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West Lake por Hisue

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Notas del capitulo:

Hola, otra vez. Y felices fiestas!!! Como dije antes, me voy hasta el próximo año, porque estas semanas van a ser muy ocupadas y no creo poder usar mi laptop más seguido. Bueno, con suerte, el 09 hay nuevo cap. 

Espero que la pasen todos muy bien!

Feliz Navidad, y Paz y Prosperidad!!! -ése es el saludo vulcano, pero... como sea! xD

Si quieren regalarme algo, acepto cheques (???). Es broma. Los dejo. 

Capítulo 53

 

 

 

Wade se quitó las gafas mientras entraba a la suite. Había sido idea de su madre alquilar una en el mismo hotel en el que la prima de Susie celebraba su cumpleaños número diecisiete. A Wade no le podía importar menos, aunque incluso a él le parecía un poco irrespetuoso ese alarde de poder, en vez de dejarles celebrar en paz. Gabriel había venido con él, pero lo único que parecía importarle era permanecer enfurruñado mientras murmuraba en contra de la fiesta y de su padre. Wade rodó los ojos.

 

-Hermano, ya sé que querías estar con Mike. Pero déjalo, ¿quieres? Me vas a volver loco -reclamó, dejándose caer en la cama.

 

-Perdón -contestó Gabriel. No parecía arrepentido. Se sentó en el borde de la cama en la que Wade estaba acostado-. Pero arruinan mis planes por venir a estas fiestas de mierda.

 

-Tú eres el que intenta complacer a tu padre -le recordó Wade. Gabriel se limitó a fruncir el ceño, antes de recostarse en la cama, con los pies aun tocando el suelo-. Por lo general, eres tú el que me recuerda que me tengo que portar bien.

 

-Lo siento si no tengo ánimos para vigilarte hoy -contestó Gabriel. Wade rio levemente. Se incorporó en la cama, apoyando la espalda en la cabecera y no se extrañó cuando Gabriel se acercó y apoyó la cabeza en sus piernas.

 

La puerta de la habitación se abrió, dando paso a Joanna. Una mujer vestida de manera sobria le seguía, llevando dos paquetes en las manos. Joanna les dio una mirada a ambos, enarcando una ceja.

 

-Han llegado temprano -dijo, indicando a la mujer que deje los paquetes sobre la cama desocupada. Gabriel se levantó, componiendo una sonrisa. Wade ocultó la suya detrás del libro que intentaba leer, divertido por el rápido cambio de actitud de su amigo.

 

-Hola, tía -saludó-. ¿Necesitas ayuda?

 

-Estoy perfectamente -Wade notó un leve tinte de molestia en la voz de su madre, pero Gabriel no dio muestras de captarlo-. He traído sus trajes.

 

-No sé porqué los trajes -comentó Wade-. Pensé que era el cumpleaños de una muchacha, no una reunión de viejos estirados.

 

Gabriel regresó a mirarlo, negando con la cabeza.

 

-No es una celebración de cumpleaños, es una presentación en sociedad -dijo Gabriel-. Susan y su prima serán las que dirijan todos sus negocios en el futuro.

 

-Algo que tú sabrías si pusieras un poco de interés -apuntó Joanna. Le hizo una seña a la mujer, que hizo una pequeña reverencia y salió del cuarto. Wade se levantó de la cama, dejando el libro sobre la cama.

 

-Como digas, madre. Intentaré prestar atención a sus estúpidas maquinaciones desde ahora -ironizó. Cuando salió de la habitación, Gabriel se volvió hacia Joanna, esbozando una sonrisa de arrepentimiento.

 

-Discúlpalo, él...

 

-No tienes que pedir disculpas en su lugar, Gabriel -le interrumpió Joanna. Ella desvió la mirada, pero Gabe alcanzó a ver la rabia en sus ojos antes que pudiera disimularla-. A veces creo que su padre tiene razón. Ese niño apenas y parece mi hijo.

 

Gabriel juntó las manos detrás de su espalda, apretando con la derecha su muñeca izquierda, en un intento de contenerse a sí mismo. Si hablaba, la insultaría y no quería pelearse con Joanna, a pesar que odiaba escucharla hablar así de Wade y oír el desprecio y la rabia en su voz.

 

-Conoces los planes de mi querido esposo con su hija bastarda -dijo Joanna, caminando hacia él-. Eres la persona que más conoce a mi hijo. Convéncelo de tomar una decisión.

 

-No influyo mucho en él -contestó Gabriel, con una sonrisa nerviosa. Joanna ladeó la cabeza, su expresión indicaba claramente que no le creía.

