- ¡buenas tardes! – saluda un joven de cabellos negros, que se asoma por la puerta que suena por una campañilla.
- ¿sí buenas tardes?... ¿en qué le puedo ayudar? - ¿Qué guapo?... es lo que viene a la mente del joven de cabellos azabaches, al ver a un alto y pálido pero bien parecido hombre de negocios de cabellos castaños.
- Bueno, pues ando en busca de un departamento y me dijeron que esta agencia es muy buena.
- En efecto joven… - se queda pensando el nombre, que no le ha dado.
- Yuki, por favor, solo limitémonos en los nombres, hasta que sea algo seguro le diré mis apellidos.
- Es usted un hombre inteligente Yuki-kun. – le señala la sala, donde platicaran y se pondrán mas cómodos.
- Gracias, bueno le diré busco algo espacioso, no lejos del trabajo, que tenga buenos y cómodos pagos, además de evitar a los molestos vecinos.
- Sí, le entiendo, por cierto yo soy el Lic. Kamijo Yuuji, pero limítese a llamarme Kamijo – ambos sonrían, como si se conocieran de hace tiempo, sus presencias eran amenas.
En cuestión de tiempo, ambos se pusieron a analizar bien los folletos, la agencia era demasiada hogareña, no como todas esas llenas de papeles y oficinistas frustrados que apenas y lograban a tender al cliente, esta tenía todo lo que un buen café necesitaba.
Rosas frescas, pisos pulidos y cortinas de holanes danzantes por el viento de las ventanas, el escritorio del recibidor limpio y sin desordenar, el olor floral del aromatizante era delicioso.
La voz de Kamijo sonaba convincente al tratar a Yuki, se veía que no con todos eran así.
Yuki apenas era un estudiante universitario y Kamijo ya alguien mayor, pero ambos demasiado maduros, por la ardua búsqueda Kamijo se quito el saco y remango su camisa, saco un cigarrillo y empezó a fumar, al ver los papeles se recargo en el sillón, apretándose las cejas, cruzaba las piernas de manera elegante.
- ¿si desea lo dejamos todo por hoy? – Yuki al ver todas las señales comprendió, que el hombre estaba cansado.
- ¿estás seguro? – pregunto mirándolo con esos ojos azules profundos, pequeños pero felinos.
- Si, no me urge mucho aun puedo esperar. – esbozo una sonrisa.
- La novia te presiona – pregunto con picardía, por su aspecto parecía que era bastante popular el chico, aunque daba algo rudo pero era la técnica que todo joven tenía.
- No, ni siquiera tengo una – inmediatamente respondió un poco apenado.
- Pero si eres bastante guapo, ¿Cómo es que no tienes una?
- Bueno Kamijo-San… No es que no me gusten las mujeres, solo que he pensado mas en mi futuro – sin darse cuenta el desprevenido Joven universitario que quería guardar su vida privada, estaba ventilando todo a un extraño.
- Bien, creo que eso es lógico, bueno se hace tarde, y debes estudiar, será mejor que te marches y continuemos mañana. – ambos se levantaron, Kamijo se dirigió a la puerta acompañando a Yuki.
Lo vi marcharse, fuera de su agencia estaba aparcada una motocicleta, que sin duda era de Yuki, agarro el casco y se puso, en marcha, volteo y sacudió la mano a Kamijo quien le observaba de manera atractiva.
- ¡¡Dios Kamijo!!... ¿Otra vez coqueteando con Universitarios? - entro al despacho y se tiro en la sala pensando en Yuki, agarro y su cabeza y empezó a lanzar las palabras.
- ¡eres tan pervertido! – unos cabellos rubios le rozaron el rostro, de pronto observo quien era y sintió culpabilidad.
- ¿Hizaki ya has llegado? – le sonrió apenas.
- No, aun estoy en la escuela, camine por tres horas, deberás que eres un hermano cruel Kamijo… Le diré a Papá… - usa un tono sarcástico ante su hermano mayor.
