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Bésame… Dulce Vampiro por Dulce_Pena_Hime

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Notas del capitulo:

Hola!

En "compensación" por mi demora, les dejo un cap de 15 hojas n.n

Me disculpo por la demora... se habia descompuesto mi compu desde finales de diciembre (Entiendase 24) y apenas me la entregaron ¬¬... y ahi tenia todos los archivos (Mi culpa por no creas respaldos, lo admito)

Ojala les guste

04: DE LATIR SE CANSÓ SU CORAZÓN, DE TANTO LLORAR SU SONRISA NAUFRAGO, DE TANTO SUFRIR SU MIRADA SE APAGO...... DE AMARSE A SÍ MISMO UN DÍA SE OLVIDO

 

Era la oscuridad la que le rodeaba...

Era el silencio lo único que escuchaba...

Era su cuerpo lo único que sentía...

Mientras flotaba en la nada.........

 

¿Qué era todo? ¿Un sueño? ¿Una realidad? No lo sabía, pero lo que sentía era algo tan familiar como desagradable, aunque no había palabras para expresarlo......

Se dio cuenta que la oscuridad era porque su único ojo estaba cerrado, pero lo extraño es que no quería abrirlo para averiguar sobre donde flotaba.

Segundos, minutos, horas, días, años o toda una vida...... ¿Cuánto tiempo tenía ahí? ¿Así? No lo sabía, pero tampoco le importaba, porque por primera vez en mucho tiempo se sentía......... libre; no había dolor, no había traiciones, no había lágrimas, no había NADA.

 

¿Y si pudiera quedarse ahí por siempre? ¿Si pudiera estar por siempre así? Flotando en la nada vivir para siempre en ese nuevo hogar llamado: eternidad

 

Pero nada es para siempre, y aquel agradable sueño termino cuando su cuerpo termino por ser recostado sobre un duro, áspero y frío suelo ¿Qué era?......... Tan frío, tan solitario......

 

Entonces lo sintió, algo que caía lentamente del cielo sobre su cuerpo, pequeños cristales que enfriaban donde caían y que poco a poco se iban haciendo líquidos, mojando sus ropas, cabellos y piel...... esa era una sensación conocida, no necesitaba abrir los ojos para saber que aquello que le tocaba era nieve.

Su cuerpo comenzó a sentirse cada vez más frío, al grado de entumir sus músculos. Abrió la boca y dejo escapar un suspiro, sintiendo como su cálido aliento se congelaba al contacto de aquel clima tan áspero.

 

Frío... tanto frío ¿Cuándo fue la última vez que sintió un frío así? Toda su vida...... si, ese frío que le rodeaba era el que había estado a su alrededor desde que comenzó su existencia...... pero ¿dónde estaba?

 

Lentamente comenzó a abrir su ojo, viendo una inmensa oscuridad, notando como los lejanos copos de nieve caían lentamente, haciéndolos cada vez más cercanos a él......... ¿Qué lugar era ese? Se le hacía tan conocido como escalofriante......... como si ya antes hubiera estado ahí, como si toda su vida hubiera estado ahí.........

 

A su mente llegaron rápidos flash de sucesos pasados que tenían su cabeza envuelta en corrientes de soledad, frialdad y oscuridad.

 

"Un mal presagio"

"Atraen la desgracia"

"Son  la muerte"

"Miserables"

"No debieron nacer"

"¡¡PECADO!!"

 

Eran leves murmullos que venían desde lo más recóndito de sus recuerdos, repitiéndose una y otra vez, encimándose unos con otros, como queriendo darle más importancia a alguna de esas terribles palabas que ahora taladraban sus tímpanos con su incesante y tétrico cuchicheo.

 

Su rostro palideció, se le fue el aliento y sin poder evitarlo se levanto lo más rápido que pudo, sin embargo su cuerpo estaba tan congelado que cayó de bruces al suelo, sintiendo que aquella caía lastimaba su frágil cuerpo.

 

Se enderezo en sus brazos pero dejo la vista clavaba en la nieve bajo él; aquellas palabras retumbaban en su mente una y otra vez, aturdiendo sus sentidos......... De repente dejo de sentir como la nieve entumía cada músculo, ya que su mente se encerró en aquel destino del que nunca podría escapar; porque todas y cada uno de sus acciones eran guiadas por hilos que se movían según la mano de un oscuro hechicero, quien lo usaba cual títere sin voluntad: a su antojo y sin oportunidad de escapar, hasta su muerte.

 

Y todos los recuerdos de su vida pasada volvieron, al mismo tiempo que las voces se volvían un molesto zumbido del que no se entendía nada...

 

Quería gritar, quería escapar, volverse loco, suplicar porque aquel martirio terminase ¡¡Deseaba Morir!!

 

Y de repente... todo se volvió silencio una vez más; poco a poco sus sentidos se fueron calmando, y su mente se fue "aclarando", haciendo que pensara mas en el presente y no en ese pasado que siempre le rodeaba.

 

  • - ¿Dónde estoy? - Se pregunto con voz quebrada mientras se ponía de rodillas y se empezaba a levantar.

 

Su rostro termino por perder el escaso color que le quedaba.

Delante de él estaba un alto muro de fría roca solida, y a sus pies había decenas de cuerpos congelados y cubiertos por la nieve que no paraba de caer ¡¡¿Cómo?!! ¡¡¿Por qué?!! ¡¡¿Qué hacía él ahí?!!

 

  • - No... no, no de nuevo... no. - Dijo con voz errática mientras caminaba hacia atrás, pegando su espalda a aquel muro.

 

Sin poder evitarlo comenzó a hiperventilar, mientras tomaba su cabeza por los costados con ambas manos, su cuerpo entero se estremecía a causa del miedo y el frío......... y no sabía cómo era que las piernas pudieran sostenerle......... No encontraba un motivo por el cual estuviera en ese lugar ¡No lo entendía!