 

-No sé cómo ser una madre, Gabriel. Pero sé que no quiero que nadie que no lleve mi sangre se quede con las cosas que pertenecen a mi familia. Y me sentiría insultada si realmente crees que me engañas con esa falsa sonrisa tuya.

 

Gabriel suspiró, llevando una mano a su nuca, sin saber qué responder. Su padre siempre decía que Joanna era peligrosa. Por eso, prefería a su esposo.

 

-No te asustes, no te estoy pidiendo nada que tú no quieras. Si su padre logra que su hija lo acepte, perderá su puesto. Lo sabes.

 

-Lo sé -admitió Gabriel-. Veré cómo convencerlo.

 

---

 

Wade suspiró cuando salió del cuarto, conteniendo las ganas de estampar el puño contra la pared. Bajó las escaleras con las manos en los bolsillos hasta llegar al vestíbulo. Las mesas ya estaban dispuestas para la fiesta de la noche y Wade nuevamente consideró una falta de respeto hospedarse allí cuando la familia de Susan trató de alquilar el hotel al completo. Salió al patio trasero, ignorando a las personas que limpiaban la sala. Había un jardín allí y Wade reconoció a Susan, sentada con las piernas cruzadas en el suelo. Se acercó por curiosidad, pocas veces veía a Susan así, lejos del glamour, y con una ropa compuesta por jeans y una camiseta.

 

-Hola -saludó cuando llegó a su lado. Ella alzó la vista, dejando ver sus ojeras-. Es una sorpresa verte así.

 

-Tu madre no tiene sentido de la oportunidad, ¿eh? -dijo ella-. ¿Qué quieres?

 

-Sólo admiraba el espectáculo -Susan rodó los ojos, notando la ropa que llevaba. Se sintió avergonzada y furiosa a un tiempo-. Tienes que reconocer que es extraño verte así.

 

-Supongo que si te pido que lo olvides, no lo harás.

 

-No, no lo haré -sonrió-. En realidad, tengo curiosidad por saber qué ha pasado para que estés algo menos que perfecta. No es que te afecte, sigues siendo muy guapa.

 

Susan bufó, desechando su intento de ser amable con una mirada despectiva. Estiró las piernas, acomodándose en el piso.

 

-Organizamos una fiesta. Hubo unos problemas de último minuto con el catering y con cierto huésped que decidió que quería hospedarse aquí.

 

-¿Y tú decidiste resolverlos? -Susan sonrió, a manera de asentimiento-. Tú y Gabriel son iguales. Siempre corriendo a encargarse de cosas en las que podrían dejar de pensar.

 

-A diferencia de ti, sabemos lo que es tener responsabilidades. Debe ser agradable vivir en tu lado.

 

-No tan agradable -respondió Wade, antes de añadir-. ¿Quieres ayuda con algo?

 

-¿Tú? ¿Me estás ofreciendo ayuda?

 

-Estoy aburrido. Y no quiero tener que pasar el día con mi madre. ¿Necesitas algo?

 

Susan lo miró, ladeando el rostro, considerando la oferta.

 

-Está bien -se puso de pie, sacudiendo la tierra de sus jeans, y adoptó la postura erguida y arrogante que Wade recordaba bien-. En unos momentos, deben llegar los decoradores. Te indicaré qué tienen que hacer.

 

-A sus órdenes, madame -dijo Wade, levantándose y ejecutando una reverencia. Susan negó con la cabeza. Se mantuvo cerca de él un par de horas, mientras los empleados movían las mesas para la ocasión y sillas extra eran traídas, pero una mirada al espejo le hizo alejarse rumbo a su habitación. Nadie debería decir que Susan McCarren iba por allí mal vestida y con ojeras moradas debajo de los ojos. Se tardó casi una hora y cuando regresó, llevaba tacones, un pantalón ajustado y una blusa con diseño de flores y el cabello rubio que volvía a llevar rubio y largo en una coleta alta. Encontró a Wade apoyado en una mesa, hablando con una nerviosa muchacha.

 

-No te preocupes si no lo haces bien a la primera -le estaba diciendo-. Aunque intenta que quede bien, o tus patrones se enfadarán. Son terribles.

 

Sonrió, causando que la muchacha lo hiciera también, antes de regresar a su trabajo. Susan no se acercó, permaneció a unos metros un rato, observando como Lorenz iba y venía por la sala, haciendo preguntas y ayudando en casi cualquier cosa, desde mover mesas, a colgar los arreglos de rosas blancas que su prima había insistido en tener, de una forma que no resultaba aprehensiva ni lo hacía lucir como un entrometido.

 

Wade la vio y se acercó a ella.

