> Cabe la vida entera en un soneto <
Un horrible frió recorrió todo su cuerpo, exhalo e inhalo dificultosamente unas cuantas veces antes de levantar sus pesados parpados. Fijo su vista en las colchas que le rodeaban para poder acostumbrar sus ojos a que vieran antes de depositar su mirada en el lado derecho de su cama donde reposaba la cabeza de su esposo dormido de rodillas sobre el suelo, al parecer al final había roto su promesa y después de acompañar a sus hijos a dormir había vuelto para velar su sueño.
Acaricio su cabeza, con su dedo indice recorrió el camino que habría marcado una lagrima la noche anterior en su mejilla mientras dormía.
Cogió la cobertura de las sabanas y se la paso al rubio por los hombros, odiaba cuando su amado Wolfram sufría por el, aunque a veces se sentía satisfecho de como su rubio era capaz de dejarlo todo por el y enfrentarse a cualquier cosa que viniera con tal de permanecer a su lado. A veces pensaba que esos sentimientos eran demasiado sádicos pero no podía evitarlo, amaba al rubio por todo lo que era y leal y noble eran unos de los principales adjetivos que lo destacaban.
Aparte de hermoso.
Llevo la mano que tenia libre hacia su frente comprobando que la fiebre que le había estado acosando desde hacia unas semanas había desaparecido, hacia meses que no se sentía tan sereno y despejado. Seguro que cuando Wolfram despertara se alegrara de su mejoría...
tal vez le propondría salir a montar a caballo o ha hacer un picnic con sus tres hijos, o quizás solo ellos dos, juntos, disfrutando del poco tiempo que le quedaba...
por que por muy caprichoso que se pusiera su joven ( en apariencia) esposo, sabia perfectamente que la muerte no se rendiría antes los pies del rubio.
Y daba absolutamente igual que el fuese un rey.
Todos tenemos el mismo fin. Lo único que esperaba era que su alma se hiciera inmortal para poder seguir protegiendo a su amado y sus hijos. O que si no era inmortal que por lo menos ocupara el mismo lugar en la que la de Wolfram estuviera.
Cuando llego por primera vez allí, ha Shin Makoku, y le dijeron que el, Yuuri Shibuya un simple estudiante, era el maou, el rey de todas esas tierras había alucinado, no había otro adjetivo para definir eso, ha veces en los ratos libres se quedaba pensando en si se tomara una sobredosis de la droga alucinógena mas fuerte, jamas seria capaz de llegar al estado de sentir lo que sintió aquel día.
Sobre todo cuando unas horas después estaba prometido con el chico mas bello que había visto en su corta y normal vida.
Frunció el ceño, no le gustaba pensar sobre la "etapa negra" como le había nombrado poco tiempo después de casarse con Wolfram.
Y es que aunque las aventuras y peripecias que había vivido habían sido las mas excitantes de su vida ese periodo estaba marcado por el odio obligatorio hacia el ojiverde que se había auto impuso para no caer ante la admiración y el amor - si, amor, no desde el principio, eso es verdad, pero ahora podía afirmar que estaba enamorado del rubio desde muchos años antes de darse cuenta que es la persona la que importa a la hora de enamorarse.- del demonio de fuego.
Era la juventud, se repetía una y otra vez siempre que su estado se volvía empático y no podía resistir el imaginarse el sufrimiento en el alma de su amor todos esos días de negación.
Eso era algo que aun, en sus últimos días, no podía perdonarse.
Llega la juventud con el secreto
de la vida, que pasa inadvertido,
y que se va también, que ya se ha ido
antes de entrar en el primer terceto.
Libre, esa era la única manera que existía de definir como se sintió cuando por fin se quito la pesada mascara que había llevado todos esos años, no mas no, no mas eres un hombre, no mas jamas, ese día se levanto de la cama y salio corriendo en dirección al cuarto que desde hacia un tiempo su prometido había decidido ocupar.
" se que tan solo soy una molestia asique te dejo la cama libre para que metas a quien quieras." le había dicho cuando se mudo de habitación, y el, muy idiota se lo agradeció y empezó a contarle lo que quería hacer y que no había podido hacerlo por como el estaba allí. Solo fue una manera de soltar la frustración que sentía por su ultima pelea, pero sus palabras fueron demasiado lejos e hicieron, -como se entero cuando llego a la habitación que debería haber estado ocupando el rubio-, que Wolfram le suplicara a su hermano por una misión lejos de esas tierras para poder aminorar el dolor que sentía.