 

Amargos recuerdos llegaron a su mente al mismo tiempo que las lágrimas comenzaron a formarse en sus ojos, las piernas ya no fueron capaces de sostenerle y cayó de rodillas al piso mientras su mirada se perdía en algún punto de la nada.

 

  • - ...je... je... jejeje... todo... desaparecerá...... todos...... morirán...... jeje... solo......... jeje... solo... por haber... nacido...... - Susurro en un ataque de histeria con la vista fija en la nieve. - ...todo...... es... es mi culpa...... - Cerro los ojos con fuerza y sus manos presionaron su cabeza. - ¡¡¡ES MI CULPAAAAAA!!! - Grito hasta desgarrarse la garganta; un gran alarido cargado de dolor y desesperación.

 

Su cuerpo ya no resistió más y se dejo caer sobre su costado derecho, sintiendo como la nieve caía sobre él, mientras fijaba la vista en ningún lugar.

 

Segundos, minutos, horas, días...... ¿Qué importaba el tiempo en ese lugar? Nada.

 

Como pudo se recostó de nuevo sobre su espalda y cerró su ojo, dejando que el tiempo siguiera su curso y sin que él hiciera nada para evitar salir......

Era como un pequeño canario al que le habían cortado las alas y metido en una gran jaula que arriba tenía la reja abierta ¿Cómo escapar? ¿Para qué luchar contra lo inevitable?

 

Sintió como alguien subía hasta él, recostándose sobre su pecho y abrazándolo posesivamente, era un cuerpo pesado, eran unas manos heladas, era una sensación molesta, pero al mismo tiempo muy conocida.

 

  • - No te entregues a nadie más - Susurro en su oído con una vos espectral que hizo eco en sus tímpanos.

 

Jadeo asustado y su cuerpo se estremeció al mismo tiempo que sintió unos labios sobre los suyos...... un beso áspero junto a un frío abrazo......... y entonces se dio cuenta de la compañía que le rodeaba:

 

Eran los brazos de la locura los que lo cobijaban

Era el beso de la tristeza lo que profanaba su boca

Era la soledad, su eterna compañía

Era la muerte, su única amante

 

Su alma y su vida les fueron entregados, sin su consentimiento,  a esas criaturas desde el día mismo de su nacimiento y siempre estarían rodeándole...

Eran sombras celosas; quitando a toda aquella persona que quisiera acercársele; flagelando a quien buscara cruzar aquella línea que lo mantenía a él como exclusivo de ellas.

Asesinado a quien tratase arrancarles de sus garras.

 

  • - Eres nuestro, siempre lo serás......esa... es tu maldición.

 

 

Leves gotas de sudor escurrían por su frente, tenía su único ojo bien abierto y su respiración era errática.

 

Aquello había sido un sueño; la maldita pesadilla que tenía casi todas las noches; el más profundo de sus miedos sobre toda la faz de la tierra; la terrible realidad que siempre le había rodeado, y que nadie más sabia.

 

Un suspiro escapo de sus labios, uno que era mezcla de alivio y resignación; no sabía que debía sentir ante aquel sueño, le dejaba una sensación sumamente extraña en su ser, pero no sabía cómo interpretarla.

 

Se levanto de la cama y camino con calma hasta llegar a la ventana, quedándose con la vista fija en la calle, a pesar de que no veía absolutamente nada en aquella negrura.

 

Hacía casi dos mes que habían llegado a ese mundo llamado "Infinity", tiempo que tenían peleando en aquel extraño juego de ajedrez.

 

Infinity era el mundo más... "normal" en el que habían llegado. Desde los sucesos de Tokio, las en el grupo cosas cambiaron de manera drástica, pero también lo habían hecho los mundos: guerras, pestes, destrucción, terribles crímenes, sombras; todos los mundos en los que habían caído eran terribles; era como si el destino les dijera: "Ya pasaron sus 15 minutos de felicidad, es hora de ver la realidad que les rodea". Y eran esos los momentos en lo que recordaba la verdadera razón de su viaje, la misión que tenia y el traicionero vinculo que tenia con sus compañeros.

 

Miro sus manos y sonrió con amargura:

  Se suponía que no debía acercarse sentimentalmente a ellos, y le había agarrado un cariño especial a Sakura, Mokona y Shaoran.

  Se suponía que no debía permitir que nadie cruzara la línea que había trazado, y Kurogane la había pasado como si ni siquiera existiera.

  Se suponía que debía cumplir una misión para lograr su deseo y lo olvido al estar en compañía de esas extraordinarias personas

  Se suponía que iba a cumplir la promesa que el mismo se hizo cuando pequeño... y la rompió en cuando tuvo oportunidad.

 

¿De quién era la culpa? Suya y solo suya: Por bajar la guardia, por mentir desde un inicio, por sacrificarse por sus únicos amigos, por enamorarse, por hacer promesas que no podía cumplir, por dejarse manejar cual títere, por ser un traidor......... por ser débil......

 

Si él no existiera...... todo sería mucho más fácil......... para todos.

 

Aquella noche ya no pudo dormir, su mente estaba llena de culpas y preguntas que no tenían respuesta alguna. No supo si el tiempo fue rápido o lento, solo fue consciente de que poco a poco la luz comenzaba a iluminarlo, una luz amarillenta que llegaba a su cuerpo, anunciando el inicio de un nuevo día, uno frio y melancólico. Un día más que se sumaría a la larga lista de amaneceres que no quería ver.

 

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La batalla de aquel día fue sumamente fácil; los viajeros no habían tardado ni 5 minutos en derrotar a aquellos fanfarrones sujetos que, como todos, presumían de ser los mejores.

 

  • - Si ustedes eran los mejores... esto será más aburrido de lo que creí. - Musito el hombre de cabellera negra, quien no paraba de ver a sus derrotados "enemigos" a sus pies.