 

-Como verás, no he explotado nada -dijo. Sus ojos se desviaron un poco, su sonrisa vacilando y Susie giró la cabeza para saber qué lo causaba. Joanna estaba allí, mirando el espectáculo, con Gabriel a unos pasos detrás de ella.

 

-Gabriel y yo saldremos a comer, ¿nos acompañas, hijo?

 

Wade miró alrededor, considerando sus opciones. Para Susan no fue difícil notar su desazón, en especial porque todos en el colegio sabían que la relación con sus padres era más que tirante.

 

-Se ofreció a acompañarme en el almuerzo, en vista que mis padres llegarán tarde -intervino, avanzando hacia Joanna. Tendió la mano, esbozando una sonrisa dulce-. Es un placer verte tan temprano, Joanna.

 

Joanna tomó su mano y se inclinó para darle un beso en la mejilla.

 

-Lo mismo digo, Susie. Cuida bien de mi hijo -dijo, alejándose. Gabriel se acercó a Wade, apartándolo de Susan.

 

-¿Sigues molesto por lo de la mañana? -preguntó.

 

-No. Sólo estoy ayudando a Susie -contestó. Gabriel hizo una mueca de incredulidad-. Disfruta la comida e intenta que no ponga sus manos encima tuyo. Estás casi en su rango de edad.

 

-Dios, es tu madre de quién hablas.

 

-Y porque la conozco es que lo digo -dijo Wade, riendo. Susan fingió no escuchar, aunque la sonrisa la delataba. Se colgó de su brazo cuando Gabriel se fue, asintiendo con la cabeza.

 

-Si no fueras tan amigo de Barnett, podrías ser un buen amigo mío.

 

Wade la miró, enarcando una ceja.

 

-No sigas, Sue, o pensaré que no eres tan terrible como creemos -Susan sacudió la cabeza, en un gesto despectivo, despreciando sus palabras-. Además, soy un asco como amigo.

 

---

 

-Esto está increíblemente vacío -dijo Julie, sentándose en la cornisa de la ventana abierta-. Elegimos un mal momento para quedarnos, Mike.

 

-Pensé que te gustaría el colegio así de solitario -comentó Mike, apoyando las manos en la cornisa. Él pensó que se relajaría con el colegio casi vacío, pero descubrió que le resultaba atosigante. A través de la ventana podía ver la entrada del colegio, y el bosque se extendía a los lados. Le pareció que nunca había apreciado qué tan grande era en realidad-. Podemos ir a la biblioteca, o al gimnasio, o jugar algo.

 

-Me da risa que precisamente tú menciones el gimnasio -se burló Julie, sin mala intención-. Ahora que ya tienes una laptop, podemos jugar DOTA.

 

-Nunca he jugado DOTA -señaló Mike. Pensó en Gabriel y ahogó un suspiro al notar que no pensaría en el colegio si él estuviera a su lado.

 

-Yo tampoco -rio Julie-. Así que podemos practicar entre nosotros antes de las grandes ligas.

 

-Al fin los encuentro -Alan abrió la puerta, apoyándose en el borde con los brazos cruzados-. Sólo una pregunta, ¿no tienen celulares que deberían contestar?

 

-Dejé el mío cargando en el cuarto -se excusó Mike, volviéndose hacia él con una expresión aburrida en el rostro. Desde que le pidió ayuda, Alan volvía a portarse normal, más o menos. Al menos, cuando se enojaba trataba de no pagarla con él. Aunque Mike aún no sabía porqué se enojaba.

 

-El mío debe andar por ahí. Quería disfrutar de la tranquilidad y la paz -dijo Julie, bajando de la cornisa de un salto-. ¿Querías algo?

 

-Necesito ayuda -Alan suspiró, bajando los brazos-. Tenías razón, podría desaprobar si dejo de estudiar -dijo a Mike. Éste esbozó una sonrisa.

 

-Acaba de reconocer que tengo razón -dijo, volviéndose a Julie y cerrando los ojos-. No me dejes olvidar este momento.

 

Alan se acercó y le dio un golpe en la cabeza, con más diversión que fuerza. Mike lo miró, aguantando la risa.

 

-Dejen de coquetear ustedes dos -bromeó Julie. Mike se limitó a reír, pero Alan metió las manos en su chaqueta, frunciendo el ceño.  El gesto no pasó desapercibido para Julie, quién decidió no preguntar nada más. Si Alan no había querido contarle nada, ella no iba a presionar-. Tenemos la biblioteca para nosotros solos, podemos ir allí.

 

-Prefiero el cuarto -murmuró Alan-. Es más cómodo que la biblioteca.

 

-Y puedes tirarte a dormir cuando acabes -asintió Julie.

 

-Antes que nada, hay que comprar algo de comer -apuntó Mike, dirigiéndose hacia la puerta.

