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West Lake por Hisue

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Notas del capitulo:

Hola, otra vez. Llego un día tarde xD. Anyway, buenas noticias, la próxima semana hay capítulo! A no ser que se me borre el archivo o algo xD

No tengo nada que contar, así que... no digo más. Nos vemos la próxima. Gracias por leer y doble gracias por comentar :)

Capítulo 50

 

Alan dejó escapar una maldición en voz baja, arrancando una hoja de su cuaderno y tirándola a la papelera. No estaba de buen humor, y eso le volvía difícil concentrarse en las tareas. Miró hacia la cama vacía de Mike, y frunció el ceño. Pensar en Mike no era mejor alternativa que pensar en matemáticas, pero tampoco lo podía evitar. Se sentía estúpido cada vez que recordaba al chico o pensaba demasiado en él, pero eso se desvanecía cuando charlaban o lo fastidiaba.

-No me jodas -susurró, dejando caer la cabeza en el cuaderno. La puerta del cuarto de abrió y la risa de Julie llenó la estancia.

-Buenas, dormilón -saludó, dejando caer ruidosamente su mochila.

-No estoy durmiendo -farfulló Alan, sin moverse del sitio.

-No luces como si estuvieras despierto -comentó Mike, divertido. Al escucharlo, Alan alzó la cabeza, lanzándoles a ambos una mirada fría a la que Julie no le dio importancia y que amedrentó a Mike un poco. Se dio cuenta que llevaba mucho sin que Alan lo mirara así, fuera del enfado, las bromas, o los cinismos, como si su presencia fuera algo que debía soportar, pero no por ello le agradaba. Desvió la mirada, repentinamente incómodo.

-No, pero ahora sí. Quédense aquí cuanto quieran, nerds -esta vez, el nerds sonó ofensivo y no como la alegre burla de siempre.

-Vaya malos humos -murmuró Julie, cuando salió-. No es que sea un rayito de sol, pero aún así, ¿qué le pasará?

-Tal vez ha sido muy amable y ha llegado a su límite de tolerancia -aventuró Mike.

-Tal vez -Julie asintió, no demasiado convencida. Sin embargo, no pensó mucho en Alan y pronto, ella y Mike dejaron el cuarto para dirigirse a la biblioteca. Esta vez, Mike quería terminar pronto sus clases para poder pasar algo de tiempo con Gabriel. Sonriendo ante la idea, se sentó en su lugar habitual, saludando a Betty que ya estaba allí.

-Pues vaya que están juntos -murmuró Julie, ocupando su lugar. Mike alzó la mirada para saber de quién hablaba. Observó a Wade y Adriana, que estudiaban juntos, con Wade concentrado en uno de sus libros, pero sonriendo de vez en cuando a la muchacha.

-Es increíble -comentó, sonriendo-. Y no imaginé que lo vería.

Cuando volteó a ver a Betty, notó que tenía la mirada gacha y que su mano temblaba y recordó lo que había pasado entre ella y Wade. Julie, notándolo también, sacudió la cabeza.

-Pensé que ya lo habías superado, y que tenías claro que no había nada de amor en lo que pasó -dijo, su voz más baja y casi aburrida. Mike le dirigió una mirada reprobadora, no creía que Betty necesitara que la trataran así, pero ella alzó la cabeza y apretó los puños para aplacar el temblor.

-No tengo nada que superar -dijo, tratando de lucir fuerte a pesar que su voz temblaba. Julie sonrió.

-Así me gusta -aprobó-. Volvamos a estudiar e ignoremos al idiota.

---

Clay se detuvo mientras bajaba las escaleras hacia el segundo piso, al ver a Wade apoyado en la baranda, mirando hacia abajo. Aprovechó para admirar su figura delgada y la leve sonrisa en su rostro y se acercó, deteniéndose a su lado, siguiendo la dirección de su mirada. Contuvo su decepción al ver a Adriana charlando con un grupo de chicas. La chica no destacaría entre ellas, vestida de forma demasiado común y con una total ausencia de modales, de no ser porque se movía como si bailara en su lugar y soltaba risas de vez en cuando. Demasiado vulgar para su gusto, pero a Wade parecía gustarle.

-¿Disfrutas del espectáculo? -preguntó. Wade desvió la mirada sólo un momento, le dio un vistazo a Clay y regresó sus ojos hacia abajo.

-Es una vista agradable -admitió.

-No creí que te gustaran de esa manera -dijo. Adriana y las chicas se alejaron al fin y Wade apoyó la espalda en las barandas.

-No creo que sepas mucho de mis gustos.

-No, pero sé algo con seguridad, y es que me debes una cita.

-¿Sigues insistiendo con eso? -preguntó, ladeando la cabeza. Esbozó una sonrisa de burla-. Pensé que ya te habrías dado cuenta que lo dije para salir del paso.

-Me di cuenta -contestó Clay. Como siempre, no parecía afectado por las burlas de Wade-, pero pensaba aplicarlo de todas formas. Aún no entiendo porqué te niegas tanto. Apenas que tengas miedo.

