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West Lake por Hisue

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Notas del capitulo:

¡Hola, otra vez!

¿Recuerdan que hace unas semanas mencioné lo de hacer una fanpage? Bueno, sigo queriendo hacerla, pero no se me ocurre un nombre xDDD... tal vez cuando tenga uno, les avise que la hice! 

Anyway... creo que no tengo mucho que decir hoy, las gracias de siempre a las personas que leen y comentan, es agradable saber de ustedes :) 

Y pues... más notas al final xD

Capítulo 55


 


-No necesitas ayudarme -Ericka se detuvo, apoyando la espalda en la columna. Eran más de las cuatro de la mañana, y no había nadie en el gimnasio más que ella, recogiendo las últimas botellas de alcohol y abrigos que sus compañeros habían dejado tirados, y Bryan.


-No lo hago. Ni siquiera estoy limpiando nada -contestó Bryan-. De todas formas, tú tampoco necesitas estar aquí. Mañana se encargarán de limpiar todo esto.


-Tú tampoco necesitas estar aquí -replicó Ericka-. Todos los demás están de permiso.


Bryan se acercó a ella, con las manos en los bolsillos de sus jeans.


-Cierto, pero entonces no te habría visto como Fénix.


-Ni siquiera conozco al personaje -bufó-. Kathy me hizo una reseña cuando buscábamos disfraces. Ella vino de Afrodita, le pega. Ella es una diosa, yo alguien poseído.


-No es así -negó Bryan. Dudando un poco, como siempre cuando se trataba de tocarla, posó dos dedos debajo de su barbilla y le alzó el rostro, sonriendo mientras la miraba-. Fénix es una fuerza de la naturaleza. No importa el cuerpo.


-Estoy empezando a sospechar que le dijiste a Katherine para que me influenciara a comprar esto -dijo, apartando la mano de Bryan de su rostro. Notó el dolor en su expresión y se arrepintió al instante, pero tocarlo o pedirle disculpas no le parecía natural. Todo esto de las relaciones era complicado, más que sus clases. Suspiró, antes de alzar las manos, tomar el rostro de Bryan y posar los labios sobre su boca. Un suave, lento beso que le recordó a los labios de Wade, y le hizo sonreír por el recuerdo. Era diferente. Esta vez, cuando Bryan abrió los labios y acarició los suyos cerrados con su lengua, no saltó hacia atrás. Se sentía bien.


Él se apartó un momento, y la miró, sonriendo. Ericka sonrió también, sin saber muy bien porqué y cuando Bryan la besó otra vez, abrió los labios, cerrando los ojos de manera automática al sentir la lengua ajena colarse en su boca, cálida y húmeda. Bryan se limitó a sostenerla por la cintura, deseando hacer más, tocar su cuerpo, pero sin atreverse por temor a hacer algo equivocado, algo que la hiciera alejarse de él. Se conformó con seguir el beso.


Ericka abrió los ojos cuando Bryan dejó de besarla. Éste apoyaba la cabeza en su hombro, y ella se preguntó qué sentiría si sus labios rozaban su cuello, o si las manos que él mantenía en su cintura se movían por su espalda. No creía poder atreverse a hacerlo ella, acariciarlo o besar algo que no sea su rostro, pero la idea le calentó las mejillas y le hizo ser consciente del cuerpo que estaba apenas a milímetros de tocar el suyo.


-Creo que tengo que ir a dormir -murmuró.


-Creo que tienes razón -corroboró Bryan. Se apartó de ella, volviendo a poner las manos en sus bolsillos-. Al menos, no terminaste borracha. He visto a un par de tus amigos vomitando.


Ericka hizo un sonido a medias entre un bufido y una risa. Se peinó el cabello con los dedos, captando la manera en que Bryan trataba de no mirar su cuerpo fijamente. Con el traje ceñido que llevaba, no había manera en que él no la mirara.


-¿Todos los trajes de superhéroes son así de ajustados?


-Creo que los usan así para distraer al enemigo -bromeó Bryan. Era imposible no fijarse en los pechos de Ericka, delineados perfectamente por el traje, en la curva de sus caderas. Imposible no desear pasar las manos por su cuerpo y ver su reacción.


-El que ninguna de las chicas de cómics luzca mal debe ayudar -dijo ella. Bryan notó el tono despectivo de su voz, y se encogió de hombros. A veces sentía que era más fácil hablar con ella cuando no salían, y se preguntaba qué estaba buscando exactamente al ir tras ella. Pero no era de pensar las cosas demasiado y creía que era mejor tener algo de lo que arrepentirse a no hacer nada-. Iré a dormir, organizar esto ha sido un dolor de cabeza.


-Te esfuerzas mucho -comentó Bryan, apartándose un poco. Ericka se encogió de hombros, sin darle importancia. Empezó a caminar con Bryan a su lado-. Lo digo en serio, haces que parezca que el resto no trabaja lo suficiente.


Ericka bufó.


