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Finalmente por shudyeer

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Se paró junto al amplio ventanal de la lujosa casa, miro por última vez el cuerpo inerte  de la mujer que descansaba en la cama,  recargó su cabeza provista de cabellos marrones en el marco, estaba cansado y estresado;  encendió el  sexto cigarrillo del día ¿Era el sexto? Quizás era el noveno, había perdido la cuenta; el día parecía no acabar nunca;   lo fumo lentamente   contemplando aburrido  el panorama, el sol se estaba ocultando anunciándole que era hora de partir. Apago el cigarro  aun sin terminar estampándolo contra la pared sin importarle la marca dejada en el fino detalle de la estructura. Dio un beso al cadáver antes de abandonar algo más que la habitación;  tomo su gabardina y encendió su automóvil. Estaba tan sumido en sus pensamientos que parecía manejaba con precaución, quizás solo estaba retrasando el momento, la única forma de evitar la cita era  regresar el tiempo y no haberlo conocido tan bien, por lo menos así no tendría ningún remordimiento.

Se estaciono en el lugar de siempre, camino por el ya conocido inmueble hasta llegar a la puerta de la habitación donde seguramente le esperaban, respiro hondo y sin más preludios abrió la puerta con la llave que poseía, efectivamente él estaba allí esperando en la cama  con la vista en el techo, al verlo entrar corrió a  abrazarlo casi presintiendo lo que pasaría busco con su dulce mirada ambarina  descifrar lo que le ocurría al recién llegado que  trato de apaciguarlo  regalándole  una caricia que comenzaba  en su cuello deslizando su mano por la nuca, dejando pasar cada uno de los cabellos dorados entre sus dedos para acércalo y unir sus labios en un exquisito beso que destrozaba su corazón.

El roce pausado de sus labios le dejo una extraña sensación que en vez de calmarlo lo alarmaba, su amante continuo la caricia parado en su mejilla dejando caer su mano de vuelta a su costado, separándose abruptamente. El rubio estaba   a punto de regalarle una sonrisa para seguir evitando las palabras; - cuando estaban juntos no les eran necesarias-  la  mano que hace un segundo lo acariciaba con dulzura ahora sostenía con firmeza  un revólver  y apuntaba hacia su cabeza.

-¿Por qué haces esto? – Susurro  tímido el chico rubio rompiendo el silencio-

-Tú sabes porque – Contesto con frialdad su amante de ojos azules-

-Así que la herencia te pudo más – afirmo con un tono cargado de desprecio-

-No se trata solo de la herencia, desde el principio lo supimos.

-Y cuando lo decidiste te arrepentiste de haberme conocido ¿Verdad?

Su mirada dulce cambio a una de un lobo que se hizo más temible como pasaban las palabras y el arma se entornaba en su sien amenazando darle el beso de la muerte, tal vez ese sería el fin y sería lo mejor para una tortuosa historia, no quería encontrarse con los orbes celestes en ese momento. Cerró los ojos evocando el inicio de todo, si iba a morir quería recordar los buenos momentos lejos de tanta avaricia.

 

Llevaba algunos meses en ese orfanato, siempre me castigaban por pelear,  tal vez no sabía otro lenguaje que no fuese el de los golpes. Estaba en la sala de castigo y justo cuando salí la madre superiora animaba a un chiquillo alto de cabellos castaños que cuando se percató de mi mirada volteo encontrando el justo lugar donde yo estaba, por primera vez vi sus orbes y nunca imagine conocer su alma, podría presumir que se día aprendimos a comunicarnos con solo miradas, me sorprendió que sus ojos fueran de ese color azul parecían querer  intimidarme pero yo no me intimido por nada. Torcí el gesto y le seguí hasta que entraron a la oficina de la superiora. A la hora de la miserable cena que nos otorgaban en dicho orfanato no nos presentaron al chiquillo como siempre acostumbraban en el orfanato.

Cuando yo le hablaba a ese chico de cabellos castaños y mirada fría no me respondía o hacía un gesto de fastidio, un buen día me enoje  y lo golpee, detestaba que me ignorara, recuerdo que no me siguió el juego pero me dijo: “Solo te responderé cuando digas algo inteligente” y sin inmutarse se zafó de mi agarre. Ese día pensé en muchas cosas, pero como si tuviera magia en los nudillos ese chico comenzó a llevarse bien conmigo, me enseño a jugar ajedrez y me ayudaba con las lecciones del orfanato, a veces jugábamos futbol, siempre éramos del equipo contrario- ahora veo eso como una maldición-  nuestra relación se estableció en “Enfrentamientos” .