-¿Miedo? -preguntó Wade, genuinamente confundido.

-Miedo -repitió Clay-. Es una cita, y si dices ser completamente hetero, ¿por qué no aceptas? Tal vez tienes miedo que te guste -murmuró, acercándose a él, casi respirando sobre sus labios-. Tienes miedo que te bese otra vez, y que te guste.

Wade esbozó una lenta sonrisa, sin moverse. Reconocía el desafío en el tono de Harris y moverse sería aceptar sus palabras.

-Tienes unas fantasías extrañas, Harris -dijo, posando el dorso de su mano la frente del otro-. Deberías mandarte a ver, tal vez el clima te está afectando.

Clay se acercó un poco más, decidido a aprovechar su oportunidad, ahora que Wade no parecía tener intención de separarse o golpearlo, acuciado por sus palabras. Pero nunca llegó a tocarlo, porque un brazo le rodeó el cuello y lo tiró hacia atrás.

-Manos fuera, Harris -gruñó la voz de Barnett en su oído. Wade se mordió los labios para contener la risa y a pesar del brazo en su cuello, Harris le sonrío en respuesta, sin disimular que miraba su boca mientras se lamía los labios.

-Lo olvidé -dijo, riendo-, que tenías un perro guardián tras tus pasos.

Gabriel lo soltó, retrocediendo un escalón y esperó a que Wade llegara a su altura, cosa que éste hizo para inmediatamente colgarse de su cuello.

-Caballero de brillante armadura, por favor. Un poco de respeto.

-Bueno, ya sabes lo que pienso sobre eso -dijo Harris, antes de irse. Wade lo ignoró y Gabriel esperó hasta verlo bajar de las escaleras y reanudó su camino hacia abajo, con Wade a su lado.

-¿Qué diablos estabas haciendo? -preguntó.

-Nada -contestó Wade. Gabriel enarcó las cejas.

-Deja de coquetear con Harris, Wade.

-Vamos, sabes que sólo me divierto a su costa -notó el ceño fruncido de Gabe y sonrío-. Y si así fuera, ¿qué te importa?

-¿Ahora te gusta Harris?

Wade se encogió de hombros. Harris no le gustaba, claro y pensaba que todo este  asunto no tenía nada que ver con él sino con una absurda competencia entre Clay y Gabriel. Verlos enfadarse era un agregado que le daba diversión a sus días.

-Digamos, en el hipotético caso de que me gustara Harris, ¿estarías vigilando así? ¿Te molestaría?

Gabriel se detuvo, mirando a su amigo. Después de pensar un momento, se rascó la cabeza, incómodo. Nunca había tenido que pensar en Wade con otros chicos, se suponía que sólo le gustaban las chicas, y las cosas estaba bien así.

-Me da igual lo que hagas -dijo, después de un rato-, pero no te metas con Harris y no hagas tonterías sólo porque es “divertido”.

-Pero si todo lo que hago, lo hago porque me resulta divertido -comentó-. Y no te preocupes, no tengo intención de hacer nada con Harris. La idea es repulsiva.

Gabriel decidió no comentar que no fue eso lo que le pareció cuando los vio allí, parados cerca el uno del otro, ambos sonriendo y obviamente a punto de besarse.

-Por cierto, ¿me dejas el cuarto hoy? -preguntó. Wade le miró, negando con la cabeza.

-¿Otra vez con tu novio? Hermano, para no querer que vaya directo a los brazos de cierto inglés, me dejas sin opciones.

-Sólo un par de horas -dijo Gabriel, ignorando su broma-. Puedes hacer... alguna cosa. Lo que sea. Tienes a Adriana, ¿o no?

-Sí. Pero ella está ocupada, así que sólo me queda Harris. Tal vez pueda terminar la charla que interrumpiste. Eso puede entretenerme.

Wade desapareció en los pasillos y Gabe miró en la dirección en que se había ido, sin saber si tomarse a broma sus palabras. Decidió dejarlo pasar y se dirigió a su cuarto. Encontró a Mike en la puerta, y sonrió de forma automática. 

-¿Llevas mucho aquí? -preguntó. Mike negó con la cabeza, correspondiendo a su sonrisa.

-Ni cinco minutos.

Gabe abrió la puerta, apoyándose en ella para dejar pasar a Mike primero. Tiró su casaca en la cama cuando entró, suspirando.

-¿Día cansado? -preguntó Mike. Se había quedado parado cerca a la puerta y Gabriel se preguntó si aún se sentía incómodo por su discusión. Considerando que era hora de dejarlo atrás, se acercó, le tomó el rostro entre las manos y dejó un beso en sus labios.

-No tanto -contestó-, ¿y el tuyo?

-Muy normal -Mike sonrió sobre sus labios-. No han dejado tantas tareas, es un milagro.

Gabriel regresó a la cama, dejándose caer sobre ella, mirando a Mike para que se acostara a su lado.

