Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

West Lake por Hisue

[Reviews - 427]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola otra vez. Bueno, no tengo mucho qué decir. Bueno, podría hablar de mi vida, pero creo que los aburriría. Eso, y que estoy en una cabina -yo misma decidí quitar el internet en mi casa, a veces me arrepiento XD, así que voy rápido. 

Sobre el capi, tampoco tengo mucho qué decir XDDDD

Esto de escribir con cero inspiración -es lo que hago ahora-, y sólo a trabajo duro es... diferente de como lo hacia antes. Raro. Pero se supone que eso hacen los escritores y guionistas con un deadline... aunque, claro, no estoy ni cerca de su nivel, y no me estoy comparando a ellos. Admiro su trabajo XD. Y si tienen que hacer así las cosas sin... o sea, como escribía antes... sólo empezaba, con la idea en la mente y todo fluía. Tenía problemas... gramática, semántica, tiempos... pero extraño esa fluidez. Ahora, tengo la idea, y tengo que pensar cómo desarrollarla y... es mucho más difícil. 

Whatever... que no vinieron -aunque no hay forma de saber si hay más de una persona leyendo, asumamos que sí- a escuchar mis vainas acerca de escribir. Al cap. 

Gracias por leer, y se valoran sus comentarios :)

Capítulo 41

 

-Hola, Ericka -saludó Gabriel. Se sentó a su lado, examinándola mientras ella tecleaba en la laptop. Estaba diferente, aunque no en demasía. Sólo eran pequeños detalles como el que mirara su celular más seguido, o el que luciera primero preocupada y luego casi feliz o sonriera sin razón aparente. 

-¿Quieres preguntar algo? -preguntó ella, cuando se cansó de su escrutinio. Gabe negó con la cabeza. Incluso si preguntara, dudaba obtener una respuesta-. ¿Por qué no estás con Mike?

-Ha empezado clases de español -contestó, desanimado-. ¿Crees que se esté aburriendo?

Ericka se encogió de hombros.

-¿De ti, de su relación, de ti otra vez? Es probable. No sé. Qué sé yo, Gabe.

-Es que apenas nos vemos. Y ahora, se mete a clases.

-Clases que le serán útiles... -ironizó Ericka. La preocupación de Gabriel le parecía una idiotez.

-Sí, pero... no sé, a veces lo siento distante.

-¿De qué hablan? -preguntó Katherine, tomando asiento al lado de Ericka-. Tienen unas caras muy largas.

-Gabe piensa que Mike se está aburriendo de su relación, porque se metió a clases de español y cree que está distante. Yo creo que es paranoico y que no me importa.

-Tal vez están en ese momento de la relación en que se aburren porque no tienen conflictos -opinó Kathy. Se arregló un mechón de su rubio cabello mientras agregaba-. Ya han decidido todo lo que sienten, están bien, pero no hay emoción.

-¿De dónde sacas eso? -preguntó Ericka-, pensé que el punto de las relaciones era tener estabilidad.

-Sí, pero con eso viene la rutina. Y con la rutina viene el aburrimiento. O eso es lo que mi mamá dice para explicar que ella acepte ser la amante de mi papá. Dice que no se hubieran mantenido dieciocho años sin las muchas emociones que les da su relación.

Ericka abrió la boca y la volvió a cerrar, decidiendo que era estúpido ponerse a discutir ese argumento. Aunque era un argumento estúpido que no podía estar más equivocado. Katherine, inmune a la mirada que le lanzaba su amiga, sonrío.

-¿Me estás diciendo que tengo que discutir con Mike? -Gabriel negó-. Entonces paso, me quedo con el aburrimiento.

-¡Te digo que es cierto! -exclamó Katherine-. Y no te estoy diciendo que discutas, sólo que están en un momento de paz en su relación. No más emociones fuertes.

Gabriel consideró las palabras de Katherine un momento y negó con la cabeza.

-No. Lo único que está mal es el poco tiempo que estamos juntos y que Alan o Wade, o las clases, o esa... Betty... siempre estén en el medio cuando quiero estar a solas con él.

-A mí me suena como que quieres tener sexo y no te dejan -dijo Ericka. Que Gabriel no contestara y frunciera el ceño le indicó que tenía razón-. Te estás quejando porque no puedes acostarte con él tan seguido como te gustaría. Deberías decírselo a Mike, seguro se toma bien que te enojes por sus clases y sus amigos por sexo.

-Podrían salir los fines de semana -sugirió Katherine, decidida a seguir ignorando tanto la burla en la voz de Ericka, como la furia en la mirada de Gabriel. Estaba más que acostumbrada a su manera de atacarse.

-No creo -contestó Gabriel-. Mike ha pasado al sábado sus clases con Betty, ahora que está más ocupado. Si esto sigue así, tendré que apartar citas con meses de anticipación. Y las pocas veces que está libre, yo estoy en el consejo.

-Dios, tu sufrimiento es tan grande. Ves a tu novio todos los días, comes con él, pero aún así... no te queda tiempo para acostarte con él. No entiendo cómo lo soportas

Gabe rodó los ojos, ante el evidente sarcasmo y Ericka río, antes de mirar su celular, cerrar la laptop y levantarse. Se despidió con un ademán.

