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West Lake por Hisue

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Notas del capitulo:

¡Hola, hola!

Bueno, aquí estamos otra vez. Por estos días ando algo estresada, y cansada y está lloviendo mucho así que casi no termino el capi. ¡Pero lo hice! Estaba pensando en escribir unas largas notas quejándome de toda mi vida, pero dudo que quieran leer eso.

No sé muy bien qué decir XD. Entonces, espero que les guste el capi. Tal vez haya capi la próxima semana, o tal vez no. No lo sé. Pero espero que sí.

Btw, aunque hice la fanpage, no tengo mucho tiempo para poner cosas, porque me la paso en el trabajo y desde la mudanza, no tengo internet... problemas técnicos por la ubicación. Y tampoco tengo internet en casa (eso fue mi culpa, tenía que reducir gastos y lo corté... me arrepiento un poco...).

Como sea, los dejo con el capi. Nos vemos y como siempre, gracias a las personas que leen y doble gracias a las que comentan. Es agradable saber de ustedes :)

Capítulo 59

 

-¡Vamos, Gabe! -Wade entró al salón del consejo, acercándose al sofá en el que Gabriel dormitaba, poniendo ante sus ojos la pantalla del celular-. ¡Tenemos que ir!

-Estoy tratando de dormir -murmuró Gabriel, volteando el rostro y cerrando los ojos con más fuerza de la necesaria.

-¿Acaso eres una marmota? Una persona joven y sana no duerme tanto, Gabe. ¡Vamos! ¿Dónde está tu espíritu juvenil?

-No tengo -contestó, incorporándose, con el ceño fruncido-. Ahora, ¿te puedes ir para que pueda dormir en paz?

-Son camiones monstruo, Gabriel -insistió Wade, agitando el celular delante de su rostro-. Tú amas los camiones monstruo.

-Ya había visto el anuncio -dijo, aburrido. Volvió a recostarse sobre el sofá, poniendo una mano sobre su rostro-. No tengo ganas de ir.

Wade chasqueó la lengua. Decidió dejar de insistir, por el momento. En realidad, le preocupaba la falta de interés de Gabe en todo, incluso en Mike. Había notado que, fuera de las horas en la biblioteca, Gabriel no lo buscaba más, y aunque reaccionaba de buen grado cuando Mike llegaba a verlo o se encontraba con él, no le pedía que se quedara a pasar la noche, ni insistía en estar juntos como antes. El único con el que no parecía tener problemas era con Max, incluso ahora el perro descansaba en el piso, al lado del sofá. Su desidia estaba llegando demasiado lejos, pensaba Wade.

Salió del aula dando un portazo a propósito y se encontró con Adriana poco después. Ella aún vestía el uniforme y llevaba el cabello peinado en una cola alta que resaltaba las líneas de su rostro y la hacían ver más madura de lo que era.

-No te he visto mucho estos días -saludó ella, esbozando una sonrisa.

-He estado ocupado -suspiró Wade, dándole a su voz un tono dramático. Ella negó con la cabeza, desdeñando su tono.

-He visto mucho drama estos días -informó-. A una de mis compañeras de clase la dejaron y ha estado llorando y contando los detalles de la ruptura. Al parecer, el tipo la dejó por una modelo. Salía con un universitario -contó. Miró a Wade esperando una opinión.

-¿Sabes que no me interesa nada de eso, verdad?

-Lo sé -sonrió-. Hay otra cosa de la que hablan.

Wade esperó, luciendo algo interesado. No porque lo estuviera en realidad, sino porque sabía que ella disfrutaba la expectación.

-Hablaron de ti -Wade esbozó una sonrisa-. En realidad, me hablaron a mí, lo cual ya es sorprendente, para preguntarme por ti.

-Eso si es interesante -contestó-. ¿Algo sobre alguna habilidad mía en especial? -tomó una de sus manos, acariciando el dorso con el pulgar.

-Eres un creído. Eso no es sexy.

-Creo que sí lo es -murmuró. Adriana se mordió el labio inferior, conteniendo una sonrisa.

-Pero, escucha. Lo que querían saber era si estabas disponible. A ellas les extraña que nunca hayas tenido novia. Hablaron de Betty, ¿quién es ella?

-Una amiga de Mike.

Adriana asintió. Le contó un par de chismes más, entre lo que decían de Gabriel y Kristy, los supuestos noviazgos de sus compañeros. A él no le importaban demasiado, pero era divertido escuchar a Adriana contarlos. El mayor interés que ella parecía tener en esas historias era reírse de ellos. Eso le divertía a él también. Terminaron en su cuarto, como era costumbre, enredados en un beso contra la puerta.

Mientras enredaba los dedos en su pelo, pensó en lo que Adriana había dicho, lo extraño que les resultaba a los demás su falta de novias. Él nunca había tenido interés en una relación, le parecía una cosa de trámite para tener sexo. Y podía tenerlo sin un compromiso de por medio. Después de su ciego e infantil enamoramiento por Teresa, no había vuelto a sentirse así por ninguna chica. Apreciaba su ingenio, como hacía con Adriana, o su inteligencia, como en Ericka, o el buen uso del cinismo, como en Julie. Pero nada de eso se acercaba al amor, lo más lejos que llegaba era a “gustar”, y un sincero aprecio por sus figuras. Cuando hablaba de eso con Teresa, ella solía culparse, creyendo que era su culpa, por destrozar el amor puro y sincero que él le tenía. Wade no sabía si eso era cierto, y no le importaba mucho descubrirlo. Mientras besaba el cuello de Adriana y tentaba una mano entre sus piernas, pensó que podía ser ella. Le gustaba, se divertían juntos, charlaban... claro, que sentía casi lo mismo por Ericka y no pensaba en ella como pareja.