 

-Estoy contigo, la comida es importante -Julie le rodeó el cuello con un brazo, su aburrimiento de lado.

 

No estudiaron mucho, de todas maneras, una hora después, los tres estaban sentados en el piso, Mike tratando de ganar una partida de Tekken contra la computadora y de concentrarse por encima de las risas de Julie y los gritos de indignación de Alan. Mike perdió terriblemente y se apartó para que Julie jugara.

 

-Ni siquiera puedes hacer un combo -le dijo Alan, indignado-, eres un nerd, deberías saber jugar, es un tópico.

 

-Lo siento por no ser suficiente nerd para ti -contestó Mike, cruzándose de brazos. Alan murmuró un par de insultos más en voz baja, negando con la cabeza.

 

-Es vergonzoso de ver. Ni siquiera sé porqué soy su amigo.

 

-¡Acabas de admitir que somos amigos! -exclamó Mike, apoyando las manos en el piso e inclinándose hacia él-. Y Julie está de testigo, no vas a poder decirme otra vez “nunca lo fuimos”.

 

-Pienso grabar el momento en mi memoria y recordárselo cada vez que intente hacerse el duro -murmuró Julie-. Es más, haré un recordatorio en mi celular.

 

Alan se abstuvo de hablar, desviando la mirada para evitar ver la expresión de felicidad en el rostro de Mike. Julie siguió jugando, mirándolos de reojo. Si estaba en lo correcto, Alan empezaba a sentir algo por Mike, pero éste no tenía ojos más que para Gabriel. Se distrajo lo suficiente como para perder y le dejó su puesto a Alan, sentándose en los cojines que él ocupaba antes, mirando su espalda. De cualquier forma, era irónico que le gustara precisamente que salía con el hijo de la persona que más odiaba.

 

-Tú tienes muy mala suerte, ¿no? -dijo Julie, cuando Mike se levantó para ir a comprar más jugos. Alan dejó de jugar para mirarla.

 

-¿De qué hablas? -Julie se encogió de hombros. Se acercó a él y le rodeó con los brazos, apoyando la barbilla en su hombro.

 

-Nada. Sólo recuerda que estoy aquí para ti.

 

-Me estás asustando, Julie –bromeó-. ¿Te vas a morir o algo? Nunca eres tan amable.

 

-Cállate, sólo digo que estoy de tu lado, es todo.

 

Alan la miró, antes de volver su atención al juego. Si Julie había descubierto sus sentimientos por Mike no debía sorprenderse, ella era lista. De cualquier manera, él no tenía intenciones de hacer nada, sólo mirando la sonrisa de Mike cada vez que mencionaba a Gabe le bastaba para saber que no tenía oportunidad. Aunque, claro, Mike sólo conocía el lado amable de Gabriel. Siempre con su sonrisa y esa falsa cordialidad, y siempre siendo atento. Ése no era el Barnett que él conocía, pero tampoco importaba. El punto es que Mike se moría por Gabriel y él era un idiota por fijarse en el chico.

 

---

 

Ericka se apoyó en la pared, en el jardín. Un escalofrió la recorrió y recordó que el vestido purpura que llevaba dejaba su espalda al descubierto. Suspiró, estaba cansada y le dolían los pies por usar tacos y por un momento deseó estar en el colegio, con los pies metidos en la piscina y Bryan charlando de nada a su lado. Le sorprendió pensar en él, y suspiró. Tal vez sus sentimientos estaban creciendo, o se estaba enamorando, no sabría decirlo. Eran más de las dos de la mañana y la fiesta no parecía tener visos de terminar aún, pero ella no podía conceder un baile más con los zapatos que llevaba puestos. 

 

Notó que alguien salía del hotel y no supo si sentirse sorprendida al ver a Wade, riendo en voz baja con una chica cualquiera. Sintió la rabia corriendo por sus venas y le echó la culpa al alcohol que había tomado porque ella ya había superado a Wade, y definitivamente no quería ser otra de esas chicas a las que veía por una noche y luego olvidaba. Se sorprendió mucho más al notar que la chica era Susan. Pensó que ellos se llevaban mal.

 

-Oh, Ericka -dijo Susan, acercándose a ella-. ¿Te sientes bien? Hemos alquilado todo el hotel para que nuestros invitados puedan quedarse a descansar si quieren. Sólo quedan unas cuantas personas todavía celebrando.

 

-Todavía está en modo anfitriona -Wade rio tras ella, y Ericka alzó la mirada para verlo. Llevaba la camisa fuera de los pantalones y la corbata suelta. Ojos grises que apenas alcanzaba a ver y la misma sonrisa burlona a la que ya se había acostumbrado.

