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West Lake por Hisue

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Notas del capitulo:

Hola, otra vez. Había escrito unas notas muy largas, pero se desconectó el internet. I hate you, internet!! So, en resumen, decía que la próxima semana habrá capítulo (yay! un milagro!), pero después de ese, tal vez me vean hasta el próximo año, porque las fiestas son una época muy ocupada y tengo que viajar. Y tal vez me deprima por cierto asunto que seguro pueden suponer si leen todas mis notas. Espero que no les moleste demasiado. 

También pensaba hacer una fanpage para hablar de fics y cosas así, pero soy muy floja. Y creo que nadie la seguiría, anyway (y soy floja)

La primera versión de estas notas era mucho más largas XDDD

Anyway, al capítulo. Gracias por leer y comentar, y creo que está un poco aburrido -el capi-, así que... lo siento?

                                                Capítulo 52               

 

Gabriel bostezó, mientras abría la puerta del salón del Consejo de estudiantes. Era domingo y acababa de regresar al colegio y lo que más quería hacer era dormir, pero había olvidado las llaves del cuarto. Maldijo entre dientes, antes de notar los nuevos sofás en la sala.

-¿Qué pasó aquí? -preguntó, dejando la mochila en uno de los sofás y sentándose, estirando los brazos. Katherine y Ericka estaban allí, la primera mirando un catálogo y la segunda de pie delante del estante que contenía los informes.

-¿Lo dices por esto? -preguntó Kathy, pasando una mano por el cuero del sofá-. Pensé que vendría bien un cambio de imagen. Las sillas son muy incómodas.

-Y yo pensé que tú no eras miembro del consejo -apuntó Gabriel. Katherine se cruzó de brazos.

-Ericka lo autorizó -replicó-. ¿Por qué estás aquí?

-Olvidé las llaves de mi cuarto -respondió, ahogando un bostezo. Desde su posición, Ericka soltó una leve risa.

-¿Olvidaste tus llaves? -preguntó, mientras se acercaba. Se sentó al lado de Katherine, cruzando las piernas y Gabriel se distrajo sólo un momento mirando la piel de sus muslos que quedó al descubierto. Notó su mirada reprobadora y se encogió de hombros.

-Sí, olvidé mis jodidas llaves. ¿Saben dónde está Wade? No contesta el celular.

-No lo hemos visto desde ayer -contestó Katherine-. Fue con nosotros a la discoteca, pero no regresó. Y yo creía que lo suyo con Adriana era serio.

Ella pareció deprimirse y Ericka y Gabe compartieron una mirada, ambos sin saber qué decir. Katherine aún estaba susceptible por su asunto con Luke, pero Gabriel no entendía porqué le tenían que afectar otras relaciones también. Lo único que a él le fastidiaba de no ver a Wade era no poder entrar a su cuarto y el notar que no iba a dejar la costumbre de dormir con desconocidas atrás.

-Sólo espero que no se le ocurra regresar de madrugada -murmuró, echando la cabeza hacia atrás.

-¿Y por qué no vas con Mike? No te negaría su cama.

-Me mandó un mensaje. Fue al cine con Julie, no pensó que regresaría temprano.

-No es tu día de suerte -Ericka se levantó, seguida de Kathy-. Te dejaremos para que duermas, tienes que agradecer que a Kathy se le ocurriera poner sofás.

-Gracias, Katherine -dijo, alzando la cabeza. Ella se inclinó sobre él y le dio un beso en la mejilla.

-Descansa, Gabe.

Ericka se limitó a observarlos y enarcó una ceja cuando su amiga llegó a su lado, interrogante.

-No pienses mal, fue un beso amistoso -aclaró ella.

-No pienso nada -dijo. Mientras caminaban, Katherine alcanzó a ver a Bryan y le dio un codazo nada disimulado a Ericka. Ella miró en la dirección que su amiga señalaba, pero no dio más muestras de haberlo visto.

-¿Lo quieres? -preguntó Katherine. Ericka suspiró, sin saber cuál era la respuesta correcta a esa pregunta.

-No puedo ir saludándolo por los pasillos, Kathy.

-Eso no es lo que te pregunté -dijo Kathy, lo más bajo que pudo. Ericka apretó los labios.

-No sé -contestó, agresividad deslizándose en su voz. Esperaba que Katherine la cuestionara, pero ésta se limitó a rodearla con un brazo, acercándola a su cuerpo.

-Ya lo sabrás, no te preocupes -la voz de Katherine era ligera y Ericka lo apreció, agradecida que el buen humor de su amiga volviera a aflorar.

---

Gabriel bostezó mientras cruzaba la puerta del aula. Se masajeó el cuello, sintiéndolo aún adolorido y le dio una mirada enfurruñada a Wade, que caminaba a su lado.

-No me mires así, no fui yo quién olvidó las llaves -dijo éste, adelantándose para tomar asiento. Gabriel dejó caer la mochila con un golpe seco.