-Perdona por estos días -dijo, cuando Mike subió a la cama y se recostó a su lado-. Por no tener tiempo para ti y todo eso.

Mike se acomodó contra él, jalando una de las manos de Gabe y poniéndola sobre su abdomen. Suspiró, complacido. Había extrañado eso más de lo que admitiría. Sonrió, apoyando su frente sobre la de Gabriel.

-No importa. Sé que estás ocupado.

-Pero si fuera por mí, sólo me dedicaría a tener citas contigo -susurró Gabe, enterrando la nariz en el cuello de Mike. Éste río suavemente.

-Lo siento, pero tengo que estudiar -contestó, bromeando-. No podría estar sólo en citas contigo.

-Qué romántico -contestó Gabe-. Pero es en serio. Dime si quieres hacer algo más -pidio. Mike se giró, alzando el rostro para verlo.

-Me gusta esto -murmuró, apoyando la cabeza en su pecho. Gabe le acarició el cabello, sonriendo-. Estar así, contigo. Sólo estar contigo.

Gabriel llevó una mano al rostro de Mike y le instó a levantarlo, para luego besarlo, apenas rozando sus labios. Le gustaba estar así también. Se sentía cómodo y tranquilo con él entre sus brazos.

-¿Te he dicho alguna vez que te quiero? -preguntó en un susurró. Volvió a besarlo, esta vez rozando su lengua en los labios entreabiertos de Mike.

-Un par de veces -contestó. Regresó el beso, alzando una mano para acariciar el cabello de Gabriel.

-Te quiero.

Mike sonrió, más que complacido de escucharlo. Se besaron nuevamente, de forma suave, entre suspiros, usando sólo los labios. Gabriel se alejó un momento, para arreglarle el pelo que le caía en la cara, y sonrió.

-Eres muy guapo, ¿sabes? -Mike consideró rebatirle, pero Gabriel volvió a besarlo, esta vez introduciéndose en su boca, lamiendo el interior. Compartieron besos y bromas, hasta que ambos se quedaron dormidos, abrazados.

---

-¿Qué te pasa? -preguntó Julie, sentándose al lado de Alan en las gradas.

-Nada -contestó éste-, ¿de qué hablas?

-Llevas una semana de mal humor, e incluso no hablas conmigo. Te pasa algo.

-Siempre estoy de mal humor, Julie -Alan encendió un cigarrillo, causando que Julie se cubriera la nariz con el dorso de la mano-. Pensé que ya lo sabías.

-No me vengas con tus bromas -espetó-. Pensé que éramos amigos. 

Alan dejó escapar el humo del cigarrillo, mirando hacia arriba. No quería hablar con Julie, pero la mirada que ella le dirigía, un poco herida, le afectaba. La quería, aunque fuera sólo como una hermana. En estos momentos, se preguntaba porqué ese beso que le dio no pudo significar algo más. No tendría que recriminarse por querer a Julie, como lo hacía cuando pensaba en Mike. Se mordió el interior de la mejilla, negándose a que sus pensamientos siguieran en esa dirección. Se negaba a creer que quería a ese chico más que a Julie.

-Está bien, me pasa algo -admitió, sólo para que ella no se viera tan herida-. Pero no quiero hablar de eso. Y no te preocupes, no es nada grave.

-¿Seguro? -preguntó, llevando una mano hasta su frente y peinándole el cabello hacia atrás-. Sabes que puedes contar conmigo cuando quieras.

-Seguro -asintió Alan, sonriendo-. Y lo sé. 

Mike se acercó a ellos, subiendo las escaleras y se detuvo para observarlos, sonriendo. Alan parecía más tranquilo cuando estaba con Julie y ella era mucho más amable con él que con cualquiera. Para él, era obvio que se gustaban.

-Hola, tórtolos -saludó, en un intento de bromear. Julie mantuvo su mano en el pelo de Alan, acariciándolo, pero la mirada de éste cambio, volviéndose más fría. Desde hace unos días, Alan había dejado de hablarle. Al principio pensó que sólo estaba molesto, pero sólo le miraba así a él. Carraspeó, incómodo-. Supongo que mejor me voy.

Bajó las escaleras, preguntándose qué había pasado para que volviera a mirarle y tratarle de esa manera, y sintió la mano de Julie en su espalda, poco después.

-¿Qué pasa entre ustedes? -preguntó-. ¿Se pelearon el sábado o algo?

-No, en realidad no -negó Mike. En realidad, la habían pasado mejor de que él creyó posible, y se había sentido más cercano a él. No como la vez en que se emborrachó y le habló de su padre, sino como si estuviera eligiendo confiar en él. Volvió a mirar hacia atrás, a donde Alan estaba sentado. Sus miradas se encontraron un momento y él sintió que se enfurecía al ver que no había un cambio en su expresión. Era obvio que se había equivocado al pensar que eran amigos, pero incluso así, no había hecho nada para que lo tratara así-. Es sólo un idiota.