De todas formas, Wade pensaba que el amor estaba sobrevalorado. Gastar tiempo, angustiarse, ilusionarse, todo para terminar separados o atados a un matrimonio lleno de mentiras y hastío. Nada digno de envidiar, ni de anhelar tener.

---

-Hey -llamó Mike, acercándose al sofá en el que Gabe dormitaba. Lo hacía mucho estos días, esconderse y dormir en cualquier lugar, lo que le recordaba a Mike a los momentos antes de incluso ser amigos. Siempre lo encontraba en sitios inusuales, y Gabe solía decir que lo hacía para escapar y descansar. Ahora debía ser lo mismo. Gabriel abrió los ojos, parpadeando hasta que una lenta sonrisa se formó en su rostro, al ver a Mike.

-Hola -saludó. Mike estaba de pie detrás del sofá, a la altura de su cabeza y él estiro una mano para acariciarle el rostro-. Esta es una buena manera de despertar -murmuró.

-Gracias -contestó Mike. Se inclinó sobre él y lo besó, abriendo los labios en una invitación que Gabe tomó. Sintió su lengua colarse en su boca, húmeda y suave y cerró los ojos, dejándose llevar por la sensación cálida que lo inundó, hasta que Gabe se separó. Mike no pudo evitar el leve suspiro de frustración que abandonó sus labios, habían compartido nada más que besos desde que Liam apareció y lo extrañaba, extrañaba la sensación del cuerpo de Gabe contra el suyo, de sus labios, y sus manos sobre su piel. Sin embargo, no insistió ni buscó otro beso, no quería lucir como alguien a quien sólo le preocupara el sexo e incluso la idea le hizo sonrojar. En vez de eso, acarició la frente de Gabe, que volvía a tener los ojos cerrados.

-¿Sabes? -murmuró-. Hay una película en estreno que quiero ver. Podríamos ir -sugirió.

-Podríamos comprarla y verla aquí, en mi cuarto -contestó Gabriel. Abrió los ojos, esbozando una sonrisa que Mike no creyó en absoluto. Como el acostarse juntos, las salidas a la ciudad se habían evaporado. Gabriel no estaba viajando a ningún lado los fines de semana, pero tampoco salía del colegio, pasaba el tiempo con su perro o acompañando a Ericka en la biblioteca, o viendo a Mike leer y jugar con Julie. Le preocupaba.

-Es un poco aburrido quedarse -replicó. Gabriel se encogió de hombros.

-No tengo ganas de ir a la ciudad.

-¿Tienes miedo de encontrarte con Liam? -preguntó, antes de poder detenerse. Sintió más que ver la tensión que se apoderó del cuerpo de Gabriel, y que se reflejó en su rostro sólo un segundo.

-No tengo miedo de él -dijo. Se incorporó en el sofá, girándose para poder observar a Mike-. No es eso. Sólo no quiero hablar con él, ni verlo.

-Está bien, lo siento -se disculpó. Miedo o no, Liam seguía siendo la causa de su comportamiento, de la forma en que elegía aislarse, y si no quería confrontarlo, a Mike no se le ocurría ninguna solución-. Dime -pidió, bajando la mirada-, si no querías verlo, ¿por qué fuiste a hablar con él?

-Porque supongo que una vez estaba bien, para saber qué quería. Pero es todo lo que puedo tolerar -examinó el rostro de Mike, reconociendo la desaprobación velada en su expresión. Mike era mucho mejor persona que él, y esperaba lo mismo de los demás, pero él no era tan amable-. Si tu padre apareciera con un hermano -dijo, acomodándose en el sofá-, ¿lo aceptarías?

-No lo sé -dijo Mike-. Por lógica, sé que no tendría la culpa, pero no lo sé. Se sentó al lado de Gabe, sonriendo-. Aunque dudo que mi papá regrese.

Gabriel se acostó nuevamente, apoyando la cabeza en las piernas de Mike.

-Me dijiste que tu tía es su hermana, ¿no? Debió haber sido un cobarde, para dejarla incluso a ella -dijo, bajando la voz en la última frase, aunque Mike lo escuchó de todas maneras.

-Ella siempre dice que es un imbécil -dijo, con una risita.

-Apuesto a que me caería bien.

-Creo que sí. Pero mi mamá te odiaría.

-Bueno, es el trabajo de las madres odiar a los yernos -el corazón de Mike se saltó un latido mientras Gabriel seguía hablando-. Pero creo que le terminaría cayendo bien. Me gustaría conocerla y ver un montón de fotos vergonzosas tuyas de cuando eras niño... seguro sacaste lo buena persona de ella.

Mike rio, para ocultar su repentino nerviosismo. Era la primera vez que Gabe hablaba así, de su familia y de querer conocerlo. Y había usado la palabra “yerno”. Él fantaseaba con eso, con Gabriel en su casa, conociendo a su madre, pero eran fantasías en las que sólo pensaba de noche. Realmente nunca consideró posible tener a Gabe en su casa, en su pequeña cocina, en ese barrio lleno de basura en el que vivía. Lejos de la opulencia y el orden de West Lake.

-Creo que saldrías corriendo si conoces donde vivo -susurró.

-No creo. Incluso Wade conoce a la madre de Adriana. Quiero conocer a la tuya. Podríamos ir en Navidad. Aunque tengo que viajar con mi padre, no creo que me permita ir. Podría visitarte antes que acaben las vacaciones.

