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West Lake por Hisue

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Notas del capitulo:

Hola, estoy aquí otra vez! Y, antes de nada, el próxima capítulo estará en dos semanas, y todo es culpa de Marvel XDDD. Esta semana me la pasé viendo Jessica Jones, y está hermosa, quiero más!!! Asdf, Marvel me hace feliz. Si se lo preguntan, estoy del lado del Capi, porque Bucky!!!

Ya me callo, vamos al capítulo. Gracias por leer, y por comentar muchas más :)

Capítulo 51

 

Mike estiró los brazos por encima de su cabeza, bostezando. Las cosas entre él y Gabriel habían vuelto a la normalidad, aunque seguían sin poder verse tanto como él quería. Pero la tensión entre ellos al fin había terminado y a pesar que Gabe solía estar demasiado cansado para hacer más que compartir un par de besos antes de dormir, era agradable pasar el tiempo juntos. Hace un par de días, su madre le había mandado una laptop y Mike no podía estar más feliz. Tener algo que le perteneciera era agradable, más en un lugar como West Lake, en el que a la gente le sobraban cosas. Y hacer las tareas era más fácil ahora que no debía prestarle la computadora a Julie o pasar el rato en la biblioteca. Aunque seguía yendo. Le gustaba el ambiente y tanto Julie como Betty estudiaban allí. Lo único que empañaba su felicidad es que su madre se enteró que tenía una relación en el colegio y le había dado un par de consejos. Eso y que Alan seguía en con su extraña y cambiante manera de comportarse.

Cuando la puerta se abrió, no se molestó en girarse. Debía ser Alan, que no había cerrado al salir hace un rato.

-¿Estás ocupado? -se volvió al escuchar la voz de Gabriel, sonriendo al verlo. Gabe se sentó en la cama, como era común en esos días, aún con el uniforme puesto.

-Tengo que terminar un par de tareas -contestó. Gabriel suspiró.

-¿Y son urgentes? Por primera vez en semanas, tengo una tarde libre. Podríamos ir a hacer... cosas -Mike reconoció la insinuación en su tono, pero negó, a su pesar.

-Lo terminaré lo más rápido que pueda, ¿sí? -dijo, al ver que el rostro de Gabe se ensombrecía un poco. Gabriel se dejó caer en la cama, asintiendo.

-Está bien. Me estás dejando por las tareas, puedo soportarlo. No te he tocado en semanas, pero no importa. No es que esté desesperado o algo así.

Mike se mordió los labios, aguantando la risa, volviendo a su tarea. Encontraba divertido escuchas sus quejas, y le parecía tierno, en cierta forma.

-Para el registro, sí estoy desesperado. Bastante desesperado – agregó Gabriel. Mike le tiró una bola de papel, que provocó que éste se levantara, indignado-. ¡Hey! ¿A qué viene eso?

-A que me distraes. Si no te callas, o podré terminar y si no lo termino, no puedo ir contigo -explicó.

-Extraño al Mike al que podía convencer con un par de besos -murmuró Gabe, suspirando. Mike se sonrojó.

-Pero no me has besado -susurró, tratando de no sonar muy avergonzado. Antes que Gabe contestara, Alan entró al cuarto. Les dio una mirada a los dos, que Gabriel devolvió con su habitual frialdad.

-Termina. Creo que voy a intentar dormir un rato -dijo, volviendo a acostarse.

Mike asintió y regresó a sus tareas, pero aún así le tomó una hora terminar, en la que ni Gabe ni Alan dijeron una palabra. Apagó la laptop y se puso de pie, entusiasmado.

-¡Terminé! -exclamó, aproximándose a la cama. Se detuvo al pie de esta al ver a Gabriel dormido, su pecho moviéndose suavemente. Su expresión era tranquila y por un momento, a Mike le pareció mucho más joven de lo que era. Se sentó en la cama, estirando la mano para tocar su frente, apartando mechones de cabello de su frente, acariciándolo suavemente. Gabe suspiró en sueños, se movió en busca de una mejor postura y se abrazó a la almohada. Mike dejó un beso en la frente, sintiéndose incapaz de despertarlo.

-¿Me harías un favor? -preguntó a Alan. Éste alzó la vista de su celular, mirándolo expectante-. ¿Le podrías decir que me llame, cuando se levante?

Alan ladeó el rostro, esbozando una sonrisa incrédula.

-¿Crees que soy tu maldito mensajero, o algo? -preguntó. Mike bufó. A veces olvidaba que Alan evitaba a Gabriel tanto como podía. Y que tenía mal humor, en general.

-Está bien, lo siento -dijo. Cogió su celular y escribió un mensaje, esperando que Gabe lo leyera cuando despertara.

-¿Y por qué no lo despiertas como te dijo? -preguntó, su curiosidad ganando la partida.

-Me da pena -explicó Mike, volviendo a mirar a Gabriel-. Se nota que no ha dormido bien. Y quiero hablar con Julie.

Alan no contestó y Mike asumió que se había cansado de hablar de Gabriel. Le cubrió con el edredón, volviendo a besarle, antes de salir del cuarto.

