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West Lake por Hisue

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Notas del capitulo:

Perdón por la tardanza!! (Cuando será el día en que no diga eso???). No hay RB esta semana, lo siento por los que lo leen, es que en Semana Santa en vez de escribir me fui de vaga u_u. Pero hay Deep Red ^^, que ya sé que no es tan popular y eso XD.

Sin comentarios sobre el cap. Mis labios están sellados XD. 

32

Julie empujó la puerta del cuarto, sin sorprenderse al encontrarla abierta. Suponía que Alan la estaba esperando y cerró al entrar. Alan se movió de la cama, quitándose los audífonos y Julie se sentó en el piso, con la espalda apoyada en una de las patas de la cama que usaba Mike.

-Alan- empezó a decir, con la mirada fija en los azulejos del piso- Lo que pasó…

-Lo que hice- corrigió Alan, sentándose en el borde de la cama.

-Lo que hiciste- siguió Julie- Podemos olvidarlo, creo.

Julie se atrevió a levantar los ojos, esbozando una media sonrisa.

-No creo- Alan se encogió de hombros- ¿Tan difícil es asumir que me gustas?

-Pues lo es. Mira, lo que me contaste…

-Incluso así, Julie- interrumpió Alan- No tiene que ver nada una cosa con la otra.

-Si tiene que ver. Alan, me contaste que te acostaste con un chico en las vacaciones y que te gustó. Y de repente, ¿te gusto? Hasta el año pasado me veías como la hermana menor que nunca tuviste.

-¿Y no puedo cambiar de opinión?

-No. Pienso que me estás usando para… no sé… olvidarte de tu experiencia gay…

-Pienso que nunca debí contarte.

Alan bajó de la cama, para sentarse en frente de Julie.

-¿Te gusta alguien más?- Julie entornó los ojos ante la pregunta y desvió la mirada. Alan sonrió. Era la misma reacción que obtenía cada vez que le preguntaba. No sabía si significaba que tenía un tipo de amor imposible o si, por el contrario, jamás había salido con alguien- Contesta.

Julie pensó en una manera de desviar el tema, pero dudaba que Alan lo dejara pasar. Se quitó las gafas y limpió las lunas de forma distraída en su camiseta.

-Sí- contestó, mecánicamente- Y será mejor que no se lo digas a nadie- amenazó.

Alan se limitó a negar con la cabeza.

-¿Quién demonios puede gustarte?- masculló.

-Ese no el tema aquí. Quiero seguir siendo tu amiga. Eres uno de los pocos amigos que tengo aquí y no quiero perderte porque estés confundido.

-¿Es que no escuchas?- Alan la tomó por los hombros y Julie le miró, impasible- Si te digo que me gustas es que me gustas.

-Y yo te digo que es muy raro que lo hagas y que me gusta alguien más- replicó Julie, cruzándose de brazos- Alan, por favor, no soy tonta, sé que no me miras como a algo más que una amiga. Si quieres ver si te gustan las chicas, busca a alguien más.

 Julie se levantó y se sentó en la silla del escritorio, frunciendo el ceño.

-Me caes bien, no quiero dejar de ser tu amiga por algo como esto.

Alan abrió la boca para replicar, pero guardó silencio al ver que Mike entraba al cuarto y se sentaba en su cama. No había que ser un genio para darse cuenta que algo le entristecía y se fijó en la forma en que Julie desviaba los ojos y lo observaba, cambiando su semblante enojado por uno frustrado. Se preguntó si era Mike quien le gustaba a Julie, pero lo dudaba.

Mike se dejó caer de espaldas en la cama, ignorando la mirada de Julie sobre él. Tenía tareas que hacer, pero ninguna gana de empezarlas. Aún no podía creer que Gabriel lo hubiera dejado por irse a ver un espectáculo de lo que sea, sin molestarse en avisarle. Claro que sabía que Gabriel no era de las personas que contaban cosas y que era algo engreído, pero podría haberlo llamado. Y además, se había ido aun cuando sabía que él quería hablar con él. Ladeó la cabeza, fijando la vista en uno de los posters que cubrían el lado del cuarto de Alan, intentando concentrarse en la imagen del alien en el papel para dejar de pensar en Gabriel.

-Novato- llamó Alan, harto del silencio imperante en la habitación y de la mirada preocupada de Julie.

Mike cerró los ojos, ignorando el llamado y preguntándose porque lo seguían llamando así cuando ya estaba en segundo año. Ya no era un novato, por lo menos en asuntos escolares, porque parecía que en asuntos de sentimientos, era un completo principiante. Tal vez Gabe ni siquiera estaba afectado por lo que sucedió, más preocupado en que hacer al día siguiente que le hubiera prohibido su padre.    

-Mike- llamó esta vez Julie. Mike se sentó en la cama, mirándola por primera vez desde que entró. Julie apretó los puños, no tenía que preguntar para saber quién era el responsable del ánimo decaído de Mike.

-Perdón, Julie, no me di cuenta que estabas aquí.

Alan se levantó hacia la puerta, suspirando de forma ruidosa.

