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West Lake por Hisue

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Notas del capitulo:

Hola. Ya sé, creo que han sido un par de años... estaba pensando cómo disculparme, luego me di cuenta que no tenía ninguna excusa, excepto mi indisciplina. Merezco lo peor, lo sé. De todas formas, lo siento, por la gente que lo leía, y por mí, por pensar que dado que escribo hasta las patas, podía dejarlo a medias. No debí haber hecho eso, pensar que todo dejar todo a medias, porque es mi historia. Buena o mala. Así que, sin ninguna excusa para dar, lo siento. 

Probablemente mucha de la gente que leía esto ya no está, y esa es una de las cosas que no voy a perdonarme, los extrañaré. 

Anyway, dejando de lloriquear -sí, ese es mi lloriqueo- les dejo el cap, si alguien lo leo y lo ha leído de antes, no se preocupe, tengo capítulos avanzados y pienso actualizar semanalmente los sábados (hoy es la excepción porque mañana viajo y no iba a tener tiempo). 

Ya no sé que más decir. Así que hasta la próxima semana. 

Capitulo 35

 

Teresa se removió en la cama. Como esperaba, no había nadie acostado a su lado. Se levantó, acomodándose la espesa cabellera negra detrás de las orejas y buscó con la vista a Wade. Lo encontró en el sofá que había en su cuarto, con un cigarro entre los dientes, y los ojos clavados en el techo. Teresa bostezó, se puso una bata, y se quedó en la cama, rememorando. Habían pasado más de dos años desde que lo conoció. Un niño idiota que se le había acercado diciendo amarla. Un niño, con un aura de desamparo alrededor, que ella había ignorado los primeros meses y que había terminado por meter a su cama.

No pensaba mucho en eso, cuando lo hacía se sentía culpable y asqueada de sí misma. Una prostituta, véndiendose a un niño que apenas estaba por los catorce años, destrozándole las ilusiones del primer amor, y volviéndolo aún más cínico de lo que ya era. Teresa sonrió. Había pensado mucho entre si cobrarle o no, no cobrarle le hacía sentir como una de esas viejas devoradoras de niños, que les pagaban a jovencitos para que las satisfagan en la cama, y cobrarle le hacía vomitar, al pensar qué tan bajo había caído. Una vez superadas las primeras impresiones, y el falso amor que Wade sentía por ella, fue él quién le dio la solución. “El dinero es más importante, y no es como que tengas dignidad que defender”. Un niño cruel, al que ella ayudó a madurar demasiado pronto.

No era extraño tenerle allí, Wade venía a ella cada vez que no tenía ganas de cazar chicas, buscando sexo, y aunque nunca lo admitiría, un escape de su vida.

-Es tarde, ¿no tienes clases mañana?- preguntó, cuando se cansó de estar sentada en silencio.

Wade la miró, reparando en su presencia. La espesa cabellera negra enmarcaba un rostro fino, de ojos chocolate y largas pestañas. Cerró los ojos, y bufó.

-Intentaba creer que no tenía que regresar- contestó-. Haz el favor de no recordármelo.

-Si te quedas aquí, ese chico, Gabriel, se preocupará por ti. Pensé que no querías darle más problemas.

Teresa bajó de la cama y se acercó al sofá. Se sentó en el reposabrazos, frente a Wade.

-Eres muy molesta a veces- dijo éste, cubriéndose el rostro con una mano. No se molestaba en ser amable con ella, se conocían demasiado para fingir, y Wade sabía perfectamente que su relación no era nada más que sexo cuando él lo quería. En cierta forma, tenía que agradecerle por permitirle a un niño casi diez años menor irrumpir como quisiera en su rutina. Teresa le sonrió y él volvió a bufar. En eso se parecía a Gabe, nunca conseguía enfadarlos del todo. Sintió que ella se acercaba y tomaba su mano izquierda.

-¿Cómo te hiciste eso? Tienes los nudillos destrozados.