Ya a solas, Alan dejó escapar una maldición. No es que le extrañara la devoción de Mike por Barnett, era obvia para cualquiera que quisiera verlo, y si no estuviera tan confundido, ni siquiera le importaría. No debía importarle. Se acercó a la cama y observó el rostro dormido de Barnett. Antes que todo eso pasara, antes que su padre se viera envuelto en los crímenes que decían cometió, conoció a Gabriel como a todos sus otros compañeros. Era uno de ellos, no sólo un caso de caridad del que murmuraban al verlo pasar. Recordaba haber ido a la mansión Barnett, encontrar a Gabriel allí, junto a Wade. Era bastante callado y no había mucho de la furia, ni de la arrogancia que ahora tenía, en ese entonces. Pero no había pasado ni un año desde que su madre muriera y tal vez eso explicara la impresión de fragilidad que sintió en él. Pero ahora, cuando lo miraba todo lo que podía ver era a Henry Barnett. Y al novio de Mike. Alan maldijo en voz baja. Gabriel no era el idiota allí, era él, fijándose en gente que sabe no le pueden devolver el favor.

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Mike llegó al cuarto de Julie y se asomó a la puerta, a la par que tocaba. Ella alzó la cabeza y bajó de un salto de la cama.

-He escuchado que te llegó una laptop -dijo, sonriendo-. ¿Puedo verla?

-¿Y arriesgarme a que la desarmes? -preguntó, bromeando a medias-. Nunca.

-Oh, vamos -Julie le dio un leve golpe en el brazo-. Soy muy lista, no la dañaré.

-¿Estás sola? -preguntó Mike, ignorándola.

-Absolutamente. ¿Pasa algo?

Mike asintió, rascándose la nuca. Julie reconoció el gesto como uno de Gabriel y sonrió, divertida. Si empezaban a copiarse gestos, tal vez Gabriel empezaría a sonrojarse, eso sería gracioso.

-Más o menos -dijo Mike-. No es que pase algo malo, sólo quería contárselo a alguien.

Julie se sentó en la cama, palmeando el colchón. Mike se ubicó a su lado.

-Deja de balbucear, y cuéntalo -ordenó, apoyando los codos en las rodillas.

-Mi mamá sabe que salgo con Gabriel -dijo Mike. Julie no pareció sorprendida, algo que a Mike no extrañó. No era algo grave. Su madre empezó a sospechar gracias al nuevo celular que él tenía y su tía se lo había dicho, para ahorrarle a él el tener que hacerlo. Pero eso no lo había salvado de recibir un sermón cuando lo llamó para decirle que le mandaba la laptop.

-¿Se ha molestado? -preguntó Julie.

-No exactamente. Un poco. Me dio un montón de advertencias.

-Espero que no sobre el sexo, porque ese tema ya lo pasaste hace meses -río Julie, ganándose un suave golpe en el brazo de Mike.

-No, nada de eso -negó, sonriendo-. Sólo me dijo... cosas -Mike se quedó callado, recordando. Su madre estaba algo asustada, no por su gusto por los chicos, sino por el ambiente en el que estaba. Le repitió que sus compañeros no eran iguales a él, aunque lo pareciera, que sus mundos eran diferentes. Que él regresaría a su casa en Detroit y ellos volverían en sus castillos. Le preocupaba que se enamorara y sufriera, cuando se terminé su “cuento de hadas” y le advirtió que no se entregue demasiado. Mike pensaba que esa advertencia llegaba muy tarde, no creía que hubiera forma de sacar a Gabe de su cabeza. Su madre creía que era un capricho, que se le pasaría y le recomendó que lo viera así. Nada de pensar en un futuro que después de todo no podría tener-. Me hizo pensar.

Julie le rodeó con un brazo, al ver que su mirada se ensombrecía. Mike se apoyó en ella, tratando de sonreír. Lo peor era que su madre tenía algo de razón, él no sabía que pasaría cuando acabe el colegio o si Gabriel querría seguir con su relación, o si funcionaría, si lo hicieron. No sabía nada.

-Me dijo que no me encariñara mucho, que todo esto se acabará cuando acabe el colegio. Y yo lo sé, ¿sabes? -dijo, bajando la mirada. Cuando terminara el colegio, Gabriel se iría a seguir con sus planes, y él también-. Sólo no se me había ocurrido pensarlo hasta que ella lo mencionó.

-No te preocupes por eso -dijo Julie, sin dejar de sostenerlo-. No puedes saber qué pasará con ustedes después. Y si siguen con lo suyo cuando tengas que irte, lo solucionarán en ese momento, ¿no? No te adelantes, Mike. Sólo disfruta lo que tienes ahora.

Mike asintió, aunque no se imaginaba terminando con Gabriel. Ni hoy, ni en un año o dos. No quería pensar en regresar a casa, a una vida sin él. Pero tenía sus propios planes, quería ir a la universidad, estudiar leyes. Le sonrió a Julie, sabiendo que tenía razón. No ganaba nada preocupándose antes de tiempo.

---

Gabriel abrió los ojos, bostezando y un poco desubicado. Reconoció el cuarto de Mike mientras se sentaba y se preguntó dónde estaría hasta que vio a Alan, con el rostro agachado en algo sobre el escritorio. Se dejó caer de nuevo en la cama.