- ¡espera es que tuve trabajo! – lo detuvo antes de que fuera por las llaves para cerrar el negocio.
- ¿enserio?... ¡pobre si es hombre!... Mas si es guapo
- ¡déjate de bromas, Es que ya sabes no quiero que papá se entere de mis gustos!...
- ¿Sexuales?
- Si… - el mayor tomo sus cosas y se alisto para salir.
- Bueno pero ¿Por qué?... sí, bueno ya sabes que nuestro… nuestra – sonaba confundido – el tiene un amante y también es hombre, después de que murió Mamá, el retomo “grandes rumbos” en su vida. – le recordaba mientras salían del local y cerraban.
- Lo sé, sube al auto – le indico, mientras le abría la puerta y rodeaba el vehículo – pero sabes que discuto mucho con ambos, mas con Papá.
- Es porque… ¿todavía no olvidas a Mamá? – la tristeza invadió los cristalinos ojos del rubio, mientras el castaño ponía el auto en marcha.
- Me lees perfecto el rostro – le revolvió los cabellos, manejando rápidamente, trato de animarlo.
- Bueno… es que yo también la extraño… Kamijo cuando mamá murió yo solo era un pequeño y no la recuerdo bien y temo que entre mas crezca su dulce rostro se me olvide por completo.
- ¡Jamás!, ¡Hizaki no digas eso!...yo… yo prometo que no dejare que eso pase ¿entiendes? - el tono del castaño cambio de manera contundente, que confundió a Hizaki, el no sabía porque su hermano siempre tenía que ser así de cruel.
- Ya, bueno apúrate a manejar, tengo hambre por tu culpa. – trato de no hacerlo enfadar, porque cuando llegaran a casa, las cosas no saldrían bien.
- ¿Si quieres pasamos a comer algo? – le sugirió un poco más calmado
- No, vamos a casa, tengo deberes escolares.
- Está bien.
Kamijo condujo rápidamente, había estado todo el día con Yuki aquel chico, y se había olvidado rotundamente de su hermano menor. Por fin llegó una casa, demasiado lujosa, pues su padre trabajaba como embajador y su “madrasta, Padrastro” también, Kamijo igual trabajaba y todos consentían al pequeño Hizaki que aun era menor de edad y estudiaba el último año de preparatoria.
- ¡Papá!... ¡Ya llegue! – grito Hizaki después de que Kamijo aparcara el auto en su lugar y bajaran las cosas.
- Mi rubio hermoso, chiquito color de miel, ¿Dónde estás? – grito desde la cocina, que desprendía un aroma agradable que solo una persona podía hacer, y el sabor de la comida japonesa cautivaba el apetito de ambos hijos.
- ¡aquí estoy! – por fin se adentro a la sala dejando sus cosas y corrió tan rápido hacia donde estaba, ese caballero alto, pálido de negros cabellos al cual llamaba papá.
- ¡mi hermoso chiquito!... ¿Cómo te fue hoy en la escuela?... ¿y Kamijo?
- Muy bien papá…el viene aquí. – se volteo para buscarlo pero al parecer no estaba.
- ¿Gackt querido? – “una aparente mujer se acercaba a ellos”… con un cucharon en mano y un hermoso mandil azul puesto, cabello negro largo y esos labios ligeramente pintado.
- ¿Qué pasa Mana-chan? – se volvieron a encontrar mirando al pequeño Hizaki.
- Ya está la cena, Hizaki-chan ¿ya tienes hambre? – fue a abrazarlo regalándole una hermosa sonrisa, todo un cuadro familiar.
- ¡Sí!... Mana-chan… demasiada, mas porque camine hasta donde Kamijo, es que no fue por mi ¿Qué has preparado? - fue a inspeccionar la cocina.
- ¿Cómo que no ha ido por ti? – pregunto Gackt, el padre preocupado por su hermosos hijo.
