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West Lake por Hisue

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Notas del capitulo:

Hola, aquí vamos otra vez. No pude actualizar ayer, pero ya está... ayer jugaba Perú xD

Anyway, las actualizaciones seguirán siendo viernes o sábado. Creo que esta vez no tengo mucho que decir XD. Gracias a la gente que dejó review, me hacen muy feliz :)

(Más notas al final)

Capítulo 37


 


Gabriel entró a su cuarto casi corriendo, llevaba el celular en una mano y la mochila colgando del brazo. Cuando salió rumbo a clases, Wade todavía estaba durmiendo y como esperaba, estaba allí, todavía en pijama, envuelto en las sábanas.


-Wade, ¡levántate!- gritó, tirando de la sábana que lo cubría.


Wade alzó la cabeza. Tenía planeado faltar a clases y dormir hasta la hora del almuerzo.


-¿Qué haces aquí?- bostezó- ¿Aún no empiezan las clases?- preguntó con la cabeza apoyada en la almohada.


-Llamaron de tu casa- contestó Gabe-, tu madre tuvo un accidente.


Lo miró fijamente, esperando por la reacción de su amigo, pero Wade se limitó a bostezar.


-¿Y murió?- preguntó. Su tono no varió un ápice, ni demostró el mínimo de interés. Gabriel suspiró, dando el caso por perdido.


-Levántate- urgió-. Irás a ver a tu madre, tienes permiso.


Wade se giró en la cama, sin darle la menor importancia.


-No sé si recuerdas, pero terminamos mal la última vez que la vi e intento vivir ignorando que existe.


-No te estoy preguntando si quieres ir -aclaró-. Te estoy avisando que vas a ir.


Wade frunció el ceño, decidido a discutir, pero el enfado que vio en la expresión de Gabriel le disuadió de hacerlo. Se levantó bufando y cuando salió del baño, encontró una mochila ya hecha en su cama.


-¿Vienes?- preguntó a Gabriel, desanimado. Éste negó- ¿Por qué no?


-Alguien del Consejo tiene que ir con la delegación de ajedrez al concurso ése. Ericka está muy ocupada desde que se unió al equipo de natación, así que tengo que ir yo.


-Excelente- comentó, sarcástico- ¿Puedo desayunar antes de irme o tienes un auto esperando por mí afuera? ¿Hay alguna cosa más que deba hacer, su señoría?


Gabriel se encogió de hombros, pasando por alto el sarcasmo de su amigo. Wade apretó los puños y negó con la cabeza. No entendía porqué tenía que salir del colegio y menos porqué Gabe insistía en eso.


-Al menos dime porqué la insistencia. ¿Ella te dijo que me convencieras?


-No, fue mi viejo- contestó Gabriel. La expresión de Wade pasó del fastidio a la sorpresa-. Tu mamá le comentó su desencuentro y él quiere asegurarse que soy una buena influencia para ti.


Wade rió por lo bajo, entendiendo al fin. Gabe haría lo que fuera para mantener a su padre feliz, por lo que parecía. Aunque era molesto que lo involucraran a él.


-¿Y esto es una prueba? ¿Qué si no paso? ¿Y desde cuando yo estoy en examen?


-Supongo que decidirá que eres una mala influencia.


Gabriel bajó la vista. Su padre pensaba de Wade lo mismo que la madre de éste. Que era débil y superfluo, sin ningún tipo de ambición y que ambos dependían demasiado del otro. Y él no quería arriesgarse a un traslado de Wade a Europa, como su padre había insinuado que Joanna planeaba. Todo para sus familias se reducía a lo útil que podían ser y al parecer, tanto su padre como la madre de su amigo estaban de acuerdo en que Wade no demostraba nada.


-Suena a una terrible amenaza- murmuró Wade, aunque no sonaba preocupado-. No pongas esa cara de angustia. Me portaré bien.


-¿En serio no te preocupas por ella?- preguntó. No esperaba una conmoción de su parte por la noticia, pero tampoco la indiferencia con la que Wade se comportaba. Cosas malas o no, aún eran madre e hijo.


-No todos somos tú, o tenemos una madre como la tuya. ¿Qué esperabas? ¿Que me pusiera a llorar?


Gabriel negó con la cabeza. Wade salió sin despedirse y él se quedó mirando la puerta. Cuando Wade era niño, solía llorar mucho y refugiarse en su madre. No hablaba de las cosas que pasaban en su casa, pero siempre se abrazaba a él, negándose a regresar a su hogar las veces que iba de visita. Sabía que había cambiado, pero no había notado qué tanto hasta ahora. En el Wade de ahora no parecía haber más que desinterés. Gabriel salió del cuarto y se dirigió al aula. No debía sorprenderlo tanto, pensó. Sus padres nunca fueron amables con él, no podía esperar que él sintiera algo por ellos.