-No te diste cuenta de nada desde que entraste, novato- se burló- Me voy, se nota que sobro.

-Me llamo Mike- masculló Mike, de demasiado mal humor para soportar bromas.

-Sobre lo que pasó, Julie…- Alan lo ignoró para dirigirse a Julie. Mike se fijó por primera vez en el semblante serio en el rostro de su amiga.

-No voy a cambiar de opinión- contestó.

Alan volvió a suspirar antes de salir y Mike vio la oportunidad de desviar el tema de Gabriel hacia lo que sea que hubiera pasado entre Julie y Alan.

-¿Qué pasó entre ustedes?- preguntó.

-Nada importante- Julie alzó los ojos y frunció el ceño- ¿Qué te hizo Gabriel? Y no intentes no contestarme, que sé que sólo te pones así cuando se trata de él. ¿Por qué no me has contado?

Mike se encogió de hombros. Julie no había estado de acuerdo con su relación al principio y no quería que volviera a pensar que cometía un error.

-No es nada, Julie.

-¿No acabo de decirte que no digas eso?

Mike se miró las manos y decidió contarle. No sólo porque sabía que Julie insistiría hasta cansarlo, sino porque quería a alguien con quien hablar. Julie esbozó una sonrisa incrédula y negó con la cabeza cuando Mike terminó de hablar.

-¿Hizo eso?- preguntó- Ese idiota. No entiendo porque no terminas con él.

Mike la miró y Julie entendió que la respuesta a esa pregunta era obvia. A Mike no podía gustarle más Gabriel y Julie a veces esperaba que sólo fuera una cosa de adolescentes y que Mike no se enamorara en serio de él. En especial porque se imaginaba lo que una relación en serio de Gabriel con un chico, en especial con un chico pobre, haría en el seno de la familia  Barnett.

-Sí, sé porque no terminas con él, pero… son novios o algo… no puede dejarte tirado, mucho menos después de lo que Susan te dijo. Esa tipa no se cansa de molestar, ¿cierto?

Mike dejó que Julie hablara un rato más, despotricando contra Susan, Gabriel y Wade, relajándose al escucharla. Después de unos minutos sus insultos hacia ellos se le hacían graciosos más que otra cosa.

Julie dejó de hablar cuando vio que Mike se mordía los labios para evitar sonreír y se sentó a su lado, pasando un brazo por sus hombros y revolviéndole el cabello con la otra mano.

-Así me gusta, no te deprimas y si quieres un consejo, no lo perdones todavía. Haz que sufra un poco.

Mike sonrió, intentando escapar de la mano de Julie.

-Está bien, pero no me despeines- rió, apartándose de ella e intentando arreglarse el cabello con los dedos, sin éxito alguno- ¿Me contarás tú qué pasó con Alan?

Julie asintió, sabiendo que no podía exigir que Mike fuera sincero con ella sin hacer lo mismo a cambio. Aunque, claro, no pensaba contarle que a Alan le gustaban los chicos quizás más que las chicas, aunque todavía se mostrara renuente a admitirlo. Sólo le contó que la había besado y que, a su parecer, había confundido sus sentimientos de amistad por ella con algo más.

Mike la miró, con una sonrisa pícara en los labios.

-No creo- dijo- Alan siempre te ha preferido a ti, te trata de forma especial y siempre está cuidándote.

-Alan me ve como a una hermana- Julie apoyó las manos en sus rodillas, balanceando su peso hacia atrás y hacia adelante- Para él sólo significo eso y para mí está bien así. Y además, no me gusta de esa forma.

-¿Y quién te gusta de esa forma?- inquirió Mike, acercándose a ella. Julie se levantó de la cama y tomó su mochila.

-Tenemos trabajo que hacer, camina- dijo, saliendo del cuarto. Mike fue tras ella agradecido de tener algo con que distraerse y regresó sobre sus pasos para coger su mochila.

-No te desvíes del tema- dijo, en cuanto la alcanzó- ¿Quién te gusta? Vamos, Julie, dime, siempre te cuento todo y te dije desde el principio que…

-No me dijiste nada- contestó Julie- Si se notaba a leguas que te morías por Gabe.

-No es justo- se quejó Mike, haciendo un puchero que hizo sonreír a Julie.

-Esas cosas no funcionan conmigo, Mike- dijo, en un tono mucho más agudo que el suyo.

La sonrisa de Mike vaciló un momento cuando vio a Gabriel caminando junto a Ericka. Quiso desviarse y dar la vuelta para evitarlo, pero Julie se apoyó en uno de sus hombros, impidiendo que escapara. Evitó la mirada que Gabriel se dirigía, fingiendo estar concentrado en la perorata de Julie, aunque no sabía de qué estaba hablando. Julie guardó silencio apenas se alejaron de Gabe.

-Se supone que él debe sufrir, no tú- comentó, dejando de recargarse en Mike- Por como luces, se diría que eres tú el que debe pedir perdón.

-Pensé que eras su amiga, deberías estar convenciéndome para que lo perdone.

-¿Perdón? Que Gabe y yo nos llevemos bien, no significa que ignore que es un idiota. Además, tú también eres mi amigo.

