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West Lake por Hisue

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Notas del capitulo:

Notas al final. 

 

Capítulo 46

 

-Puedo ayudarte -se ofreció Mike, mirando los desordenados apuntes de Alan. Éste fingió no escucharlo y regresó a su lectura, o intento de, porque aún no entendía todo el asunto de las mitocondrias-. Julie me dijo que necesitas aprobar el curso -insistió, algo molesto al ver que sólo era ignorado. Decidió fastidiarlo un poco-. También puedo hacer que Gabe te ayude. Es extrañamente bueno en biología.

Como esperaba, Alan alzó la cabeza y le dirigió una fría mirada, acompañada de un gesto poco amable con la mano. Mike sonrió, sin sentirse ofendido en lo absoluto. Molestar a Alan se estaba convirtiendo en uno de sus pasatiempos.

-Sólo intento ayudar.

-Métete tu ayuda por el trasero -contestó Alan, sonriendo al ver la expresión escandalizada en el rostro de Mike-. Aunque es probable que lo disfrutes.

Mike le tiró una almohada, que no llegó a acertar a su objetivo y Alan suspiró, negando con la cabeza.

-¿A eso le llamas un tiro? Das lástima.

-¿No quieres desaprobar o sí? -insistió. No tenía ninguna razón para ofrecerse a ayudarlo, pero verlo sufrir con las clases era desalentador.

-Julie me ayudará -contestó él. El ofrecimiento de Mike no le extrañaba, el chico parecía tener un complejo de santo, o de defensor de las causas perdidas, como mínimo. Al menos, Julie cobraba. Mike lo hacía, con algunas personas que le pedían tutorías, pero si se trataba de Betty, o alguien más que le pedía una sola clase, lo hacía gratis. No terminaba de entenderlo, lo único que tenía en claro era que Mike era una de esas extrañas personas naturalmente buenas. Gracias a Dios, no era un imbécil total, o no habría podido sobrevivir en el guetto en el que creció.

-Vale -aceptó Mike. Estaba aburrido, Gabriel seguía ocupado con sus labores del Consejo, al parecer uno de los clubes exigía más presupuesto y con Ericka fuera por la competencia de natación, la responsabilidad recaía en él. Bufó, bajando de la cama. No tenía porqué quedarse viendo estudiar a Alan, después de todo.

-Oye -llamó éste, cuando Mike estaba a punto de abrir la puerta-. Me rindo. Aún sigo sin saber qué demonios es una mitocondria.

Mike esbozó una amplia sonrisa y casi corrió al escritorio, tomando un libro. Se demoró unos momentos en ver las notas de Alan, antes de desecharlas y ordenarle empezar de nuevo. Tenían el temario para el examen y podían estudiar sólo esos temas. No serviría para sacar la máxima nota -siempre habían preguntas sorpresa-, pero si se esforzaba, al menos aprobaría.

-Te gusta bastante enseñar, ¿no? -cuestionó Alan, mientras escribía en una nueva libreta, tratando de abrirse paso entre nombres extraños y funciones celulares-. Lo disfrutas más que Julie y es ella la que quiere ser profesora.

-¿Te lo contó? -preguntó a su vez Mike-. Me gusta que la gente aprenda, que es distinto -aclaró, aunque Alan no encontraba nada distinto en los dos conceptos.

-Me habló de su plan de enseñar matemáticas en México -contestó. No se imaginaba a Julie como maestra y si lo hacía, pensaba en esa a la que los niños suelen temer-. Sólo lo hace para fastidiar a su padre.

-¿Qué harías en su lugar? -Mike dejó de leer y Alan apoyó un codo en la mesa y se encogió de hombros.

-Dejaría que mi padre me reconozca -Mike dejó caer el lapicero que sostenía en los dedos de la impresión. Su reacción pareció divertir a Alan-. Es dinero, después de todo. ¿Por qué no hacerlo?

-A veces olvido que eres igual a todos los de aquí -murmuró Mike.