Cuando llegó al aula, la clase ya había empezado y se vio obligado a interrumpirla y comunicar al profesor en voz baja el motivo de la ausencia de Wade. Preferiría que nadie se enterara, pero cuando la clase terminó, uno de sus compañeros comunicó la noticia, al hacerse publicado ésta en internet. Gabriel maldijo entre dientes, mientras uno tras otro le hacían preguntas.


-No sé nada- contestó, alzando la voz, ya harto-. Wade fue a verla, ¿cómo diablos quieren que sepa cómo está si no me he movido de aquí?


-No debe ser nada grave o ya estaría en las noticias- comentó Elizabeth, revisando su celular-. Probablemente mañana sabremos que pasó. Espero que esté bien. Mi tío la conoce y la aprecia mucho.


Gabriel decidió no contestar. Por lo que sabía, su tía no estaba grave, sólo tenía unos cuantos golpes y una posible fractura. Su padre no le había dicho más y no podría llamar a Wade hasta la noche para asegurarse que ella estaba bien. Al contrario que a Wade, él estaba preocupado. Había crecido pensando en ellos como parte de su propia familia, a pesar de todo.


---


-¿Qué pasó con ella?- preguntó Julie. Ella y Mike acababan de entrar a la habitación de Gabriel y no se molestó en saludar antes de preguntar. Ericka los miró a ambos, y negó con la cabeza.


-No es su problema, ¿no creen?


Julie se arregló las gafas. Su irritación era tangible por la forma en que apretaba el puño izquierdo contra su pierna.


-Ericka- intervino Gabe. Tampoco sabía porqué Julie preguntaba por su tía, no esperaba de ella más que indiferencia. Pero al parecer, todos actuaban como él menos esperaba-. Fue un accidente de tránsito. Al parecer un auto se salió del carril y le impactó. El chofer sufrió unas fracturas, pero parece que lo de mi tía es sólo contusiones. O eso me han dicho, no sé más.


Julie asintió. No estaba preocupada por ella. Sólo quería saber. La madre de Wade era una gran sombra en su vida. Si estaba allí, preguntando por ella es porque no quería convertirse en lo que odiaba.


-¿Y Wade?- preguntó Mike- ¿Está bien?


-Sí, algo- Gabe esbozó una sonrisa tensa, que Mike decidió dejar pasar por el momento. Julie parecía haber dado por satisfecha su curiosidad y caminó hacia la puerta. Ericka la siguió.


-Recuerda que debes estar en una hora con Susan. Ella tiene los pasajes, no la hagas esperar.- dijo, antes de cerrar la puerta.


Mike se acercó a él, posó sus manos en los hombros de Gabriel y lo escuchó suspirar.


-Esta no es mi idea de un buen comienzo de semana- comentó Gabriel. Mike se movió y se sentó en el escritorio, para poder mirarlo a la cara.


-Lo siento, de verdad- dijo.


-La mitad de las personas que han dicho eso hoy, mentían- murmuró Gabriel.


-No soy ellos- contestó Mike. Gabriel se inclinó y apoyó la cabeza en sus piernas. Estaba cansado, y sabía que gran parte de su agotamiento no era por soportar los comentarios de sus compañeros o por tener que viajar con Susan. Era porque seguía viendo esa mirada exenta de interés en Wade y no dejaba de preguntarse en qué se estaba convirtiendo su mejor amigo.


-Lo sé. Lo agradezco- los dedos de Mike en su nuca lo relajaron lo suficiente para esbozar una sonrisa-. Si me dieran a elegir, me quedaría contigo hoy, ¿lo sabes?


-Me alegra saberlo- Mike sonrió. Sus dedos dejaron el cuello de Gabriel y se deslizaron por su espalda. Cuando dejó de tocarlo, Gabe alzó la cabeza y él se inclinó para alcanzar sus labios. Sólo se besaron un momento, Mike era consciente que él estaba cansado y continuó con sus caricias en la nuca cuando Gabe volvió a recostarse en sus piernas


-Deberías dormir un poco.


-Si duermo ahora, no me levantaré- contestó-. Sólo quédate conmigo un rato.


Gabe cerró los ojos, tratando de distraerse en los dedos de Mike. A veces deseaba que sólo existieran sus momentos con él, era una de las pocas cosas pacíficas en su vida.


