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West Lake por Hisue

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Notas del capitulo:

Holas! Subo capi ahora que tengo tiempo. Pues no sé qué decir... la próxima semana capi de nuevo viernes o sábado. Y dejen reviews, si gustan, los reviews ayudan xD

(Tampoco voy a decir que si me llegan x reviews, no actualizo porque nunca actualizaría xDD) (He visto eso de pedir reviews en varios fics... si que han cambiado las cosas mientras estuve dando vueltas por allí)

Ya en serio, espero que les guste. 

Nos vemos la próxima!

Capítulo 38

 

 

 

La noticia de la victoria del equipo de ajedrez era ya conocida cuando Gabriel entró al colegio. Sonrió al ver a Mike y odió el tener que contenerse al estar en medio del comedor. Para su mala suerte, su novio estaba sentado con Julie en la mesa del fondo. Se dirigió a la mesa de Ericka, seguido de Susan y el resto del club, sin desearlo realmente.

 

-Felicitaciones- dijo Ericka. Se dirigió a Susan y ella sonrió, orgullosa.

 

-Sólo hicimos lo que estaba en nuestras manos- el tono falsamente humilde que usó no engañó a nadie. Ericka se limitó a sonreír y palmearle la espalda y Susan se alejó, dirigiéndose a la mesa en la que los Harris se sentaban. Gabriel se recostó en su propia silla. La victoria le había sabido mejor al ver la cara de Jones cuando se despidieron y la manera en que fingía sonreír al estrecharle la mano.

 

-Susan lo hizo bien- comentó Ericka. Gabe asintió.

 

-Sea como sea ella, hay que reconocer que no hace nada a medias. Y que es la mejor en lo que se propone.

 

La mirada de Gabe vagó hasta posarse en la mesa de Mike, preguntándose en qué momento se irían.  Contestó las preguntas acerca del torneo, alabó las habilidades de Susan, y comentó con Ericka el calendario de eventos que pensaban preparar, tomando en cuenta las distintas competiciones en el año. Por primera vez, estaba interesado en trabajar más allá que sólo seguir las órdenes de Ericka. Aún así, cuando Mike y Julie salieron del comedor, esperó sólo unos momentos antes de disculparse e ir tras ellos. Cuando les dio alcance, Julie sonrió y estiró la mano hacia Mike, que le tendió un billete de diez con un gesto resignado.

 

-Le dije que no demorarías ni dos minutos en salir de allí para verlo- explicó Julie-, apostamos. Y gané.

 

-¿Apostaste a que no saldría inmediatamente tras de ti?- pregunto Gabriel-. Eso me ofende, Mike.

 

-No es... aposté a que esperarías un poco más para mantener las apariencias- explicó, encogiéndose ante la mirada de molestia que le dirigía Gabriel.

 

-¿Esperar más? Llevo pensando en besarte desde que salí de aquí.

 

Julie se tapó los oídos, haciendo una mueca de desagrado. Ambos sabían que era falsa y sonrieron a la vez mientras ella se alejaba, fingiendo que tenía ganas de vomitar.

 

-En serio te extrañé- dijo Gabriel, comenzando a caminar.

 

-Y yo- Mike le siguió. Quería tocarlo, pero aún estaban en medio de los pasillos. Metió las manos en los bolsillos de sus jeans, provocando que Gabe sonriera al ver el gesto.

 

-¿Han estado bien las cosas por aquí?

 

-Igual que siempre- contestó-. Clases, almuerzos. Tu perro me odia.

 

Gabe sonrió. La opinión general de todos era que su perro odiaba todo que no fuera él, y a estas alturas no podía negarlo.

 

-Es sólo un poco complicado- rebatió-. Es muy difícil ganarse su amor, eso es.

 

-¿Igual que tú?

 

-Claro que no, soy fácil.

 

Mike rió.

 

-Eso no es lo mejor para decir delante de tu...- dijo y se interrumpió- de la gente.

 

-Soy fácil cuando eres tú- corrigió, en un susurro. Mike lo miró, aguantando la sonrisa que quería esbozar.

 

Cuando llegaron al cuarto, Gabe suspiró aliviado. Abrió la puerta y apenas entraron, atrapó a Mike entre su cuerpo y la misma puerta, buscando sus labios en un beso ansioso. Mike se apretó contra él, aferrándose a la camiseta negra que Gabe llevaba puesta, gimiendo cuando Gabe trasladó su boca a su cuello, lamiendo y chupando la piel desnuda. Extrañaba su calor, sentirlo contra su cuerpo y a cada segundo que pasaba allí, contra la puerta, cambiando besos, sólo aumentaba el deseo que sentía.

 

-Gabe- gimió. Sus manos ahora acariciaban la espalda de Gabriel bajo la camiseta, mientras él intercalaba besos en su cuello, sus mejillas y su boca.

 

-¿Podrían fijarse en la gente antes de hacer eso?

