Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El día que te conocí por LeeLawlietTakarai

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

1. Si, lo sé. Tengo pendiente la historia de Bufanda. No me olvido de ella. La terminaré en cuanto tenga ánimo de hacerlo. Y es que ahora precisamente esa historia no me trae buenos recuerdos. Lo siento.

2. Los tiempos no corresponden a la realidad. Después de todo es un fic.

3. Esta historia la empecé a la par de Bufanda, o sea que ya tiene sus años. Pero hasta ahora la he terminado. Se puede decir, que un poco menos de la mitad, es lo que escribí en las últimas horas.

4. Disfrútenla.

El día que te conocí

Por: Lee Lawliet Takarai

  Recuerdo que nos conocimos por insistencia tuya, ambos habíamos escuchado del otro pero nunca nos habíamos visto en persona, ese día que te tuve frente a mi, supe que mi vida daría un giro total de 360° puesto que de tu sola presencia emanaban las palabras “Revolución Total” Eso es lo que siempre has representado. O al menos eso es lo que has hecho en mi vida.

Nunca quise reconocerlo ni ante ti, ni ante mis amigos mucho menos ante los medios de comunicación, pero el día que me dijeron “Takarai Hyde san, él es Gackt sama” mi cuerpo sufrió un shock eléctrico que no sabía por que era provocado, si por tu porte, elegancia y manera de mirar o por la manera tan sensual en la que pronunciaste “Mucho gusto Hyde”. Aún ahora después de tanto tiempo puedo recordar las sensaciones que me invadieron cuando en lugar de una reverencia tan acostumbrada en nuestro país, tomaste mi mano y me diste un abrazo: me estremecí y tú lo notaste, pues muy cerca de mi sensible oído me dijiste: “No temas Hyde”. Tan solo pude forzar una sonrisa boba, para disimular el sonrojo que acudía raudo a mi rostro, maldije el ser tan obvio.

Nos habían invitado a una cena especial, un amigo que no es figura pública pero que tenemos en común, nunca esperé encontrarte ahí y menos cuando estabas a punto de iniciar tu ya tan esperada gira en solitario. Hacía poco que te habías separado de Malice Mizer, y en solitario alcanzaste la fama que no conseguiste con tu antigua banda, y no es que fueran malos, de hecho podrían competir con L’Arc~en~ciel, pero no es lo mismo. Tú brillas de una forma muy especial, y ese brillo de alguna manera era opacado con los demás miembros de la banda. Aunque ellos siguen siendo excelentes músicos.

En la fiesta no sabía que compartirías mesa con los chicos de L’Arc y yo además de unas personas que eran conocidos de Ken, pero por extraño que parezca cuando me enteré me embargo una felicidad extraña para mí en aquel entonces.

Rápidamente te convertiste en el centro de la atención, tus pláticas, tus anécdotas, tus bromas y chistes tenían a todos comiendo de tu mano, casi nadie te quitaba la mirada de encima, incluso Tet chan al cual no le agradabas sabrá dios por qué, estaba interesado en las palabras que salían de tus labios. Todo lo que decías estaba cargado con esa sensualidad innata que posees, incluso contando algún chiste podías seducir y excitar a cualquiera que se te pusiera enfrente, pero creo que yo era el único débil en la mesa pues de inmediato caí rendido a tus pies, pero por orgullo no lo aceptaba.

La fiesta estaba en su apogeo y todos querían bailar, así que cada quien tomo su pareja y caminó hacia la pista, yo no sabía que hacer pues increíblemente nadie me había invitado, parecía que no estaba disponible pero ¿Por qué? No me había dado cuenta por culpa de mi embobamiento pero cuando habían sugerido lo del baile alguien te había invitado a lo que negaste cortesmente diciendo: “Lo lamento pero ya estoy reservado, el primer baile es de Hyde”.

Así todos se fueron a la pista y tú te acercaste a mí sin perder ese encantamiento que me tenía hechizado, aún ahora me pregunto ¿Por qué me hechizabas de esa manera? No se cómo ni por qué pero acepté bailar contigo, al principio las canciones eran movidas y hasta pusieron una de L’Arc~en~ciel: Blurry eyes la cual cantaste como si fuera tuya, de principio a final. ¿Acaso tú también eras fan de mi banda? Lo que continuó fue como de película, las canciones románticas comenzaron a sonar, yo no sabía que hacer si sentarme o no hacerlo, pero al final de cuentas tú manejaste la situación pues me pegaste a tu cuerpo rodeando mi cintura con tus fuertes y cálidas manos, o quizás no estaban cálidas era mi cuerpo el que expedía ese calor que me estaba torturando por que según mi razón, ese calor no tenía lógica. No sabía lo que estaba pasando conmigo. Incluso pensé que estaba a punto de enfermar.