 

Sintió como Shaoran se paraba a su lado, no para decirle algo, sino para mantenerse a una distancia prudente de la joven princesa. Sabía perfectamente que este Shaoran sufría mucho por la lejanía de Sakura, y que a esta le dolía ver a Shaoran por ser tan idéntico al clon que ahora tenía la mitad de la magia de Fye.

 

Viro el rostro discretamente y vio de reojo como el mago ayudaba a la princesa a bajar, mientras le decía algunas palabras que, probablemente eran de agradecimiento por su esfuerzo, ya que la chica le sonrió y le respondió con algo que no alcanzo a escuchar por la distancia. No era que quisiera escuchar la conversación, pero......... entre ellos dos había algo; un extraño y silencioso secreto que, sabía, afectaría a todos nuevamente.

 

Regreso la vista en frente y apretó los puños con fuerza, pensando en la manera de averiguar que ocultaban esos dos, pero no sabía cómo; nunca había tenido una relación estrecha con la princesa del desierto, al menos no como para preguntarle sobre lo que estaba sucediendo. Por otro lado, el mago no le diría ni una letra de sus pensamientos, si cuando eran "amigos" no lo hacía, menos ahora que eran... ¿Qué demonios eran? "amigos" "enemigos" "presa-cazador" "nada" ¿Cuál era su relación? No lo sabía, habían tenido tantos cambios en tan poco tiempo, que simplemente ya no sabía cuál era la relación que tenía con ese rubio, solo había algo de lo que estaba seguro: El mago siempre lo miraba con un deje de desprecio.

 

Entonces recordó aquel beso que le robo, y luego el beso que Fye le dio y él respondió con prontitud y ansiedad; esos eran los labios más deliciosos que había probado, la manera en la que sus lenguas se encontraba, la forma con la que sus bocas se movían, la necesidad con la que sus cuerpos se abrazaban, buscando acercar sus cuerpos lo más posible... intentando acelerar sus emociones, tratando de alargar el momento el mayor tiempo posible......

 

Recordó las sensaciones que sintió su cuerpo, el dulce sabor que tenía la boca del rubio, ese agradable cosquilleo que se formaba en su bajo vientre, la agradable textura que tenía esa suave y fría piel, lo bien que se sentía ese esbelto cuerpo estremeciéndose entre sus brazos, y esa voz ¡Que voz! Esa manera tan suave y excitante con la que gemía; sintiéndose orgulloso de ver y sentir como el rubio se entregaba dócilmente a él.

 

Pero como todo en este mundo, nada es eterno, y las cosas terminaron de una terrible manera: con el rubio aún más alejado de él.

 

Y el dolor se sumo a sus sentimientos, uno que le ocasionaba un nudo en la garganta al recordar aquella despectiva mirada que le dirigió el mago.

 

Pero... Si Fye lo despreciaba ¿Por qué le beso de esa forma?  Aquella pregunta no tenía una respuesta en concreto, pero si muchas hipótesis:

= Respondía a sus instintos vampíricos

= Lo hizo porque en un viaje tan largo a veces se necesita de alguien con quien descargar emociones reprimidas

= También lo amaba

 

Todas esas teorías eran posibles, pero él prefería pensar que la primera era la razón por la que se habían vuelto a besar.

La segunda idea, de cierto modo, era cruel; ya que de ser así, Fye lo utilizaría para cumplir sus necesidades sin tomar en cuenta sus sentimientos.

La tercera teoría sería perfecta, pero era la primera que desechaba; y no porque Fye le rechazara, sino porque lo que menos quería era ilusionarse y luego llevarse una terrible decepción al saber que el mago no sentía lo mismo.

 

Entonces sintió curiosidad, era una necesidad incesante por saber más de ese mago, conocer sus emociones y saber que era exactamente lo que sentía por él. Pero no solo quería saber eso de Fye: Quería saber su pasado, escuchar su historia, saber porque no quería vivir, descubrir todos y cada uno de sus secretos hasta poder desnudar su alma.

Saber que necesitaba, conocer cada uno de sus sueños y pesadillas. ¿Qué quería? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué? Y ¿De quién?

 

Pero si Fye no le quería a él ¿A quién si quería así? A su mente llego un solo nombre: Ashura.

Lo único que sabía de ese sujeto era: que estaba dormido y que era el rey de Celes, solo eso;  como era, que tipo de relación tenía con el hechicero, ni ningún otro dato le habían sido proporcionados, y al parecer nunca lo serían, porque el rubio no pensaba dar detalles de su vida.

 

¿Sería Ashura la persona especial de Fye? No lo sabía porque además de Ashura, no sabía de ninguna otra persona que hubiera interactuado con Fye. Pero si lo pensaba con detenimiento, era probable que los sentimientos del mago hacia su rey si fueran de un afecto especial; y eso lo dedujo por la mirada que ponía el rubio cada vez que alguien le recordaba a ese hombre.

 

¿Era eso? ¿Fye no podía amarlo porque ya amaba a alguien más? ¿Encontró demasiado tarde a su persona especial?

 

Entonces sintió un extraño escozor en el pecho, uno de malestar, dolor e irá, algo que hacía hervir su sangre y revolvía su estomago; una sensación que le provocaba tomar una gran bocanada de aire para tratar de calmarse, pero aquello solo hacía que la sensación fuera más incómoda.

  Era dolor de pensar que la persona que más quería ya tenía sentimientos hacia otra persona, pero que esos sentimientos en lugar de hacerle feliz le hacían un terrible daño.

  Era ira al ver que no podía hacer nada para ayudarlo, porque no debía meterse en esa situación, y aún si quisiera, Fye no le dejaría.

  Una terrible rabia hacia ese sujeto que se atrevía a lastimar de esa manera a ese mago. ¡Maldito fuera ese Ashura!

 

Y se dio cuenta de algo: Ese nuevo sentimiento que se había apoderado de él tenía un nombre: Celos. ¡Estaba celoso por Fye! No quería que quisiera a Ashura, no quería que quisiera a nadie que no fuera él; no quería que nadie se acercará a Fye...