---


Wade entró a la habitación, después de dudar un par de minutos en la puerta. Su madre, como era de esperar, estaba en el hospital más caro que pudieron encontrar, en un cuarto privado. Wade se fijó primero en la televisión, encendida en un canal de noticias, antes de posar los ojos en su madre. Llevaba el pelo suelto, el rostro sin maquillaje y el brazo en un cabestrillo.


-Pareces estar bien- comentó, apoyándose en la pared. Su madre le dirigió una larga mirada, sin contestar. El tiempo pasó lentamente, mientras los dos se miraban. Wade bajó la mirada, incómodo. No estaba triste por ella, una parte de él pensaba que se merecía todo el dolor que pudiera sentir. La otra, quería decir algo que la complaciera y odiaba a esa parte más que a nada.


-Gabriel te obligó a venir.


No era una pregunta. Wade alzó la cabeza. Joanna lo observaba, y la sonrisa que le dirigía era casi de lástima.


-No creo que de otra forma hubiera venido, madre.


Joanna cerró los ojos, frustrada. Era su hijo, sí. Y lamentablemente, también era el hijo de su padre. Sería más feliz si se pareciera menos a él.


-Entonces, no debiste venir. Deberías dejar de jugar el papel de su pequeño lacayo. Me enferma.


Wade parpadeó, confuso.


-Ustedes dos, tú y mi padre, siempre me dijeron que mantuviera buenas relaciones con los Barnett. Y tú y mi tío son socios, ¿o no? Prácticamente nos criaron juntos. ¿Qué diablos te molesta tanto de mí y Gabe?


La sonrisa de Joanna se volvió un poco más condescendiente. Wade fue capaz de ignorar su rostro pálido, los moretones que lucía en uno de los brazos y el yeso en el otro para centrarse en lo enfadado que esa sonrisa lo hacía sentir.


-No tengo nada en contra de que seas su amigo. Pero tengo mucho en contra del servilismo. Lo único que haces es ir tras él y hacer lo que te dicen. Si no querías venir, podrías haberte negado. Me habría sentido mucho más orgullosa de ti si fuera así.


-No busco que te sientas orgullosa de mí, madre- masculló-. No quiero nada de ti.


Wade salió dando un portazo y la enfermera que entró miró la puerta, espantada. Joanna ignoró su parloteo acerca de lo malagradecidos y maleducados que eran los chicos hoy en día. A estas alturas, no esperaba el amor de su hijo, ni creía merecerlo, no era idiota para engañarse así. Quería un hijo del que sentirse orgullosa, eso sí, y Wade no lo era. No era tan débil como su padre, había heredado su carácter, pero no lo usaba. Eso era lo que más le molestaba, ver a su hijo como un ser sin expectativas, feliz de permanecer a la sombra de alguien más. Eso era lo que le hacía enojar. Su padre era igual, un títere en las manos de Barnett. La sociedad los benefició, cierto, pero fue ella la que tuvo que involucrarse en los negocios para que Henry no considerara a su familia como algo desechable. Su esposo sólo se interesaba en su amante.


No esperaba que su hijo regresara, pero lo hizo. Esta vez, se sentó en el sofá y se tomó la libertad de cambiar el canal mientras bebía una soda. Joanna suspiró, fastidiada. No sentía dolor gracias a los analgésicos y lo sólo le incomodaba la picazón del brazo.


-No deberías perder clases. Y no estoy muriendo. No tienes porqué quedarte y la farsa de familia que llevamos estará a salvo con tu pequeña visita.


-Todo el mundo sabe que no somos familia, ¿no los escuchas hablar en las fiestas?


-¿Cómo están las clases?


Wade giró la cabeza, sorprendido por la pregunta. Sus profesores entregaban a sus padres un informe mensual sobre sus progresos, por lo que él sabía, y a ambos lo único que parecía importarles es que no repruebe.


-He mejorado- contestó. Se planteó contarle que Julie era su tutora, sólo para ver su rostro indignado. Fantaseó con la idea, pero era probable que ella quisiera sacarlo de West Lake si lo hacía. Y aunque Wade no dudaba que estaría bien y se divertiría sea cual sea el lugar, no quería irse de allí.


-Debes empezar a tomar en serio las cosas, Wade- dijo ella. Observó el programa que su hijo veía, un reportaje sobre Baudelaire. Los libros era lo único a lo que él prestaba real atención y por años, Joanna pensó que ese interés lo volvería alguien más vulnerable de lo que ella creía que era. Pero Wade fue todo lo contrario, cuando empezó a crecer.