-No es que sea mi problema -dijo-. En realidad, creo que cada uno hace lo que puede, o lo que quiere hacer. ¿Cuándo vas a ir a la universidad? -preguntó, deseando cambiar el tema. Sus amigos ya la molestaban porque creían que trabajaba demasiado, no quería discutir lo mismo con Bryan.


-No lo decía porque creo que sea malo -aclaró Bryan-. Y la universidad… mediados del año que viene. Daré el examen antes, pero necesito tener un fondo.


Ericka asintió. No había pensado en qué pasaría después, ni era algo que le quitara el sueño, lo que suponía que significaba que la atracción que sentía por Bryan no era ni de lejos como el que veía eb Gabriel por Mike. Pero ella no era Gabe, y estaba cansada de darle vueltas a las cosas. Y, en todo caso, sus deseos iban más allá de un chico.


-Supongo que te veré después -dijo Bryan, al notar que ya estaban en la puerta del cuarto. Ericka se giró, sacudiendo la cabeza para asentir, sintiéndose un poco mal al escuchar el anhelo en su voz. Mal, porque ella no se sentía exactamente igual, pero aún así le gustaba escucharlo. Esta vez, cuando él le acarició el rostro, no lo apartó y se quedó quieta mientras él tocaba sus mejillas y subía hasta su cabello-. Eres hermosa.


Ella sonrió, negando con la cabeza.


-Creo que tú tampoco estás mal.


Bryan soltó una risa y ella sintió que la tensión en su cuerpo desaparecía al escucharlo. Estiró una mano y le tocó el cuello y le dio un suave beso en los labios, antes de entrar al cuarto, sonriendo como si ese beso fuera una travesura. Antes de volver a enredarse en preguntas, sobre si todo con Bryan era sólo un juego, decidió dormir. Debía dejar esa costumbre de cuestionar cada paso que daba, al menos en lo que respectaba a las relaciones.


---


Mike abrió los ojos y estiró los brazos, en un intento por dejar atrás los últimos resabios de su sueño. Le dolía el cuello, por haber dormido con la mitad del cuerpo colgando de la cama. Alan dormía boca abajo a su lado, y Julie descansaba sobre su cama, el cabello suelto sobre la espalda y el rostro oculto en las almohadas. Mike creía que todos se habían pasado un poco por el alcohol la noche pasada y lo sintió cuando empezó a caminar y sintió un incipiente dolor en las sienes. A pesar de eso, se sentía satisfecho y feliz. Entró al baño, quitándose la camiseta mientras bostezaba y se miró al espejo del lavaba, ahogando una exclamación de sorpresa al ver el cardenal en la piel de su cuello que empezaba a tomar un color morado. Mike se tocó la piel herida. Gabriel lo había mordido allí con sus falsos dientes de vampiro y él había estado tan perdido en la sensación de su cuerpo sobre el suyo que no había notado el dolor. O lo notó, pero no le dio importancia. Suspiró, decidiendo bañarse primero y luego pensar en cómo cubrirlo. Al salir del baño, se encontró con Julie sentada en la cama, mirando a la pared con expresión perpleja.


-¿Dormí aquí? -preguntó.


-Eso parece -contestó Mike, agradeciendo que Julie estuviera un poco ida. Si veía la marca que tenía en el cuello, lo molestaría por décadas.


-No recuerdo cómo llegué -Julie se llevó una mano a la garganta. La sentía áspera, igual que su voz. La última vez que se emborrachó vomitó y lo había odiado-. Dime que no vomité -pidió.


-Lo hiciste -contestó Alan, girando en la cama para quedar boca arriba y acaparando el espacio-. Agradece que estaba allí.


Julie hizo un gesto de dolor y Mike se apresuró en abrir su armario. Nunca se demoraba en elegir qué ponerse y cuando pasaron más de cinco minutos en los que revolvía la ropa, Julie enfocó sus ojos en él. Se levantó de la cama y se acercó lo suficiente para ver la marca en su cuello, pero a diferencia de lo que Mike esperaba sólo dejó escapar un débil oh, y no hizo ningún otro comentario.


-Regreso a mi cuarto. Por favor, no me levanten en unas tres horas.


Cuando ella salió, Alan volvió a girar, dispuesto a seguir durmiendo y Mike se puso un suéter que no llegaba a cubrir el cardenal, y llevó la mano a su piel, sin saber muy bien qué sentir. No era la primera vez que Gabriel dejaba marcas en él, pero ninguna era visible. Si le hubieran preguntado un día antes, Mike habría opinado que no le gustaban, ni quería llevarlas. Pero ahora, esa herida le recordaba los labios de Gabriel, su aliento mientras, sus cuerpos presionados juntos y esa pasión desesperada que había tenido la noche pasada.


Quiso volver a acostarse, todavía se sentía cansado, pero sintió a Alan levantarse y en vez de regresar a dormir, se quedó sentado en la cama, observándolo.


