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YO NO SOY UN PERVERTIDO por DRAGIOLA

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Notas del fanfic:

Okane Ganai no me pertenece, porque de hacerlo haria que Kanou-San fuera violado por la parva de travestis que trabajan con Someya para que vea lo que se siente ser forzado, jejajajajaja, que mala soy, pero se lo merece.

Notas del capitulo:

Que puedo decir, era una idea que tenia inscrustada en la mente hace tiempo.  Para que no digan que soy negativa aqui les va lo mas suave que pude escribir sobre estos personajes, gracias.

 

 

 

YO NO SOY UN PERVERTIDO

 

 

Sabia bien que desde que le trajo consigo y acepto ante todos lo que sentía por el, solo había una forma en que lo veían, “pervertido”, claro, como llamarle a un hombre joven,  bien parecido, además de adinerado y que perfectamente podría llevarse a la cama a cualquier mujer que se le pasara por el  frente sin mayor problema, tal como hacia en el pasado, porque a él, a diferencia de otros, nunca le faltaron, ni mucho menos tuvo que pagar por sexo, no, aun con su carácter las mujeres iban tras suyo como moscas a la miel.  Pero todo eso cambio al encontrarlo, su cuerpo, su rostro, ni mucho menos su dinero parecía afectarle y  él como un idiota intentando por todos los medios de que le ame, pero bueno, eso no importaba, por el momento transmitiría sus sentimientos através de sus cuerpos, con el tiempo de seguro al fin su rubio terminaría enamorándose tan perdidamente como el mismo lo estaba de él.

 

Pervertido, esa maldita palabra que les viera escrita en la cara a sus hombres cuando le vieron por primera vez, esa misma maldita palabra que Someya se aguanto en achacársela porque bien sabia, al igual que los otros, que tan solo en insinuárselo del golpe que les daría no quedaría nada para ser reconocido como ser humano.  Si hasta de Ayase debía soportar aquella maldita palabra, siempre que iba  a por él para amarle, si, porque Kanou Somoku a costa de todo lo que dijeran, lo amaba, desde la punta de esos finos dedos de sus pies, hasta la ultima hebra de su hermosa cabellera castaña, él era suyo y si hacia todo lo que hacia, bueno, era para poner en claro a todos que le pertenecía, no solo porque le amase, ni tampoco porque de mirarlo con otros ojos les mataría, no, el realmente le pertenecía, por algo lo había comprado en aquella maldita subasta de pervertidos, ¡porque ellos si lo eran!, no así él.  Gracias a ello podía estar junto a su amado y si bien le dio la oportunidad para pagar su deuda, todo se trataba de una simple treta, después de todo, aun pagándole el doble de lo adeudado, jamás lo dejaría marcharse de su lado.

 

Podía recordar perfectamente los días previos, la maldita palabra se le hacia constante cada vez que Ayase le rechazaba dándole la escusa de sentirse mal y por supuesto, como siempre el no daría marcha atrás, como hacerlo si ya llevaban tres días sin hacerlo y siempre por lo mismo, aun amándolo no caería en esa treta que llevaba alejándolo de su cuerpo por mas días de los que recordara.  Entonces fue hacia el, lo acorralo contra una pared, lo haría suyo, con o sin su consentimiento, que aunque a él le hubiese gustado que la primera fuese mas seguida, bien sabia que solo pasaba cuando Ayase bebía mas de la cuenta, pero a diferencia de esas ocasiones, él no tenia ni el tiempo, ni la paciencia para embriagarlo, realmente estaba en su limite y ni las suplicas, ni mucho menos esas lagrimas de cocodrilo lo harían retroceder, hasta que…

 

Lo primero que pensó fue que estaba jugándole una broma, pero Ayase no era de ese tipo de personas, luego se le vino a la mente la imagen de un travesti idiota con muchos consejos igual de idiotas, de seguro esta era una de sus ideas por lo cual zarandeó al castaño con suavidad para luego llevarlo a la cama, lo desvistió divertido al pensar que lo engañaba pero cuado noto que no reaccionaba al contacto con su sexo, se dio cuenta de que el idiota era él mismo.

 

Estaba furioso, obviamente lo mejor para su castaño era llevarlo a un hospital, aunque a él le hubiese gustado que lo trataran en casa pero ni modo, la culpa lo estaba embargando de una forma que jamás se hubiese imaginado, para colmo las malditas enfermeras le coqueteaban descaradamente, sin importarles que estaba ahí con los nervios de punta y para colmo los malditos doctores no aparecían para decirle lo que tenia su amado.  Lo primero que escucho tras media hora de espera fue un no puede fumar, para luego ser amenazado con la policía por el simple hecho de haber hecho lo que le pedían, apagar el cigarrillo, lastima para el enfermero que no encontrara un cenicero a mano pero bueno para eso estuvo el.

