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.:El Zar:. por Alaya-chan

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Notas del capitulo:

bueno, bueno... aquí os dejo el segundo capítulo...

Espero que os guste. Se admiten sugerencias y críticas constructivas. Besazos

II

NIÑERA

 

Llevaba un par de horas buscando sin resultado alguno. Había visto un par de patrullas de tres o cuatro soldados y algunos que se atrevían a ir solos, pero ni rastro del fugitivo. Soul se sentó sobre uno de los tejados llenos de nieve y resopló, pasándose una mano por el pelo. Después apoyó las manos justo detrás de su espalda y miró al cielo con los ojos entrecerrados, pues la luz del Sol le cegaba. Seguramente ya fuera mediodía y la comida estaría lista pronto. Le apetecía reno para comer. Un buen filete de lomo de reno.

Estuvo un par de minutos en aquella posición cuando la nieve que había debajo de él comenzó a derretirse y a mojarle la ropa. Resopló de nuevo y saltó hacia el tejado más cercano.

Y entonces comenzaron las dudas. ¿Y si estaba persiguiendo los fantasmas de su imaginación? ¿Y si lo más sensato era volver a casa a comer? Pero todas dudas deben ser disipadas y el ladrón escuchó voces muy cerca. Se movió rápido por los tejados. Iba a pegar uno de esos saltos que hacen historia para pasar a otro cuando vio a un muchacho vestido con una capa marrón dejarse el alma en la carrera mientras pasaba por una calle, en la cual entraban en ese momento un grupo de al menos media docena de solados persiguiéndole. Sergey sonrió. Al diablo con el filete. Había encontrado a su presa.

Descendió rápido pero cauteloso por uno de los tejados, se agarró a los alféizares de algunas ventanas hasta posarse sobre el borde de un muro bajo. Y, gracias a la suerte que le había acompañado toda la vida y de la que pretendía hacer abuso en ese momento, vio al joven pasar corriendo no muy lejos de él. Se colocó la capucha y se ajustó bien la capa.

-          A jugarse el pellejo – susurró – Ahora empieza la acción – dijo sonriendo para sus adentros.

Esperó a que pasara la guardia y cogió un atajo. Saltó dos verjas y casi se cae al resbalar para no pisar un gato. Aún así, gracias a su oído y a su práctica como depredador, consiguió no perder a su presa ni un instante. Se escondió en un callejón y esperó pacientemente. Desde su posición logró escuchar cómo se acercaba corriendo. Cuando pasó a su lado, le agarró de la capa, porque fue lo primero que pilló, y lo atrajo hacia él.

-          ¿Qu-…- intentó articular el joven.

Soul le tapó la boca, en ese momento abierta para cubrir de oxígeno las células aptas para la carrera, lo empotró contra una pared alejada del luminoso principio del callejón, y se pegó a él todo lo que pudo, de manera que el muchacho quedara entre él mismo y la pared, y la capa oscura del ladrón lo camuflara en la sombras.

Los siguientes segundos fueron, posiblemente, los más largos que había vivido en su vida. Notaba su corazón acelerado por la situación y todos sus músculos en completa tensión. Y también notaba el movimiento del pecho del joven pegado a él, aún agitado por la carrera. Y es que lo tenía literalmente espachurrado contra el muro. Por lo menos el hecho de que fuera más bajo y menos musculoso hacía la situación más sencilla. Era tan bajo que podía darle golpes con la barbilla en la cabeza sin tener que moverse. Sergey se rió para sus adentros. Solo a alguien tan genial como él podía ocurrírsele tal estupidez en una situación como esa.

El grupo de soldados pasó corriendo cual alma que lleva el diablo y ni siquiera se pararon a mirar en el callejón. Solo cuando estuvo completamente seguro de que ya no había peligro, aflojó la mano que tenía sobre la boca del muchacho y se separó de él. El joven cogió una gran bocanada de aire al verse liberado.

