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.:El Zar:. por Alaya-chan

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Notas del capitulo:

Aquí os dejo el capítulo número cuatro. A partir de este momento a lo mejor tardo algo más en actualizar, pero no os penséis que lo voy a abandonar.

Una aclaración: como Rusia está muy al norte, las horas de luz disminuyen conforme se acerca el invierno, así que enseguida se hace de noche.

Espero que os guste.

Besazos!!

IV

 

A LA CAZA

 

El pasillo que llevaba a las caballerizas era uno de los más largos y frescos de toda la guarida. ¿Por qué? Porque comunicaba con el exterior. La guarida había sido antiguamente una mina de metal, explotada posiblemente durante la Prehistoria, y que ahora estaba completamente vacía. Aunque los ladrones habían realizado algunos retoques también, el noventa por ciento de la mina estaba completamente intacta. La entrada original de la mina comunicaba directamente con una cueva al otro lado del río Moscova, escondida entre unos árboles, por lo que solo los ladrones sabían dónde estaba. Y, aunque era usada para el paso de mercancías grandes, su fin principal era la entrada y salida de jinetes.

 

Dimitri iba completamente callado al lado del rubio. Parecía algo nervioso, pero Soul no hizo ningún comentario al respecto. Empezaba a intuir que era la primera vez que el pelirrojo salía de caza. Aunque no le hacía mucha gracia porque iba a ser más difícil conseguir una presa grande, no tenía más remedio y podía aprovechar para enseñarle algo. Apenas le quedaban unos pasos para la entrada a las caballerizas, un par de puertas de madera de sauce, cuando vio a un grupo de tres hombres salir de las mismas.

 

-          Vaya, vaya, vaya – dijo uno de ellos, posiblemente el jefe – Mira a quién tenemos aquí.

 

Soul se puso serio. El hombre tenía el pelo largo y negro y siempre lo llevaba recogido en una coleta en la nuca. Sus ojos eran de color oscuro, posiblemente como sus intenciones, y, aunque no solía llevar barba, siempre lo había visto con un ridículo bigote que afirmaba haberle visto a algún francés. El moreno pasó la vista de Sergey hacia Dimitri y el rubio frunció el entrecejo.

 

-          ¿Qué es lo que quieres? – escupió el mayor.

 

-          Dicen que ahora te dedicas a recoger cachorros abandonados – comentó con una sonrisa sarcástica – Veo que los rumores son ciertos. También dicen que ahora te lo llevas a todas partes – dijo malévolamente.

 

Soul puso una mano sobre el pecho de Dimitri cuando lo vio moverse para replicar. El menor miró muy serio a Sergey, pero pareció calmarse un poco a ver la mirada que le dedicó el mayor. Era normal que se molestara, no era para menos. El idiota que en ese momento tenían delante hacía las cosas de tal manera que siempre alguien saliera herido. El ladrón levantó una ceja y sonrió malévolamente.

 

-          Al menos yo no le tengo que pagar para que me siga – sentenció el rubio.

 

Sabía que el comentario molestaría al moreno. Lo vio fruncir en entrecejo y mirar a los dos hombres que tenía justo detrás, los cuales iban cargados con algunas liebres. Escuchó como chasqueaba la lengua y volvía a mirarle fijamente.

 

-          Ya veo que no has perdido el sentido del humor, Sergey. Bueno, creo que ya he pasado demasiado tiempo hablando contigo – dijo y comenzó a andar en su dirección. Soul pasó un brazo alrededor de los hombros de Dimitri y lo apartó un poco cuando los tres hombres pasaron a su lado. Sergey solo giró la cabeza para mirarle, pero no se movió más. – Auf wiedersehen.

 

-          Se dice “Of Vidersen” – escuchó decir a Dimitri, se zafó del agarre de Sergey y se giró hacia el moreno – Si vas a aprender alemán, por lo menos pronúncialo bien.

 

Soul se dio la vuelta para ver la cara del hombre, la cual le dijo que eso no se lo esperaba para nada, y menos de un crío como Dimitri. Sergey sonrió y se sintió orgulloso. Escuchó como el hombre del bigote bufaba y comenzaba a caminar deprisa, alejándose de ellos.

 

-          Eres un granuja, Dimitri – dijo y le pasó la mano por el pelo, despeinándolo. El menor le miró sonriendo.

 

Cada vez le gustaba más ese chico. Reanudaron la marcha hacia las caballerizas, ahora con mejor humor que antes y con esperanzas de que, en el mejor de los casos, quizá cogerían una presa bastante buena. Como podía cambiar la vida en un momento con tan solo un buen encuentro.