-Y no fui yo quién se apareció a las tantas de la madrugada. Pensé que ibas a esa disco para animar a Katherine, no para... -Gabriel se interrumpió, y bufó, echando la cabeza hacia atrás y cerrando los ojos-. No sé para qué me molesto contigo. No tienes remedio.

Wade sólo sonrió, apoyando las manos en los hombros de su amigo.

-Tú podrías haber venido y hacer lo mismo -bromeó, sabiendo que Gabriel ni siquiera lo consideraría-. ¿En serio no se te pasa por la cabeza tener nada con nadie más? -preguntó en un susurro.

Gabriel se giró, apoyando los brazos en el respaldo de la silla, y negando con la cabeza.

-Pero te gustan las chicas. Noto cuando las miras. ¿Y aún así no te da ni un poquito de ganas?

Gabriel volvió a negar con la cabeza.

-Pero...- insistió Wade.

-Oye, no voy a negar que miro a las chicas -dijo, sonando más aburrido que otra cosa. Las chicas eran guapas, y él las admiraba. Lo consideraba normal, pero a ellas no las quería-, pero eso no significa nada. Y tú deberías contenerte un poco. ¿Qué pasa si embarazas a una?

-Me cuido, no soy idiota -replicó Wade. Gabriel se giró al escuchar entrar al profesor, dejando la charla para luego. Haber dormido en el sofá del salón no había contribuido a mejorar su humor y apenas habló en el transcurso del día.

Cuando llegó el almuerzo, miró a los lados y, cansado de fingir que quería estar en medio de sus amigos, se dirigió a la mesa de Mike, agradeciendo que Alan no estuviera allí. Puso su bandeja en la mesa, esbozando una sonrisa.

-Hola -saludó. Julie lo miró por encima de su vaso, enarcando una ceja, y como siempre, Gabriel admiró el parecido del gesto con los de Wade-. ¿Qué haces aquí?

-Intento comer -contestó. Mike le sonrió desde su sitio y Gabriel maldijo el no poder estirar la mano y acariciar sus manos.

-Podrías haber dormido en el cuarto anoche -dijo éste. Había escuchado de Katherine que el dormir fuera de su cuarto era la causa del mal humor de Gabe y ésta, al notar su mirada, se apresuró en aclarar que había olvidado las llaves de su cuarto y dormido en la sala del Consejo.

-No quería incomodar.

-Eso sí que es raro -murmuró Julie, sarcástica. 

-Cállate, Julie -espetó éste, pero no de mala manera. Ella sonrió, complacida de hacerlo rabiar.

-Siempre estoy rodeado de gente discutiendo -se quejó Mike. En realidad, se había acostumbrado a sus falsas discusiones.

-Lo siento. Por cierto, un paquete tendría que llegar para ti en un par de días. No lo rechaces.

-¿Qué? -Mike recordó a que se refería y casi se ahogó con el jugo. Tosió, palmeándose el pecho-. Tú no tenías que...

-Pero te dije que lo haría, por eso pregunté -Gabriel tratando de poner una expresión desolada-. Por favor, no lo rechaces.

-Pero no necesitabas comprar nada -Mike negó con la cabeza, no quería recibir nada de Gabe-. Sólo te lo conté porque...

-Sé que no lo necesitas -volvió a interrumpir Gabriel, bajando la voz-. No lo compré porque lo necesitaras, sólo quería que lo tuvieras.

-Sí, pero yo no quiero...

-No digas “aprovecharme de ti” -dijo, haciendo una mueca de desagrado. Se inclinó en la mesa, hablando en susurros-. Mike, sales conmigo. Lo menos que puedes hacer es aprovecharte un poco -sonrió al ver la expresión escandalizada de Mike, antes de continuar-. Kris lo hizo y ella ni siquiera lo necesitaba.

-Pero yo no soy...

-Y lo sé -interrumpió, provocando que Mike frunciera el ceño.

-¿Me vas a dejar terminar una frase?

-¿Vas a decir que lo aceptas y que no pensarás que creo que sólo estás conmigo por dinero? Porque yo no lo creo.

Mike abrió la boca para ponerse en contra otra vez, pero asintió, rindiéndose. La suave sonrisa que se dibujó en los labios de Gabriel y el brillo en sus ojos fue más que suficiente para no sentirse mal por ello.

-Dios, ustedes dos son tan raros -dijo Julie, mirándolos con una mueca incrédula en el rostro.

-He traído algo para ti también -replicó Gabriel-. Pero creo que lo cancelaré.

-Gabriel, te amo -dijo Julie, con una amplia y falsa sonrisa-. No sé cómo nunca antes me di cuenta de lo valioso que eres como persona -se llevó una mano al pecho, de nuevo en un gesto calcado de Wade y Gabriel sonrió.