-Lo sé. Tú eres mi mejor amiga- Mike compuso la mejor sonrisa que tenía- Por eso me dirás quien te gusta.

Julie rodó los ojos, preguntándose porque Mike y Alan insistían tanto con el tema. Si no estuviera completamente convencida que Mike era incapaz de hacerlo, creería que ambos confabulaban para hacerla confesar.

---

Mike se giró cuando la quinta bola de papel en menos de tres minutos le chocó en la cabeza, encontrándose con la sonrisa engreída de Alan.

-¿Puedes dejar de molestar?- preguntó, esforzándose para mantener su voz bajo control y no gritar en el aula.

-No- contestó Alan, enrollando otra hoja de papel y estrujándola entre sus manos hasta hacerla una bola.

-¿Qué ganas haciendo esto?

-Nada- Alan se encogió de hombros, dejando la bola de papel sobre la mesa y arrancando otra hoja de uno de sus cuadernos- Pero Julie me pidió que te mantuviera de buen humor y te distrajera cuando te vieras decaído. Le dije que haría lo que pudiera, porque no soy ella y no tengo ganas de contarte chistes sólo para que no te deprimas.

Mike no tuvo tiempo de extrañarse antes que otro papel le cayera, esta vez en la cara. Sospechaba que más que ayudar a Julie, lo que Alan hacía era divertirse a su costa. Aunque Julie tenía razón. Sin ella al lado, sus pensamientos volvían a girar en torno a Gabriel , pasando de molesto a deprimido en cuestión de segundos. Sin embargo, esa no era ninguna razón para soportar la lluvia de papeles que le caían encima.

-Nunca pensé que fueras tan infantil- masculló. Alan se limitó a encogerse de hombros.

-Díselo a Julie.

Mike se apoyó en el respaldo de su silla y se inclinó para poder bajar la voz y que Alan fuera capaz de escucharlo.

-Hablando de Julie- susurró- Siento lo que pasó, que ella te rechazara.

Alan se echó hacia atrás, frunciendo el ceño ligeramente.

-¿Te lo contó?- preguntó, aunque la respuesta era obvia- ¿Y te dijo también detrás de quien anda?

Mike negó con la cabeza.

-Sinceramente, pensé que ustedes dos terminarían juntos- volvió a susurrar Mike.

-Pues ya ves que no.

Alan le volvió a tirar un papel, intentando borrar la mirada de lástima que Mike le dirigía. Lo que menos necesitaba era la compasión de ese chico, al que sólo soportaba porque era amigo de Julie. Sólo esperaba, sinceramente, que no fuera Mike de quien Julie estuviera enamorada, en primero porque ese chico le parecía demasiado aniñado para ella y en segundo lugar, porque Julie no se merecía estar en el lugar de la mejor amiga, fungiendo de pañuelo de lágrimas por las desventuras amorosas de Mike con quien sea que fuera su novia.

-Ella…

-Ya, córtala- exigió Alan- ¿Te parece que necesito tu lástima?

Mike se cruzó de brazos, molesto y otro papel le volvió a caer en la cara.

-¡Deja de hacer eso!- exigió, intentando cubrirse el rostro con un brazo.

-Cumplo órdenes, novato.

Gabriel tamborileó los dedos sobre una de sus piernas, sin dejar de observar a Mike. No bastaba con ignorarlo por tres días ya, cortarle las llamadas y fingir que estaba ocupado cuando intentaba hablar con él, ahora también tenía que ver como bromeaba y reía con Garton. Hasta el día anterior, había creído que Mike se la pasaba igual de mal que él y que fingía por deferencia a Julie, pero si bromeaba con Garton, era porque no tenía que estar ni la mitad de afectado que él por su situación. Aunque, claro, todo había sido su culpa y suponía que se merecía la ley de hielo que Mike aplicaba con él, pero no había esperado que Mike se demorara tanto en perdonarlo.

Apretó los labios al ver como Mike sonreía, devolviéndole una de las tantas bolas de papel que Alan le había tirado. Agradeció que el profesor regresara al aula, por lo menos eso le impedía seguir mirando a Mike. Sintió las manos de Wade apoyarse en sus hombros y giró el rostro para verlo.

-No me mires así- Wade rió entre dientes, apretando los dedos en sus hombros- Pero si no te relajas, todo el mundo se va a dar cuenta que quieres matar a Garton y hacerle algo menos sano, aunque no tan mortal a Mike.

-Te recuerdo que es tu culpa, así que no me molestes.

-Claro, te puse un revólver en la sien, me olvidé de ese pequeño detalle.

-Barnett, Lorenz, presten atención a la clase- la voz monótona del profesor hizo que Gabe volviera a mirar al frente y que Wade dejara de apretarle los hombros para asentir.

-Lo siento- canturreó, sin mostrarse arrepentido, mirando en dirección a Mike, que había dejado de jugar o lo que sea que estuviera haciendo con Alan en el mismo instante en que el profesor entró al aula. Miró después a Alan, quien tenía el semblante sombrío y le daba vueltas a un lapicero. Por lo menos, su comportamiento y el de Julie, indicaba que el beso que presenció no había resultado en nada. Sonrió y regresó a mirar al frente ante el segundo regaño del profesor por distraerse.