-Golpeé una pared- contestó de forma monótona. Ella no preguntó por el rasguño en su mejilla, sabía bien de qué mano provenía ese golpe. Se levantó, y fue por vendas al baño. Cuando volvió, él se estaba poniendo la camiseta. Había crecido, eso no podía negarlo

-No eres más un niño, ¿eh?- comentó, sentándose a su lado, y tomando su mano, para vendarla-. Cuando te conocí, eras más pequeño que yo.

-No me recuerdes esa patética etapa de mi vida.

Wade hizo una mueca de dolor, cuando ella le echó alcohol. La sangre ya se había secado hace horas, pero Wade supuso que esa era su forma de demostrar que se preocupaba por él, aunque personalmente, preferiría que se ahorrara la amabilidad.

Teresa le observó ir al baño, y se quedó en el sofá, tratando de evitar recordar a un Wade mucho más joven, sin éxito. Ella era una dama de compañía, a la que uno de sus clientes llevó a la mansión Lorenz, en una de las cenas que solían dar. Le chocó el opulencia de la mansión, las conversaciones frívolas, y los rumores que circulaban sobre la familia, pero lo que más le afectó fue ver al niño en el rincón, con los ojos perdidos y un aura de desamparo rodeándole. Sólo quiso ser amable con él, por eso se acercó, le invitó un chocolate que llevaba en la cartera, y conversó con él unos pocos minutos antes que su cliente reclamara por ella. No imaginó que lo volvería a ver, ni tampoco imaginó que el niño la siguiera y declarara estar enamorado de ella. Hizo que lo consideró correcto, se burló de él, le dijo a qué se dedicaba, y meses más tarde, se enteró de la muerte de Isabelle Barnett, que borró del rostro de Wade cualquier rastro de alegría que hubiera tenido antes. Si ella no hubiera seguido visitando a ese cliente, tal vez no habría tenido que regresar a la mansión Lorenz, y encontrarse de nuevo con el niño. No supo qué le llevó a no apartarlo cuando él la besó, ni que le llevó a seguir viéndolo, enseñándole qué debía hacer a cada paso.

-Como una vieja verde- se dijo, conteniendo la risa-. Entrenando a mi amante para que haga lo que yo quiero.

Tal vez, sólo lo hizo por lástima. Tampoco entendía qué le mantenía junto a él. Tal vez Joanna, con esa frialdad que tenía para con su hijo, tal vez el señor Lorenz, que actuaba como si no lo tuviera. Lo que sea, no contribuía a que ella se sintiera menos mal.

-Si descubren que me acuesto contigo, me denunciarán por violación a menores- dijo, cuando Wade salió del baño.

-¿Te preocupas por eso? Mis padres no te tocarán. Preferirían matarse antes de ver su imagen en los diarios. Más importante, ¿algún día me contarás por qué trabajas en esto?

Teresa rió y negó con la cabeza.

-Por dinero, ¿por qué más?

Wade decidió no insistir. Además, no es como si algo fuera a cambiar porque ella le dijera la verdad.  Se despidió con un gesto vago y ella volvió a la cama. Con los años, se le hacía más fácil paliar el sentimiento de culpa que le embargaba por hacer lo que hacía.

---

Mike siguió a Julie hasta la biblioteca, y se sentó frente a ella, demandando una explicación. El domingo no fue lo que esperaba, entre el creciente mal humor de Gabriel, la desaparición de Wade, y la interrumpida visita a la madre de Julie.

-¿Qué? Sabes cómo es lo de Wade y sus padres... era obvio que iban a pelear. No es mi problema que a Gabe le afecte tanto.

-Tú estás afectada- dijo Mike, cruzando los brazos sobre el pecho. Julie le dirigió una mirada irónica.

-¿Qué es lo que quieres?

-Que alguien me explique algo, para empezar. Me arrastraron fuera de la casa, apenas si pude despedirme de tu mamá, y nadie dice por qué...