-¿Dónde está Mike? -preguntó, restregándose los ojos con el dorso de la mano.

-Te diré lo mismo que le dije a él -contestó Alan, sin levantar-, ¿me ven cara de mensajero?

-Podrías serlo y servirías de algo -murmuró Gabriel.

-Me alegra ver que conservas tu adorable personalidad en cualquier circunstancia, Barnett.

-Discutir contigo es lo que menos tengo ganas de hacer -Gabriel se sentó en la cama, tanteado el colchón para encontrar su celular. Vio el mensaje de Mike y sonrió, mientras se levantaba y se acercaba a Alan. Miró por encima de su hombro. Alan no hacía ninguna tarea, como él creía, sino que dibujaba algo en uno de sus cuadernos.

-Eso es bastante bueno -dijo, mirando el diseño de calaveras que le recordó a uno de los cómics que Wade solía leer-. Perturbador, pero bien hecho.

Alan lo miró, extrañado por el cumplido.

-¿Qué sigues haciendo aquí? -preguntó. Gabriel se encogió de hombros.

-Tranquilo, Garton, estaba a punto de irme.

Caminó hacia la puerta, bostezando y cerró de un portazo sólo para molestar a Alan. De mejor humor, escribió un breve mensaje a Mike. Éste apareció poco después, y Gabriel se detuvo en medio del corredor, para observarlo mientras se acercaba. Mike lo hacía sonreír de forma automática y a veces Gabriel creía que con todo su mal humor, no aportaba mucho a la relación. Suponía que era difícil para él aguantarlo y estaba agradecido que lo hiciera.

-¿Sabes que estaba pensando? -preguntó, cuando Mike llegó junto a él. Éste negó con la cabeza.

-Leer mentes no está en mis habilidades -contestó, mordiéndose una sonrisa.

-Eres divertido. No estaba pensando en eso, pero lo eres -Gabriel lo tomó del brazo y tiró de él. Mike lo siguió, sin resistirse-. Pensaba que te debo mucho.

-¿Deber? -preguntó, más que confundido.

-¿Hay algo que quieras hacer? -preguntó-. Algo que siempre hayas querido y no pudieras hacer.

-Siempre quise escalar el Everest -bromeó Mike. Gabriel se detuvo, y le acarició el brazo que aún sostenía.

-Lo digo en serio. Dime algo que quieras. Quiero dártelo.

-Tú no necesitas... -Gabriel se inclinó y presionó sus labios contra los ajenos, interrumpiéndolo.

-No es por eso. No es por dinero, o no es para que te sientas mal. Pero podrías aprovecharte un poco de mí, no habría ningún problema -Gabriel sonrió, y Mike le correspondió la sonrisa-. Piénsalo y me dices.

Caminaron hasta la salida del colegio, en silencio.

-Cuando era niño -empezó a decir Mike. Gabriel se detuvo y regresó a mirarlo-. Vi estos autos de colección en un escaparate, esas réplicas. Y se las pedí a mi madre. Siempre tenía juguetes por navidad, pero sólo uno, y nunca algo demasiado caro.

Mike siguió caminando, sin detener a ver si Gabriel lo seguía. Se sentó en el borde del bosque, en el árbol que casi consideraba suyo, por el tiempo que había pasado apoyado en su tronco, con Gabriel o con Julie. Gabriel se sentó a su lado, sin interrumpir.

-Nunca pedía nada, porque siempre entendí que no teníamos mucho. Mi tía también estudiaba, en ese momento, y mi madre se encargaba de ambos y de la hipoteca de la casa, así que nunca pedía nada. Pero se los pedí. Le dije que podía comprarme sólo uno. Ese año, mi tía se enfermó, la operaron de apendicitis, y cuando llegó la navidad yo sabía que no iba a tener ningún carro, pero esperé y esperé y revisé los rincones de la casa, creyendo que tal vez algo había pasado y sí podrían regalármelo.

Mike se calló, alzando la mirada. Se veía avergonzado y Gabriel quiso besarlo más que nunca antes.

-Creo que es muy tonto, ahora que lo cuento. 

-Siempre tuve lo que quise, en mi caso. Tenía un cuarto sólo para mis juguetes. Nunca se me pasó por la cabeza pensar en nadie más. Nunca me ha faltado nada.

Mike decidió no decir que le faltaba algo más que cosas, lo había visto llorar por su madre y sabía lo mucho que detestaba a su padre. Para él, eso era peor.

-Mi familia todavía es mejor que la tuya -bromeó.

-Es cierto -admitió Gabriel. Suspiró y se inclinó para besarlo, instándole a abrir los labios. Mike cerró los ojos. Sintió la lengua de Gabe acariciar la suya y retirarse y le cogió del rostro, volviendo a acercarlo.

-Te quiero -murmuró, entre besos. Gabriel le respondió con otro beso y una mano colándose bajo su camiseta.

-Y yo -respondió. Se detuvo cuando notó a Mike jadear, y se incorporó, alejándose unos pasos. Si no paraba, iba desnudar a Mike allí mismo y dudaba que fuera prudente. Mike lo miró desde abajo, con los ojos vidriosos y los labios rojos y húmedos. Gabriel estiró la mano y éste la aceptó, poniéndose de pie-. Te necesito ahora.