-Gracias por lo de ayer -dijo. Alan se giró, mirando a los lados, como si buscara a alguien más a quién Mike debía estar hablando.


-¿Gracias por? -inquirió.


-Por lo de Julie. Sé que no habrías ido de no ser por ella. Y no sé si yo hubiera sido de ayuda.


Alan parpadeó, quedándose de pie con los brazos cruzados en el pecho, sin saber muy bien qué pensar.


-A veces no sé si eres así de amable de verdad o si sólo finges -murmuró, desviando la mirada.


-¡Hey! -se quejó Mike-. No tengo necesidad de mentir, sólo estaba preocupado por Julie. No ha querido decirme nada, pero está distraída desde que le hicieron ese examen.


Alan suspiró, y se sentó en el borde de su cama, pasando una mano por su cabello desordenado.


-También intenté hablar con ella de eso, pero insiste en que está bien. Pensé que contigo lo haría.


Mike se encogió de hombros.


-Julie siempre dice que no le importa, pero viéndola así, no lo parece.


-Bueno, si ese examen es negativo, toda su vida se convertiría en una mentira. También estaría preocupado -señaló Alan, esbozando una media sonrisa. Se fijó en Mike y notó la marca que empezaba a ser morada en su cuello, cuando éste se giró para coger algo de su mesa de noche. No podía verla con claridad, pero estaba allí, sobre su piel, un chupetón que obviamente había dejado Barnett. Apretó los puños contra sus rodillas, esforzándose en parecer normal. Después de todo, que se acostaban no era ninguna novedad.


-Voy a desayunar -dijo, dirigiéndose antes al baño. Cuando salió, Mike estaba de pie, esperándolo cerca de la puerta.


-Te acompaño -dijo-. También estoy hambriento.


-Deberías cubrir eso -Alan señaló su cuello, y Mike llevó una mano hacia su piel, abriendo los ojos mientras un sonrojo desigual crecía en sus mejillas. Balbuceó algo incoherente, antes de girar y acercarse al armario. Se puso una chaqueta con capucha encima, y Alan asintió-. Sí, ya no se nota -dijo, con un tono divertido que no sentía en realidad.


-Por lo que más quieras, no lo menciones -murmuró Mike, avergonzado. Le era difícil recordar porqué le había gustado tenerla hace rato, ahora sólo se sentía avergonzado y deseaba que Alan nunca la hubiera visto. No le gustaba hablar de eso, tenía suficiente con las bromas de Julie.


-Bueno, todavía te debo unas clases -Mike le dedicó una mirada agradecida, que causó que Alan quisiera eliminar la distancia entre ellos y besarlo. No lo hizo, claro, se limitó a darle una palmada en la espalda que hizo a Mike trastabillar un poco-. Lo creas o no, no es mi idea de diversión pensar en Barnett... olvidémoslo.


-Ya lo he olvidado -asintió Mike, recuperando el equilibrio. A pesar de la fuerza del golpe, en realidad no había violencia en él-. Espero que aún quede desayuno -dijo, por cambiar de tema.


Para mala suerte de Alan, se encontraron con Gabriel en la puerta del comedor. Desvió los ojos, esperando que Mike no se entretuviera con él, deseando que aún quisiera acompañarlo a comer. Maldijo internamente, estaba jodido si le importaba que el chico comiera con él. Apartó a Gabriel de la puerta para entrar al comedor, sin notar la manera en que Mike le siguió con la mirada, casi triste.


No esperaba verlo otra vez, pero Mike apareció unos minutos después frente a la mesa en que solían sentarse y tomó asiento en frente de él.


-Pensé que te irías con Barnett -dijo Alan, dando un sorbo a su café. Mike se había decantado por limonada, y bebió un poco, antes de responder.


-Te dije que tenía hambre -dijo-. Y Gabe va a intentar convencer a su perro de usar correa, prefiero no estar allí hasta que lo logre.


Mike esperó a que Alan comentara algo, pero él permaneció en silencio, prestando atención sólo a su comida. Siguió hablando, en un intento por romper la repentina tensión en el ambiente. No le gustaba, prefería la camaradería con la que hablaban hace sólo un rato.


-Gabriel siempre dice que su perro no le haría daño a nadie -dijo, no encontrando nada más que comentar-. Pero no le creo. Me da miedo, en realidad.


-Barnett es el único que piensa que ese perro es dócil -dijo Alan, negando con la cabeza-. Y si no cambió de opinión después que casi le desgarrara la pierna a Lorenz, no habrá nada que lo haga. Aunque a mí me da igual. Lo único que sé es que es horrible.


Mike tuvo que reconocer que Alan tenía razón, incluso aunque Gabriel odiaba cualquier opinión en contra de su perro. Pasaron el tiempo hablando del perro, algo que hacía a Mike sentir en terreno seguro y mencionando a Gabriel lo menos posible. Lo que menos quería Mike es volver a ver la cara de enfado de Alan, se divertía mucho más con él cuando sólo bromeaban así.


