Creían que Shuichi mejoraría al estar todos juntos pero la verdad era que se mostraba distraído y ansioso, los primos se mostraban interrogantes, ahora no sabían que ocurría con él.
-Hablaré con él- habló por fin Ren.
-Solo no lo espantes mucho- bromeó Leleouch.
-No, solo lo golpeare- habló divertido, Leleouch sonrió y negó, acariciando los cabellos del menor de los primos que dormía.
-¿No ha venido el doctor a verle?
-No desea que venga, dice que se siente mejor.
-Pero ha dormido mucho los últimos días- habló preocupado.
-Bueno, ahora nuestro pequeño hermano, está más activo- dijo con una sonrisa, Ren le miró pero no dijo nada, sabía que se refería –Nunca te vi tan feliz, Horo ha logrado lo que ninguno pudo.
-Cállate- Leleouch sonrió al notar su vergüenza -¿No tienes que ir a ver a tú novio?- trató de desviar el tema.
-Está ocupado- habló decaído, Ren le miró serio.
-Te has hecho dependiente de él.
-Así como tú de Horo.
-No me he hecho dependiente de él- habló indignado.
-¿Y por qué no dejas de mirar el celular?- Ren pasó por la ira, la incredulidad para llegar a la indignación, besó los cabellos de Ritsuka y salió sin dirigirle una mirada a Leleouch, quien le miró divertido, se acomodó en la cama al lado del menor, decidido a dormir para que el día se fuera más rápido.
Ren se fue a su casa para encerrarse en su cuarto, teniendo cuidado de no encontrarse con nadie, pues estaba completamente sonrojado. Al llegar a éste, se dejó caer pesadamente en la cama, se cubrió el rostro y pensó horrorizado “Me he vuelto dependiente de Horo… pero es tan guapo y me entiende sin necesidad de decirle lo que quiero o siento” suspiró, tomó su celular y miró la foto que le había tomado cuando estaba distraído, era tan puro, suspiró nuevamente mirando embelesado la foto “Tonto, te has metido tan profundo” llevó el celular hasta su pecho a la altura de su corazón, sonrió “Te amo”.
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Suzaku se mostraba fastidiado en aquella reunión, no le interesaba estar ahí en esos momentos.
-Por lo menos deberías disimular cariño.
-No puedo mamá, estoy aburrido y extraño a mi novio- su madre, una mujer de hermosos ojos verdes, le miró con cariño.
-La próxima vez podrás invitarlo.
-¿Lo dices en serio?- preguntó ilusionado.
-Sí, no me gusta verte así, me gusta cuando hablas de Leleouch, tus ojos brillan y muestras un rostro lleno de paz y amor.
-Mamá- le reclamó avergonzado, la mujer rió divertida.
-No tiene nada de malo.
-No, pero es vergonzoso- la mujer sonrió y acarició su rostro.
-Lo siento amor pero te vez tan feliz cuando hablamos de él- Suzaku sonrió, acarició la mano de su madre y la invitó a bailar, su sonrisa se borró cuando miró a su padre con alguien.
-Creo que papá aún no acepta que soy gay- su madre le miró y luego a donde miraba.
-Amor deja de pensar que está hablando con Euphine por algo relacionado contigo, solo están conversando, puede ser de cualquier cosa.
-Si mamá, por eso se están acercando- la mujer acarició el rostro de su hijo.
-Tal vez la hagas entender ya que tú padre es un necio- rió divertido
-¿Me permites bailar con la mujer más hermosa de la fiesta?- Suzaku miró a su madre quien sonrió, el castaño suspiró, colocó la mano de su madre en la de su padre y él colocó la de Euphine en la suya.
-Creí que te vería más seguido ahora que estoy aquí.
-Estoy en la escuela y con mi novio-.
-Ah… si, tú padre me ha comentado algo, él cree que solo es una faceta- habló como si ese asunto no fuera importante, el castaño se calmó, esperaba que ella entendiera.
-No lo es, le amo- sonrió –Estoy pensando seriamente en casarme con él.
-¿Qué?- se detuvó y le miró sorprendida e impactada.
-Tú también creías que era solo una faceta- afirmó, la chica no sabía que decir.
-Suzaku… tú… no recuerdas ¿nuestra promesa?- el chico rodó los ojos.
-Por dios Euphine, éramos niños, muchas veces no estábamos conscientes o no sabíamos lo que significaba lo que decíamos- los ojos de la chica se llenaron de lágrimas.
-Sabes que todo este tiempo he crecido con la ilusión de convertirme en tu esposa.
-No alimente esa idea, estoy siendo sincero, eres una excelente persona, tierna, atenta, guapa, no dudo que encontraras a alguien te ame, así como yo amo a Leleouch- Euphine no aguanto más, le pegó una bofetada dejando caer sus lágrimas.
-Eres un tonto- se giró ofendida y se alejó, todos se giraron a verlo, frunció el ceño molesto, él había sido sincero, se alejó molesto, su madre se acercó preocupada.
-¿Estas bien? ¿Qué paso?- le miró preocupada.
-Me voy a casa- habló fríamente.
-Cariño- le siguió preocupada, al ver su mejilla roja e hinchada.
-Me voy a casa- repitió molesto.
-¿Qué está pasando?- se acercó su padre.
