El sol comenzaba a ocultarse, la suave brisa se hizo presente haciendo más fresco y agradable el clima. El mar, que podía apreciarse desde ahí, se encontraba en completa calma y tranquilidad. En una carretera semi desierta muy cerca de la costa se podía ver tan solo una motocicleta.
-“estate en paz, vas a caerte”- observo de reojo a su pasajero quien se movía mucho debido al asombro que le causaba ver todo
Le habían dicho que no había problema alguno con su “apóstol” y le habían dado luz verde para llevarle a casa consigo, le había colocado un casco de protección y su chaqueta para cubrirle ya que solo llevaba esa especie de bata, después le había subido a su motocicleta para poder irse a casa.
Durante el trayecto, había sido un problema ya que no entendía lo que significaba “quedarse en paz”. Frunció el entrecejo –“con una mierda que te estés en paz”- alzo la voz
Contrario a lo que cualquiera hubiera pensado, el albino hizo caso omiso de eso y continuo observando el paisaje, sujeto al japonés por la chaqueta e intento llamarle con algunos monosílabos.
Kanda le miro de reojo, era cierto, el albino no podía hablar todavía –“¿Qué diablos quieres?”-
El albino señalaba hacia el océano con gran asombro y a la vez observaba al asiático, este observo lo que señalaba, cierto, era la primera vez que este lo veía –“es el mar”- le contesto
El albino continuo moviéndose, señalando en esa dirección, estaba a punto de caerse, el japonés se giro a tiempo sujetándole por la cintura. Perdió un poco el balance, pero afortunadamente ninguno de los dos cayó al suelo.
-“con una mierda quédate en paz”- dijo en un tono molesto mientras intentaba recuperar el control de la moto, el albino agacho un poco la vista y se quedo tranquilo
Durante unos minutos estuvieron en completo silencio, el asiático chasqueo la lengua –“iremos después ahí”- el albino levanto la mirada y sonrió mientras veía el ocaso ya sin moverse.
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La motocicleta se detuvo en una casa un poco antigua en la cima de una colina, Kanda se quito el casco y bajo de la moto. Ayudo al albino a quitárselo y a bajarse. El asiático camino en dirección a la entrada y el albino se quedo ahí observando el lugar.
-“¿vas a entrar o no?”- se detuvo en la entrada esperando a que le alcanzara, el albino se acerco y entro en el lugar junto con él –“a partir de ahora vivirás aquí conmigo”- se dirigió a la cocina
El albino se asomo con curiosidad a la cocina, observo a Kanda sacando algunos recipientes e ingredientes, se acerco y le llamo con algunos monosílabos.
El japonés le observo de reojo -“voy a preparar algo de comer”- continuo buscando algunas cosas –“siéntate por ahí y no me molestes mientras tanto”- comenzó a preparar lo que sería la cena, pero el albino no se retiro, se quedo ahí observando
Al cabo de un rato la cena estuvo lista, el asiático se sentó en una pequeña mesa y le ordeno al albino hacer lo mismo. Agradeció por la comida y se dispuso a probar la soba que había preparado cuando observo al albino, quien tan solo observaba el plato de soba.
-“che”- dejo de lado los palillos, se acerco al otro, le ayudo a sostener los palillos adecuadamente y le enseño la manera “correcta” de comer.
Al albino le costaba un poco de trabajo usarlos y al cabo de unos segundos el japonés, desesperado por eso, le quito lo palillos y comenzó a darle de comer como si de un niño pequeño se tratara.
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Era ya muy tarde, el japonés se encontraba sentado y recargado en una de las paredes, tan solo observando el cuerpo que ahora dormía con tranquilidad en el futón.
Le observo fijamente y se pregunto qué nombre debía darle, ya antes le había dicho moyashi, pero no creía que ese fuera un nombre para una “mujer”. Pensó un buen rato una cantidad de nombres, pero ninguno era de su completo agrado. Dejo de pensar en ello, ya después le pondría uno.
Todo se encontraba en completa calma, nuevamente se pregunto si estaría bien lo que estaba haciendo. Había acudido a esa agencia por consejo de Lenalee y tal vez, por su propia desesperación y soledad. Había pedido una mujer, más específicamente una adolescente.
Observo de nuevo a la persona que yacía dormida y maldijo mentalmente a los de la agencia, le habían dado una adolescente demasiado plana y con algunos defectos.
Se suponía que la agencia se dedicaba a crear esa especie de humanos artificiales con las características que la persona quisiera. Ese ser artificial, era creado con una personalidad capaz de adaptarse a cualquier tipo de persona y sobre todo, era creado para que “amara” a la persona.