-¿Igual a Barnett? -esbozó una sonrisa pícara, incapaz de dejar escapar una ocasión para molestarlo.  Como esperaba, Mike juntó los labios en una línea fina, enfadado.

-Gabe no es así.

-Lo olvidaba. Barnett es una versión gay de la Madre Teresa de Calcuta. ¿No debo tomar su nombre en vano?

Mike le golpeó en un brazo con el lapicero.

-Regresa a estudiar. Podrás pronunciar lo que quieras en vano, cuando pases mi cuestionario -elevó una hoja y la movió delante del rostro de Alan, que se limitó a acariciarse la nuca, antes de bajar la cabeza y volver a leer.

Mike lo observó, prestando atención a los movimientos de sus manos sobre la mesa y los susurros que repetía, en un intento de aprenderse los diferentes nombres.

-Deberías probar a dibujarlos -dijo, cuando escuchó que maldecía en voz baja. Alan alzó la cabeza, volviendo a fijar los ojos en Mike-. Eso hago cuando se me dificulta un tema. Bueno, no dibujo bien, pero hago esquemas. El punto es entender, si lo entiendes, recordarlo es más fácil que si sólo lo memorizas.

Tomó una hoja y dibujó un círculo, a modo de ejemplo, al que le fue agregando más elementos que señaló con flechas y pequeñas leyendas. Alan examinó el dibujo, con el rostro ladeado.

-Dibujas muy mal -comentó. Cogió una hoja y decidiendo que no perdía nada con probar, copió el dibujo de su libro, agregando al costado los elementos y su función. Mike le ayudó a repasar cada tema y cuando se dieron cuenta, habían pasado dos horas, Alan tenía nuevos apuntes y dibujos sobre la mesa.

-Tú dibujas bien -comentó Mike, tomando una hoja en la que Alan había dibujado un rápido boceto del sistema nervioso. Alan estiró los brazos, bostezando.

-Creo que estoy en mi límite de estudio. Y tengo hambre. Vamos, hay que ir a comer algo.

Mike alzó la cabeza, confuso. Él y Alan comían juntos algunas veces, si Julie estaba con ellos, pero no se “invitaban” a ir a comer. Empezó a sonreír, y Alan frunció el ceño.

-No empieces -amenazó. Mike se levantó, encogiéndose de hombros. Tenía hambre, también, y aunque se moría de ganas de echarle en cara su repentina amabilidad, se contuvo.

Cuando llegaron al comedor, encontraron a un pequeño grupo charlando airadamente en una mesa. Alan los ignoró y fue a pedir algo de comer, y Mike lo siguió, mirando hacia la mesa en la que discutían. Alcanzó a ver a Gabriel y Wade, que le alzó la mano a modo de saludo. Alan eligió una gaseosa y una hamburguesa. Mike tomó un agua y dos sandwichs de queso y ambos se sentaron en su habitual mesa en el fondo del comedor, sin hablar. Ahora que el momento de camaradería había pasado, ambos estaban incómodos. Mike desvió la vista hacia la mesa en la que Gabriel estaba, concentrándose en su expresión aburrida mientras escuchaba a sus compañeros hablar. Desde dónde estaba, no podía escuchar qué decían, sólo ver los ademanes de Wade mientras hablaba. No pasó mucho antes que todos ellos salieran del comedor, algo molestos. Gabriel se quedó, esperó a que todos hubieran salido y, al fin, dirigió sus ojos hacia Mike. Que estuviera con Alan se le hacía extraño, pero sabía que Mike era sociable y que tenía una tendencia a ser amable con cualquier persona. Compuso una sonrisa, antes de acercarse a ellos.

Alan frunció el ceño. Si ya era incómodo estar allí con Mike, ver a Barnett lo hacía insoportable. Se contuvo para no rodar los ojos al ver el cambio en su expresión, la sonrisa suave que le dirigió a Mike, antes de sentarse a su lado. Aún no terminaba su hamburguesa, pero decidió que sería mejor marcharse.