Mike le acarició el cabello, mordiéndose los labios para contener una sonrisa, y Gabe cerró los ojos, feliz de tener algo en lo que pensar más que en Liam y sus dudas sobre Isabelle. Sin embargo, la frustración de Mike volvió cuando Gabriel respondió a sus caricias con un gemido y se giró, apoyando el rostro en su estómago. Podía sentir su aliento a través de la fina tela de la camiseta verde que llevaba, haciéndolo demasiado consciente del tiempo que llevaba sin sentir los labios de Gabriel en esa parte de su cuerpo y lo mucho que deseaba volverlo a hacer.

-Por alguna razón, estoy sintiendo algo muy duro contra mi cuello -murmuró Gabriel, dejando escapar una risita. Mike se sonrojó furiosamente y se levantó, casi tumbando a Gabe del sofá en el proceso.

-Lo siento -farfulló-. Lo siento, yo no... no... o sea, no quise...

Gabriel soltó una carcajada, dejando caer la cabeza hacia atrás sobre el respaldo del sofá. Se calmó, llevando una mano a rostro para cubrir su sonrisa.

-Ven aquí -llamó, estirando una mano hacia Mike. Mientras permaneció inmerso en sus problemas, no había notado a Mike, ni a sus deseos. Mike caminó hacia él y Gabriel metió los dedos en el cinturón, tirando de él. No es que ahora tuviera ganas, los besos estaban bien, sentir a Mike cerca también, pero no pensaba en hacer nada más y era la primera vez en días que lo notaba-. Lo siento -susurró-. Te he tenido descuidado.

-Si dices eso suena como si fuera tu mascota -se quejó Mike. Gabriel alzó los ojos, el verde que a Mike tanto le gustaba oscurecido en sus pupilas. En diferentes circunstancias, su mirada habría bastado para calentar su cuerpo, haciéndolo temblar de anticipación, pero no había ni rastro de lujuria o deseo en la mirada de Gabriel.

-Espero que no hagan nada en mi salón -Mike dio un respingo y se giró, para encontrarse con Ericka, cruzada de brazos apoyada en el umbral de la puerta. Katherine estaba con ella y otra chica que reconoció como Kristy. Ésta última entró al salón, su expresión de sorpresa transformada en el último instante en una sonrisa.

-No recuerdo que fueras tan indiscreto -dijo a Gabriel. Él se encogió de hombros.

-Creo que era porque tú no me permitías serlo -bromeó. Mike se sintió algo mal al escucharlos. Sabía que no se llevaban mal, pero ella seguía siendo su ex novia, la primera novia, y tal y como era... alta, elegante y hermosa, no podía evitar sentirse un poco inseguro cuando Gabriel y ella estaban cerca.

-Mentiroso -dijo ella. Miró a Mike, negando con la cabeza-. No bajes la guardia con él -le advirtió-. Se comporta todo dulce y luego te clava un cuchillo en el corazón.

-Dramática -espetó Gabriel. Se levantó, decidiendo que era charla suficiente entre ella y Mike.

-Tendré cuidado -contestó Mike, a la par que Gabe se acercaba a él y tiraba de su brazo para salir del salón. El perro los siguió, gruñendo antes de empezar a caminar, causando que las chicas se apartaran de su camino.

-Tu perro no ha mejorado su comportamiento -señaló Mike, al verlo.

-No es eso. Sólo reclama su lugar -contestó Gabriel, obviamente complacido. Max llegó hasta ellos, se restregó sobre las piernas de Gabe y no se apartó cuando éste llevó la mano de Mike a su cuello-. ¿Lo ves? Puedes tocarlo.

-Sólo porque estás aquí -replicó Mike. No le agradaba tocar al perro, creía que en cualquier momento volvería la cabeza y cerraría los dientes alrededor de su brazo, después de todo, era más grande que la vez en que había mordido a Wade y él estuvo allí para ver la manera en que tironeaba y las cicatrices que aún eran visibles en sus piernas. No quería arriesgarse a ser tratado igual. Retiró su mano después de sólo unos segundos en los que acarició al perro sin Gabe sosteniendo su muñeca y agradeció que la distracción, al menos, le había hecho olvidar su anterior erección y su encuentro con Kristy.

-Espero que no te sientas mal por Kristy -dijo Gabe.

-Sé que no sientes nada por ella -contestó. Se sentía inseguro, sí, pero Gabriel nunca le había dado una razón para dudar. Sus inseguridades eran su culpa, por sentirse menos al lado de ella-. Entonces, ¿vamos al cine?

-Sigo pensando que mi cuarto y palomitas es un mucho mejor plan -Gabriel le sonrió. Mike respondió a su sonrisa con una mirada incrédula-. Lo pensaré, ¿bien? Te diré el viernes, no hagas planes por si acaso.

---

Mike sonrió al abrir la puerta del cuarto y encontrar a Alan allí, apoyado sobre almohadas en su cama, con el cuaderno de dibujo entre sus piernas. Dibujaba mucho más seguido ahora, un cambio agradable dado que cuando lo hacía era mucho menos brusco con él. Además, lucía mucho más relajado. Alan no le había mostrado otro dibujo desde el de Gabriel y Mike se preguntó si podía ver el que estaba haciendo. Se debatió entre acercarse a la cama y tentar su suerte o esperar a que terminara y pedírselo.

-¿Sabes? -dijo Alan, sin levantar la vista del dibujo-. Cuando te quedas allí de pie mirando sin decir nada, es realmente espeluznante.

