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West Lake por Hisue

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Notas del capitulo:

¡Hola de nuevo! Este capi es un poco más largo que el anterior. Bueno... sé que están un poco frustrados con Gabe justo ahora... aguántenlo un poco más XD

En otras noticias... creo que no hay novedades, mi vida sigue igual, trato de seguir con el fic... así que los dejo para que lean. Como siempre, muchas gracias a las personas que leen esto, y dobles gracias a las que comentan, en serio las aprecio. Cada comentario me hace feliz. Es como “a alguien le importa esto” xDDD #drama

 

 Capítulo 62

 

Al principio de ese día, Mike no creía ser capaz de levantarse. Había hablado con Julie y luego, se limitó a hacer sus tareas y dormir antes que Alan regresara al cuarto. No quería verlo, no quería ver a nadie en realidad. No durmió bien, pensando en Gabriel, y en las ganas que tenía de ir a verlo y pedirle una explicación, y de desear que nada de esto hubiera ocurrido. Cuando abrió los ojos, se sentía cansando y abrumado, pero incluso así, se levantó y fue a clases, atendiendo a los profesores como era usual, tomando notas, evitando mirar hacia el lugar en el que Gabriel se sentaba. Por momentos, sentía que el pecho le dolía tanto que iba a explotar o se iba a echar a llorar allí mismo y no entendía cómo era capaz de seguir, sonreír incluso cuando lo único que sentía dentro era angustia. Era extraño. Doloroso. Más que cualquier cosa que hubiera experimentado antes.

-Hey -dijo Julie, sentándose frente a él. Notó el plato sin tocar de Mike e hizo un gesto de desagrado-. ¿No tienes hambre? -preguntó, odiando el ser tan mala para consolar.

Mike alzó los ojos, mirando de ella al plato, como si acabara de darse cuenta de dónde estaba. A Julie su expresión le preocupó. Prefería al Mike lloroso del día anterior que a este que apenas hablaba. Mike negó con la cabeza, apartando el plato.

-Sigo creyendo que debes hablar con él -dijo Julie, después de un momento de silencio. Mike no contestó. Alan había dicho lo mismo que Julie, que si Henry Barnett estaba presente, era probable que Gabriel hubiera mentido, pero ellos no habían estado allí y no habían visto la expresión de Gabriel, ni habían escuchado su voz. Él no se corrigió ni siquiera cuando vio que estaba allí, y mantuvo su expresión indiferente por minutos, actuando como si Mike no existiera-. No puedes confiar en su padre demasiado.

-Ya sé, me lo dijiste -murmuró Mike. Se levantó, tomando la chaqueta que pendía de la silla. No era que no quisiera hablar con Gabe, y aferrarse a lo que Julie decía, quería hacerlo. Pero tenía miedo, miedo que Gabriel le dijera que nada era mentira, que no lo quería en realidad. Si era verdad, si se había cansado de él, no quería escucharlo. No otra vez-. Voy a la biblioteca.

Julie lo observó marchar, impotente, y miró hacia la mesa de Gabriel, frunciendo el ceño. Tenía ganas de ir y golpearlo, o algo peor, pero no se acercaba porque Wade estaba con él y desde la mañana, cada vez que ella trataba de acercarse, le daba una mirada que podía interpretar como un “no te acerques”.

-Está peor que ayer -dijo Alan, parándose a su lado. Julie le indicó que tomara asiento con un ademán de la mano.

-No podemos esperar a que esté bien, ¿o sí?

-Supongo -murmuró Alan-. ¿En serio crees que Gabe estaba mintiendo?

Julie volvió a mirar hacia la mesa de Gabe. Tenía la expresión de siempre, de indiferencia, y fuera de eso, no parecía afectado por nada. Pero ella sabía muy bien que era bueno fingiendo.

-Si es por su padre, sí -Julie se llevó dos dedos a la barbilla, en un gesto pensativo-. Mike dice que el tío estaba siendo amable y que pensaba tener una charla con él y Gabriel, y que le sorprendió que Gabe dijera lo que dijo. Pero eso es difícil de creer. No puedo creer que simplemente aceptara así como así que su hijo es un marica y que tiene un novio que ni siquiera le produce algún beneficio.

-¿Marica? -preguntó Alan, sin saber si sentirse ofendido o no por la palabra. 

-No es que yo lo crea, o use esa palabra, Alan -explicó ella-. Pero supongo que es así es como él lo verá.

-Ese viejo es un bastardo- exclamó Alan. Julie lo observó, después de decidir que no estaba bien desperdiciar comida y empezar a comer del plato que Mike había dejado.

-Me contó que lo besaste -dijo-. Bueno, lo mencionó de pasada, ¿no te pareció un terrible momento para hacerlo?

-No es que importe. No creo que haya pensado en eso ni una sola vez.