-Lo sé. Me recuerdas tanto a tu hermano, que te compré un par de pornos. Espero que las disfrutes.

Julie le tiró una papa, que Gabriel esquivó apenas, antes de levantarse, riendo. Estiró una mano y rozó el brazo que Mike mantenía sobre la mesa. Éste alzó la cabeza y esbozó una sonrisa, deseando corresponderle el gesto y entrelazar los dedos con los suyos.

-Los veo luego -se despidió. Mike dejó escapar un audible suspiro que Julie decidió ignorar.

---

Clay alzó la cabeza cuando escuchó la puerta abrirse. Estaba en las duchas del gimnasio, que nadie nunca usaba; con la cabeza gacha y resoplando por el ejercicio, pero su rostro se iluminó cuando vio que era Wade el que acababa de entrar.

-¿Viniste porque sabía que estaba aquí y querías verme a solas?

-¿Te has drogado, Harris? -preguntó. Caminó hacia una de las duchas y abrió el agua, poniendo la cabeza debajo del chorro. Habían estado jugando después de clase, pero Gabe tuvo la genial idea de incluir agua y él había terminado con barro y grass en el pelo. Sólo quería quitárselo antes de regresar a patearle el trasero, ésa debía ser su venganza por dormir en el sofá un par de días atrás.

-Pensé que ya no me hablarías, después de amenazarme -dijo Clay, alzando la voz para hacerse escuchar-. Pero las cosas no han cambiado mucho, me pregunto por qué.

Wade salió de la ducha, sacudió la cabeza y se pasó la mano por el cuello, tratando de aliviar sus músculos algo agarrotados.

-Ese idiota de Gabriel -murmuró, mirando su camiseta también sucia, ignorando a Harris. Clay observó el agua correr por su torso, ya pegada a la piel por el sudor y se lamió los labios.

-¿Y? -insistió-. ¿Vas a responderme?

Wade se quitó la camiseta, antes de bajar la mirada para ver a Clay a los ojos.

-Me gusta ver esa expresión que pones cuando te enojas -contestó. Se giró, abrió la llave de un lavador cercano y metió la camiseta dentro, tratando de quitarle el barro. Lo cierto es que intentaba mantener las cosas en paz para no provocar su propia expulsión.

-Entonces, sólo juegas a provocarme. No ayudas a que deje de pensar que te gusto, Lorenz.

Wade se giró, poniéndose la camiseta mojada y dejó escapar una risa. Clay observó la manera en que bajó la cabeza, entrecerrando los ojos mientras se reía. En otras circunstancias, se vería hasta tierno. Allí, con el cabello y la camiseta mojada, provocó que Clay se excitara un poco.

-Tal vez sólo me gusta la atención, Harris -mintió. Clay pareció confundido un minuto-. Como sea, si todavía tienes aire, me propongo machacar al imbécil de Gabriel a pelotazos. ¿Te unes?

-Tentador, pero paso. Esa clase de esfuerzos físicos no son lo mío.

-No creo que puedas convencer a nadie de hacer otro “esfuerzo físico” contigo si apenas respiras después de correr sólo unos cuántos metros -se burló Wade, negando con la cabeza antes de salir del baño. Volvió al campo, maldiciendo al ver que sus compañeros ya no estaban.

-Joder, sólo me fui a lavar la cabeza -exclamó. 

Gabriel rio, mientras pateaba el balón hacia el arco. Ni él ni Wade eran fans del futbol americano, ambos encontraban el soccer más entretenido.

-Aún podemos jugar. ¿No te fuiste de aquí prometiendo que me acabarías o algo?

-Todavía puedo hacer eso, Barnett -gruñó. Lo que empezó con una competencia por el balón, terminó con ambos rodando en el grass, repartiéndose golpes medio en broma. Wade resopló cuando logró medio levantarse, y estiró una mano para ponerle en el cuello de Gabriel y mantenerlo boca abajo en el piso. Se sentó a horcajadas sobre él, sonriendo y lamentando el haberse ido a limpiar antes, ahora estaba mucho peor. 

-Gane, Barnett -jadeó-. Ríndete y te dejaré ir.

-Jódete -siseó Gabriel. Wade se echó a reír y se dejó caer a su lado, con los brazos abiertos. Gabriel se giró, masajeándose el cuello-. Llevaba un tiempo sin sentirme tan relajado, ¿y tú?

-Prefiero otras maneras de relajarme -contestó, aunque se sentía bien. Cansado y le dolía el cuello y el brazo, pero se sentía bien. Wade cerró los ojos, aunque su intento de descansar fue interrumpido cuando notó el peso de la cabeza de Gabriel en su brazo-. Oye, me duele el brazo, sal de encima.

-Tengo que ir a ver a Mike -contestó Gabe, ignorándolo.

-Entonces anda, y ponte meloso con él y no conmigo -gruño Wade. Gabriel se levantó, riendo entre dientes. Se sacudió el barro del pantalón, aunque quedó igual de sucio. Wade lo imitó.