 

-          ¿Quién era ese idiota? – preguntó el pelirrojo.

 

-          Leonid Soloviov – soltó el rubio – Pertenece a los ladrones porque no tiene otro sitio.  Aparte de a sus secuaces, creo que no le cae bien a nadie. Intenta no acercarte mucho a él.

 

-          Si tú lo dices – comentó y se echó a reír para molestar a Soul. El mayor lo miró de reojo y se contuvo de darle una colleja.

 

Sergey empujó los portones y Dimitri quedó sorprendido cuando los cruzó. Al menos una treintena de caballos poblaban las caballerizas de los ladrones, y no solo había razas rusas. Algunos equinos se giraron al ver entrar a los hombres pero, acostumbrados a ellos, no montaron ningún alboroto, y enseguida perdieron el interés en los recién llegados.

 

-          Es impresionante – dijo Dimitri adelantándose corriendo para acercarse a un box en concreto para acariciar el hocico de uno de los animales- ¿Son todos robados?

 

-          Algunos. – dijo Soul. El pelirrojo enarcó una ceja, mirándole a la cara – Bueno, la mayoría ¿vale? El resto los encontramos vagando sin rumbo. Muchos de ellos llenos de sangre.

 

Vio al menor bajar la cabeza. Posiblemente, las guerras le hacían tanta gracia como a él y, sin embargo, al zar parecían gustarle demasiado. Soul suspiró y, al pasar detrás de Dimitri para sacar a su caballo del box, le acarició el pelo, intentando animarlo. El menor levantó la cabeza y sonrió nostálgicamente. Luego, su humor pareció cambiar de repente.

 

-          ¿Puedo elegir yo? – Sergey se giró para mirarlo. Como un niño, era como un niño. Sonrió.

 

-          Anda, enano, que eres de lo que no hay – dijo y señaló con el pulgar la fila que había detrás de él. – Ninguno de esos tiene dueño fijo, así que puedes usar el que quieras.

 

La sonrisa que le regaló a Soul lo dejó en shock durante unos segundos, los cuales los pasó mirando cómo se acercaba a elegir. Repasó con la mirada el cuerpo de Dimitri de arriba abajo y sonrió pícaramente. Luego se giró para seguir con lo que tenía que hacer. En mente tenía un box en concreto, pues él poseía un caballo fijo que no montaba nadie más. Se acercó a saludarlo, acariciándole el hocico. Sabía de sobra que el animal le reconocería porque llevaba varios años montándolo. Escuchó como Dimitri abría un box y sacaba al animal de dentro para ensillarlo. Ambos intercambiaron una mirada.

 

-          Es mi raza favorita – comentó.

 

Un frisón. Bueno, una, para ser exactos. Una yegua de color negro completamente, característico de la raza, con las crines largas. No era un ejemplar muy grande, pero con la altura de Dimitri tampoco hacía falta algo extraordinario. Desde luego que el enano tenía buen ojo para elegir caballo. Soul colocó su ejemplar, macho, junto al que había elegido el pelirrojo para ensillarlo. Dimitri se giró.

 

-          ¿Un shire? – dijo con la boca abierta. Sergey sonrió.

 

-          Se llama Adamantium.

 

Shire. La raza más grande de caballos del mundo. Había oído a muchos también denominar a la raza como “El coloso Equino”. Y no era de extrañar. De pelajes de diferente color, Adamantiun en concreto poseía uno de manchas negras y blancas. Si Dimitri tuviera que montar encima de él, posiblemente necesitaría una escalera. Sergey empujó al menor para que saliera de su ensimismamiento y luego se sorprendió de la destreza del pequeño para ponerle los accesorios al animal.

 

Una vez montados y preparados cada uno con un arco y un carcaj de flechas, además de una daga, Sergey guió a Dimitri hasta la entrada de la cueva. El día estaba nublado, como era normal en octubre, pero no parecía haber señales de que fuera a nevar, un alivio para ambos hombres, que tendrían que pasar toda la mañana y parte de la tarde a la intemperie. Soul no le quitó la vista de encima a su acompañante durante los primeros minutos pero, en cuanto vio que el muchacho tenía un buen domino y elegancia para montar, sus preocupaciones se acabaron.

 

-          Una carrera hasta el linde del bosque – soltó el mayor.

 

-          Tu shire es demasiado pesado para competir contra un frisón, Soul – chuleó – No podrás alcanzarme.

 

-          ¿Qué te apuestas? – dijo pícaramente. Dimitri meditó un momento.

 

-          Un filete de reno.

 

-          Trato hecho.