Wade bufó. La enfermera entró, ahorrándoles a ambos el seguir con la charla, llevando un ramo de rosas rojas que puso sobre la mesa. Hasta ahora, le habían llegado tarjetas, flores, y peluches. Joanna lo consideraba una estupidez.


Detrás de la enfermera, entró un joven atractivo que no debía pasar de los veinticinco, y se quedó de pie, mirando con expresión asombrada a Wade. Joanna suspiró, y Wade entendió rápidamente la relación entra ambos, para él no era un secreto el gusto de su madre por los jovencitos, pero siempre pensó que sus amantes eran cosa de una noche.


-Escuche del accidente- dijo él. La enfermera pareció captar la tensión del ambiente y se fue lo más rápido que pudo. Wade observó a su madre, con una sonrisa en el rostro.


-¿Quieres que los deje solos, madre? No quiero importunar- el muchacho se sonrojó y desvió los ojos, claramente avergonzado. Wade supuso que no estaba entre sus planes conocer al hijo de su amante.


-Wade, sal- ordenó su madre. Él se retiró sin agregar nada más, y caminó hasta la sala de espera, maldiciendo al ver el anuncio que prohibía fumar. Pasó el tiempo con los audífonos puestos y releyendo una selección de poemas, que era el único libro que Gabriel había metido en su mochila. Dejó de hacerlo cuando sintió que alguien se paraba delante de él. Se quitó los audífonos y alzó la cabeza, encontrándose con el muchacho de las rosas.


-Discúlpame- dijo él. Estiró una mano pálida y muy bien cuidada que Wade examinó antes de estrechar. Se preguntó si debía sentirse de alguna forma en especial al tomar una mano que había tocado a su madre, pero no sintió nada más que un poco de lástima por el chico-. Soy Joe. Vine apenas me enteré del accidente.


-¿Eres su nuevo amante?- preguntó Wade, sin tacto alguno. Notó que el chico volvía a sonrojarse levemente, y no pudo contener la risa.


-Es probablemente lo que soy para ti. Pero Joanna me importa mucho.


Wade juntó las manos en sus rodillas, sonriendo.


-¿Ella o su cuenta de banco? Sabes, no te molestes. No me interesas tú o lo que hagas con ella. Pero no creas que eres nada más que un juguete temporal para ella.


-No creo que la conozcas- balbuceó el chico. Wade ladeó la cabeza, imitando a la perfección la sonrisa condescendiente que su madre antes le había dirigido a él.


-Es mi madre. La conozco más que tú- se levantó, ignorando al chico y regresó al cuarto de su madre. Ella no comentó nada del muchacho y él no hizo ninguna pregunta. En cierto modo,  consideraba las aventuras de su madre mejor que las de su padre. Al menos Joanna era sincera con sus amantes.


-¿Sabías que tu padre piensa nombrar a su bastarda como heredera?- preguntó. Wade alzó los ojos, extrañado. No lo sabía, y aunque le sorprendía saberlo, no le extrañaba. Era de suponer, considerando que su padre sólo consideraba a Julie como su hija. Dudaba que Julie aceptara, de todas formas, y dudaba más que su madre dejara que pase.


-¿Tú lo vas a permitir?- preguntó-. Siempre has creído que mi padre es idiota.


-Lo es. Pero Barnett no. Fue su idea que Julie estudiara con ustedes. Para él, esa chica es lista y útil.


-Tiene una beca, es muy lista- contestó Wade. 


-¿No te importa si es ella la que se queda con todo? ¿Si dejas de tener con qué vivir?


-Mi tío no dejaría que eso pasara- contestó Wade, sin pensar demasiado en la respuesta. Joanna le dirigió una mirada de lástima y por una vez, Wade creyó que la merecía. Pensó en Isabelle, sentada en un manicomio, haciendo figuras de papel y actualmente desaparecida. Pensó en Gabe y su insistencia en hacerlo venir, para demostrarle a su padre que él no era una mala influencia.


-Ni por un instante creas que tu tío no haría algo, Wade. La única cosa que le importa es su prestigio. No tuvo éxito con Liam- Wade alzó la cabeza al escuchar el nombre del hermano de Gabe. Él no solía mencionarlo, ni su tío, ni nadie cercano a ellos-, pero Gabriel parece perfecto para sucederlo. Y está buscando personas que le sirvan. Te sacaría del camino sin pensarlo si nota que eres un lastre para su hijo.