 

-Creo que estoy un poco borracha -dijo. Wade le rodeó la cintura con un brazo, tirando de ella.

 

-Es mejor que vayamos arriba. Podemos pasar lejos del vestíbulo, no creo que te guste que te vean así.

 

Susan le dirigió a ambos una sonrisa de burla y por un momento, Ericka recordó que se estaba mostrando débil ante Susan, que nunca dejaría pasar la oportunidad para echársela en cara. Pero aún le dolían los pies y tenía la mente embotada y se dejó llevar, sintiendo la calidez de Wade en su costado, recordando la sensación de los labios de Bryan y de cuerpo apretado contra el suyo. Se preguntó si se sentiría igual con Wade y se recriminó al instante.

 

-¿Dónde vamos?

 

-A mí cuarto. No pienses mal, estarás bien compartiendo habitación con Gabe. Y yo buscaré dónde dormir.

 

-Como siempre haces -murmuró ella. Wade dejó escapar una risita y se las arregló para abrir la puerta sin soltarla. La sostuvo hasta que pudo dejarla en el filo de la cama.

 

Ericka se puso de pie de repente, poniendo las manos en los hombros de Wade. No lo pensó mucho y presionó sus labios sobre los contrarios. Wade dudó un segundo, antes de abrir la boca y buscar más que sólo un roce de labios. Ericka se apartó al sentir su lengua, casi dando un salto hacia atrás.

 

-¿Estás bien? -preguntó él. Ericka sonrió, una mueca nerviosa dibujándose en sus labios. No se sentía igual, no igual que la primera vez que lo besó, y sus labios no eran tan gruesos ni estaban agrietados al tacto como los de Bryan. Y no tenía esa mirada en sus ojos, ese anhelo dirigido sólo hacia ella. Se sentía mejor al comprobarlo.

 

-Bien -dijo-. Somos amigos.

 

Se subió en la cama sin quitarse los zapatos y se enredó en las sabanas, mientras Wade la mirada, con la boca entreabierta por la sorpresa.

 

-Por eso es que dicen que el alcohol es malo -susurró, antes de salir del cuarto. De buen humor, caminó por los pasillos, silbando entre dientes y se detuvo antes de bajar las escaleras, al escuchar la voz de su madre. Regresó sobre sus pasos y se detuvo en el pasillo, hasta que notó una puerta entreabierta. Se apoyó en ella, tratando de hacer el menor ruido posible.

 

-Él es tu hijo -escuchó decir a su madre-. No puedes pretender quitarle todo. Para dárselo todo a esa bastarda.

 

-Esa bastarda sí es mi hija. No puedo estar seguro del tuyo, ¿con cuántas personas te acostaste?

 

Wade parpadeó, preguntándose si debía sentir algo al escuchar a su padre. Sabía que lo odiaba, y algunas veces se había planteado el no ser su hijo de verdad, para explicar ese odio. Su madre, por otro lado, opinaba que sólo los detestaba porque el embarazo le impidió abandonarla como pensaba hacer.

 

-¿Y crees que una mujer capaz de acostarse con un hombre casado no mentiría?

 

-Quiero la prueba de ADN, Joanna.

 

-Hazla cuando quieras. Pero sí se la haces a mi hijo, tu bastarda se la hará también. Nunca te engañé hasta que me dejaste y te atreviste a estar con esa perra en vez de conmigo. Cuando yo llevaba a tu hijo.

 

Su padre no respondió. Wade tampoco se sorprendió de eso, su padre era un cobarde. Pensándolo así, si no era su hijo, sería incluso un alivio. Sus voces se volvieron susurros y cuando sintió pasos en su dirección, Wade se alejó, ocultándose en otro cuarto, hasta que calculó que era seguro salir. Su madre, sin embargo, seguía allí. Ambos se miraron un rato, Joanna apoyada en la puerta, el porte orgulloso y altivo a pesar del temblor en su cuerpo. Wade se acercó a ella, sin saber qué sentir. Había perdido la cuenta de las veces en que sintió su palma y los anillos en sus dedos estamparse en su rostro, las veces en que ella expresó su desaprobación por su poco interés en los estudios, su forma de ignorarlo, y de tratarlo como una cosa más que lucir. No podía olvidar nada de eso, pero aunque una parte de él la odiaba, la otra se sentía orgullosa por su entereza, por la mirada fiera en sus ojos. Se preguntó si eso era lo que sentía Gabriel por su padre, una mezcla de repulsión por sus actos, y admiración por la forma determinada en que se comportaban.

 

-Lo escuchaste -dijo ella.

 

-Sí -admitió él-. ¿Es cierto? ¿Soy su hijo?