 

Enamorado, Frustrado, Celoso, Enojado, Triste... era sorprendente que el ser humano pudiera tener tantos sentimientos juntos al mismo tiempo.

 

  • - Jeh - Se rió levemente de sí mismo.

 

Que irónico le resultaba todo eso:

 Él, un gran y orgulloso ninja, que se jactaba de ser invencible e insensible, había sido derrotado por completo en una batalla que simplemente no vio venir.

Bajo la guardia y permitió aquellas bromas que no hacían más que acercarlos, dejando que muchas veces pensara con el corazón antes de usar la cabeza. Y cayó bajo los encantos del uno de los seres más detestaba en el mundo: un mentiroso que menospreciaba su vida.

Y ahora, del invencible e insensible hombre solo quedaba un vulnerable hombre enamorado que haría cualquier locura por salvar a la persona más especial para él; aún si eso significaba tener que dar su vida por salvarle, aunque este se negara a dicho sacrificio.

 

Lo sabía, desde que lo vio aquella tarde lluviosa en casa de Yuuko lo supo: Ese hombre que tenía el cabello del color el sol, las ropas más blancas que había visto, y su blanca piel tan tersa y suave como la de una chica, tenía por defectos una hipócrita y estúpida sonrisa, unos ojos como zafiro que reflejaban mentira, y un rostro que guardaba miles de secretos. Lo sabía: Ese Mago sería una verdadera molestia para él. Pero nunca pensó que a tal grado

 

¡¡UN MOMENTO!!  ¿Por qué demonios estaba pensando todas esas cosas en ese momento? Si se decidió a dejarlo en el olvido  ¿Por qué los recuerdos y las sensaciones de tiempo pasados venían a él de esa forma tan intensa?

 

Él no se permitía tener toda esa mezcla de sentimientos en su interior al mismo tiempo, pues aquello solo confundía sus sentidos y provocaban que su nivel de pelea se descontrolara. Debía concentrarse en olvidar esas sensaciones, aunque no sabía como, pues por más que se esforzaba en tener la mente tranquila y pensar en otras cosas, no podía, las emociones regresaban a él mucho antes de que hubiera podido deshacerse de ellas.

Eso sin duda alguna lo cabreaba ¡Maldito malestar que no dejaba de hormiguearle el cuerpo! ¡Malditos sentimientos que solo ayudaban a confundirlo! ¡Maldito él por no poderlos controlar! ¡Maldito entrenamiento de ninja que no servía para nada en esos momentos! Pero sobre todo ¡Maldito Fye por haber entrado en su corazón y poner su mundo de cabeza! Si no lo hubiera conocido............... todo habría sido mucho más sencillo para él.

 

¡¡¿Por qué no podía sacárselo de la cabeza?!! ¡¡Solo por unos momentos!!

 

Entonces lo comprendió, la respuesta le vino a la cabeza como si una ligera descarga eléctrica le hubiera sacudido el cuerpo por una fracción de segundo ¿Por qué no se dio cuenta antes? Todas esas sensaciones, emociones y recuerdos que no podía controlar ni dejando la mente en blanco, venían por una sola cuestión: el vampiro tenía hambre.

 

  • - Kurogane-san.
  • - ¿eh? - Musito volteando el rostro para ver al castaño.

 

Kurogane no se dio cuenta de cuando comenzaron a caminar, tan metido había estado en sus pensamientos que solo pudo notar que ya estaban delante de aquella casa que habían conseguido para vivir.

Una vivienda de una sola planta pero lo suficiente amplia como para que cada uno tuviera su propia habitación, algo que sin duda alguna todos, internamente, agradecía; pues los ánimos por convivir con los demás eran un tanto dispersos.

 

Shaoran abrió la puerta y se hizo a un lado, dejando pasar a Sakura, quien era escoltada por Fye. Sin embargo, antes de entrar, el rubio volteo levemente y le lanzo una mirada al ninja, quien apretó los labios discretamente al sentir ese ojo azul como el cielo se clavarse en él de una forma tan gélida.

 

En cuanto cruzaron la puerta, Mokona al instante corrió hacia ellos, preguntando por su seguridad.

 

  • - No te preocupes, Moko-chan, estamos bien. - Dijo la princesa mientras abrazaba a la pequeña criatura.
  • - Me alegro tanto, estaba tan preocupada. - Añadió la Mokona.
  • - Ven, Sakura-chan. - Dijo Fye encaminando a la chica hasta el sillón. - Descansa en lo que preparo algo de comer.
  • - Puedo ayudarte. - A Sakura no le gustaba ser una carga, quería ser útil en lo más que pudiera, además, Fye le había enseñado a cocinar en mundo anteriores.
  • - No te preocupes, me las apañare solo. - Respondió tomando la mano de la chica y dando un pequeño beso en el dorso de esta. - Además, no debo dejar que una princesa se dañe las manos lavando futas. - Eso lo había dicho con juego para quitarle un poco de tensión al asunto, solo para después marcharse.

 

En el sofá se quedo Sakura con Mokona, quien se puso a contarle todas las cosas que había hablado con Yuuko  aquella tarde.

Por su parte, Shaoran iba a su habitación para cambiarse de ropa, y Kurogane simplemente se quedo viendo a través de la ventana, no podía dejar de pensar en esa mirada que le lanzo en el mago, esa mirada que solo le dedicaba cuando tenía hambre; era como si le dijera: Te odio, por haberme convertido en esto.

 

ººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººº

 

El sonido del cuchillo cortando era lo único que se escuchaba en ese momento; la manzana cedía fácilmente ante su filo, de la misma forma que había sucedido con la demás fruta que ya había cortado.

 

A pesar de que sus manos se movían ágilmente en cortar, su mente se ubicaba en otra cosa, y eso era: su sed.