-Sinceramente, ¿qué esperabas? -preguntó ella-. Le acaban de romper el corazón por primera vez, no iba a prestarte atención ahora.

-Ya lo sé -refunfuñó Alan-. Fue un estúpido impulso, deja de recordármelo.

Alan maldijo entre dientes. Julie bufó. Ella quería ver a sus dos amigos felices, y aunque en algún momento pensó que estaría bien si Mike terminara con Gabriel, no lo quería de esta forma. Cuando Gabe se levantó, camino a la salida, ella hizo lo mismo, harta de no hacer nada y lo interceptó antes que éste alcanzara la puerta.

-¿Qué quieres, Julie? -preguntó Gabriel. Su tono, rozando el aburrimiento, hizo que Julie se enojara más.

-Tú, imbécil hijo de puta -espetó ella, alzando la mano para golpearle el rostro. La cachetada no tomó por sorpresa a Gabriel, la estaba esperando desde el primer momento en que sus miradas se cruzaron en la mañana. Julie alzó la mano de nuevo, pero esta vez Wade se adelantó y le sostuvo la muñeca.

-Sólo un favor, Julie -dijo Gabriel, metiendo las manos en los bolsillos, notando la mirada de sus compañeros en ellos. Ella reconoció su modo de “jefe”, ese aire arrogante que nunca antes le había exasperado tanto antes. Por supuesto, él no iba a permitir que lo golpeara o lucir un poco afectado, con medio colegio mirando-. No insultes a mi madre. Y sobre el golpe, lo merezco. Un poco, creo -su máscara de arrogancia pareció desaparecer sólo un instante para mostrar un sentimiento casi desesperado-. Voy a arreglarlo -dijo, en un susurro.

-Pues más te vale -gruñó, soltando su mano del agarre de Wade-. Mike no merece esto.

---

Gabriel salió del baño, después de la clase de física, con la toalla sobre los hombros. Habían pasado dos días desde que su padre llegara de visita, dos días desde que Mike escuchara lo que dijo y aún no era capaz de hablar con él. Quería hacerlo, pero estos días habían sido difíciles, sus tareas no parecían tener cuándo acabar y por encima de eso, no sabía qué decirle. Racionalmente, lo sabía. Disculparse, explicarle que su padre era un bastardo y que toda esa amabilidad era mentira y que lo estaba probando. Y cuando Mike exigiera una prueba de eso, contarle lo de su madre. Gabriel se llevó una mano a la nuca, sintiéndose exhausto. No era algo de lo que le gustaba hablar, sólo lo había comentado con tres personas: Ericka, porque lo descubrió de casualidad, Wade, quién también lo descubrió, y Garton, a quién él mismo le había contado. Ninguno de ellos había mostrado demasiada lástima al oírlo y el único con quién pudo llorar y sincerarse fue Wade, lo cual no era extraño. Era Wade, después de todo.

Pero si se lo decía a Mike... sabía lo que pasaría, volvería a preocuparse por él y tratarlo como si estuviera hecho de cristal, como cuando supo de Liam. Y lo que era peor, si su padre se enteraba que habían vuelto, podría hacer algo. Aunque tal vez no, si debía mantener la fachada de amable viejo que usó con Mike. Gabriel estampó el puño contra la mesa del escritorio, ignorando el dolor que le recorrió el brazo. Su padre. En medio de toda la maraña de sentimientos, resaltaba el odio hacia él y la sensación que había sido un imbécil, dejándose enredar en sus juegos. Volvió a dar otro golpe en la mesa, pero esta vez se apartó, dejando la toalla tirada en su cama. Esto era estúpido, estar allí pensando en círculos, en vez de ir a ver a Mike. Sólo debía preocuparse por él ahora.

Se puso una camiseta y salió del cuarto, apretando los puños contra sus costados. Encontró la puerta de la habitación de Mike abierta y entró, pero Mike no estaba allí, sólo Garton, de pie delante del armario.

-Por la cara que lleva Mike estos días, no arreglaste nada con él -dijo Alan, cuando notó que Gabriel estaba detrás de él.

-¿Qué no hay nadie del colegio que no se haya enterado? -murmuró Gabriel, enfadado. Alan negó con la cabeza.

-Compartimos habitación, es un poco difícil que no me entere de las cosas.

Gabriel permaneció en silencio, causando que Alan se pusiera nervioso. En realidad, estaba aguantando las ganas de golpearlo y obtener alguna reacción de él que pruebe que estaba afectado por hacer sufrir a Mike.

-En serio, Barnett, ¿por qué no arreglas las cosas con Mike? -preguntó-. Tienes la razón perfecta para no desafiar a tu padre y para mostrarle a Mike que es un bastardo. ¿Por qué no se lo dices?

-¿A ti qué te importa? -espetó Gabe. No tenía ninguna gana de darle explicaciones a Garton. Se giró, decidido a irse.