 

Joanna le dirigió una mirada cargada de veneno que Wade soportó estoicamente, pero no contestó.

 

-No me importa, ¿lo sabes? Agradecería si no tuviera que llevar su sangre.

 

-Llevas su sangre -respondió ella, acercándose y poniendo una mano sobre su rostro. Wade tuvo que luchar con el instinto de apartarse y se sorprendió al recibir una caricia-. Y también llevas la mía. Aunque te comportes más como él.

 

-No quiero ser su juguete, que es diferente -respondió, ofendido.

 

-Sigue diciéndote eso, pero es sólo una excusa -dijo, antes de marcharse. Wade bufó, su humor arruinado por completo. Consideró llamar a Gabe para que le hiciera compañía, pero él seguramente estaría de acuerdo con su madre. Tal vez sólo debía irse. Cuando bajó las escaleras, no encontró a nadie más que los empleados. La misma chica que había hablado con él en la mañana se le acercó.

 

-¿Por qué están aquí a esta hora?

 

-La señora McCarren quiere que el hotel esté ordenado para mañana.

 

-¿Susan?

 

-No, mi madre -respondió Susan detrás de él. Se había cambiado el vestido por un pantalón algo más suelto y vestía botas y una camiseta ajustada. Por su sonrisa y su forma de caminar, nadie sospecharía que había estado casi todo el día de pie, organizando una y otra cosa. Wade supuso que era lo mismo que hacía en el colegio, no dejar que nadie notara ni una sola pizca de debilidad, manteniendo siempre la imagen de perfección que esperaban de ella. Y era justo lo que esperaban que él hiciera

 

-Creo que te odio, Sue -dijo. Susan enarcó las cejas, antes de bufar.

 

-Dime algo que no sepa.

 

-También odio a Gabriel -esta vez, Susan soltó una carcajada incrédula.

 

-Has bebido de más, Lorenz -Wade se sentó en un sofá, observando a Susan dirigir a todo el mundo, ordenando a cada grupo de trabajadores. Bostezó un par de veces, en las que ella lo miró, negando con la cabeza. No la odiaba, realmente, ni a Gabriel. Pero se sentía irritado y molesto. Se sentía empujado a hacer algo que no quería para defender su orgullo. Como si pudiera tener algo de orgullo cuando todo el mundo sabía que su padre y su madre se odiaban, y él era sólo fruto de un acuerdo.

 

-Aquí estás -escuchó la voz e Gabriel a sus espaldas, y le dirigió una mirada enfadada que Gabe correspondió con una confusa-. Ven conmigo.

 

Wade consideró ignorarle, pero estaba de mal humor y no quería que los chicos con los que había trabajado en la mañana lo vieran así. Se levantó y Gabriel posó una mano en su espalda, dirigiéndolo hacia arriba.

 

-Ericka está en mi cama -dijo, mientras subían las escaleras.

 

-Lo sé, dejé a Kathy con ella. Vi un cuarto desocupado, aunque es individual -contestó Gabriel. Abrió la puerta del cuarto y vio a Wade caminar dentro y dejarse caer en la cama. Su amigo lucía peor de lo que era habitual cuando veía a sus padres-. ¿Qué pasa?

 

-Pasa que odio que me manipulen, pero lo están logrando -contestó. Gabriel no dijo nada. Se quitó la camisa y se puso una camiseta que sacó de una mochila. Sacó otra y se la tendió a Wade.

 

-Al menos, cámbiate la camisa.

 

-¿No me vas a decir que ella tiene razón?

 

-No me escucharías de todas formas -contestó, acostándose al lado de Wade. Apoyó el rostro en una mano, girándose un poco para ver a su amigo-. Lo único que yo sé es que encontrarán la manera de apartarte si no haces algo, si no tomas alguna responsabilidad. Y claro, tendrías el dinero, son tus padres y están obligados a hacerlo, al menos hasta la mayoría de edad. Entonces, estarías por tu cuenta. Si hablamos de lo que yo quiero, entonces sí, Wade, quiero que seas tú quién sea el heredero de los Lorenz.

 

-¿Porque te ayudaría con tus planes de venganza hacia tu padre? ¿Aunque algún no sabes cómo vas a hacer, por cierto?

 

-Exacto -admitió Gabriel-. Si tienes curiosidad por saber qué pasa con tu padre y esas drogas de las que me hablaste, la manera más rápida es involucrarte, también. Tú decides qué hacer, pero no puedes culparlos por lo que pase cuando ya te están advirtiendo.