-Te llevas bien con él, ¿eh? -preguntó Gabe, al ver a Alan irse. Mike se encogió de hombros.

-No puedo estar peleando con él a cada rato si compartimos cuarto, ¿verdad? ¿Qué pasaba allí?

-Ah, eso. Reclamaban por los recortes en el presupuesto. Consideran que con lo que pagan, nadie debería ponerles reglas, o algo así -Gabriel estiró los brazos por encima de su cabeza-. No sé cómo hace Ericka para tenerlos tranquilos. Pero ella no está, así que me tocó escucharlos.

-Las colegiaturas con bastante caras -apuntó Mike.

-Sí, pero el nuevo esquema de clubes plantea un presupuesto en función a las actividades. No sólo para que puedan irse de viaje y a excursiones de dizque “exploración” y no sé qué -Gabriel torció la boca, en un gesto de fastidio-. Pueden pedirle dinero a sus padres, pero no podrían salir del colegio si no es con la excusa de una actividad escolar.

Se ahorró decirle que uno de los temas de discusión fue la propuesta de incluir de forma obligatoria a los becados en los clubes. Los clubes no eran obligatorios para nadie, pero al parecer, el que se supiera lo cercano que él era con Mike y la nueva relación de Wade con Adriana, estaba creando un pequeño ambiente de discordia hacia los becados.

-En mi colegio anterior, esto no se hubiera discutido. Hacían mucho escándalo, y nunca seguían las reglas, pero nunca se enfrentabas a los profesores.

-O sea, no reclamaban, sólo pasaban todo por alto -Gabriel ladeó el rostro, llevando una mano a su cabello-. No suena como una mejora.

Mike rio.

-Era bastante diferente de aquí.

-¿Y cómo hacías tú? -preguntó Gabe, llevando una mano al cabello de Mike y enredando los dedos en él. Sonrió al notar que éste se apoyaba en su mano-. No te imagino metido en peleas o cosas así.

-Trataba de no destacar. Si eras invisible, te dejaban en paz. Pero, cuando tenía que participar en alguna cosa, o se publicaban las notas, era difícil pasar desapercibido.

Gabriel apoyó el rostro en la mesa. Mike no hablaba mucho de su antigua escuela, hablaba de su madre y su tía, pero nada más.

-¿No tenías algún amigo o algo que extrañes allá?

-La mayor parte de gente me veía como un cerebrito insoportable, así que no. Hablaba mucho con mi tía y un profesor... y conversaba con mis compañeros, pero no eran amigos.

Se apoyó en la mano que Gabriel aún mantenía en su cabello, disfrutando de sus caricias. No se había imaginado esto cuando llego aquí. Sólo quería estudiar y no meterse en problemas. Pero apareció Julie, y Gabriel, con sus ojos verdes...

-Me gustan tus ojos -dijo, de repente. Gabriel parpadeó, confuso.

-Gracias -contestó-. Me gustan los tuyos también.

-Pero los tuyos tienen ese color intenso... son muy interesantes.

-Es la buena genética -Gabriel rio entre dientes. Bajó la mano que tenía en el cabello de Mike hasta su cuello, dibujando círculos con los dedos contra su piel. Se acercó a su boca, saboreando el beso antes de darlo hasta que un carraspeo le hizo alejarse. Mike se llevó una mano a la nuca, algo molesto por la interrupción.

-Pensé que buscaban lugares privados para esto -dijo Wade, chasqueando la lengua-, ¿o es que han decidido ponerlo en un mural?

-No -negó Gabriel. Mike bajó la mirada, algo enfadado por su rápida negativa. Aunque no le importaba que los demás lo supieran, no poder tocarlo cuando quería era molesto. Y tener que buscar los momentos para poder besarse y acariciarse con libertad.

-Entonces, cuidado, tortolitos.

-Me voy ya -anunció Mike, levantándose-, aún tengo que estudiar.

Gabriel lo siguió, decepcionado y cuidando de no hablar hasta que  llegaron a la puerta del cuarto .

-Puedes estudiar en mi cuarto.