Cogió el caballo, y a todo galope se dirigió en donde deberían estar estacionadas las tiendas de la guardia Bielefield cumpliendo su tarea, en donde debería estar su prometido.
Esta parte si que solían comentarla bastante y esperaba que Wolfram se la contara a su hijo pequeño con sus 12 años no creía que pudiese recordar mucho de el cuando creciera, odiaba eso, a pesar de que Conrart hizo esa estúpida estimación de los cinco años para determinar la edad de un mazoku era todo una patraña, si no como se explicaría que Wolfram siguiera siendo tan joven o que no fuera capaz de ver crecer a sus hijos, - aunque fuese un poco mas- por que parecía que se había ralentizado ese tiempo en su familia. Miro a la figura durmiente a su lado, no tenia ninguna duda de que Wolfram le hablaría de el a sus hijos. Se podía imaginar a Wolfram sentado en la cama con el pequeño acostado en ella y los otros dos sentados en el suelo alrededor suya, el mediano seguramente apoyaría su cabeza sobre el regazo de su madre, mientras el les contaba como el enclenque que tenían por padre había roto su corazón para luego perseguirlo hasta las fronteras de Shin Makoku para poder reconquistarlo. Seguro que le contaría como se había arrodillado y suplicado su perdón y como se había enfrentado a toda su guardia por que estos no querían verlo sufrir nunca mas y no lo veían como un buen marido para el rubio. Seguro que le contaría como había llorado cuando el rubio le contesto que sel jamas podría dejar de amarlo, - aunque le arrancase el corazón o fuese asesinado pro sus manos, que seria feliz sabiendo que había muerto a manos de su único amor.- seguro que les diría como habían vuelto en el poderoso caballo negro, los dos juntos Wolfram encima de Yuuri, ha pasto de sangre para poder anunciar su boda.
Y estaría seguro que cuando crecieran un poco mas y no fuesen tan inocentes les contaría como lo había conducido hasta su habitación y lo había acostado sobre su cama para poder desnudarle, para acabar contándoles como su padre había tenido que huir durante dos horas de un furioso Gwendal que les había interrumpido. Y el mes que tuvieron que pasar separados por que Conrart se llevo al rubio a un lugar que todavía se preguntaban en donde estaría.
Realmente lo esperaba.
Rememoro paso a paso todos los segundos de su boda, Wolfram estaba tan hermoso esa noche, su primera noche juntos, se alegraba que los años no hubiesen afectado a su memoria, pues olvidar el tacto de la piel, lo sabroso que eran sus labios sus ojos brillantes o como había sonado los leves gemidos, tan avergonzados por salir, de su boca seria un pecado. Estaba tan feliz que no dudo un instante en aceptar la invitación de ir por unos días a la tierra, se sentía el hombre mas afortunado, y quería presumir, quería que todo el mundo supiera que Wolfram era suyo, y que nadie lo tocaría pues tendría que pasar por encima de su cadáver para poder hacerlo.
Y se sintió satisfecho cuando sus amigos se murieron de la envidia al enterarse del ángel que seria su compañero eternamente.
Y porque que era suyo y el era de ese ángel y nadie podía separarlos, pues seria como quitarles el aire.
Y durante esos mese su felicidad no dejo de crecer, Wolfram siempre encontraba algún método para impresionarlo. O simplemente le permitía el honor de su compañía. No cabía en si del gozo. Y aunque pensaba que no podía ser mejor, se equivoco, cuando el rubio se acerco con ojos inocentes a decirle que estaba embarazado, que tendrían un hijo, suyo y de el, algo que los uniera todavía mas. Nadie podría entender jamas como se sintió, o quizás si, pero el no lo creía. Esos días no dejo que Wolfram se moviese ni un milímetro lo consintió todo lo que pudo y todavía mas.
Wolfram se reía de el, le decía cosas como que cuando si se le notara el embarazo no le dejaría utilizar sus pulmones para respirar y tendría que utilizar alguna maquina que lo hiciera por el. Por supuesto lo llevo a la tierra para contárselo a sus padres. Una oportunidad mas para presumir y, de paso, comprar todo lo necesario para cuando el bebe naciera.