---

-Mike- Gabriel se sentó en la carpeta ubicada delante de la que usaba Mike, decidido a hablar con él.

Mike alzó la cabeza, copió los ejercicios de la pizarra, tratando de no temblar e intentando fingir que los ojos verdes de Gabe no le incomodaban en lo más mínimo.

 -Cuando termines con eso- dijo Gabriel, apoyando una mano en la mesa de Mike- Ven conmigo a la biblioteca. Ni Julie ni Betty te necesitan hoy.

Alan escuchó el breve monólogo de Gabriel, preguntándose qué pasaba entre ellos. Hace una semana eran inseparables, pero ahora Mike estaba deliberadamente ignorando a Barnett. Sonrió, complacido ante la idea de molestar un poco a Gabriel.

-¿Y bien?- instó Gabe, moviendo la mano hasta ubicarla encima del cuaderno en el que Mike escribía. Éste se vio obligado a mirarle. No se le ocurría nada que decir para evitar conversar con Gabriel, aunque la idea de Julie de hacerlo sufrir un poco le convencía cada vez menos, en especial por lo mucho que lo extrañaba. Se mordió el labio inferior y bajó la cabeza, casi asintiendo cuando sintió un peso sobre él.

-Lo siento, pero tiene que ayudarme hoy. Julie está muy ocupada y me lo ha puesto como profesor sustituto. Apuesto a que no es nada importante lo que quieres hablar con él, ¿o no, Barnett?

Gabriel miró a Mike, esperando que éste se negara, pero Mike no sabía si sentirse agradecido o molesto y los segundos que se demoró en decidirse, bastaron para que Ericka llamara a Gabriel y él se fuera.

-Julie no está ocupada- fue lo primero que dijo cuando salió del aula. Alan esbozó una sonrisa sardónica.

-Estaba mintiendo, que gran descubrimiento.

-¿Entonces por qué dijiste…?

-Para fastidiar a Barnett, aunque tú no parecías muy convencido de conversar con él.

-¿Por qué dices eso?- Mike apretó la correa de la mochila entre sus dedos, incómodo

 -Porque se nota que están peleados- dijo Alan- Todo el mundo lo ha notado, primero no se separan y luego, apenas se hablan, ya no comes con él y hoy…

Alan dejó de hablar y se detuvo abruptamente, repasando sus propias palabras en su mente, dándose de cuenta de algo que debió haber sido obvio desde el principio. Mike dejó de caminar, observando con preocupación la sonrisa que comenzaba a expandirse por el rostro de Alan.

-Y tú estás decaído desde que no le hablas- susurró- No me digas que…

Mike se dio la vuelta y apuró sus pasos, sin poder creer que su comportamiento hubiera sido tan obvio que incluso Alan, quien apenas le prestaba atención, se diera cuenta.

-Eres muy lento para escapar- escuchó la voz de Alan a sus espaldas- Aunque eso confirma mis sospechas, ¿por eso fue que me preguntaste que pensaba de Barnett?

-¿Tienes algún problema con eso?- desafió Mike, girándose y elevando el rostro para verlo.

-No, los asuntos de Barnett no me interesan. Pero si quieres un consejo, novato, cuida que nadie más lo note. Aquí pueden estudiar todos juntos, pero no se mezclan hasta ese punto. Ningún becado sale con uno de ellos. Nadie que esté fuera de su círculo es admitido.

Mike bajó los ojos. Se preguntó si Alan hablaba de sí mismo. Había sido uno de ellos, pero la situación de su familia lo condenaba al mismo nivel que los becados, los delincuentes y Julie. Aunque que existieran esas diferencias se le antojaba retrógrada y sin sentido.

-Gracias por preocuparte- susurró, sonriendo.

Alan hizo una mueca de extrañeza. No había sido su intención sonar preocupado, lo había dicho porque era cierto y nada más.

---

-¿Puedes dejar de estar distraído?- exigió Ericka, sentándose delante de Gabriel, quien había apoyado los brazos en el escritorio y descansaba su cabeza en ellos.

-No me molestes- masculló, sin moverse. Ericka bufó y le golpeó la cabeza con un cuaderno.

-Te dejaré de molestar en un momento, ¿me prestas atención y dejas de pensar en Michael por un momento?

Gabriel alzó la cabeza ante la mención de Mike y miró alrededor, sorprendido al ver que el resto de miembros del Consejo Estudiantil, dos chicas de primero y tercero y un  chico de tercero, ya no estaban.

-Se aburrieron de esperar a que dijeras algo- informó Ericka.

-¿Qué quieres?

-Vamos a deshacer un par de clubes- dijo, apoyando una libreta en la mesa y abriéndola.

-No podemos deshacer clubes, Ericka, hay muchos alumnos…

-Sí, pero muchos no justifican la inversión que suponen, ¿sabes el gasto de dinero que se hace anualmente apoyando equipos que no rinden ningún fruto?