Mike regresó a verlo, con una sonrisa. Estudiar con él era demasiada distracción.

-No creo que sea buena idea, me distraes.

-¿Lo hago?

-Bastante -asintió Mike. Espero a que Gabriel cerrara la puerta para besarlo, apoyando las manos en sus hombros. Gabriel suspiró, le rodeó la cintura con los brazos y lo empujó hacia la cama.

-Podemos hacerlo rápido -sugirió, posándose sobre él-. No sé tú, pero yo creo que ha pasado mucho.

-¿Mucho? -preguntó Mike, tratando de quitárselo de encima-. Han sido tres días, o menos.

-Tres días -repitió Gabe, inclinándose para besarle el cuello-. Y lo dices así de tranquilo. Tres días son setenta y dos horas, algo de... miles de minutos, y no sé cuántos segundos. Es un cantidad infernal de tiempo.

Mike echó la cabeza hacia atrás, riendo. Podía reconocer cuando Gabe quería hacerlo de verdad, y ahora sólo estaba bromeando. Lo comprobó cuando éste se levantó, exhalando un suspiró dramático.

-Está bien. Si mi novio prefiere libros antes que a mí, tendré que resignarme.

Mike se levantó y tomó el rostro de Gabriel entre sus manos, admirando su sonrisa y el intenso color verde de sus ojos.

-Mi novio prefiere unos camiones antes que a mí, es un empate.

-Tu novio prefiere compartir los camiones, pero su novio lo deja plantado -Gabriel frunció el ceño, y se llevó una mano a la nuca-. Ahora no estoy muy seguro de quién es el novio.

Mike bajó de la cama, conteniendo la risa. Gabriel le besó en la mejilla una última vez, antes de irse. Si fuera por Mike, no lo dejaría ir, pero sabía lo mucho que se olvidaba de todo cuando estaba con él. Se llevó el dedo pulgar a la boca, mirando la puerta, y sacudió la cabeza.

---

-Necesito una ducha fría -anunció Gabe, entrando al cuarto. Wade, desde su cama, le respondió con una risa.

-Cambiado por las tareas, es un nuevo nivel de rechazo.

-Tampoco te veo con tu... amiga -masculló Gabriel.

-Mi amiga está ocupada y al contrario que tú, no hago un drama de eso -contestó, pasando una hoja del libro que leía. Gabriel se detuvo, examinando la expresión de su amigo. No parecía diferente. Wade alzó la mirada-. ¿Tengo algo en la cara?

-Nada, excepto tu cara -contestó él, esbozando una media sonrisa.

-Lo sé -dijo Wade, sin caer en el intento de burla de Gabe-. Resulta demasiado atractiva, debe distraerte.

-Sí, la veo en mis pesadillas -la puerta se abrió, y Clay entró, causando que Gabriel cambiara su sonrisa por una expresión de fastidio. Wade siguió leyendo, sin prestarles atención, y Gabriel decidió ir al baño, como planeaba. Por mucho que le fastidiara tener que ver a Harris, debía evitar cualquier posible enfrentamiento.

Clay miró la espalda de Gabriel con una sonrisa altanera, antes de volver su atención a Wade, que seguía concentrado en el libro. Se acercó a la cama, ladeando el rostro para leer el nombre.

-¿Crimen y Castigo?

-Increíblemente, no me confundo con los nombres -contestó Wade, poniendo un marcador en la página antes de cerrarlo.

-Pasaron años antes que notara que Sonia y Sofía eran la misma persona -comentó Harris-. Es una tortura.

-Estoy rodeado de incultos -Wade negó con la cabeza, suspirando. Clay sonrió. Wade no hizo intentos de detenerlo cuando él se acercó, hasta quedar a un palmo de su rostro.

-Recuerdo que me prometiste que saldrías conmigo -murmuró. Wade ladeó el rostro, observando los ojos azules que le miraban fijamente. Objetivamente, Harris era guapo. Lamentablemente para Clay, no podía verlo de otra manera. Y no recordaba haberle prometido nada.