---

-Jodida mierda -exclamó Gabriel, entrando al cuarto y cerrando la puerta de un golpe. Desde su cama, Wade bajó el libro que leía, y lo miró, extrañado-. Si esta mierda sigue así, no podré ver a Mike.

-¿Qué pasa con ese lenguaje? -preguntó-. Y por favor, no trates así a la puerta, es un alma sensible que no tiene la culpa de lo que te pasa. ¿Qué es “esta mierda”?

-Mi padre y su manía de hacerme ir a compromisos -gruñó. Se quitó la chaqueta, tirándola en una silla, para después arrancar la corbata y se sacó la camisa sin desabrochar los botones. Había estado parte del día en el Consejo, después de las clases y estaba cansado, pero más que eso, estaba enojado. Las cosas entre Mike y él parecían estar bien, aunque a veces le parecía sentir algo de tensión entre los dos y eso no iba a mejorar si seguían viéndose tan sólo unos pocos minutos al día. No, si quería convencer a Mike que lo quería y que no le importaba Katherine o nadie más. Bufó, fastidiado-. No entiendo por qué demonios me hace ir.

-Tal vez porque eres la única familia que tiene. A esa gente le importa mucho eso de las familias -Wade se encogió de hombros, luciendo consternado, como si no creyera posible que a alguien le importara el concepto de familia y Gabriel sonrió, a su pesar.

-Tú también deberías hacer algo más, ¿no estás preocupado porque te saquen de aquí si sigues sin asumir nada?

-Aún sigo aquí. Y hasta que vengan a sacarme a rastras, seguiré sin hacer nada. Puede que siga sin hacer nada, incluso si me sacan de aquí -Wade observó a su amigo, sentado en la cama y a su expresión cansada, y se levantó, buscando en su armario. Sacó una camisa y se la tiró, mientras se dirigía al escritorio, cogiendo un libro. Sabía que Gabriel, además de las clases y el consejo, seguía con sus lecturas de macroeconomía, y se informaba acerca del estado de los negocios de su padre-. ¿Qué es esto? Macroeconomía, y... ¿juego de negocios?

-Leí la teoría y me pareció interesante. De todas formas, es sólo la teoría, se necesitan aplicaciones para poder entenderlo -contestó Gabriel-. ¿Y por qué diablos me das una camiseta tuya? Están las mías allí.

Wade lo ignoró. Era la primera vez que Gabriel leía algo por iniciativa propia, que no tuviera que ver con animales o con cuidar a su perro. Se preguntó si significaba que le estaba tomando interés a los negocios de su padre.

-Te pareció interesante -murmuró-. ¿No estás empezando a disfrutar esto, o sí?

-Claro que no -Gabriel gruñó, poniéndose la camiseta a pesar de sus protestas. Wade se acercó a él, observando las ojeras debajo de sus ojos-. Lo único que quiero saber es cómo demonios se supone que vea a Mike con todo eso encima.

-Pensaremos en cómo mantener a tu novato feliz mañana -susurró Wade, empujándolo hacia abajo-. Pero primero tienes que dormir, ¿te has visto la cara? Te ves horrible.

-¿Pensaremos?

-Sí. Mañana. Ahora, dormir. Mañana, Mike, ¿vale?

Gabriel asintió, repentinamente relajado. Wade sonrió cuando lo vio cerrar los ojos y apagó la luz antes de regresar a su cama y sacar su nuevo e-book. Seleccionó un libro y trató de leer, pero no pudo concentrarse. Estaba preocupado, no por Gabriel y la cantidad de trabajo que tenía, sino por ese libro en el escritorio. No había pensado que Gabriel encontrara el complacer a su padre más que como una obligación, algo que hacía para conseguir vengarse y recuperar a su madre, no por gusto. Pero mientras más lo pensaba, menos le sorprendía. Supuso que era lógico, interesarse por algo que estaba obligado a conocer y estudiar día tras día. Recordó a Isabelle y su plática cuando la vio. Ella sólo quería que Gabe fuera feliz, que viviera de la manera en que él deseara, pero a Gabe sólo le hacían feliz su perro y Mike. Si de repente encontraba satisfacción en su trabajo, supuso que los deseos de Isabelle se cumplirían, aunque estaba seguro que cuando ella lo dijo, se refería a alejarse a la vida que su padre le obligaba a tener. Bueno, se dijo, ella nunca especificó qué clase de felicidad debía tener. Y para él, lo que Gabe decidiera estaba bien.

---

-¿Nuevamente cargando las bolsas del profesor? -preguntó Alan.

-Hola, Mike, ¿cómo estás? Bien, Alan, gracias por preguntar –ironizó. Un vistazo a la mirada que Alan le dirigía y a sus puños cerrados le hizo desistir del sarcasmo-. Nuevamente quedé último en la carrera.

-Ya te he dicho que necesitas hacer ejercicio.