La noticia fue bien recibida por sus padres a los que ya les hacia ilusión que dentro de poco les llamaran abuelos, Shori, rió, Shori había sido todo un caso, jurándole que conseguiría que su hijo le llamara tito Shori. Sin contar que de repente su hermano mayor prefería proteger al rubio antes que a el...
desgraciadamente no pudieron estar allí todo el tiempo que Gwendal les había concedido. Se entristeció al recordar como Wolfram había caído enfermo de repente, la desesperación por su marido y su hijo todavía no nacido no le dejo dormir durante noches. Suspiro cansado era increíble como a pesar de los años la preocupación de pensar que algo le pudiera ocurrir, le seguía afectando. - a pesar que sabia que no había ocurrido nada.-. Según Gisela les dijera mas tarde, estar en la tierra durante mucho tiempo afectaba negativamente al feto. Muy a su pesar tuvo que conceder las peticiones - gritos y amenazas- de los dos hermanos de su consorte de no volver a acercar a Wolfram mientras estuviese embarazado cerca de su amada tierra si quería tener mas hijos correteando por el palacio en un futuro.
Tosió, se acurruco mas en las sabanas intentando no despertar al bello durmiente, tenia una necesidad increíble de repasar todo lo acontecido en su vida antes de que el rubio despertase, o que el se durmiera...
fue un shock increíble cuando traspasados nueve meses de embarazo este todavía no era... palpable, Wolfram miraba su barriga y le decía que estaba deseando a que se le notara... pero según sus cálculos YA era hora de que se le hubiese notado, es mas era hora de que todos estuviesen alertas por si el bebe nacía... pero nada, la gente le felicitaba y la vida seguía, y en el castillo el era el único que estaba preocupado por esas cosas... lo peor era que no sabia a quien preguntar, Conrart se había vuelto muy esquivo y ya no le sonreía tanto desde que se entero de la noticia. Por lo que preguntar sobre el embarazo a Conrart era como firmar una sentencia de muerte.
Se controlo las ganas de reír, en los tres embarazos los hermanos del rubio se habían comportado igual, siempre intentando matarlo con la mirada, pero en el nacimiento esos dos habían sido los primeros en ayudarle en todo lo que necesitaba.
Y a pesar de toda la conmoción que había causado esa inocente y natural -para los mazokus- respuesta, había seguido disfrutando del embarazo, esperando impaciente junto con Wolfram el nacimiento de su primogénito. Lo único que detesto mas que nada fue el hecho de que sus padres no pudieran disfrutar con el ese momento.
Cuando nació, fue el hombre mas feliz del mundo, no podía pedir mas, eran una gran familia. Wolfram se encargaba el mismo de la enseñanza de su primogénito y su cuidado,nadie podía separar a "madre" e hijo, y cuando este ultimo se dormía no había quien pudiera separar a los esposos. Era feliz, y eso era lo único que contaba. Todas las semanas visitaban a sus padres en compañía del pequeño que adoraba a su abuela.
Durante años repitieron la misma rutina todas las semanas, hasta que un día solo pudieron presentarse el y su hijo, Wolfram estaba de nuevo embarazado.
Le prometió a su madre ir a visitarlos cuando el embarazo se hiciera notorio, con los problemas que causaba la tierra en el embarazo no habían podido ir en el primero y Jenifer se quedo con las ganas de ver a un Wolfram gordito.
Pasaron os meses, cuando Yuuri decidió que el diámetro de la barriga de su esposo era suficiente para agradar a su madre pidió unos días libres... y jamas se arrepentiría de algo tanto como esos cuatro malditos días que paso en la tierra, pues, fueron hay cuando su peor maldición empezó. O mas acertada mente, cuando se dio cuenta de la maldición que había ido arrastrando durante años.
Maduros a mirar ayer tornamos
añorantes y, ansiosos a mañana,
y así el primer terceto malgastamos.
" fijate, podría ser su padre..."
" no te acerques, ese hombre es un depravado..."
" vaya Shibuya jamas pensé que tuvieras ese fetiche, así que las prefieres rubias, ojos verdes y jóvenes."
" oh es increíble el parecido con aquel con el que estuviste saliendo hace años."
" oye cuantos años tiene, Shibuya yo soy tu amigo y me preocupo por ti, tal vez del lugar que sea ella este tipo de... relación sea normal pero aquí te podrían llegar a meter en la cárcel. Ademas.. creo que deberías salir con alguien que tenga mas o menos tu edad."
" que quieres que te diga creo que mi hijo tiene la misma edad..."
" ¿vas a estar aquí mucho tiempo? Por favor no me llames, no es por ti es solo... no quiero que me vean con alguien que sale con jovencitas."