Mike asintió y se dejó llevar sin protestar. Pensó que se dirigían al cuarto de Gabriel, pero éste lo llevó al gimnasio, que estaba más cerca, y cerró las duchas con llave, antes de volverse a él y besarlo. Lo empujó contra la puerta, metiendo las manos debajo de la camiseta y tirando hacia arriba. Mike gimió cuando sintió los labios ajenos en su abdomen, subiendo por su piel hasta sus pezones. Se terminó de quitar la camiseta, dejándola caer a sus pies, antes de llevar una mano al cabello de Gabriel, sólo sosteniéndose, observando mientras éste dejaba besos por su pecho y lamía el camino hasta su cuello.

Gabriel se separó para quitarse su propia camisa y Mike llevó sus manos hasta su pecho, acariciando la piel. Con las mejillas rojos, dirigió sus manos hacia abajó y tocó su miembro por encima del pantalón. Gabriel se empujó contra él, volviendo a besar su cuello.

-Me encanta cuando haces eso -susurró en su oído. Mike gimió-. Me gusta que me toques.

Mike lamentó no tener tanta soltura al expresarse, apoyó su frente en el hombro de Gabriel, usando sus manos temblorosas para abrir el cinturón y bajar la cremallera. Gabe embistió contra su mano.

-Te quiero -gimió Mike. Gabriel lo besó, empujándolo hacia abajo. No creía poder aguantar mucho más, llevaba semanas apenas tocándolo. Se las arregló para desabrochar los jeans de Mike con una mano y éste arqueó la espalda para ayudarlo a bajarlos. Llevó la otra a la boca de Mike, acariciando sus labios antes de introducir un dedo en su boca. Mike cerró los ojos, chupando y gimiendo y Gabriel lamentó no andar más que un preservativo en los bolsillos.

-Te va a doler un poco -susurró, contra los labios de Mike, con dos dedos en su interior. Mike lo abrazó, jadeando.

-Sólo hazlo. Gabriel, sólo... -Gabriel asintió. Retiró sus dedos del interior de Mike y empujó su miembro, apretando los dientes para contenerse.

Dolió, como Mike pensaba que dolería, lo estaban haciendo más rápido de lo que acostumbraban, pero estaba bien. El dolor y el aliento entrecortado de Gabriel en su cuello, y la sensación de su miembro pulsando dentro de él. Mike se mordió los labios para no sollozar.

-Dime si te hago daño -pidió Gabriel. Mike negó con la cabeza, antes de notar que Gabriel seguía con el rostro enterrado en su cuello y no podía ver sus gestos.

-No -gimió. Seguía doliendo, pero no demasiado-. Gabe, por favor...

Gabriel salió de su cuerpo y apoyó las manos a ambos lados de su cabeza. Lo besó, antes de volver a penetrarlo y siguió besándolo mientras embestía suavemente, hasta que Mike dejó caer la cabeza hacia atrás, gimiendo, la mano izquierda enterrada en su cabello y la otra en el piso, hecha un puño. Gabriel rozó esa mano con la suya, y Mike la abrió, entrelazando sus dedos.

-Te quiero tanto -dijo Gabriel, respirando agitado.

Ninguno de los dos duró mucho más, y Gabriel apoyó la cabeza en el pecho de Mike, sin ganas de moverse. Mike le acarició el cabello, mientras su respiración se normalizaba. Se preguntó qué diría Gabe si le contara lo que su madre le había dicho, o si sólo pensaba en ellos como un romance escolar. Porque, para ese momento, él no creía ser capaz de vivir sin esos “te quiero” susurrados a su oído.

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Clay observó a Wade, sentado en la cafetería, riéndose de algo al lado de Barnett. No habían hablado mucho, desde su pequeño encuentro un par de semanas atrás. Se preguntó si se habría atrevido a quemarlo, o si perdió la oportunidad de besarlo otra vez.

-No creo que sea capaz -murmuró.

-¿Quién capaz de qué? -preguntó Elizabeth, sentándose frente a él.

-Wade -contestó-. De quemarme con un cigarro- su prima parpadeó, considerando si hablaba en broma o no.

-Creo, primo -dijo, cuando decidió que era en serio-, que tienes que dejar eso de lado. ¿Te ha amenazado con quemarte?

Clay se encogió de hombros como toda respuesta. Observó a Gabriel levantarse y a Wade tirarle algo parecido a una cáscara de naranja, mientras reía. Se había acostumbrado a la punzada de celos que sentía al verlos juntos, aunque dudaba mucho que lo sintiera por él fuera amor. Wade podría tener razón, lo suyo no era más que un capricho, pero no recordaba haber deseado algo tanto en toda su corta vida.

-Eres infantil -declaró Gabriel, volviendo sobre sus pasos y tirando la cáscara de vuelta. Wade se mordió los labios para ahogar la risa.

-Te vas y me dejas hablando solo. Y ni siquiera me has agradecido -murmuró, en voz más baja.

-¿Agradecerte por qué? -Gabriel se acercó a su amigo, que a pesar de intentar poner una expresión herida, no podía contener la risa.

-Dos días a la semana duermo en un cuarto que no es mío -respondió-. Sacrifico mi sueño por tu vida sexual. Que lo aproveches o no, es lo de menos. Merezco una recompensa.