Alan se giró, dándole la espalda y Mike empezó a sacar las pesas y balones de la bolsa para ordenarlas, sintiéndose ligeramente irritado, sin saber bien porqué. Que Alan permaneciera allí, completamente tranquilo mientras bajaba el saco de box, cuando lo había ignorado por días hizo burbujear la ira en su estómago.

-Así que ahora ya me hablas -dijo, tratando que su voz sonara casual, sin lograrlo del todo.

-Nunca te dejé de hablar -refutó Alan, aunque sabía que no era cierto.

-¿No? -Mike sonó incrédulo-. Apenas me has dicho una palabra en cuatro días.

-Oh, perdón -Alan replicó, sarcástico-. No sabía que no debía ignorarle, su majestad.

-No me refiero a eso -Mike se cruzó de brazos. La ira había desaparecido, para dejar paso a una desazón que se parecía a la tristeza-. Yo sólo... creí que éramos amigos, o algo así.

Alan miró a Mike de reojo. Si no le hablaba y trataba de evitarlo, era porque no quería sentirse más confundido de lo que ya estaba, algo que era difícil de hacer dado que compartían el cuarto. Observó su expresión derrotada y se maldijo por no querer verla más.

-No quería hablar, ¿vale? No tiene nada que ver contigo.

-¿En serio? Porque sólo a mí me miras como si quisieras golpearme.

-Vamos, Mike, no eres tan especial como para dedicarte miradas -espetó. Mike volvió a sonrojarse, pero esta vez acompañado de una expresión furiosa en el rostro. Alan casi sonrió.

-Está bien. Has lo que quieras. No sé para qué me molesto, ni siquiera somos amigos.

-Tú lo has dicho -murmuró Alan.

Mike se giró, regresando a arreglar las cosas, nuevamente furioso. En realidad había creído que eran amigos, o algo cercano a eso. Cuando salió, notó que Alan lo seguía y se cruzó de brazos.

-Pensé que no éramos amigos -gruñó.

-¿Perdón? -inquirió Alan-. Voy al jodido cuarto, que te recuerdo compartimos. Deja de creer que todo gira en torno a ti, princesa.

-¡No me llames así!

-No me digas, ¿eres el príncipe?- Mike notó en su tono algo de la burla habitual, lejos de los gruñidos que le había dirigido los últimos días. Lo miró, sin entender qué pasaba con él y sus cambios de actitud.

-Entonces, ¿pasó tu época de gruñidos y ya vuelvas a hablarme normalmente?

-No te hablo de ninguna manera -bufó Alan.

-Ya -aceptó Mike, sonriendo con más rabia que otra cosa. Cuando Alan sólo rodó los ojos, sin puños tensos o miradas amenazantes, su sonrisa se volvió un poco más genuina. Se adelantó a abrir el cuarto y se dejó caer en la cama, suspirando de alivio-. Quiero dormir hasta la próxima semana -murmuró, abriendo los brazos, para después hacerse un ovillo en la cama, decidiendo que cambios de actitud de Alan o no, no tenían que afectarle. Era su problema si le hablaba o no.

Alan no pudo evitar sonreír al verlo, y se mordió la mejilla al notarlo. No entendía que le pasaba con el chico, ni siquiera era su tipo. Demasiado delgado, bajito, un nerd. Y especialmente el novio de Barnett. Cogió una muda de ropa del armario y se dirigió al bañó. Se quedó bajo la ducha, dejando que el agua calmara no sólo sus músculos cansados por el ejercicio, sino también su mente. Necesitaba pensar con claridad y alejar su mente de Mike. Cerró la ducha cuando notó que llevaba demasiado tiempo allí, y se cambió, volviendo al cuarto mientras se secaba el pelo. Encontró a Mike en pijama, sentado en la cama con las piernas cruzadas y un par de cuadernos sobre el colchón.

-Pensé que dijiste que ibas a dormir hasta la próxima semana -señaló, maldiciéndose por propiciar otra charla. Las cosas serían más fáciles si no abriera la boca.

-Quería, pero entonces recordé que estoy llevando clases extras, y que aún tengo que mantener la beca -levantó la cabeza, observando a Alan-. ¿Cómo te va a ti? Julie me dijo que no le pediste ayuda esta semana.

-Voy bien -contestó Alan, algo molesto con Julie por hablar de él con Mike. Si no había querido estudiar con ella, era para no tener que pasar más tiempo con el chico. Estos días, mientras los esquivaba, había descubierto que no sólo pasaba con ellos la mayor parte de su tiempo libre, sino que se divertía más con ellos dos que con cualquier otra persona. A pesar de lo locos por las clases que estaban.

-¿Seguro? -insistió Mike. Lo que sea que le hubiera pasado esos días, parecía haber terminado. No había más rabia o indiferencia en su mirada. A pesar de decidir que no le importaba, a Mike le alivió notarlo. Porque sería muy malo que desapruebes después de todo el esfuerzo que hiciste.

-Seguro, Michael. Puedo calcular mis propias notas, no soy tan imbécil.