Cuando terminaron de comer, caminaron fuera del comedor lado a lado. Mike quería preguntar si iba a estar ocupado más tarde o si podían jugar algo, en caso que no, pero las carcajadas de Wade corriendo por los pasillos le interrumpieron. Max venía detrás de él, corriendo en largas zancadas y ladrando ruidosamente. A Mike le extrañó un poco, el perro solía ser bastante silencioso, lo que le daba un aspecto aún más amenazante. Max dio un salto, tumbando a Wade al piso, pero éste no pareció enojarse por el golpe, porque sólo se giró en el piso y dejó que el perro subiera a su pecho, mientras reía.


-Me rindo, tú ganas -dijo, sin dejar de reír. Gabriel llegó poco después. Mike y Alan seguían allí, sin saber si debían irse o no. Mike lo miró de reojo. Él sentía un poco de curiosidad por lo que pasaba, pero dudaba que Alan sintiera lo mismo. Tal vez sólo esperaba que Max mordiera a Wade. De nuevo.


-¿Estás loco? -exclamó Gabriel, frunciendo el ceño. Estiró la mano, dirigiéndose a Max-. Ven aquí.


El perro volteó la cabeza hacia él. Antes de obedecer, lamió el rostro de Wade y se dirigió meneando la cola hasta alcanzar la mano de Gabriel con su nariz.


-Deja de enseñarle a perseguir cosas, Wade -riñó Gabriel, mientras se ponía de rodillas, para estar a la altura de Max-. No será mi culpa si vuelve a morderte.


-No lo hará -dijo Wade. Se puso de rodillas al frente de Gabriel, pasando una mano por el pelaje de Max. Le hablaba al perro, pero mantenía la vista fija en Gabe, con una sonrisa burlona en su rostro-. Tú no vas a herirme de nuevo, ¿cierto, Max? Porque sabes que tu dueño se deprimirá y te odiará si lo haces.


Gabriel le dirigió una mirada enfadada y entonces reparó en la presencia de Mike, observándolos al pie de la puerta del comedor. Alan estaba a su lado, tratando de no lucir interesado en la escena. Le puso la correa a Max, volviendo sus ojos a su amigo. Podría haberse enojado por ver a Mike al lado de Garton otra vez, pero Max le lamió la mano, mirándolo con sus ojos grises y las orejas gachas. Sabía que todo el mundo decía que Max era feo, sólo por sus orejas en punta, su pelo gris y su falta total de pedigrí. Gabriel pensaba que esas personas eran idiotas, a él no le gustaba Max por cómo lucía, le gustaba porque era suyo y se entendían. Pasó la mano por el costado del perro, sintiendo su piel y el suave pelo y enterró el rostro en su cuello, murmurando.


-Eres un buen chico, Max. Ahora, vamos a caminar, necesitamos aprender a ir con la correa, ¿vale?


Wade sonrió, al verlos. Sabía cuánto quería Gabriel a ese perro, y no estaba tratando de enseñarle malos modales. Sólo jugaban. Se puso de pie, pasando su brazo cubierto por el suéter por su rostro. Gabriel lo imitó, acariciando la cabeza de Max cuando éste intento morder la correa.


-No hagas eso, Max -se volvió hacia Mike, con una sonrisa-. ¿Quieres acompañarme? Aún no se acostumbra a la correa.


-Creo que paso -respondió-. Él aún me gruñe cuando me ve.


-Él gruñe a todo el mundo, y es terrible para mirar -agregó Alan, divertido.


-No te pregunté a ti -espetó Gabriel, más rudo de lo que pretendía. Detrás de él, Wade sonrió al ver el ceño fruncido de Alan, disfrutando del espectáculo. Gabe volvió a mirar a Mike-. Lo único que pasa es que le toma tiempo confiar en la gente. Pero no es que vaya por allí mordiendo a la gente.


-Excepto a mí, porque yo soy especial -señaló Wade, sonriendo. No parecía afectado por eso, incluso aunque Mike todavía recordaba lo enojado que parecía cuando sucedió y lo mucho que afectó a Gabriel. Mike miró a Alan, quién sólo se había cruzado de brazos. Tenía que reconocer que Gabriel había sido un poco rudo, Alan sólo estaba bromeando. Quiso decirle a Gabe que se disculpe, pero dudaba que a alguno de los dos le gustara la idea. No podía acostumbrarse a sus intercambios de insultos e indirectas cuando él quería a ambos. Bueno, se corrigió mentalmente, quería a Gabriel y Alan era su amigo.


-Te recuerdo casi llorando cuando te mordió. No pensabas que eras especial en ese momento -se burló Alan.


-Lo recuerdo también -respondió Wade-. Pero ese era el precio a pagar por su amistad incondicional. Ahora, le gusto más que Gabriel.


Gabriel rodó los ojos, mirando a Mike, en espera de una respuesta. Lo único que Mike quería era salir de la zona de insultos y miradas envenenadas.