 

La voz de Wade entró al cerebro de Mike y por un momento no fue capaz de interpretarla correctamente. Hasta que Gabriel se separó de él y tuvo que bajar la cabeza, avergonzado. Wade estaba descalzo y sólo con un jean puesto. Llevaba el cabello húmedo y una toalla sobre los hombros. Distraído como estaba, no notó la amargura en la voz de Wade ni la expresión enfadada de su rostro. Gabriel tragó saliva, en cambio. Había creído que ya no estaría molesto por obligarlo a ir a ver a su madre, pero ni siquiera pensó que estaría allí, inmerso en Mike como estaba. Por la mirada que Wade le estaba dirigiendo, supo que no podía ni pensar en pedirle que salga y los deje un rato solos.

 

-Lo siento- se disculpó.

 

Mike alzó la vista. Wade los había visto antes besándose y aunque siempre reaccionaba mal, era más actuación que molestia de verdad y todas las veces que Gabe se disculpaba por eso, su voz tenía el mismo rastro de diversión. Esta vez no. Le dirigió una mirada a Gabriel y otra a Wade, pero ninguno pareció notarlo. Se miraban fijamente, Wade con los labios en una línea fina y el rostro serio y Gabe luciendo algo arrepentido. De alguna manera, Mike supo que no era por él ni por los besos.

 

-Creo que mejor me voy- dijo. Wade lo miró, esbozando una sonrisa tirante.

 

-Sí, puedes irte- dijo, sin el más mínimo tacto.

 

-Wade...- comenzó Gabriel.

 

-Tú puedes irte también- interrumpió Wade. Había estado tranquilo el último día, hasta que lo vio, feliz y besándose con su pequeño novato. La rabia volvió a él de forma inmediata. Lo que pensaba su tío y su madre, que lo consideraran inútil, su padre pensando en favorecer a su otra hija, él siendo sólo algo del que todos se desharían si pudieran.

 

-Mike, ¿quieres salir?- dijo Gabe, intuyendo que algo más pasaba con su amigo-. Iré a verte luego.

 

Mike asintió y salió, extrañado. Había visto antes a Wade enfadado, pero nunca con Gabe. Siempre era por su familia. Se preguntó que estaba pasando y estuvo tentado de quedarse a escuchar, pero aquello no sería correcto.

 

-¿Sigues molesto porque te obligué a ir a ver a tu madre?- preguntó Gabriel, sin moverse del sitio. Wade tampoco se había movido. Sus labios esbozaron una mueca de burla.

 

-Pensé que te dije que te fueras- contestó. Se dio la vuelta para buscar una toalla en los cajones de su armario y empezó a secarse el pelo mientras hablaba-. Creo que tienes más cosas que hacer con el novato que aquí.

 

-Sigues molesto- confirmó Gabe. Dio un par de pasos, cuidando de no acercarse mucho-. Te expliqué porqué lo hice. Mi viejo...

 

-Lo sé- dijo Wade. Miró a Gabriel, con una sonrisa exasperada en los labios-. Tu padre cree que soy un lastre para su futuro heredero, y tengo que demostrar que no lo soy. Lo sé. Lo entendí la primera vez- se giró, tirando la toalla en la cama y pasó una mano por su cabello aún húmedo. Gabe no dijo nada-. Sé eso. Lo he escuchado lo suficiente como para comprenderlo.

 

Gabe se acercó otro poco, tratando de entender qué era lo que lo tenía tan molesto. Wade parecía a un paso de explotar de rabia y la manera en que seguía tirando de su cabello sólo lo ponía más nervioso.

 

-¿Y entonces...?- preguntó. Wade lo miró, aún sonriendo.

 

-¿Y entonces? ¿Qué, no es suficiente razón para estar molesto? Mi madre pienso lo mismo que mi tío. Que soy tan débil que debería sacarme de aquí, a ver si soy algo más que tu sombra. Y supongo que mi padre piensa lo mismo, en vista que Julie es su primera opción para heredera.

 

Gabe desvió la mirada y el gesto no se le pasó por alto a Wade, que dejó de sonreír para acercarse a él y examinar su expresión.

 

-Y tú lo sabías, ¿no es así?- preguntó.

 

-Tú nunca has querido heredar- señaló Gabe, lo más suave que pudo.

 

Wade soltó una risa corta. No, él no quería heredar, pero eso no significaba que era agradable saber que para sus padres era sólo una ficha para mover. Aunque, a esas alturas, ya debería haberlo asumido. E incluso así, le molestaba. Y le molestaba más que lo consideraran débil, que su madre hablara de él como alguien que dependía de Gabe para todo. Le enojaba que nadie le hubiera dicho nada. 