Entonces, ambos hombres se echaron un vistazo. Un muchacho de cabello cobrizo, pelirrojo tal vez, y faciones finas. Sus ojos eran dos mares azules marinos que le miraban con una mezcla de gratitud, enfado y desconfianza. Tenía el cuerpo delgado, aunque parecía formado por completo. Sergey calculó que tendría unos dieciocho años. ¿Su talla? Cada vez que se acordaba le daban ganas de reír. La justa para que le sacara una cabeza entera. Incluso puede que un poco más.

El muchacho tenía el entrecejo fruncido y aún respiraba deprisa. Aunque seguramente el impacto de que un hombre-armario rubio, con barba recién cortada y ojos ambarinos te salve la vida empotrándote contra una pared y te pide que aguantes la respiración cuando has estado corriendo una maratón tampoco debía ser muy agradable.

Sergey le miró durante unos minutos y el joven no se movió. Tampoco apartó la vista de los ojos del hombre que tenía delante. El ladrón colocó una mano sobre su cintura y la otra se la pasó por el pelo varias veces. Bien, lo había salvado. Busca y captura aprobadas y completadas. Y ahora ¿qué?

-          ¿Y ahora que hago yo contigo?

-          Yo no he pedido que me salven – escupió.

Soul se quedó atónito un momento por la cortante y rápida respuesta que había dado el muchacho. Sonrió de medio lado.

-          Tú eres un listillo – dijo poniendo ambas manos sobre la cintura – Si no te tienes ni en pie, enano, ¿Cómo pretendías escaparte de esos idiotas?

-          Ya se me ocurriría algo – cortó el pelirrojo.

-          ¿El qué? – ahora empezaba. Las discusiones y los juegos de palabras eran su fuerte - ¿Correr como un imbécil por todo Moscú hasta que tu cuerpo aguantara, como has estado haciendo las últimas horas?

Nunca supo que fue lo que más molestó al joven en ese momento, si la verdad de aquellas palabras, o el hecho de que las hubiera dicho con ironía y sonriendo. El muchacho retiró la vista de los ojos de Soul y bajó la cabeza. Entonces fue cuando el ladrón comprobó el grado de agotamiento del joven, pues lo vio resbalar por la pared hasta quedar sentado en el suelo, sobre la nieve.

-          ¡Eh! ¡Ni se te ocurra chaval! ¡Que no me he dejado el pellejo aquí salvándote para que ahora vuelvan los soldados y te encuentren medio muerto! – exclamó.

El joven levantó la cabeza y la mirada que recibió Sergey no le gustó en absoluto. No porque fuera una mirada desagradable, sino porque iba cargada de cansancio y un pequeño atisbo de tristeza. Y ahora empezaban los remordimientos. No podía dejarlo allí, pero el único lugar al que podía llevarlo era a la guarida de los ladrones, y era demasiado arriesgado. Se pasó la mano por el pelo y suspiró. Finalmente le tendió la mano. El joven, sorprendido, le miró primero a los ojos y luego dejó que el ladrón tirara de él para levantarlo.

-          ¿Puedes andar? – preguntó el rubio, algo más tranquilo.

-          Sí, pero no me pidas que corra.

Soul le sonrió y el joven hizo una mueca intentando imitarle, pero estaba bastante claro que aún no confiaba del todo en el ladrón. Sergey sabía lo que iba a hacer. Si pasaba algo asumiría él las consecuencias. Repasó el mapa mental que tenía de la ciudad y buscó la entrada que más cerca estaba de ellos.

-          Sígueme – pidió.

-          Si hombre, como que te lo has creído.

El ladrón perdió la sonrisa un momento, pero la recuperó enseguida, y esta era más ancha que la anterior. Le había tocado un hueso duro de roer ¿eh?

-          Está bien – dijo – Quédate aquí hasta que vuelvan los guardias. Yo voy tirando a ver si consigo comerme un rico plato de filete de reno.

-          ¿Filete de reno? – susurró el otro y ambos hombres escucharon un ruido proveniente el estómago del joven. Soul se echó a reír.

-          No me lo puedo creer – dijo cuando pudo hablar – Traicionado por tu propio estómago.