-Te prometo que lo intentaré cuando no trate de comerse la correa -dijo. Gabriel suspiró, pero asintió.


-Como quieras -dijo, empezando a caminar de regreso a la salida, tirando de la correa de Max. Wade fue tras él, le quitó la correa de las manos, y azuzó a Max para que corriera tras él-. ¡Wade, cuando te atrape, desearás estar muerto! -gritó Gabriel, antes de salir corriendo tras ellos.


-Probablemente necesitamos olvidar esto -dijo Alan, exhalando un suspiró. Mike lo miró, apretando los labios.


-No debiste decir eso, no entiendo porqué siempre tienes que pelear o intentar pelear con él.


-Dije lo que tú y yo pensamos -replicó Alan. No se había podido contener, en realidad, era molesto verlo allí, sonriéndole a Mike, y él sólo quiso arruinarle la diversión un poco. No creía que fuera malo.


-Es diferente comentarlo por diversión que decírselo en su cara -exclamó Mike-. Y no es el punto, ¡tú sólo quieres provocarlo!


Alan rodó los ojos.


-Si no lo hago, él lo hará primero -dijo, apretando los labios-. Y tampoco puedo correr cada vez que lo veo, porque cada vez se siente como si me ganara.


-No creo que él lo haga a propósito. Gabriel es amable, ¿sabes? Y no entiendo porqué lo ves como una competición. Tal vez si tú dejaras de molestarle, Gabe...


Alan empezó a reír, interrumpiéndolo. No había nada de divertido en su risa, de todas maneras.


-Ni siquiera lo conoces -Mike apretó los puños, dispuesto a replicar-. Al menos, no al Gabriel que yo conozco. Barnett odia perder. Es un jodido bastardo que tomaría cualquier cosa para su ventaja. Y que nunca dejará de recordarte que es mejor que tú.


-Tú sólo lo culpas por las cosas que su padre hizo. Eso no es justo.


-Da igual, sigue pensando eso -espetó-. Él es un jodido buen mentiroso también. Así que probablemente podrás seguir creyéndolo.


---


-Llegó algo para ti -dijo Gabriel, caminando dentro del cuarto. Tiró un sobre hacia Wade, que estaba sentado en su cama, quitándose las zapatillas. Recogió el sobre que cayó a sus pies con un suspiro, mientras Gabriel aguardaba, esperando que lo abriera. Rodó los ojos cuando notó que Wade no tenía intenciones de hacerlo.


-¿Quieres que lo lea por ti? -preguntó, tomando el sobre que Wade había dejado sobre la cama.


-Todo tuyo -contestó. Observó a Gabriel mientras abría el sobre y leía el papel que estaba dentro. Por la sonrisa que se formó en su rostro, asumió que eran buenas noticias-. Los de Julie deben haber sido positivos también.


-Vamos, al menos finge que te agrada saberlo -dijo Gabriel. Volvió a regresar el sobre a la cama, sonriendo.


-Fue una pérdida de tiempo. Sólo otra manera de pelear más -Wade se dejó caer en la cama, con los brazos extendidos-. En serio, una parte de mí deseaba que salieran negativos. No hay forma de negar que Joanna es mi madre, pero si pudiera deshacerme de cualquier lazo con ese imbécil, sería feliz.


-No tengo nada que decir a eso -respondió-. Y, por cierto, tienes a ir a la biblioteca. Ericka me dijo que le dijiste que te ayudara.


-Oh, joder, casi lo olvido -se quejó Wade-. Planeaba pasar la tarde leyendo y durmiendo, ¿sabes?


Gabriel rodó los ojos, y espero a que su amigo se cambiara para ir a la biblioteca. Él no tenía nada que hacer allí, pero era el lugar en el que Mike solía pasar la mayoría de las tardes y era tan buen motivo como cualquier otro para ir a la biblioteca.


Cuando llegaron, Wade se sentó al lado de Ericka con una expresión torturada en su rostro.


-Antes que empieces a quejarte, tú me pediste que te ayudara -dijo ella, al notarlo.


-Vamos, Ericka. Deja que me divierta de vez en cuando.


-¿Te divierte quejarte?


-Me divierte la cara que pones cuando me quejo -señaló Wade, esbozando una sonrisa complacida. Gabriel seguía de pie, mirando hacia la mesa más alejada del lugar. Wade echó un vistazo, notando a Mike sentado junto a Alan y Julie. Betty estaba con ellos también, pero se levantó un rato después. Wade apenas la notó, ocupado mirando la sonrisa de Alan y la forma en que Mike se volvía a él cada pocos minutos. No recordaba haber visto esa clase de interacción entre ellos antes, lo habitual era que Alan se burlara de Mike y éste se enojara y se soportaran por el bien de Julie. En un momento, ambos se quedaron mirando, al parecer compartiendo una broma, hasta que Mike agachó la cabeza, en una expresión avergonzada que Wade había visto antes.