-¿Quieres una recompensa? -preguntó, sonriendo. Notó que Harris no dejaba de mirarlos y su sonrisa se amplió más. Siempre era bueno molestar a Harris-. Creo que tengo una buena recompensa para ti justo aquí -susurró, acercándose. Llevo sus manos hacia el cinturón de sus jeans, haciendo el amago de desabrocharlos y valió la pena por la cara desconcertada que puso Wade durante un momento. Y por la mirada que podía sentir en su espalda.

-Dios, Barnett, eres un idiota -Wade negó con la cabeza, con un falso tono lastimero-. Ni siquiera una cita, o al cine, o al menos pagar mi comida. Pero qué clase de persona crees que soy.

-No finjas ser inocente, Lorenz, que nos conocemos.

-Íntimamente -murmuró Wade, estirando la mano. La dejó un momento sobre el cinturón de Gabriel, antes de estallar en carcajadas. Se levantó de la silla, rodeando los hombros de Gabriel con un brazo, mientras lo arrastraba a la salida-. El teatro era para Harris, ¿cierto? -preguntó, cuando salieron del comedor. Gabriel asintió, riendo.

-Lo fue. Una lástima que no pudiera ver qué cara puso. Pero seguro valió la pena. Por favor, no me digas que te molesta que lo fastidie.

-No -negó-. En realidad, creo que se lo merece.

Gabriel correspondió la sonrisa de Wade con la suya, antes de soltarse de su abrazo y cambiar las posiciones, esta vez siendo él el que rodeó el cuello de su amigo con un brazo.

-Estás de muy buen humor, ¿al fin se arreglaron todas las cosas con Mike? -Gabriel no contestó, pero su sonrisa fue suficiente respuesta. Wade enarcó las cejas-. Bien dicen que el sexo de reconciliación es el mejor.

-Cállate -murmuró Gabe, empujándolo lejos de su cuerpo, pero no pudo evitar seguir sonriendo-. Aunque es verdad -admitió. Wade soltó una carcajada.

-No puedo imaginar cómo Mike es mejor que Kristy, pero sí que te mantiene feliz.

-¡Cállate! -exclamó Gabriel, golpeándole en la cabeza-. Deberías probar a pelearte con Adriana y reconciliarte.

-Estamos bien así -contestó Wade, cruzando las manos en su nuca-. Y ella es magnífica.

Gabriel sonrió. Le gustaría que a su amigo le gustara alguien. Adriana o quién sea. Sería tranquilizador si dejaba de escaparse los fines de semana para ver a una prostituta cualquiera.

---

Clay suspiró, cuando ambos salieron. A la mayoría de personas en el comedor, el espectáculo no les había importado, o lo habían tomado como una broma. Él debería hacer lo mismo, más sabiendo que Barnett lo hacía a propósito para enfadarlo. Pero sólo ver esa leve expresión anhelante que puso Wade antes de tocar a Barnett, le hizo enfadar. Se preguntaba si se podía actuar tan bien, o era que Wade coqueteaba con todo el mundo, y no le importaba o si sentía algo más que no se confesaba ni a sí mismo. Como fuera, esa expresión y esa mano sobre el cinturón lo iban a perseguir en sueños.

-Con todo lo sexy que es -dijo su prima, suspirando-. Y no niego que es muy guapo, y es sexy, en cierto sentido... no vale la pena, primo. Te tiene comiendo de su mano, y sin hacer ningún esfuerzo.

Clay suspiró, admitiendo que Liz tenía razón. Pensó que ganaba terreno, siendo amigos, luego lo besó y se pelearon, pero Wade siguió a su lado. Tener su atención era algo intoxicante. Sus miradas, la forma en que se lamía los labios a veces, la voz más gruesa cuando amenazaba. Parecía que se acercaba, y luego no. Todo era un juego para Wade, lo sabía. Pero si seguía jugando, podría hacerlo caer, o eso creía hasta que le amenazó con quemarlo.

-Tal vez tienes razón -Elizabeth asintió, esperando que al fin su primero entrara en razón-. Pero dejarlo sería perder, y eso no lo tolero.

Ella negó con la cabeza, dando el tema por perdido.

-Haz lo que quieras, pero recuerda que te lo dije -advirtió, antes de levantarse e irse.

---

-Está mucho más raro que antes -murmuró Mike, mientras entraba al colegio, al lado de Julie. Ambos llevaban los uniformes de gimnasia, Mike con el pantalón y la camiseta y Julie con un short y la chaqueta atada en la cintura.

-¿Quién está más raro? -preguntó ella, mirando a los lados. Mike señaló a Alan, que acababa de pasar delante de ellos, ignorándolos.

-Un día hablamos, al otro me ignora y luego me mira como si quisiera golpearme -explicó Mike-. Creo que me agradaba más cuando sabía qué esperar de él.

Julie se limitó a asentir. Ella había notado también el inconstante comportamiento de Alan, pero él se negaba a decirle nada e insistía que estaba completamente normal. Mike bufó. Le molestaba la actitud de Alan, le molestaba que sólo estuviera dirigida a él, y extrañaba las bromas y la camaradería que pensó se estaban formando entre ellos. Apretó los labios, mientras Julie se encogía de hombros.

