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¡Row-chan! por Layla Keehl

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Notas del fanfic:

Hola gentee!

 Esto no es plagio, sigo siendo Layla, lo que pasa es que me hackearon mi otra cuenta u.u

 Ya recupere la clave, pero mejor hago una nueva ;)

 

 Death Note no me pertenece asi como tampoco sus personajes :(

Notas del capitulo:

Pss.. Estoy castigada... Creo que ya se habian dado cuenta.

 No abandonare este fic, solo se queda en stand by por un rato, tratare de subir todos los capitulos hoy, si no puedom subire al menos hasta el 3 :D

 Buenas (?) noticias: Estoy re-editando Mello te amo, osea corrigiendo ortografia, agregando cosillas y pues, re-editandolo xDD

 Tambien empeze a hacer lo mismo con Bebe (Alguien recuerda ese fic? espero que no) le prometi a mi esposaa bella que lo re-subiria y corregiria y ya empeze a hacerlo. Mientras aqui esta el capitulo de !Row-chan! 

 Disfruten!

 

Estaba demasiado cansado, mis piernas ya no daban para más y me faltaba el aliento. Aun así tenia que seguir corriendo.


 

Huyendo.


 

No sabía de qué, o de quién, pero seguro que no me invitaría a una fiesta de té si me alcanzaba. “Que estúpido” tal vez estén pensando, ¿Por qué estoy huyendo de algo/alguien que no conozco? ¿Cómo se si quiere hacerme daño en realidad? La adrenalina, la sensación de peligro y otra cosa… una mucho más fuerte me hacían pensarlo… el miedo. Pero así son los sueños, estúpidos.

 

 

 

Un joven rubio despertó de golpe, se sentó en la cama, su respiración estaba agitada. Sentía que sus pulmones no daban abasto.  Había tenido un sueño, un mal sueño. Pero por más que quería recordarlo en maldito sueño se escondía en los rincones de su memoria.

 

 

-¡Bah!- exclamó- Que estupidez.

 

 

Estaba seguro de que no podría conciliar el sueño en toda la noche, estaba seguro de que cada vez que tratara de cerrar los ojos la sensación (el miedo) se abriría paso en su en su mente. Consultó el reloj-despertador que estaba junto a su cama. Las 12:15 de la madrugada “¡Demonios!” maldijo mentalmente. Pero al cabo de cinco minutos estaba perdido en la inconsciencia del sueño. No volvió a soñar que huía, no recordó su pesadilla sino hasta la mañana siguiente.

 

 

Se había levantado de la cama, se sentía completamente descansado. Miró el reloj, 7:35, aun tenía tiempo de terminar su tarea antes de ir a clases. Caminó por los pasillos con el jabón y sus ropas envueltas en una toalla, hacia las duchas.

 

 

El nombre del joven rubio era Mihael, pero todos lo llamaban Mello. Mello vivía en un orfanato de niños genio, eran alrededor de diecisiete niños y en su mayoría hombres. Mello era de los mayores.

 

 

 

Cuando llegó a las duchas notó que, extrañamente, estaba solo, eso nunca pasaba, cuando vives con tanta gente te das cuenta de que nunca estas solo, siempre hay alguien contigo, esto a Mello le parecía exasperante. No prestó mucha atención a este hecho, caminó por el largo pasillo y se detuvo frente a la última regadera, dejó sus cosas en un banquito que había al lado y comenzó a desnudarse.

 

 

 

De repente sintió un movimiento detrás de él y, acto seguido escuchó como que algo se caía, algo de metal.

 

 

-¿Hola?- le preguntó al vacio- ¿Hay alguien?

 

 

Pero nadie contestó “Te estás volviendo paranoico Mello” se reprochó. Abrió el paso del agua y comenzó a ducharse tranquilamente. Cuando terminó salió del pequeño cubículo, se seco y se vistió. Al salir del cuarto de las duchas, por alguna razón, su corazón comenzó a latir desenfrenadamente, la sensación se apoderó de nuevo de él, volvió la cabeza y le pareció ver una sombra. Quería hablar, quería decirle a quien quiera que estuviera ahí que saliera, pero las palabras no salían de su boca. Era el miedo de nuevo, salió corriendo a toda velocidad hacia su habitación y al llegar cerró rápidamente la puerta y le puso el pestillo.

