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Pastel de Chocolate por Layla Keehl

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Notas del fanfic:

Esto no es plagio, yo soy Layla l0ve con nuevo nick ;)

 YGO no me pertence, tampoco sus personajes :(

Notas del capitulo:

Uuuff... Este fic lo subi en San Valentin, y estaba muy felizmente guardado aqui en AY y resulta que hace poco me hackearon mi cuenta u.u

  Asi que lo resubo ;)

 Disfruten!

La mañana era fresca y soleada. Un domingo perfecto.

 

Ryou se levantó temprano, emocionado por la fecha, tenia meses planeando ese día. Y por fin había llegado el catorce de Febrero, San Valentín, el día de los enamorados.

 

Tenía una sorpresa para su yami, el amor de su vida, Bakura. Ya tenían alrededor de dos años juntos y el San Valentín pasado había sido poco más que un desastre cuando Bakura quiso hacerle una cena romántica a su luz y casi quema la casa. Tuvieron que llamar a los bomberos y salieron en el noticiero de las ocho. 

 

 El pequeño albino se encontraba en la cocina, haciendo un desayuno especial para su oscuridad. Pero Bakura quería comerse otra cosa.

 

 Ryou no se dio cuenta de que su yami lo estaba observando recargado en el marco de la puerta. A los ojos de Bakura, Ryou, era la criatura más hermosa de todos los tiempos y los universos, y claro también la más provocativa y sensual. Era simplemente perfecto y sencillamente suyo.

 

  Un recuerdo surcó su mente como un flash, era la primera vez que se acostó con Ryou, con su cara sonrojada, sus ojos cerrados y su respiración agitada,

 

 La inspiración llamo a su puerta. En cuestión de segundos, Bakura, imagino todas las posiciones y formas en que podía hacer suyo a su hikari. Con paso sigiloso se acercó a su luz y lo abrazó por detrás.

 

-¡Aah!- gritó Ryou de la sorpresa- ¿Bakura?

 

El aludido no le contestó, sólo se dedicó a aspirar el dulce aroma del cuello de su hikari. Y éste se deleitaba de tener a Bakura tan cerca.

  

¡Y es que lo amaba tanto! Era el centro de su mundo y haría todo por estar siempre con él.

 

-Déjame hacer el desayuno- casi gimió Ryou.

 

El pequeño terminó de hacer el desayuno y comieron tranquilamente. Bakura evocando recuerdos de sus noches de pasión con Ryou, el pequeño haciendo planes para el día. 

 

-¿Qué tienes planeado pequeño?- le preguntó el mayor.

 

-Aamm… no tengo planes hasta en la noche, así que podemos hacer lo que quieras- propuso el albino menor.

 

-¿Qué te parece un picnic en el parque?

 

-Claro, suena bien. Tú compra lo que falta y yo limpio la casa- le respondió Ryou.

 

Después de bañarse y arreglarse, Bakura, salió de la casa y fue hacia el supermercado para comprar la comida favorita de su hikari. Casi había comprado solo dulces, chocolates y pasteles, su novio era muy glotón cuando se trataba de postres y todo lo que tuviera azúcar encima.

 

Cuando llegó a su casa encontró a su hikari en el armario de la sala buscando la canastilla que una vez usaron para hacer un día de campo. Se dispusieron a preparar la comida y todo lo que llevarían al parque. Claro que Bakura no podía dejar de observar a su luz y robarle un beso de vez en cuando.

 

Cuando ya estaban por salir de la casa con todo listo, cayó un aguacero.

 

-¡Maldita lluvia!- le gritó Bakura al cielo. 

 

-Ya, ya. No te enojes con la lluvia ¿Qué culpa tiene ella?

 

Su yami lo fulminó con la mirada a lo que Ryou respondió con una carcajada inocente, en verdad que su oscuridad lo hacía reír. En vez de guardar todo y buscar algo que hacer que los mantuviera fuera de la cama, hicieron su día de campo en la sala.

 

Movieron los sillones y la mesa de centro, extendieron una manta en la piso y comieron pastel chocolate viendo una película.

 

A Ryou le gustaba estar así con su yami, si hacer nada, porque entre ellos no había silencios incómodos ni formalidades sin sentido. El pequeño se sentía en paz cuando su novio estaba con él, era su mitad, su otra parte, su oscuridad. Sin él se sentía vacio, incluso si solo salía por unas cuantas horas, la ansiedad y el miedo de no saber de él eran casi asfixiantes. Ryou vivía para Bakura solamente.

 

 Poco a poco y con esos pensamientos en la cabeza, Ryou fue sucumbiendo al sueño, hasta que por fin se quedó dormido en las piernas de su oscuridad.

 

Bakura amaba verlo dormir. Porque si despierto parecía un ángel, dormido lo parecía aun más. Y es que Ryou era la luz de su vida, su razón de seguir. Un ángel enviado especialmente para llevarle la felicidad que siempre buscó. Se desvivía por la sonrisa de su niño, se sentía morir cada vez que lo veía aunque fuera un poco decaído.

 

Su universo entero era Ryou y como hacer feliz a ese angelito que le devolvió los colores al mundo y el sol a su cielo.

  

Ryou despertó sobresaltado, era un poco más tarde de las ocho y la lluvia ya había cesado. Levanto la vista y vio a su yami dormido con la cabeza apoyada en el sillón. Se levantó con cuidado para no despertarlo y empezó a arreglar el comedor.

 

 Comenzó por cambiar los manteles, puso unos de color azul claro, colocó velas blancas en los extremos de la mesa y empezó a calentar la cena.

 

  A Bakura lo despertó el olor de la comida, olía exquisito. Se levantó un poco adolorido debido a la posición en que estaba y siguió el delicioso olor hasta la cocina.

 

Claro, era algo preparado por su hikari, por eso olía tan bien. No pudo contenerse, lo amaba tanto.

 

Lo abrazó por la espalda y besó la parte posterior de su cuello. 

 

-Bakura- suspiró Ryou.

 

-Te amo- contesto él.

 

-Feliz día de San Valentín- lo felicitó su hikari.

  

Puso al pequeño de frente a él, lo cargó en vilo y lo llevó a la habitación.

 

-¡Bakura, la comida!- intentó protestar.

 

-Eso no importa, lo que quiero es a ti.

 

Lo arrojó sobre la cama y se posicionó sobre su cuerpo. Había empezó a besarlo, primero eran besos cortos y suaves, pero mientras más probaba sus labios mas lo deseaba, después se volvieron feroces y necesitados. Se separaron por la falta de oxigeno. Ryou con la respiración agitada y la cara roja como una cereza.

  

-Eres lo más importante que tengo. Te amo tanto Ryou.

 

 -¿Y eso a que viene?

 Lo besó a modo de respuesta. Y es que sentía tanto amor por Ryou que creía que tanta dicha no era para él. Tenía miedo de que el universo se lo cobrara y lo alejara de su luz para siempre.

 

De pronto le llegó un olor cómo a quemado y la alarma de humo se volvió loca y aulló en la quietud de la noche.

Notas finales:

Este fic es un two-shot, ya subo el segundo capitulo... con leemon~


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