EL PREFERIDO
El siempre fue el preferido, de eso no cabía duda alguna, aunque muchos pensaran que era el y hasta le gustase la idea de escucharlo decir, sabia perfectamente que eso no era cierto.
La niñez se la pasó tras el como una garrapata, desesperado por su atención, en esa época era su todo, su héroe, su amigo, su hermano.
A diferencia suya su madre jamás lloro por su ausencia, de eso estaba seguro, en la lejanía del hogar añoraba una carta suya, pero solo debía conformarse con las que ambos hermanos le enviaban y muchas veces parecía una mera obligación, una nota informando cosas que ni le interesaban.
Cuando descubrió quien era realmente aquel joven que amaba con todo el alma, no pudo mas que espantarse, se negaba a creerlo pero las pruebas eran irrefutables, si su padre era humano, lo mas obvio era que el fuera un mestizo y al serlo sin lugar a dudas seria un revoltoso o un traidor para el reino demoniaco. Lo odio por eso, no comprendía como su madre podía adorarlo, amarlo, tenerlo si quiera en consideración sabiendo las atrocidades de las que eran capaces los seres humanos, mas el como pudo siquiera estar casada con uno de ellos, definitivamente ella no estaba bien de la cabeza.
Regreso decidido a convertirse en un soldado mejor que aquel individuo, pero como competir contra un excelente espadachín, no, no debía dejarse amedrentrar por habilidades que el de seguro podría superar por su estirpe demoníaca.
Pudo notar entonces que las cosas no habían cambiado mucho, su madre seguía viéndolo como una muñequita, mientras que a el como su adoración.
Quiso ser mejor que el, mas parecía que el destino le jugaba una mala pasada, cuando se ofreció para ir a batalla, Gwendal se negó a aceptarlo, pero en cambio a el. Claro, confiaba mas en un mitad Mazoku que en su propio hermano que al igual que el era cien por ciento demonio. Le hervía la sangre al recordar esto, ver como le felicitaba, lo halagaba, como a él si le contaba de los problemas del reino, mientras que a él le ignoraban por completo tachándolo de caprichoso cada vez que deseaba ayudarle.
Cuando se comprometió, se le helo la sangre, no podía creer lo que le pasaba, al principio si bien era cierto no le había agradado la idea, después fue acostumbrándose aquel sujeto que al igual que aquel que tanto detestaba era medio Mazoku. Se sorprendió cuando un día cualquiera se dio cuenta como su rostro sonriente se reflejaba en una ventana, todo por el, ¿Qué le estaba sucediendo?
“Amor Wolfy, te has enamorado del maou”, le dijo su madre a lo que el negó rotundamente con todas sus fuerzas, pero que mas tarde no podría seguir negando.
Seria suyo, suyo y de nadie mas, esa fue la conclusión que saco al percatarse de sus verdaderos sentimientos, por fin, luego de toda una vida de odiar aquel aspecto físico heredado de su madre, le seria útil para algo. Nadie podía pasar desapercibido ante el, siempre era el imán de las miradas, quien recibía un montón de cartas para compromisos que siempre rechazaba, por fin aquel aspecto frágil y bello le serviría de algo.
Lo odiaba, no podía evitarlo, ¡no!, no quería evitarlo, lo detestaba desde el fondo de su alma, esa misma en la que alguna vez albergo amor por el. Primero le quito el afecto de su madre, luego la amistad de su aniki, ahora deseaba arrebatarle a su prometido, pero eso no lo permitiría, así debiera matarlo, lo haría, ya era suficiente de que el lo tuviera todo y el nada, el no merecía lo que tenia, solo era un sucio medio humano que ni se avergonzaba de sus orígenes. Héroe de guerra, ja, tan solo recordarlo le hervía la sangre, el era quien debía ir a batalla, el era quien merecía la gloria, el debía ser el preferido de su madre, el camarada de su aniki, el confidente mas cercano de su prometido, si, porque aunque aquel individuo no le gustase, el era su prometido y así seguiría siendo, aunque no le gustase.
