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.:El Zar:. por Alaya-chan

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Notas del capitulo:

Bueno, aquí estoy otra vez. He intentado mantener mi promesa de subir una vez a la semana, pero me parece que el próximo capítulo se va a retrasar por motivos de las fiestas. Lo siento por l@s que siguen este fic... pero la vagancia me llama y mi musa ya cogió vacaciones XDD

Es algo más largo que los anteriores, pero no os acostumbréis, eh?

tenía pensado tardar algo más en subirlo, pero lo adelanté con motivo del cumpleaños de una de las lectoras XDD

Como siempre digo, espero que os guste!!

VII

 

ABRIENDO EL CORAZÓN

 

Aquella noche no pudo dormir. No porque no quisiera, que tampoco quería, sino porque la cercanía de Dimitri le tenía tan alterado que le hubiera sido imposible siquiera intentarlo. Los dos metidos en una cama tan pequeña hacía que el menor estuviera prácticamente encima suyo y completamente abrazado a su pecho. Por lo menos Dimitri había conseguido dormirse, porque lo que era él, no pudo pegar ojo. Entre otras cosas porque la velocidad a la que latía su corazón hacía que tuviera el cuerpo completamente despierto. Y encima tenía calor, pero sabía más que de sobra que era por los nervios de la situación en la que se había visto envuelto. Posiblemente no hubiera sudado tanto en su vida.

 

Dimitri no volvió a tener pesadillas en toda la noche pero, aún así, no se atrevió a moverse por  miedo a despertarlo. Estaba tan nervioso que no pudo ni siquiera ponerse cachondo. Increíble. Se ponía cachondo por verlo desnudo de espaldas y no lo hacía por tenerlo encima. Empezaba a pensar que realmente se estaba volviendo loco. Abrió los ojos y miró hacia la ventana en primer lugar. No tenía ni idea de qué hora podía ser y el cielo seguía completamente oscuro. Suspiró y bajó la vista hacia el muchacho que dormía tranquilamente sobre su pecho. Menudo problema tenía entre los brazos. Un momento, ¿entre los brazos? Vale, puede que Dimitri no le hubiera soltado, pero él tampoco lo había hecho. Se había quedado allí, abrazándolo como un bobo. Pero no lo iba a soltar ahora; ¿y si lo despertaba? Repentinamente notó como el menor se agarraba más fuerte a su camisa y suspiraba audiblemente. Sergey sonrió y le pasó la mano por el pelo suavemente. Luego apoyó la cabeza de nuevo sobre la almohada y cerró los ojos. Sabía que no iba a dormirse, pero por lo menos intentaría relajarse.

 

 

 

Esas últimas horas pasaron más rápido de lo que esperaba y, cuando quiso darse cuenta, la luz del amanecer ya comenzaba a colarse por los empañados cristales de la habitación. Abrió un ojo, pero lo cerró enseguida. No podía levantarse hasta que el enano se despertara, así que le daba igual si amanecía o no. Lo que le preocupaba era que su cuerpo le pedía estirarse, pues había mantenido la misma postura toda la noche y ya comenzaban a dolerle las extremidades. Abrió los ojos y se quedó pensativo, mirando hacia el techo de madera. Y se asustó cuando escuchó gritar a Dimitri y lo vio moverse de repente para quedarse sentado encima de la cama, completamente contra la pared, alejado de él.

 

-          ¿Qu-qué haces tú aquí? – estaba completamente rojo y tenía los ojos azules muy abiertos.

 

-          ¿De verdad no te acuerdas? – preguntó, con una sonrisa pícara. Ya que se había levantado así, iba a picarlo un poco.

 

-          ¿D-d-de qué me tendría que acordar? – ¿podría haber un color más rojo que la cara de Dimitri? Posiblemente no, y a Soul comenzaba a encantarle ese juego.

 

-          No sé… fuiste tú el que se me lanzó y no me soltaba – colocó las manos detrás de la nuca y una sonrisa socarrona apareció en sus labios.