Bailamos y yo me deje llevar por tus movimientos que eran no solo eróticos y sensuales sino endemoniadamente lentos, como si de un acto sexual se tratara, pero a pesar de eso nadie dijo nada. Yo no dije nada. Tan solo tararebas la canción muy cerca de mi oído lo que me hacía estremecer y a ti reír satisfecho, quizás eso era lo que buscabas, que yo me estremeciera en tus brazos para pegar más inconsientemente mi cuerpo con el tuyo. ¿Por qué? Yo no sabía la respuesta, lo único que pensaba era que necesitaba sentir tu cuerpo dentro del mío. Ese pensamiento aunque creía que no estaba correcto no lo podía apartar de mi mente. Era ese el poder que tú tenías en mí, y lo peor es que no tardaste nada para conseguir lo que querías. Que yo fuera uno más de las personas que estaban a tus pies. Por fin alguien hacía que el gran Hideto Takarai cayera conquistado.

Toda la noche la pasamos juntos, y nadie había dicho nada al respecto. Llegué a pensar que solo eran ideas mías el acercamiento que habíamos tenido. Pero me hiciste ver que estaba equivocado cuando ya en la mesa y con todos presentes, pasaste tu brazo por mi hombro y reíste debido al chiste de Ken. Pensé que todos hablarían o harían un comentario al respecto, pero no. Siguieron en lo que estaban y yo perdido en mis pensamientos. Que irónicamente trataban de ti.

La fiesta terminó bien entrada la noche, y tú fuiste el primero en decir que te ibas, me decepcioné un poco pero como si me leyeras el pensamiento dijiste en voz alta: “¿Nos vamos Hyde?”. Impresionado estaba, si, como no estarlo después de lo que habías dicho. Pero ahí no terminó mi asombro. La verdadera sorpresa fue que yo contesté: “Si”. Nuevamente yo esperaba a que alguien hiciera un comentario al respecto. Pero lo que recibí fueron un “Hasta luego” y “Adiós Hyde”. ¿Eso era todo? ¿Acaso era normal que yo me fuera con Gackt cuando esa noche lo había conocido? ¿Nadie iba a decir nada? ¿No había preguntas? Y ahora que lo pienso, aunque las hubiera habido... no habría sabido que contestar.

Los dos caminamos hasta la salida y fuimos por nuestros respectivos coches. Al menos eso pensaba yo, por que a mitad de camino afirmaste que no habías llevado el tuyo y me pediste las llaves del mío para poder irnos. ¿Y sabes qué fue lo que hice?... Claro que lo sabes. Yo te dí las llaves. Sin pensarlo quisiera, las saque de mi pantalón y te las di. ¡No lo pensé solo lo hice! Y aún ahora no sabría explicar el por qué de ese acto.

No sé como lo hiciste, pero llegaste a mi coche sin que yo te dijera cual era. Quitaste la alarma, abriste la puerta del copiloto y esperaste hasta que yo subiera para cerrarla e ir del lado del conductor. Te vi pasar por enfrente del coche y no pude evitar sonreír de nervios. No sabía que hacer, al parecer tú tenías todo el control de la situación. Y yo tan solo me dejaba llevar. No oponía resistencia alguna, no hacía preguntas y mi cuerpo solo era capaz de obedecerte. ¿Qué le habías hecho a Hyde Takarai?

Entraste en el coche, te colocaste el cinturón de seguridad y encendiste el auto. “¿’Tienes hambre?” Me preguntaste, a lo que respondí que solo un poco, después de todo en la fiesta solo había botana y bebidas. Sonreíste y dijiste “Bien”. ¿Bien qué? No sabía que querías decir. Sin embargo tampoco pregunté nada.

Al salir del estacionamiento pude notar que no íbamos hacia mi casa... si, ilusamente pensé que me llevarías a casa, después desde ahí llamarías a un taxi y te irías a la tuya. Ahora creo que pensar eso fue algo realmente absurdo y sin sentido. Recorrimos las calles de Tokio y de pronto detuviste el coche en un restaurante chino. “Ahora vuelvo”. Me dijiste mirándome a los ojos. Y yo solo asentí con la cabeza. Diez minutos después venías con tres bolsas de comida china y un par de vasos con té. No me preguntabas nada. Tan solo hacías lo que querías.

Una vez en el coche, depositaste las bolsas en el asiento trasero y pusiste nuevamente en marcha el coche... el rumbo que seguiste me era desconocido. Sabía que existía pero nunca había tenido la oportunidad de pasar por ahí.  Como leyendo nuevamente mis pensamientos dijiste: “Vamos a mi casa a cenar”. No pude ocultar mi asombro por ir a tu casa, la conocería. ¿Cómo sería? No dejaba de preguntarme. Pero en ese momento un extraño ruido me saco de mis pensamientos, habías encendido la radio y tarareabas la canción que se escuchaba en esos momentos. Te miré y pensé: “Es una rockola andante”.