-Creo que no vamos a poder entrar así al colegio. 

-Ah, vamos, tienen a gente que limpia el piso. No me voy a quedar a secarme al sol.

Gabriel se encogió de hombros, aún dudando, pero siguió a Wade hasta las escaleras de la entrada en dónde Max, apareciendo de entre los árboles, se les unió.

-Tu perro es cada día más independiente -comentó Wade, observando como Max frotaba el hocico contra las piernas de Gabriel y le dedicaba a él un lametón en la mano antes de adelantarlos. Max, a diferencias de los perros con pedigree que Wade había visto, había abandonado el caminar dando saltos y moviendo la cola que tenía de cachorro, y ahora daba largas zancadas con la cabeza gacha y las orejas alerta. Le recordó a un documental de peleas de perro que vio una vez. Sólo faltaban los gruñidos-. Y es bastante salvaje.

-Está bien así -dijo Gabe, sin darle importancia-. No muerde a nadie, así que no importa.

-¿Perdón? Tengo cicatrices en la pierna que prueban lo contrario.

-Eso fue un caso especial, me estaba defendiendo. En realidad, prueba que es muy buen guardián -Gabriel le sonrió, burlón-. Ven, Max -llamó. El perro giró la cabeza y movió la cola, abandonando la postura casi depredadora que tenía instantes atrás, para correr hacia su dueño. Gabriel apoyó una rodilla en el suelo, abriendo los brazos para recibirlo y Max apoyó las patas delanteras en su hombro, lamiendo la mejilla que no estaba cubierta de barro.

-Ustedes dos son tal para cual, deberías dejar a Mike.

-Eres un buen chico -murmuró Gabriel al perro, mientras le acariciaba el lomo. Éste gruñó suavemente, bajando las patas y ladrando. Gabriel le cogió del lomo, tumbándolo al piso, en una falsa pelea en la que Max gruñía y trataba de morderlo.

-Oh, vaya, así le enseñaste a morder -dijo Wade, negando con la cabeza.

-¿Qué jodidos están haciendo? -Gabriel y Wade alzaron la cabeza a la par y Max se incorporó de un salto, estirando las patas delanteras y gruñendo. Gabe le cogió la cabeza, aunque Julie, de pie frente a ellos, no pareció intimidarse.

-Hola, Mike. Hola, hermanita, ¿me das un abrazo? -Wade se acercó a ella, con los brazos abiertos.

-Si te atreves, te clavaré esto en el ojo -amenazó Julie, mostrando un lapicero. Wade se cruzó de brazos, haciendo un mohín.

-Eres demasiado violenta -se quejó. Mike miró al piso, ahora manchado por el barro en las zapatillas de Gabriel y Wade.

-¿Qué estaban haciendo para terminar así? -preguntó. Cuando ellos habían abandonado la clase, Gabriel y Wade estaban sentados en las gradas, preparándose para una última carrera.

-Es culpa de Gabriel -señaló Wade-. Él empezó.

Julie rodó los ojos y tiró de Mike, antes que éste se enfrascara en una charla con Gabriel.

-Vámonos, Mike. Mejor salir de aquí y alejarnos de este desastre.

-Pues yo estaba buscando a alguien que me ayude a limpiarme -dijo Gabriel, mirando a Mike. Sonreía y él no necesitó que dijera más para saber qué estaba insinuando. Un sonrojo coloreó sus mejillas, pero antes de poder contestar, Wade lo hizo.

-¿Qué? ¡No! No me jodas, Barnett. Quiero mi jodida ducha de un par de horas mínimo y no tener que pensar en qué demonios hicieron.

Gabriel rodó los ojos. Se puso de pie y se acercó a Mike, aunque no llegó a tocarlo. Después de todo, era consciente que estaba cubierto de barro.

-¿Te veo más tarde? -preguntó, con una sonrisa de disculpa.

-Claro -aceptó Mike-. Tienes... -susurró, señalando su propia mejilla.

-Debo verme horrible -murmuró Gabriel. Mike sonrió, negando mientras bajaba levemente la cabeza y Gabriel lamentó no poder besarlo en ese momento-. En un par de horas, Mike. Y esta vez estaré limpio. Y, por cierto, ¿llegó el paquete?

-No lo rechacé -contestó Mike, haciendo un mohín. Gabriel sonrió, logrando verse atractivo a pesar del barro. Se miraron un rato y no se alejaron hasta que Julie y Wade tiraron de ellos a la vez, ambos bufando.

-¿Pasillo del colegio, Gabe? ¿No querías ser discreto? -escuchó Mike reclamar a Wade mientras se alejaba junto a Julie.