Pasados algunos meses unos señores se llevaron al chico odioso de ojos azules, nadie dijo nada incluso la madre superiora lo entrego como si se tratase de un objeto que solo estaban cuidando, me tuve que acostumbrar a estar sin mi competitivo amigo, correcto, lo considere un amigo porque era frío pero no malo  descubrí que sus acciones tenían una intención noble por eso lo aprecie más que a cualquiera.

 A los dos meses después de que se llevaron a mi contrincante, una pareja me adopto y me llevo a su gran mansión, me presentaron a un señor que era la cabeza de la familia, me inspecciono para saber si “era fino” y dijo que me entrenaran porque debía ser útil. Que no le llamara “abuelo” hasta que me ganara el derecho de hacerlo, enorgulleciéndolo.

Mis padres adoptivos me querían mucho pero así como me querían me exigían mucho, decían que  “debía ganar incluso a costa de mi vida” recuerdo que me asuste y busque la respuesta a aquellas palabras pero mi madre me miro con mucho amor tratando de evitarme ese pesar, todas las noches peleaba con mi padre por involucrarme en aquella pelea de la cual entendí una semana después cuando me presentaron a mi primo y por ende mi rival ; una vez más seria el niño  del orfanato que se sorprendió al verme pero actuó como si no me conociera.

Desde ese día fui obligado a competir contra él de una forma lacrimosa que el jefe de la familia disfrutaba, ya sea a golpes, en una partida de ajedrez, carreras tiro al blanco, esgrima- se nos obligaba aprender el perfecto manejo de las armas-  cualquier forma de competencia, el ganador flagelaba al perdedor, podía patearlo, humillarlo todo estaba permitido, el ganador debía demostrar su supremacía y  entre más se divertía el viejo le daba cierta cantidad  de dinero a sus hijos-nuestros respectivos padres- .

En mi corazón el odio se cembro, pero no me malinterpreten, no pude odiar al chico de cabellos castaños, odie a mi padre a mi madre por permitirlo y al viejo que disfrutaba con nuestras constantes peleas y nos sobornaba con la herencia familiar que él dijo no le dejaría a ninguno de sus hijos, solo a sus nietos.

“Si no lo haces moriremos en la miseria, ya pronto acabara, el viejo morirá y tendrá que dejarle la herencia a uno de ustedes dos, sea quien sea esto acabará”  Decía mi madre llorando desgarradoramente, ella también tenía miedo de quedarse en la calle.

Una tarde mientras llovía escape hacia el jardín, quería huir pero todo estaba demasiado bien protegido, me encontré con el chico de ojos azules, no sabía si lo que caía en sus mejillas era lluvia o lágrimas , la curiosidad me llevo hasta él que por lo visto también sufría esta estúpida suerte y estaba tan desesperado como yo por respirar ; en ese momento la respuesta llego a mi mente y lo bese, un casto beso de un niño de 14 años, apenas si rozaba su labio inferior con mis labios simulando el movimiento de lo que imaginaba era un beso. Me miro sorprendido y esperando que nadie nos viera me llevo hacia un arbusto  donde nos escondimos y sin que me pidiera explicaciones le dije: “Lo contrario del odio es el amor, yo no quiero odiarte, no quiero pelear contigo así” abrió mucho sus ojos y por primera vez lo vi sonreír casi a punto de llorar, enmarco mi rostro con sus manos y también me beso.

Tratamos de  perder las peleas a propósito pero el viejo se enfureció, golpeo a mi padre, a su padre e  insulto a nuestras madres, estaba colérico y golpeaba a diestra y siniestra, todo se rompía a nuestro alrededor y aunque trataba de disculparme solo podía mirar horrorizado lo que ocasiono mi idea.  Decidimos que esa no era la solución ya que nuestros cuerpos sufrieron las consecuencias de no divertir al anciano; desde ese día no nos volvimos a hablar y continuamos siguiendo órdenes para el bienestar de nuestras familias bajo el miedo y la falta de autoridad de nuestros padres por causa de la avaricia. Incluso ahora no somos diferentes de esclavos.

Todo el tiempo lo observaba en silencio, peleando, compitiendo, sufriendo las discusiones familiares, pero en un ambiente tan disfuncional como ese me pude enamorar cada vez más de Seto, lo amaba más y más, sin poderle poner un freno a ese sentimiento que catalogue como amor. Cuando cumplimos 17 no lo soporte más y lo busque por todo el colegio   lo arrastre hasta una casucha  detrás de un llano abandonado,  él continuaba serio, evadía mi mirada  pero yo le tenía que demostrar mis sentimientos porque estaba casi seguro de que el sentía lo mismo; lo bese una y otra vez hasta que respondió a mis caricias y súbitamente me tiro en el piso para lanzarse sobre mí.  “Te amo” susurro en mi oído, dejándome perplejo, me abrace fuertemente a su cuello y le pedí que me hiciera suyo, lo necesitaba más que a nada, él era el aire que necesitaba respirar para liberarme de ese odioso ambiente de avaricia, miedo y todo aquello que nos rodeaba, para mi amarlo era romper las cadenas, burlarme de la sentencia  impuesta.