 

Vio como el joven repasaba mentalmente las posibilidades, completamente ruborizado. ¿De verdad no se acordaba de nada? Mientras veía al menor poner un gran número de muecas muy graciosas, se estiró como un felino y se incorporó en la cama. El pelirrojo, con los ojos aún muy abiertos y las mejillas teñidas de carmín, se le quedó mirando. De repente, el rubor cedió, frunció el entrecejo, cogió la almohada y se la tiró a la cara. Parecía que se había acordado. Sergey se echó a reír.

 

-          ¡Eres un idiota! – gritó, aparentemente molesto.

 

-          ¡No he dicho ninguna mentira! – sonreía el ladrón rubio – A ti lo que te pasa es que eres un mal pensado. - Dimitri saltó por encima de Soul para bajar de la cama.

 

-          Lo que pasa es que lo has dicho como si… - se volvió a ruborizar - Bah, olvídalo.

 

Soul se levantó de la cama y se acercó a la suya para recoger las botas y ponérselas. Luego cogió el par de jerséis que llevaba puestos el día anterior para ponérselos. Pero lo pensó mejor y se le ocurrió una idea que ya había sopesado hacía un par de días. No le sentaría mal un baño. Miró de reojo a Dimitri. El muchacho levantó la vista y frunció el entrecejo.

 

-          ¿Qué? – preguntó secamente. En realidad se había enfadado. Soul sonrió.

 

-          Nada. Solo pensaba que a lo mejor no te vendría mal un baño – le dedicó una sonrisa picarona. Lo vio apretar la mandíbula.

 

-          Me voy a desayunar. Te espero en la taberna – y salió de la habitación maldiciéndole por lo bajo.

 

Hacía mucho que no tenía ese tipo de conversaciones con el pelirrojo. Se le había olvidado completamente lo mucho que le gustaba hacerle rabiar por cosas tan pequeñas. Y también se le había olvidado lo rápido que se enfadaba. Sonrió mientras se ponía los dos jerséis del día anterior y bajaba a la taberna.

 

 

 

Encontró al enano pelirrojo sentado junto a la barra. ¿Lo mejor de todo? Estaba siendo acosado por la pelirroja. Aunque en un principio no le gustó la imagen que vio, luego pensó que no estaba mal tomara un poco de su propia medicina. Se acercó a ellos y se sentó junto a Dimitri.

 

-          ¿Qué le has hecho, Seriozha? – preguntó Lilya, colgándose de su cuello.

 

-          ¿Yo? – preguntó, inocente. Natasha se acercó a ellos y le sirvió el desayuno al menor.

 

-          Sí, tú. Parece muy enfadado – soltó la pelirroja con el entrecejo fruncido.

 

-          Pero si fue él el que s- - Dimitri le tiró del cuello de la camisa.

 

-          No digas nada. – amenazó y luego le soltó para seguir desayunando. ¿Tenía genio el enano, eh?

 

-          ¡Jo! ¿El qué? ¡Que yo me quiero enterar! ¡Mira, Natasha! Mira como sonríe Seriozha. Vosotros habéis estado haciendo cosas esta noche y no lo queréis decir – la inocencia mata.

 

Eso no se lo esperaba para nada. ¿Qué habían estado haciendo qué? Miró a Dimitri, el cual se había ruborizado hasta las orejas. Incluso notó como la sangre se le subía a la cara y creyó que incluso él mismo se sonrojó ligeramente por un momento. Iba a matar a Lilya seguro. Seguro, no, segurísimo. Apretó las mandíbulas. Estaba completamente atónito y sabía que Natasha le estaba vigilando. ¿Cómo salía de esa? Si cambiaba de tema de repente seguramente se notaría mucho. No quería poner a Dimitri en un aprieto pero, por alguna razón que no llegaba a entender, no quería que ni Natasha ni Lilya supieran que sus sentimientos por el pelirrojo, los cuales aún no tenía claros del todo, fueran algo más que los de un simple compañero de equipo. Tenía que responder rápido o Natasha se daría cuenta, que para ese tipo de cosas, la mujer era un lince. Cogió aire y confiaba que se lo creyera.

 

-          Tuvo una pesadilla y me dio un susto de muerte, nada más. – dijo el ladrón y se atrevió a mirar a los ojos a la rubia. La vio sonreír malévola y picaronamente a la vez y girarse hacia Dimitri.