-Es que aquí nadie necesita “justificar inversiones”. Imagínate que pasará si uno de nuestros queridos compañeros va y les dice a sus padres que le cancelaron el club por no… por lo que sea.  Mi padre tendrá problemas y como soy parte de esto, yo tendré problemas.

-Y tú quieres ahorrarte los problemas- Ericka negó con la cabeza- Entiende algo. Si hacemos que el colegio vaya mejor que antes, mucho mejor, tu querido padre pensará que prestaste atención a todas esas reuniones y clases aburridas que te hizo tomar el año pasado. ¿Y eso que causará?

Gabriel hizo una mueca de disgusto ante el tono que usó Ericka, como si estuviera regañándolo.

-Causará- siguió ella- que tu padre confíe en ti. Que piense que estás interesado en este mundo, de manejar empresas y conseguir resultados. Pensará que vas en serio cuando dices que aceptarás lo que él te diga porque te agrada la idea de convertirte en el próximo magnate Barnett.

-Y también porque te conviene a ti- dijo Gabriel, sólo para decir algo en contra de ella- Eso aumentaría el interés que mi padre tiene en ti y le demostrarías a tu familia que puedes manejar un colegio.

-Exacto- Ericka sonrió, apoyando los codos en la mesa- Entonces, necesitamos convencer a los clubes que tienen que sumar puntos si quieren mantenerse.

Gabriel se rascó la cabeza, odiando tener que pensar en eso, cuando debería estar evitando que Garton se acerque a Mike. Además, se preguntaba porque no podían hablar de eso ante el resto del Consejo, aunque suponía que Ericka quería la mayor parte del crédito para ella.

-¿Y cómo haremos eso?

-Esta es la lista de clubs que tienen más posibilidades de ser eliminados- dijo Ericka, abriendo su laptop y mostrando un archivo de excel- El de ajedrez no ha ganado nada y no ha participado en nada en los dos últimos años, el de natación está mal, en especial el equipo femenino. Ya he encargado que me traigan la información del resto de clubes, sus presidentes se encargarán de eso. Y esta es la lista de los que tienen más presupuesto. El de lectura no podemos tocarlo y no sé porque hay en la lista un club de ocultismo.

-Culpa de la capilla- dijo Gabe, interrumpiendo a Ericka.

-Empezaremos con ajedrez- siguió Ericka, ignorando su comentario- Mike y Susan son nuestros mejores jugadores, sin embargo no están inscritos en el club. Así que o sus miembros mejoran o les conseguimos nuevos miembros.

-Mala idea- Gabriel alzó la vista de la pantalla, apartando la laptop para ver a Ericka a los ojos- Susan y Mike se detestan. Mike no puede cargar con el club, tiene que esforzase en mantener la beca y sabes que Susan jamás aceptará ser parte de un grupo de nerd antisociales. ¿Cómo les convencerías?

-Tú podrías encargarte de Mike- Ericka cogió un lapicero y apuntó algo en la libreta que había puesto antes en la mesa. Gabriel intentó ver que escribía, sin éxito.

 -¿Escuchaste lo que dije de Mike?- preguntó, algo exasperado.

-Lo hice, pero tal vez acepte. Sólo menciónaselo.

-¿Y tú harás lo mismo con Susan? ¿Intentarás convencerla? ¿Se lo pedirás?- preguntó, a sabiendas que el orgullo de Ericka le impedía considerar el pedir algo.

Ericka asintió.

-He pensado en eso y si no hay otra forma, entonces, sí, se lo pediré. 

-Entonces, tenemos un trato. Si logras convencer a Susan, yo llevaré a Mike a ese club, aunque sospecho que juntarlos es la peor de tus ideas.

-Sólo porque tú sales con Mike y Susan no es una buena carta que te ayude con él, ¿cierto? A Susan jamás la tendrías de tu lado tan fácilmente- Ericka sonrió, sabiendo que sus palabras daban en el blanco.

-Que linda eres, estaré esperando a ver qué haces.

-Bien, te pasaré las listas al correo, revísalas. También te enviaré las cuentas de cada club, la lista de sus miembros y todo eso. Léelas. 

Gabriel volvió a acomodar la cabeza sobre sus brazos, aburrido ante la perspectiva de tener que leer todo eso.

-Cuando mi padre me deje el control de sus empresas, te contrataré como administradora y yo me dedicaré a pasear por el mundo- dijo, cuando Ericka empezó a caminar hacia la puerta. Ella sonrió, negó con la cabeza y cerró dando un portazo sólo para fastidiarlo.

---

La única respuesta de Susan fue morderse los labios para evitar reír.

-¿Hablas en serio?- preguntó, sin poder creerlo del todo. Consideró la idea un momento y luego, suspiró- Por eso Clay no se fija en ninguna chica.

Elizabeth esperó, armándose de paciencia.

-No sé porque vienes a decirme eso. Es cosa de tu primo, no mía. ¿No creerás que yo puedo hacer algo para ayudarlo? ¿A conquistar a Wade?

Susan se levantó de la silla y caminó en círculos.

-Sé que puedes ser muy convincente- dijo Elizabeth- Y eres toda una reina manipuladora, algo se te puede ocurrir.