-¿Sabes qué le pasa? -preguntó Gabe a Katherine. Ésta se concentró en ordenar sus tareas, perdiendo tiempo en sacar lápices y lapiceros, antes de contestar.

-¿Con Ericka? Nada -jugó con sus dedos, evitando la mirada de Gabriel, abriendo los cuadernos con más aspavientos de los necesarios.

-No sabes mentir -apuntó Gabriel, sonriendo. Se inclinó sobre la mesa, cogiendo el rostro de Katherine para que ésta no pudiera desviar la mirada-, ¿qué pasa con Ericka?

Katherine apartó la mano que le sostenía el rostro y posó los ojos en el techo.

-Si te lo digo, Ericka me mata -dijo, volviendo a mirar a Gabriel -. Y mi lealtad está con ella. Es un asunto suyo.

-Pues vaya con el secretismo -murmuró.

-El burro hablando de orejas -Wade se inclinó para besar a Katherine en la mejilla y se volvió hacia Gabriel. La sonrisa radiante que tenía en el rostro no alcanzaba a sus ojos y Gabriel hizo una mueca,  cansado de tener que soportarlo así. Katherine los miró a ambos y dio un golpe en la mesa con un libro, que los sobresaltó a ambos.

-Ustedes dos son idiotas, sólo quería decirlo -dijo, cruzándose de brazos-. Ahora pueden seguir asesinándose con la mirada.

-Si pudiera hacerlo, Kathy... -dijo Wade. Gabriel frunció el ceño. Estaba harto. No podía hablar con Mike y el tiempo libre que podría usar no le era tan divertido porque su mejor amigo seguía decidido a odiarlo-. Pensé que Ericka estaba aquí, tengo que hablar con ella. Si no está, me retiro, no me extrañen.

Katherine miró fijamente a Gabriel, tamborileando los dedos de la mano derecha sobre la mesa. Cuando éste desvió la mirada, ella soltó un suspiro exasperado.

-Gabe, por Dios, ve y arregla las cosas con él. ¡Es doloroso tener que estar en el mismo cuarto con ustedes! ¡Es estúpido que sigan así! ¡Y ni siquiera sé a quién apoyar porque no sé qué pasó y tienes que saber que no creo que fue porque le obligaste a ir a ver a su madre! ¡Nadie se lo cree!

Gabe chasqueó la lengua, decidido a no prestar atención a los gritos de Katherine.

-¡Gabriel, que te vayas! -insistió ella, señalando con un dedo la dirección por la que Wade se había marchado-. Planeo gritar y seguirte a donde vayas gritando. ¡Ya es suficiente con su tonta pelea!

-Dios, ya, me voy -murmuró entre dientes, levantándose.

-¡Y no me vuelvas a hablar hasta que se arreglen!-le gritó Katherine-. ¡Te lo juro que si mañana no se hablan, les volveré la vida un infierno! ¡Hablo en serio, Gabriel!

Él se detuvo, considerando volver sobre sus pasos, pero no quería tener que soportar a Katherine decidida a molestarle. Ella tenía razón en algo, seguir así era estúpido. Mientras caminaba rumbo a su habitación, vio a Wade acompañado de Adriana, entrando en un aula vacía. Entró detrás de ellos, y apartó la vista al ver que se besaban. Era otra cosa que no entendía, Wade siempre decía estar en contra de las relaciones, pero lo suyo con Adriana era una relación, si tenía que guiarse por sus salidas, sus paseos en los pasillos y sus besos a vista y paciencia de todo el mundo.

-Disculpa -dijo, dirigiéndose a Adriana, que se había apartado un poco de su amigo y sonreía, sin parecer cohibida en absoluto-. ¿Podrías dejarnos un momento?

Adriana asintió. Se giró hacia Wade y se estiró para dejar un beso suave en sus labios. 

-Te veo después -Wade quiso reclamar, pero ella posó un dedo en sus labios, evitando que hablara-. Y no digas algo como “no tienes que irte”. Arregla tus cosas.

Cuando ella salió, ambos se quedaron en su sitio, dejando que el silencio entre ellos se instalara y evitando mirarse.

-Sólo para asegurarme -empezó a decir Gabriel, levantando la mirada. Wade no dio señal alguna de estar prestándole atención-, ¿piensas odiarme el resto de tu vida o algo así?

Wade lo miró. Una mueca de fastidio se dibujó en su rostro.

-Por Dios, deja de ser tan dramático -espetó.

-¿Dramático? Tú eres el que se está pasando las semanas sin hablarme. ¡Estás saliendo con Harris, por Dios!

-Cuando no está con su mierda romántica, es divertido -replicó Wade. Una sombra de una sonrisa asomó a su rostro, pero no llegó a completarse-. Tú me mentiste. Me ocultaste cosas. Primero lo de tu madre, luego esto, así que creo que la pregunta aquí es, ¿vas a seguir con tus secretos? O, mejor dicho, ¿cuántas cosas me estás ocultando?