-Wade y su madre pelearon, es todo- contestó Julie, de forma cansina-. Si quieres que te digan detalles, pregúntale a Gabe.

Mike suspiró, cansado. Gabriel se había dedicado a su perro desde que llegó, y ahora estaba en el bosque, con la misma expresión de molestia que tenía desde la mañana. Apenas si le había hablado en lo que iba del día.

-Eres su novio, o lo que sea- dijo Julie, arreglándose el cabello-. No puede enojarse porque quieras saber cómo está.

Mike  no contestó. Lo cierto es que aún siendo su novio, Gabriel en momentos parecía demasiado lejano a él. Todo estaba bien, hasta que pasaba algo más grave y él no podía hacer nada, ni saber qué era, o cómo consolarlo.

---

Wade entró al colegio, agradecido de tener una llave extra, y la amistad del conserje. Los pasillos estaban a oscuras, pero los conocía demasiado bien como para perderse. Entró a su habitación, sorprendido de encontrar a Gabriel acostado en su cama, jugando a oscuras en su celular.

-Es tarde para que estés despierto, ¿sabes?- dijo, sentándose en la cama contraria. Gabriel alzó la vista del juego, observó la venda en su mano, y frunció el ceño, antes de tirarle otro celular. Wade lo reconoció como suyo.

-Te olvidaste de eso.

-No tenías que estar preocupado.

 La mirada de furia de Gabe no varió, y Wade se rascó la cabeza, incómodo.

-¿Qué te dijo para que te enojaras así?

-Nada fuera de lo común- contestó- Sólo me harté, Gabriel, de ser usado como un juguete por esos dos. No pienso permitirlo nunca más.

-Ni siquieras eres mayor de edad. Wade. Lo quieras o no...

-Yo no soy tú- Wade se recostó en la cabecera de la cama, mirando al techo-. No voy a fingir ser un buen hijo, ni siquiera que los soporto, nunca más. Si quieren hacerme algo, que lo hagan. Pero no pienso vivir como ellos digan.

-¿Y qué harás?

Wade se encogió de hombros, sonrió y puso el celular en la mesa de noche.

-Para empezar, te prometo que me llevaré el celular la próxima vez que desaparezca.

Gabriel sonrió a su pesar. Captó el leve olor que despedía la ropa de Wade, y lo identificó al instante. La mayoría de las veces que iba a cazar chicas, regresaba oliendo a ese perfume. Gabe se preguntó si algún día sabría a quién le pertenecía. Le gustaría, más que nada, que Wade confiará un poco más en él. A veces, parecía olvidar que él estaba allí, y que podía apoyarlo.

-Y, por cierto, ¿planeas dormir en mi cama?- preguntó Wade, viendo que Gabriel se tapaba con las sábanas.

-Si me levanto, no creo ser capaz de dormir. ¿Qué te pasó en la mano?

-Golpeé una pared- contestó, sin darle mayor importancia. Se acostó sin molestarse en ponerse el pijama, y calculó mentalmente el tiempo que le quedaba para ser libre. Si salía del colegio, podría hacer lo que quisiera con su vida. Alejarse de sus padres. Aunque eso significaría separarse también de Gabriel. Deseó, por primera vez, que su amigo se olvidara de su tonta venganza y le hiciera caso a Isabelle.

---

-Buenos días- Mike se giró al escuchar a Gabriel. Le devolvió la sonrisa y lo siguió por los pasillos. Supuso que Wade había regresado, desde que el malhumor de su novio ya no estaba.

-Buenas, ¿pasó algo bueno?

Gabriel regresó a mirarlo, interrogante.

-Ayer estabas muy enfadado, y hoy no...- explicó Mike. Dudaba que Gabe le contara algo de lo pasado en la mansión Lorenz, pero no perdía nada con intentar.

-Nada especial.- contestó Gabriel.

-Supongo que Wade está de mejor humor- comentó Mike. Gabriel bufó, restándole importancia.