Me abrazo y devoro mis labios en un beso, despojándome de cada una de las prendas recorría mi cuerpo a besos, las cicatrices que me él mismo me  había hecho cada vez que ganaba, las beso lentamente, yo también disfrutaba de su cuerpo, besándolo tiernamente, porque incluso ahora, yo lo amo así.

Pronto llego a mi miembro más que ansioso porque me poseyera, no me hizo esperar mucho y comenzó a masajearlo  mientras preparaba mi entrada, con suma habilidad podía hacer eso y besar al mismo tiempo mi cuerpo, repartía cálidos besos en mis hombros, mis omóplatos y en mi cuello. Volteo mi cuerpo dejándome frente de él, contemple su rostro en ese estado de excitación y un poco de temor que me invitaba a fundir mi cuerpo con el suyo, para mí siempre será una expresión única.

Cuando por fin ambos estuvimos  listos entro en mí, lo hizo de un solo golpe, me produjo el dolor más exquisito, mi cuerpo se tensó y me aferre con más fuerza a sus hombros, mis dedos temblaban de excitación. Sus manos sujetaban mis caderas y parte de mis nalgas moviéndome hacía arriba y hacia abajo, deseando explorar más de mi cavidad, anhelando estar más dentro de mí. Me besaba fugazmente para tranquilizarme, yo estaba llorando y trataba de esconder mi rostro pero quería ver más de mi excitación y atraía mi rostro hacia el suyo, amo esa mirada provocativa que me dice: “permíteme mirar que tan feliz te hago” incluso ahora pone esa expresión.

Cuando toco con su pene mi próstata grite de placer,  la fricción provocada entre la cercanía de nuestros  cuerpos me deleitaba, parecía que nuestros abdómenes masturbaban mi miembro, era tal mi gozo que pronto derrame mi semilla llenando nuestros cuerpos, pero él aun no llegaba a su clímax por lo cual aumento el ritmo  estaba a punto de hacerlo cuando me beso, sentí su semen caliente en mis intestinos; se separó del beso mientras terminaba satisfecho por nuestra sesión de amor. 

Todavía siento como aquella tarde fría echaba su vaho en mi cuerpo, erizándome la piel.  

 

Al terminar sus meditaciones abrió sus ojos, había pasado mucho tiempo y aún seguía vivo, el chico castaño continuaba apuntando con la pistola, por fin sus miradas se encontraron.

-¿No disparas? – Reto el rubio que parecía haber cambiado- Alguien tiene que abandonar la competencia y ya te di un poco de ventaja.

Sin alejar su cabeza del arma,  de su cinturón saco una Baretta 98 que extrañamente se encontraba cargada y también la apunto a la cabeza del castaño.

-¿Coincidencia? Es obvio que pensamos igual – afirmo el castaño con voz seca- ¿Tienes miedo? Ya estas casi derrotado.

- Sabíamos que algún día íbamos a destrozarnos ¿Qué más da que esto acabe así? Es mejor porque al menos no estamos dando un espectáculo al viejo – mascullo el rubio sin borrar la irónica sonrisa de sus labios-  Sinceramente esperaba prolongar este momento y que estuviéramos una vez más juntos ¿Podría considerarse mi último deseo?

-Y ¿Bajar la guardia? Lo lamento, el sueño se acabó aquí ¿Sabes que te odio por ser un niño mimado verdad? – Pregunto el castaño echando una mirada a la expresión del rubio, al parecer seguía sin intimidarse-

-Y tú sabes que te odio porque yo siempre ocupe tu lugar ¿Cierto? La ramera de tu madre no puede resistirse a lo prohibido.

-¿Qué dices? – Exclamo sorprendido Seto al entender el mensaje-

 

Si dice eso, entonces  mis sospechas son ciertas, después de que mi padre me recogió del orfanato en donde el mismo me puso, dijo que estaba sucio pero me recogió para usarme y obtener toda la herencia del abuelo.  

Por lo que dijo he de deducir entonces que yo soy el verdadero hijo de su padre adoptivo. ¿El cargo con esa responsabilidad? Una razón más para ser el instrumento de esta absurda guerra, que ironía, tu hijo está ganando la batalla para tu hermano que no solo te quito a la mujer.

Mi infancia fue horrible, asfixiado por esa estúpida carga, era obligado a ser el mejor porque mi madre sufría los golpes que me tocaban a mí ese era el pretexto de mi padre para presionarme y librar el odio – que ahora comprendo- le tiene a mi madre.