Gabe no contestó. Wade se había acercado y ahora le miraba, con una sonrisa tirante en sus labios.

-Lo siento, ¿está bien? -murmuró Gabriel-. Te lo prometo, no te volveré a ocultar nada.

-Se suponía que de todas las personas podía contar contigo, Gabe. Detesto todo este jodido dramatismo. Y toda esta mierda de nuestras familias, en realidad. Nunca vuelvas a hacerlo.

Gabe le cogió del cuello, agradeciendo al ver que Wade no se apartaba. Suspiró, apoyando su frente en la de su amigo, tomando sus palabras y el que se quedara quieto en el sitio como una muestra de que aceptaba sus disculpas.

-Eres el único hermano que tengo, no quiero... no lo volveré a hacer.

-Y si lo vuelves a hacer, probablemente dirás que era por mi bien -Wade bufó-. Eres un jodido idiota que cree que siempre tiene la razón, Barnett.

-¿Eso significa que me perdonas?

-No -contestó Wade. Sintió el leve temblor de los dedos que Gabriel mantenía en su cuello y se rindió. Él también ya estaba harto de pelear, y de no hablarle, y no dejaba de estar enojado, pero podía manejarlo, y por encima de todo, no podía manejar ese temblor, ni el dolor que vio antes que Gabe cerrara los ojos-. Van dos veces, a la tercera, ni siquiera te esfuerces en pedir disculpas.

-Es justo -murmuró Gabe. Volvió a abrir los ojos, esbozando una leve sonrisa a despecho del ceño fruncido de Wade y se contuvo para no abrazarle. Wade dejó que sus labios formaran una sonrisa, antes de apartarse.

-Suéltame, que no olvido que eres gay y puedes disfrutar mucho teniéndome cerca -bromeó. Gabriel río, al ver que su tono sólo era de broma, sin el reproche habitual en los últimos días-, y tengo que regresar con Adriana. Interrumpiste algo muy importante, no sé si te diste cuenta.

-Entonces, ¿ella es tu novia? -preguntó Gabriel, curioso.

-No tengo novias -Wade se apartó y se apoyó en una mesa, apoyando las manos en la madera.

-Pensé que no te acostabas con las chicas del colegio.

-Qué puedo decir, ella es especial.

-¿Vas en serio? -preguntó. Si Wade estaba enamorado, por más extraño que se le hiciera la idea, quería saberlo. Wade enarcó una ceja, y negó.

-No es así. Es mi amiga, y nos besamos. Sólo eso por ahora -contestó. Gabriel abrió la boca, pero volvió a cerrarla, sorprendido.

-¿Y no te pide nada, no te está exigiendo nada?

-Te dije que era especial. Imagina si Kristy o Mike fueran así, podrías estar con ambos.

-Creo que sería más un problema, que otra cosa -Gabriel sacudió la cabeza-. Ten cuidado, de todas formas.

-No necesito advertencias, Gabriel -su voz volvió a ser cortante y Gabe frunció el ceño. Debió suponer que no iba a ser tan fácil regresar a la anterior rutina- Y si ya terminamos, tengo que irme.

---

-¿Has visto a Alan? -preguntó Mike, cuando Julie entró al cuarto.

-¿Acabas de preguntar si he visto a Alan? -dijo Julie, deteniéndose para quitarse la camisa del uniforme. Debajo de ella llevaba una camiseta blanca de tiras. Se estiró, elevando los brazos por encima de su cabeza-. Estoy muerta.

-Sí, eso pregunté -Mike cerró la ventana del navegador que tenía abierta y se giró-. Comparto cuarto con él y no lo he visto en dos días, ¿sabes dónde está?

Julie se encogió de hombros. Lo sabía, sólo no sabía si debía decírselo a Mike. Nunca pensó que él se preocuparía por saber dónde estaba Alan.

-Pensé que aprovecharías el cuarto libre para tus... cosas con Gabriel.

Mike se encogió de hombros. Claro que disfrutaba la privacidad, Gabriel había sido especialmente cariñoso la noche pasada y a Mike se le hizo imposible dormir hasta muy entrada la madrugada, distraído por los besos y el inusual buen humor de su novio, que se reflejaba en la risa que mezclaba con besos y en su forma de hacerle el amor, sin tanta urgencia, lento y lleno de caricias y “te quiero” susurrados en su oído. Pero a pesar de la distracción y la sonrisa que no podía evitar, la ausencia de Alan era notoria. Llevaba dos días sin escuchar su música estridente y sin soportar sus sarcasmos, y el cambio era agradable, pero no dejaba de preguntarse dónde estaría. 

-Estuvo un poco raro los últimos días -dijo, observando la manera en que Julie jugaba con sus manos-, parecía triste.

-Sé dónde está -contestó Julie. Mike apartó la vista por decoro cuando ella empezó a desabrocharse la falda. Julie no era exactamente delgada y vestida con el uniforme, las curvas de su cuerpo destacaban más que con sus jeans y camisetas anchas-, pero no creo que él quiera que ande divulgando sus cosas por allí, Mike. No te preocupes, está bien.