-¿Desde cuándo él tiene algo que ver con cómo estoy?

Mike dejó escapar una risa algo escandalosa, para darle a entender que no lo creía, y Gabriel le rodeó el cuello con un brazo, tirando de él hacia un aula vacía. Le hizo chocar contra la pared y le dio un beso rápido, interrumpido por Ericka.

-Dejen de tocarse en cualquier lugar- espetó, dando la vuelta y cerrando de un portazo. Ahora ni siquiera podría intentar leer en aulas vacías, por temor a ver algo inapropiado. Se cruzó con Wade mientras caminaba hacia la primera clase y decidió no preguntar por el rasguño en su mejilla, ni la venda en la mano.

-¿Cómo te ha ido?- preguntó Wade, mientras caminaban rumbo al aire. Ericka alzó los ojos de su cuaderno, y lo miró, interrogante- Has estado un poco rara estos días, sabes.

Ella bajó la cabeza, para ocultar su incomodidad. No pasaba nada, sólo que ese tipo de limpieza la había besado, y ella, incapaz de hacerle ver que su presencia le afectaba, regresó a nadar de madrugada. Todo habría estado bien, de no ser porque el tipo no le había pedido disculpas, y hablaba con ella como si nada hubiera pasado. Después de días, a Ericka se le hacía muy difícil no seguirle en las charlas unilaterales que él mantenía, y había descubierto, con pavor, que incluso se relajaba a su lado.

-Nada- contestó ásperamente-. Eres tú el que está raro.

-No más de lo normal- contestó. Wade empujó la puerta del salón y la sostuvo para que Ericka pasara. Esperaba que, al menos en clase, la gente dejara de preguntarle si le pasaba algo.

---

Betty miró de reojo a Wade. Estaban sentados en la misma mesa, ella estudiando matemáticas con Mike y Wade repasando física con Julie. Trató de no sentirse nerviosa, después de todo, él apenas si la había mirado, como si lo que pasó entre ellos fuera un asunto insignificante. Es probable que para él lo fuera.

-Si quieres nos vamos- susurró Mike, notando su incomodidad. Betty clavó la vista en el libro y negó con la cabeza. No quería que nadie pensara que ella le importaba algo Wade si para él claramente no tenía importancia. Se concentró en los ejercicios y en la suave voz de Mike. Era fácil estudiar y estar con él. No solía esperar nada de ella, no le exigía nada y tal vez por eso se sentía más ella misma cuando estaba con él.

-Aún no logro entender las matrices.

-Son muy fáciles. Si tienes tiempo, mañana repasamos de nuevo.

Betty asintió. El tiempo con Mike era menos tiempo con Susan y menos tiempo con ella sola con sus pensamientos. Mike le hacía sentirse menos inútil.

-Nosotros terminamos- anunció Julie. Se puso de pie y Wade la imitó, bostezando.

-Debería estar prohibido estudiar tanto. Es inhumano.

-Eres un flojo- replicó Julie.

Mike los observó irse, sonriendo. A pesar de los reclamos de Julie y las quejas de Wade, a Mike le gustaba ver que su relación parecía funcionar mejor que antes. Volvió su atención a Betty, volviendo a concentrase en las matrices. No pasaron ni dez minutos cuando Gabriel se sentó en una de las sillas sobrantes, mirándolos sin decir nada.

-¿Qué pasa?- preguntó Mike, al notar que Gabriel no tenía intenciones de hablar.

-Nada importante, tú sigue con eso.

Betty hizo una mueca de fastidio. Con Wade y Julie allí era invisible, y aunque eso no era agradable, era mejor que ser observada en sus burdos intentos de hacer bien los ejercicios.

-Podemos seguir mañana, Mike- dijo-. Creo que él quiere hablar contigo.

Mike observó a Gabriel y a Betty alternativamente. Ella había bajado la cabeza y jugaba con sus manos, como hacía siempre que estaba nerviosa y él sólo compuso una falsa expresión inocente en su rostro.