-No puedo creer que precisamente tú digas eso -contestó Mike, balanceándose en sus pies y sonriendo. Alan alzó los ojos del cuaderno por un momento y encontró su mirada. Mike estaba aprendiendo a conocer sus estados de ánimo por sus gestos y ahora supo que estaba relajado y se atrevió a seguir hablando-. ¿Puedo verlo? -preguntó, acercándose unos pasos.

Alan dejó escapar un suspiro exasperado, como si le molestara en demasía girar el cuaderno hacia Mike y éste abrió la boca, parpadeando, al ver el dibujo. Era el boceto de un carruaje conducido por un caballo sin cabeza con humo entre las patas. No lo más agradable para ver.

-¿De dónde sacas esas ideas? -preguntó, llevándose una mano a la sien.

-Si escucharas música de verdad, lo entenderías -dijo Alan. Lució enfadado por el desagrado de Mike sólo un instante.

-No es música, es ruido estresante -replicó Mike. Alan regresó a dibujar, ultimando detalles-. ¿No puedes dibujar algo agradable? O el retrato de la persona que te gusta -dijo la última frase en un susurro, pero Alan alcanzó a escuchar algo.

-¿Qué dijiste? -exigió, cerrando el cuaderno y bajando de la cama. Mike se rascó la nuca, avergonzando.

-Lo siento, no fue nada.

-No, dijiste algo, no te hagas el idiota conmigo. ¿De dónde sacas que hay alguien que me gusta?

-Julie me lo dijo -admitió Mike. Alan palideció. No esperaba que Julie dijera algo, menos a Mike. Por un momento pensó que tal vez le había dicho todo a Mike y se sintió traicionado a la par que preocupado. Pero si Mike supiera que es él quien le gusta, no se lo preguntaría de esa manera, ¿o sí?

-¿Qué te dijo?

-Sólo que te gusta alguien. Nada más, no te enojes con ella. Lo hizo porque yo insistí en decir que era ella a quién tú querías -agregó, tratando de justificar un poco a su amiga.

-No es nada para que ustedes dos estén hablando por allí -espetó Alan.

-¡No te enojes! -exclamó, al ver que Alan pensaba irse-. Es normal que te guste alguien, nosotros sólo... nos preocupamos por ti.

Alan regresó a mirar a Mike. Parecía incrédulo.

-¿Demuestran preocupación hablando sobre quién me gusta o no? -preguntó-. Mejor regresa a preocuparte por Barnett, tal vez se quiebre si dejas de mirarlo.

-¿De qué hablas?

-Joder, Mike. La única cosa que has hecho estas semanas es seguirlo con la mirada, y siempre luces angustiado, como si esperaras que él se derrumbara en cualquier momento si le quitas la vista de encima.

Mike se lamió los labios, sin notar que el gesto llevó los ojos de Alan a su boca. No creyó que nadie, aparte de Julie, notara su preocupación por Gabriel; menos Alan, que siempre parecía más que dispuesto a ignorarlo. Decidió regresar al tema en el que estaban antes.

-Mira, sólo no te enojes con Julie por decirme. No me importa quién te guste -susurró, esperando aplacar su furia. Se sorprendió al ver que Alan fruncía el ceño y salía dando un portazo.  

---

Julie abrió la puerta del gimnasio, se apoyó en la pared cruzando los brazos sobre su pecho. Observó a Alan unos minutos en silencio mientras éste boxeaba sin prestarle atención. No había necesitado que Mike le contara que estaba molesto con ella, había sido visible desde que se encontraron en la mañana y él no la saludó ni la acompañó a clases como solía hacer.

-Entonces, ¿me vas a hablar o seguirás molesto el resto de la semana?

Alan se detuvo. Se quitó los guantes y los tiró a un estante. Se acercó a ella, desatándose las vendas que llevaba en las manos a la vez.

-Le dijiste -acusó.

-Le dije que te gustaba alguien, no fui específica -dijo Julie-. No pasa nada por eso, ¿por qué estás tan enojado?

-¿Por qué no puedes dejar las cosas como están? No quiero tenerlo preguntando tonterías por allí.

-Dios, Alan, sólo le dije que te gustaba alguien. Con suerte, se pondrá celoso -Julie sonrió, mostrando los dientes, pero su entusiasmo no contagió a Alan, que se limitó a gruñir-. ¿No piensas hacer nada? -cuestionó ella, dejando caer los brazos-. ¿Te estás rindiendo sin hacer nada?

-¿Rindiendo? -Alan dejó escapar una risa irónica-. Hablas como si hubiera algo por lo que luchar.

-Pienso que Mike es algo por lo que luchar -contestó Julie, frunciendo el ceño.

-No es eso lo que he dicho, sólo míralo, Julie, no tengo nada qué hacer, en lo único que piensa es en Barnett -Julie hizo una mueca, aunque no pudo negarlo-. Cuando lo pienso, ni yo entiendo porqué demonios tenía que gustarme precisamente...

Alan se interrumpió al ver la puerta abrirse. Mike entró, y se detuvo para mirarlos a ambos alternativamente.

-¿Ya no estamos peleados? -le preguntó a Alan. Detrás de Mike, Alan captó la leve sonrisa que adornó el rostro de Julie y la odió por un momento.

-Creo que lo estaremos un poco más -murmuró-. Hasta que alguien aprenda a no hablar de más.

-Oye, ¡eso no es justo! -exclamó Julie.

-Tal vez deberías pedirle perdón -dijo Mike a Julie, cuando Alan salió sin despedirse. Ella negó con la cabeza.

-¿Por qué estás de su lado?

-No lo estoy. Sólo creo que si le incomoda, no debiste decirlo.