 

-          ¿Tuviste una pesadilla, cariño? – qué casualidad, ahora era la Natasha buena.

 

-          No fue nada.

 

-          ¡Pues yo no me lo creo! ¡Vuestra reacción ha sido muy sospechosa! – gritó la pelirroja.

 

-          Lilya, ¿puedes traerle el desayuno a Sergey, por favor? – pidió Natasha. La muchacha se movió hacia la cocina.

 

-          ¡Que sepáis que acabaré enterándome! – dijo y desapareció por la puerta. Sergey suspiró. Sabía que Natasha tampoco se lo había creído.

 

-          Natasha, ¿están muy llenas las termas hoy? – preguntó el ladrón intentando aliviar la tensión acumulada en el ambiente. La rubia le miró.

 

-          ¿Te vas a bañar? – Sergey puso los ojos en blanco.

 

-          No, las voy a contemplar, no te jode – ironizó. Natasha puso mala cara. Sabía que no le gustaba que soltara tacos en su presencia, pero algunas veces le sacaba de sus casillas.

 

-          No, creo que apenas hay gente. Iré a buscarte ropa. – dijo y miró hacia Dimitri, el cual ya había terminado de desayunar - ¿Quieres bañarte tú también, Dima? – como odiaba que lo llamara así. Sergey fijó la vista sobre el menor y lo vio vacilar.

 

-          Bueno. Si no me queda otro remedio. - Sergey sonrió para sus adentros. Lo que se iba a meter con él.

 

 

 

 

 

Después de desayunar y obtener sus prendas limpias de manos de Natasha, Soul condujo a Dimitri hasta las termas. El calor aumentaba conforme se acercaban, y la humedad cada vez era mayor también. Las termas componían una de las zonas más grandes de toda la guarida. Posiblemente ocupaba un espacio más amplio que la propia taberna y estaba compuesta de una piscina de agua termal completamente natural que se encontraba al fondo de la sala. La humedad y el vapor eran abundantes debido a la temperatura del agua, la cual era de un color blanquecino por la piedra en la que se había formado aquella piscina. El resto de la sala estaba llena de cubículos de madera colocados contra la pared en los que entraba una persona, toalleros de metal repletos de prendas y cubos del mismo material.

 

Sergey miró al pelirrojo. Si le hubieran dado una moneda de oro cada vez que había visto a Dimitri sorprendido, habría dejado la guarida de los ladrones para construirse su propio palacio a las afueras de Moscú y hacerle la competencia al zar. Pero tenía que admitir que le encantaba la cara que ponía el pelirrojo, con los ojos abiertos como platos y los labios entreabiertos por la sorpresa.

 

-          ¿A qué esto en el palacio no lo tenías? – Dimitri le miró con el entrecejo fruncido.

 

-          No, allí somos más higiénicos y tenemos una bañera para cada uno.

 

La madre que lo… Ahí, dónde duele. Estaba acostumbrado a ser él el que dijera la última palabra y cada vez que alguien lo hacía le sentaba como una real patada en el culo. Vio a Dimitri sonreír victorioso ante la cara que posiblemente tendría en ese momento. Por lo menos el enfado se le había pasado.

 

-          Vale, ¿y ahora cómo se hace? – preguntó el menor.

 

-          Coges dos cubos, los llenas de agua, te metes en un cubículo – dijo mientras señalaba cada uno de los pasos con el dedo y una sonrisa dibujada en el rostro– te enjabonas bien con uno de los paños que están colgados por los toalleros, –señaló las toallas y las prendas – con el agua de los cubos de aclaras bien y luego, si quieres, te metes en la piscina. Puedes atarte el paño que has usado a la cadera, por si te da vergüenza – sonrió pícaramente pero sabía que, posiblemente, tuviera él mismo más problemas al verlo completamente desnudo.

 

-          Estás de coña, ¿no?

 

-          No he hablado más en serio en mi vida – mintió, sonriendo descaradamente – Encontrarás el jabón en los cubículos.