-Odio admitirlo, pero tiene razón. Apenas que ya no te importe ser discreto -Mike contestó con un suspiro. En realidad, sí, le gustaría no tener que ser discreto, pero así no funcionaban las cosas. Julie lo soltó cuando llegaron a su cuarto y cruzó las manos detrás de su nuca, mientras entraban-. ¿Crees que me mandó porno de verdad?

Mike rió. El paquete había llegado en la mañana, y aún estaba sobre su cama, y casi seis horas después de recibirlo, aún se sentía culpable cuando lo miraba. Aunque eso no tuviera lógica. Simplemente, no quería regalos de Gabriel, no era por eso que estaba con él.

-Gabe tiene razón, ¿sabes? -apuntó Julie, notando la incomodidad de su amigo-. No tienes que sentirte mal si quiere regalarte algo. Él puede permitírselo, y es la forma en que demuestra cariño. A mí siempre me regalaba cosas.

-Ya, pero ése no es el punto -suspiró Mike.

-No te ofendas, Mike, pero creo que el punto es que sabes que no puedes regresarle el gesto. Y eso hace que te sientas menos -Mike la regresó a mirar, frunciendo el ceño, pero Julie sostuvo su mirada y se acercó a él, posando una mano en su hombro-. Lo sé, he vivido con él, y es fácil sentirse menos cuando te dan todo, pero sabes que no tienes nada. O que no puedes regresar nada. Hace que te sientas como si nada fuera tuyo.

Sus palabras aplacaron a Mike, que se sentó en la cama, reflexionando. Julie podía tener razón. Nunca olvidaba que Gabe y él eran diferentes, pero la mayoría del tiempo no tenía que pensarlo. Estas cosas se lo recordaban. Pero tampoco podía ensuciar un detalle así con sus problemas.  Suspiró, tratando de considerar el paquete como lo que era. Un regalo.

-Hay que abrirlo, entonces -le dijo a Julie, sonriendo levemente. Julie se subió en la cama, sentándose con las piernas cruzadas.

-Quiero ver.

-Creo que te vas a reír -advirtió Mike. Abrió el paquete, separando las dos cajas de cartón que venían dentro. La más pequeña tenía el nombre de Julie impreso y se la tendió, abriendo el siguiente. Dentro, en una pequeña caja de plástico transparente, había diez réplicas de autos clásicos, cada uno en su respectivo soporte. Julie silbó.

-Eso es genial -dijo, dejando su caja de lado-. ¿Son originales? No sé para qué pregunto, claro que lo son. Y seguro mandó a hacer la caja. ¿Eso le pediste?

-No exactamente -sonrió Mike. Vio una nota pegada en la caja y la arrancó para leerla. “no dijiste cuál era el que viste, y sé que si compraba más, te enojarías. No me digas si no acerté, por favor”. Alzó la cabeza, sonriendo, y dejó la caja sobre su mesa de noche, admirando los pequeños autos. El que había visto cuando niño no estaba entre ellos, pero pudo reconocer un Mustang.

-No sabía que te gustaran los autos.

-No exactamente -repitió, riendo. Julie decidió abrir su caja, suponiendo por su buen humor, que Gabriel había acertado con su regalo. En la suya, descubrió una cámara y asintió, complacida.

-Aún no pasan las dos horas, Mike -bromeó, cuando vio que éste sacaba ropa del armario y se dirigía al baño.

-No estoy desesperado por verlo -contestó Mike, aunque su sonrisa decía lo contrario. Cuando salió del baño, Alan estaba en el cuarto y miraba con los brazos cruzados los autos en la mesa de noche.

-No sabía que te gustaran los autos -dijo. Mike buscó a Julie con la mirada-. Betty llamó a Julie, fue a verla -informó, al notarlo.

-No me gustan demasiado, en realidad -admitió, pasando una mano por su cabello mojado.

-Deja que adivine, te gustan porque son de Barnett -dijo, tratando que su voz sonara divertida y fallando al parecer, por la mirada ofendida que Mike le dirigió. Alan se alejó. Había regresado al cuarto para pedirle ayuda a Julie por las tareas, a sabiendas que estaría allí, pero ella se fue. Podía pedirle ayuda a Mike, claro, excepto porque no quería hacerlo. Trata de sacar de su cabeza al chico. Abrió sus cuadernos y se rindió al notar que no iría a ningún lado tratando de entenderlo solo.

-Mike -llamó. Éste no dio señales de haberlo escuchado-. Mira, no debería preguntarlo, pero... ¿podrías ayudarme?

Como esperaba, Mike se acercó a él. Era demasiado amable y al parecer incapaz de ignorar a alguien pidiendo ayuda.

-Tienes razón, no deberías preguntar -dijo Mike, frunciendo el ceño. Que Alan le hablara sólo porque necesitaba un tutor le molestaba-. Y no tengo mucho tiempo.

-Puedo pagarte. Sólo necesito entender un par de cosas.