 

Incitaron a sus caballos para que entraran en el galope y ambos hombres comenzaron una bestial carrera por la llanura rusa hasta el linde del bosque, donde dejarían a los animales para, después, seguir a pie.

 

 

 

Caminar por el bosque comenzaba a ser algo complicado según avanzaban. En un principio había preferido ir él primero, pero después tuvo que dejar que Dimitri fuera a su lado porque no hacía más que tropezarse. En alguna ocasión se había caído cuando se enredaba con sus propios pies. El pelirrojo iba malhumorado porque Sergey no hacía más que reírse de él, y no era para menos. Puede que no cazasen nada al final, pero por lo menos se lo habían pasado bien, al menos en lo que al ladrón suponía.

 

-          Tú ríete – decía el menor – Que esta noche te vas a quedar sin cenar.

 

Porque, para desgracia de Soul, Dimitri había tenido razón sobre los caballos. Un shire del tamaño de Adamantium no podía alcanzar a un frisón en carrera. Y no le hacía nada de gracia quedarse sin cenar. Estaba seguro de que el ojiazul era capaz de torturarlo mientras lo veía comer. Sergey resopló y una nube de vapor salió de sus labios.

 

-          Por lo menos yo no voy a llegar lleno de golpes por todos los sitios, no como otro que yo me sé – dijo socarronamente.

 

-          Vete por ahí.

 

Y, por vigésima segunda vez, Dimitri tropezó y estuvo a punto de caer, pero, por vigésima segunda vez, Soul lo cogió antes de que tocara el suelo y se partiera la cabeza.

 

-          Estoy empezando a cansarme de esto – soltó aburrido el ladrón – Menos mal que pesas poco, enano.

 

-          Claro, como me gusta tanto irme tropezando con todo – ironizó – Anda mira, un árbol. Voy a ver si me tropiezo con él.

 

Sergey soltó una carcajada ante el comentario del menor. La verdad es que sentido del humor no le faltaba a ese crío.

 

-          A lo mejor es que te gusta que te coja – comentó picaronamente el rubio.

 

Dimitri chasqueó la lengua, e incluso juraría que lo vio sonrojarse, pero no dijo nada al respecto. Caminaron algo más entre la maleza hasta que Soul divisó un lugar en el que solía coger buenas presas. El joven pelirrojo se colocó junto a él y le miró.

 

-          Creo que desde aquí podremos cazar bien – dijo el rubio mirando hacia las ramas de un árbol. Dimitri abrió mucho los ojos.

 

-          ¿Tenemos que subir allí arriba? – Soul le miró.

 

-          ¿Nunca has trepado un árbol, enano? Yo a tu edad ya los subía como un rayo – la frase le sonó rara en sus propios labios y Dimitri soltó una suave carcajada. Había quedado como un viejo.

 

Sonrió y se acercó al tronco. Saltó para agarrarse a una de las ramas que estaban algo altas y se subió a ella tirando de su cuerpo con los brazos hasta que las piernas alcanzaron la altura justa para agarrarse a la misma. Luego le tendió la mano a Dimitri y lo ayudó a subir. Tenían suerte de que los árboles que crecían allí eran de hoja perenne, y siempre estaban llenos de verde, fuera cual fuese la época del año, lo que hacía la caza desde los mismos algo más fácil. Continuaron subiendo hasta que el mayor consideró que podrían tener a tiro a cualquier presa cercana y que no fueran vistos. Dimitri se sentó en la rama con las piernas colgando hacia abajo, mientras que Sergey apoyó la espalda contra el tronco y colocó las piernas sobre la misma rama.

 

Luego quedaron en silencio. Pasaron horas durante las que Sergey miraba hacia el menor con curiosidad. Sabía idiomas, conocía a la perfección las razas de caballos y se había dado cuenta de que vivían bastante bien para ser “gente de la calle”; pero no tenía ni idea de caza y era un patoso de mucho cuidado. ¿De dónde había salido entonces ese crío? Ni siquiera sus modales o su comportamiento le resultaron normales desde un principio. Era como si superara al resto de sus camaradas o de la gente normal. A Sergey le picaba la curiosidad, y no pudo por menos que terminar preguntando.

 

-          ¿Por qué  te perseguían los soldados? – soltó de repente.

 

Dimitri le miró, con los ojos azules abiertos como platos. No se esperaba aquella pregunta. Y menos la seriedad que había puesto Sergey intencionadamente al formularla. Bajó la cabeza para mirar hacia sus piernas.

 

-          No es asunto tuyo – dijo y le vio morderse el labio inferior.