 

Después de eso, se encaminó hasta uno de los toalleros y cogió un paño bien grande, evidentemente porque él no era pequeño. Cogió dos cubos, los llenó de agua en la piscina, que raramente estaba vacía y se acercó a uno de los cuartos de madera.  Antes de entrar en el cubículo se quitó las botas, los guantes y la capa y los dejó a un lado del mismo. Luego entró y cerró la puerta. Dejó la ropa que llevaba puesta a un lado y comenzó a ducharse, pero un problema se le presentó en la mente. Si se había puesto cachondo el día que vio a Dimitri desnudo de espaldas, ¿qué pasaría si lo veía completamente desnudo, es decir, por delante y por detrás? Se pasó el paño húmedo por la cara mientras se planteaba el dilema. Era muy grave. Sabía de sobra que si la situación se planteaba en la realidad no iba a ser agradable, nada agradable. Si a él mismo le pasara con cualquiera, ese “cualquiera” estaría en problemas o no, dependiendo de quién fuese. Se había metido tanto en el papel de cazador cuando pensó que podría picar a Dimitri que no se había dado cuenta de que, en ese momento, era la presa, pues no había caído en que podría presentarse ese “pequeño” problema llamado perversión. Sergey se abofeteó mentalmente. Algunas veces era un completo idiota y un lento pensando. Apoyó la frente sobre la madera de una de las paredes del cubículo y se pasó la mano con el paño por la nuca. Lo único que se le ocurrió fue entrar en la piscina después que Dimitri y salir antes que él. No encontraba otra solución.

 

Con ello en mente, tuvo que tardar más de lo normal en enjabonarse para darle tiempo al enano. Lo que le faltaba, tener que depender de él hasta para bañarse. Primera y última que se bañaba con el enano. En ese momento, la idea que había tenido esa mañana no le parecía tan buena. Escuchó un chapuzón y suspiró. Ahora tendría que salir él. Se ató el paño a la cadera y salió del cubículo. Se pasó la mano por el pelo empapado para sacudirlo un poco y quitárselo de los ojos, y luego giró la vista hacia la piscina. Pudo distinguir a Dimitri entre el vapor porque su pelo pelirrojo se volvía más claro al estar mojado, y se le ocurrió una buena manera de molestar al enano. Se acercó al borde y, una vez dentro, se sentó junto al menor, al cual el agua le cubría hasta la clavícula. Dimitri giró la vista un momento y luego se encogió en el sitio hasta que el agua le rozó la barbilla. Soul apoyó la espalda contra el borde y colocó los brazos sobre el mismo, de manera que le quedaron las manos colgando.

 

-          Mirándote desde atrás pareces una zanahoria cociéndose – soltó riéndose. Dimitri se giró de repente hacia él y lo miró furiosamente.

 

-          Eres idiota – dijo y se hundió más, fijando la vista sobre la blanca agua.

 

No sabía si era por el calor o por la situación, pero veía que Dimitri estaba completamente rojo. Si era cierto lo que había dicho, posiblemente fuera la primera vez que se bañaba con alguien. Admiraba eso del enano. La velocidad con la que se estaba adaptando a la vida en la guarida le resultaba completamente sorprendente. Le pasó la mano por el pelo con cariño y le sorprendió notar cómo el menor se estremecía con el contacto, así que la retiró. Echó la cabeza hacia atrás y la apoyó sobre el borde.

 

-          ¿Qué te tenía tan asustado anoche? – preguntó con la mirada perdida sobre el techo de las termas. El menor le miró de soslayo y tardó un poco en responder.

 

-          Tuve una pesadilla con mi padre – Soul levantó la cabeza y le miró.

 

-          ¿Le echas de menos? – el muchacho pareció sorprenderse. Vio como doblaba las rodillas y apoyaba la frente sobre ellas.

 

-          Algunas veces.

 

¿Era él o el ambiente comenzaba a tensarse? Si sabía la reacción que tenía el menor cuando sacaba el tema,  ¿por qué siempre acababa hablando de Fillip? A lo mejor Dimitri tenía razón y era una idiota. Bien sabía que algunas veces las relaciones con otras personas no se le daban muy bien, pero al pelirrojo creía conocerlo y, aún así, irremediablemente siempre acababa metiendo la pata.