-Si volvieras a estudiar con Julie no pasarías por esto -contestó, aunque jaló la silla y se sentó al lado de Alan. No quería verlo desaprobar, después de todo. Alan suspiró, y no por primera vez, Mike se preguntó que había causado el cambio en su humor.

-Supongo que no tendré otra opción -murmuró, mientras observaba a Mike jalar el libro y los cuadernos para revisar sus avances. Si tan sólo no fuera amable con él, las cosas no serían tan difíciles.

No hablaron de otra cosa que no fueran matemáticas durante un largo rato, en el que Alan trató de no relajarse, ni sonreír, sin lograrse en absoluto.

-¿Por qué has aceptado ese regalo si no te gustan los autos? -preguntó, antes de poder detenerse. Mike alzó la mirada del cuaderno, encogiéndose de hombros.

-Le conté a Gabriel cómo nunca pude tener uno -contestó, sin darle mucha importancia. Por la sonrisa que se dibujó en sus labios, Alan pudo notar que estaba más que feliz con el regalo-. Aunque me incomoda un poco...

-¿Por qué? Barnett puede permitirse eso y más. Pagar por eso no es nada. Créeme, lo sé.

Mike frunció levemente el ceño, examinando a Alan. Tenía el rostro apoyado en una mano y hablaba con un tono levemente aburrido.

-Supongo que tú lo sabes mejor que nadie -dijo-. Pero ése no es el punto, se lo intento explicar a todos y nadie me hace caso. Ni Julie -se quejó.

-Es sólo dinero -dijo Alan-. No es importante hasta que lo pierdes y notas lo mucho que dependías de él. Al menos para mí.

-A veces olvido que tú también eras como ellos -Mike sonrió.

-Hubiera preferido que Barnett padre no pagara mi educación, pero se ofreció a hacerlo -comentó. Mike parpadeó, sin saber cómo responder a eso. Alan no parecía molesto por mencionarlo, pero no  estaba seguro de poder tomarse a la ligera sus palabras-. No pongas esa cara, no es un secreto. Es un gasto menos para mi madre, así que está bien.

-Gabe siempre habla de su padre como si fuera malo -dijo Mike, bajando la mirada y jugando con sus manos-. Pero por él Julie está aquí, y yo. Y tú, a pesar de todo.

Alan sonrió. Él no creía que Henry Barnett fuera bueno para nada. Sólo era un manipulador y qué mejor manera de ganarse al público que apoyando al hijo de un criminal que le había supuestamente metido en problemas. Era un gesto noble, pero no por ello sincero. La puerta se abrió, evitándole responder y Gabriel entró. Les dio una mirada a ambos antes de acercarse.

-Ya pasaron dos horas -dijo a Mike-. ¿Qué hacías?

-Hablábamos de tu padre -contestó Alan. Clavó los ojos en los de Gabriel, encontrando allí la misma rabia hacia su padre de siempre. Su expresión, sin embargo, se suavizó cuando miró a Mike-. Mike piensa que es una buena persona.

-¿Sí? -Gabriel sonrió, mientras Mike se encogía de hombros.

-No decía eso exactamente. Sólo que por él estoy aquí, ¿no? Él fue quién reactivó el programa de becas.

-Lo hizo -admitió Gabriel. Se acercó un poco más y se inclinó hacia Mike, presionando un beso en sus labios-. Tengo que darle las gracias por eso cuando lo vea. Entonces, ¿estás libre?

Gabriel le dio un vistazo a Alan, que había desviado la vista al verlos besarse y jugueteaba con un lapicero.

-Sí -asintió Mike. Se volvió a Alan mientras se ponía de pie-. En serio tienes que regresar a las clases con Julie. A ella le preocupas.

Alan alzó la mirada. Verlos juntos era molesto y aunque estaba acostumbrado a ver a los Barnett como dueños de todo, era algo que ya había asimilado, le molestaba. No es que creyera que Mike se fijaría en él sin Barnett allí, de todas maneras. Aún intenta explicarse porquéél se había fijado en Mike.

-Lo haré, lo haré -dijo, asintiendo. Gabriel se rascó la nuca.

-Mike, ¿me esperas afuera? No voy a pelear -añadió, al ver que Mike abría la boca, seguramente para decirle que no busque problemas. Cuando Mike salió, Gabe dejó escapar un suspiro.

-Por favor no me digas que estás empezando a sentir gratitud por mi padre -le dijo a Alan. Éste alzó la mirada, sorprendido.

-Eso nunca, Barnett.

-Bien -Gabriel sonrió. A diferencia de la dulce y suave sonrisa que mantenía cuando Mike estaba cerca, esta no tenía nada de humor. Éste era el Gabriel que Alan conocía-. Mantente así.

-¿Todavía piensas destruir a tu padre? ¿Al menos tienes idea de cómo hacerlo?

-Tiempo al tiempo, Garton -contestó. Alan quiso preguntar si Mike sabía algo de sus planes, pero le pareció obvio que no era así.