 

Si a la hora ya estaba mas que irritable, al cumplirse la segunda estaba que echaba humo, esto pudieron notarlo las mismas féminas que antes le coquetearan y que ahora solo le hacían el quite porque del humor que se encontraba con una mirada las asesinaba. 

 

Por fin y se dignaban aparecer, tras mas de dos horas los malditos médicos que tratasen a su castaño le informaban de su estado, su estado.  Shock era poco para lo que tuvo en ese momento, luego recobrando la compostura y recordando que su pareja era del mismo sexo solo atino a una cosa, tomar por las solapas al primero de bata blanca y gritarle a la cara unas cuantas verdades, a punto de plantarle su puño en el rostro por la mala broma fuera de época del día de los inocentes, a duras penas otro medico le ponía en la cara los exámenes y le gritaba que los habían realizado por separado cada uno de los doctores presentes y que no había error alguno en ellos, lo que tenia el castaño no era otra cosa mas que…

 

Lo primero que deseaba hacer era restregarle al mundo entero lo que había descubierto, pero antes debía ir con él.  Apenas lo vio recostado en aquella cama se le fue encima para abrazarlo como nunca lo hizo antes, si antes lo amaba, ahora lo adoraría.  Le beso castamente en los labios y luego le pregunto si sabia lo que tenia, a lo que el ojos azules solo respondía entre sollozos que el no sabia y que no lastimara a lo que llevaba dentro suyo.  Se aterro al ver como su amado temblaba de miedo al tenerle cerca, acaso no habían avanzado en su relación en esos años, tal parecía el menor aun le temía y el que el se comportara como un idiota no serviría de mucho.  Por primera vez refreno su rabia, junto a sus ganas de gritarle para tomarle en brazos calidamente y asegurarle que jamás dañaría a lo que llevaba adentro suyo, como había mencionado al bebe que esperaba, ya que ese niño era su hijo y por ello lo amaría mas que a su vida misma, lo que vino a continuación jamás se lo espero.  Ayase le sonreía y no solo eso, acaricio su rostro dándole un tímido beso en los labios, para luego abrazarlo por el cuello, dándole un gracias a él, a él que solo lo había hecho sufrir desde que lo reencontró, a él que lo había violado sin miramientos, a él que lo tenia prisionera en un departamento, a él que le negara continuar con sus estudios y tener amigos.  Una lagrima resbalo por su mejilla, lluvia pensó recordando la primera vez que se conocieron, mas no era esto, lloraba como un niño, como un cobarde, mas no le importaba, ya que bien valía la pena.

 

Aun teniendo la reticencia de Ayase para mantenerlo en secreto hasta que se notara, el no lo hizo, apenas vio al par de gemelos que se pusieron en guardia en cuanto lo vieron se los dijo, crédulos ambos preguntaron que si se sentía bien y si no lo hubiese estado en mas de un deciento por ciento de seguro los habría golpeado pero no, ese día no mancharía su felicidad con violencia, ni el creía como una gran sonrisa aparecía en su rostro y delegaba sus obligaciones a los hermanos Kuba, ese día se lo tomaría libre para estar con su amado.

 

Salía de su despacho cuando se encontró con Someya, ni él arruinaría ese día por lo cual le grito lo primero que se le vino a la cabeza.

 

¡Yo no soy un pervertido!

 

El travesti en cuestión no solo se sorprendió al escucharle decir eso, si no que también le contesto que si eso creía estaba bien por él, pero cuando escucho lo que venia, ni el creyó como se le había aventado encima a golpes sin que lo detuviera, así estaba de buen humor.

 

Luego de explicarle bien lo ocurrido y de convencerse tras ver tanto los exámenes como al castaño, Someya solo atino a decir una cosa que se por primera vez en ese día valió un digno golpe de Kanou sobre la cabeza de este.  Y aunque Ayase intentara de tranquilizarlo y de convencerlo que no le importaba era claro que no solo intentaba de proteger al próximo como siempre, como iba a estar bien si en cuanto abrió la boca ese maldito travesti el había empalidecido y hasta mostrar tristeza en su rostro, definitivamente el no volvería a entrar a su hogar, porque nadie que tratase de fenómeno a la persona que amaba se acercaría a este o a su tan preciado hijo.