 

Hacía días que no tomaba sangre y eso comenzaba a traerle molestas sensaciones. Sentía un dolor en el estomago bastante irritante, que sumado a la boca seca, los leves mareos y la vista borrosa; lo mantenían en un estado de fatiga constante; aunque claro, eso era algo que nadie sabía, nadie a excepción de Kurogane; y si el ninja lo sabía era por el vinculo de sangre que tenía, no por otra cosa.

Si, su vinculo... ese del que renegaba y del que tanto se quejaba con Kurogane, pero que, secretamente, le agradaba; pues sabía que solo él estaba ligado al moreno de esa forma tan estrecha. ¡Ni siquiera la princesa Tomoyo!

Eso era una sensación agridulce, porque le enojaba tanto como le atraía ¡Que complicadas eran las relaciones humanas!

Era como una droga de la que sabía que debía alejarse antes de que terminara destruido, pero que simplemente no podía dejar.

 

Y mientras acomodaba las frutas en un gran platón, a su mente llego el recuerdo de aquellos agradables momentos  que vivió al lado del pelinegro, cuando sus labios se encontraron y sus cuerpos se estrecharon... cuando busco el calor de aquel fornido cuerpo y la seguridad de aquellas manos...

Sin ser del todo consciente, cerró los ojos y se llevo las yemas de sus dedos a los labios, tratando de recordar la textura de los de Kurogane, pero era inútil, porque no había nada que se pareciera, ni siquiera un poco, a lo que eran los besos del ninja.

Besos que recordaba con cariño y que se quedarían enterrados en sus recuerdos, como los únicos besos que recibiría de él; porque así era... no volvería a besarlo, no volvería a abrazarlo, ni llamarlo con motes, ni molestarlo, ni hablarle más de lo necesario, ni hacer NADA que estrechara sus lazos más... por el bien del ninja, aún cuando él se sumiera en la soledad de su miseria, como siempre había sido ¡Total! Ya estaba acostumbrado.

 

Tan metido estaba en sus pensamientos, que no se percato de que el ninja estaba parado en el umbral de la cocina, recargado en el marco y viéndolo fijamente.

 

  • - ¿Soñando despierto? - Pregunto el ninja al notar que el mago no se movía.

 

Fye dio un leve respingo, pues no se había dado cuenta de que el ninja estaba en la misma habitación ¡Maldita sed! Siempre bajaba la guardia a causa de eso.

Con movimientos discretos retiro la mano de su boca y la dirigió hacia el platón, tomándolo con ambas manos.

 

  • - ¿No te enseñaron que no se debe espiar a la gente?
  • - ¿Olvidas que soy un ninja?
  • - Y tú olvidas que existe algo llamado: vida privada.
  • - Te desvías de tema.
  • - ¿Acaso teníamos un tema, Kurogane?
  • - ... - El ninja entrecerró los al notar que aquella conversación iba directo a una pelea sin sentido, como casi todas las que habían tenido. - Sabes bien cuál es el tema, no tengo porque decírtelo. - Directo al grano, como siempre.
  • - ... - Fye apretó los labios levemente, molesto ante la sola idea de que Kurogane tuviera el control de su alimentación ¡Maldito vinculo que los unía!

 

Mas no dijo nada, simplemente giro sobre sus pies y encaro al ninja. Se miraron tratando de ver dentro del otro, pero ambos habían creado fuertes barreras ante sus sentimientos.

Fye para evitar herir al ninja aunque eso lo destruyera a él emocionalmente

Kurogane para no mostrarse vulnerable ante las personas.

 

Pero después de unos segundos, el rubio rompió el contacto visual, bajando un poco la vista y caminando hacia la puerta para salir de esa habitación.

 

  • - ¿Cuánto más piensas aguantar? - Pregunto en cuanto el mago pasó a su lado.
  • - Lo más que pueda. - Dijo sin más.
  • - ... - Kurogane se molesto por aquella respuesta, le fastidiaba que siempre le contestara de esa manera, así que se giro rápidamente y le tomo del brazo, haciendo que Fye tuviera que pararse.
  • - No más estúpidas prorrogas.
  • - ...
  • - Será esta noche.
  • - Qué remedio. - Respondió con hastió, sacudiendo el brazo y saliendo de la cocina.

 

Y lo vio alejarse de él, notando como caminaba hacia las dos que le esperaban en el sofá, entregándoles el platón con una agradable y ensoñadora sonrisa.

 

Sin duda alguna Kurogane se enojo, y por muchas cosas:

= La actitud ácida del rubio le hacía sentir mal

= Le herían aquellas frías palabras y miradas que Fye le lanzaba.

= Extrañaba aquellos momentos en los que ellos dos eran más cercanos a pesar de no estar ligados.

= Le flagelaba escuchar su nombre completo salir de esos apetecibles labios.

= Pero sobre todo: le enfurecía esa maldita, hipócrita y falsa sonrisa que tenía. Esa sonrisa que no expresaba nada ¿Para qué demonios sonreír cuando no se quiere?

 

Exhalo el aire de forma pesada y camino con pasos rápidos hasta su habitación, entrando y cerrando la puerta con fuerza.

 

Sakura y Mokona se asustaron ante aquel arranque de rabia, mientras Fye solo mantenía la cabeza baja, como si el suelo fuera sumamente interesante.

 

  • - ¿Fye-san? - Pregunto Sakura extrañada, pues había visto que ello dos habían estado en la cocina, era obvio que habían vuelto a discutir.
  • - No te preocupes, Sakura-chan. - Dijo poniendo su mano sobre los cabellos de la castaña. - Todo está bien.

 

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Pronto cayó la noche. Y Fye se encontraba en su habitación, recostado cual largo sobre la cama y mirando fijamente el techo.

Sentía un espantoso hueco en el estomago, una sensación ácida que provocaba que todo su cuerpo se tensara.

Era un dolo casi insoportable, uno que solo podía mitigar con una cosa: bebiendo sangre.

Lo sabía, si quería tener fuerza para el ajedrez, no podía postergar más el momento.