-¿Lo hice? ¿Cuándo?

-Hace un par de semanas. Dijiste que harías lo que te pidiera si te dejaba dormir. Y te dejé dormir. Podría pedir otra cosa puesto que especificaste “lo que fuera”, pero no quiero que pienses que soy un descarado.

-Tomas en serio las palabras de un tipo a punto de dormirse. Eres más que un descarado -lo empujó hacia atrás, harto de su cercanía. Siempre olvidaba que debía recordarle cómo eran las cosas a Harris cada cierto tiempo o empezaba a tomarse libertades. Tal vez Gabriel tenía razón y sólo debía dejar de hablarle.

-Elizabeth y yo planeamos ir a una discoteca esta semana. Considera eso la cita -dijo Clay, notando el cambio de humor en Wade.

-Por mucho que me encantaría ver bailar a tu prima, no puedo ir esta semana- dijo, bajando de la cama y ubicándose al lado del armario, con los brazos cruzados sobre el pecho-. A ningún lado.

-Parece que ya te pusieron una correa. ¿Barnett y tú también comparten ese tipo de gustos?

Wade sonrió. Adriana y Mike no se parecían en nada.

-Barnett y yo compartimos muchas cosas -ironizó. Si Clay no se enojara tanto cada vez que decía lo mucho que le importaba Gabriel, dejaría de hacerlo. Verlo enojarse era demasiado divertido para dejarlo pasar.

-Lo creas o no eso me da esperanzas.

-¿Qué? -esa no era la reacción que esperaba. Clay asintió.

-La forma en que actúas con él es lo que me hace dudar que sólo te gusten las chicas.

Wade se encogió de hombros, sin darle importancia. Estaba acostumbrado a que la gente pensara que él y Gabriel eran algo más, sabía que muchas de sus actitudes no indicaban otra cosa, y no le molestaba en absoluto.

-Lo siento, pero ése es un puesto de exclusividad -dijo Gabriel, detrás de ellos. Wade regresó a verlo, con una expresión de confusión en el rostro, pero cuando miró a Clay recuperó la sonrisa.

-Eres demasiado celoso, Barnett -bromeó Harris. Antes que Gabriel contestara, Wade posó una mano en su pecho, lanzándole una mirada de advertencia.

-Sigo queriendo ver a tu prima bailar -dijo-. Si programas esa salida para otro día, te acompaño.

-¿Es una promesa? -preguntó, bajando de la cama y acercándose a él. Wade le tendió la mano y Clay la estrechó.

-Lo es y esta vez no estoy a un paso de caer dormido -Clay sonrió, demorándose más de lo necesario en soltar la mano de Wade. Cuando lo hizo, se aseguró de acariciarle la palma con el pulgar, y se marchó antes que alguien pudiera decirle algo.

-¿Alguna vez me dirás por qué te cae tan mal? -preguntó Wade, dejando de mirar la puerta-. ¿Y qué diablos fue eso de exclusividad?

-Si quieres la verdad -contestó Gabriel, sentándose en su propia cama y terminando de secarse el cabello-, no hay ninguna razón para que me caiga mal, excepto que lo hace. Y él tampoco tiene ninguna razón para odiarme, así que estamos a mano. En realidad, creo que la única razón por la que anda tras de ti es para fastidiarme.

-En ese caso debería andar tras de Mike -razonó Wade-. Y, ¿en serio crees que es sólo por ti? Menosprecias mi atractivo.

-No va tras Mike porque es un idiota. Tal vez piense que es rebajarse o algo -dijo Gabriel-. Pensando en eso, es mejor que se fije en ti.

-¿Estás cambiando mi pureza por tu novio? Dios, eres una terrible persona.

-¿Pureza de dónde? -preguntó Gabe, y al ver que Wade pensaba responder, alzó las manos, negando-. No me lo digas, hay cosas que prefiero no saber. Ni imaginarme. Ni nada.