-Yo no sé nada -dijo-. Tal vez le ha pasado algo, o le gusta alguien y nosotros pagamos los platos rotos. Lo único que me preocupa es que no va a las clases. Mi reputación como tutora se iría al demonio si desaprueba.

-Eres increíble -dijo Mike, negando con la cabeza-. Considerando que la mayor parte del tiempo, me dejas el enseñarla a Alan a mí.

-Ah, vamos. Si no le cobras es porque no quieres -Julie puso las manos en la nuca, una sonrisa orgullosa adornando sus labios. Mike no le contestó, al ver a Gabriel y Wade caminar hacia ellos, Gabe con una mano alrededor del cuello del otro, riendo.

-¡Hermanita! -exclamó Wade. Julie bajó los brazos, haciendo una mueca, y Wade trató de acercarse a ella, pero Gabriel apretó la mano que mantenía en su cuello, manteniéndolo en su lugar-. Joder, eso duele -reclamó.

-Te lo mereces -Gabriel le sonrió, antes de volverse a ellos-. ¿Tienes la tarde libre, Mike?

-Dentro de un par de horas -contestó éste, metiendo las manos en los bolsillos del pantalón para contener las ganas que tenía de acercarse a él y besarlo. Gabe pasó la lengua por sus labios y Mike tragó con los ojos clavados en su boca, notando la manera en que Gabriel se mordía la lengua.

-En un par de horas, entonces -dijo. Volvió a caminar, arrastrando a Wade consigo.

-¿Dónde van ahora? -preguntó Mike.

-A ver a Max. No he podido jugar mucho con él estos días.

-Y me has dejado a mí a cargo de un perro psicópata -intervino Wade, soltándose de su agarre-. Te lo juro, si logro que se perro sea amable con alguien más, pondría reemplazar a ese tipo del encantador de perros.

-Me preocupa que éste -dijo Gabriel, dando un golpe en la cabeza de Wade que él devolvió, e ignorando sus palabras- haya sido demasiada mala influencia para Max.

-Es un miedo comprensible -comentó Julie. Mike sonrió.

-Suerte rehabilitándolo -dijo, antes de seguir caminando. Entraron al comedor, primero. Julie fue a comprar algo de tomar, mientras Mike la esperaba en la puerta.

No se acercó porque vio a Alan parado allí y no quería tener que enfrentarse a sus cambios de humor. Aunque no es que lo tratara mal, sólo no lo trataba. Mike se cruzó de brazos, apoyándose en la pared. No es que a él le importara Alan, al menos no demasiado, pero era molesto no saber porqué de repente ya no quería hablarle o estudiar con él o bromear con él. Mientras Julie regresaba a su lado, pensó que no tenía nada que ver con él, tal vez ya se había cansado de andar siendo amable. O tal vez sólo estaba de mal humor, en general. Aunque preguntarle estaba fuera de los límites. Antes de salir del comedor, le dio una larga mirada al perfil de Alan, reconociendo para sí mismo que extrañaba hablar con él.

---

-¿Qué estoy viendo? -preguntó Gabriel, apartando de su rostro el ipad que Wade le acercó. Estaban sentados en lo alto de las gradas, ya habiendo terminado de correr. Wade volvió a mostrarle la pantalla, y esta vez, Gabriel notó a la chica de cabello corto de un pálido rojo, sonriendo a la cámara.

-Sophie Martel -explicó Wade, pasando una foto tras otro. Hay diferentes, en unas luce vestidos, jeans y hay una de ella con el mar de fondo, una de sus manos en el sombrero-. Es una modelo de ropa y cosméticos desde niña, al parecer. Y es jodidamente guapa, ¿no crees?

En realidad, Sophie es mucho más delgada que Ericka o Katherine y algo más pequeña. Pero tenía un rostro suave, ojos verdes y pecas en el rostro que la volvían peculiar.

-¿Te acostaste con ella? -preguntó Gabriel, aunque no estaba muy interesado en la respuesta.

-No, no lo hice. Y no es que no quisiera, pero si su familia se queja con mi madre, me puedo dar por muerto.

-No creo que ella vaya a contarle a sus padres con quién durmió -contestó Gabe, apoyando el rostro en una mano, con un tono monótono.

-Hablas como si la conocieras. Por lo que recuerdo, lo único que hiciste con ella fue gruñirle en la cara.

-La vi la mañana después y un par de veces. Si vinieras conmigo los fines de semana, lo sabrías.

-Podría considerar ir, si esa es la recompensa -contestó Wade, estirándose en las gradas. Gabriel apagó el ipad, girándose para verlo.

-¿No te basta con Adriana?

Wade sonrió, recordando a Adriana. Ella estaba más que bien, aunque era extraño tener sexo con una chica más de dos veces. Sólo había hecho eso con Theresa.

-Puedo tomar más -contestó. Gabriel negó con la cabeza. Lo cierto era que Sophie y él hablaban bastante, después que él se disculpó por la forma brusca en que la trató. Ella estaba de vacaciones o algo así y perdía el tiempo en cualquier cosa que le invitaran. Miró hacia abajo, apartando a Sophie de sus pensamientos y sonrió al observar a Mike, resoplando después de correr. Se levantó, tomando su chaqueta y Wade le siguió.