Wade bajó la cabeza. Por más que quisiera, no podía negar que eso era cierto. Era la razón por la que Ericka era su amiga, en primer lugar. La razón por la cual Gabe se pasó tres meses con los Harris. Y, sin embargo, él no encontraba una motivación para hacer nada. Sus padres, sus empresas, o un futuro, eran las cosas en las que menos pensaba. Se encogió de hombros.


-Supongo que tendré que aprender a trabajar honestamente- comentó. Se retiró del cuarto sin despedirse y fue directo a su habitación del hotel. Pensó un momento en lo que su madre había dicho y se preguntó qué pensaría ella si supiera que Gabe sólo intentaba destruir a su padre. O si es que ya lo sabía.


---


Mike entró al aula resoplando. Había tenido que correr para llegar a tiempo, ya que Alan no se molestó en levantarlo, ni siquiera por cortesía. Echando un vistazo al aula, notó que tampoco había asistido y se preguntó dónde estaría. No es que se preocupara por Alan, pero era imposible no sentir curiosidad por él, pasando tantas horas juntos en el cuarto que compartían. Habían pasado tres días desde que Gabriel se fuera, y Mike sólo tenía noticias de él por los email’s que leía y contestaba en la computadora de Julie. Decidió que debía conseguir un celular en las vacaciones. Podría conseguir un trabajo de medio tiempo. Aunque primero debía concentrarse en la clase. Mike suspiró y miró al frente, a la pizarra llena de fórmulas a las que él no había prestado atención. No era un problema, después de todo solía adelantarse a los temas y la geometría le resultaba sencilla.


Cuando las clases terminaron, él y Julie se reunieron en el comedor. Julie caminó hasta donde Alan estaba sentado, en una de las mesas del fondo junto a un alumno que Mike no recordaba haber visto. El chico tenía el cabello castaño despeinado y gafas que se arreglaba constantemente. Saludó apenas con un movimiento de la cabeza antes de irse, caminando encorvado.


-¿Y ése?- preguntó Julie, sentándose.


-Un chico. Está en el mismo año que nosotros, pero es de otra clase.


Mientras él hablaba, Mike puso la bandeja en la mesa y empezó a comer.


-Me refería a qué haces hablando con alguien como él, en realidad- se corrigió Julie. Mike asintió. No conocía al chico, pero no se veía como la clase de persona con la que Alan pasaría el tiempo. Claro que tampoco él lo era, pero estaban obligados y tenían amigos en común. O a Julie en común.


 -No hablaba con él. Lo intimidaba para pedirle dinero, como todo un matón.


-¿Tiene nombre?- preguntó Mike, adelantándose a la que suponía sería una respuesta venenosa de parte de Julie.


-Kevin. Un bicho raro, si me preguntas. Se llevaría bien con ustedes, pero no es un genio.


-Eres un bicho raro, sólo por juntarte con nosotros- señaló Julie, apuntando a Alan con la cuchara. Mike rio, asintiendo y aunque Alan bufó, no pudo dejar de sonreír.


---


Un ladrido agudo escapó de la caseta del perro, ubicada fuera de la casa del conserje. Mike se sentó en el suelo, disgustado. Max comía, corría, pero no dejaba que nadie se le acerque desde que Gabe no estaba. El cachorro seguía siendo igual de arisco y a Mike empezaba a preocuparle en vista de lo rápido que crecía. Le gustaban los animales, había tenido un par de perros siendo niño, pero no lograba que éste se acercara dos metros sin gruñir. El cachorro se limitaba esperar que le dejara su plato con comida y salía cuando él se alejaba.


-No hay forma que consigas nada de ese perro.


Mike alzó la cabeza. Wade estaba de pie delante de él, con una mochila colgada en el brazo.


-Hola- saludó. No sabía que debería decir exactamente, ni si estaría bien preguntar por el estado de salud de su madre. Wade se acercó a la caseta y dejó un hueso de juguete en ella. Se alejó un poco y Max asomó la cabeza gris, olisqueando el aire. Para no perder la costumbre, gruñó antes de cerrar los dientes en el hueso.


-Estaba pensando a quién debía traerle un regalo. Un perro que me odia es una buena elección, ¿no te parece?


Mike no supo qué contestar. La habitual alegría burlona de Wade parecía desaparecida detrás de capas de amargura. A Mike le daba un poco de miedo verlo así, aunque no lo admitiría.