Julie frunció el ceño, negando con la cabeza. Ella sólo intentaba mover las cosas entre ellos, tratar de encontrar alguna reacción de parte de Mike. Claro, no podía decirle eso a Mike.

-Está bien. Me disculparé con él.

-Es muy extraño estar con ustedes cuando están peleados, ¿sabes? Como ver a tus padres pelear.

Ella le golpeó el costado, enojada.

-No digas eso. Ahora que lo pienso, mejor no hay que hacer ningún comentario sobre relaciones hasta que a Alan se le pase el mal humor.

Julie volvió a negar con la cabeza, pero cuando salieron del gimnasio, corrió para dar alcance a Alan y Mike se retrasó para que ella pudiera disculparse sin interrupciones. La verdad era que tenía curiosidad por saber quién era la persona que le gustaba a Alan y había repasado en su mente a las personas que conocía en el colegio, descartándolas una a una. Tal vez Katherine, pensó. Era la más amable de todas, era bonita, y nunca había tenido problemas para hablar con Julie o él. Hizo una mueca al imaginarlos juntos, de alguna forma lo único que le parecía correcto era ver a Alan con Julie, como hasta ahora, incluso aunque en ese preciso momento sólo se estaban gritando el uno al otro.

---

-Te odio tanto -Gabriel elevó los ojos al techo, rogando por paciencia.

-Te odio tanto -repitió Wade detrás de él, sentado en el reposabrazos del sofá. Ambos estaban en el salón del Consejo, Gabe intentando escapar de su amigo, sin éxito. Se mordió los labios, conteniendo las ganas de preguntar cuánto más pensaba seguir haciendo lo mismo, a sabiendas que Wade se limitaría a repetir sus palabras. Llevaban casi una hora así, y se empezaba a desesperar. Y era infantil y ridículo, y una táctica que Wade no usaba con él hace años. Tenía ganas de coger uno de los cojines del sofá y ahogarlo con él.

-¿Qué hacen aquí? -preguntó Ericka, entrando al aula. Llevaba el cabello peinado en una trenza descuidada y jeans sueltos, además de una blusa ajustada. Los miró a ambos, exigiendo una respuesta.

-No tengo planes -dijo Gabriel.

-No tengo planes -repitió Wade, aguantando la risa. Ericka parpadeó, confundida, y se confundió más al ver que Gabe apretaba los labios y se volvía hacia Wade, enfadado.

-¡Para con eso de una jodida vez! -gritó. Wade repitió sus palabras, pero en un tono mucho más relajado.

-Ustedes no están haciendo lo que están haciendo -murmuró ella, cerrando los ojos, tratando de negarse a la evidencia-. Es una niñería.

-Se lo he dicho ya.

-Se lo he dicho ya.

Gabriel alzó una mano, mostrando el dedo medio a su amigo.

-Ustedes dos son estúpidos, tienen que saberlo -dijo Ericka. Wade respondió con una risa. Dejó el sofá y se acercó a Gabriel, rodeando su cuello con un brazo. Gabriel sabía que no iba a decir nada más hasta que él hablara y se vio tentado a quedarse callado el resto del día, hasta que Wade se rindiera, pero lo conocía, él nunca había perdido en ese juego.

-Eres un idiota -murmuró. Ericka decidió ignorarlos y los dejó discutir. Antes que Wade pudiera agregar algo, Gabriel agregó-. Y sí, acepto, diablos, pero habla ya normalmente.

-Sabía que lo harías -Wade sonrió, soltándolo-. Y sabía que extrañarías tanto hablar conmigo, que aceptarías.

-Eres una molestia. Eres insoportable.

-Y ahora que vuelven a hablar como personas normales, ¿me quieren explicar de qué va todo esto?

-Vamos a ir a ver camiones monstruo -anunció Wade-. Gabriel es idiota, y por alguna razón, no quería ir. Tuve que usar métodos extremos.

Ericka observó un momento la espalda de Gabe. No era idiota, sabía que algo le pasara y sabía también que no le contaría nada apenas que lo considere necesario. Se preocupaba, pero no demasiado.

-¿A qué hora es, de todas formas? Quería ir al cine con Mike.

-Es en la tarde, empieza a las doce. Creo que puedes ir a ambas -contestó Wade. Gabriel mandó un mensaje rápido a Mike y esperó por la respuesta. Como suponía, fue afirmativa. Suspiró. Sabía que lo que ambos, Wade y Mike, trataban de hacer era sacarlo del colegio porque pensaban que lo necesitaba. Esperaba que si los complacía dejaran de preocuparse.

---

Gabriel se ajustó las gafas oscuras, mirando a todos lados. A pesar de haberse negado por días a venir, ahora que estaba allí, escuchando la música por los altavoces y viendo las gradas a las que se acercaban, se sentía feliz. Llevaba tiempo sin venir a un evento de ese estilo y había olvidado cuánto le gustaban. A su lado, Wade observaba con una sonrisa pícara a un par de chicas escasamente vestidas, que observaron su juventud y lo saludaron mandándole un beso, más en broma que otra cosa. A Wade no parecía importarle. Las saludó alzando la mano en la que llevaba los tickets.

-Mira, en el programa dice que un grupo local de motociclistas abrirá el show, ¿crees que el novio de Ericka estará por aquí?

-Pensé que Bryan era skater -contestó Gabriel, dándole a su voz un tono aburrido que no sentía en realidad. Pero si se entusiasmaba demasiado, Wade lo iba a fastidiar por demorarse tanto en aceptar.