 

Hijo, no podía creer que seria padre, solo rememorar su niñez le provocaba una extraña mezcla de sentimientos, ya que nunca fue una de lo mas normal, no sabia si seria un buen padre pero de algo si estaba seguro y era que con Ayase a su lado nada podía estar mal.

 

Aquella mañana se levanto de tan buen humor que quiso hacer lo primero que se le vino a la mente, compras se dijo, llenaría de los mas lindos y costosos objetos de bebe aquel cuarto que tenia como despacho, ya que ahora seria el cuarto de su hijo, de tan solo imaginárselo en sus brazos su pecho se llenaba de orgullo.

 

S e encontraba arreglando este cuando un extrañado castaño le preguntaba que hacia y que al responderle solo había atinado a ponerse mas blanco que el mismo papel.  Asustado de que fuese a sufrir un desmayo y que en su estado pudiese sufrir un percance por esto corrió hacia el.

 

-¿Quién…es?-

 

Había dicho su castaño a lo cual el pregunto extrañado a que se refería.

 

-Pu…pues…la madre…de tu…hijo…-

 

Respondía el joven casi sin saber porque le estaba reclamando, ni mucho menos porque se le rompía la voz al preguntarle, pero lo que escucho luego solo hizo sentirle peor.

 

-¡Pues quien va a hacer, eres tu por supuesto!-

 

El castaño toco su frente para luego tocar la suya, tal parecía comparaba la temperatura para luego pedirle a Kanou-san amablemente que se fuera a recostar a la cama y como por primera vez desde que lo conocía como este lo hacia sin intentar de poseerlo en el intento.  Intento de ser lo mas suave posible al intentar de saber que le ocurría, luego al ver su insistencia en el tema no pudo mas que perder la paciencia y gritarle de una que aquello era imposible, ya que él era un hombre, le gustase o no.  La respuesta no se hizo esperar y un ya lose y que lo sorprendió mas que su insistencia en aquel tema.

 

Como era de esperarse en el gran Kanou-san, no solo insistió en el tema si no que hasta revolvió todo el departamento en busca de unos supuestos analices que por mas que busco no encontró en ninguna parte, tras aquello lo que vino a continuación fue peor.  Lo único que deseaba era ser tragado por la tierra pero no, ahí estaba nuevamente apuntando las idioteces y actos déspotas de aquel hombre que para su mala suerte le pertenecía.

 

-Por décima vez señor Kanou-san, lo que dice no solo es imposible, si no que jamás ocurrió, al menos no aquí- decía un medico un tanto asustado por la molestia de su interlocutor que aseguraba haber estado ahí y que hasta daba un retrato detallado de cada medico que había visto, a lo cual el pobre sujeto que amablemente intentaba de hacerle entrar en razón solo negaba.

 

Ese si había sido un día extraño, no solo porque aquel sueño fuera tan vivido, si no que también porque Ayase por primera vez parecía estar…celoso, tal parecía eso era lo único bueno de todo aquel alboroto que había armado, el saber que su amado por fin comenzaba a sentir algo por el bien valía la pena, entonces la maldita palabra aparecía nuevamente en su mente y si antes no le importaba porque con el bendito embarazo solo demostraba que el era de lo mas normal, pues ahora…

 

¡Yo no soy un pervertido!

 

Grito el prestamista furioso ante la cruda realidad y mirando a un asustado castaño que solo atinaba a preguntar si ya se sentía bien…Sentirse bien, claro que lo estaba, demasiado a decir verdad y así se lo demostraría durante toda la noche que para su sorpresa, como nunca, no tuvo mas de dos negativas antes de que aceptara poseerlo. Apenas despertó esa mañana no podía creer como un simple sueño pudiese haberlo dejado en tal estado, observo detenidamente al pequeño a su lado, simplemente era precioso, de lo mas apetecible, con solo mirarle ya le daban ganas de hacerlo suyo otra vez.  Trago fuerte, no podía creerlo pero tal parecía era cierto.

 

-Soy un maldito pervertido- se dijo a si mismo sin quitarle la vista de encima al castaño.

 

Respiro profundo y una sonrisa lujuriosa apareció en su rostro, ya que a esas alturas no le importaba serlo, ni mucho menos darse cuenta de ello, por que frente al mundo el seguiría diciendo lo mismo.

 

-Yo no soy un pervertido- dijo en tono firme mientras unos ojos azules comenzaban a abrirse, justo para ser devorado por él.

 

 

 

 

 

 

FIN

Notas finales:

Bueno y con eso termino mi cuarto fics de este manga, espero que les haya gustado...gracias por leerme...tambien por mandar comentarios...y eso...gracias.


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