-Pasa que esa niña tonta, tiene la cabeza llena de ideas equivocadas y por ser sincero con ella, me abofetea-
-Suzaku no llames así a Euphine- le reprendió su padre.
-Basta los dos, cariño, Suzu se va a casa, está cansado y fastidiado, no ha sido una buena velada para él.
-Bien pero después deberás disculparte con Euphine.
-No me disculpare con ella, no hice nada malo, decirle la verdad no lo es.
-Suzaku te disculparas…- se vio interrumpido por su mujer.
-No es el momento ni el lugar para solucionar esto, querido cálmate, mira, Adesto parece que quiere hablar contigo- el hombre se serenó, se arregló el traje y se giró para dirigirse donde estaba el hombre de negocios.
-Cariño ve a casa y descansa- le acarició el rostro preocupada.
-Voy a ver a Lulu.
-No puedes verlo así, se preguntara qué pasó.
-Pero lo necesito.
-Lo sé amor pero no quieres que Lulu se enemiste con Euphine ¿cierto?- suspiró.
-Está bien, me voy a casa.
-Ve, descansa.
-Gracias- besó su mejilla.
-Llamaré para que tengan todo listo para esa mejilla.
-Sí, gracias mamá- besó su mejilla y se alejó molesto “Chiquilla tonta”
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Horo miraba nervioso a su padre, no había dicho nada desde que le pidió su opinión sobre lo que tenía pensado.
-… Yo… creo que aún eres joven- Horo se mostró triste y decepcionado –Primero quiero que termines, por otro lado, me gusta verte feliz… te apoyo por completo, lo más importante es tú felicidad y veo que es con él- el de cabellos azules le sonrió y se lanzó a abrazarlo.
-Gracias papá, gracias- le dijo encantado.
-No te apresures, lo aceptó pero tienes que terminar, no lo olvides, ah, y no puedes decirle nada- le respondió el abrazo contento.
-Claro papá, gracias- le gustaba ver así a su hijo, feliz nuevamente.
-Puedes invitarlo a la casa, sabes que aunque no esté, es bien recibido.
-Sí, muchas gracias, se lo diré.
-Es tarde, no quiero que llegues tarde mañana a clases.
-Sí, gracias papá- lo abrazo con cariño, le besó la mejilla y se fue a su habitación, cuando llegó, tomó su celular y le mandó un corto mensaje a Ren “Te amo, ya quiero que sea mañana para verte”.
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Se asustó al sentir que su celular vibraba, miró fastidiado de que se trataba pero su semblante cambió cuando vio de quién era el mensaje, decidió no contestar, se acomodó bajo el edredón y se quedó dormido con una sonrisa en su rostro.
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Soubi se encontraba en su estudio pintando como nunca antes lo había hecho, ya que nunca había sido tan feliz, su Ritsuka al fin era suyo, al fin, después de tantas tonterías y estupideces de su parte, su niño hermoso, estaba entre sus brazos, sus cuadros reflejaban vida, nunca antes se había atrevido a ocupar colores brillantes pero ahora lo hacía, aquel cuadro era especial ya que era un regalo para su dueño, sonrió encantado cuando un recuerdo llegó a él.
FLASH BACK
Caminaba con Ritsuka por un parque mientras esperaban a Seimei quien fue a comprar crepas, el rubio miraba encantado al menor, quien comenzó a seguir una mariposa, Soubi le siguió de cerca, no quería que su amigo se molestara por no cuidar a su hermano pequeño, cuando la mariposa se detuvo, se acercó al pequeño.
-¿Te gustan las mariposas?-
-Son tan lindas… esta, me gusta más por su color- señalo a la linda mariposa azul que estaba siguiendo, desde ese momento a Soubi comenzaron a gustarle las mariposas.
END FLASH BACK
Miró el cuadró finalizado y sonrió, desde su punto de vista aquel era el mejor cuadro que había hecho, lo firmó y colocó una pequeña mariposa con forma de corazón, miró por largo tiempo su obra “Sacas lo mejor de mi hermoso, mi lindo y pequeño Ritsuka” pensó con satisfacción, miró la hora, era tiempo de ir a dormir y soñar con su niño, mañana sería un nuevo día y le vería para entregarle su regalo.
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Giraba por toda la cama, intentando con todas sus fuerzas el no pensar en ese beso pero era tan difícil cuando aún podía sentir aquellos labios sobre los suyos “Maldición” pensó frustrado, no sabía qué hacer, qué pensar, Yuki jugaba con él, eso era, el frío Yuki Eiri tenía un sentido del humor retorcido, eso quería pensar pero esos labios, lo que le hicieron sentir, lo que removieron en él, no pudo más, lloró frustrado, desconsolado, no sabía qué hacer pero si a quien recurrir, se limpió las lágrimas pero estas se empeñaban en continuar saliendo.
-¿Por qué a mí?- preguntó a la nada, dándose por vencido de detener sus lastimeras lágrimas, sin saber en qué momento, se quedó dormido.
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Un guapo rubio caminaba ansioso con una sonrisa en su rostro, se mostraba como un joven emocionado por su primer amor, no dejaba de pensar en los pros y contras de seguir con eso, había momentos donde se mostraba decaído, después más animado, hubo un momento que se mostró serio como si ya hubiera tomado una decisión.
“Siempre seguí las reglas y no me llevaron a nada, solo a este estado de soledad y melancolía, Shuichi es lo que necesito”