-Creo que; después de Gabe, eres el único al que soporta- dijo. Wade enarcó una ceja. Se sentó en el suelo, delante de la caseta. Como para probar su punto, estiró la mano y tocó a Max en la cabeza. El cachorro gruñó, pero no huyó ni intentó morderlo, como hacía con Mike. Wade se levantó y se dirigió al colegio sin decir nada más. Mike miró al perro y sacudió la cabeza.


-No los entiendo para nada- dijo, al aire. Si Gabe estuviera allí, sabría qué hacer para tratar con el malhumor de Wade, pero Mike no era tonto y sabía  que no era tan cercano a él como para poder decir algo. Si intentaba animarlo, sólo conseguiría unas cuantas burlas y un par de frases hirientes. Cuando Gabriel estaba allí, Wade y el resto podían comportarse como sus amigos, pero sin él cerca, nadie se molestaba en hablarle o en tomarle en cuenta.


Mike lo sospechaba y lo había confirmado estos días, en los que ni Ericka ni Katherine hablaban con él, y menos personas de su clase se acercaban a pedirle ayuda en las tareas. Era un poco molesto, la verdad. Ni siquiera el perro lo consideraba más que una molestia.


-¡Mike! ¿Qué haces?- Julie llegó hasta él, resoplando. Tenía el pelo amarrado, pero se le escapaba de la cola y vestía un jersey gris que le iba algo grande. Mike señaló la caseta del perro, como respuesta.


-Intento ser su amigo, pero hasta ahora sólo he conseguido que no me muerda- contestó Mike. Julie notó su sonrisa desganada, y tiró de él.


-Vamos, deja a ese perro. Te dejaré que me des una paliza en ajedrez.


Mike sonrió y la siguió dentro del colegio, feliz de saber que al menos ella era su amiga sin importar las circunstancias.


---


-Hace muchos años que West Lake no participaba en competencias.


Gabriel esbozó una sonrisa, moviendo levemente la cabeza en señal de asentimiento. El director de la escuela que organizaba el torneo, David Jones, había venido a él directamente. Gabe suponía que su apellido importaba más que el cargo de profesor encargado de la delegación.


-Fue un error, me temo- contestó, tratando de mantener una expresión humilde en el rostro-. Pero estamos intentando volver.


-Su instituto es considerado uno de los mejores- dijo el hombre. Ambos estaban de pie delante del aula en el que la delegación de Gabriel esperaba que empiece el torneo-. Sin embargo, me pregunto si tanto tiempo lejos ha confundido sus estándares. No es mi intención ofender, pero no puedes decir que eres bueno si no te comparas con alguien más.


-Nuestro nivel es muy bueno, se lo aseguro. Tenemos una de los currículos más exigentes, y creo que sabe que el nivel de nuestros egresados es muy bueno. La mayoría de los nuestros terminan en las mejores universidades.


-Claro, por supuesto. Su nivel educativo les asegura una posición en las mejores universidades.


Jones esbozó una sonrisa, mientras asentía. A Gabriel no se le pasó por alto el sarcasmo en su voz. Por lo que él sabía de Jones, su cargo de director era muy bien remunerado y con los años, se había convertido en accionista de un conglomerado de institutos técnicos, además de los colegios. Supuso que burlarse de un Barnett le divertía y le hacía creerse más importante de lo que ya era. Se estaba empezando a irritar, pero por el momento sólo debía seguir fingiendo.


-Aun así comprendemos que no podemos aislarnos. Fue una... complacencia a favor de los alumnos- comentó-. Si quiere que le diga la verdad, no estoy seguro de alcanzar un lugar en el torneo. Competimos sólo entre nosotros desde hace mucho, este es sólo un nuevo punto de partida. 


-Lo harán bien- contestó Jones. Le dio una suave palmada en el hombro y la sonrisa de Gabe creció, a la par de su irritación-. Tienen a la pequeña McCarren con ustedes.


Susan, que caminaba hacia ellos, compuso su mejor sonrisa y extendió la mano para saludar.


-No soy la mejor, director- contestó, modestamente-. Tenemos un programa de becas, y uno de ellos es mucho mejor que yo.


-No hay becados en su equipo, por lo que sé.


-No. Como ha dicho Gabe, nuestra currícula es muy exigente. Se necesita un doble esfuerzo para mantener la beca.


-Como verá, nuestro equipo está en extrema desventaja- agregó Gabriel. La burla a Mike no se le había pasado por alto, pero la ignoró.


-Espero, entonces, que tengan un buen juego. Perder puede ser una buena experiencia.


-Estoy seguro que lo es- asintió Gabriel. Cuando Jones se fue, se apoyó en la puerta, con los brazos cruzados sobre el pecho.