El joven, ruborizado por la humillación, se colocó al lado del ladrón cuando este echó a andar. El pelirrojo caminaba con la cabeza gacha, mirando más dónde pisaba que hacia dónde iba. Ninguno de los dos dijo nada en todo el viaje. Aunque pensaba que ya había pasado el peligro, Sergey nunca se confió de que no pudieran encontrarse con algún que otro guardia, así que se pasó todo el trayecto con todos los sentidos alerta. Entonces, cuando estuvo seguro de dónde se encontraban, agarró al joven del brazo y ambos entraron en una casa, sin llamar siquiera.

-          Pero, ¿qué haces? – dijo el muchacho una vez  dentro - ¿Es que no tienes modales o eres así de bestia?

-          Los perdí – le dijo Soul con una sonrisa.

Se adentró en la casa pero, como bien sabía, no había nadie. Escuchó al muchacho resoplar mientras iba a su lado.

-          Aquí no hay nadie. ¿Y si nos vamos?

-          Eres un poco impaciente, chaval.

Soul se acuclilló cerca de unas tablas de madera que resaltaban del resto, justo debajo de la escalera de la casa, que formaban un cuadrado semiperfecto lo suficientemente grande como para que entraran dos personas. Pegó un puñetazo sobre las baldosas y esperó. Silencio.

-          En que estaría pensando. Yo me largo. – sentenció el muchacho.

-          Tú te quedas porque lo digo yo.

Cuando iba a replicar, escuchó moverse varios cerrojos y sonrió. Se puso de pie y tiró del muchacho para que no le diera la puerta de la “trampilla” mientras se abría con un fuerte chirrido y levantando algo de polvo.

-          Vaya, vaya, vaya – dijo un hombre, ya algo mayor – Pero mira a quien tenemos aquí. Yo pensaba que ya no usabas esta entrada.

-          Bueno. Estaba dando un paseíllo por la ciudad, me entró el hambre y esta es la entrada que me quedó más a mano.

El anciano sonrió, pero no dijo nada más y los invitó a pasar. Descendieron algunas escaleras de piedra tallada y entraron en una especie de túnel subterráneo lleno de antorchas. Las paredes estaban excavadas en roca y, mientras Soul se divertía mirando la cara de asombro del joven, el anciano se sentó en una silla y los despidió para que siguieran su camino.

-          Interesante ¿a que sí? – preguntó después de un buen rato de silencio.

-          Es alucinante. ¿Y dices que esto está por toda la ciudad?

-          Bajo toda la ciudad – comentó.

-          Pero ¿quién viviría aquí? La ciudad superior está más iluminada. Es cierto que hace más frío, pero allí no se corre tanto peligro de derrumbe – soltó de sopetón y a Soul le chocó escuchar una frase tan larga de sus labios. Sonrió.

-          Los ladrones no somos bien recibidos en la superficie.

El muchacho paró en seco y Sergey se dio cuenta de ello. Se maldijo a sí mismo. Había metido la pata. Quizá tenía que haberse callado que esa era la guarida de los ladrones. La luz de las antorchas del túnel reflejaba la cara de sorpresa que tenía el joven en aquel momento. Pero lo que más le impresionó de todo al ladrón fue que, en realidad, no parecía desagradarle la idea de que estaba a punto de entrar en su mundo. Sergey sonrió y siguió andando, seguido por un renovado…¿joven?

-          ¿Cómo te llamas? – preguntó el rubio.

-          Es de mala educación no presentarse antes – Soul arqueó las cejas en una mueca y el joven suspiró – Dimitri.

-          ¿Dimitri? Ese es un nombre para pijos.

-          Si tienes algún problema no haber preguntado – sentenció el otro con el entrecejo fruncido y mirando hacia adelante.

Ese chaval era una caja de sorpresas muy interesante. Llegaron a una puerta de madera, con retoques forjados de acero fundido, enfrente de la cual se detuvieron los dos. Aunque no se oía con claridad, sí que se percibía bastante jaleo al otro lado de la puerta y un intenso olor a comida emanaba del otro lado. El estómago del pelirrojo volvió a rugir. Soul soltó una carcajada y dio tres fuertes golpes a la puerta.

-          ¿Sois todos los ladrones tan lentos?

-          Depende de con quién y para qué.