-“menuda estupidez”- dijo en un tono muy bajo de voz y cerró los ojos un momento quedándose profundamente dormido
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Un hombre mayor entro en la habitación con unos documentos en mano, se acerco a un escritorio y se sentó detrás de este. Hojeo los papeles en completo silencio, al cabo de unos minutos se decidió a hablar.
-“tu situación es algo delicada”- dijo finalmente –“como sabrás siempre tuviste un cuerpo débil”- dejo los papeles sobre el escritorio y le observo –“lamento decirte que esta vez no podemos hacer mucho, tu enfermedad ha avanzado demasiado”-
-“¿Cuánto?”- pregunto sin un gran cambio en su actitud
-“tal vez algunos meses”- el hombre comenzó a escribir algo –“te daremos un tratamiento, aunque no te curara, te ayudara a sobrellevarlo”- le entrego un pequeña hoja, la tomo entre sus manos y sin decir más abandono la habitación.
-“Kanda ¿Cómo te ha ido?”- se acerco una joven de cabellos verdosos, se veía realmente preocupada, el asiático le ignoro y continuo con su camino sin decir nada, la chica agacho la mirada con tristeza –“entiendo…”- levanto la vista –“Sabes Kanda creo que deberías ir a la agencia, podrían darte a alguien que cuide de ti ya que vives solo y…”-no termino de hablar porque el japonés ya se había marchado.
Se había subido a su motocicleta y había arrancado sin un rumbo fijo, tan solo quería estar solo, pensar y a la vez, olvidarse todo…
Se detuvo de repente y observo el océano, la lluvia había empezado a caer con fuerza, mas eso no le importo, sus cabellos cubrieron parte de su rostro, ya estaba harto de todo…simplemente quería desaparecer, desaparecer sin dejar algún rastro…
Entre abrió los ojos y observo una figura frente a él, una mano se acercaba a su rostro. Pensó que quizá, su hora había llegado. Cerró de nuevo los ojos rindiéndose a la oscuridad eterna. Ya no sentiría nada…
Sintió una suave caricia en su rostro, se sentía reconfortante, instintivamente se recargo un poco sobre esa mano que le acariciaba con ternura y llevo su propia mano colocándola sobre esta. Era tan cálida…
Abrió sus ojos de repente, no se suponía que fuese así de cálida, apretó con fuerza la mano sobre su rostro y escucho un quejido. Observo bien a la persona frente a él.
-“solo eres tú”- soltó al instante al otro y se movió un poco adolorido por la posición en la que se encontraba, el albino no dejo de observarle y acerco su mano de nuevo hacia su rostro, mas le detuvo –“estoy bien”-
El albino lucia preocupado a pesar de ello –“tu…nombre…”- hablo haciendo que el japonés se sorprendiera un poco –“ya…puedo hablar…y…me gustaría…saber…tu nombre…”-
-“Kanda”- respondió aun un poco asombrado
-“Kanda”- lo llamo y se acerco a él quedando muy cerca de su rostro –“¿te…encuentras bien?”- le miro de nuevo con preocupación
El asiático ladeo el rostro –“estoy bien”- le aparto un poco –“es algo que siempre pasa”-
-“¿siempre?”- pregunto con cierta curiosidad sin dejar de observarle
-“si”- se puso de pie –“será mejor que…”- no termino de hablar porque el albino le había sujetado de la mano
“eso… ¿te asusta?”- no dejo de observarle a pesar de la oscuridad, Kanda no respondió a eso –“en ese caso”- se levanto sin dejar de sujetarle la mano y lo guio hacia la cama
El japonés se sentó en la cama –“¿Qué…”- iba a preguntar que le sucedía, pero antes de que lo hiciera el albino le había tumbado sobre la cama y se había colocado sobre él
-“durmamos juntos”- le sonrió para después acomodarse a su lado –“de esta forma estarás mejor”- le abrazo –“a partir de ahora yo estaré aquí para ti…por eso…”- se acerco a su rostro de nuevo, para después acercarse a su oído -“quiero…que vivas…”- le susurro suavemente
El japonés se sorprendió por esas palabras, muchos habían dado por hecho que moriría, incluso el mismo; pero era la primera vez que alguien le decía eso de esa forma.
El albino se volvió a acomodar a su lado abrazándole y no escucho nada mas, dudo un poco, pero finalmente decidió corresponder el abrazo.
“baka moyashi”- esbozo algo parecido a una sonrisa y se quedo profundamente dormido.
Tal vez, la vida no iba ser tan mala después de todo….