-No me preocupo -dijo Mike. Había vuelto a abrir el navegador y leía un artículo con el rostro apoyado en la palma de su mano izquierda.

-Claro -murmuró Julie, mirando por encima de la cabeza de Mike-, por eso lees noticias de su familia.

-Quiero saber -explicó Mike-. Alan odia a Gabe por esto.

-Gabriel no es exactamente amable, Mike. Menos con ese tema. ¿Qué has averiguado?

-Sólo leo las noticias. Sé lo que todos, que el padre de Alan se declaró culpable y al parecer se había aprovechado de los negocios que compartía con Barnett para lavar dinero.

Mike miró la pantalla. Debajo de una foto que ocupaba la mitad de la pantalla, rezaba el nombre de Paul Garton, culpable de lavado de dinero y tráfico de activos. Mike trató de encontrar algún parecido entre el hombre de pelo gris y expresión derrotada con el rostro de Alan. Eran diferentes, no por lo físico sino por la diferencia en sus gestos. Alan nunca lucía así de devastado. Mike siguió leyendo y bajó la cabeza, dejando que el repentino nudo en su garganta bajara.

-Es el día en que murió su padre, por eso no está aquí.

-No se lo menciones. Seguro llegará hecho un desastre, pero se siente peor cuando le hablan de eso. Sólo déjalo pasar.

-Gracias por prestarme la computadora -dijo Mike, poniéndose de pie. Julie sólo hizo un gesto vago con la cabeza y lo vio salir, para después sentarse y abrir youtube. Alan debía regresar en la noche, o mañana a más tardar, pero saberlo no cambiaba el no poder ayudarle. Siempre se negaba a hablar y no aceptaba ningún consuelo, ni siquiera el suyo. Julie prefería distraerse y apartarse de su camino hasta que él decidiera volver a hablar.

Caminando por el pasillo, Mike no pudo evitar sentirse mal. Era fácil ignorar que Alan cargaba con la muerte de su padre a sus espaldas, cuando él nunca parecía afectado y vivía para burlarse del resto del mundo. Se detuvo en la puerta de su cuarto, suspirando. Dio un respingo cuando sintió el toque húmedo de una lengua en su cuello e intentó apartarse aunque no pudo moverse al estar atrapado entre el cuerpo ajeno y la puerta.

-Soy yo, Mike -dijo Gabriel detrás de él, acariciando sus brazos y extrañado por la reacción. Mike se llevó una mano al pecho, dejando escapar el aire.

-Me asustaste -murmuró. Abrió la puerta sin girarse y Gabriel lo siguió dentro del cuarto, mucho más confundido. Incluso con el susto, esperaba un beso de parte de Mike, no la manera en que se alejó de él y se retiró al baño.

-¿Te pasa algo? -preguntó, cuando Mike regresó a la habitación. Éste alzó la cabeza, luciendo confundido. Negó, acercándose.

-Sólo estoy un poco cansado. Tengo muchos deberes, con lo de estudiar idiomas.

-Puedes dejarlo -susurró Gabriel. Le abrazó y Mike suspiró, enterrando la cabeza en su pecho. No eran los deberes lo que causaba el repentino bajón en su ánimo, le gustaba estudiar, lo disfrutaba. En lo que no dejaba de pensar era en Alan. Hundió el rostro en el pecho de Gabriel y éste le acarició el cuello. Era extraño que Mike se comportara así. Tal vez, el estrés del colegio y de la beca al fin le estaban afectando. Se separó un poco para alzarle el rostro y le dio un beso suave-. Mañana, Wade y yo vamos a un evento. Ven con nosotros. Lo que te hace falta es relajarte un poco.

Antes que Mike respondiera, Gabriel lo dirigió hacia la cama y se acostó a su lado, repartiendo besos en su cuello.

-No tengo ganas, Gabe -murmuró Mike, un poco avergonzado. Pero no podía hacerlo, no se sentía excitado como solía estarlo cuando Gabriel lo acariciaba.

-Está bien -contestó, dejando de tocarlo. Mike notó la tensión en su novio y la manera en que intentaba ocultar su decepción detrás de una sonrisa.

-No te enojes.

Gabriel lo miró, exhalando un suspiro. Mike no se veía bien, más que cansado, parecía triste.

-¿Es sólo cansancio, Mike? -preguntó. Mike movió la cabeza, asintiendo. Gabriel decidió no preguntar más, aunque no le creía. Tal vez sólo estaba triste por el tiempo que pasaba sin hablar con su familia. Volvió a abrazarlo, esta vez cubriendo a ambos con la sábana, tratando de darle algún tipo de consuelo sólo estando allí, como Mike hacía siempre con él.

Mike cerró los ojos. Se sentía mal por no poder corresponder a Gabriel ahora, pero todo lo que veía era la imagen de Paul Garton, el rostro abatido del hombre que ahora descansaba en una tumba. Y eso había pasado sólo unos meses antes del momento en que él conoció a Alan, y a pesar de eso, él nunca había lucido triste o afectado. Al parecer, ni siquiera lo hablaba con Julie. Mike pensaba que era injusto y descorazonador tener que pasar por algo así a solas. Sintió a Gabriel levantarse, para apagar la luz y se abrazó a él cuando regresó a la cama, tratando de dormir.

