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Y entonces así fue... por Viko

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Notas del capitulo:

Disclaimer: Naruto le pertenece a Masashi Kishimoto su autor y dueño. Esto es de fans para fans sin fines de lucro.

Y entonces así fue…


Giró por completo el timón a estribor jactándose de haber eludido a la autoridad y dicho sea de paso, saquear un barco carguero hasta el último de sus tripulantes. La sonrisa se abrió paso en su rostro. Realmente esa semana y día, habían estado llenos de productividad y recompensa que el peso de las galeras (repletas de tesoros) les restaba algo de velocidad.

—¡Capitán!

Madara volteó acomodando su parche, situado en el ojo izquierdo siendo no más que un adorno y le arrojó el sombrero al muchacho de largo cabello negro que venía hacia él.

—¿Qué sucede?—preguntó dejando a cargo del timón a su segundo al mando—¿Kisame volvió a hacer eso?

El azabache se mantuvo inexpresivo y negó con suavidad.

—Tenemos un autoinvitado. Parece ser que también lo era en el otro barco.

¿Un polizón? ¿En serio? Madara elevó una ceja. Era la primera vez que escuchaba de uno aventurarse en nave pirata. O como prefería llamar, “comerciantes con derechos extras”.

—Ya veo… llévame con él. ¿O se trata de un ella?—Itachi lo miró ligeramente irritado al ver la expresión perversa en el rostro del mayor—De acuerdo. No tuviéramos tanta suerte.

Los grilletes en manos y pies y la mordaza visiblemente apretada le daban un aire casi obsceno al pequeño rubio de humildes ropas sentado en el húmedo suelo de la galera de los víveres. Tragó algo de saliva tras ver la imagen. Itachi le dio un breve resumen de los hechos y las conclusiones que había sacado. Ignoró la mayoría e instantes después le pidió retirarse. Él, a fin de cuentas era el capitán, ya decidiría el destino del muchacho.

Con tono bastardo comenzó a dirigirse al chico, caminando con soberbia.

—¿Disfruta de su estancia señorita? Espero sea de su total agrado el camarote. Nos hemos esforzado mucho en mantenerlo—hizo un pausa bastante corta, mirando las condiciones del lugar. El agua se filtraba por las orillas—… acogedor.

El rubio cerró los ojos con furia, volteando en otra dirección, claramente ofendido. El hombre frente a él curvó los labios con malicia al tiempo en que se inclinaba hasta quedar a su altura.

—Oh, ¿qué pasa con esa reacción? Es de mala educación comportarse de tal modo, más con quien se ha tomado la molestia de alojarte en su barco sin exigir invitación.

Tras un par de minutos Madara le retiró la mordaza procurando rozar los labios del menor. Por respuesta hubo una violenta sacudida. El rubio forejeó con las cadenas en un vano intento por liberarse de ellas.

—Llegaste al sitio menos oportuno, jovencito. No creas que vas a salir de aquí con unas simples disculpas—su voz adquirió un tono sensual y cerró una de sus manos en la dorada cabellera, jalándolo hacia él con brusquedad—. Un ladrón de poca monta… ¿qué pretendías hacer? ¿Robar acaso? No quiero creer que seas estúpido pero todo indica que así es.

—¿Robar?—dijo entre dientes antes de soltar una risita—¿a la rapiña del mar? ¡No me ofendas idiota, uhn!

—Muy mal dicho—el severo puñetazo en su estómago hizo asomar un hilillo de saliva de su boca. Madara dio otro tirón de su cabello, arrodillándolo—¿Qué? ¿No suplicas?—sonrió divertido, pateándolo esta vez—Supongo que es muy pronto aún. Los niños de ahora ya no tienen respeto por nada.

Los golpes fueron incrementando hasta que el rubio quedó tendido en el suelo siendo empapado por el agua salada. Sólo entonces Madara estalló en carcajadas haciendo presión en el costado del chico con la suela de su bota. Hacía mucho tiempo que no disfrutaba del excitante placer que le producía el quebrar el orgullo de las personas hasta llevarlas a la sumisión.

—Estás de suerte—hubo un destello en su mirada y de uno a uno fue desabotonando su camisa—, hoy te enseñaré modales señorita. Ah, pero no te preocupes. Quizás sea un poco severo educandote al principio pero luego verás lo bien que puedes llegar a sentirte si cooperas conmigo.