 

-¿Alguien más lo sabía? ¿No se te pasó por la cabeza que deberías decirme? Y, no nunca he querido- murmuró-, pero no soy tu maldita sombra y me cansa que es todo lo que ellos piensen de mí. Tu padre también debe habértelo dicho, ¿no? ¿Qué dijo exactamente? ¿Que era un lastre y que te vuelvo débil? ¿Que a la larga no te serviría porque no tengo expectativas?

 

Gabriel se encogió de hombros. Su padre había dicho algo parecido y él no tenía ganas de repetirlo. A él no le importaba menos lo que opinara, y sólo empezó a importarle cuando insinúo que desharía de Wade porque sólo le retrasaba.

 

-¿Por qué no me lo dijiste?- volvió a preguntar.

 

-Porque no te importaba- murmuró Gabe-. Sabía que no querías nada de tus padres. No pensé que era necesario. Y eso era mejor para ti, así no tenías que demostrarles nada. Se supone que era eso lo que querías.

 

-¡Te parece que quiero que mis padres me traten como un puto peón desechable!- gritó, perdiendo la paciencia- ¡Y que mi mejor amigo me lo oculte! ¡También soy demasiado débil para ti, o qué mierda!

 

-¡Ni siquiera los quieres!- exclamó Gabe, en respuesta-. Pensé que no te importaría- repitió.

 

-¿Pensaste o decidiste que no debía importarme? Como tampoco me contaste lo de tu madre.

 

-Diablos, Wade, sabes porqué fue eso, no me lo eches en cara. Si quieres saberlo, sí. Mi padre quiere a Julie como futura heredera. Tu madre se opone, pero a mi padre le parece que no tienes lo necesario para dirigir nada y hasta que no le pruebes lo contrario, ella no puede hacer nada. Los Barnett y los Lorenz tienen muchos negocios en común para como que mi tía pueda nombrar su sucesor a quién ella quiera. Y además, considerando que mi tío está de acuerdo con mi papá...

 

Wade lo observó, ladeando el rostro y tratando de pensar qué debía hacer o decir. Lo que más sentía era rabia, y se sentía tentado a dejarse guiar por ella. Apretó el puño y sin pensarlo, le dio un golpe a Gabe en el rostro, que lo hizo caer. No se evaporó su ira, pero ayudó.

 

-¿Y ahora qué mierda te pasa?- reclamó Gabe, levantándose del piso.

 

-Estoy harto- contestó Wade-. Pensé que eran sólo mi padre y mi madre los que intentaban manejarme. Ahora resulta que mi tío también, pero para qué sorprenderme. E incluso tú.

 

-Entiende de una vez- replicó Gabe-. A ti no te importa heredar. Julie sería una solución, ¿cuál es el problema?

 

-Tú no entiendes. A mi media hermana; a la que odio, por cierto, tu padre y mi padre planean darle lo único que le falta quitarme. Y tú no me lo dijiste y esperaste a que mi madre me lo echara en cara.

 

Gabe no contestó. No lo había pensado así. Sólo intentaba ahorrarles problemas a todos.

 

-Y ahora se supone que tengo que hacer lo mismo que tú. Seguir sus órdenes a rajatabla para que no me saquen del juego, porque al parecer si no soy útil me mandan lejos de aquí. ¿Hay algo más que necesite saber?

 

-¿Qué es lo que vas a hacer?- preguntó. No había forma de saber si la calma en la expresión de Wade sólo era un preludio de una explosión de ira mayor y retrocedió unos pasos. Lo que menos quería era terminar en una pelea.

 

-Mandarlos a todos a la mierda suena como una buena idea- contestó.

 

-No puedes hacer eso- rebatió Gabriel. Wade le dirigió una mirada interrogante-. Ya no. Estaban bien las cosas cuando Julie era la única opción. Pero tu madre te quiere a ti. Ya lo has dicho, si no eres útil te mandan lejos de aquí. 

 

-No pienso permitir que me digan lo que tengo que hacer.

 

-¡Entonces bien!- gritó Gabriel-. La última vez que miré, aún eras un adolescente que no ha trabajado un jodido día en toda su vida y que depende de sus padres. Si quieres hacer lo que quieras, has lo que quieras.

 

-No puedo ser tan difícil. Me mandarán al extranjero, ¿y qué? ¿Crees que no puedo ser capaz de hacer nada por mí mismo?

 

-Entonces, lárgate- espetó Gabriel-. Deja de enojarte por no tener cosas que nunca has querido tener.

 

-Largarse parece una genial idea, justo ahora- masculló Wade. Se dirigió al armario y se puso la primera camiseta que encontró, antes de buscar sus zapatillas. No dijo nada mientras se ataba los cordones, ni mientras cogía una mochila y metía ropa, un par de libros y una cajetilla de cigarrillos allí. Gabriel lo observó, con los brazos cruzados, sintiendo que su enfado crecía minuto a minuto.

 

-¿Dónde mierda crees que vas?- preguntó, cuando Wade alcanzó la puerta.

