v=56cMhMMKDJ4 Una canción de Ricardo Montaner llamada: La cima del cielo.

*El proximo capitulo explicó - desde mi punto de vista - porque Kuro besó el cabello de Fye de esa manera.

Espero les haya gustado este nuevo capítulo.

 

Nota: Este es el penúltimo episodio.

(13 capítulos en total) Notemos que - si creen en la superstición - Nada es coincidencia (Para quienes lo vean de buena forma.

Para quienes lo vean como un numero de mala suerte, habrá un pequeño y corto epilogo.

 

Nos vemos, kuidense y besos

Bye bye!!!


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