 

-Gracias por la sinceridad -masculló Wade, ocultándose debajo de las sábanas. Gabriel se sintió un poco culpable, pero no encontró qué más decir. Wade debía tomar una decisión y pronto. Si Edward no lograba que Julie lo acepte, aún quedaban otras formas de quitar a Wade del camino. Podrían condicionar su herencia, como mínimo. Edward haría lo que fuera por vengarse de Joanna, y Wade era la forma más rápida de lograrlo. 

 

---

 

Gabriel entró al colegio, seguido de Katherine y Ericka. Cuando se levantó, en la mañana, Wade no estaba a su lado y no habían hablado en todo el día. Por alguna extraña razón, Susan y él habían pasado casi toda la mañana con los padres de ésta, y regresaron juntos, o al menos debían hacerlo.

 

-Entonces, ¿desde cuándo Susan y Wade son amigos? -preguntó Katherine. Ericka se encogió de hombros. Estaba radiante esta mañana, por la razón que fuera.

 

-No me importa -dijo, adelantándose-. Vamos a comer, Kathy. Gabe seguramente estará más interesado en su novio.

 

Gabriel asintió, aunque no había pensado mucho en Mike hasta ahora. Todavía estaba preocupado por Wade y lo que menos quería era tenerlo enojado con él, otra vez. Una vez al año era su límite. Miró su celular, considerando llamar o no, pero decidió no hacerlo. Tal vez sería mejor dejarlo solo y ahora que Ericka lo mencionó, necesitaba ver a Mike. Siempre se sentía mejor con él a su lado. En vez de llamarlo, decidió sorprenderlo.  Caminó hasta el cuarto y encontró la puerta entreabierta. Se asomó por ella, viendo a Julie acostada en el piso entre almohadones. Mike estaba en la computadora, al parecer jugando a algo y Alan estaba a su lado, dirigiéndolo, si tenía que juzgar por los gritos de “no” y “haz un combo” y “juega mejor un mono”. Gabriel abrió la puerta, y se quedó de pie, con los brazos cruzados, sin interrumpir, ni dar muestras de su presencia.

 

-Joder, Michael, hay límites para las veces en que se puede perder -rezongó Alan.

 

-Tal vez si no gritaras en mi oído lo haría mejor -replicó Mike. Gabriel sonrió, algo orgulloso al ver que era capaz de defenderse.

 

-No lo creo. Me he mantenido callado casi una hora y has perdido -Alan sonrió, antes de enredar una mano en el cabello de Mike y desenredarlo.

 

-Hey, manos fuera -dijo Gabriel. Se acercó a ellos a la par que Mike se giraba y se inclinó para darle un beso en los labios, captando la manera en que Alan rodaba los ojos y se levantaba para unirse a Julie en el piso.

 

-Pensé que regresarías más tarde -susurró Mike, cuando se apartó. Se lamió los labios y se mordió levemente el superior, causando que Gabriel deseara volver a besarlo- ¿Y qué fue eso de manos fuera?

 

Gabriel se sentó al lado de Mike, en la silla que Alan usaba minutos antes, sin prestar atención al juego.

 

-No sé, ¿me salió al momento? -enredó sus dedos en el cabello de Mike, replicando la acción de Alan y sonrió, complacido, cuando Mike se presionó contra sus dedos, buscando más contacto. Le recordó a un gatito.

 

-Oh, por Dios, consigan un cuartos ustedes dos -rezongó Julie, negando con la cabeza-. Podría morir de diabetes sólo con mirarlos, o escucharlos, o estar cerca a unos diez metros.

 

Mike esbozó una sonrisa tímida y complacida a la vez y Gabriel se giró en la silla, mirando hacia ella.

 

-Si nos ponemos técnicos, estamos en un cuarto. No tenemos que movernos a ningún otro sitio -le dirigió a Julie una media sonrisa, mientras estiraba un brazo en dirección a Mike, tocando su abdomen y levantando levemente su camiseta.

 

-Gabe, ¡no! -exclamó Mike, dándole un manotazo. Julie sólo negó con la cabeza.

 

-Me voy -dijo Alan. Mike alzó la cabeza, necesitando disculparse por la escena, pero la mirada en sus ojos le advirtió que era mejor no decir nada. Supuso que la rabia era porque Gabriel estaba allí, interrumpiendo la tarde más o menos tranquila que estaban pasando.

 

-Nosotros nos vamos -dijo Mike. Se puso de piel y tiró de la muñeca de Gabriel-. Tú puedes quedarte.

 

Gabriel siguió a Mike fuera del cuarto, y éste se volvió hacia él, con una mirada reprobatoria en sus ojos.

 

-No deberías hacer eso -le dijo, cruzando los brazos sobre su pecho.

 

-Vamos, Mike, era una broma -replicó Gabriel.

