Predicciones
Era una linda mañana de verano. Los pajaritos cantaban, Akamaru los perseguía, Kiba perseguía a Akamaru, Shino contaba sus miles de pulgas, se oían los gritos de Gaara desde Suna mientras practicaba los sustos a los enemigos… un día normal.
Era la una del mediodía cuando el timbre de la residencia de Naruto sonó. Soñoliento – ya que estaba durmiendo – el rubio se incorporó en la cama. Observó al reloj de su mesilla y se apuntó mentalmente odiar a quién le hubiese despertado.
-¡¡Ya va!! – gritó desde dentro. Se levantó a abrir la puerta un poco perezoso y todavía en pijama. Primero pensó que tal vez sería Shikamaru, pero seguramente lo encontraría muy problemático, así que directamente no le visitaría. Tal vez fuese Sakura, pero nunca se interesaba por él y dudaba mucho que de buenas a primeras le llamase a la puerta para salir con él.
Y finalmente, le quedaba la opción de que fuese Sasuke, pero reconozcámoslo. ¿Para qué alguien tan hermoso y popular como Sasuke se iba a molestar en llamar a su puerta? Bueno, puede que esos calificativos los pusiese él aposta, pero Sasuke seguro que no llamaría a su puerta ni harto de vino.
Además, era más probable que Choji empezase una dieta a que Sasuke le visitase.
Y la verdad es que a Naruto no le hubiese importado que el que hubiese llamado al timbre fuese un desnudo Sasuke con orejitas de gato pidiéndole cariño. Desde hacía algunas semanas sentía como al estar delante de Sasuke su corazón se aceleraba, se sonrojaba y deseaba saborear sus labios. Y había llegado a la conclusión de que se había enamorado de su amigo.
Aún con el sueño encima, abrió la puerta.
¡¡Menuda fue su sorpresa al encontrarse allí, ni más ni menos que al protagonista de sus fantasías sexuales!! Sasuke se encontraba de pie en la puerta, observándole un poco nervioso. Llevaba una preciosa camiseta abierta – vivan las camisetas abiertas – y unos pantalones negros ajustados – y que vivan también los pantalones negros ajustados.
-¿Puedo pasar? – preguntó.
Naruto tragó saliva. Condujo a Sasuke hasta el salón y le sentó en él sofá sin decir ni una palabra.
-¿Me esperas un segundo? – preguntó el rubio, dejando a Sasuke en su sofá y dirigiéndose a su cuarto, donde tenía el teléfono fijo. Cerró con cuidado la puerta y marcó unos números. Los segundos de espera se hicieron eternos. - ¿Choji? Sí, soy yo, Naruto. Oye, dime… ¿has empezado una dieta? – preguntó directo. Al segundo, oyó como el otro colgaba sin añadir nada. - Mierda, eso es que sí ha empezado una molesta dieta y que está enfadado.
Preocupado por el fin del mundo que se acercaba a él inexorablemente, volvió al salón, encontrándose a Sasuke, que le observaba de la misma forma. Sintió un poco de vergüenza al llevar todavía el pijama, más no lo demostró. Igualmente… ¿qué quería pedirle Sasuke a esas horas? Como no fuera sal para la comida… No, tonterías. Antes Mirelle creaba un fik decente.
-Mira, es que… Naruto… Estaba cocinando en mi casa un poco de carne cuando me di cuenta de que en el tarro transparente de la sal, no quedaba. Busqué por toda la casa, pero no había y perdí el dinero para comprarla, y pensé que tú podrías dejarme un poco… - explicó el moreno un poco cortado, mirando al suelo.
Naruto tuvo que acordarse de respirar para no morir del susto.
En otro lugar, podemos ver a mucha gente reunida en una gran carpa. La gente se veía ansiosa.
-Y el premio al mejor fik yaoi del año es para… ¡¡MIRELLE!!
Todo el público se puso a gritar como loco mientras la chica de pelo corto pelirroja y ojos azules avanzaba con una sonrisa por la alfombra roja hasta subir al escenario y sostener en sus manos un pequeño premio. Lloraba de felicidad. Casi no se lo creía.
Volviendo con la historia, Naruto negaba efusivamente con su cabeza. No podría ser. No podía ser en absoluto. Sorprendido por su buena suerte con las predicciones, decidió divertirse.
Sólo falta que me pida que le folle – pensó con una sonrisa observando el cuerpazo de su compañero. Sasuke se levantó de repente y puso ambas manos en sus hombros. Le observó a los ojos seriamente.
-¡¡A la porra!! – rugió el invitado. - ¡¡Te ves hermoso con ese pijama tan sexy…!! Por favor, Naruto… ¡¡Te quiero!! ¡¡Tómame!!
¡¡Eso ya era el colmo!! Sasuke se estaba riendo de él. ¡¡Estaba pisoteando sus sentimientos!! Furioso, estampó cada una de sus manos en las mejillas del otro fuertemente, dejándole una marca rojiza, y con lágrimas en los ojos, se marchó a encerrarse a su habitación.
Sin darse cuenta, de durmió.
Despertó a las cuatro de la tarde del mismo día. No había oído que Sasuke se marchase, pero era imposible que siguiese en su salón, ¿no?
Salió de su habitación y entró en el salón cuidadosamente. En una esquina, en el suelo, Sasuke se encontraba abrazándose a sí mismo, con las rodillas cubriéndole la cara y parecía que lloraba. Naruto sintió como algo en su interior se removía.
Se acercó al chico con cuidado y cuando éste elevó la cabeza para verlo, Naruto creyó que moría. Sasuke tenía un poco de ojeras, estaba pálido, con los ojos rojos – y no por el sharingan precisamente – y en sus mejillas se veían las marcas de las lágrimas.
-¿Qué te ocurre, teme? – preguntó un poco cortado.
Sasuke bajó otra vez su cabeza a sus rodillas y habló con voz afónica.
-Yo te he confesado mis sentimientos abiertamente y en vez de responderme, te has limitado a pegarme y a irte, como si mis sentimientos no te importaran en absoluto. Y yo no te creía tan cruel, Naruto…
El rubio sintió como su corazón, directamente, se le escapaba por la boca y se despedía de él con la mano por lo malo que había sido. Se sentó al lado de Sasuke y le pasó un brazo por la espalda.
-Perdóname teme, pero es que he tenido un mal día, de veras.
Sasuke alzó su cabeza y besó levemente los labios de Naruto, que le respondió gustoso.
-Yo también te amo.
Sasuke sonrió y besó sus labios un poco más.
Fin.