Jovencitas. Jovencitas... esas palabras no dejaban de resonar en su cabeza, hasta ese momento nunca se había fijado en eso pero... al final ellos tenían razón.
Unas lagrimas cayeron de sus ojos al recordar eso. Le volvía a doler la cabeza.
Ni el ni Wolfram se habían fijado en ello, y aunque cuando se lo pregunto al rubio, este siguió negando lo, el si se empezó a fijar en las diferencias. Y es que...
¿ Desde cuando era mas alto que Wolfram?
¿Desde cuando parecía que sus manos podrían romper los finos hombros de Wolfram?
¿ Desde cuando la piel de Wolfram era tan delicada y la suya empezaba a agrietarse?
¿ Desde cuando el, era un hombre de cuarenta y cinco años y Wolfram seguía siendo un adolescente de dieciséis, diecisiete? no sabría decirlo muy bien, estaba igual a la primera vez que se conocieron,.
Esta vez tampoco pudieron permanecer mucho tiempo, Wolfram se encontraba bien, pero no podían salir juntos a la calle. Fue la primera riña que tuvieron desde que se habían casado.
Wolfram pensó que le estaba siendo infiel con la "jovencita" de la que todos murmuraban, los cambios de estado que había conseguido evitar en su primer embarazo aparecieron en el segundo.
Se masajeo la sien. Le dolía la cabeza todavía mas y el frió iba aumentando poco a poco.
Pero por suerte consiguió explicárselo a su amor todo los malentendidos. Wolfram siguió con su negación, para el, Yuuri seguía siendo igual, a sus ojos no había cambiado un ápice.
Aun así la diferencia de edad se volvió una realidad en su mente, el iría envejeciendo, mientras Wolfram seria igual, el moriría antes que el rubio.
El nacimiento de su segundo hijo aumento esa brecha, no solo el moriría antes que su amado, si no que no vería crecer a sus hijos.
¿ por que? El era un mazoku, no debería de estar pasando eso.
Acaricio la cabeza de Wolfram, sus cabellos dorados eran suaves como la seda, dirigió su mirada hacia el vaso de agua sobre la mesilla. A una señal suya el agua vibro. Tosió, no debería de haber hecho eso. La razón de que envejeciera como un humano era esa, su poder, un medio-mazoku con maryoku supone un mazoku sin su longeva vida o un humano con poderes. Era irónico que fueras al mundo que fueras la ley de "si quieres algo debes sacrificar otra cosa" se siguiera cumpliendo.
Aun así Wolfram siguió sin verlo, comportándose como si nada fuera a pasar, continuo cuidando de sus hijos de la misma manera, lo trato como si fuera su mismo esposo. Negó completamente la realidad, repitiendo le una y otra vez que los dos estarían juntos para siempre.
Pero por mas que hullas la realidad siempre acaba encontrándote golpeándote con todas sus fuerzas.
Y a pesar de que a ojos del rubio el no cambiaba, para el resto del mundo si, sus hijos empezaron a preguntar la razón por la que su madre era tan joven y su padre un hombre tan mayor, los admiradores del rubio volvieron a mandarle cartas, sugiriéndole dejar al "vejestorio", y el empezó a dudar, ¿como era posible que Wolfram lo amara igualmente?
Y Wolfram tenia una manera eficaz de demostrar lo que pensaba.
Se rió un poco, sus pulmones se resintieron por el esfuerzo pero ese recuerdo lo ameritaba.
Estaban en una fiesta, los dos juntos bailando, sus hijos jugaban con todos los demás niños que habían acudido, como en todas las celebraciones, cuando los demás nobles empezaron a cansarse de auto-alabarse y discutir por sobre quien tiene mas, pasaron a los comentarios ofensivos.
Intento que Wolfram no oyera ninguno, no quería que se amargara por una pandilla de aburridos que o tenían vida propia. Lo llevo de un lugar a otro intentando alejarse de aquellos que empezaban a susurrar. A el le daba igual, pero no podía permitir que su pequeño amor sufriera por ello.
" pobre belleza malgastada, yo si sabría darle lo que necesita, ¿ me pregunto cuando seria la ultima vez que a nuestro amado rey se le haya...?" hizo un gesto con la mano y una sonora carcajada acompaño a su comentario.
Yuuri se dio la vuelta ignorándolo, pero Wolfram lo sujeto. Lo había escuchado.