 

Vale. Lo había pillado. No le hacía gracia hablar del tema y no iba a forzarle. Entre otras cosas porque le parecía una violación de la intimidad y porque, probablemente, no confiara del todo en él. Además, todo el mundo tiene secretos ¿no? Sergey miró hacia el suelo y agudizó el oído para que ninguna presa se le escapara. Cogió su arco, sacó una flecha del carcaj y se colocó en posición para estar preparado para todo.

 

De vez en cuando escuchaba suspirar al joven a su lado, el sonido de las hojas al moverse con el viento, o algún animal pequeño correteando por el tronco. Pero nada más. Era lo que peor llevaba de la caza. La espera. Podían pasar horas sentando esperando hasta que apareciera una presa. Tuvo que cambiar de posición varias veces para que el cuerpo no se le entumeciera. Dimitri apenas se movió, pero su postura le hacía estar más libre. Estaba cabizbajo y no quitaba la vista de sus botas.

 

-          ¿Conocías al panadero Fillip? – habló el pelirrojo. Soul le miró.

 

-          ¿Fillip? Pues claro. Era famoso en la ciudad hasta que el zar mandó llevarlo a su palacio como panadero real. No lo volvimos a ver – Dimitri levantó la vista. Su mirada estaba cargada de tristeza y algo de rencor.

 

-          Era mi padre.

 

Soul abrió mucho los ojos. Ahora comenzaba a entenderlo. Fillip fue llevado a la fuerza a palacio cuando él todavía era muy pequeño, por eso desconocía por completo que el hombre hubiera tenido un hijo. Espera, ¿había dicho “era”? ¿Quería decir que Fillip, el Fillip que él había conocido ya no existía?

 

-          Me crié en palacio – continuó Dimitri, con la vista fija en el suelo – Mi padre trabajaba lo suficiente para que comiéramos él y yo, así que me dediqué a aprender a leer y a escribir y leí algunos libros de la biblioteca. Las doncellas de la corte me enseñaron idiomas. También ayudaba en las cuadras y me enseñaron a montar – notó que según avanzaba, se le iba quebrando la voz – Pero mi padre tuvo un incidente en la cocina y se quemó las manos… - la respiración de Dimitri se volvió agitada y lo vio apretar las mandíbulas y cerrar fuertemente los ojos – y el zar consideró que ya no servía para nada y… lo mandó ejecutar. Intenté robar lo que quedaba de él y que me pertenecía por derecho legítimo… pero el zar lo confiscó como suyo y tuve que salir corriendo del palacio para que no me encarcelaran por intento de robo.

 

Dimitri se mordió el labio inferior y cerró los ojos con fuerza. Sabía que no tenía que haber preguntado nada. Se maldijo a sí mismo por ser tan curioso. Cogió el arco y la flecha con una mano y la otra se la pasó por el pelo al pelirrojo. ¿Qué podía hacer? Decir que lo sentía no serviría de nada en ese momento, así que se ahorró el comentario. Algunas veces podía llegar a ser un completo idiota con la boca demasiado grande. Escuchó un sonido como de un crujido y miró hacia el suelo. Pero no era el suelo lo que crujía. Miró a Dimitri y el pelirrojo le miró a él. La tensión del momento anterior pareció desaparecer de repente.

 

-          Vale. Que no cunda el pánico – comentó el rubio.

 

-          Por Dios, que yo ya llevo demasiados golpes hoy – soltó el pelirrojo y a Sergey le hizo gracia el comentario – Como se rompa la rama y me quede medio tonto la culpa será tuya – Soul le miró.

 

-          Eso, las culpas al ladrón. Como son los que anda por la calle robando, s-... – Dimitri le colocó la mano en la boca.

 

Estaba a punto de replicar cuando fijó la vista hacia donde estaba mirando su joven acompañante. Un reno de un tamaño excepcional había dado con uno de sus cuernos en el árbol en el que estaban subidos y se había enganchado. Dimitri miró picaronamente a Sergey y éste le devolvió una mirada cómplice. Al final iba a resultar de ayuda el enano pelirrojo. Además, parecía que se le había pasado el mal rato. Se situó bien, tensó el arco y atravesó la garganta del venado de una vez. El animal cayó al suelo, completamente muerto.

 

-          ¡Ja! De una vez – dijo y comenzó a descender rápidamente por el árbol.

 

-          Eres un bestia. No te tiras encima de ellos y los matas con las manos porque sería de cavernícolas, que si no…  - ironizó y comenzó a descender, pero poco a poco.

 

Segey llegó al suelo y sacó una cuerda de una de las bolsas que llevaba al cinturón y se la ató a las patas delanteras. Escuchó el crujido de una rama y un golpe contra el suelo. Se giró rápidamente y, como esperaba, allí estaba Dimitri, sentado en el suelo, quejándose mientras se sacudía la ropa.