Un suspiro de hastió escapo de su boca acompañado de un "maldita sea", al mismo tiempo que se ponía de pie y salía de su habitación.

 

No le sorprendió encontrar la sala apenas iluminada por las luces de la calle, como tampoco le cayó de extraño ver la silueta del ninja junto a la ventana.

 

  • - Tardaste demasiado.
  • - ¿Y eso importa?
  • - Da lo mismo; si un hubieras salido en 10 segundos hubiera entrado a buscarte.
  • - Si, lo sé. - Gruño por lo bajo recargándose en la pared con fastidio al mismo tiempo que cruzaba los brazos sobre su pecho. - Vamos al grano.

 

Kurogane suspiro en silencio para después acercarse al vampiro y extenderse su brazo izquierdo. El rubio le sujeto de la muñeca y después levanto su mano derecha, dejando que una de sus uñas creciera levemente para después hacer un rasguño sobre la muñeca.

La sangre comenzó a fluir y eso inundo los sentidos del vampiro; aquel suculento aroma que lo volvía loco, aquel brillante color que seducía su vista...... deseaba probarla, beberla una y otra y otra vez hasta poder saciar su sed... hasta quedar satisfechos.

Su mirada se tiño de dorado y sus labios se abrieron inconscientemente, al mismo tiempo que acercaba aquella mano hasta él.

 

Kurogane no decía nada, simplemente lo miraba notando los cambios en Fye, que si bien parecían imperceptibles, él sabía que respondía a una sed casi incontrolable, era como si le ofreciera agua a una persona que había estado en el desierto por una semana...

Vio como la lengua del rubio salía de su boca y probaba su sangre con una suave lamida para después colocar sus labios sobre la herida para poder tener control al momento de beber su sangre.

El ninja no hacía más que verlo, sintiendo aquello casi como un beso en su muñeca; fijándose e como Fye lo buscaba, acercando cada vez más la mano del ninja a su boca, tratando de extraer la mayor cantidad de sangre de esta, era un sabor embriagante, que inundaba por completo sus sentidos y lo volvía loco. Ahogo un gemido en su garganta, uno que demostraba que se estaba quedando sin aire.

 

  • - Oye; ve más lento, o terminaras por ahogarte. - Ordeno Kurogane retirando levemente su mano.
  • - Cállate. - Le ordeno Fye halando su brazo, no quería que le quitara la fuente de su placer.

 

Volvió a beber de él, sintiendo su ser inundado de aquel delicioso sabor... era exquisito, suculento, glorioso, excitante... tanto, que no se dio cuenta de cuando el pelinegro comenzó a acariciar sus cabellos, enredándolos con sus dedos y terminando por quitar la cinta que los ataba, haciendo que estos cayeran libres a sus costados.

El ninja tampoco estaba pensando bien, el movimiento de su mano había sido involuntario; y ahora solo quería estar más y más cerca de ese joven ¡¡Demonios!! ¿Por qué tenía que amarlo tanto? Sin poder evitarlo se acerco más a él, acorralándolo un poco contra esa fría pared, sin dejar de ver como el otro se centraba en beber su sangre. Se acerco más al rubio, pegándolo contra aquella pared, notando lo dócil que estaba el vampiro, como siempre que bebía sangre; irónico que la presa se tornara tan sumisa ante su presa mientras se alimentaba, pero así era.

Fye percibía el calor de aquel cuerpo tan cercano al suyo, inhalaba el aroma de la piel del moreno, sentía aquella mano jugueteando sus cabellos y escuchaba el palpitar de ese corazón junto a la suave respiración del pelinegro, que estaba tan cerca que incluso erizaba su piel. Todo era tan embriagante, tan seductor, tan sensual... quería perderse en ese momento, frenar el mundo y quedarse así por toda la eternidad: abrigado por ese extraordinario calor.

Kurogane tampoco estaba del todo cuerdo, había acorralado a ese frágil joven entre la pared y su cuerpo, una de sus piernas se había colado levemente entre las del mago, su mano libre acariciaba aquellos suaves cabellos, y su rostro había bajado solo lo justo como para terminar sobre aquella cabeza, inhalando el aroma que desprendían esos cabellos color trigo. Se movió lento, deslizando su mano en una sensual caricia, pasando por su mejilla hasta llegar a su mentón, el cual levanto un poco, solo lo necesario para poder tener aquella frente a disposición suya para poder besarla, dejando sus labios largo tiempo en ese lugar y manteniendo los ojos cerrados. Fueron largos segundos los que se quedaron así... hasta que el ninja se movió, deslizándose hasta su oído.

 

  • - Fye. - Susurro con voz ronca, acariciando con sus labios su oreja.
  • - ¡¡...!! - Aquello fue suficiente para sacar al rubio de su ensoñación, regresándolo cruelmente a la realidad. - ¡Aparta! - Le gruño empujándolo por los hombros. - ¿Qué demonios haces?
  • - Lo que quería hacer.
  • - ... - Apretó los labios y lo miro con furia por varios segundos. - Tenemos un acuerdo, no lo rompas. - Musito en voz baja mientras se limpiaba los rastros de sangre que habían quedado en su boca.

 

Era cierto, ellos tenían un acuerdo: el de no acercarse más de la cuenta. Aunque ese arreglo lo había hecho Fye sin consultar al ninja; simplemente un día llego y le dijo: "comeré con la condición de que no te acerques a mí ¿queda claro?"

Vaya trato que habían hecho, porque no le había quedado más que aceptarlo.

 

El ninja suspiro con fuerza y se cruzo de brazos, mirando al rubio; todo parecía que ya había terminado de comer; aún así él no estaba tranquilo, esa mezcla de sensaciones que había tenido desde horas atrás no habían desaparecido, por el contrario, se habían intensificado a tal grado que ahora hormigueaban al rededor de todo su ser, provocando que se sintiera molesto.