-Hace mucho que nadie me llamaba así -comentó Mike, decidiendo no reaccionar al sarcasmo en su voz.

Alguien golpeó la puerta y Alan, a su pesar, la abrió, esperando ver a Julie. Sin embargo, era Wade el que esperaba detrás de la puerta, y entró, apartándolo sin esperar a que él terminara de abrir de la puerta. Llevaba consigo una mochila, que dejó sobre el escritorio, antes de volverse a Mike.

-Te estoy prestando mi lugar hoy -anunció. Mike frunció el ceño.

-¿Qué?

-Para ser muy inteligente, eres bastante lento -contestó, negando con la cabeza-. Estoy diciendo que te estoy dejando mi sitio en el cuarto. Pero no mi cama, por favor, ni se te ocurra dormir en mi cama y mucho menos llevar a Gabe allí. Quiero mi cama inmaculada. ¿Entendiste?

Mike asintió, aunque en realidad no entendía mucho. 

-Sí, pero... -señaló sus cuadernos y se llevó una mano a los labios, pensando. No es que no quisiera pasar tiempo con Gabriel, sólo estaba sorprendido. Wade no se había ofrecido hasta ahora dejarles libre el cuarto. Menos en días de semana, y menos toda la noche.

-Espera, ¿tú vas a dormir aquí? -preguntó Alan, señalando a Wade.

-Señalar es de mala educación, Garton. Y sí, esa es la idea. Apenas que Mike no quiera.

Sin embargo, Mike ya estaba bajando de la cama. Alan sólo negó con la cabeza. Hace un momento, el chico estaba preocupado por las tareas, y ahora se estaba cambiado de ropa, poniendo dos mudas más en una mochila mientras sonreía. Se sintió un poco aliviado cuando notó que también se llevaba los cuadernos, pero sólo un poco, y volvió a mirar a Lorenz.

-¿A qué viene esto, de todas formas? ¿Barnett tiene que mandar a su puta mensajera a hacerle los recados?

Wade sonrió, pero Mike se detuvo al pie de su cama, mirando a ambos. Sabía que Alan odiaba a Gabe, a pesar de negarlo, y supuso que era obvio que odiara también a Wade. De repente, dejar a los dos solos en el mismo cuarto no le pareció tan buena idea. Observó la sonrisa de Wade. Si a él le hubieran insultado como Alan acababa de hacerlo, no podría sonreír así, pero ya se había acostumbrado a ver a Wade ignorar los insultos, o sólo reírse de ellos. Era Gabriel el que se indignaba, habitualmente.

-Gabriel no está disponible, y tampoco le gusta ver tu cara, tienes que comprenderlo -contestó Wade. Se volvió a Mike antes de seguir hablando-. Está teniendo unos terribles días, y sufriendo porque no puede verte tanto como quiere y estudiando de más, y volviendo a sufrir. Así que supuse que podías ir y consolarlo. Eso y que en realidad ya no soporto sus quejas. Si vuelvo a escucharlo mencionaste, me arrancaré las orejas. O le arrancaré la lengua a él, lo que pase primero.

-Vaya, y yo pensé que estabas aquí precisamente para consolarlo -intervino Alan-. No es como si hicieras mucho más.

-Mis responsabilidades son tan escasas como tu cuenta bancaria, es cierto -contestó Wade, sin abandonar su sonrisa-. Pero apuesto que hay ciertas cosas que Mike prefiere hacer por sí mismo.

-Basta, ustedes dos -interrumpió Mike, suspirando con hastío-. Wade, ¿podrías dejar de ser tan desagradable? Y tú también, ya que estamos.

-Tú no me das órdenes -masculló Alan. Mike frunció el ceño.

-Está bien. Mátense, o lo que quieran -dijo, casi gruñendo, antes de salir del cuarto.

Wade observó la puerta, y se tiró en la cama, poniéndose audífonos y sacando el e-book. Por más divertido que fuera molestar a Alan, tenía que descansar también. Apenas alzó la vista cuando sintió a Alan salir, pero sonrió, suponiendo que le era insoportable pasar más tiempo del necesario con él. Después de todo, si odiaba a Gabriel, era obvio que lo odiara también a él.

---

Mike abrió la puerta al cuarto, sintiéndose un poco cohibido. No era la primera vez que dormía allí, pero con todo lo poco que se habían visto esos días... suspiró, diciéndose a sí mismo que no tenía razón para estar nervioso. Miró a los lados, notando que Gabriel no estaba allí y se preguntó si no sería una broma de Wade. Con el sentido del humor que tenía, se podía esperar cualquier cosa.

-Wade, ¿cuántas jodidas veces tengo que decirte que no dejes la puerta abierta? -Mike se giró, al escuchar a Gabriel y éste se detuvo, con la mano en la perilla de la puerta. Llevaba todavía puesto el uniforme, y la mochila colgada en el brazo-. ¿Qué haces aquí? -preguntó, llevando una mano a su nuca.