-No me contestaste -dijo Gabe, desde la cama la mañana siguiente. Mike se estaba cambiando la camiseta por una limpia y regresó a verlo, confundido.

-¿Contestarte qué?

-Lo de ir conmigo a un evento. No sé si habrás visto los camiones monstruo, son divertidos. Y es lo mejor para quitarse el estrés.

Mike se rascó el cuello. No solía ver ni siquiera carreras de autos, ni siquiera futbol, no le divertían en absoluto. Dudaba que ver camiones destrozados fuera diferente.

-No creo que sea mi estilo -contestó.

-¡Vamos! -exclamó Gabriel, levantándose de un salto de la cama-. No lo sabrás si no lo intentas, y podríamos quedarnos a dormir fuera de estas cuatro paredes. Y te juro que mañana iremos dónde tú quieras.

Mike terminó de atarse las zapatillas, evitando contestar.

-Vamos, di que sí -insistió Gabriel. Unió las manos en un gesto de súplica. Mike asintió, śólo porque no quería decepcionarlo después de haberlo rechazado la noche pasada-. Excelente. Nos vemos a las nueve, en la cochera, entonces.

Volvió a la cama y se arropó nuevamente.

-¿No vas a desayunar?

-Puedes ser un buen novio y traerme el desayuno a la cama -sugirió. Mike negó con la cabeza, divertido-. Te sientes mejor, ¿no?

-Sí. Lo de ayer -dijo, y sus ojos se fijaron por un momento en la cama vacía de Alan-... fue sólo estrés, supongo. Tú también estás mejor. ¿Cómo es que tú y Wade solucionaron las cosas?

Gabriel se encogió de hombros, aunque Mike no pudo verlo al estar cubierto por el edredón hasta el cuello.

-Tuvimos un muy raro momento de madurez. ¿Me traerás algo de comer?

-No creo. Aún tengo que ayudarle a Betty. Lo olvidé ayer.

Gabriel volvió a saltar de la cama, esta vez para aprisionarlo entre sus brazos y besarlo. Saboreó su boca un largo momento antes de soltarlo.

-Asumo que no te veré en varias horas. No puedo pasar tanto tiempo sin besarte, Mike.

Mike sintió sus mejillas arder. Los dedos de Gabriel acariciaban ambos lados de su cuello y él le regresó el beso, tratando de indicar que sentía lo mismo.

-Te veo más tarde -se despidió, alargando el contacto entre ellos un momento más. Se separó al fin y  Gabriel asintió y volvió a la cama, decidido a dormir un rato más.

---

Gabriel miró el reloj, maldiciendo en voz baja. Sentado en el piso, jugando con Max, Wade soltó una leve risa.

-Te han dejado plantado -dijo, sin preocuparse en contener sus carcajadas. Como respuesta, el perro ladró y le mordisqueó la manga de su chaqueta-. Debiste ir a verlo antes de venir aquí. Y dile a tu horrible perro que ya lo perdoné, que deje de seguirme.

-Fui a verlo, pero no estaba en su cuarto -contestó Gabriel. Observó a Max, que retrocedía y ladraba, jugando con un pequeño hueso de juguete que Wade le lanzaba. A pesar de lo que decía, su amigo sonreía y le acariciaba las orejas cuando podía. Gabe sonrió al observarlos-. Te gusta, reconócelo. Y a él le gustas, lo que resulta muy extraño.

-No le gusto -replicó Wade-. Actúa así de amable porque sabe que me hirió. Sólo hace méritos.

Gabriel apartó la mirada, acusando el golpe. Aunque él no actuaba como el perro, al menos.

-Ve a buscar a tu novio o vámonos, ya. ¡Llegaremos tarde! -Gabriel asintió, de mala gana. Habían quedado a las nueve y ya eran más de las nueve y quince-. Si no estás aquí en diez minutos, me voy. Sólo podemos ver esto una vez al año, encerrados aquí. No voy a llegar tarde porque se te ocurrió invitar a Mike. Al que por cierto, ni siquiera le gustan.

-Voy a verlo, ya deja de quejarte -contestó, alejándose del auto en el que ambos estaban apoyados.  Que le gustara volver a hablar con Wade no quería decir que quisiera escucharlo quejarse. Max corrió hacia él, olisqueó su mano y Gabe se detuvo para acariciar su cabeza. El perro miró hacia atrás y Gabe suspiró-. Quédate, traidor.

Caminó de regreso al colegio y corrió hacia el cuarto de Mike. Lo había perdido de vista en la tarde, pero no quería lucir como un idiota que se interponía en sus decisiones y no se esforzó en buscarlo aunque se moría de ganas de hacerlo. Ya tenían una cita, no pensó que fuera necesario recordárselo. Si Mike tuviera un celular le haría las cosas más fáciles. Se sorprendió al notar que las luces del cuarto estaban apagadas. Lo único que le faltaba es que Mike se hubiera olvidado.