-Lo siento mucho- murmuró Mike-. Te juro que mañana me quedaré contigo hasta que le cojas el truco.

Betty sonrió, guardo sus cosas y se despidió de Mike con un beso en la mejilla.

-Voy a practicar. Prometo que no te daré tantos problemas mañana.

Cuando se fue, Mike se volvió a Gabe con el ceño fruncido.

-Podrías haber dicho “no es necesario que te vayas”, o algo.

-No quería que se vaya- replicó-. Pero si quiero hablar contigo.

Gabriel bajó la mirada, sintiéndose un poco culpable por lo que iba a pedir.

-Antes que nada, puedes negarte si no quieres- dijo. Mike frunció el ceño, confuso-. Es... bueno, Ericka me pidió que te pidiera unirte al club de ajedrez.

-¿Qué?- preguntó Mike, extrañado. Cierto que era bueno en ajedrez y había ganado la competencia, pero no estaba interesado en clubes-. No creo tener tiempo para clubes, además, ¿por qué ella...?

-Quiere que los clubes sean útiles. Está planeando inscribirlos en un par de ferias y concursos, y eso... y eres el mejor jugador de ajedrez del colegio. Pensó en ti.

Mike analizó la información unos segundos. Para mantener la beca no le valían distracciones, mucho menos si quería tener tiempo para seguir con sus sesiones de tutoría con Betty y sus encuentros con Gabriel.

-No creo poder- dijo, esperando no estar decepcionando a Gabriel. No lo parecía, Gabe le sonrío, al parecer aliviado.

-Es mucho mejor así. Le mencioné tu beca, pero también le prometí intentar convencerte. Si te pregunta, intenté sobornarte a besos, pero tu resistencia es fuerte.

Mike rió sin poder evitarlo.

-¿Sobornarme a besos? ¿Ni siquiera dinero?- preguntó, guardando sus libros en la mochila y empezando a caminar fuera de la biblioteca. 

Gabriel asintió, sonriendo.

-No, eres muy buena persona para aceptar dinero, tenemos que hacer la historia creíble- comentó.  Miró a los lados, asegurándose de que no había nadie y arrastró a Mike detrás de una estanterìa y lo besó antes que éste pudiera decir algo.

-Estaba pensando que podíamos ir a mi cuarto- susurró contra sus labios. Mike rió entre dientes.

-¿Esto es parte de tu intento de sobornarme a besos?

-Tenemos que darle credibilidad a la historia- asintió Gabe, inclinándose para dejar otro beso en los labios de Mike.

-Creo que podrías tener razón- dijo. Gabe volvió a besarlo. Mike lo empujó, jadeando.

-¿Te he convencido?- preguntó Gabriel. La sonrisa no se había borrado de su rostro. Mike negó con la cabeza, sólo para seguirle el juego. Gabriel le besó en las mejillas, primero, buscó su boca y tiró de su camisa hacia arriba, buscando tocar su piel-. Creo que podría convencerte- susurró contra la piel de su cuello-. Podría besarte aquí...- al mismo tiempo que hablaba, acarició el miembro de Mike sobre la ropa. 

Mike se sonrojó. Estaba excitado, preguntándose cómo iba a caminar por el colegio con una erección, sin que se le notara. Gabriel, en cambio, parecía más preocupado en intentar bajarle la cremallera sin dejar de repartir besos entre su boca y su cuello.

-Espera- susurró, haciendo un gran esfuerzo para empujarlo-, espera, aquí no.

Gabriel se detuvo. Mike se pasó la mano por el rostro y tomó aire.

-Mejor vamos a tu cuarto- dijo, dejando su camisa por fuera de los pantalones. Gabe asintió, pero le dio otro beso antes de moverse.