-Wade me dijo que viniera -contestó, más incómodo que antes. Gabriel no lucía como si quisiera verlo. A decir verdad, lucía bastante irritado-. Pensé que sabías... mejor me voy...

Cuando trató de salir, sin embargo, Gabe le sostuvo del brazo.

-Espera, ¿qué? -preguntó. De cerca, Mike notó las ojeras en su rostro-. No quise que sonara como si no quisiera verte. ¿Sonó así?

Lo soltó, dejó la mochila en la cama y se sentó allí, mirando expectante a Mike.

-Mejor explícame, estoy algo cansado y creo que un poco perdido.

Mike asintió. Tomó asiento en el escritorio, antes de hablar.

-Wade me dijo que querías verme. Y que podía dormir aquí hoy -bajó la cabeza, de nuevo sin saber porqué se sentía avergonzado.

-Eso es bueno -murmuró Gabe. Mike alzó la cabeza y lo encontró sonriendo, con el rostro apoyado en una mano-. Aunque creo que será sólo dormir, porque estoy muerto. Lo siento.

-No tienes porqué disculparte -respondió Mike. Le molestó un poco que Gabriel creyera que sólo venía por el sexo, pero decidió no comentarlo. Discutir otra vez era lo que menos quería-. Por cierto, ¿por qué aún llevas el uniforme?

Gabriel miró hacia su camisa, como si no lo hubiera notado. Se encogió de hombros.

-Por nada. Me quedé en la biblioteca, y se me fue la hora. No había notado que anocheció.

Mike ladeó la cabeza, tratando de recordar. No lo había visto en la biblioteca esta tarde.

-No te vi allí -dijo. Gabriel volvió a encogerse de hombres.

-Ya sabes que me gusta esconderme a veces. Con toda la gente que hay allí, no iba a poder leer nada. En la biblioteca hay un par de cuartos privados. Pero son privados y se supone que yo no sé que están allí, y tú tampoco -dijo, sonriendo-. Son un buen lugar para leer sin ruido.

Mike se animó a acercarse. Posó las manos en los hombros de Gabe y éste alzó la cabeza. Mike notó el cansancio en su rostro y se enterneció. Gabriel se veía mucho más accesible así, algo vulnerable. 

-Te ves muy cansado -murmuró-. Y Wade dijo que estabas de mal humor.

-Ahora mismo no lo estoy -susurró. Mike lo empujó hacia atrás, tratando que se acostara y Gabriel volvió a sonreír al recordar que hace algunos días Wade había hecho lo mismo, tratando que durmiera. La diferencia es que con Wade no sentía ganas de empujarse hacia arriba, tratando de obtener algo más que el roce de los dedos de Mike sobre sus hombros. Alzó una mano y tocó el cuello de Mike, complacido al ver que éste suspiraba al sentirlo. Le gustaba saber que no era el único que necesitaba tocarlo-. Estoy realmente cansado -dijo, disculpándose.

-Lo sé. Ahora, acuéstate y duerme -Gabriel se dejó caer en la cama, con los ojos cerrados. Verlo tan dócil hizo que Mike quisiera hacer más que sólo mirarlo. Se conformó con acostarse a su lado, acariciando su cabello y se mordió una sonrisa cuando Gabe estiró un brazo en su dirección, acurrucándose contra él, ya medio dormido.

---

Wade abrió los ojos, decidiendo que no era lo mismo dormir en otra cama, menos cuando no la compartía con nadie. Se acarició el cuello, revisando la hora. No eran ni las cinco de la mañana. Por curiosidad, miró hacia la cama de Alan, él estaba allí y Wade supuso que regresó en algún momento de la noche. Incapaz de permanecer acostado más tiempo, se levantó, cogió su mochila y salió del cuarto. Podría regresar a su habitación a esa hora, pero el punto de esto era que Gabe se divirtiera un poco. En vez de eso, caminó hacia la salida y se sentó en el límite del bosque, con un cigarrillo entre sus labios. Hacía algo de frío, pero el clima y el sabor del cigarro le hacían sentir en paz. No pasó mucho tiempo para que Max abandonara su caseta y se acercara a él, meneando la cola. Se sentó con la cabeza apoyada en sus piernas y Wade lo miró, haciendo una mueca. Había crecido con los meses, su pelaje de un gris pálido y las patas largas.

-Honestamente, cada día estás más feo -le dijo. El perro gruñó, tal vez porque lo entendía, o por el tono seco que usó y Wade le acarició las orejas-. Puedo soportarlo, mientras no vuelvas a clavarme tus dientes.

Escuchó una risa detrás de él y se sorprendió al ver a Clay allí.

-¿Qué haces aquí? -preguntó.

-Desperté antes -contestó. Wade le echó un vistazo. Él había salido con la camisa vieja del pijama y un abrigo, pero Clay, en cambio, vestía una chaqueta de diseñador y llevaba el cabello rubio perfectamente peinado. No lucía como si acabara de levantarse-.  No pensé que te encontraría a estas horas.