-Wade, presta atención -espetó Ericka. Wade se acomodó en la silla, sonriendo. La mirada de Mike era muy parecida a las que le daba a Gabriel antes que empezaran a salir. O cuando él le había sugerido ayudarlo, lo recordaba. Esa timidez. Soltó una risa, que causó que Gabriel regresara a mirarlo. Él no parecía haber notado nada.


-¿Qué? -preguntó.


-Nada que debas saber, amigo mío -dijo, estirando un brazo para palmearle la espalda-. Pensé que habías venido para ver a tu novio.


-Me debato entre ir allí y soportar a Garton, o esperar a que terminen.


-Ve allí, y fastidia a Garton, entonces -sugirió Wade. Si no se equivocaba, y él era muy perceptivo, Alan miraba con más cariño a Mike de lo que hacía con Julie. Podría ser divertido de ver, si Gabriel llegaba a enterarse.


-En realidad, no me gustaría saber que estás pensando, con esa sonrisa diabólica que tienes -mencionó Ericka.


-No estoy sonriendo de ninguna manera -contradijo Wade, aunque no dejó de sonreír. Le dio una última mirada a la mesa de Mike, a la que Gabriel se había acercado y notó el enojo que cruzó el rostro de Alan. No creía que Garton presentara ninguna amenaza para Gabe, no mientras Mike siguiera estando tan perdido por él, pero era divertido de ver.


---


-¿Van a hacer algo este fin de semana? -Julie entró al cuarto, empujando la puerta con ambas manos, y se sentó en el escritorio, balanceando las piernas. Alan negó con la cabeza desde su cama.


-Yo sí -contestó Mike, dejando de prestar atención a sus cuadernos para mirarla. Sabía que hace un par de días recibió el resultado del examen, y que era positivo, pero ella no había comentado nada en absoluto-. Voy con Gabriel a dar un paseo.


-Entonces sólo somos tú y yo, Alan -dijo, de forma dramática.


-Lo que quieras, menos ir a un karaoke. Aún tengo algo de aprecio por mis tímpanos.


-Y te iba a pagar la entrada para uno que he visto y en el que todavía no me prohíben la entrada -bromeó Julie. Alan cerró el cuaderno que tenía sobre sus piernas, bajó de la cama y se acercó a ella. Estiró una mano para arreglar un mechón de cabello que se había escapado de la trenza, sonriendo.


-Mientras sea el sábado en la mañana, está bien -dijo, antes de salir.


Mike miró su espalda, dejando escapar un suspiro que llamó la atención de Julie.


-¿Y eso? -inquirió. Mike la miró, interrogante-. Ese suspiro, ¿por qué fue?


-Nada -dijo Mike. Volvió a suspirar, antes de añadir-. Es sólo que Alan dijo algo sobre Gabe y yo sé que no se llevan bien, pero... -Mike se interrumpió, jugando con sus manos en un gesto de nerviosismo-. Según él, es un bastardo y un mentiroso y un arrogante.


-No es por bajarte de tus ilusiones -comentó Julie, sonriendo-, pero Gabriel es un bastardo, un arrogante y un mentiroso.


Mike le dirigió una mirada reprobadora.


-Gabriel no es una mala persona -espetó.


-No he dicho que lo sea -Julie se encogió de hombros-. Es imposible que ellos se lleven bien, no es extraño que Alan piense eso. Y no tienes que intentar que se traten mejor, es una causa perdida. Además, no hay ninguna razón para que lo hagan, y sí muchas para que se odien. Como mínimo.


Mike asintió. Sería un alivio que Alan y Gabe se llevaran mejor, pero no era eso lo que le preocupaba, era le vehemencia con lo que Alan lo había dicho. Él creía que Gabriel era una mala persona.


-Lo sé, creo que sólo me estoy ahogando en un vaso de agua.


-No puedo creer que sigas pensando en eso -la voz de Alan sorprendió a ambos. Mike abrió la boca y la volvió a cerrar, sin saber qué decir.


-Pensé que te habías ido -señaló Julie.


-Me olvidé de los audífonos -dijo Alan, caminando hasta su cama. Cogió los auriculares que estaban sobre ésta, mostrándoselos a Julie como prueba y se detuvo delante de ambos, mirando a Mike-. Con respecto a lo que dije... deja de darle vueltas. Sabes que es imposible que me agrade Barnett.


-Lo sé, no es eso lo que pretendo -murmuró Mike, bajando la mirada-. En realidad, olvídalo.