 

-Acabas de decir que puedo largarme.

 

-Esto no es “largarse”- masculló-. Esto es huir.

 

-Me parece que tienen una definición bastante parecida- dijo, y salió del cuarto.

 

Gabriel lo siguió, un par de minutos después, murmurando maldiciones en voz baja. Recorrió los pasillos con los puños apretados y cuando bajó las escaleras, notó que Wade se alejaba a la cochera, a una distancia considerable de él. Max salió de su caseta, como si hubiera notado su presencia y él apenas le dio una caricia distraída, antes de empezar a correr. El cachorro lo siguió, llenando el silencio con sus ladridos.

 

Cuando llegó a la cochera, Wade estaba a punto de subirse a un auto.

 

-¡Max, alcanza a Wade!- ordenó. Señaló hacia adelante y el perro dudó un par de segundos antes de alejarse a la carrera y detenerse gruñendo a Wade. Éste miró al perro y luego a Gabriel.

 

-Odio a tu perro- murmuró. Cuando entró al auto, Max saltó dentro también, demasiado acostumbrado a que lo lleven de paseo con ellos- ¡Mierda!

 

Wade volvió a bajar. Gabriel se detuvo a unos pasos de él, y sin decir nada, conectó un golpe al rostro de Wade.

 

-Te debía eso. Si quieres irte, bien. Vete. Pero vete en serio y deja de huir cada vez que tienes un problema. Esa es la razón por la que todos creen que eres débil.

 

Wade se acarició el rostro. Su calma era peor que si estuviera gritando, para Gabriel. Tal y como lo esperaba, le regresó el golpe y en instantes, ambos estaban enfrascados en una pelea sobre el piso de la cochera, con los ladridos de Max de fondo. Wade logró ponerse de pie y asestó una patada sin mucha fuerza en el costado de Gabe. Cuando lo hizo, Max bajó de un saltó del carro y clavó los dientes en su pierna derecha, sin dejar de gruñir.

 

-¡Mierda!- gritó. Trató de apartar al perro de él, pero sólo consiguió que los dientes clavados en su piel la desgarraran más. Gabe se arrodilló, pasmado.

 

-No te muevas, espera- dijo a Wade, alcanzando a Max- ¡Basta, suelta!- ordenó. El perro apretó unos segundos más antes de aligerar la presa. Gabe vio sangre en sus colmillos y alzó la vista, preocupado.

 

-¡Wade!- una voz femenina tomó a ambos por sorpresa. Gabriel se giró, viendo a Ericka acercarse. Katherine, Adriana, Julie, Mike, los Harris e incluso Alan venían tras ella.

 

-Los vieron salir, luciendo más enfadados que de costumbre- explicó Ericka, tendiéndole la mano a Gabe. Wade se había apoyado en el auto, sin más expresión de dolor que sus labios apretados, aunque la sangre ya empapaba sus jeans. Adriana se acercó a él, y Clay le instó a pasar un brazo por sus hombros para ayudarlo a caminar.

 

-Puedo ir solo- masculló, tratando de soltarse del agarre de Clay.

 

-Mejor deja que te ayude- susurró Adriana. Estaba pálida y evitaba mirar la sangre y Wade asintió, en deferencia a ella.

 

-¿En qué estaban pensando, ustedes dos?- inquirió Katherine.

 

-Parece que intentaban matarse- respondió Alan, con un tono feliz. Recibió las miradas enojadas de sus compañeros y se encogió de hombros, sin verse afectado.

 

Clay empezó a andar, sosteniendo a Wade. Adriana y Elizabeth los siguieron. Ericka negó con la cabeza, observando al perro en brazos de Gabe.

 

-No creo que te dejan quedarte con él, después de esto.

 

-No fue su culpa- contestó. Max tenía las orejas caídas, y le lanzaba miradas lastimeras.

 

-En esta situación, ¿te preocupas por el perro?- cuestionó Clay. Gabe frunció el ceño, pero no respondió. Se retrasó un poco, y sintió la mano de Mike en la suya. Lo miró, pero el rostro de Mike denotaba su molestia, aunque no le soltó la mano. Gabe lo agradeció en silencio.

 

---

 

Cuando Wade llegó a la enfermería, Elizabeth ya se había encargado de avisarle a la enfermera de turno. Clay lo ayudó a recostarse en la cama y Adriana esperó, evitando mirar la sangre. La enfermera cortó la tela del pantalón y desinfectó la herida.

 

-Me han dicho que fue un perro- dijo, examinando la mordida-. ¿Está vacunado?

 

-Tiene todas sus vacunas, creo que hace unas semanas estuvo en el veterinario.

 

-Te pondré una para la rabia, sólo para asegurarnos. No es profunda, pero se ha desgarrado la piel.

 

Wade asintió. Estaba sentado en la cama, observando a la enfermera trabajar. Clay permanecía cerca y cuando alzó la vista, sus ojos se encontraron.