—Tú… maldito…

Madara le hizo un guiño ignorando el comentario. Clavó ambas manos sobre las caderas del más joven y los ojos azules lo miraron horrorizados mientras su cinturón era retirado sin ninguna consideración. Fue despojado de su camisa del mismo modo mientras su pecho era cubierto por húmedos y lascivos besos. Mordió su lengua fuertemente, evitando a toda costa liberar sonidos indeseados. Madara rió encantado en el oído de su improvisado amante continuando con las sugestivas caricias entre las piernas del ruborizado rubio. ¡Era tan estimulante ver como se estremecía al contacto!—. Vamos, deja salir tu voz… ¿lo deseas, cierto? No tienes que fingir señorita, aquí abajo estás siendo sincero —relamió sus labios contemplando la adorable expresión del muchacho, tan sufrida y avergonzada—… ¿qué le parece si comenzamos la lección señorita?

—Estás enfermo—escupió lleno de coraje—, ¿no te resulta repulsivo hacerlo con un hombre, uhn?

—Hombre o mujer… ¿cuál es la diferencia?—su boca se abalanzó hacia la otra, mordisqueándola con rudeza al terminar el forzado contacto— El placer es el mismo. Dime, ¿no piensas igual?

Cerró los ojos conteniendo las pequeñas lagrimitas llenas de frustración e impotencia y antes de permitirse un insulto hacia el sujeto fue victima de un poderoso sobresalto al sentir repentinamente como –Madara- deslizaba su lengua por su pecho haciendo círculos de saliva. Sintió algo cosquillear en su interior y el calor subirle hasta las orejas. Sino se equivocaba, y desea estarlo a como diera lugar, se estaba excitando… más.

Por más que lo intentó, sus labios le traicionaron dejando escapar suaves gemidos. El otro dirigió de nuevo sus manos hasta las descubiertas piernas del rubio, dedicándole una cándida mirada. Sin embargo antes de permitirle a sus dedos entrar al escenario un amargo sabor colmó su boca junto con una metálica sensación. Pudo sentir con total claridad como aquella sustancia se deslizaba por su garganta. Se alejó del muchacho comenzando a toser al tiempo en que se sujetaba el cuello. ¿Qué demonios era eso?

—Deidara—la voz cargada de erotismo del joven capturó su atención, girándose a él aun sintiendo aquel desagradable sabor—… mi nombre es Diedara, uhn…—agregó antes de separar las piernas y dejarse por completo expuesto.

No era nada extraño el sorprenderse por tan repentina acción, teniendo en cuenta que el chico instantes antes no estaba dispuesto a siquiera devolverle un beso, aun así, sería completamente innecesario en tratar de profundizar en el por qué de su repentino cambio. El azabache sonrió deleitándose con tal vista. Era la primera vez que su presa le seducía tan descaradamente. De un salto se precipitó hacia Deidara yendo por sus labios y… de alguna forma, en lugar del ya caliente jovencito, se encontró encima de un pequeño y de tristes ojos, pelirrojo.

—¿Qué…?

Se puso de pie de inmediato no entendiendo absolutamente nada y al hacerlo, Itachi apareció en un gran sofá cerca de la cama donde se hallaba Sasori. Por si eso fuera poco, el azabache no estaba sólo en el asiento de cuero, sino que Deidara estaba ahí… con él. La negra gabardina con nubes rojas como estampado era el atuendo de ambos y el rubio parecía muy contento de estar siendo despojada de ella.

Madara sonrió por respuesta. Al cabo de unos segundos una estridente carcajada llenó la habitación que había dejado de ser galera y sus negros ojos se tornaron carmín.

—¡ESTÁS MUERTO!

Sus ojos se abrieron violentamente con el mangekyou activado, despertando así, y el techo se vio cubierto por llamas negras en fracciones de segundo. Deidara dio un alarido apenas esquivando la mirada del Uchiha en tanto Pain tan rápido como le fue posible hizo un par de sellos y comenzó a llover dentro de la habitación. Madara respingó al sentir el frío del agua siendo contrarrestado por el calor de la que se evaporaba gracias al amaterasu. Se quejó al momento y prontamente la realidad lo alcanzó mientras la lluvia caía sobre él. La técnica ocular se desvaneció en el transcurso de unos pocos segundos y sólo hasta entonces, Deidara le arrojó el frasco del jarabe justo en la cara.

—¡Maldito demente, idiota! ¡Querías matarme, uhn!—le recriminó lo más fuerte que le fue posible para luego acercarse a él y tomarlo del cuello de la camisa—¡¿Quién demonios reacciona así ante un poco de medicina?!

Pain carraspeó llamando la atención de ambos.

—Veo que se encuentra en mejores condiciones de las que pensé—comentó mirando el techo de roca despidiendo vapor. Hizo unos sellos más para detener la lluvia e inexpresivamente pidió disculpas por haber empapado el lugar. Madara parpadeó alternando la vista entre él y el rubio. Pain dedujo que, por primera vez, Madara aun no asimilaba del todo lo que sucedía—La temperatura bajó al fin.—dijo antes de desaparecer en una nube de humo, dejándole el resto al artista.