Alan quiso agregar algo más, pero desistió. Salió del cuarto, ahogando las ganas de dar un portazo por la frustración y apretó los puños mientras caminaba. Mike quería a Barnett, eso era más que obvio. Y a él le gustaba, al menos cuando no estaba hablando de Barnett. Pero, ¿tenía que ser él? De todas las personas, tenía que ser precisamente él. Se detuvo en la puerta del colegio, observando a Barnett. Estaba cerca al bosque, sentado con las piernas estiradas apoyado en un árbol, sonriendo, mientras observaba a Lorenz guiar a su perro. Lo tenía todo y por primera vez, Alan lo odió. No lo había odiado cuando pasó lo de su padre, en ese entonces sólo podía culpar a Henry Barnett, no lo había odiado cuando le “pidió” cuidar a Julie, ni en las muchas indirectas que le dirigía en son de burla, ni mucho menos cuando vino a él prometiéndole que destruiría a su propio padre... en ese momento, sólo observó la fría determinación que ocultaba detrás de su apariencia de niño rico. Le había impresionado, incluso. Ahora, lo odió. Porque lo tenía todo. La familia, los amigos, el poder. Y al chico que él quería. Era patético, si se paraba a pensarlo, pero no quería pensarlo. Lo observó un momento más, antes de decidir que era suficiente autocompasión, y se alejó rumbo al gimnasio.


---


Mike lamió su cono de helado, gimiendo en aprobación. Tres bolas de helado de fresa y chocolate, pensaba que era la felicidad absoluta. Eso y Gabriel sonriendo frente a él, observándolo comer mientras llevaba a su boca trozos de brownie.


-Nunca he probado un helado tan rico como éste.


-Lo sabía, por eso te traje aquí -contestó Gabriel. Sonrió, divertido, y Mike frunció el ceño.


-Julie tiene razón, eres un arrogante.


Gabriel soltó una carcajada, alzando la cuchara y tendiéndosela a Mike.


-¿Quieres probar? Esto está muy rico también.


Mike dudó un momento, antes de inclinarse, tomar la muñeca de Gabe y dirigir la cuchara a su boca. Se sonrojó al apartarse. Gabriel y él no tenían muchas citas, y llevaban un tiempo sin verse fuera del colegio. Estar allí, charlando y compartiendo comida, hacía sentir su relación un poco más real.


-¿Qué podemos hacer después? Ya hemos ido al cine, y a comer... podemos ir de compras.


-O podemos sólo pasear -sugirió Mike. No quería tener otra discusión con Gabe sobre comprarle cosas.


-O podríamos ir a un hotel -agregó Gabe, sólo para ver el sonrojo que sabía que se formaría en el rostro de Mike. Mike se concentró en su helado, haciendo como si no hubiera escuchado nada-. Vale, es broma. Vamos a comprar juguetes para Max, no te preocupes. No te forzaré a comprar nada -volvió a esbozar una sonrisa arrogante, que causó que Mike negara con la cabeza, fingiendo exasperación.


Después de comer, fueron al centro comercial, pero no compraron nada más que cosas para Max, tal y como Gabriel había dicho. Mike observó los distintos juguetes expuestos, examinando los precios como solía hacer como cuando iban de compras, pero Gabriel sólo metió un par al carro que llevaba sin dudarlo.


-Prefiero comprarlos online -dijo, cogiendo un shampoo y un juguete en forma de hueso-. Pero Max destrozó su último hueso y le gustan mucho.


-Creo que ya es un poco mayor para los juguetes de cachorro -comentó Mike, tomando el hueso y leyendo las instrucciones-, aquí dice que es para cuando les crecen los dientes.


-Da igual, le gustan. Toma esa pelota también -dijo, señalando una pelota de colores. Mike la metió en la cesta, y siguió a Gabriel a través de los pasillos. Quiso decir que estaban llevando demasiado, Gabriel había cogido dos pelotas más, un par de huesos, un shampoo y un pequeño ratón de juguete, pero supuso que sólo lo ignoraría. Por su bienestar, decidió no fijarse en el precio de nada. Gabriel nunca ponía reparos al momento de gastar y aunque él sabía que podía permitírselo, una parte de él se escandalizaba y preocupaba.


-¿No quieres algo para ti? -preguntó, mientras se acercaban a la caja.


-No, en realidad -murmuró Mike. Tomó una gaseosa antes que Gabriel pudiera replicar y se la mostró, sonriendo-. Esto. Tengo sed.


-En serio, de todas las personas eres el único que se preocupa porque gaste dinero -dijo Gabe. Se acercó a Mike y le dio un beso rápido que llamó la atención de una señora que estaba detrás de ellos en la cola y que murmuró algo acerca de la decencia. Gabriel la ignoró-. A todos los demás, les da lo mismo.


-Estoy acostumbrado a gastar poco -contestó, desviando los ojos para no ver a la mujer que les miraba ceñuda. Gabriel lo notó y lo atrajo para otro beso, mucho más largo que el anterior.


-No me hace ninguna diferencia, lo sabes -dijo, cuando se apartó, continuando con la charla como si nada hubiera pasado. Se giró hacia la mujer, esbozando una sonrisa. Esta vez, la exasperación de Mike no fue fingida. Él prefería pasar desapercibido que buscarse problemas. Para su alivio, les tocó pagar, y dejó a Gabe hacerlo, adelantándose en salir de la tienda, con las mejillas arreboladas. Iba distraído y alguien chocó contra él, provocando que Mike cayó al piso, junto la bolsa de víveres que el hombre llevaba.