---

Ericka abandonó el gimnasio, en el que ella y las tres chicas más que la habían ido con ella a competir, escuchaban a su profesor darles las últimas recomendaciones acerca de la comida y el ejercicio. Nadar, al menos cuando lo hacías para ganar algo, era mucho más complicado que sólo meterse en la psicina. Miró su dieta, impresa en un cuadernillo, junto con las especificaciones del peso que debía tener. Nunca se había preocupado por su peso más que en el no engordar. Ahora, debía vigilar su comida, cuidar sus músculos y sus tendones, seguir un programa de entrenamientos. Considerando eso, recordar que había estado estresada por Bryan resultaba irrisorio. Aunque debía solucionar su situación con él, y pronto. 

Entró en su cuarto, dejó la mochila que llevaba en la cama y se acostó, suspirando. Estaba demasiado cansada para incluso meterse en la ducha o cambiarse de ropa. Se preguntó dónde estaría Katherine, antes de rodar en la cama y sacar el celular de la mochila. Volvió a rodar y observó el techo, con el celular entre sus dedos y envío un mensaje a Bryan antes de tener tiempo a arrepentirse. No habían hablado desde ese beso en el que ella había tratado de no pensar, sin éxito. Frunció el ceño cuando pasaron varios minutos sin respuesta y se levantó, para dirigirse al baño. Bryan no le contestó y Ericka se quedó dormida sin quererlo, agotada por la competencia y el viaje.

Cuando despertó, había un mensaje nuevo en el celular, que revisó. Bryan sólo preguntaba cómo le había ido y la decepción que sintió al ver que sólo era un mensaje, escrito de manera más bien formal, le tomó por sorpresa. Estaba acostumbrada a su entusiasmo, y a su manera de interesarse por ella, incluso cuando hablaban por mail. Se limitó a informar de su paso a la siguiente ronda y, después de pensarlo, un momento, envió otro mensaje, pidiendo verlo en cuanto su turno acabara. No quería seguir dando vueltas a la situación.

En la madrugada, volvió a caminar hacia el gimnasio y se sentó al borde de la piscina, algo sorprendida al ver que Bryan ya estaba allí. Ericka observó un momento los jeans, la camiseta gris descolorida que llevaba y trató de sentir aversión por él. Lo único que encontró fue una leve expectación y una calma repentina, al notar que seguía queriendo verla, a pesar de todo.

-¿Llevas mucho tiempo aquí? -preguntó, sentándose a su lado. Bryan giró el rostro y la observó de pies a cabeza, sonriendo. Esa mirada la hizo sentir nerviosa. Más allá del deseo, Bryan seguía mirándola como algo especial.

-No mucho -contestó-. Felicitaciones por el pase, y disculpa que no tenga nada para celebrar.

Bryan volvió los ojos al agua de la piscina, envueltos ambos en un silencio incómodo. No importaba cuantas veces se repitiera que no tenía nada que hacer con ella, no podía detenerse de quererla. Nunca había destacado por su prudencia, y Ericka... lo que escuchaba de ella, las cosas que hacía, la forma en que trabajaba. Tenía la vida comprada, pero actuaba como si tuviera que ganarse por su propio esfuerzo un lugar que ya tenía. Bryan no terminaba de entenderla y de sentirse atraído por ella. Desde su irascible carácter, hasta la manera en que le había permitido acercarse. No podía evitar desear más.

-¿Vamos a hablar sobre ese beso o sólo haremos como que no pasó nada? 

-Estaba pensando en eso -admitió Ericka. Se llevó una mano al cabello, pensando en las palabras correctas para continuar hablando-. Creo que... siento algo por ti, aunque a veces no estoy segura de si sea bueno. Y creo que deberíamos... no sé... hacer algo.

Bryan frunció el ceño, tratando de descifrar algo de la expresión en blanco de Erika

-¿Eso significa que estamos saliendo? -preguntó, tratando de bromear, pero sonó más inseguro de lo que se proponía-. ¿Tendremos citas? ¿Y puedo besarte en cualquier momento, o tengo que esperar indicaciones?