-Oh, mírate- canturreó Susan, juntando las manos en un aplauso fingido-. No estás sonriendo más.


-¿Sue?- llamó. Susan asintió, confundida. Gabriel nunca la llamaba así. Sonrió al ver su ceño fruncido y la cólera chispeando en sus ojos.


-¿Sí?


-¿Qué tan bueno es tu equipo?- preguntó.


-Hice cambios. Hay algunos que estaban antes, pero puse otros que conocía y sé que juegan mejor. Odio decirlo, pero tu muchacho nos serviría ahora y...


-No importa- dijo, interrumpiéndola-. No pierdas este torneo.


Susan sonrió y se volvió a sus compañeros.


-Ya escucharon. No se permite perder hoy.


Gabriel salió del cuarto. No le importaba perder o ganar, pero no iba a permitir que nadie se burlara de él.


---


Tal y como esperaba, Wade tuvo que enfrentarse a un horda de compañeros interesados en saber cómo estaba su madre y que pensaba él al respecto. Contestó a las preguntas lo más amablemente que pudo, fingiendo preocupación.


-Nunca había visto tal alarde de mentiras- comentó Ericka, dándole alcance mientras él se dirigía a su cuarto.


-Por favor, nada de lo que he dicho es mentira. Mira mi rostro de preocupación. He envejecido un par de años sólo de verla enferma.


-Se te notan las arrugas, lo veo- ironizó ella. Wade soltó a reír, agradecido por tener que dejar de fingir- ¿Cómo va todo por aquí?


-Lo mismo de siempre, Gabe fue con el club de ajedrez al torneo. Y la delegación de atletismo parte mañana.


-Pensé que me contarías algún rumor, si alguien terminó con alguien, si engañaron a alguien. Chismes, vamos.


-Pareces una vieja de cincuenta.


-Te dije que había envejecido.


Ericka se detuvo, sacudiendo la cabeza, pero sin evitar sonreír. Miró a Adriana, que se acercaba a ellos y la saludó con un asentimiento de cabeza, antes de alejarse.


-Te veré después- dijo, dándole una palmada en la espalda.


-Espero buenos rumores para la próxima- contestó Wade. Se dirigió a Adriana y ella lo abrazó, antes de decir nada. Wade le regresó el abrazo, algo incómodo. Si ese abrazo era para consolarlo por lo de su madre, era el abrazo que menos habría merecido recibir en toda su vida.


-¿Cómo estás?- preguntó ella, soltándolo. Wade notó la preocupación real en su mirada y no encontró fuerzas para mentir.


-No tan bien- contestó-. Pero no por lo que crees.


-¿No estás mal por tu mamá?- preguntó. Habían llegado ya a la habitación. Wade abrió y mantuvo la puerta abierta para que ella pasara.


-Más o menos. Ella está bien, si eso preguntas, y no estaba realmente preocupado.


-¿No? Eso suena triste- Adriana se sentó en el escritorio, jugando con su cabello-. No ser capaz de preocuparte por tu familia, eso es muy triste.


-No todos tenemos familias de las que sentirnos orgullosos- contestó Wade.


No quería continuar con el tema. Tiró la mochila en la cama, antes de sentarse en una de las sillas, apoyando los brazos en el respaldo. Adriana llevaba puestos unos jeans rasgados en las rodillas y él perdió tiempo mirando la piel oscura que era visible, esperando que ella dijera algo.


-¿Quieres decir que no te hubiera importado si algo peor le pasaba?


Wade ladeó la cabeza, considerando la pregunta. No lo había pensado. No sabía cómo reaccionaría si a su madre o su padre les pasaba algo grave o definitivo. Una parte de él no quería saber. Se encogió de hombros.


-Antes los envidiaba- dijo Adriana. Apoyó las manos en los bordes del escritorio, y elevó la vista al techo, sonriendo-. Antes de entrar aquí, es decir. Veía los caros coches que llegaban a veces a la ciudad, veía los terrenos del colegio, veía todo el lujo y los envidiaba muchísimo. Pero entonces conseguí entrar- Wade frunció el ceño. Él no sabía cuál era exactamente la situación de Adriana, excepto que no era becada y que Ericka estaba interesada en saber cómo consiguió estudiar allí. Pero a él nunca le había importado, antes de ese momento.


-Aún envidio el mucho dinero que tienen- siguió ella-, no voy a mentir en eso. Pero nada más. Todos tienen responsabilidades y son herederos de algo y tienen como un plan establecido de vida. Y muchos de ustedes tienen las peores familias que he visto. No es que yo no tenga problemas en casa, pero los de ustedes son excesivos.