Susan asintió con la cabeza, como  si las palabras de Elizabeth le sonaran a un cumplido.

-Tienes razón, pero el problema aquí es el chico es cuestión. Ustedes quieren manipular a Wade. ¿Qué clase de ilusos son? Si hay alguien que merece el título de manipulador es él y si tu primo no se ha dado cuenta es sólo una prueba de lo bueno que es.

-Se ha dado cuenta, pero eso le gusta, al parecer. Además, piénsalo- Elizabeth apoyó las manos en la rodilla de su pierna cruzada, mirando el ir y venir de Susan- Nunca ha tenido novias y anda por allí con una y con otra. Tal vez es sólo para ocultar su gusto por los hombres.

-No lo había pensando así- murmuró Susan. Si le aumentaba a lo dicho por Elizabeth el hecho de que el mejor amigo de Wade era gay y que a él no le importara, tal vez Wade podría ser menos heterosexual de lo que demostraba. Eso y que aún no se cobraba que la ensuciara con comida por culpa de su hermana bastarda.

-No creo que pueda hacer nada- dijo, volviendo a sentarse- En todo caso, con alguien como Wade, sólo queda ir de cabeza, al todo o nada. No creo que pueda conquistarlo con dulces y poemas.

La puerta del cuarto sonó y Susan se levantó a abrir, aunque Elizabeth era la más cercana a la puerta. Era lo que debía hacer, puesto que estaban en su cuarto y resultaba de muy mal gusto que la invitada se levantara a atender la puerta. Retrocedió al ver a Ericka y le hizo un ademán con la mano para que entrara.

-¿Deseas algo?

-Hablar contigo- dijo Ericka, mirando a Elizabeth, considerando si debía pedirle que se marchara. Decidió que no- Tengo que pedirte un favor.

Susan frunció las cejas y juntó las manos, en un gesto de sorpresa.

-¿Un favor? ¿Tú, un favor? Perdona mi sorpresa.

-No te preocupes, sé que te sorprende, pero es necesario que te lo pida.

Susan le señaló una silla y Ericka se sentó.

-Creo que me voy- dijo Elizabeth, notando que era ignorada.

-No es necesario, lo que tengo que decir no es un secreto de estado, ni nada parecido- Ericka sonrió, pero Elizabeth negó con la cabeza y salió del cuarto. Susan la instó a hablar apenas ella saliera.

-¿Y bien?

-Quiero pedirte que te unas al club de ajedrez.

Susan parpadeó un par de veces.

-¿Por qué haría eso?

-Como un favor hacia mí. Susan, necesito que te unas. Quiero que me ayudes a recuperar el prestigio de la escuela. Te vendría bien tener unos cuantos diplomas, ¿verdad?

-No necesito eso- Susan negó con la cabeza, tomó un mechón de cabello que le caía por el rostro y lo arregló detrás de su oreja derecha- ¿Por qué me uniría a un grupo de nerds? Son sólo unos tontos que piensan que usar anteojos los vuelve intelectuales.

-Por lo menos, piénsalo. Necesito tu ayuda.

Susan se encogió ligeramente de hombros, considerando la posibilidad. Tener a Ericka pidiéndole un favor era agradable, pero sería mucho más si pudiera jugar y ganar.

-Lo pensaré, pero no esperes nada. Y recuerda que si acepto, me quedarás debiendo.

Susan sonrió mientras Ericka salía del cuarto, para después dedicarse un momento a pensar en los Harris. No consideraba agradable el lugar de Clay ahora. Si había alguien en ese colegio al que Susan no se atrevería molestar en serio, era  a Wade. Se encogió de hombros, decidiendo que no tenía por qué estar de lado de los Harris y pensó en la propuesta de Ericka, observando la ficha de una reina ubicaba sobre el tocador.

---

Ericka dejó que su cuerpo flotara sobre el agua, intentando relajarse. Los hombros y las piernas le dolían y las sentía un poco agarrotadas. Cuando intentó nadar, sintió un tirón en el muslo izquierdo que la hizo apretar los dientes del dolor y que causó que se hundiera, incapaz de mover la pierna. Cometió el error de abrir la boca, sintió el agua llenar sus pulmones al mismo tiempo que su mente era invadida por el pánico y una mano se cerraba en su muñeca, un brazo se ceñía a su cintura y era llevada a la superficie.

Tosió cuando estuvo fuera de la piscina, sin sorprenderse al ver a Bryan, empapado a su lado.

-¿Qué pasó?- preguntó él, poniendo una toalla en los hombros de Ericka- ¿Se desmayó?

Ericka intentó estirar la pierna izquierda, obteniendo una punzada de dolor como resultado.

-Un calambre- contestó- Perdón, te mojaste por mí.

-No iba a dejar que se ahogara- Bryan se arrodilló a su lado, la miró, pidiendo permiso y cuando ella asintió, le cogió la pierna, subió los dedos más lento de lo que pretendía hasta su muslo, dedicando un segundo a apreciar la piel suave bajo su tacto.