Del restaurante chino a tu casa no tardamos más que veinte minutos. Me asombré cuando llegamos al complejo habitacional en donde estaba tu casa, pero que se podía esperar de alguien tan extravagante como tú. Cuando estacionaste el coche, ambos abrimos la puerta al mismo tiempo, y bajamos. Yo me dediqué a mirar el edificio y tú a bajar la comida que se encontraba en la parte trasera. Caminé hasta ti dispuesto a ayudarte, a lo que solo respondiste: “No te preocupes Hyde”. Caminaste con paso seguro y lo terminé haciendo lo que venía haciendo toda la noche, seguirte.

Ya dentro del inmueble nos dirigimos juntos hasta el ascensor, entramos y presionaste el número veinte, vivías en el piso veinte como solía hacerlo yo siempre que cambiaba mi lugar de residencia. En el trascurso a tu piso, solo mirabas la puerta pero no decías nada, yo también estaba callado, no sabía que decir. Parecía un robot, tu sirviente o esclavo, era como si tronaras los dedos y yo de inmediato obedeciera tu pedido. Muchas veces actúe como tú… sabía el poder que ejercía en las personas y a veces, por muy cruel que parezca, me aprovechaba de la situación para conseguir lo que quería.

Cuando las puertas del elevador se abrieron dijiste: “Después de ti”, a lo que rápidamente salí un poco confundido y asombrado por la escasa iluminación que se encontraba ese lugar, notaste mi sorpresa y me explicaste que la poca luz se debía a que precisamente te molestaba mucho.  Te miré a los ojos tratando de ver si era una broma o realmente decías la verdad. Pero no pude descifrar lo que tus ojos decían realmente. Era como si esos lentes de contacto de color azul fueran un escudo para ocultar tus verdaderos sentimientos, eran como la barrera de tu alma. Nos quitamos el calzado y nos dirigimos a una especie de sala, en donde se encontraba un enorme sillón que daba hacía la ventana la cual se encontraba abierta y luces de la ciudad se filtraban por ella. Frente al sillón había una mesita de centro en la que se encontraba una extraña figura a la cual nunca encontré forma adornando el lugar. Lentamente colocaste la comida y el té sobre la mesa y te sentaste en el piso. Yo seguía parado mirando todo lo que hacías y mirando alrededor, tu casa era sencillamente sacada de una película de misterio. Y eso me gustaba mucho.

“¿No vas a sentarte?” Preguntas al notar que seguía de pie viendo el resto de la sala, yo solo miré hacía abajo y vi que en tus manos ya tenías una caja pequeña con arroz y los palillos. ¿Cuándo habías empezado a comer? Simple y sencillamente me senté a un lado de ti y comencé a ver lo que habías comprado. Debo decir que la comida chica no es completamente de mi gusto, pero era de los pocos restaurantes de comida rápida que atendía a esas horas de la madrugada. Así como tú, tome una caja con arroz y los palillos y me dispuse a comer. Lo hacíamos en silencio y mirando hacia la calle. “No sé cocinar, así que tuve que comprar comida china”. Dijiste de pronto rompiendo ese grato silencio como intentado disculparte, ¿Habrías notado mi gesto hacia la comida? “Si quieres, la próxima vez vamos a cenar al restaurante que más te guste”, escuché como decías antes de probar otro bocado de arroz, ¿La próxima vez? Me pregunté y te pregunté a ti en silencio, mi mirada lo decía todo.

“¿Y si escojo un lugar y la comida no te gusta a ti? Pregunté dándote a entender que de alguna manera aceptaba la invitación que antes me habías hecho, aunque después de la pregunta, me sorprendí a mi mismo de haberla hecho. “No te preocupes, no  tengo problemas con ello”. Respondiste encogiendo los hombres para restarle importancia al asunto. Pero yo no me podía quedar con esa vaga respuesta. “¿Acaso comes de todo?” cuestioné, para después darle un trago a mi té. “Si, realmente no soy muy exigente cuando de comida se trata”. Nuevamente respondiste dejando la caja y los palillos que tenías en la mano en la mesa. Al parecer habías terminado y te disponías a tomar otro platillo. “No me lo hubiera imaginado de ti”, dije, pues realmente pensé que si era un hombre muy exigente lo serías en todos los aspectos. “Soy un hombre sencillo, Hyde, a pesar del concepto que la gente suele tener de mí”.