 

-Y pensar que me golpeó por lo que te hice. ¿Tengo derecho a matarlo o algo?

 

-Sólo al perro- contestó Wade, en broma. La enfermera negó con la cabeza.

 

-Necesitarás puntos- informó-, y señorita, si no soporta la sangre es mejor que espere fuera.

 

Adriana asintió. Salió del cuarto con una mano puesta sobre su estómago, mareada. Se encontró con Gabriel, sentado en una de las sillas ubicadas en el recibidor de la enfermería, con el perro aún en brazos. Mike estaba de pie a su lado y el resto de sus compañeros se repartía en las sillas sobrantes. Otra enfermera, mucho más joven, se acercó a Gabriel y pidió revisarlo.

 

-Estoy bien- contestó éste. Adriana se fijó en el moretón que se formaba en su mandíbula.

 

-Sólo es un chequeo. Tiene varios golpes visibles- dijo la enfermera. Mike apretó el hombro de Gabriel, instándolo a ir. Max bajó de sus brazos y lo siguió hasta otro cuarto con el rabo entre las piernas.

 

-¿Qué diablos se supone que pasa con esos dos?- preguntó Ericka, a nadie en particular. Habían peleado antes, pero lo de hoy era excesivo. Nadie contestó. Gabriel salió del cuarto minutos después, y Clay se les unió luego.

 

-Wade está bien. Le han cosido las heridas y se quedará en la enfermería por hoy- informó. La enfermera salió detrás de él. Se dirigió a Gabriel.

 

-Señor Barnett, entiendo que su permanencia aquí no se discute. Sin embargo, voy a tener que proponer que sí lo sea la permanencia de su mascota. Acompáñeme, por favor.

 

Gabe siguió a la enfermera hasta su despacho y tomó asiento delante de su escritorio.

 

-Max no tiene la culpa- dijo, apenas se sentó-. Wade y yo peleábamos, supongo que quería defenderme.

 

-Tendrá que decir eso al director. Serán ellos los que decidan. Si lo he llamado es porque considero que debo recomendarle visitar al psicólogo de la escuela, o informar a su padre que necesita uno.

 

-No necesito un psicólogo- rebatió Gabriel, enfadado-. Sólo fue una discusión, siempre las tenemos.

 

-Tengo entendido que no es la primera vez que se involucra en una pelea. Hubo un incidente con el señor Harris. Lo siento, señor Barnett, pero creo que es obvio que tiene problemas de ira. Entiendo que la decisión final no me corresponde, pero es un consejo. El señor Lorenz es su mejor amigo, y aún así, tiene más golpes que sólo la mordida.

 

-Lo consideraré- asintió Gabriel, tratando de relajar su expresión-. ¿Puedo irme?

 

La enfermera asintió y Gabe salió del despacho. Ambos Harris, Alan y Adriana no estaban más allí. Gabriel miró hacia la habitación en la que se encontraba Wade, preguntándose si era una buena opción hablar con él ahora. Decidió que no y se acercó a Mike y Julie, sin saber qué decir.

 

-Siento los problemas- dijo, bajando la mirada. Julie suspiró, mientras negaba.

 

-Salgamos de aquí- dijo Mike, sorprendiendo a ambos. Empujó a Gabriel y éste salió de la enfermería. Ericka y Katherine los siguieron.

 

-Pensé que se quedarían con Wade- comentó Gabriel, caminando entre ellos.

 

-Adriana y Clay están con él- contestó Ericka. En cualquier otro momento, la presencia de Clay habría irritado a Gabriel, pero esta vez se limitó a asentir.

 

-¿Qué fue lo que pasó?- preguntó Mike. Había acompañado a Gabe hasta su cuarto y éste no había hecho nada más que sentarse en el escritorio con los puños apretados. Max parecía imitar el ánimo de su dueño y se mantenía debajo de la mesa, con las patas estiradas y la cabeza sobre ellas.

 

Gabriel alzó la vista y se encogió de hombros.

 

-Sólo fue una estúpida discusión.

 

-¿Una estúpida discusión?- repitió Mike, acercándose a él. Señaló los golpes en su rostro, negando con la cabeza-. Si no fuera porque Wade tiene esa herida, estarías peor que él. ¡Estabas cojeando mientras venías para acá!

 

Gabriel se limitó a mirarlo.

 

-Se nos fue de las manos- contestó. Mike se alejó y se sentó en la cama-. Mike, no fue nada. No tienes que preocuparte...

 

-¿No?- preguntó Mike. Una sonrisa amarga se formó en su rostro. Se levantó, acercándose nuevamente a Gabriel y tiró de su camiseta. Gabe trató de oponerse, pero no pudo evitar la mueca de dolor cuando Mike le tocó el costado. Había un moretón formándose en su costado izquierdo y Gabriel sabía que tendría más de un cardenal visible mañana. Desvió la mirada.