-Dime que no discutiste con él -pidió Mike, mientras caminaban por los pasillos.

-No lo hice, sólo quería saber porqué hablaba de mi padre. Suele odiarlo por principios -dijo, sonriendo. Mike le dirigió una mirada reprobadora, que él ignoró-. ¿Te gustó mi regalo?

-Bueno, Julie estaba decepcionada de ver que no cumpliste tu palabra -bromeó-, pero el mío está bien.

-¿Bien? -preguntó Gabriel-. Lo sabía, debí haber comprado un par de colecciones completas.

La mirada escandalizada de Mike le hizo morderse el interior de la mejilla para aguantar la risa. Lo vio mirar a ambos lados, para luego acercarse y dejar un beso en su boca, apartándose rápidamente.

-Me gustó -dijo-. En serio, me gustó.

Gabriel agradeció estar cerca de su cuarto. Cuando entraron, no perdió tiempo y acorraló a Mike contra la puerta, esta vez haciendo que el beso sea más largo, acariciando el interior de su boca con la lengua.

-Si hay algo por lo que pagaría es por no tener que mirar en los pasillos antes de besarte.

---

-Y... yo gano -Adriana sonrió, mientras su dama saltaba sobre la última pieza del tablero de Wade.

-Sólo te estoy dejando ganar porque soy un caballero, ¿sabes? -dijo él, volviendo a acomodar las piezas, mientras Adriana soltaba una carcajada.

-Tú tienes de caballero, lo que yo tengo de una delicada dama -contestó-. Beneficio del perdedor, mueve primero.

-La mayoría de personas no estarían felices de admitir que no tiene nada de respetables -Wade y Adriana alzaron la cabeza a la vez, hacia la voz de Susan. Ella los miró a ambos, sus labios curvándose en una suave sonrisa.

-¿Qué quieres, Susie? - preguntó Wade-. ¿Se te han acabado las personas que torturar?

-No, pero ellos me esperan en línea. Sólo venía a traerte esto -estiró la mano, tendiéndole un sobre lacrado color blanco. Wade lo tomó, enarcando una ceja.

-¿Te casas?

-No seas idiota. No es mío, es de una prima. Y es sólo un cumpleaños. Mi madre ha invitado a la tuya, y no se vería muy bien que su hijo no asista. Aunque considerando la cantidad de veces que has faltado a todas las reuniones este año, lo extraño será que asistas. Todo el mundo cree que has sido desterrado.

-Esas son malas noticias, creo que me has destrozado el corazón -dijo Wade, llevando una mano a su pecho, de forma dramática.

-Espera, ¿tenías? -Wade sonrió y Susan le palmeó el hombro-. No faltes, Lorenz. Oh, tenía que darle una a Gabriel también -volvió a sacar un sobre de su bolso y lo dejó sobre la mesa-. Supongo que puedes encargarte de eso.

-¿Por qué te molestan con eso? -preguntó Adriana, cuando Susan se marchó.

-¿Con qué? -Wade tomó ambos sobres y los metió dentro de un cuaderno, sin mucho cuidado.

-Con Gabriel. Cada vez que quieren fastidiarte dicen que eres...

-¿Su perro faldero, los más magnánimos? ¿O su puta, todos los demás? -Wade sonrió. Ella se encogió de hombros, por su rostro cruzó una expresión culpable-. No me importa, tú sabes.

-Pero, ¿por qué?

-¿No lo has notado? -Wade cogió una pieza y puso sobre otra, en una imitación de dama-. Gabe es el gran líder. Trabaja para serlo, y todo el mundo lo sabe. Desde que mi padre se asoció con los Barnett, ha sido poco menos que su mano derecha y casi su mandadero. Claro que mi padre es un bastante idiota y que los Lorenz sigan teniendo algo de respeto es por mi madre. La gente sólo asume que será lo mismo para mí.

-¿Entonces se supone que ustedes dos heredarán a sus padres, y seguirán el status quo?

-Más o menos -contestó Wade-. Tampoco ayuda el que me comporte como su mensajero- rio, causando que Adriana frunciera el ceño, y se llevara el pulgar a los labios, en una pose pensativa.

-No te entiendo del todo. Yo estaría muy molesta si alguien me viene a decir que soy la sirviente de alguien.

-Verás, Adriana, ése es el truco con esta gente -señaló Wade-. Si te enojas, tú pierdes.

-Es un gran consejo, oh, sabio... consejero -respondió ella, sonriendo.

-Eres tan mala haciendo referencias. Debiste decir “no desperdiciaré tu sabiduría, maestro Yoda”

-Pero tú no hablas como Yoda. Lo siento.