 

-          Yo soy huérfano, ¿sabes? – soltó, sin saber por qué. Dimitri se giró y le miró.

 

-          ¿De verdad? – Sergey sonrió.

 

-          Mi madre tenía neumonía cuando yo nací. Era ella o yo – Dimitri bajó la vista.

 

-          Lo siento.

 

-          ¿Pero por qué lo sientes? – sonrió e le pegó un suave golpe en la nuca, intentando animarlo - ¿Acaso fue culpa tuya? No, pues ya está.

 

-          No tenías por qué pegarme, ¿sabes? – regañó y le miró con el entrecejo suavemente fruncido - ¿Y tu padre? – la pregunta le cogió por sorpresa.

 

-          Mi padre había muerto hacía tiempo en la guerra. Era soldado del zar.

 

-          ¿Trabajaba para el zar? – interrogó con los ojos como platos. Sergey ensanchó su sonrisa y asintió – Y yo que pensaba que hasta tus raíces eran ladrones. Qué decepción – picó el menor.

 

-          Oye, enano, con mis raíces no te metas – frunció el entrecejo, molesto.

 

-          Me meteré si me da la gana – una sonrisa malévola se plantó en el rostro del menor.

 

No iba a pegarlo, aunque en ese momento le entraron muchas ganas, tuvo que contenerse. Apretó los puños. Si se queda un rato más allí metido terminaría por tirarse encima de Dimitri y arrancarle la cabeza. O algo peor. Así que se levantó y salió de la piscina para encaminarse hasta el cubículo donde había dejado su ropa. Cogió una toalla grande de uno de los toalleros de metal que había repartidos por el lugar y se secó bien. Cuando se hubo cambiado se acercó de nuevo a la laguna, en la cual todavía estaba metido el menor.

 

-          ¿No sales todavía? – Dimitri le miró, ruborizado.

 

-          No, estaré aquí otro rato – dijo, casi en un susurro y volvió a fijar la vista en el agua blanquecina.

 

-          Te vas a arrugar – picó y luego le empujó la cabeza para meterla en el agua.

 

El muchacho se revolvió dentro del líquido y Soul lo mantuvo allí metido unos segundos. Luego retiró la mano y lo dejó salir. El menor tosió un par de veces, se frotó los ojos y luego le miró con el entrecejo fruncido y la furia pintada en sus perlas azuladas.

 

-          ¿Eres idiota o te pegaban de pequeño? ¡Casi me ahogo! ¡Imbécil!

 

-          Eres de porcelana, enano – comentó con una media sonrisa y se dio la vuelta para salir del lugar, pues comenzaba a asarse de calor – te espero en las caballerizas.

 

 

 

 

 

Lo que quedaba del mes de Octubre y parte del mes de Noviembre lo pasaron prácticamente con una nueva rutina. Cuando Dimitri se hubo recuperado del todo de su lesión, salían a cazar casi a diario y pasaban gran parte del día metidos en el bosque, momentos que aprovechaba el ladrón para cumplir la promesa que le había hecho al pelirrojo. Generalmente lo hacía cargar con presas para que desarrollara los músculos; pero en otras ocasiones lo hacía subir hasta la parte más alta de los árboles para que fuera cogiendo agilidad. Y le sorprendía lo rápido que se hacía al ejercicio. Aunque en más de una ocasión acabó con heridas y golpes por todo el cuerpo, enseguida volvía a levantarse para volverlo a intentar.

 

De vuelta en la guarida, solían pegarse un buen atracón de comida. Después, si no llegaban muy reventados de la caza, Dimitri aprovechaba para intentar enseñarle a leer. Esa era la parte más frustrante del día. ¿Por qué? Porque Dimitri no paraba de reírse de él. Para ser tan enano lo odioso que podía llegar a ser algunas veces. Tuvo que contenerse de pegarle en varias ocasiones por los comentarios contra su persona que hacía el menor. Pero tenía que reconocer que aprendió bastante.

 

 

 

 

 

Pero un día, a mediados del mes de Noviembre, un chivatazo llegó a la taberna de manos de uno de las fuentes de información más fiables de todos los ladrones: una diligencia cargada con seda de Oriente y otra con vino del oeste de Europa llegaban a Moscú.