Clay se sentó a su lado, ignorando el gruñido del perro, que alzó la cabeza y le enseñó los dientes. Wade le acarició la cabeza, murmurando en voz baja, tratando de calmarlo.

-No hagas eso. Sé un buen chico. No gruñes a nadie apenas que te lo diga, ¿vale? -Max lamió sus manos y se volvió a acostar. No dejó de gruñir, sólo bajó la intensidad.

-Ese perro sigue odiándome.

-Odia a todos. Ya sabes cuál es la solución, estira la mano y deja que te muerte. Duele como mierda, pero no luego te querrá.

Clay dejó escapar una risa, observando la manera en que Wade llevaba el cigarro a sus labios y exhalaba. Él lo notó y le tendió el cigarro.

-¿Quieres? -asintió, pero en vez de tomar el cigarrillo de los dedos de Wade, cogió su muñeca y se las arregló para llevar el cigarro a sus labios sin que Wade tuviera que soltarlo. Cuando le dio una calada, rozó la palma de Wade y sonrió cuando éste apartó la mano.

-No te extrañes -murmuró-. Sabes perfectamente lo que siento por ti.

-¿Sentir? -Wade lo miró, enarcando una ceja. Le parecía que Harris se engañaba a sí mismo, en realidad-. No me parece que sientas nada por mí. Como yo lo veo, sólo eres un jodido niño rico más con un capricho.

-Tal vez lo soy -Clay sonrió, apoyando la cabeza en el tronco del árbol, sin dejar de mirar a Wade-. Soy una persona muy caprichosa. Y no estoy acostumbrado a no conseguir lo que quiero. Deberías rendirte.

-Linda forma de conquistar, Harris -ironizó.

-He notado que las sutilezas y la falsa adulación no funcionan contigo. Así que, ¿por qué no me das lo que quiero? Si es un capricho, se me pasará apenas lo tenga. Y no te molestaré más.

Se inclinó hacia Wade, sin dejar de mirar sus labios. Si no hacía nada para moverse, no pensaba parar esta vez. No, teniéndolo tan cerca, observando la manera en que cogía el cigarrillo y sus labios se apretaban levemente sobre éste. Wade alejó el cigarrillo de su boca, permitiendo que Harris se acercara un poco más, y llevó su mano cerca a la mejilla contraria.

-Muévete un poco más, Harris -retó, acercando el cigarro a su rostro, amenazando implícitamente. Clay mantuvo su sonrisa, sin creer que Wade fuera capaz de hacerlo, quemarlo debería estar fuera de sus límites, si bien no porque él no se atreviera, al menos por temor a las consecuencias que le acarrearía. Wade pareció adivinar sus pensamientos, porque sonrío, antes de agregar-. Hazlo, vamos. Si quieres arriesgar tu rostro, no es mi problema.

Harris se alejó, y Wade se puso de pie, con el perro siguiéndolo.

-Entiende una cosa -dijo-. Eres divertido, hasta cierto punto incluso tus insinuaciones son divertidas -Harris lo observó desde abajo, notando el cambio en su voz. No más el tono divertido habitual, sólo algo de frialdad y monotonía. Le recordó un poco a Barnett-. Pero si todavía sigues creyendo que puedes conquistarme o alguna mierda parecida, piensa otra vez. No soy una chica, o lo que sea que crea tu estúpida cabeza.

Harris se levantó también, sin amilanarse.

-Sé que no eres una chica. No me gustarías si lo fueras. Y todo esto... Lorenz, tú sólo haces que me excite más -antes que Wade contestara, alzó una mano para indicarle que guarde silencio-. Y no es que seas muy convincente con todo ese acto hetero.

Wade soltó una risa incrédula.

-Créeme, si me gustaras, ya te habría follado y dejado. Pero el sólo imaginarlo, me produce arcadas.

-Sólo dime si detendrías a Barnett si te lo pidiera -dijo Clay. La mandíbula de Wade se apretó, y su expresión se tiñó con algo de furia-. No lo harías, y lo sabes. Dejarías que te hiciera lo que quisiera. Eso no es muy de heteros.

-Sí que estás confundido. No soy fan del incesto -contestó, recuperando su sonrisa y encendiendo otro cigarrillo-. Y tal y como lo dices, creo que el que tiene una pequeña obsesión con Gabe eres tú. ¿Has notado la insana cantidad de veces que lo mencionas? Harris, tienes más fantasías de mí haciéndolo con Gabriel, que de mí contigo. No sé tú, pero me parece que quieres a alguien más.

Clay se limitó a sonreírle, antes de alejarse y Wade se volvió hacia Max, que gruñía con las orejas hacia atrás sin perderlo de vista. Wade le dio unas palmaditas en la cabeza.

-Tienes razón, Max. Tal vez Gabe tiene razón, y le he dado demasiada cuerda. Debería haberlo quemado.

 


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