-¿Mejor?- preguntó Bryan, masajeando la pierna de Ericka. Ella asintió, volvió a estirarla, comprobó que había dejado de dolerle y se levantó de forma abrupta, envolviéndose en la toalla.

-Gracias- dijo. Bryan asintió, sacudiendo la cabeza y estornudó- Deberías cambiarte de ropa.

-Es lo único que tengo- Bryan se encogió de hombros, apreciando el rojo de los mechones húmedos del cabello de Ericka. De la familia que fuera, a sus ojos era una chica. La más bonita, la más inteligente y la más orgullosa con la que se había cruzado. Estaba muy lejos de las chicas complacientes y sencillas que él conocía. Era arrogante, se enojaba pronto y Bryan había descubierto que le gustaba. Lo único que no quería sentir por ella.

Ericka buscó una toalla y se la tendió.

-Sécate. No te vas a resfriar por mi culpa.

-No se preocupe. No voy a enfermarme.

-Sécate- exigió Ericka. Bryan tomó la toalla, se la pasó por el cabello y se secó superficialmente los brazos, cayendo en cuenta que estaba helado y muriéndose de frío.

-¿Le molesta que haya tenido que sacarla del agua?- preguntó, mientras pasaba la toalla por su camiseta mojada.

Ericka frunció el ceño.

-No. ¿Crees que me agrada la idea de ahogarme?

Buscó su ropa y se puso un polo de mangas largas, agradeciendo el inmediato calor que sintió en su torso. Iba a salir del gimnasio cuando recordó  que Bryan no tenía ropa de repuesto y que debería seguir trabajando toda la noche empapado como estaba. No soportaba la idea de quedar en deuda con él, así que se giró y pensó un momento.

-Espérame aquí- dijo- Te traeré algo de ropa.

Bryan no pudo rebatir, porque Ericka se retiró después de hablar.

Llegó a su habitación y encendió la luz. No sabía de dónde iba a sacar ropa para prestarle a Bryan, pero no podía faltar a su palabra. Katherine se removió en la cama, se levantó bostezando y vio la hora en el reloj que había en su mesa de noche.

-Llegas temprano. Siempre te apareces como a las tres de la mañana.

Ericka la miró y se encogió de hombros. Siempre había pensado que Katherine estaba dormida cuando ella regresaba, pero no le extrañaba comprobar que se equivocaba.

-Necesito que me ayudes- dijo. Katherine volvió a bostezar, asintiendo.

-¿En qué?

-No creo que tengas, pero necesito una camiseta y un jean…

-Tienes muchas- interrumpió Katherine.

-No para mí, de hombre. Te contaré después, pero ahora tengo que conseguir la ropa.

-Pídesela a Gabriel, no creo que eche en falta una muda de ropa- sugirió Katherine. Ericka hizo una mueca de desagrado.

-¿Otra idea?- preguntó.

Katherine se levantó de la cama y se puso una bata encima del pijama.

-Yo se la pido, si no quieres que se enteren- dijo, caminando hacia la puerta. Ericka esperó fuera de la habitación, hasta que Katherine regresó con una mochila que le tendió a Ericka.

-Mañana me dices en que andas. Tengo sueño.

Ericka sonrió, en muestra de agradecimiento y regresó casi corriendo al gimnasio, esperando que Bryan le hubiera obedecido y estuviera esperándola. Lo encontró sentado cerca de la puerta, con la toalla sobre los hombros y suspiró, aliviada. Con eso, podía olvidarse un poco que la había salvado.

-Gracias- Bryan tomó la mochila y la abrió, con Ericka mirándolo y reconociendo una camiseta de Gabriel. Sin saber porque se alivió al saber que la ropa no era de Wade.

Se dio la vuelta, decidiendo que no tenía porque permanecer más allí.

-Espera- Bryan llamó y ella se giró de nueva cuenta, encontrándolo sin camiseta y con el jean y la camiseta en un brazo. Le tendía la mochila, pero Ericka lo ignoró para entrecerrar los ojos e intentar ver mejor la marca que lucía en el cuello.

-¿Cómo te hiciste eso?- preguntó, tomando la mochila. La pierna izquierda le dolió de nuevo e intentó ignorarla, pero perdió el equilibrio cuando intentó dar un paso. Bryan alcanzó apenas a sostenerla, rodeándola por la cintura con un brazo.

-Le pasa esto porque se sobre esfuerza mucho, ¿sabe?- susurró.

Ericka no contestó. Estar tan cerca se le hizo extraño, pero Bryan no parecía tener intenciones de soltarla y a ella la pierna aún no parecía ser capaz de sostenerla. Escuchó la vibración de su voz, cercana a su oído, cuando él volvió a hablar.

- Si no está acostumbrada al ejercicio, no debería nadar aquí todas las noches.

Ella lo empujó, intentando soltarse de su agarre y Bryan observó su cabello rojizo, sabiendo que le traería problemas lo que estaba pensando hacer. Pero tenía a la chica muy cerca a su cuerpo, por segunda vez en la noche y a sus ojos, desde que la descubriera en ese gimnasio, había dejado de ser parte del grupo de gente para la que él debía actuar como si no existiera y se había convertido en una persona más. Bajó la cabeza hasta quedar cerca del rostro de Ericka, observó el marrón oscuro de sus ojos, sus facciones talladas y sus labios que tenían un tinte rosa pálido producto del frío y la besó.