-Oh, disculpa -dijo una voz. Mike se levantó, tendiéndole una botella que había caído cerca a sus pies, mirando el rostro del hombre. Era joven y extrañamente familiar. Lo había visto antes. Lo miró fijamente, tratando de recordar dónde. 


-No hay problema -dijo. Se parecía a Gabriel, los mismos ojos color verde, aunque el cabello era de un rubio oscuro. Mike abrió la boca, mientras se ponía de pie, ahogando una exclamación al reconocerlo. Era Liam. No tan joven como en la foto que había visto, pero era él.


-¿Pasa algo? -preguntó, esbozando una sonrisa nerviosa, al tiempo que Gabriel llegaba hacia ellos.


-Mike, ¿estás bien? -Mike desvió su mirada hacia él, encontrándose con la expresión conmocionada de Gabriel, al mirar a su hermano.


-Gabriel -susurró Liam-. Soy yo, soy...


-Vámonos, Mike -dijo Gabriel, tomando a Mike de la muñeca. No había dejado de mirar a Liam, pero la conmoción había dado paso a la rabia. Se giró, empezando a caminar a grandes zancadas, arrastrando a Mike consigo.


-¡Espera! -gritó Liam. Mike lo miró y alcanzó a coger un papel que Liam intentaba darle a Gabriel-. ¡Tengo que hablar contigo!


Gabriel no respondió, aceleró el paso y sólo se detuvo cuando dejó de escucharlo. Mike se acarició la muñeca, adolorido.


-Ese era tu hermano -dijo, algo alterado por lo rápido que había sido forzado a caminar.


-Vámonos de aquí -repitió Gabriel, sin regresarlo a mirar, apretando los puños contra sus costados.


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Regresaron al colegio en un silencio que Mike quiso romper, sin atreverse. Después de un rato, Gabriel pareció calmarse, pero sólo para dar paso a una fría indiferencia que era casi peor. Mike se removió incómodo en el asiento del auto, mirando el colegio que crecía a sus ojos mientras se acercaban. Nunca se había sentido tan aliviado de llegar y miró de reojo a Gabe, decidiendo que le preguntaría qué pasaba apenas bajaran del auto. Lo único que sabía es que Liam había desaparecido después de la muerte de Isabelle Barnett.


-Gabriel -llamó, suavemente, cuando bajó del auto. Gabriel se entretuvo con las bolsas, ignorándolo a propósito.


-Gabe -insistió. Gabriel alzó los ojos hacia él. No había nada en ellos más que frialdad-. Ése era tu hermano.


Gabriel pareció pensar que decir unos momentos, antes de decidirse a hablar.


-No quiero hablar de eso -dijo, cogiendo las bolsas y empezando a caminar hacia la entrada. Mike lo siguió, sin saber qué más decir, observando su espalda hasta que llegaron a su cuarto. Gabriel entró y lo miró, como si se sorprendiera de verlo allí.


-Tu...


-Ahora no, Mike -interrumpió, sentándose en la cama. Entrelazó los dedos, bajando el rostro y por primera vez, el dolor fue palpable en su voz-. Quiero estar solo.


Mike asintió, aunque Gabriel no podía verlo. No podía forzarlo a hablar, de todas maneras.


-Si quieres... puedes hablar conmigo, Gabe. Puedes contarme lo que sea. Yo... estoy aquí para ti, ¿vale? - Mike caminó hacia la cama y dejó el papel que Liam le había alcanzado a dar-. Liam me dio esto. Es su número. Por si quieres...


Esperó que Gabriel alzara la cabeza, pero éste no se movió. Caminó hacia la puerta, decaído.


-¿Mike? -llamó. Mike se giró, esperando ver el rostro de Gabe dirigido hacia él, pero no se había movido-. No comentes nada. A nadie.


-No pensaba hacerlo -suspiró Mike, antes de salir. Se quedó mirando la puerta, sin saber qué hacer. Gabriel estaba sufriendo, eso era obvio, pero no tenía intenciones de hablar con él y se preguntó qué podía hacer por él, si es que podía hacer algo. 

Notas finales:

Cosas sobre el fic!
Creo que medio mundo ya notó que Ericka no está enamorada ni mucho menos, pero yo confío en ella (?)

La parte de Liam la tenía planeada hace años y ahora que la veo escrita, es como... raro xD... a veces creo que las cosas quedan mejor a mi cabeza. Pero tendremos algunas respuestas en lo sucesivo, sobre Gabe y su familia. 

Bueno, es todo. 

El próximo capítulo ya está listo, pero no quiero subirlo hasta que tenga el 57 hecho, espero escribirlo rápido u_u, dependiendo de eso, el próximo cap será el 30 o el 6

Nos vemos! 


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