Vio a Dimitri poner los ojos en blanco por el comentario y sonrió. La puerta se abrió de par en par para dar lugar a un gran escándalo y a una joven de cabellos rubios y ojos azul cielo, algo más alta que Dimitri.

-          Llegas tarde – sonrió Natasha, aunque Soul sabía de sobra que estaba aliviada.

-          Y vengo con mucha hambre.

Natasha cerró la puerta y los dirigió hasta la zona central. Filas de mesas y bancos de madera se juntaban en una amplia cueva circular excavada en roca pura, con las paredes llenas de antorchas, una larga barra de bar situada justo a su izquierda y varios túneles que conducían a otros lugares. El lugar estaba lleno de gente de ambos sexos y de todas las edades. Como eso era normal para Sergey no pudo evitar apartar la vista para posarla sobre la cara de Dimitri, el cual estaba justo a su lado. Seguro que no había visto tanto ladrón junto en su vida.

-          ¡Mirad! ¡Es Sergey! – escuchó gritar.

Todo el mundo dejó de hacer lo que estaban haciendo para quedarse callado y mirar al rubio, el cual ensanchó su sonrisa. Esos eran los momentos para los que merecía jugarse la cabeza. Empezaba a pensar que era ladrón por eso. Vladimir se acercó y le dio un puñetazo en el hombro.

-          Me tenías preocupado. Casi no llegas a comer.

-          Te dije que volvería. ¿Qué más da a qué hora llegue? Solo espero que hayas dejado algo para mí.

Vladimir sonrió y posó la vista sobre el joven que venía con su amigo. Fue entonces que Sergey se dio cuenta de que estaba pálido. Puede que a él le gustaran esos momentos de protagonismo momentáneo, pero a Dimitri no parecían sentarle demasiado bien.

-          Bueno, ya está. Todo el mundo que vuelva a lo que estaba haciendo – gritó Natasha que, como bien sabía, nadie iba a poner inconvenientes al respecto. El ruido de las diferentes charlas volvió a juntarse en la gran sala.

-          ¿Qué traes contigo? – preguntó el castaño, interesado.

-          Me lo encontré por ahí – soltó inocentemente el rubio.

Gracias a aquel comentario, Dimitri pareció volver a la realidad porque sacudió la cabeza y encaró a Soul con el entrecejo fruncido.

-          ¿Cómo que te lo encontraste por ahí? ¿Qué soy, un perro? – bufó y Soul rió.

-          Mira que eres susceptible, enano.

-          Y no me llames enano – dijo y miró hacia otro lado.

Y, aún así, era un enano a sus ojos. Eso de hacerle rabiar estaba comenzando a resultarle un juego de lo más entretenido. El estómago de Dimitri se quejó por tercera vez. Natasha sonrió y le ofreció una mano.

-          Soy Natasha, ¿cómo te llamas, cielo? – preguntó dulcemente.

-          Dimitri – dijo tímidamente.

-          Dima, ¿eh? Ven conmigo, te daré algo para que puedas aliviar esa hambre.

El muchacho asintió con la cabeza y Natasha se lo llevó con ella para ofrecerle, sin duda, un buen filete de reno. La rubia siempre había cuidado de los más pequeños del grupo, sobre todo aquellos cuyos padres habían muerto o estaban constantemente fuera de la guarida. Y, aunque Dimitri no fuera ya un niño, era un recién llegado.

-          ¿Qué hace aquí? – preguntó Vladimir, serio pero no enfadado.

Sergey le miró de la misma manera, algo preocupado quizá, y pensó la respuesta antes de darle una contestación.

-          Por él están los soldados del zar esparcidos por la ciudad. No nos buscaban a nosotros, Vlad, lo buscaban a él.

-          Algo le ha tenido que hacer para que mande una docena de idiotas armados a rastrearlo – dijo mirando hacia el pelirrojo, sentado ahora en la barra y atendido por la muchacha. Volvió la vista hacia Sergey, que le miró a su vez - ¿Qué ha hecho?

-          No lo sé. Sinceramente, no me he atrevido a preguntar. Pero tiene que haber sido algo gordo porque no veas como corría él y los que iban detrás – dijo sonriendo.