Cuando al fin llegaron al cuarto, Mike apenas pudo esperar a que la puerta se cerrara para volver a enredar sus brazos en el cuello de Gabe y buscar sus labios. Gabriel sonrió, complacido. Sus manos acariciaron las piernas de Mike, se posaron en sus muslos y lo elevaron, buscando que sus erecciones se froten, mientras Mike tiraba de su camiseta. Se detuvieron el tiempo suficiente para desnudarse y alcanzar la cama.

-Te quiero, ¿sabes?- susurró Gabe, a la par que empujaba en el cuerpo de Mike. Éste gimió, apretando las sabanas con una mano y acariciando la espalda de Gabriel con la otra. Se sentía lleno, estirado y a un punto de perder la cabeza. Gabriel le sostenía por las caderas, y embestía, sin seguir ningún ritmo en concreto. Se inclinó para poder besarlo, tratando de demorar el momento de terminar. Mike se corrió, clavando las uñas en su espalda y el siguió poco después, dejándose caer al lado de Mike.

-Aún no me has convencido- dijo Mike, cuando recuperó la voz.

La risa de Gabriel le hizo eco y él se recostó en su pecho, satisfecho y feliz.

---

Ericka se detuvo al llegar a cincuenta abdominales y se recostó en la pared. Llevaba una hora ejercitándose y le dolían un poco las piernas. Buscó en su bolso una botella de agua y le dio un sorbo, esperando a que la puerta del gimnasio se abriera. Bryan solía llegar siempre a la misma hora y esta vez no fue la excepción. Se sentó a su lado, observándola en silencio.

-Nunca me disculpé- dijo, a modo de saludo. Ericka frunció el ceño. Bryan no había intentado besarla de nuevo, y ella intentaba comportarse como si aquello no hubiera sucedido nunca. Había asumido que no mencionarían el tema y ella podría seguir manteniendo charlas insustanciales con él.

-¿Quieres hablar de eso?- preguntó- ¿En serio?

Bryan asintió, ya acostumbrado al tono frío de Ericka. Ella bufó.

-Mira, sólo quiero aclarar las cosas. Primero, pedirte disculpas porque no debí hacerlo...

Ericka estiró las piernas, y tamborileó los dedos en el piso. Recordar el beso la irritaba.

-Lo que sea que digas es irrelevante.

-Lo es para ti- replicó Bryan. Respiró hondo, para calmarse y observó el perfil malhumorado de Ericka. Las cosas serían más fáciles si a él no le gustara, pero lo hacía. Pasaba con ella sólo unos pocos minutos varias noches a la semana y no sabía si eso era suficiente para conocer a alguien, pero lo que conocía de ella le fascinaba-. Pero para mí no. No espero que te importe, sólo quiero decirlo.

-No eres más que un miembro del servicio- dijo Ericka. Su voz no era ni dura, ni burlona. Hablaba de un simple hecho y fue eso lo que hizo que el ánimo de Bryan decayera. Para ella, él era “el servicio”. Podía tomarse un tiempo para hablar con él, pero eso no cambiaba el hecho que ni siquiera lo veía como un amigo.

-No es nada que no sepa- murmuró. Ericka lo miró, la misma expresión neutral de siempre en su rostro. Se sorprendió al descubrir que le incomodaba un poco verlo triste, pero su expresión no varió un ápice-. Como sea, igual te lo diré. No debí besarte, pero no me arrepiendo. Me gustas. Y sé que te da lo mismo, pero no cambia el que me gustes.

Ericka suspiró y desvió la mirada.

-¿Y qué te gusta? ¿Mi adorable personalidad o cómo luzco?- Se levantó, esbozando una sonrisa que sólo servía para realzar su mal humor-. No te gustaría si la que hubieras encontrado aquí no tuviera mi rostro o mi cuerpo. ¿Debo estar impresionada por ti?

Bryan frunció el ceño.

-Tienes razón- admitió-, me gusta cómo luces, a nadie con un buen par de ojos no le gustaría como luces. No me gustarías si fueras fea, ¿es lo que quieres oír? Pero si no tuvieras esa jodida personalidad tuya, no me gustarías ni la mitad. No me molestaría quererte ni la mitad.