Wade sonrió, apoyando su rostro en las manos.


-Supongo que cada uno tiene sus propias mierdas- dijo. Adriana asintió.


-No soy idiota- comentó-. Por ejemplo, sé que muchos creen que te acuestas conmigo, porque eres famoso por eso. Y sé que no somos exactamente amigos, aunque te gusta hablar conmigo. No creo que importe mucho. Me divierto contigo, quiero decir. Y me gusta fastidiar a las chicas a las que molesta que me prestes demasiada atención.


Wade sonrió. Nunca había tenido nada con nadie del colegio, exceptuando a Betty. Se preguntó a qué se debía el cambio de tema.


-¿Y qué viene eso?


-Quería dejarlo claro- dijo ella. Bajó del escritorio y se acercó a la silla, apoyando las manos en los hombros de Wade. Se inclinó, sin dejar de sonreír-, antes de hacer esto.


Wade sintió los labios cálidos de Adriana contra los suyos y la sorpresa le impidió hacer nada más que quedarse quieto mientras ella lo besaba.


-No es que me moleste- dijo, cuando Adriana se alejó. Mantenía la sonrisa en el rostro y estaba aún demasiado cerca-, ¿pero a qué vino eso?


-Eres guapo- contestó ella. Wade sonrió, asintiendo-. Y quería hacerlo, ¿tiene que haber más razones?


-No, supongo que no. Pero no puedes esperar nada de mí, ¿sabes?- Wade apoyó su frente contra la de ella. No iba a mentirle, no a ella-. No puedes esperar una relación o algo. Ni fidelidad.


-¿No me escuchaste antes?- interrumpió ella-. Lo sé. No te estoy pidiendo una relación, ni nada por el estilo. Ni siquiera significa que te tenga que besar otra vez. 


-Maldición. No debí hablar- bromeó Wade. Ella se puso de pie y él la imitó-. ¿Tienes que irte ya?


-Tengo que estudiar- asintió ella. Lo abrazó nuevamente, para despedirse y porqué lo que fuera que le pasara, su tristeza era palpable y no encajaba con la imagen irónica que tenía de él. Era consciente que le gustaba Wade, igual que a varias chicas de su clase.  Le divertía, y aunque pensó que sólo era otro chico idiota más, le sorprendió su gusto por los libros y que no tomara la diferencia de clases entre ellos como un lastre. La trataba como un igual, y eso le atraía. Si en ese momento, Wade hubiera intentado hacerle creer que sería especial y que la amaría si se acostaba con él, Adriana se habría ido porque sabría que estaba mintiendo. En cambio, volvió a besarlo. 


Esta vez, cuando lo besó, Wade abrió los labios, receptivo y dejó que ella marcara el ritmo, al menos hasta que sintió los dedos de ella apretando en sus hombros. Entonces rodeó su cintura con un brazo, se separó lo suficiente para apreciar el rubor en las mejillas morenas de ella y le mordió levemente el labio inferior antes de volver a besarla.


-Creo que voy a deprimirme más seguido- murmuró, bromeando.


-No te creas. Los depresivos me aburren- contestó Adriana. Le dió otro beso corto, antes de separarse-. Ahora debo irme. Intenta no tener esa expresión en tu rostro de nuevo, ¿quieres?- pidió, acariciando la frente de Wade, como si intentara deshacer el ceño fruncido que había tenido minutos antes.


Salió del cuarto, despidiéndose con otro beso y Wade se dejó caer en su cama. Las cosas serían perfectas si tan sólo pudiera borrar las palabras de su madre de su cabeza. Pero no lo eran y ni siquiera Adriana y sus besos eran suficientes para distraerlo. Cerró los ojos, y en vez de intentar olvidar, se concentró en la rabia que sentía. 

Notas finales:

Más notas.

Me estaba preguntando si debía incluir la escena de Gabe, lo hice para poner un ejemplo de su carácter XD. 

Me gusta mucho Wade, así que escribir esto me divirtió mucho. Yo sé que las lectoras yaoi no suelen gustar mucho del hetero, pero a mí me parece necesario para ellos. Son mis chicos y chicas y se quieren. Lo digo porque habrán más escenas heteros y eso me detuvo de escribir mucho tiempo, dudaba de la reacción. Pero creo que tengo que escribir lo que quiero escribir xD, así que espero que cuando lleguen esas escenas, no las odien y les gusten. 

Es todo, muchas gracias por leer y nos vemos la próxima semana. 


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