 

-          ¿Cuándo? – preguntó Sergey, interesado. Hacía mucho que no tenía algo de acción.

 

-          Dentro de dos días en la plaza del sur – informó Vladimir, con los ojos brillándole de emoción.

 

-          Supongo que estará más vigilado que la última – comentó un ladrón que estaba sentado junto a ellos.

 

-          Probablemente. Y no sería para menos. – sonrió el castaño y miró a Soul.

 

-          Entonces necesitaremos a más hombres – el rubio se pasó la mano por el pelo – Yo puedo distraer a los guardias, pero necesitaré que alguien se encargue de los pijos de los cocheros.

 

-          Eso déjanoslo a nosotros, Soul – comentó Dimitri a su lado.

 

-          De eso nada. Tú te quedas aquí como que me llamo Sergey – el menor frunció el entrecejo y apretó las mandíbulas, pero no dijo nada más.

 

-          Entonces Sergey, tú te encargarás de los soldados…..

 

 

 

De vuelta a la habitación, Dimitri se tumbó directamente en la cama, dándole la espalda al rubio y sin siquiera desvestirse. Sabía que estaba cabreado, pero no podía dejarle que fuera con él porque sabía que estaría más preocupado por él que por los guardias.

 

-          No entiendo por qué te cabreas así – soltó serio el mayor. Dimitri se giró en la cama y lo miró a los ojos.

 

-          Y yo no entiendo por qué me dejas fuera. No soy un inútil, ¿sabes? – casi gritó, furioso.

 

-          Dimitri, no te considero un inútil.

 

-          Ah ¿no? – preguntó, sarcástico y se levantó de la cama para acercarse a él y plantarle cara – Entonces, ¿por qué coño no puedo ir yo también? – Soul cogió aire.

 

-          Porque si es verdad lo que dicen y esta vez las diligencias están vigiladas por la guardias del zar, podrías estar en peligro – escupió. El también comenzaba a enfadarse.

 

-          Ah, vale. Ahora resulta que Dimitri es idiota y no sabe defenderse. ¿Qué pasa? ¿Que me has entrenado estas semanas para que, cuando llegue la hora de la verdad, dejarme aquí encerrado?  ¿Qué he estado haciendo, entonces? – soltó, furioso. Soul apretó las mandíbulas.

 

-          No lo entiendes.

 

-          ¿EL QUE NO ENTIENDO?

 

-          La guardia del zar conoce tu cara, joder. ¿Crees que me voy a arriesgar a que abandonen su trabajo de proteger a las diligencias para perseguirte? Esos hombres son capaces de todo, coño. Y tú lo sabes mejor que yo – le miró intensamente a los ojos - ¿O me equivoco? – lo vio palidecer y bajar la cabeza.

 

Vio como comenzaban a temblarle los hombros y se dio cuenta de que a lo mejor había sido un poco brusco, incluso puede que cruel. Pero era la verdad, y Dimitri debía afrontarla. Le colocó una mano en la cabeza para intentar animarle, pero no se esperó para nada la reacción del menor. Dimitri se abrazó a él mientras escondía la cabeza en su pecho. Le correspondió el abrazo y apoyó los labios sobre su coronilla. Notaba como el cuerpo del menor temblaba suavemente y lo escuchaba sollozar débilmente.

 

-          Odio que tengas razón – susurró el menor, pero no dijo nada más.

 

Sergey lo apretó aún más contra sí. En el punto en el que se encontraban sus sentimientos hacia el enano, no podía permitirse involucrarlo en una pelea por varias razones, siendo una de ellas el miedo a perderlo para siempre.

 

 

 

 

 

Sergey estaba seguro de que cuándo esperas por algo positivo, tarda mucho en llegar y parece que los minutos duran años. Pero cuándo es algo negativo, el tiempo parece acelerarse de manera extraordinaria, y termina por llegar el momento antes de que haya dado tiempo a prepararse siquiera.