Tocó la puerta un par de veces, sin obtener respuesta.

-¡Mike! -llamó- ¿Estás allí?

Esperó en vano. La puerta seguía sin abrirse. Gabriel bufó, enojado. Corrió hacia la habitación de Julie y la encontró escuchando música, tendida en el piso de su habitación y con el celular desarmado delante.

-Al menos eso explica por qué no me contestabas -dijo, Julie se incorporó hasta quedar de rodillas y Gabriel no la dejó hablar-, ¿has visto a Mike? No está en su cuarto y siempre está contigo.

-No, lo dejé hace un par de horas- contestó Julie. Gabriel maldijo, volviendo a mirar el reloj. Si no se apresuraba, Wade se iría sin él. Se alejó de la puerta, sólo para regresar y mirar los pedazos del celular ordenados en el piso.

-Tengo que saber, ¿por qué has desarmado tu celular?

Julie tomó un desarmador y volvió a acostarse en el piso, sonriendo.

-Sólo quería saber cómo era -contestó. Gabriel negó con la cabeza, antes de volver a correr. Podía quedarse y buscar a Mike, pero dudaba que Wade le perdonara que le dejara tirado cuando había pasado menos de una semana desde que aceptó volver a hablarle. Quería encontrar a Mike, pero no podía arriesgarse a un nuevo estallido de ira de Wade. Al menos, estaba seguro que Mike no se metería en un problema, era más listo que eso. Corrió hacia la salida, sintiéndose un poco como un traidor por dejar a Mike, a pesar que se repetía que era él quién le había dejado plantado.

---

Mike se acercó a Alan, que se apoyaba en la pared del gimnasio, con una lata de cerveza en la mano. Mientras caminaba hacia él, Alan se deslizó hacia el piso y le dio un largo trago a la botella. Mike notó el par de latas vacías en el piso.

-¿Cuándo has llegado?- preguntó, cuando estuvo lo suficiente cerca para hablar sin levantar la voz. Alan lo miró, y se frotó el rostro con el dorso de una mano.

-¿Tú qué haces aquí? -su voz sonaba gangosa a causa del alcohol.

Mike no contestó. Betty lo había visto y le avisó. Miró el reloj, notando que quedaban apenas diez minutos para las nueve y debía reunirse con Gabe. No le entusiasmaba el espectáculo, sólo quería pasar tiempo con él. Alan intentó levantarse y se tambaleó y Mike se acercó a sostenerlo sin pensar demasiado en ello.

-¿Cuánto has bebido? -preguntó. Alan miró las latas y se encogió de hombros, apartándose. Volvió a apoyarse en la pared-. No puedes seguir llegando así, si te descubren, te expulsarán.

Alan lo ignoró. Mike se mordió los labios, tratando de decidir qué hacer. Los ojos de Alan estaban rojos y él no creía que fuera por falta de sueño. No podía imaginar a Alan llorando, aunque a todas luces lo había hecho.

-Al menos vamos al cuarto. Te llevo y te quedas a dormir allí, es mejor a que estés aquí.

Alan lo miró, ladeando la cabeza. Lucía extrañado y frunció el ceño levemente.

-¿Qué te importa?- preguntó-. Nadie te ha pedido que vengas.

Mike negó con la cabeza. Caminó hacia la salida del gimnasio y se detuvo. No podía dejarlo así. Le gustaría poder, quería ir con Gabriel y pasar la noche con él, pero no podía dejar a Alan así, no cuando sabía que debía haber pasado el día reviviendo el suicidio de su padre.

-¿Es por tu padre?- preguntó, antes de darse tiempo a arrepentirse. Alan dejó escapar una risa que sonó más como un sollozo. Mike quiso desviar la mirada para no tener que ver el dolor en su rostro.

-¡Qué te importa! -exclamó, haciendo un ademán con el brazo-. ¡Lárgate, imbécil!

-Me iré- contestó, conteniéndose para no gritar-, pero primero vamos al cuarto. Te dejaré allí y podrás emborracharte cuánto quieras.

Se volvió a acercar, arrugando la nariz ante el olor de la cerveza.

-Eres un tonto- murmuró Alan. Trató de caminar unos pasos, pero trastabilló y volvió a sentarse en el piso. Le dio un largo trago a la lata, antes de soltarla y dejarla rodar por el piso.

-Lo sabes. Todo el mundo lo sabe -dijo, dejando caer su cabeza sobre sus rodillas. Mike bajó la vista a sus zapatillas. Quería decir algo, brindarle algún consuelo, pero dudaba que un “lo siento” fuera lo que Alan quería escuchar.

-Era un buen hombre- siguió diciendo Alan-. No lo digo porque fue mi papá, lo era. Siempre trataba bien a todo el mundo en la casa, y encontraba el tiempo para estar conmigo y mi madre. Siempre me decía que no había sentido tenerlo todo si no podías respetar al resto. Pero, ¿leíste los diarios? Era mentira, era un jodido ladrón, y se mató para no tener que ir a la cárcel. No sólo era un delincuente, era un cobarde. Eso dicen todos.