—¿Fiebre?—cuestionó mirando al rubio.

Deidara lo miró asombrado deteniendo su labor de exprimir su coleta.

—Exactamente ¿por qué crees que estás en cama, uhn?

No hubo respuesta.

—Tú… te resfriaste, uhn.

—Es una broma, ¿cierto?

—¿Ves que esté riéndome, uhn?

Oh no… tocó su frente. En efecto, tenía algo de fiebre. Cerró los ojos con pesar, lamentando profundamente el no llevar un parche… ya no estaba en el país de las maravillas, qué desilusión.

—No recuerdo haber enfermado… espera—suspiró dibujando una pequeña sonrisa—, lo tengo. Debió ser por haberlo hecho en la bañera, aunque no fui yo quien respiró más aire frío. Fue realmente bueno, hay que repetirlo… te veías tan lindo temblando. Te da un efecto muy erótico mientras gimes.

Deidara ensanchó los ojos mientras Madara agregaba un la próxima vez encenderemos la calefacción.

Tranquilízate, se decía el rubio empuñando las manos. Estaba enfermo, un poco de consideración por él esta vez. Además, molestarse por algo como eso era bastante infantil y estaba seguro que sólo lo estaba haciendo para hacerlo enfadar, ¡porque Madara amaba avergonzarlo! Lo sabía y no le daría el gusto de lograrlo. Sólo debía mantener la calma e ignorarlo. Sólo eso. Era perfectamente capaz de hacerlo.

—Hey—le llamó tratando de lucir lo menos afectado—se puede saber ¿qué demonios estabas soñando?

Madara lo miró un instante.

—Antes de tratar de incendiarme parecías bastante—hizo un pequeño silencio tratando de hallar la palabra indicada. Desvió la vista al toparse con lindo debido al dulce semblante que tenía en ese entonces el azabache—… feliz, uhn.—esa funcionaba de alguna forma bien.

El otro lo pensó apenas un momento recordando la última escena de su sueño.

—Lo olvidé.—mintió.

—Eso no es verdad, uhn.—refutó con una mirada acusadora.

—Creo que era algo sobre un show de un cerdo que se tragaba una navaja y luego la devolvía—evitó reír—o algo así.

—¿Pretendes que crea eso, uhn? ¿Qué pasa?—frunció el ceño—¿Es algo que no puedo saber, uhn?

—Hey~, ¿Podría ser que te estas comportando un poco—la sonrisa en sus labios surcó triunfante—... posesivo?

Deidara dio un suave respingo y sus mejillas se tiñeron de un ligero rosa. Posesivo= celos. El sólo tono era suficientemente para entenderlo.

—Descuida. No estaba soñando con una mujer de largas y torneas piernas que accedía a mis más oscuras perversiones mientras comía crema batida de su vientre. ¡Oh no, en absoluto!—y luego agregó en un murmullo centrándose en el frasco de jarabe—Maldición… así que esto fue.

Ja… ja… sólo ignorarlo. Claramente podía, incluso con esa bastarda afirmación de lo que se suponía no había soñado. Es decir, vamos, ¿quién se molestaría por eso? si lo había soñado o no a él no le afectaba ni un poco, ¡pfff! ¡Ridículo!

—… el cuarto es un desastre. Le haré una visita a Pain más tarde.

¡Vaya triste intento por hacerlo enfadar! A él no le molestaba ni un poquito que le hubiese echado en cara un sueño que –supuestamente- no había tenido. Menos que en dicho sueño hubiese tenido sexo salvaje con una mujer de lindas piernas. ¡Qué estúpido!

—Tsk, ¿cómo se supone que salga de un resfriado en estas condiciones?*—pronto volvió la vista a Deidara sin parar de sonreír maliciosamente—Mírate, estás completamente mojado… sería bueno aprovecharlo, ¿por qué no te sientas aquí?—dijo dándole palmaditas al colchón.

Con lentitud el ojiazul esbozó una extraña sonrisa y levantando su mano derecha por encima de su cabeza tomó impulso para depositar un enérgico puñetazo en el rostro del Uchiha.

—No gracias, sólo regresa a dormir uhn.

Fin.

Notas finales:

hjajaja es como una historia incompleta sin trama xD

*estas condiciones: porque todo está mojado gracias a Pain.

Aquí la img para que se den una idea de cómo era Mada en su alusinante sueño xD

http://vikox3.deviantart.com/#/d30abrh


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