Se reunieron en el fondo del bosque tal como el se lo pidiera, lo vio venir con aquella sonrisa detestable en el rostro, sonrío al pensar como la haría desaparecer de su rostro.
Vio como sus facciones se sobresaltaron al igual que su cuerpo al iniciar la pelea, ¿Qué acaso no entendía?
-¡Esto es un duelo Sir Weller!-
Grito para que este desenvainara su espada y comenzara a pelear, ya que aunque lo odiara, no deseaba ganar con trampa aquella justa.
-“Wolfram detente porque haces esto”-
-¡Porque, porque no permitiré que sigas quitándome a quienes amo, por eso!-
-“Pero de que hablas”-
-¡Yuri es mío bastardo!-
-“Wolfram yo no intento quitarte al Heika”-
-¡Cínico haré que te arrepientas de haber nacido!-
-“Basta Wolfram, no quiero herirte”-
Podía escucharse claramente como se reía, herirlo decía, como si ya no lo hubiese hecho antes, que podía ser una herida exterior comparada con una llevada dentro de el por años de soledad.
-“¡Bien si así lo quieres!”-
-¡Por fin maldito mestizo!-
Su rostro sereno cambio a molesto, el castaño ya no intentaría de hacer razonar al menor, si lo que este deseaba era un duelo, pues un duelo tendría, pero que no se pensara que se lo dejaría fácil, no por nada el también tenia su orgullo.
Sabia bien de sus actitudes con la esgrima, tenia en cuenta esto, por ello había practicado por mucho tiempo con sus mismos hombres para poder elevar su nivel, pero esto era mas que increíble, aquel no era un simple medio Mazoku, su habilidad con la espada en vez de aminorar o quedarse estancada como pensara, había hecho todo lo contrario, apenas y podía esquivar los ataques, mas devolverle uno.
No podía creerlo, perdió, quien debiera estar en el suelo con mirada suplicante era él, pero en cambio quien yacía tumbado, eso si, jamás tendría la satisfacción de verle suplicar, aunque en ese momento ni siquiera podía darle la cara.
-“Entonces yo gane”-
Desgraciado, porque decía algo tan obvio.
-“Como ganador tengo derecho a pedir algo como recompensa”-
Claro que lo sabia.
-“Dado que este duelo fue a causa de tu prometido, exijo que rompas con él”-
Le miro con rabia y odio, no podía creer lo que escuchaba, mas en su interior se criticaba, ¿Qué esperabas, el siempre estuvo interesado en Yuri y tu se lo diste en bandeja de plata? Que tonto había sido, no podía negarse, había perdido, debía mostrar orgullo, o al menos lo que le quedara tras perder contra ese desgraciado de su medio hermano.
Asintió muy a su pesar agachando su cabeza.
-“Ahora mi recompensa”-
-¡Acaso ya no me harás romper con Yuri!- Dijo sobre exaltado al ver como el castaño cambiaba de parecer.
-“No me mal interpretes Wolfram, lo primero es el resultado de tus actos, la consecuencia por haberte ganado en duelo, mas ese no es mi recompensa”-
El rubio lo miro expectante, tenia razón, como pudo olvidarlo, tan ensimismado estaba en una victoria que nunca llego que olvido aquello.
Le miraba expectante, su rostro mostró esa sonrisa que tanto detestaba, entonces una imagen se le pasó por la cabeza.
-¡Yuri jamás te corresponderá, si no lo hizo conmigo, menos lo hará contigo!- Le grita furioso y dolido por no ver sus intenciones para con su amado prometido.
-“Se que eso jamás pasara y para serte sincero, no me importa”-
-¿Qué?-, dijo sin creerlo que escuchaba, poder, acaso eso era lo que quería, pero como si a el jamás le intereso aquello, al menos eso pensaba.
-“Lo que yo quiero es otra cosa”- dijo arrodillándose a su lado para quedar a su altura.
Sus ojos estaban fijos, unos contra otros, de repente su rostro le ardía, no, su mejilla, se paso su mano en esta, ¡que rayos estaba pasando!, lo miro extrañado, a lo que este se acerco un poco mas, solo para decirle.
-“Te quiero a ti mi adorado Wolfram”-
FIN