Ericka no supo cómo reaccionar los primeros segundos. Se debatió entre la cólera y el calor que los labios de Bryan empujando a los suyos le provocaban y ganó la cólera, por mucha diferencia. Cuando pudo soltarse, alzó la mano izquierda y le golpeó el rostro con el revés, sin molestarse en gritar o reclamar. Sólo salió del gimnasio, maldiciendo su suerte.

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Wade observó a sus amigos, mientras caminaban por un pasillo del tercer piso, y un tic se instaló en su ojo izquierdo. Era completamente aburrido que ambos, tanto Ericka como Gabriel, estuvieran de mal humor, hacían que incluso sus intentos de broma fueran completamente inútiles y nada divertidos. Sabía que a Gabe se le quitaría el enojo cuando Mike lo perdonara, pero no tenía ni idea de que pasaba con Ericka. Si esto seguía así, tendría que unirse al grupo de Susan para encontrar algo de diversión. Consideró la idea un momento y sonrió. Apostaba que Susan podría mantenerlo interesado un buen rato.

-Andar con ustedes es peor que estar en un asilo- dijo, intentando llamar la atención. Ericka frunció el ceño, le dirigió una mirada furibunda y se alejó a grandes zancadas.

Gabriel sólo negó con la cabeza, dispuesto a recordarle que era su culpa el mal humor que tenía, pero divisó a Mike, que iba solo por milagro y se alejó también.

-Tengo que cambiar de amistades- se dijo en voz alta, dando media vuelta y encontrándose con Clay. Le dedicó una sonrisa deslumbrante y pasó un brazo por sus hombros- ¡Harris! Que gusto verte.

-Sólo porque acaban de dejarte- masculló Clay, aunque le resultaba imposible enojarse mirando la sonrisa de Wade.

-¿De qué hablas? Siempre te presto atención- dijo Wade, riendo entre dientes- ¿Por qué tú y Gabriel se llevan tan mal?

-No sé- Clay se encogió de hombros, extrañando el roce de la piel de Wade, apenas éste retirara el brazo de sus hombros- No es que exista una razón. Somos como el agua y el aceite.

-No es que quieran llevarse mal, es que está en su composición. Elementos que no pueden mezclarse. Soy bueno en química- añadió, ante la mirada sorprendida que le dirigió Clay.

-No me lo imaginaba. Aunque eso sonó más literario que químico.

-También soy bueno en literatura- Wade esbozó una sonrisa orgullosa y Clay ahogó el impulso de probar a que sabía su sonrisa fijándose en la forma en que sus ojos grises parecían un poco más claros con la luz diurna, aunque esa tampoco parecía ser una buena opción para distraerse.

-Aunque no te veo ni como químico, ni como escritor- mencionó Clay, apartando la mirada de los ojos de Wade. En vez de eso, se dedicó a observar las pulseras de cuero que  llevaba en la muñeca izquierda, recordándole el look punk con que se había presentado una semana después del inicio de clases.

-¿Y cómo qué, entonces?- preguntó Wade, divertido.

-Como político- susurró Clay. Alzó la cabeza y sonrió- Por lo manipulador y mentiroso.

Wade fingió ofenderse, entró a un salón vacío y Clay lo siguió cerrando la puerta, sorprendiéndose al ver la cantidad de sillas volcadas, los papeles en el piso y las mesas llenas de polvo.

-Alguien debería limpiar aquí- comentó. Wade se encogió de hombros, se recargó en una mesa, mirando hacia atrás y Clay notó que la mesa en donde Wade estaba daba a una ventana que miraba a la capilla. No entendía la fascinación de Wade por ese lugar, pero había mencionado el querer entrar un par de veces en sus charlas.

-Sugiéreselo a Ericka, anda intentando mejorar el colegio.

Clay se acercó, posó una mano sobre la mesa sucia haciendo una mueca de desagrado.

-¿Por qué te interesa tanto esa capilla?

La sonrisa de Wade destelló un momento antes de apagarse.

-Porque es interesante- contestó- ¿Por qué más?

-¿Es lo mismo para las personas?- preguntó, acercándose un poco más a Wade, que asintió con la cabeza.

Una mirada soñadora y divertida a la vez se instaló en el rostro de Wade y ese fue el detonante para que Clay se moviera, cubriéndole las manos con las suyas, aprovechando la expresión de sorpresa de Wade para juntas sus bocas y deslizar la lengua por sus labios ligeramente entreabiertos.

Le apretó las muñecas, forzando un beso apasionado, sintiéndolo quieto mientras recorría su boca con la lengua. Besarlo no le resultó satisfactorio hasta que oyó un gemido reverberar en el pecho de Wade y perderse entre sus labios. Se separó un momento, aturdido y volvió  besarlo, aligerando la presa en las muñecas, permitiéndose relajarse y disfrutar de la tibieza de la boca de Wade.

 


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