 

-          No quedabas a gusto si no besabas el suelo, ¿a que no, enano? – preguntó y se acercó a ayudarle a levantar.

 

-          ¿Por qué no te vas un poco a la mierda? – dijo e intentó levantarse, pero soltó un quejido y volvió a quedar sentado en el suelo, pasándose las manos por el tobillo izquiero.

 

-          No. No me digas que no puedes andar – dijo y se pasó una mano por el pelo, resoplando.

 

-          Vale, pues no te lo digo.

 

Segey suspiró audiblemente. ¿Y ahora que hacía? No podía llevar al reno y al enano a la vez, y comenzaba a anochecer. Tenía que tomar una decisión pronto si quería salir del bosque antes de que las horas de luz terminaran. Enganchó la cuerda que había atado alrededor de las patas de su caza en una rama y se acercó al pelirrojo. Luego se agachó al lado de Dimitri, dándole la espalda.

 

-          Sube – dijo y notó como el joven vacilaba – Vamos, antes de que cambie de opinión.

 

El chico le rodeó el cuello con los brazos y Soul le agarró de las piernas para llevarlo a cuestas. Tenía que estar ridículo. Pero no tenía otra opción. Luego agarró la cuerda del animal, se lo ató al cinturón y sujetando bien a Dimitri comenzó a andar hasta los caballos. Fue el único momento en su vida en el que odió su avaricia de ladrón.

 

Suspiró aliviado cuando pudo distinguir a los animales pastando hierba debajo de un árbol después de una hora, cuando ya casi no había luz. Lo primero que hizo fue atar la cuerda de su caza a la silla de Adamantium. Después se ocuparía de Dimitri. Pero en cuanto se deshizo del peso del reno, se percató de un problema aún mayor: el joven le echaba el aliento justo detrás de la oreja y, aunque era delgado como había supuesto desde un principio, sus muslos, los cuales tenía agarrados con las manos para mantenerlo seguro en su espalda, estaban llenos de músculo. El pulso del ladrón se aceleró y comenzó a sentir como si la temperatura subiera de repente. Estaba empezando a ponerse… ¿cachondo? Sacudió la cabeza e intentó deshacerse de la idea. Pero basta que te des cuenta de algo para que el cerebro lo capte de una manera más fuerte y se hiciera más sensible a todo lo que le rodeaba. Se acercó hasta el frisón que había montado Dimitri y le ayudó a subir.

 

-          Gracias – susurró el menor.

 

Sergey no dijo nada y apoyó la cabeza sobre la cruz del animal intentando tranquilizarse. Estaba visto que pasar demasiado tiempo al lado del enano empezaba a trastornarle. Esperó a que su pulso se normalizara y que el viento frío de la llanura le devolviera a su estado anterior.

 

-          Soul, ¿estás bien? – dijo y le colocó una mano en la cabeza. El rubio suspiró.

 

-          Como mañana tenga dolor de hombros te vas a enterar. ¿Me has oído? – dijo y sonrió, más tranquilo.

 

-          Fuiste tú el que me hizo subir al árbol, ¿sabías? – sonrió picaronamente.

 

-          Pero el patoso eres tú – se defendió.

 

Dimitri lo insultó por lo bajo y Soul rió. Luego se acercó a Adamantium y se subió a su lomo para emprender la marcha de regreso. La noche se les había echado encima. Pero esa no era la principal preocupación del ladrón en ese momento. Miró de reojo a Dimitri, que cabalgaba a su lado, y suspiró. Ya era lo que le faltaba. Que un crío le pusiera cachondo.

 

-          Soul… Oye, que lo de la apuesta… Da igual – dijo sin mirarle a la cara. Soul sonrió.

 

-          Eres un blando, enano.

 

Estiró el brazo y le pasó una mano por el pelo con suavidad. Dimitri le miró de reojo y le dedicó una suave sonrisa. Aunque en ese momento no lo admitiera, comenzaba a cogerle cariño a ese chico. Y eso no podía traer ninguna buena consecuencia. O eso pensaba.

Notas finales:

Ahora empiezan los problemas para Soul. Tened paciencia porque puede que el lemon esté al caer. Así que no me tiréis con nada todavía.

Se agradecen los reviews, que me animan mucho.

Besukis y gracias por leer!!

PD: aquí os dejo las razas de los caballos, que se me había olvidado ponerlos.

Shire http://img691.imageshack.us/img691/3413/shire.png

Frisón http://img143.imageshack.us/img143/2918/frison.jpg


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