 

 

¿Qué diablos había sido eso? Se sentía idiota por tener tanto miedo de… ¿De qué? ¿De la nada? Tenía que dejar de pensar en eso o se volvería loco.

 

 

 Estuvo nervioso toda la mañana, pero después de tres horas de clase ya se había olvidado de lo sucedido, tenía cosas más importantes en que pensar, como en Near por ejemplo. En el orfanato había un chico albino, dos años menor que Mello, era el número uno de todos los niños en todo, excepto en deportes, el chico tenía una pésima condición física. Mello odiaba a Near por ser tan malditamente perfecto, por tener siempre esa cara de indiferencia como si dijera “Soy mejor que tu y lo sabes”. ¡Dios! El maldito mocoso no parecía humano, pero más lo odiaba porque no lo miraba, lo odiaba por ser tan estúpidamente interesante y lindo y no darse cuenta. ¡Lo odiaba aun mas por hacer que se enamorara de él sin proponérselo!

 

 

Y hablando del rey de Roma, ahí estaba el pequeño albino, tan callado y solitario como siempre, sentado en el piso de la sala común construyendo una torre de dados. Mello estaba tan enojado que habría derribado la maldita torre de una patada y  habría hecho que el chiquillo se comiera todos los dados de una vez, pero no lo hizo. Por suerte para Near, Matt acababa de cruzar la puerta: Matt (o Matty cuando Mello estaba de buenas) era el chico más normal de todo el orfanato, era una año menor que Mello, pero mucho más maduro que él, era pelirrojo y su piel tenia la misma tonalidad que la de Near, sus ojos eran verdes como esmeraldas, era el único del orfanato que podía decir llevaba una vida “normal”. Siendo el tercero en sucesión, después del rubio, no se preocupaba mucho, tenía la voluntad que le faltaba a Near y la tranquilidad de la que carecía Mello. El rubio lo consideraba su mejor (único) amigo por la sencilla razón de que no era mejor que él, podía conversar con Matt, hablarle de sus problemas y hasta pedirle ayuda y estaba seguro de que nunca lo superaría.

 

 

 

El pelirrojo era el único que podía calmar a Mello cuando estaba resuelto a matar a Near y gracias a la Divina Providencia apareció justo en el momento indicado.

 

 

-¡Hey Mello!- le grito desde la puerta- ayúdame con unas cosas de química ¿Quieres?

 

 

Mello, viendo su tentativa de ataque frustrada, resopló:

 

 

-Está bien, pero que sea rápido.

 

 

Se fue con Matt hacia su dormitorio y comenzó a explicarle lo básico sobre los cálculos estequiometricos.

 

 

-Y así es como obtienes el número de moles- término el rubio.

 

 

-Oh, está bien. Gracias- le sonrió- y ¿Qué me cuentas?

 

 

 

El rubio, sin que viniera al tema, recordó lo sucedido en la mañana, en las duchas y en el corredor, y sintió como si les estuvieran observando, fijamente, sobre su espalda. Rápidamente volvió la cabeza, asustando a Matt, y comprobó que eran alucinaciones suyas de nuevo.

 

 

-¿Qué pasa?- pregunto Matt sobresaltado.

 

 

-Nada-le respondió el rubio- me pareció ver a alguien.

 

 

-¿Sabes? Me parece que te estás volviendo paranoico por tanto estrés.

 

 

-¿Estrés?- repitió Mello- ¿De que estás hablando?

 

 

-Tú sabes eso de ser el número uno y tu insana obsesión con la oveja. Creo que te está afectando el cerebro.

 

 

-Por favor no digas idioteces- respondió al tiempo que se levantaba del suelo- mi cerebro está perfectamente.

 

 

 

-Como digas- le respondió Matt imitando su acción.

 

 

Salieron juntos hacia la siguiente clase, pero Mello continuo preguntándose si tal vez, probablemente, Matt tuviera un poquitito de razón.

 

Notas finales:

Oh dios mio! 

 Eso de los calculo estequiometricos me hace recordar tantas cosas... El 255 rifaa y controlaaa todo el bachi 6!  xDD

 Hahaha, lo siento, ese era mi salon el semestre pasado... los extranio u.u

 Bueeeno, ya les dejo el capitulo 2, no se preocupen :D


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