-Creo que en esto eres tú el que tiene más experiencia, no me preguntes -dijo ella. Intentaba mantener la situación bajo control, era así como funcionaban las cosas para ella, aunque sólo estaba logrando estresarse.

Bryan notó la tensión en su cuerpo y le rozó el hombro. Ericka dio un respingo cuando lo sintió tirar de ella hacia él. No tuvo tiempo de preguntarle nada, antes de ver sus labios atrapados en un beso.

-No te entiendo del todo -susurró Bryan, apenas apartándose de los labios ajenos, respirando agitado y sin retirar la mano que mantenía en los hombros de Ericka. Le lamió los labios cuando ella no se apartó-. Sólo hazme un favor y deja de pensar por esta vez.

Ericka cerró los ojos, exhalando un suspiro. Trató de hacerlo, de dejar su mente en blanco. Sintió los dedos de Bryan en su rostro, antes de escuchar su voz.

-Lo entiendo -murmuró él, dejando besos sobre el rostro de Ericka-. Todo eso sobre no saber... de dudar. Entiendo que te confundas, porque estoy igual. Y sé que en el momento menos pensado te darás cuenta que puedes tener a quien sea, y me dejarás. O yo me iré y no habrá forma de mantener esto. Y sé que no debería insistir. Tal vez sería mejor dejarlo, olvidarlo, y ya... nadie se muere por amor, ¿sabes? Entiendo todo eso. Pero no puedo. No puedo resignarme a no tenerte, mucho más si sé que tú también sientes algo.

Ericka abrió los ojos de golpe y se forzó a mantenerle la mirada. Desviarla ahora era una cobardía y estaba decidida a no serlo. Si estaba mal, si estaba bien, si duraba o no, ¿eran cosas así de importantes? Sentía su corazón martilleando en el pecho, las ganas de levantarse y huir de allí, y por encima de todo, el deseo de besarle.

-Como los videojuegos -comentó, sólo por decir algo. Bryan parpadeó lentamente, confuso.

-¿Acabas de tirar mi declaración a la basura mencionando videojuegos? -preguntó-. Sabía que no debía en esforzarme en pensar nada.

Rodó, acostándose de espaldas en el piso, y cubriéndose el rostro con un brazo. Ericka lo miró, sonriendo. Se sentía extrañamente tranquila. 

-Me gustas -susurró, esbozando una leve sonrisa.

-Supongo que ya notaste que te quiero -Ericka abrió los ojos, sorprendida. Bryan lo había dicho como si tal cosa, y no parecía esperar una respuesta de ella, lo que la alivió. No estaba segura de quererlo, no con la intensidad con la que él parecía hacerlo. Bryan sonrió y se levantó, tendiéndole la mano para ayudarla a levantarse-. Ya es hora de que vayas a dormir. Tienes clases mañana.

Ericka aceptó su mano y, de pie, se preguntó si debía despedirse de alguna manera. Bryan le soltó la mano, dirigiéndole una mirada dulce que la hizo desviar los ojos.

-Te llamaré -dijo-. Nos vemos después.

Él asintió y se inclinó para besarle la mejilla. Ericka apoyó las manos en su rostro, nuevamente sintiéndose tranquila y lo besó antes de marchar. Le parecía extraña la sensación de paz que la inundaba, pero por una vez, no la cuestionó mientras volvía a su cuarto y se metía a la cama. Apenas fue consciente que Katherine no estaba allí. 

Notas finales:

Bueno, antes que nada... me volveré a ausentar un par de semanas. La cosa es... mi papá murió hace unos días, y me he pasado entre días en el hospital y en el funeral, y no he hecho nada. Por eso es que este capi es más corto que los anteriores. 

Anyway, no quiero dejar de escribir, sólo me tomaré el tiempo para lo mismo que dije la vez pasada, no quiero quedarme sin capítulos. 

Y como entenderán, tampoco voy a hablar tonterías hoy. Nos vemos en dos semanas. 


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