-Al menos, al fin has dejado esa manera condescendiente de hablar- comentó ella, cruzándose de brazos-. Me molestaba.

Bryan se levantó. No había esperado una respuesta a su confesión, pero tampoco ese tratamiento, como si acabara de hablar del clima.

-De verdad no te importo, ¿no?- preguntó. Ericka se encogió de hombros. No estaba segura de eso, él sólo había estado allí y había empezado a hablarle por sí solo. No podía saber si le importaba o no, pero sí sabía que no quería que le importe.

-Si quieres la verdad, es agradable tener alguien con quien charlar. Es todo. No pienso en ti de esa forma.

-Y no somos amigos.

-Hablamos durante cinco minutos, a veces menos- dijo, optando por dejar completamente la amabilidad de lado- ¿Por qué seríamos amigos?

Bryan volvió a sentarse, observándola. Ericka era de todo menos amable, pero él había visto su esfuerzo y su determinación, o su terquedad. Era diferente al grupo de niños ricos que la rodeaba. Más que nada, quería sentir que podía ser parte de su vida. Rebuscó algo que comer en sus bolsillos y sacó un paquete de cigarrillos junto con un chocolate.

-¿Fumas?- preguntó ella. Bryan alzó la cabeza, mordiendo el chocolate y asintiendo a la vez. Estaba más que acostumbrado a las decepciones como para que el desplante de Ericka le afecte- Genial.

Ericka cogió su bolso del piso y caminó hacia la puerta. Bryan la siguió, extrañado por el tono resentido en su voz.

-¿Te traen malos recuerdos los cigarros? ¿O te recuerdan a alguien?

Ella no contestó. Lo que menos quería era pensar en Wade con Bryan allí. Recordó sin querer el beso que le dio y se sintió avergonzada y molesta a la vez. Para Wade, ella no era más que una amiga, o menos que eso. Alguien que ni siquiera sabía dar un beso en condiciones.

-Mira, disculpa si fui ruda- dijo, ya con la mano en el pomo de la puerta-. Es sólo que me parece estúpido darte esperanzas.

-Ya te dije que no quiero eso. Por el momento, me conformo con que no hagas que me echen de aquí.

Ericka sonrió, negando.

-No, no soy tan ruin. Sólo olvida que te gusto. Es probable que sólo sea la novedad.

-O es probable que te quiera- murmuró él-. Y tómalo como lo último que diré de esto. Sé que seguramente te gusta alguno de esos niños ricos y...

-No me gusta nadie- interrumpió ella-. Y si no paras con eso, haré que te echen.

Salió, cerrando la puerta con más fuerza de la necesaria. No necesitaba tener chicos detrás de ella, mucho menos a Bryan. Cuando llegó a su cuarto, se encontró con Katherine que la esperaba despierta y con una sonrisa pícara en el rostro.

-¿Cómo te fue?

Ericka suspiró, fastidiada. Había cometido el error de contarle a Katherine del beso que Bryan le dio, y aún peor del que ella le dio a Wade, y desde ese momento, ella esperaba saber algo que indicara un avance de uno o de otro.

-Estoy agotada- contestó.

-Sabes que no hablo de los ejercicios- Katherine esperó a que Ericka se cambiara el buzo y la camiseta que llevaba por un pijama y luego se subió a su cama, sentándose con las piernas cruzadas-. Hablo de Bryan, ¿era así? Es que no entiendo porqué, si te disgusta tanto, no haces que le boten o le cambien el turno.

-No me disgusta- dijo ella, acomodándose en la cama-. Es sólo... alguien que está allí. Y de todas formas, no puedo hacer que boten a alguien por una niñería como ésa.

-Cualquiera de nosotros lo haría botar por menos. Ericka, vamos, mereces tener un poco de diversión.

-¿Y salir con chicos es tu idea de diversión? Katherine, déjame dormir.