 

El y sus compañeros abandonaron la guarida por una de las salidas más alejadas del centro de la ciudad hacia el mediodía. Se movieron por las calles de Moscú como si fueran personas normales y, al llegar a la plaza, se escondieron en callejones o se subieron a los tejados. Sergey prefirió quedarse en una de las callejuelas oscuras. Su salida debía ser la primera, así que era mejor si hacía su intervención desde el suelo que tener que tirarse desde un tejado. Sería más rápido. Se colocó de manera que pudiera ver a Vladimir desde su posición. El castaño se encargaba de darles la alarma cuando llegaran las diligencias y los guardias. Apenas empezaba a anochecer cuando escucharon el trote de varios caballos y el ruido del girar de ruedas.

 

 

 

 

 

Tuvo que empujar la puerta de la taberna con el pie porque llevaba las manos ocupadas. Como eran pocos los que habían ido a hacerse con el botín porque no querían llamar la atención, volvían todos cargados de sacos. Era más tarde de lo habitual y el lugar estaba completamente desierto. Bueno, casi completamente. La rubia respiró hondo, aliviada y se acercó a los hombres.

 

-          Me teníais preocupada. Habéis tardado mucho – dijo y se abrazó a Vladimir.

 

-          Sergey tuvo problemas con los guardias. – sonrió el castaño. La rubia se alejó de él para acercarse al rubio.

 

-          Claro, como Sergey solo ha tenido que despistar a quince guardias e intentar que no le dejaran como un colador con las ballestas – ironizó el rubio algo molesto. Siempre cargaba él con la peor parte.

 

-          Pero cualquiera de nosotros no lo hubiera hecho la mitad de bien. Y sin salir herido. – sonrió la rubia. Qué bien conocía su punto débil.

 

Todos sus compañeros y él incluido dejaron los sacos llenos de botín junto a la barra y se despidieron para irse a dormir. Había sido un día duro y necesitaban descansar. Tenía los músculos completamente agarrotados e, irónicamente, la parte del cuerpo que más le dolía eran los hombros de cargar con el botín. Subió las escaleras de la casa tan despacio que, al llegar al segundo piso, le pareció que se había pasado de planta. Entró con cuidado en la habitación y cerró las puerta tras de sí. Casi se cae hacia atrás cuando un joven de cabello pelirrojo le abrazó de repente.

 

-          ¿Preocupado? – dijo y le rodeó con los brazos.

 

-          ¡Pues claro, idiota! – Soul soltó una suave risita y cerró los ojos.

 

Se había bañado. Lo notó cuando apoyó los labios sobre la coronilla del menor, pues aún tenía las raíces del pelo algo húmedas. Además le olía realmente bien. Atontado, permaneció en esa postura un par de minutos más. Se había acostumbrado a abrazar a Dimitri de vez en cuando y, como el menor no le rechazaba, pues lo había convertido en algo normal. Aunque para él no era nada normal. Para él resultaba una de las maneras más seguras de cargarse de energía; más que la comida o la pelea. Adoraba el calor de Dimitri y la sensación que le provocaba el tener entre los brazos aquel cuerpo delgado y fuerte a la vez. Que su pulso se acelerara o que su estómago se llenara de emociones extrañas había dejado de preocuparle cuando se encontraba en esa posición. Había aprendido a dejar esos pensamientos de lado para centrarse por completo en el momento.

 

Dimitri bajó los brazos que se agarraban a su espalda y lo empujó suavemente para deshacer el abrazo.

 

-          Me-me alegra que estés bien – susurró el menor. Sergey le pasó una mano por la cabeza y le despeinó.

 

Soul se sentó sobre el borde de la cama de matrimonio mientras el pelirrojo se metía en la individual. El rubio se quitó las botas y la capa y se echó sobre las mantas. A pesar de que no tardó mucho en escuchar la profunda respiración de su compañero, tuvo que hacer uso de todas las fuerzas que le quedaban para no quedarse dormido. Luego volvió a coger la capa, se puso las botas y salió de la habitación para irse él a dormir.