 

-Se supone que son mejores amigos. Mira, si no quieres decirme que pasó, no me lo digas. Pero no digas que no fue nada porque es muy obvio que mientes. Nadie pelea así sólo por una “estúpida discusión”. No me trates como idiota, Gabe.

 

-No te estoy tratando como idiota- rebatió Gabe. Alzó la mirada, esperando encontrar rabia en a expresión de Mike, pero éste sólo lo miraba con algo de tristeza.

 

-Nunca me cuentas nada, me estoy acostumbrando a eso, aunque es molesto- dijo, alejándose-. Puedo soportar eso, ¿sabes? Sólo no finjas que no pasa nada.

 

Gabe no respondió y dejó que Mike se fuera. Dejó caer la cabeza sobre el escritorio, molesto otra vez. Primero Wade y ahora Mike. El perro trepó a su regazo y Gabe lo acarició de forma ausente.

 

-Tú vas a tener que aprender a no morder, ¿entiendes?- le dijo, alzándolo para verlo a los ojos. El perro gimió, y bajó las orejas-. No vuelvas a hacerlo- ordenó.

 

Bajó al perro y se acostó en la cama, demasiado exhausto como para cambiarse de ropa. Max se metió debajo de la cama y lloró durante minutos hasta que Gabe se giró y asomó la cabeza sobre el borde de la cama.

 

-Ven aquí- llamó. El perro salió, aunque sus lloros no terminaron. Gabe estiró una mano para acariciarle las orejas-. No llores, vamos. No me odies tú también.

 

---

 

Wade abrió los ojos y se los restregó con un brazo, adormilado. Había dormido en la enfermería, no porque no pudiera regresar a su cuarto sino porque no quería ver a Gabe aún y cuando miró la hora, notó que ya eran las diez de la mañana. Se incorporó, sentándose en la cama y quitándose las sábanas en el proceso. Escuchó la puerta abrirse mientras flexionaba las piernas y tiraba de su pijama para ver la herida. Aún dolía, aunque mucho menos que el día anterior y podía ver las marcas de los dientes del perro en su piel.

 

-No se ve tan mal como ayer- murmuró Clay. Wade estiró la pierna y se volvió.

 

-Sí, qué bueno que aún es un cachorro y no tiene dientes tan largos.

 

Clay jaló una silla, sonriendo.

 

-¿No deberías estar en clases?- preguntó Wade.

 

-Aprovecho el receso. Si quieres, puedo traerte mis notas de las clases. Faltaste por lo de tu madre, si faltas ahora te atrasarás. Y, no te ofendas, pero no eres tan bueno como para permitirte perder clases.

 

-Vaya, gracias- masculló Wade, sarcástico-. Más importante que eso, ¿puedes traerme algo de comer? Acabo de levantarme.

 

-Lo noté- dijo Clay, mirando el cabello alborotado de Wade. Asintió y se fue por unos momentos, para regresar acompañado de una enfermera portando una bandeja de comida. Clay lo observó comer e intentó ayudarlo cuando bajó de la cama.

 

-No estoy cojo, Harris. Aparta.

 

Clay alzó las manos en gesto de paz y regresó a su silla. Wade se dirigió al cuarto de baño de la enfermería, uso uno de los cepillos desechables puestos allí y salió cojeando levemente.

 

-La enfermera me dijo que puedes regresar a tu habitación ya.

 

-No tengo ganas de regresar- murmuró, volviendo a acostarse. Clay se marchó poco después, cuando notó que el ánimo taciturno de Wade volvía imposibles sus intentos de entablar conversación.

 

---

 

El sonido del celular sacó a Gabriel de su ensimismamiento. Se había saltado la segunda clase y estaba en el comedor, tratando de terminar un trozo de pastel que había pedido y que llevaba quince minutos intentando comer. Miró la pantalla y suspiró al ver el número de su padre. Contestó, a sabiendas que sería peor ignorarlo.

 

-Hola, papá- saludó.

 

-¿Quieres explicarme que está pasando?

 

Gabe apoyó la cabeza en la mesa, sin saber cómo empezar.

 

-Me acaban de llamar del colegio para informarme de una pelea entre tú y Wade, que ha terminado con Wade en la enfermería con una mordida de tu perro en la pierna, ¿no piensas contestar? ¿Qué pasó?

 

-Wade se enteró de lo de Julie- contestó, yendo al grano-. No se lo tomó muy bien, discutimos porque no le agradó que no se lo dijera. Peleamos y mi perro intervino.

 

Gabriel esperó, en silencio, a que su padre contestara.

 

-Asumo que Joanna se lo dijo.

 

-Sí, así fue. Quieren quitarme a Max... al perro- se corrigió-, y mandarme a un psicólogo. Por problemas de ira.

 

-Sé de eso. Y que no es la primera vez que te peleas con alguien.