-No dije eso, pero creo que debes relajarte un poco...- se calló al ver la mirada enfadada de Ericka-. Te dejaré dormir. Y sólo para que conste, espero que acabes con estas salidas nocturnas. Estás muy cansada.

Ericka se cubrió con las sabanas, ignorándola. Su resistencia había mejorado mucho, y su cuerpo no se cansaba tanto con los ejercicios como antes. Podría dejar de escaparse por la noche dentro de poco. Cerró los ojos, complacida consigo misma, y pensó en Bryan sólo un momento. Dejaría de verlo dentro de poco pero sería lo mejor para él.

---

Mike entró en la biblioteca, se dirigió al lugar que solía ocupar con Betty, y la sonrisa se congeló en su rostro al ver a Susan sentada en su lugar. Hizo un esfuerzo por no verse afectado, se sentó al lado de Betty y ella le dirigió una sonrisa nerviosa de disculpa.

-Hola, novato- saludó Susan. Tenía una sonrisa suave, casi dulce, que Mike podría haber considerado hermosa, si no la conociera.

-Hola, Susan- contestó.

Betty miraba a sus manos, sin atreverse a hablar. Intentaba no cruzarse con Susan, no dejarse manipular por ella, y eso funcionaba muy bien cuando no tenía que verla.

-Vine a dejarte el rol de ensayos del club- dijo Susan. Mike miró a Betty, confundido.

-¿Estás en un club?- preguntó.

-No a ella, a ti- respondió Susan.

-Disculpa, no pertenezco a ningún club. Y creo que no me uniría uno en el que tú estés.

Susan asintió, comprensiva.

-Claro, pensé que aceptarías. Fue un error de mi parte. ¿Por qué tendría que pensar que te unirías al club de ajedrez? Es obvio que apenas puedes mantener tu beca. Perdón por asumir que podías manejar ambas cosas.

Mike frunció el ceño. Lo que ella pensara no tenía que importarle, se dijo. Y su beca era lo más importante, más importante que cualquier club.

-Para ti, mantener las notas y tener actividades extras debe estar fuera de tus capacidades- siguió hablando Susan. No esperaba que Mike se uniera, sólo quería ver su rostro de indignación y lo estaba consiguiendo. El chico no encontraba palabras para responderlo, al menos no sin admitir que era incapaz.

-¿Y qué si lo está?- masculló Mike- No te importa. Si me disculpas, tengo cosas que hacer, puedes irte.

Susan se levantó, sonriendo.

-Te dejo con tu obra de caridad. No te sientas mal cuando gane algún premio. No todos pueden mantener el nivel, como yo.

-La odio- dijo Betty, cuando Susan se marchó. Mike suspiró. Le molestaban sus palabras, y aunque sabía que lo hacía para molestar, sólo quería demostrarle que estaba equivocada-. No le prestes atención.

-Pero ella si es un genio. Nunca la veo estudiar mucho, y siempre está entre los primeros.

-Igual que tú o Ericka. O Julie

-Pero nosotros nos desvelamos estudiando. Ella...

-Ella siempre hace que todo luzca fácil, lo sé- Betty dibujó espirales en su cuaderno. Conocía a Susan, sabía lo que era enfrentarse a la facilidad con que ella hacía todo, sintiendo que eras inútil por no seguirle el paso. Estaba intentado superar eso-. Pero eso no quiere decir que tengas... que tengamos que demostrarle nada. Sólo hacer lo que debemos, creo.

Mike le sonrió, dándole la razón. Le tomó la mano que ella apoyaba en la mesa.

-Gracias. Es que me saca de quicio. Vamos, tenemos que seguir con la clase.

Betty tenía razón. No podía hacer algo sólo porque Susan lo hacía. La beca era importante. Y tener tiempo para sus amigos, para enseñarle a Betty y para Gabriel, eso era importante. Abrió su cuaderno, decidido a ignorar la incomodidad que Susan le había causado. 


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