Ambos rieron. Wade volvió a acomodar las fichas, haciendo el primer movimiento. Adriana no se sorprendió mucho cuando perdió, y examinó a través de sus pestañas la sonrisa complacida de Wade. Él actuaba siempre como si no le importara perder, o ser considerado menos que Gabriel, puede que incluso no le importara de verdad, pero ella sospechaba que podría ganar si se lo propusiera. Se preguntó porqué estaba tan cómodo en ese papel, y si obtendría una respuesta sincera si preguntaba. Probablemente no.

-Cinco a uno. ¿El perdedor mueve primero? -preguntó Wade, con la misma sonrisa despreocupada de siempre. Adriana asintió.

-¿El que llegue a diez primero, gana? -sugirió. Wade aceptó.

---

Ericka apoyó el rostro en una mano, suspirando de forma aburrida.

-Sé que te sientes culpable por Katherine, pero no creo que sea para que aceptemos cualquier idea que se le pase por la cabeza, Gabriel.

-¿Por qué no? Todos los años celebramos Halloween.

-Todos los años, alquilamos una discoteca, contratamos el catering, y cada quién va vestido como se le da la gana. Kathy quiere que lo hagamos en el gimnasio y que haya una temática. Eso es tiempo, planificación, y más tiempo.

-Sí, pero...

-¿Qué te dijo para convencerte? -interrumpió Ericka.

-“Mike no irá a una discoteca, pero si es una actividad del colegio, tendrá que cumplir” -parafraseó. Como esperaba, Ericka le dirigió una mirada de burla.

-Eres patético -Gabriel la miró, frunciendo el ceño-. No, en serio. Quiero remarcar, aquí y ahora, que eres patético. Mucho.

-¿Quién es patético? -preguntó Wade, entrando al aula. Ericka señaló a Gabriel y Wade asintió-. No puedo negarlo. ¿Por qué es patético esta vez?

-¿De parte de quién se supone que estás? -preguntó Gabriel, volviéndose hacia él.

-Siempre estoy de tu parte, hermano -Wade le dio una palmadita en la espalda, como muestra de apoyo-. Pero eso no significa que sea ciego.

Ericka rio entre dientes, y Gabriel rodó los ojos.

-Como sea. Necesitamos la aprobación del resto, pero todo el mundo está entusiasmado con la idea.

-Sí, porque ellos no harán los planes, ni el presupuesto, ni tendrán que encargarse de que no hayan botellas de alcohol -señaló Ericka, subiendo un poco la voz.

-Si hablan de la fiesta de Halloween, siempre hay alcohol -apuntó Wade.

-Que no encuentren botellas de alcohol los profesores, o que nadie sufra una intoxicación -corrigió Ericka-. Y conociéndolos, seré yo quien haga la mayor parte.

-También hago mi parte -reclamó Gabriel-. Y me aseguraré que colaboren. La mayoría. Para empezar, necesitamos una temática. Wade, pon una encuesta en la página. Que den ideas, y ya decidiremos una.

Wade se llevó la mano a la sien, en un gesto militar.

-Señor, sí señor -bromeó, antes de sentarse una silla y estiras las piernas sobre otra.

-Ahora.

-Espera un poco, hombre -reclamó Wade, abriendo una revista-. La gente no se va a ir a ningún lado, y yo tampoco.

-Y esta va a ser la actitud de todos -dijo Ericka, señalando a Wade. Se levantó, poniendo en las manos de Gabriel las carpetas que ella estaba sosteniendo-. Sólo hay una forma en que apoye esto. Consigue gente que nos apoye, que trabaje de verdad. Porque al primer momento en que empiece a sobrecargarme de trabajo, lo dejaré todo.

Gabriel asintió, sabiendo que era mejor no replicar nada.

-Voy al entrenamiento de natación -anunció, escuchando de fondo la risita de burla de Wade. Al menos, sabía que no estaba dirigida a ella. Aún no había nadie cuando llegó al gimnasio y aprovechó para cambiarse la ropa. Cuando regresó a la piscina, encontró a Bryan allí, sosteniendo una escoba.

-Buenas tardes, señorita -dijo él, y ella pudo reconocer un poco de cinismo en su voz.

-Buenas tardes -respondió-. ¿Deberías estar aquí?

-Terminé mi trabajo -contestó Bryan-. Puedo estar dónde quiera.

Se acercó a Ericka, decidiendo que esta vez no se iba a plantear si está bien o mal besarla. Se inclinó sobre ella lentamente, sin embargo, dándole el tiempo de apartarse si lo deseaba. Ella no lo hizo y Bryan presionó un beso sobre sus labios entreabiertos, que duró poco, antes que Ericka lo empujara.

-Mis compañeras están por llegar -se excusó-. ¿Te veo después?

Ericka lo vio marchar, preguntándose por enésima vez si estaba haciendo lo correcto. Se llevó un dedo a los labios, sintiendo el hormigueo que había quedado sobre su piel, el ansia por un beso mucho más largo. No entendía cómo Gabriel o Katherine podían estar tan seguros sobre sus sentimientos, cuando ella era un caos.

 


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