-También es motociclista. Hablé con él, ¿recuerdas? -Gabriel suspiró. La idea de Bryan y Ericka juntos le seguía pareciendo ridícula y peligrosa, al menos para ella. Si Wade no fuera tan idiota, podrían estar juntos y él estaría más tranquilo. Negó con la cabeza-. ¿Sigues sin estar de acuerdo con eso?

-Sólo creo que es raro. Es Ericka, nunca la imaginé saliendo con alguien que no estuviera a su altura.

-Tal vez ella tiene unos estándares de “altura” diferente a los tuyos -opinó Wade. Gabriel quiso preguntar si acaso no le molestaba ni un poco imaginarlos juntos, pero desistió. Era obvio que diría que no.

Entregaron los tickets en la boletería y se dirigieron a sus lugares, ubicados lo suficientemente cerca de la pista para ver los choques en primera plana, pero no tanto como para que alguna pieza les cayera en la cabeza. Gabe se sentó, y Wade se ubicó a su derecha y apenas se quitaba las gafas cuando notó que alguien se sentaba a su lado y lo miraba fijamente. Casi se ahoga al voltear el rostro y encontrar a Liam allí. Su primera reacción fue volverse a Wade, esperando acusarlo, pero él lucía igual de sorprendido.

-Hola -saludó Liam-. Recordé que te gustaban estas cosas y decidí probar suerte -dijo-, dado que te niegas a verme. Algo que es completamente comprensible, si me permites decir.

-¿Y si lo comprendes porqué demonios tenías que venir? -espetó Gabriel.

Liam lo miró. También llevaba gafas oscuras que se quitó con un movimiento elegante.

-Porque eres mi hermano pequeño. Quería verte -Gabriel guardó silencio, apretando los dientes. Después que Liam desapareciera, había creído que lo había abandonado, dejándolo atrás porque no lo quería lo suficiente o porque nunca lo había querido. Se acostumbró a esa idea y era difícil creer lo contrario. Liam tendría que haber encontrado una manera de no dejarlo solo, si se preocupaba de verdad por él-. Y no me dejaste terminar de hablar la última vez que me llamaste.

Liam le dio un vistazo a Wade, que lo miraba sin disimular. Le molestaba no poder hablar con su hermano en privado.

-Wade, ¿podrías ir a comprar refrescos? -pidió. Wade bufó, mirando a Gabriel. Éste asintió levemente y Wade se levantó, estirando una mano hacia Liam.

-¿Qué? -cuestionó, ante su mirada confundida-. ¿Crees que vas a usar esa sutil forma de pedirme que me largue y no pagarás al menos los refrescos?

Liam le tendió un par de billetes, suspirando, y Wade se alejó, no sin antes dar una última mirada preocupada a Gabriel, que trató de lucir en calma.

-¿Por qué te niegas a hablar cuando él está?

-No tengo mucha confianza en su apellido -murmuró Liam, observando la espalda de Wade al irse.

Gabriel apoyó los codos en las rodillas, mirando la pista en la que un par de motociclistas estaban a punto de saltar. No esperaba esto cuando entró, estar al lado de Liam, sin disfrutar del espectáculo ni un poco.

-Él no es su apellido, ¿lo sabes? -dijo. Liam sonrió.

-Sí, y tú tampoco, pero prefiero guardar distancias.

-Exactamente, ¿qué es lo que quieres?

-Quería saber de ti, pero no creo que quieras contarme qué tal te ha ido -Liam giró el rostro, dirigiéndole una sonrisa triste-. Estaba pensando en cómo hablar contigo, si te volvía a ver. Qué decirte. Pero no se me ocurrió nada. En cambio, puedes preguntarme cualquier cosa que quieras saber, si es que puedo responder, claro.

Gabriel se quedó un momento mirando su rostro. Era mucho más amable del hermano que recordaba, pero era esa amabilidad lo que le molestaba. Le sonreía como si nunca se hubiera ido y tuvieran una relación.

-¿Qué tienes en contra de los Lorenz? -preguntó, por decir algo.

Liam consideró la pregunta un momento.

-Son una familia complicada. Lo primero que tienes que saber es que Joanna sabe que nuestra madre está con vida. Asumo que Edward también -Liam se encogió de hombros, aunque lo hizo de tal forma que incluso ese gesto tuvo una pizca de elegancia. Gabriel fingió sorpresa, incluso cuando ya lo sabía-. Lo que más me preocupa es que ambos son capaces de hacer cualquier cosa por razones muy pueriles.

Liam captó la mirada de interés en su hermano y se inclinó un poco hacia él. No tenía muchas ganas de hablar de la familia Lorenz, pero debía empezar con algo, hasta que Gabriel se sintiera cómodo ante su presencia.

-Lo que sé son cosas que me contó nuestro padre y que observé. Sabes que no se casaron por amor, la familia de Edward estaba al borde de la quiebra y él tomó el apellido Lorenz. Sin embargo, Edward no quería ser opacado por su mujer. En su defensa, tengo que decir que Joanna nunca hizo nada por salvar su matrimonio, o por amarlo. Nunca me lo pareció, al menos.

-Mi tía no es la clase de personas que amarían a un jodido traidor -murmuró Gabriel. Aunque miraba a la pista, su atención estaba puesta en lo que Liam decía.

-No recuerdo que tuvieras un lenguaje tan florido.

-Y yo no recordaba lo pomposo que suenas al hablar -replicó. Liam pasó por alto el insulto, volviendo a su historia.

-Las cosas se complicaron cuando Julie nació. Fue la primera hija, y creo que Edward planeó que fuera su sucesora desde el principio. No hay nada que quiera más que dejar de depender de los Lorenz, y sería una venganza estupenda si alguien sin una gota de esa sangre llega a heredar todo. Por ley, Julie es también una Lorenz, al serlo Edward. Pero Joanna ya estaba embarazada.