 

-Sí, pero sabes cómo se siente Alan por ti. Si lo fastidiaras menos, tal vez...

 

-No lo estaba fastidiando a él -interrumpió Gabriel-. Era a Julie, y ella me conoce, hemos hecho esto por años.

 

-¿Has hecho...? -preguntó Mike, tratando de poner su confusión en palabras-. ¿Les has insinuado que vas a... acostarte... con alguien más en frente de ella?

 

-¡No! -Gabriel rio-. Hacerla sentir incómoda. Quien se incomoda primero, pierde. No tiene nada que ver con Alan, y si él lo creyó así, lo siento por él. Mi vida no gira en lo que piensa o deja de pensar Garton.

 

Mike suspiró. Gabriel tenía un punto, y cuando quería fastidiar a Alan, lo hacía directamente. Pero aún así, se sentía un poco culpable. Tal vez porque Alan se divertía antes que Gabe llegara y Mike sabía que él sólo verlo le ponía de mal humor.

 

-Lo que pasa es que tú piensas en todo el mundo -añadió Gabriel-. Y eso es bueno, eres una mejor persona de lo que seré jamás.

 

-No digas eso -murmuró Mike. Gabriel volvió a enredar sus dedos en el cabello ajeno, y Mike se limitó a disfrutar de la sensación.

 

Cuando al fin llegaron al cuarto, y entraron, Mike trató de besarlo, pero se detuvo al ver a Wade allí, y notar que su mirada era más seria de lo habitual.

 

-Hey -saludó a ambos. Estaba sentado en el borde del escritorio, los pies descalzos cruzados, y llevaba puesta una camisa que tenía la mayoría de los botones abiertos, excepto el de en medio. Por la e-book que tenía en la mano, parecía que se había estado cambiando la ropa y se había distraído leyendo.

 

-Hey -contestó Gabriel. Había una nota de cautela en su voz, que hizo que Mike mirara a ambos, preguntándose si habían discutido otra vez. Wade pareció reaccionar y sacudió la cabeza.

 

-No se preocupen por mí, sólo tengo que terminar de cambiarme -dijo, dándoles la espalda y tomando una camisa que estaba sobre su cama. Wade se giró, quitándose los jeans, sin sentirse avergonzado por quedar semidesnudo delante de ellos. Por cortesía, Mike desvió la cabeza, causando que éste riera-. Olvidé que ustedes dos pueden disfrutar mucho de esto.

 

-En tus sueños -replicó Gabriel. Mike volvió la mirada, al menos para demostrar que no sentía nada por ver a Wade de pie delante de ellos, sólo con una camisa puesta.

 

-En mis pesadillas, sonaría mejor -replicó, terminándose de cambiar. Caminó hacia la puerta y se giró antes de salir-. Por cierto, Gabe, pensé en lo que dijiste.

 

Gabe alzó la mirada, luciendo confuso.

 

-Y la respuesta es sí, acepto -Wade rio, antes de salir.

 

-¿A qué se refiere? -preguntó Mike. Gabriel sacudió la cabeza.

 

-Aún estoy tratando de descifrarlo, no sé de qué habla -mintió con facilidad, sonriendo, no tanto por la broma que pretendía hacer, sino porque sabía a qué se refería. Volvió a mirar a Mike, besándolo antes que él pudiera decir algo. Rodeó la cintura de su novio con los brazos, haciéndolo caer de espaldas a la cama.

 

-Voy a creer que sólo me quieres por esto -susurró Mike, bromeando.

 

-No puedes culparme -contestó Gabriel, metiendo las manos debajo de su camiseta y tirando de ella hacia arriba-. Eres guapo.

 

Mike se sonrojó, su primer instinto fue negarlo, pero los labios de Gabriel sobre su boca le impidieron hablar.

 

-Tú eres guapo -dijo, cuando Gabe liberó sus labios. Gabriel rio, ocultando el rostro en su cuello-. Te extrañé.

 

-No me fui tanto tiempo -Mike tiró de su cabello y Gabriel alzó la cabeza para verlo a los ojos. Pasó un dedo por sus labios entreabiertos, mientras Mike alzaba las manos y le rodeaba el cuello.

 

-Lo sé, pero igual te extrañé.

 

-Yo también lo hice. Te quiero, Mike.

 

Como siempre, el corazón de Mike se aceleró en su pecho al escucharlo. Volvieron a besarse y Mike se calló el resto de cosas que quería decir, que le sonaban cursis y melodramáticas hasta a él. Cosas como lo vacío que se sentía el colegio sin él, incluso con Alan y Julie allí. 

Notas finales:

¿Saben algo? Me gusta mucho escribir a Joanna xDD


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