-Lo siento -Mike se sentó a su lado, estiró una mano pero apretó el puño y la bajó antes de llegar a tocar a Alan.

-No entiendes nada.

-No -admitió Mike. Estiró las piernas y alcanzó una de las botellas. No supo qué le animó a llevarla a su boca y probar las pocas gotas que quedaban. Hizo una mueca de disgusto, la cerveza era terriblemente amarga-. Mi padre nos abandonó. Se fue, un día, y dejó a mi mamá y a su hermana y a mí. Sólo se fue. A veces me molesta no saber qué pasó con él, porque lo hizo... otras pienso si yo le hubiera gustado y me miro y creo que no. No puedo decirle a mi mamá que a veces desearía verlo, porque ella hizo todo por mí y no sería justo.

Giró el rostro, notando que Alan lo miraba, aún con la cabeza descansando en sus rodillas flexionadas. Sus ojos estaban húmedos, y eso lo incomodó. Se esforzó en no desviar la vista. 

-Quiero decir... no lo conozco y a pesar de eso, a veces lo quiero. Quiero conocerlo, y agradarle. Y tú lo hacías. Y si fue un buen hombre, para ti, lo que digan no es importante.

-¿Y si tienen razón? -murmuró Alan-. Todas las pruebas lo culpan.

-Aún así, es tu padre. No puedes simplemente odiarlo, o dejar de quererlo.

Alan se restregó los ojos con una mano, soltando una risa que era un sollozo a medias. No quería llorar. No lo había hecho delante de su madre y no era capaz de quedarse a solas en la tumba de su padre. Pero lo recordaba, y recordaba su rostro derrotado la última vez que lo vio y le pidió perdón y que creyera en él. Recordaba sus ojos llorosos cuando le dijo que no era culpable, dijeran lo que dijeran. Alan estaba dispuesto a creerle, a soportar la cárcel, pero no a la noticia del suicidio que llego un par de semanas después. Cuando empezó a sollozar, se mordió el labio inferior, tratando de contenerse, sin lograrlo. Esta vez Mike no detuvo su mano. La dejó sobre su espalda, sin moverla y sin decir nada.

Pasaron un buen rato en silencio, antes que Alan se levantara y se limpiara el rostro de espaldas a Mike. Éste lo imitó y lo siguió de cerca cuando notó que se dirigía a la salida del gimnasio. Alan aún estaba mareado, y caminaba apoyándose de las paredes. Mike miró su reloj, sorprendido al notar que ya eran las diez. Dudaba que Gabriel estuviera esperándolo en el cuarto, le encantaban esos camiones y aunque sería un gran detalle que los cambiara por él, esta vez no. Lo que menos necesitaba Alan era verlo.

Cuando entraron, Mike esperó a verlo acostado en su propia cama, antes de ponerse una pijama y meterse en la suya.

-¿Sabes? -preguntó. Alan no dio señales de escucharlo, pero siguió hablando-. Creo que deberías hablar con alguien. No está bien que cargues con todo tú solo. Julie estaba muy preocupada.

-Julie ya tiene suficiente con sus problemas -contestó. Su voz estaba más ronca que antes, a causa de los sollozos.

-Pero es tu amiga. Que tenga problemas no quiere decir que no quiera oír los tuyos. Yo diría que estaría mejor si no la dejaras de lado, si la dejaras ayudarte.

-¿Y tú? -preguntó Alan-. No eres mi amigo, ¿por qué estás aquí?

Mike no contestó. Si decía “no podía dejarte solo”, él pensaría que le tenía lástima. Pero ésa era la verdad y no tenía nada que ver con la lástima. Sólo que lo había visto y no fue capaz de dejarlo solo.

-Soy un idiota demasiado buena gente -contestó, tratando de bromear-, es lo que mi tía siempre dice.

-Tu tía tiene razón.

Mike se giró en la cama. Con el cuarto a oscuras, apenas era capaz de ver la silueta de Alan sobre la cama.

-Leí que tu padre culpaba a los Barnett -dijo, suavemente. No quería recordárselo, sólo tenía curiosidad-. Por eso los odias, creías que decía la verdad.

-No creo que nadie de los que están aquí tengan familias limpias -contestó-. No odio a tu novio.

-No lo parece.

-No lo hago -insistió Alan-, incluso tenemos cosas en común.

Guardó silencio, esperando por una nueva pregunta. Lo que había dicho era verdad, no odiaba a Gabriel, pero desconfiaba de él. El Barnett que Mike conocía, un poco gruñón pero cariñoso, no era en nada como el Gabriel que él conocía, ése con la determinación helada en sus ojos y su tono condescendiente cuando le ordenó que se alejara de Julie.

-¿Tanto te preocupa si lo odio o no?

-No -contestó-, es que... no entiendo por qué te portas así y siempre hablas mal de él. Es todo.

-Porque es un idiota - contestó. Bostezó y se cubrió con las sábanas, haciendo ruido a propósito para que Mike asumiera que quería dormir y dejara de hablar. De repente era consciente que había llorado delante de él, que le había hablado de su padre y que había mostrado una parte débil de él que solía ocultar de todos. Si estuviera en sus manos, elegiría poder hacer que Mike olvide esa noche, pero sólo le quedaba confiar en que no dijera nada a nadie.