Liam se calló. Hace tiempo que no hablaba de eso, no tenía con quien hacerlo y era gracioso lo familiar que los líos de los Lorenz se sentían.

-¿Y mi padre a quién apoyaría? -preguntó Gabriel. Le dio una mirada de reojo, antes de volver a mirar la pista.

-A quien le convenga. Me dijo alguna vez que Edward era manejable y tenía razones para serle leal. Pero Joanna no sería un buen enemigo, y en todo caso, prefiere que ambos lo vean como un aliado.

Gabriel asintió. Su padre instaba a Julie a estudiar y le recordaba de vez en cuando lo mucho que podía lograr siendo una Lorenz, pero al mismo tiempo presionaba a Wade y amenazó incluso con sacarlo del colegio, si Gabe no conseguía que se interesara por su posición. Sólo tomaría una posición cuando supiera con quién ganaba más.

-Todo esto es perturbador, si lo piensas. Las cosas que obligan a sus hijos a sufrir...

Gabriel se mordió el labio, para no contestar. Liam hablaba de ambos, y él no quería seguir con ese tema, no quería que nadie le preguntaba qué era lo que iba a hacer. Porque odiaba tener la posibilidad de escapar y sentir que la estaba rechazando. Prefería creer que no tenía opciones. Liam significaba que tenía opciones.

-¿Nunca has pensando en buscar a mi madre? -preguntó.

-Cada día. Quiero verla, más que a nada. Pero no puedo. No puedo ponerla a ella o a ti en peligro.

-Estaré bien -contestó Gabriel-. Si lo que dices es cierto, mi padre quiere un heredero, no va a tocarme ni un puto cabello.

Vio el ceño fruncido en desaprobación de Liam y sonrió.

-Entonces, ¿has pensado en venir conmigo?

Gabriel miró a Wade. Estaba cerca, bebiendo de una gaseosa, sosteniendo una bolsa en las manos y miraba hacia ellos de cuando en cuando. Irse significaría dejar todo atrás. No sabía que pasaría entre él y Mike en el futuro, y sería incluso más imprevisible si se iba. Su casa, sus amigos, y a su madre. Y dejaría a su padre libre sabiendo que sus dos hijos huyeron. Sólo pensar en huir le revolvía el estómago.

-Tengo que pensarlo más tiempo -murmuró-. Aún no puedo creer nada de lo que dices. No hay ninguna prueba de que ella esté viva. O que mi padre sea el delincuente que dices que es.

-Mi madre dejó una carta para ti, para cuando lo supieras -admitió Liam-. No quería dártela aún, pero lo haré.

Gabriel sonrió al notar que Liam no había mencionado que lo haría hoy mismo. Eso significaba que tendría que verlo otra vez.

-Puede que no te crea incluso así.

-Lo sé, pero debo arriesgarme -Liam sonrió, y observó a Wade, que le hizo una seña, indicándole que se diera prisa-. Wade es bastante diferente a como lo recuerdo.

-Cambió después de lo de mi mamá -contestó Gabriel-. Él la quería tanto como yo. Y para mí, es como un hermano -agregó, aunque no tenía la necesidad de hacerlo.

-Sólo espero que tengas más amigos -dijo Liam. Recordaba que a su padre solía enojarle no lo cercanos que eran, sino el que Gabriel no tuviera más amigos. Gabriel nunca pareció interesado en más personas e incluso aunque jugaba y conversaba con los niños de su edad, nunca les llamó amigos. Esperaba que eso hubiera cambiado.

-Es difícil confiar en la gente. Pero tengo un par más.

-¿Ese chico al que llevaste casi a rastras aquel día?

Para ese momento, Wade había regresado y dejó caer una botella sobre las piernas de Liam, antes de tenderle una a Gabriel.

-Ese chico es mi amigo también -contestó. En ese momento, un auto pequeño en comparación al tractor que lo seguía chocó contra el muro de contención y fue aplastado por las llantas desproporcionadamente grandes del tractor.

-Esto es salvajismo -murmuró Liam, desviando ligeramente la vista.

Wade se puso de pie y gritó, sonriendo mientras otro camión entraba al ruedo y el conductor hacia girar las llantas, levantando polvo alrededor de él.

-Tú siempre fuiste un jodido estirado de mierda -dijo Wade estirando el brazo por encima de Gabriel para darle a Liam una palmada en la espalda-. Siempre quise decirte eso.

Gabriel rio, más relajado ahora que Wade estaba allí. Miró a Liam, sonriendo y éste negó con la cabeza. 

Al terminar el evento, Liam se levantó. No habían hablado más que un par de frases acerca de los autos, y lucía conmocionado. Gabriel disfrutó su expresión, al menos hasta el momento en que notó que lo miraba demasiado y se sentía cómodo haciéndolo. Apretó los puños, recordándose a sí mismo que este era el hermano que lo abandonó. La ira regresó rápido, y Gabe la sintió, familiar y cómoda.

-Espero que me llames -dijo Liam, tendiendo una mano hacia él. Gabe observó su mano extendida y se encogió de hombros.

-Lo haré, por esa carta - Liam notó la frialdad en su voz y bajó la mano.

-Espero que puedas volver a verme como tu hermano, Gabe -dijo, a modo de despedida. Wade se acercó a su amigo apenas vio a Liam marchar, y apoyó una mano en su hombro, que Gabriel se sacudió.

-Vámonos, tengo que ver a Mike. ¿Estamos a tiempo?