 

Maldito Mago, ¿Por qué demonios tuvo que conocerlo? ¿Por qué tuvo que enamorarse de esa persona tan problemática? ¡¡¿Por qué él?!! Todo sería más fácil si amara a Tomoyo o a alguna otra persona, porque a pesar de la distancia, sabría que todo estaría bien; pero con ese rubio NADA estaba bien: No lo conocía, no sabía que quería, que no quería, que escondía, ¡Era una maldita caja fuerte!

Se empezaba a sentir  molesto, angustiado y desesperado; esos sentimientos no correspondidos lo estaban volviendo loco; tenerlo tan cerca y a la vez tan lejos; amarlo y saber que este lo despreciaba; quererlo vivo a su lado y él deseando a gritos la muerte ¡¡Maldición!!

Lo intrigada, lo desconcertaba, lo volvía loco: Tantos secretos, tanto misterio, tantas mentiras, tanta hipocresía ¿Cómo pudo enamorarse de él? Si eran tan contrarios.

 

Estaba como león enjaulado en su propio cuerpo con todas esas emociones dentro de su cuerpo. Amaba a Fye con todas sus fuerzas... y Fye... ¿Qué demonios sentía por él?

Recordó aquella noche en la que se le declaro, aquel "te amo" que salió de sus labios y que no tuvo una respuesta en sí, que solo quedo en un "no lo hagas" ¿Cómo conformarse con eso?

¡Quería una respuesta! ¡¡Necesitaba una respuesta!! O terminaría por asfixiarse en sus sentimientos.

 

Odiaba sentirse así, odiaba que fuera Fye quien lo hiciera sentir así...... lo odiaba ¡¡Odiaba amarlo de esa forma tan desesperada!

 

Se formo un incomodo silencio por algunos momentos, uno que hacía del aire denso; eso era algo que no le agradaba en lo más mínimo a Fye; no quería seguir ahí, así que hizo lo mejor que sabía hacer: huir.

 

  • - Buenas noches. - Dijo con fingida calma, pasando al lado del ninja.
  • - ...... - Kurogane no le dejo ir; le tomo del brazo y lo jalo, pegándolo de nuevo contra la pared
  • - Ahhg... - Se quejo el mago al sentir el golpe sordo en su espalda y la fría pared contra la tela de su ropa. - ¿Qué demonios te pasa? ¡Suéltame!

 

Sin previo aviso le tomo de la barbilla, obligándolo a levantar la vista hacia él y lo escruto con su mirada carmín, tratando de traspasar todas las barreras que el rubio había creado a su alrededor.

 

  • - ¿Qué escondes?
  • - ¡...!

 

Aquella pregunta destrozo al mago, ¿Qué escondía? ¡¡MUCHO!! ¡¡TODO!! ¿Cómo explicarle lo que era? ¿Cómo hacerlo sin que él lo odiara? No había forma.

 

Kurogane no sabía porque había hecho esa pregunta, o mejor dicho, si sabía pero se negaba a creerlo. ¿En verdad le interesaba tanto ese chico como para querer saber sus secretos? La respuesta era sí. Pero ¿Para qué saberlo? Porque le importará, porque quería encontrar la manera de ayudarlo, porque quería salvarlo de aquello que tanto lo atormentaba... pero ¿cómo hacerlo si ese mago no lo dejaba acercarse? ¿Cómo ayudar a quien no quiere ser ayudado?

 

Aquellos ojos rojos lo miraban fijamente, escrutándolo hasta dejarlo sin defensa alguna...... unos ojos tan intensos que era imposible soportar sin confesar todos los secretos que tenía, desde el más ligero hasta el más profundo e intimo.

Le esquivo la mirada, incapaz de responder a esa pregunta que decía tanto.

No cabía duda alguna de que era un traidor: pero ¿a quién estaba traicionando ahora? ¿A Sakura?¿A Shaoran? ¿A Mokona? ¿A Kurogane? ¿Fei Wang Reed? ¿La bruja? ¿Ashura? ¿Su otra mitad? ¿A él mismo? ¡¡¿A TODOS?!!

 

  • - Tú......
  • - ......
  • - ...tú no entenderías...
  • - ...¿Por qué? - Su mirada se ablando levemente al notar como el rubio temblaba levemente, se dio cuenta de que aquella pregunta había tocado un punto central en Fye, pues todas sus defensas cayeron, dejándolo completamente descubierto ante él. - ¿Por qué no podría entenderte?
  • - Porque no sabes lo que es estar muerto en vida.
  • - ......
  • - Despertar cada mañana deseando que llegue la noche cuanto antes.
  • - ......
  • - Cerrar los ojos en la noche y desea que el sol no vuelva a aparecer por la ventana a la mañana siguiente.
  • - ......
  • - Para alguien como yo, que vive en un mundo gris...... no puede existir la felicidad?- Susurro con una amarga sonrisa.

 

Aquellas respuestas que no le decían nada del mago, o al menos nada nuevo, solo hicieron enojar al ninja; odiaba que no valorara su vida, que sintiera que no valía nada, que no fuera sincero ¡Cómo odiaba esa actitud! No había duda alguna, lo odiaba tanto como lo amaba, sin duda alguna, Fye lo había vuelto completamente loco.

 

  • - Yo... debería estar muerto
  • - ......
  • - Solo estoy viviendo un tiempo prestado

 

Kurogane sintió su sangre hervir dentro de todo su torrente sanguíneo; aquellas últimas palabras habían sido la gota que derramo su vaso de paciencia y control.

Sin poder evitarlo levanto la mano y golpeo con fuerza la pared al lado del mago, haciendo un pequeño hueco en el muro ¡Al diablo si alguien se despertaba! En esos momentos no le importaba nada que no fueran él y Fye

 

  • - Ya basta de tanta mierda. - Gruño molesto para después atacar sus labios en un beso demandante, desesperado y dominante

 

Fye no esperaba ese beso, simplemente se quedo paralizado, con su vista clavada en el ninja, mientras sentía como este recorría su boca, buscando su lengua. La mente se le nublo por unos segundos y deseo entregarse a ese beso, a ese hombre.