- Ya, Gackt cálmate, seguro tuvo trabajo – Mana que más que otro padre fingía ser la cautelosa madre que calmaba el mar de enojos de Gackt.
- Es que no es posible… - los murmullos se escuchaban desde la puerta, ambos padres discutiendo.
- Ya he regresado… Perdón la demora es que traía muchas…
- ¿Por qué no fuiste por Hizaki? – el padre le cuestiono de inmediato, dejándolo atónito.
- Buenas tardes – dijo sarcástico – perdón, parece que no podemos tener una tarde agradable, no fui por él porque tenía trabajo, ¿entiendes?
- ¡KAMIJO!... eres un irresponsable, nunca dejes solo a Hizaki…
- ¡¡Te dije que fue por trabajo, además ya está bastante grande para que ande recogiéndolo, si algún día me voy lejos de aquí que aprenda a cuidarse!! – ambos empezaron a calentar ánimos, delante de Hizaki y Mana.
- ¡No digas estupideces, Kamijo al paso que vas jamás lograras nada!
- ¡No soy como tu papá!... Mira Gackt… deja de darme órdenes, ambos somos adultos aquí…
- ¡No me hables de esa manera debes de respetar a quien te dio la vida!
- ¡Sí, que frase tan típica como!…tú respetas a Mamá…. Y… – ambos estaban demasiado furiosos, las cosas del pasado volvían a salir.
- ¡te prohíbo que hables de eso!
- ¡Kamijo, ya no alteres mas a tu padre por favor! – suplico Mana de manera formal y cómoda, pero sus ánimos estaban bastantes encendidos.
- Mira Mana… no es nada en contra tuya… pero bien sabes que no me caes nada bien, así que no me digas que hacer. – le miro lleno de enojo.
- Lo siento, es solo, bien sabes que no vengo a ocupar el lugar de tu mamá… pero solo pido me des la oportunidad…
- Olvídalo, yo no soy como Hizaki… mi padre bien sabe el error que cometió… pero sabes… me iré…. Desde hoy… agarro mis cosas y me largo…
- ¡Jovencito!... ¡KAMIJO!... ven aquí… ¡Me vas a necesitar!... – Kamijo iba rumbo a su habitación pero esas palabras lo hicieron regresar.
- ¿necesitar?... cierto padre siempre te necesite… y… ¿Cuándo estuviste ahí?...- incluso cuando murió Mamá… pero no… usted estaba revolcándose con ese – señalando a Mana. ¡Oh si mil respetos al famoso Gackt!
- ¡Guarda silencio! – fue detrás de él y le golpeo los más fuerte que pudo – no te atrevas a insultar a la persona que me hace feliz – Mana se había dado la vuelta, sus lagrimas estaban rodando por toda su cara, Gackt había enfurecido con su pequeño.
- ¡está bien no me meto contigo, tú no te metas conmigo me marcho!
- ¿Qué pasa Mana-chan?... – Hizaki se acercaba comiendo un pan al vapor cuando vio a Mana llorar - ¿Qué te pasa?
- Tu padre y Kamijo…. Están discutiendo – el rubio no lo dudo y se apresuro a ir a donde su hermano.
- ¿Kamijo?... ¿Papá? – encontró a su padre en los escalones, sentado y agarrándose la cabeza en señal de arrepentimiento.
- Ven acá pequeño… - lo detuvo antes de que subiera.
- ¿Qué ha pasado con Kamijo?
- Nada… nada… pero Mana está llorando…
- Lo más probable… es que…. Kamijo se vaya…
- ¿Cómo?... ¡Pero qué es lo que te pasa!... y no haces nada para detenerlo… ¿Papá?
- ¡Hizaki entiende! – Gackt le grito tanto… por la furia que aun le tenía a Kamijo.
- ¡¡No!!.. Tu entiende… - Hizaki le devolvió una mirada retadora
- ¿Tú también Hizaki? – pregunto sorprendido por la actitud grotesca que tenía su “dulce hijo.