-Llegaremos -asintió Wade-. ¿De qué hablaron Liam y tú?

Gabriel se acercó al auto, y Wade se trepó al volante antes que él pudiera subir.

-De ti y tu familia. Dijo que tus padres saben lo de mi madre.

-Eso lo suponía -contestó Wade.

-También dijo que mi madre dejó una carta para mí -Wade apartó un momento la vista de la carretera, para observar a su amigo, que había dejado caer su cabeza en el asiento-. Supongo que para intentar convencerme que vaya con él.

-Ella quiere que seas feliz -murmuró Wade.

Gabriel suspiró. Lo que le habría hecho feliz era tener a su madre y a su hermano a su lado, o al menos saber qué pasó, en vez de enterarse años después. Sabía que si se lo comentaba a Wade, éste diría que no podían decirle nada, ni siquiera cumplía los doce cuando su madre aparentó morir, y Liam no podría haber cargado con un niño siendo él un adolescente. Gabriel sabía que era cierto, pero eso no le volvía las cosas más soportables.

-¿Seguro que quieres ver a Mike? -Gabriel asintió. Mike le relajaba, le distraía, siempre se sentía mejor a su lado.

-Pero no menciones que vimos a Liam -dijo. Si lo hacía, Mike se pasaría la noche tratando de hacerlo hablar, o lanzándole una de sus miradas preocupadas y eso era lo que menos necesitaba ahora.

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Mike miró el la hora en el reloj que llevaba puesto en la muñeca. Faltaban veinte minutos para que empiece la película y llevaba en el cine más de media hora, y no habían señales de Gabriel. Trató de no lucir nervioso, ni de recorrer por enésima vez el local con la mirada. A su lado, Julie le dio una palmada en el hombro, y él agradeció que ella estuviera a su lado, aunque eso significara que Alan estaba allí también. Cada vez que miraba el reloj, sentía la mirada de Alan en él y se negaba a observarlo de regreso, a sabiendas que encontraría una expresión de burla en su rostro.

Dejó escapar un suspiro aliviado al verlo llegar y trató de contener en vano las ganas de acercarse a él. Lo hizo. Gabriel le sonrió y se inclinó hacia él cuando estuvieron cerca, para dejar un beso en sus labios.

-Lo siento por la tardanza -murmuró-. ¿Podemos ver la película todavía?

Mike asintió. Wade alcanzó a ver a Julie y negó con la cabeza.

-Me hubieran dicho que eran citas dobles, habría traído a Adriana -bromeó, al verla al lado de Alan.

-Nosotros nos vamos -dijo Julie, alejándose de la pared en la que estaba apoyada-. Sólo le hacíamos compañía a Mike mientras te dignabas a aparecer, Gabe.

Wade observó a Gabriel. No tenía muchas ganas de dejarlo solo ahora, temía que si quedaba con pocas distracciones alrededor, su mal carácter volviera a aflorar.

-Puedes irte si eres tan cobarde como para ni siquiera atreverte a ver una película conmigo -dijo, mientras Gabriel compraba las entradas. Mike negó con la cabeza, cansado de esa lucha entre ellos y Julie se detuvo sobre sus pasos, enfadada.

-Ignóralo, Julie -le dijo Alan en voz baja, tomándola del codo-. Sólo trata de provocarte, vámonos.

-Sé que te molesta quedarte -le contestó Julie, en un susurro-. Y me molesta que parezca que estoy evitándolo, puedes irte sin mí. Estaré bien -le sonrió, para confirmar sus palabras, a la par que Gabriel llegaba al lado de Mike con las entradas. Ambos los observaron durante un momento.

-Lo suyo ya es ridículo -dijo Mike, soltando una risa que le salió un poco falsa, aunque él no pareció notarlo. Wade enarcó una ceja, girando el rostro para examinar su expresión. Había un poco de enfado en ella, aunque parecía que estuviera haciendo una broma-. Sólo deberían estar juntos y ya.

-¿Julie y Alan? -preguntó Gabriel. Para sorpresa de Wade, éste no había captado nada de lo que pasaba con Mike. Comprensible, dado lo idiota que era y que debía estar pensando el Liam más que en su novio-. No lo creo.

-Se quieren, pero viven insistiendo que no lo hacen -replicó Mike-. Me están empezando a sacar de quicio.

Gabriel rio, acariciando el cabello de Mike.

-Eso sería extraño de ver -murmuró-. Mejor entramos, o nos perderemos el comienzo. Wade, no molestes a Julie. Va en serio.

Wade asintió. Cuando ambos se fueron, se acercó a Julie. Ella se cruzó de brazos, lanzándole una mirada desafiante.

-Parece que los tórtolos quieren ver la película  solos -bromeó-. Y hablando de eso, Mike cree que ustedes dos se niegan a admitir sus sentimientos.

Como esperaba, sólo obtuvo una ceja enarcaba de Julie y un bufido de Alan. Si pudiera confirmar que Alan sentía algo por Mike... no sería divertido, tal vez hace un mes sí, antes de Liam. Ahora, lo que menos necesitaba era que alguien amenazara la poca estabilidad que le quedaba a Gabe. Y lo peor es que era probable que éste no se diera cuenta de nada hasta que fuera muy tarde.

-Entonces, ¿se piensan quedar aquí? Yo regresaré en taxi, estoy seguro que esos dos harán más que ver una película -dijo, tratando de obtener una reacción de Alan. Notó la manera en que apretó los puños, aunque su rostro permaneció indiferente.

-Nos vamos -dijo Julie. Tomó el brazo de Alan y tiró de él hacia la salida, seguidos por Wade. 


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