 

 

 

 

 

¿Por qué le perseguían? El no había hecho nada. ¿Seguro que no has hecho nada? ¡No! O al menos no recordaba haber hecho nada malo. Querían morderle. Querían arrancarle cada parte del cuerpo que pudiesen mientras aún estuviera vivo. Querían hacerse sentir el dolor. Los escuchaba aullar y gruñir a su alrededor. Se sentía inseguro y estaba asustado. Por todas partes estaban y no podía pararlos. Y, de repente, su dolor y miedo desapareció y comenzaron a huir. La oscuridad empezó a deshacerse y pequeños haces de luz comenzaron a entrar en su pesadilla mientras oía su nombre en la lejanía. Fue cuando empezó a abandonar el mundo de los sueños y a volver al mundo real para tener consciencia de su cuerpo. Había algo apoyado sobre su pecho y sobre su frente.

 

-          Soul…  - reconocería esa voz entre un millón y abrió los ojos.

 

Dimitri estaba arrodillado junto a él, con una mano sobre su pecho y la otra sobre su frente, como había hecho él mismo en una ocasión para tranquilizarlo cuando estaba teniendo una pesadilla. La cara del menor denotaba preocupación, e incluso podía leerse una pizca de enfado. El pelirrojo retiró las manos y Sergey se incorporó hasta quedar sentado sobre las mantas. La luz del sol se colaba por la ventana de la desnuda habitación. Espera, ¿qué hacía Dimitri en esa habitación? Estupendo, le había descubierto. ¿Qué excusa pondría ahora? Miró al menor a los ojos y recibió una mirada fuertemente cargada de reproche.

 

-          Yo…

 

-          Si no querías que durmiera contigo podrías habérmelo dicho y te hubieras ahorrado tener que dormir aquí como un perro – soltó el menor, molesto.

 

-          No es eso, Dimitri.

 

-          ¿Entonces qué es? – bajó la mirada, cohibido – De verdad que algunas veces no te entiendo.

 

-          Si me hubiera quedado contigo en la habitación el que no hubiera dormido habrías sido tú – el menor subió la vista a los ojos ambarinos del mayor. Aún sentados en el suelo, Soul seguía siendo más alto.

 

-          ¿Lo dices por esa pesadilla?

 

-          Son recurrentes. Todas las noches tengo pesadillas similares. Nadie sabe de esto. Por eso no quería dormir contigo – los ojos del menor se abrieron de par en par.

 

-          ¿Todas las noches? ¿No tienes sueños normales?

 

-          Creo que en vida he soñado – una sonrisa nostálgica se dibujó en el rostro del mayor.

 

-          Pero cuando te coloqué las manos te calmaste, ¿no?

 

El comentario tomó a Sergey por sorpresa. Era cierto que su pesadilla había dado un giro espectacular en cierto momento antes de que se despertara, pero solo era coincidencia, ¿no? O a lo mejor no. Se quedó un momento en silencio, perdido en los ojos azul marino de Dimitri. ¿Podría ese enano cambiar su mundo hasta tal punto que pudiese empezar a soñar como una persona normal? No necesitaba respuesta a esa pregunta porque ya la sabía. De hecho, la había experimentado. Suspiró y bajó la cabeza.

 

-          Déjame ayudarte.

 

Levantó la vista y la posó sobre los ojos azules de Dimitri. ¿Por qué? De repente se presentó en su vida e hizo que su mundo entero diera un giro de ciento ochenta grados para volverse un completo caos. Comenzó a tener sentimientos extraños y sensaciones que nunca había antes había sentido. Pareciera que todo giraba en torno a ese muchacho. ¿Qué estaba pasando? Sus muros se habían derrumbado. Su corazón latía desenfrenado buscando una respuesta. No podía moverse mientras todo a su alrededor comenzaba a deshacerse, volviéndose insignificante a ojos del ladrón. Solo existía el joven para él en esos momentos. Levantó una mano para acariciarle el rostro a la altura de la mejilla. Lo vio lo ruborizarse, pero eso no hizo que apartara la vista y, aunque su cuerpo se sentía débil por el cúmulo de emociones y su corazón parecía un caballo desbocado, comenzó a acercarse a él hasta quedar peligrosamente cerca y a pocos centímetros de sus labios.

Notas finales:

Jujuju... qué cruel soy... aquí os lo dejo hasta que vuelva a subir!! ;P

Espero que os haya gustado!!

Besukis!!

PD: se agradecen vuestros reviews!!!


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