---

Gabriel se recostó en la hierba, mirando al cielo en el que apenas se notaban estrellas. Hacía frío y agradecía haber tenido mantas en el maletero de su auto. Eran casi las tres de la mañana y Wade y él se habían pasado la última media hora recordando anécdotas y terminando una botella de whisky mezclado con gaseosa.

-¿Quién era ese tipo con el que hablabas? -preguntó. Sentía la cabeza algo embotada, pero su cuerpo estaba relajado e incluso el aire frío sobre su rostro no lograba incomodarle. Wade se arrebujó en la manta, cogiendo la botella y dándole un trago. Se había encontrado con Bryan en el espectáculo y él no había perdido el tiempo de ir e intentar sonsacarle algo de su relación con Ericka.

-Lo conocí cuando fui a esa exhibición de patinaje -contestó-. Y trabaja aquí, qué coincidencia.

Gabriel flexionó las piernas. Se incorporó para darle otro trago al whisky y a Wade no le extraño que cuando se volvió a acostar, usara sus piernas como almohada. Siempre se ponía cariñoso cuando bebía.

-Tú no me abandonarías, ¿verdad? -Wade notó que ya estaba borracho, por el tinte de inseguridad y casi súplica en la voz de su amigo. Sabía que el no poder ver a su madre y la desaparición de su hermano le afectaban más de lo que dejaba a ver. Le acarició el cabello, pero no respondió que lo que a Gabriel le gustaría escuchar.

-No. De la misma manera en que tú no me mentirías, ¿verdad?

Quiso bromear, pero su tono fue más duro de lo que pretendía. Gabriel guardó silencio. De repente quería ir con Mike, que él lo abrazara y lo besara. Al menos, Mike nunca le juzgaba. Con él, todo era fácil y no tenía que escuchar reproche como el que escuchaba en la voz de Wade. Los dedos de Wade seguían en su pelo y lo escuchó suspirar.

-Le prometí a mi tía que te cuidaría, ya sabes -el corazón de Gabe se aceleró al escuchar mencionar a su madre. Wade pareció notarlo porque sus caricias aumentaron y se voz se volvió un poco más dulce al seguir hablando-. No me importaría si fuera cualquier otra persona, pero a ella no puedo fallarle.

-No voy a volver a mentirte, lo juro. Ni a ocultar nada. Sólo quería ayudar, Wade.

Gabriel se incorporó, dirigiéndole una mirada desolada y Wade bajó la cabeza.

-Ya déjalo -susurró-, te perdono o lo que sea, pero deja de mirarme así. Pareces tu jodido perro.

Gabriel volvió a acostarse, posando su cabeza sobre las piernas de Wade.

-Hablo en serio -susurró, algo adormilado. Wade lo ignoró para mirar al cielo. Hace mucho que no veía un amanecer y sacudió a Gabriel, que empezaba a quedarse dormido.

-Deja el drama y háblame. Quiero estar despierto para ver salir el sol.

Gabriel se incorporó, contrariado. Quería dormir, ahora que Wade había dejado su hostilidad de lado. Se sentó, apoyando su cabeza en el hombro de su amigo. 

-¿Sabes? Cuando me den la herencia pienso comprar un equipo de camiones monstruo. Seré el dueño de uno y los volveré un deporte nacional.

Wade soltó a reír, animado por el alcohol en su cuerpo.

-Y yo te robaré uno, porque vistas las circunstancias, me desheredarán -río.

-No importa, trabajarás para mí.

Pronto, al sonido de sus risas se unió los ladridos de Max, que solía dormir en su caseta, fuera del colegio cuando Gabe no estaba allí. El perro se sentó al lado derecho de Wade y con su recién descubierta amabilidad, apoyó la cabeza en sus piernas, como antes hacía Gabriel. Éste lo miró, sonriendo al ver que el perro lloraba y cambiaba de posición hasta que logró treparse al cuerpo de su amigo. Gabriel tapó a Max con la manta que sobraba y Wade bufó, moviendo la cabeza para que el perro pudiera acomodar la cabeza en su cuello. Tener aliento de perro en su rostro no era la mejor manera de terminar una noche.

-Tú y perro son iguales -dijo. Tomó a Max y lo obligó a acomodarse en sus piernas y para que se quedara quieto, posó una mano en su lomo-. Que ya los he perdonado, par de idiotas.

El perro ladró en respuesta. Gabriel sonrió. A pesar de su actitud, no sabía que habría hecho si Wade no le hubiera perdonado. Tenía a Mike, pero él no era su mejor amigo, ni su hermano. Muchas veces se preguntaba a dónde los llevaría todo esto, este asunto de la venganza que estaba decidido a mantener, si podría ver a su madre una vez más y vivir con ella y si no se destruirán en el camino. Nunca estaba seguro de nada, excepto de Wade. Siempre creyó que serían hermanos y que nada los separaría, pero había sido él el que casi lo alejó. La idea lo asustaba. Ya había perdido suficientes cosas. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).