 

La voz de su padre estaba llena de censura y Gabriel apretó los puños, enfadado. Habría dado cualquier cosa por evitar esta charla.

 

-No tengo ningún problema. Y sobre el perro, me estaba defendiendo.

 

-No voy a hacer que te quiten al dichoso perro, si es lo que te preocupa. Y si vas a algún psicólogo, será bajo mi supervisión. Por ahora, intenta no meterte en más líos. No quiero escuchar que golpeaste a alguien otra vez, ¿me entiendes?

 

-No lo haré- contestó Gabriel, de forma automática.

 

-Sobre Wade- continuó su padre, después de un largo silencio- ¿piensa hacer algo?

 

-¿A qué te refieres?

 

-Se enteró que Julie será la heredera. Que se haya enojado no significa que hará algo al respecto, ¿lo hará?

 

-No lo sé. Él es impredecible, no sé qué pasa por su cabeza- suspiró, acariciándose la sien-. Pensé que estabas de acuerdo con que Julie heredara.

 

-Estoy de acuerdo. Pero Joanna no y si hay alguien de la familia Lorenz con la que hay que estar de acuerdo, es con ella. Sin embargo, si Wade no tiene la capacidad, Joanna no tendré más que aceptar a Julie. Ella es mucho más lista.

 

Gabriel se mordió el interior de la mejilla, sin saber que contestar. Su padre solía ser amable con Wade y Julie por igual, pero cuando se trataba de negocios, todos para él eran piezas.

 

-La opción ideal sería Wade. Pero es un niño pusilánime y sin convicciones, a diferencia de su hermana. Tiene el carácter para estudiar en un ambiente agresivo y lo lleva bien. Si se involucrara un poco más, sería perfecta.

 

-Entonces, ¿qué debo hacer?

 

-Te conozco, hijo. Vas a ayudar a Julie porque te lo ordeno. Y vas a intentar que Wade asuma sus responsabilidades porque es lo que quieres.

 

Gabriel suspiró. Que su padre pensaba que lo conocía era lo que más le enojaba. Mucho más, cuando acertaba.

 

-Eso es asunto de Wade- contestó-. No me interesa lo que haga.

 

-No importa, no necesitas mentir. Has exactamente eso. Sé que ninguno de los dos está interesado en dirigir la compañía. Como salgan las cosas, necesito que nuestra alianza con los Lorenz siga como hasta ahora.

 

-Como quieras. Pero no puedo influenciar en ninguno de ellos. Los dos parecen ser hijos sólo de Joanna.

 

-Si crees que sólo la terquedad es un rasgo de Joanna, la infravaloras, hijo. Cuídate. Espero no volver a recibir esta clase de noticias tuyas.

 

-Adiós- Gabriel colgó y cerró los ojos, abatido y renunciando a comer. Hablar con su padre había acabado con su poco apetito.

 

---

 

Wade sintió la puerta abrirse. No se molestó en girarse y siguió quitándose la camiseta.

 

-No estoy convaleciente para que vengas cada dos horas, Harris- dijo. Cuando no obtuvo respuesta, se giró y se encontró con Gabriel de piel al lado de la puerta. Tomó una camiseta que había dejado en la cama, esperando que dijera algo.

 

-¿Estás mejor?

 

-Estoy bien- contestó. Se acercó a la puerta, dispuesto a irse.

 

-Me llamaron a dirección hace un rato- comentó. Wade se detuvo, con la mano en la perilla de la puerta-. Me dijeron que dijiste que todo fue tu culpa. Van a dejarme tener a Max. Gracias.

 

Wade se encogió de hombros.

 

-El perro te defendió- dijo-. Y, en serio, no tiene la culpa de lo que tú haces.

 

-¿Vamos a seguir con esto?- preguntó, cogiéndole del brazo para impedir que se fuera.

 

-¿Vas a seguir ocultándome cosas a tu conveniencia?

 

-Lo siento- contestó. Wade se deshizo de su agarre-. Debí decirte, pero ya te dije por qué no lo hice.

 

Wade se soltó de su agarre y salió del cuarto, sin contestar. Sabía que su comportamiento podía ser un poco irrazonable, pero en una larga lista de personas en la que nos confiaba, había creído que Gabe era la excepción. Podía entender que le ocultara lo de Isabelle, pero no esto.

 

---

 

-¿Qué estás haciendo aquí?- preguntó Ericka a Gabriel, entrando al salón del Consejo. Se dirigió a un estante y guardó las carpetas que llevaba en la mano-. No hay reunión hoy.

 

-Nada. Descansaba.

 

-¿Qué pasó entre Wade y tú?- preguntó, sin esperar respuesta.

 

-No me preguntes, por favor. Intento no pensar en eso.

 

-Hasta hace una semana estaban bien.

 

-Ericka, hablemos de otra cosa.