 Deseaba que nunca me encontrara un contendiente pero para mi desgracia apareció ese tonto ojimiel ¿Por qué él? ¿Por qué la única persona que podía considerar como amigo? Una vez perdí un enfrentamiento con él y castigaron a mi madre brutalmente, ella estaba embarazada y la golpearon  de tal forma que perdió a mi hermanito, estaba bañada en sangre y mi padre no se preocupó por llevarla a un doctor. Desde ese día le prometí que terminaría con todo su sufrimiento y que no volvería a perder para que no le pasara nada aunque eso representaba elegir entre un amigo o mi madre, dolorosamente aprendí que no todo se puede tener en esta vida.

Desgraciadamente para mí me fue imposible resistirme a ese rubio, me buscaba, me provocaba. Nuestro primer beso me hizo entender que lo quería conmigo para siempre, que estaba enamorado de mi primo.

Cuando lo hice mío por primera vez me sentí valiente y enfrente al viejo, me dio tremenda paliza que me rompió el brazo y casi pierdo el ojo por los golpes. – “Son títeres, no tienen la opción de decidir”- dijo mientras apagaba su puro en mis manos chamuscando la piel. Cerro mi universo haciéndome sentir pesimista, no tenía voluntad ¿Cómo te sientes cuando pierdes la voluntad?  Ese día lo descubrí y una parte de mí alma se desprendió.

Por eso compre este lugar y aquí te hacía mío cada noche, sabíamos la cita y jamás faltábamos, tal vez para mí amarte representaba la esperanza. Cada noche aparecías regalándome tus besos, fundiendo tu cuerpo con el mío, demostrándome que no todo estaba perdido.  Ponías a mi merced tu cuerpo tan débil pero suculento te desnudabas con lentitud haciendo un espectáculo solo para mí a pesar de que solo te desnudabas sin ningún adorno provocativo  y te ponías en cuatro  dejándome ver tu entrada palpitante; me mirabas con inocencia y me suplicabas que te hiciera el amor. Ponías mis manos en tu cuerpo invitándome a poseerlo, jugueteabas con mi lengua dentro de tu boca,  con gemidos entre cortados  exigías en mi oído “más… más”  mientras movías tus caderas para que pudiera profundizar en tu ser. Yo sé que aguantabas lo más posible para retrasar tus eyaculaciones y que pudiéramos sentir el mismo placer al estar juntos… ¡maldición! Te amo tanto y a todo esto ¿En verdad vencimos el odio con amor?

La competencia siguió pero a nivel profesional el que ganará se quedaba con todo, el viejo está a punto de morir y llevo la delantera o es solo que me estas dejando ganar.

Como sea, el ganador deberá matar al perdedor y arrojar a la calle a la familia perdedora para poder reclamar la herencia, incluso eso está en el testamento, en unas horas se escribirá al ganador, pero por eso, porque lo amo no deseo que muera enfrente de ese maldito anciano, no quiero que lo deleite más.

 

-Ese no es mi problema mi madre hizo lo que quería y que lástima estoy a punto de ganar la herencia para alguien que no es mi padre y tú de todas formas morirás.

-Pues antes de que me mates te mataré yo a ti. – dijo Joey decidido-

-¿Muerto el perro se acabó la rabia?

-Esa no es la solución, ni escapar –  Joey recordó aquel día en el que trataron de huir-  Mi madre murió aquel día… y es por eso que te odio… amarte lo complica todo.

-¿Te enfureces de lo que tú mismo has provocado? – El ojiazul lo miro apretar los dientes y sujetar con más fuerza el arma esperando el disparo en su sien-

-Parece que tienes muchas ganas de morir

-Correcto… ya me cansé de ser fuerte ¡Qué este día pase lo que tenga que pasar!

-Dispara – exigió el rubio de nueva cuenta-

Se miraron en silencio, para tener muchas ganas de morir estaban prologando demasiado el momento.

Quitaron las armas de sus respectivas sienes, se abrazaron y se besaron con pasión, sintiendo la calidez del otro por última vez.  Fuertes pisadas se escucharon subiendo las escaleras, estaban por descubrirlos,  al reconocer las voces de sus padres encabezando el disturbio se separaron  y tomaron sus armas.  La puerta se abrió  y se escucharon dos disparos. Los cuerpos de la pareja de amantes y primos cayeron al piso sin vida.

¿Esa fue la única escapatoria que encontraron?  No, solo fue una fantasía de la mente atormentada de uno de ellos mientras extrañaba en la locura el calor su pareja, la única persona que amo o que amará.

 

Notas finales:

Espero les haya gustado, sentí que tenía ganas de volver a mi anterior forma de escribir, creo que me pase de dramática, creo q es una historia un tanto trillada pero ahhh q les puedo decir, tenía ganas de escribirla. Espero sus comentarios. ^^ nos leemos en otro fic. 


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