Seguimos comiendo, sin decir nada. Ambos estábamos cómodos con ese silencio que se formaba, extrañamente no me sentí ni incómodo ni raro. Disfruté mucho de la comida, a pesar de no ser de mis favoritas, y por supuesto de tu compañía. De pronto te levantaste y caminaste hacía un mueble que tenía una equipo de sonido. Lo encendiste y la música comenzó a sonar. Era lenta y muy relajante. Yo aún sentado en la alfombra con mi comida en la mano, comencé a mover lentamente la parte superior de mi cuerpo, de un lado a otro, disfrutando de la música que habías puesto. “¿Quieres bailar?” preguntaste arrodillándote para quedar a mi altura y estirando tu mano hacía mí. “¿Bailar?”, preguntó ahora yo un poco asombrado. Pero, con mi cabeza solo pude asentir aceptando aquella invitación. Por lo que deje la comida en la mesa y tomé tu mano para poder levantarme del suelo.

Poco a poco me acercaste a ti y tus manos se pasaron alrededor de mi cintura. Eso era tan íntimo. Yo solo pude poner mis manos alrededor de tu cuello. “Hueles muy bien Hyde”, comentaste sin dejar ese vaivén al cual llamábamos baile. “Gracias” respondí, pero mi voz delató mucho nerviosismo pues inmediatamente me dijiste, “Relájate”,  y seguiste moviéndote al lente ritmo de la música. Duramos así un rato, creo que fueron tres canciones las que bailamos en la posición. Después de separaste un poco de mí, me miraste a los ojos y sonreíste. Una sonrisa verdaderamente encantadora, dulce, sincera, tierna y llena de mucho amor. Una sonrisa que nadie me había brindado y que solo me hacía querer responder con una sonrisa igual, aunque mis nervios no me dejaban hacerlo. Me perdí en tu mirada, en tus ojos y en esa sonrisa que me seguías dando. “Te quiero tanto Hyde”…

Esas palabras pronunciadas causaron en mi un efecto de “shock” que no me di cuenta cuando tus labios se estaban posicionando de los míos, no me di cuenta cuando nuevamente me abrazaste por la cintura y pegaste por completo tu cuerpo con el mío, tampoco noté cuando mis brazos se pusieron alrededor de tu cuello y mis inquietas manos acariciaban con suavidad tu nuca, causándote escalofríos, los cuales sentí cuando temblaste un poco. ¡Ni siquiera supe cuando empecé a corresponderte! Lo único que sabía era que esa corriente eléctrica de la que había escuchado hablar a la gente cuando decía que había besado a su persona querida, la estaba sintiendo yo en ese momento. Todo mi cuerpo la sentía, era tanta la emoción que creí que iba a desfallecer.

El beso terminó y me miraste. La sonrisa de antes seguía ahí. Y esta vez, pude corresponderla, no sentía nervios, tan solo felicidad. Una extraña felicidad. “Debemos irnos a dormir, es tarde”. Pronunciaste sin soltarme y sin dejar de sonreír. “¿Qué?”, pregunté yo asombrado. “No te preocupes, mi cama es lo suficientemente grande y cabremos los dos”, dijiste despreocupadamente y por sorpresa me tomaste entre tus brazos. Soltando una carcajada, seguramente provocada por mi cara de asombro. “Tan ligero como una pluma”. Fue lo que comentaste antes de caminar hacía tu habitación, la cual se encontraba abierta y me depositaste con ternura en la cama. “¿No pensarías que te iba a dejar ir a estás horas y después de ese beso?” preguntaste al ver que no decía nada y que seguía con la sorpresa en mi cara. Incluso creo que mi rostro mostraba miedo o inseguridad, pero no. Ahora lo puedo decir, solo era asombro. “Tranquilo Hyde, solo vamos a dormir, ya habrá tiempo para hacer otras cosas”.

Y efectivamente, ese tiempo de dio. Y no fue una vez, sino un sinfín de momentos mágicos a tu lado. Pues ahora tres años después de aquella noche, seguimos juntos a pesar de nuestra ajetreada vida llena de giras, conciertos, videos, conferencias y ahora hasta haremos una película juntos. Por lo que me siento realmente orgulloso y feliz de hacerla contigo. Aún así siempre nos tomamos el tiempo para pasarla juntos y solos, para ambos nuestra felicidad es prioridad,  porque descubrimos que estando juntos no solamente somos felices, sino que somos capaces de crear cosas realmente maravillosas. Eso es estar enamorado, nos dicen por ahí.  Algunas personas aceptaron nuestra relación, otras no. Sin embargo, eso es lo de menos, yo me siento endemoniadamente feliz, tanto o más que el día que te conocí. Te amo Gackt.

Fin

Terminado el jueves 18 de Noviembre de 2010. 00:29 horas.

Notas finales:

¿Qué les pareció? Recuerden que espero sus comentarios por favor. No se olviden de escribirme.
Quiero agradecer muy especialmente a mi PC, por estar conmigo y no fallarme. ^^

Si quieren tener contacto conmigo, pueden hacerlo en:

www.facebook.com/lawlietnohimitsu

Twitter: @LawlietTakarai

Gracias por haber leído la historia.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).