-Deja de seguirme.

-No lo hago. Y siento dañar tus escabrosas ideas, pero Mike tiene clases de español por la tarde. Nada para ti hoy, Gabe -le dio una palmada en el hombro y bajó las gradas corriendo, hasta llegar al lado de Katherine y Ericka. Gabriel bufó, realmente harto de las clases extras.

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-Gabe -Mike suspiró, con las manos apoyadas en la puerta y Gabriel detrás de él, dejando besos húmedos en su cuello. Le escuchó murmurar un “mmm” sobre su piel-. Tengo que ir a clases.

-No vayas -murmuró. Se apretó un poco contra Mike, empujándolo un poco más contra la puerta, lamiendo desde el cuello hacia arriba, hasta llegar al lóbulo de su oreja. Mordió la piel de allí, complacido al escuchar a Mike gemir-. Quédate conmigo.

Mike giró el rostro y se encontró con la expresión anhelante de Gabriel. Lo que menos quería era irse, estaba incómodamente duro y, por encima de eso, sólo deseaba estar allí, con Gabe y sus besos y esa expresión necesitada en su rostro. Se giró lo suficiente para lograr poner una mano en su rostro y besarlo.

-¿Te quedas? -preguntó Gabriel, sin dejar de besarlo. No eran más que roces a sus labios, lametazos a su cuello y Mike cerró los ojos, odiando tener que pensar en clases, en responsabilidades, en la beca, o en qué pasaría si faltaba a una clase, qué pensarían de él si incluso con la beca, se atrevía a dejar clases tiradas. Se estaba preocupando demasiado, pero no podía evitarlo y Gabriel pareció notarlo porque metió una mano dentro de los jeans, le desabrochó la correa y lo dirigió a la cama, dejándolo boca abajo y con los pantalones sobre las rodillas. Mike quiso pedirle que parara, aunque era lo que menos quería. Gabriel no le dio tiempo a hablar. Le besó, dejándole sin aire mientras le masturbaba con lentitud- ¿Cuánto tiempo tienes?

-Diez o quince minutos -balbuceó Mike. Era excitante estar así, casi sin poderse mover, atrapado por el cuerpo de Gabriel, teniendo su boca en el cuello y la nuca y una mano acariciándole, ya no más con suavidad, un roce rápido y duro que lo estaba haciendo jadear y apretar las sábanas entre sus dedos. Quería girarse, besarlo, poder devolverle la atención.

-Entonces será rápido -murmuró y había un poco de mal humor en su voz que hizo que Mike se excitara más al escucharlo, de forma extraña.

-Gabe -gimió. Se empujó contra la mano que le acariciaba, jadeando, sintiendo la erección ajena contra uno de sus muslos-. Gabe, por favor...

Gabriel maldijo en voz baja. Estaba casi furioso, excitado y no podía creer que Mike en serio pensara irse. Pero también entendía que siempre se preocupaba de más, Mike era en extremo responsable, y él no podía enojarse sólo porque no podía saciar sus ganas cuando las tenía. Le volvió a besar el cuello, más lento esta vez, con largas lamidas y besos suaves casi debajo de la línea del cabello. Pero no dejó de masturbarle como lo estaba haciendo, apretando y acariciando a punta con el pulgar, buscando enloquecerlo. Cuando Mike casi sollozó sobre el colchón, no pudo evitar la sonrisa engreída que se formó en sus labios. Mike gimiendo su nombre entre jadeos era su sonido favorito en el mundo. Sería perfecto si pudiera quedarse, pero sabe que no es así y se separó antes de sentirse tentado a no dejarlo ir, dando un último beso en su cuello.

-Creo que todavía tienes tiempo -dijo, en voz baja, mirando como Mike se arreglaba los jeans y le miraba con expresión culpable.

-No tenías que hacer eso -murmuró. El sonrojo en sus mejillas logró que Gabriel sonriera, dejando de lado el mal humor que le producía el no poder obligarlo a quedarse.

-No te preocupes, lo disfruté -contestó-. Además, si no lo hacía, estarías muy incómodo en clase.

Mike se sonrojó. Dio una mirada a la entrepierna de Gabe, en la que se marcaba su erección y sintió la boca seca de repente. Se lamió los labios, y desvió los ojos, abochornado.

-Ve a clase, Mike. Porque si me tocas, te juro que no dejaré salir de aquí hasta mañana.

Mike abrió la boca, sin decir nada. Si Gabriel quería convencerlo de irse, estaba logrando lo contrario. Gabriel sonrió, y se levantó, para darle un suave beso en los labios.

-Ve al baño a limpiarte, anda -susurró-. Tampoco quiero que pierdas la beca. No podría verte.

Mike asintió. Cuando salió, Gabe se dejó caer en la cama, con un suspiro frustrado, metió la mano dentro de sus jeans, cerrando los ojos mientras lo hacía. No era tan agradable hacerlo solo cuando Mike podía haberse quedado. Pensando en eso, abrió los ojos y se incorporó, su excitación olvidada. Miró las sábanas sucias y bufó antes de levantarse y reemplazarlas por unas nuevas.