 

-Bien. Como quieras. Después de lo que pasó, no te van a dejar ir con las delegaciones de gimnasia y natación al concurso. Uno de los profesores de atletismo irá.

 

-Bien- contestó, sin darle mayor importancia- ¿Irás? ¿Con el equipo de natación?

 

-No, soy nueva y es nado sincronizado. Mi profesora cree que no podría sincronizarme con nadie.

 

Gabriel dejó escapar una risa que sonó más como un bufido. Cuando la puerta volvió a abrirse, decidió salir. No tenía ganas de estar cerca de sus compañeros hoy. Se dirigió a una de las aulas del tercer piso, en desuso, y dormitó esperando pasar un tiempo a solas sin nadie que cuchicheara a su alrededor, como sus compañeros hacían, y sin tener que inventarse explicaciones acerca de su pelea con Wade.

 

La puerta crujió cuando empezaba a dormirse y maldijo entre dientes antes de levantar la cabeza. Cuando vio a Mike detenido, con la mano en la puerta, se acomodó en la silla, esperando que no decida irse. El alivio lo recorrió cuando Mike cerró la puerta y caminó hacia él.

 

-Hace mucho que no te escondías aquí- comentó Mike, sin comentar que llevaba ya un rato buscándolo. 

 

-No me escondo. Sólo quiero un poco de soledad.

 

Mike dejó caer una mano en la mesa, cerca de donde Gabe tenía una de las suyas. Gabe echó un vistazo a ambas manos, tratando de decidir si debía o no eliminar la distancia entre ellas. Mike lo hizo por él. Cogió la mano ajena y la apretó entre sus dedos.

 

-Lo siento- murmuró Gabe-. Sí, te estaba tratando como idiota. Pero no porque piense... no creo que seas idiota- corrigió-. No quería que te preocuparas, es todo.

 

-Para eso, no debiste pelearte en primer lugar- comentó Mike-. He notado lo difícil que es para ti contar las cosas. Nunca lo haces. Me gustaría que confiaras en mí lo suficiente para que puedas decirme lo que te pasa.

 

-Confío en ti, Mike- afirmó. Mike se encogió de hombros, restándole importancia-. Dime que no estás molesto conmigo.

 

-No estaba molesto. Un poco decepcionado, pero no molesto.

 

Gabe alzó sus manos unidas y las acercó a su boca, para dejar un beso sobre la palma de Mike.

 

-Si quieres saber, discutimos porque Wade estaba molesto porque le obligué a ir a ver a su madre. Ya sabes cómo son las cosas con su familia.

 

-Eso no parece un motivo para una pelea de ese tipo.

 

-Lo sé. Pero ya sabes cómo es. Empiezas diciendo algo, y terminar peleando por cualquier otra cosa que hayas olvidado decir- Gabe esbozó una sonrisa tirante. No era totalmente la verdad, pero se acercaba. Cuando Mike le acarició el rostro suspiró, cerrando los ojos-. Contigo las cosas son tan fáciles. Me gustaría que todo fuera así de fácil.

 

-No creo que “fácil” sea un gran halago para tu novio- bromeó Mike.

 

-Sabes a lo que me refiero. Tú -se interrumpió para llevar sus manos al rostro de Mike y atraerlo a sus labios. El beso fue apenas un roce-… cuando estoy contigo, parece que toda la vida es fácil. Simple.

 

-¿Eso es lo que te gusta de mí?- preguntó Mike. Su voz tenía un tinte de inseguridad que Gabriel notó y en respuesta volvió a besarlo, esta vez forzando su lengua entre los labios de Mike, deslizándose en su boca.

 

-Me gustas tú. Me gusta lo que haces por mí- volvió a besarlo, antes de apoyar su frente contra la de Mike

 

-Y me gusta esto- continuó, señalando su pecho. Después de su padre y Wade, la calidez que sentía por Mike era un cambio agradable. No necesitaba portarse de ninguna forma con él, no tenía que cubrir ninguna expectativa-, me gusta lo que siento cuando estoy contigo.

 

Mike sonrió. Esta vez, fue él quien lo besó. Había más debajo de la expresión taciturna de Gabriel, podía notarlo y se preguntó si alguna vez llegaría a saber que era lo que le atormentaba.

 

Terminaron ambos sentados en el piso, Mike con la espalda apoyada en la pared y Gabriel con la cabeza sobre sus piernas. Podría quedarse dormido allí, sintiendo las caricias de Mike en su nuca, enfocándose sólo en él. Se preguntó cómo sería la vida si él fuera un estudiante normal, sin ningún problema, sin ningún secreto que ocultar. Tal vez la paz que sentía con él fuera mejor, tal vez estaría presente todo el tiempo. Tal y como eran las cosas, Mike era un consuelo, pero no podía olvidar a Wade y la expresión traicionada de su rostro, ni a su madre, ni mucho menos a su padre, manejando a todos a su alrededor como títeres. 


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