Su mirada se suavizo por unos segundos y su cuerpo se estremeció al sentir aquellas manos sobre su estrecha cadera, pegando más sus cuerpos; deseo por unos segundos llevar sus manos hasta aquellos cabellos azabaches para acercarlo a él y compartir aquel beso tan intenso; en verdad que empezaba a sentirse en la gloria cuando le vino un terrible escalofrió que recorrió su espina dorsal: tenía miedo.

 

A su mente vinieron todas las imágenes del sueño que tuvo la noche anterior, y la escalofriante voz que le dijo su destino:

 

  • - Eres nuestro, siempre lo serás......esa... es tu maldición.

 

Kurogane sintió un fuerte empujón que lo separo de aquellos deliciosos labios, y milésimas de segundos después sintió un golpe en su mejilla, uno que le viro el rostro levemente y le dejo ardiendo esa parte de la cara.

 

  • - Maldito. - Le gruño Fye viéndolo con un incontrolable odio mientras se limpiaba la boca con el dorso de su mano, como si con ello pudiese quitarse el beso que el ninja le había dado.
  • - ... - Sin duda alguna esa mirada le provocaron una sensación desagradable, pero sobre todo el hecho de que Fye se limpiara la boca, como si su beso le hubiera dado asco.
  • - Te lo advierto, Kurogane. Si vuelves a besarme... no responderé de mis actos. - Sonaba tan frío, que le sorprendió que un joven tan hermoso pudiera sonar tan amenazador.

 

El ninja le miro por unos segundos, aquel beso no había calmado en lo absoluto sus emociones, sentía que ya nada podría hacer que recuperase la cordura de sus sentimientos, pues tenía a ese joven metido hasta la médula.

 

Ninguno de los dos se movió de su lugar, pero Fye ansiaba con todo su corazón que el ninja se fuera, ya que él no tenía la fuerza siquiera para dar un paso, ni siquiera sabía cómo era posible que sus piernas le siguieran sosteniendo. Estaba tan frágil emocionalmente, que solo quería soltarse a llorar por lo patética que era su vida; de hecho, no sabía cómo le estaba haciendo para sostener esa mascara de insensibilidad.

 

  • - Te amo
  • - ¡¡......!! - No esperaba volver a escuchar aquellas palabras salir de los labios del moreno. - ¿Qué? - Dijo extrañado ante aquella confesión,
  • - Que te amo, Maldita sea ¡Te amo!

 

¿Por qué se lo decía? ¿Por qué demonios no se iba? ¿Por qué no lo dejaba tranquilo? ¿Acaso no notaba que cada vez que lo tenía así de cerca sentía que iba a morirse? ¿No se daba cuenta de que nada bueno le podía dejar amarlo a él? ¡¡¿Por qué él?!! ¿Qué le vio de bueno? ¡Si era una porquería de persona!

 

  • - Fye. - Musito el ninja levantando su mano y tratando de alcanzar su mejilla.
  • - Ahh... - Exhalo el aire de sus pulmones y le retiro la mano con el dorso de la suya. - Eres tan irritante y terco. - Dijo suavemente pero con incomodidad.
  • - Y tu... ¿Hasta cuándo vas a ser sincero?
  • - No entiendo que quieres decir.
  • - Sabes perfectamente lo que quiero decir.
  • - ...... - Claro que lo sabía, pero él no podía ser sincero y decirle lo que sentía.
  • - ......
  • - ......
  • - ¡Contesta!
  • - Ya tome mi decisión, hazme el favor de respetarla
  • - ... - Aquella respuesta calo dentro del corazón del ninja. Se molesto, sin duda alguna, pero ya era la segunda vez que se confesaba y este no le decía si le quería o no ¿Por qué diablos le respondía con evasivas? Bueno, pues que se fregara, porque él no volvería a tocar el tema, por mucho que le afectara. - Bien, como quieras. - Le dijo de mala gana para después irse, cerrando la puerta de su recamara con fuerza.

 

Fye se quedo solo en la sala, con su corazón latiendo con fuerza por aquellos sentimientos que tenía Kurogane para con él, pero doliéndole intensamente al saber que no podía corresponderle.

 

Bajo el rostro dejando que sus cabellos cubrieran sus ojos; una amarga sonrisa se dibujo en su rostro al mismo tiempo que lágrimas resbalaban por su mejilla.

 

A decir verdad, no puso como fue capaz de sostener esa mascara de insensibilidad por tanto tiempo delante de Kurogane, de aquel hombre que había sido capaz de entrar en su mente, en su corazón y que había visto dentro de su alma.

 

 

  • - ¿Qué estás haciendo, Fye? - Pensó desesperado, por ser incapaz de sacarlo de sí. Lo amaba ¡Vaya que lo amaba! Pero no debía, no podía......

 

 

Una criatura como él, no merecía sentimientos tan puros como el amor; y mucho menos de una persona tan maravillosa como lo era Kurogane; además él ya le pertenecía a terribles criaturas, a sus amantes: la locura, la soledad y la tristeza...

 

¿Y la muerte?  No, la muerte no estaba a su lado, no era su amante...

Entonces ¿Por qué toda persona que se le acercaba estaba condenada a desaparecer? Fácil. Porque él... era la muerte.........

 

CONTINUARA.

Notas finales:

El titulo viene de una canción llamada "In Memorian" de Mago de Oz. Me gusta mucho a mi ^^

Espero les haya gustado... y aunque sea con demora les digo: "Espero tenga un gran año nuevo, espero que este 2011 traiga para ustedes cosas fabulosas, les mando un gran abrazo y un beso"

Nos vemos, kuidense y besos.

 

En el próximo capítulo:

Sentimientos encontrados, verdades descubiertas, sacrificios realizados.  ¿Una osada acción puede romper miedos sin sentido?


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