-          ¿Y qué piensas hacer con él? La única cama libre de su tamaño está en tu habitación. – ahora era Vladimir el que sonreía.

La cara de Sergey debió ser todo un poema en ese momento porque su compañero castaño no pudo por menos de echarse a reír a carcajada limpia delante de él.

-          Vlad, no es gracioso.

-          Ya no podrás llevarte nadie a la cama sin que lo sepa el compañero – dijo entre risas.

-          Vlad, que te la cargas.

-          Esto sí que va a ser bueno – decía mientras se alejaba hacia otro lado, con la mano sobre la barriga de tanto reír.

Sergey suspiró. Iba a ser un problema, pero no tenía como causa el hecho de que se llevara a alguien a la cama o no. Sacudió la cabeza. Ya pensaría algo después. Luego recordó que el también debía saciar su apetito. Se acercó al Dimitri que devoraba un filete de reno, apetitoso a los ojos del ladrón. Cuando el muchacho terminó de masticar uno de los trozos alzó la vista para fijarla en la de Soul, que le miraba desde una posición semiinclinada sobre la barra de bar, con los antebrazos apoyados en la misma.

-          ¿Está bueno? – preguntó el ladrón.

-          Un poco seco, quizá.

¿Seco? ¿Había oído SECO?  O estaba perdiendo visión o ese filete soltaba jugo por todos los lados. ¿Y ese crío decía que estaba seco? Nunca había pegado a nadie por la comida, pero con los filetes de reno de la taberna no se metía nadie. Si no llega a ser por la intervención de Natasha, le hubiera pegado un puñetazo allí mismo.

-          Sergey, no seas burro, que es un chiquillo.

-          El problema es que este crío – dijo e hizo énfasis en la palabra “este”- tiene que dormir conmigo esta noche.

Y eso no iba a dar más que problemas .Natasha pareció asustarse y, aunque Soul intuía por qué, seguramente Dimitri se lo estaría preguntando.

-          No le harás nada, ¿verdad? Sergey, que es un crío.

A Soul no le dio tiempo a reaccionar y Dimitri se atragantó con el trozo de carne que tragaba en ese momento, entendiendo perfectamente las palabras de la mujer que estaba al otro lado de la barra.

-          ¡¿Cómo?! – gritó con los ojos desorbitados, mirando alternamente a Soul y a Natasha.

El ladrón rubio suspiró. Siempre, siempre hacía lo mismo. Esa mujer era un cielo y todo lo bueno del mundo. Pero era una mal pensada. Posiblemente, todos los malos entendidos que había entre los ladrones de carácter sexual y amoroso los había provocado ella. Y siempre inconscientemente. Era lo que tenía estar detrás de la barra, que lo oyes cosas, pero no sabes cuanta parte de la historia es.

-          Joder. Que no. Que tengo allí otra cama – dijo mirando y gesticulando con las manos – Natasha, por Dios, que yo soy decente.

-          Sí, ya. Entonces estás de niñera, ¿eh?

Soul abrió mucho los ojos. ¿Ni-Niñera? Preferiría mil veces más que le llamaran pervertido a que le llamaran niñera. Dios, que mal sonaba. Y encima el idiota pelirrojo todavía no había dicho nada.

-          Que quede entre nosotros, ¿estamos? – le dijo muy serio a la rubia.

-          De acuerdo – dijo sonriendo – Tranquilo Dima, aunque no lo aparente, es buena persona. – Dimitri asintió.

-          ¿Cómo que aunque no lo aparente?

-          ¿Un filetito? – preguntó la rubia.

Y todas sus penas se apartaron durante los tristes y escasos minutos que duró el filete de reno en el plato de un hombre hambriento y con un gran problema por delante.


 

Notas finales:

Espero que os haya gustado n.n

el diminutivo en ruso de Dimitri es Dima, para los que piensen que hago diminutivos raros XD es que este es así. Por lo general los diminutivos que use serán los rusos, así que si véis algún diminutivo raro no es que me haya vuelto loca, es que los rusos son muy raros XD

Gracias por leer!!!

Besazos!!


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