-Dejado por unas clases, otra vez. Esto es horrible -dijo, en voz alta. Wade, que entraba en ese momento, lo escuchó y soltó una risita.

-Te dije que estaría ocupado -dijo.

-Apuesto que tu noviecita no te deja tirado por clases extra.

-Uno -dijo Wade, alzando un dedo-, no es mi novia. Y dos, no soy del tipo que se toma a mal estas cosas.

Wade sonrió, complacido de sí mismo.

-La forma en cómo actúan no es así para nada -murmuró Gabriel. Para probar su punto, Adriana asomó la cabeza por la puerta, con una sonrisa de disculpa en su rostro.

-Wade, ¿puedo pedirte un favor? -Wade asintió, caminando hacia ella. Adriana dejó de ocultarse tras la puerta y se acercó casi a saltitos hacia Wade-. ¿Me dejas tus audífonos? Los míos se han roto.

Wade asintió, sacó su celular del bolsillo y retiró los audífonos, tendiéndoselos a Adriana.

-Hasta ayer estaban bien, ¿qué pasó?

Ella se encogió de hombros.

-Los encontré rotos. Deben haberse caído y alguien los pisó, tal vez -murmuró. Alzó la cabeza y se estiró para dejar un beso sobre los labios de Wade-. Gracias. Iré esta semana a mi casa, y traeré nuevos. Te los devuelvo apenas regrese.

-Está bien -dijo Wade, quitándole importancia al asunto-. De cualquier manera ya quería cambiarlos, he visto nuevos modelos.

-Te los regresaré -dijo ella, ignorándolo. Volvió la mirada hacia Gabe y alzó la mano a manera de saludo-. Hola y adiós, Gabe- dijo, antes de salir dando saltitos del cuarto.

-Pero no es tu novia -ironizó Gabriel.

-Al menos a mí me piden las cosas y no tengo que obligar a mi no novia a aceptarlas, como alguien por aquí.

-Mike es sólo demasiado pudoroso. Cree que pienso que se va a aprovechar de mí. Aunque hay algo que no me va a rechazar -Gabriel sonrió, orgulloso y Wade bajó la cabeza, suspirando mientras negaba.

-¿Te alegras porque le puedes regalar algo? Pobre Gabe. Yo preferiría que no abandonen por unas clases extra Gabriel le enseñó el dedo medio, hartos de sus burlas.

-Por cierto, si quieres relajarte, ¿por qué no vamos a una disco este sábado? Clay me sigue insistiendo con eso, es un jodido testarudo.

-Pensé que ya no hablabas con él -respondió Gabriel-. ¿Y qué haría yo en una discoteca con Harris?

-No exactamente -sonrió Wade-. Sólo me gusta ver la cara que pone cuando lo molesto, nada más. E irías a la disco a cuidar mi virtud.

-Ve tú solo. Y cuando tengas su lengua metida en la garganta, toma una selfie, disfrutaré ver tu cara de asco.

-Si vuelvo a tener su lengua en mi boca, se la arrancaría -contestó Wade, como si nada. Gabriel sólo hizo una mueca de asco-. Como sea, le diré a Katherine, con lo deprimida que está, seguro viene.

-Todo esto se solucionaría, si dejaras de hablar con Harris, Wade. Ese jodido idiota no va a parar hasta que consiga algo de ti –advirtió-. Y no quiero solucionar problemas después.

Wade se acercó a su amigo, posando una mano en su hombro.

-Deja de hablar como si tuvieras que cuidarme. Sé hacerlo solo.

Antes que Wade se alejara, Gabriel le tomó del cuello, enredando los dedos en el cada vez más largo cabello de su amigo.

-No me gusta Harris. Y no me gusta este juego que tienes con él. Y sé que te puedes cuidar sólo, eso es lo que más me preocupa, que la próxima vez que trate de hacerte algo, tú reacciones de manera peor. Se supone  que mi padre se ofreció a que estudiaran aquí, y los quiere a los dos sanos y enteros, Wade.

-Y yo pensando que lo hacías por mí -Wade suspiró, negando con la cabeza-. No te preocupes. No voy a meterme en ninguna pelea con Harris.

Gabriel lo soltó, asintiendo, aunque no le creía.

-Si te ahorraras las amenazas con cigarros, me tranquilizaría -comentó.

Wade se encogió de hombros, y se dirigió a la puerta. Se detuvo con la mano en la perilla y regresó a mirar a su amigo.

-¿Por eso siempre andas detrás de nosotros? ¿Temes que me pelee con él y me meta en un problema?

-Mi padre me dio un sermón cuando fui yo quien se peleó con él -contestó Gabriel-. Al menos, no sabe la razón. Pero si le pones un dedo encima... no te arriesgues a que te expulsen, Wade.

-Hace un par de meses, habría dicho que no importaba lo que hiciera, no me expulsarían. Pero ya no estoy en la lista de personas gratas de tu padre, ¿no? -observó la mueca de dolor que hizo Gabe y decidió dejar pasar el tema. No era culpa de Gabriel y a él no debía afectarle. Excepto porque lo hacía, era una persona más que decidía que él no valía la pena-. Entendido. No más amenazas a Harris. 


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