No sabia que era lo que iba ha hacer, no podía permitir que matara al invitado eso seria una declaración de guerra, pero tampoco podía decirle que lo dejara estar, en ese caso seria el quien lo pasara mal. Oh pero su rubio fue mucho mas sutil. Con la mano que le tenia sujeta lo arrastro hasta las escaleras que llevaban de vuelta al interior del castillo.
" ¿ ya os retiráis, majestades?" miro a la cara al rubio y vio su sonrisa sádica, al parecer contaba con que le preguntasen.
" no os preocupéis." le sonrió a todos los presentes. " es que Greta nos prometió que cuidaría de los niños, así que nos vamos yendo para aprovechar el tiempo, ¿ verdad cariño?" y no espero a que le respondiese, delante de todos los invitados le dio el beso mas pasional que hasta ese momento habían compartido. Vio como mas de uno se retiro de forma molesta. " buenas noches a todos, que os divirtáis tanto, como vamos a divertirnos nosotros." todos los invitados rieron ante el pequeño chiste.
Pero no fue un chiste, esa noche no recordaba haber dormido ni un minuto...
y el resultado de esa noche fue el benjamín de la familia, su nacimiento le lleno mas de tristeza que de alegría, pues con sesenta y ocho años sabia que no iba a poder permanecer con el durante mucho tiempo.
Y, cuando en el tercer ultimo entramos,
es para ver con experiencia vana
que se acabo el soneto... y que nos vamos.
Había pasado ya doce años desde aquello, había intentado ser un buen rey, como su esposo quería.
Había sido sabio, justo, noble, fiel... había amado a Wolfram por sobre todas las cosas, el se había convertido en su razón para vivir, en su todo, el y sus hijos, había enseñado a los dos mayores a jugar a béisbol y, aunque, no había podido jugar con ellos, había procurado no fallarles en ningún momento. Cada vez que veía a su pequeño hijo no podía evitar llorar, el pequeñín tendría mas o menos dos años pero parecía mucho mas pequeño, al menos sabia que cuando creciera seria como su madre, con esos hermosos ojos verdes y el pelo rubio, se lamentaba de que cuando el tiempo llegase no pudiera estar allí para apartar a los pervertidos que intentaran aprovecharse de su pequeño niño. Le quedaba la satisfacción de saber que sus hermanos le protegerían.
Pero Wolfram...
quería saber que pasaría con Wolfram, ya le había comentado que a el no le importaría si se volviera a casar, necesitaba a alguien que los protegiera.
Miro a su derecha... se sentía feliz de que Wolfram estuviese allí con el. Volvió a comprobar la fiebre; casi inexistente, aun así el frió no se iba.
Bajo la mano, estaba arrugada, con marcas que simbolizaban los años que tenia su cuerpo.
Cogió la mano de Wolfram. Estaban frías por haber estado toda la noche al descubierto. Deposito un suave beso en ellos. Dio un gemido, y se hecho a llorar, podía notar como su vida se escapaba de su cuerpo, miro al rubio que empezaban a despertar.
Se sentía fatal, Wolfram estaba con el en sus últimos momentos, daba igual, que se estuviese muriendo por que no estaba solo, había alguien a su lado que lo amaba... pero y Wolfram, cuando el estuviese muriendo, quien estaría a su lado si el no estaba, siguió llorando. El rubio ya se había despertado y lo miraba preocupado con gotitas de3 lagrimas surcándole las mejillas.
Podía ver como los labios de su amado se movían, pero no podía oír ninguna palabra que saliera de ellos, se concentro en sus ojos, era lo ultimo que quería ver, la luz empezó a molestarle, por sus pupilas entraba demasiada, pero no aparataría los ojos de los del rubio.
" te quiero..." no sabia si el rubio había oído su mensaje, pero necesitaba decírselo. Clavo sus ojos en los verdes, levanto la mano para poder tocar una ultima vez el rostro de su amado sus fríos dedos podían sentir el calor de la piel golpeándolos solo un poco mas y sentiría la suavidad, ya casi no podía ver, los estiro un poco mas, pero ...
Cabe la vida entera en un soneto
empezando con lánguido descuido
y, apenas iniciado, ha transcurrido
la infancia, imagen del primer cuarteto.
Llega la juventud con el secreto
de la vida, que pasa inadvertido,
y que se va también, que ya se ha ido
antes de entrar en el primer terceto.
Maduros a mirar ayer tornamos
añorantes y, ansiosos a mañana,
y así el primer terceto malgastamos.
Y, cuando en el tercer ultimo entramos,
es para ver con experiencia vana
que se acabo el soneto... y que nos vamos.