-Me lo dijiste a mí -murmuró Alan. Gabriel se giró, alzando la mirada y Alan no notó en su expresión nada que no fuera ira-. Es por eso, ¿no? Tienes miedo -conjeturó-. Si se lo dices, no vas a poder evitar mostrarle esa cara tuya, y apuesto a que Mike no la ha visto hasta ahora.

Gabriel soltó una risa. Se acercó a Alan, tomándolo del cuello de la camiseta.

-Di una sóla palabra más, Garton...

-Tienes miedo -repitió Alan-. ¿Por qué no se lo dices entonces? ¿Ahora eres leal a tu padre? Has pasado todo el año acompañándolo, tal vez empezó a gustarte estar allí, mirando cómo todos los demás lamen la suela de tus zapatos -le señaló, esbozando una sonrisa.

-Tú no sabes nada de mí -gruñó Gabriel.

-Sé más que tu novio -susurró Alan, ladeando el rostro sin sentirse afectado por la rabia con la que Gabe lo miraba-. Michael es una buena persona, ¿sabes? No creo que le guste el Barnett que me está mirando ahora mismo.

La puerta se abrió antes que Gabriel pudiera contestar y Mike entró. Había olvidado sus cuadernos y se quedó de pie, congelado, al verlos.

-¿Qué hacen? -murmuró. En un impulso, se acercó a ellos y tomó el brazo que Gabriel mantenía sobre la camiseta de Alan, tirando de él-. No hagas eso, no tienes porque discutir... -notó que le estaba hablando como si no hubiera pasado nada malo entre ellos, y retiró la mano, guardando silencio.

-No iba a golpearlo -murmuró Gabriel, sin saber qué más decir. Alan se apartó de él, pasando una mano por su cabello.

-Da igual -contestó Mike. Se dirigió al escritorio, tomando sus cuadernos y apresurándose en salir. Por un momento, se olvidó de todo y sólo existió el roce de la piel de Gabriel bajo sus dedos y sus ojos, verdes y esperanzados, mientras lo miraba.

Gabriel no lo siguió, todavía estaba demasiado enfadado y no confiaba en sí mismo para decir nada. Soltó a Garton y salió de la habitación.

---

Los pasos de Ericka la llevaron a la piscina, a la que hace meses no iba, al menos no de madrugada. Suspiró, apoyando la espalda contra la pared, poco extrañada cuando notó que Bryan se le unía.

-¿Qué pasa? -preguntó él-. Hace tiempo que no lucías tan estresada.

Ericka soltó una risita. Lo que la mantenía en ese estado era Gabriel, por supuesto. Se sentía culpable por no haber notado la trampa de Henry... ella, a diferencia de Mike, no creía en la amabilidad de Barnett, ni creía que aceptara por las buenas al novio de su hijo, sin importar cuando alegara lo contrario. Debió haberlo supuesto, le habría evitado sentirse tan mal cada vez que miraba a Gabe y notaba la forma en que seguía a Mike con los ojos, y lo fría que sus expresiones se habían vuelto. Aparte de eso, le extrañaba lo mal que se sentía, como si hubiera traicionado a Gabriel. Eran amigos, todo lo amigos que se podía ser con alguien como Gabe, pero ella nunca se había tomado en serio el estatus de “líder” con el que Wade solía bromear. Aparentemente, era mentira, porque se sentía como si hubiera fallado en un trabajo. Tal vez era sólo su sentido de la responsabilidad.

-¿Ericka? -insistió Bryan, su voz suave y preocupada.

-Lo siento -contestó ella, saliendo de sus pensamientos. Se acarició el puente de la nariz, tratando de relajarse-. Sólo estaba pensando.

-¿Y puedo saber en qué?

-Nada importante -Ericka se giró hacia él, poniendo una tensa sonrisa en sus labios-. Uno de mis amigos tuvo un problema y es casi por mi culpa.

-No te estreses por eso -Bryan puso una mano en la parte trasera de su cuello y sonrió cuando Ericka se inclinó ante su toque-. No puedes solucionar todo, ¿lo sabes?

-Lo sé -contestó-. Y ahora, necesito dormir. Estas últimas semanas van a ser difíciles.

-Todo el nivel de esta escuela es difícil -murmuró Bryan. Ericka se separó, reticente, de su mano.

-¿No hay novedades tuyas? -preguntó. Bryan se preguntó si sólo era cortesía o realmente quería saber.

-No mucho -contestó él-. No hay mucho que pueda decir, trabajando aquí casi todo el día.

Ericka alzó la mano y le acarició el cabello. Bryan sonrió, agradecido por el gesto.

-Te diría que no te esfuerces tanto, pero mejor no. Deberías tener más tiempo para estudiar.

Bryan se inclinó, para darle un beso suave en los labios.

-Es tarde, Ericka -susurró-. Te veré después.

Le extrañó encontrar la luz encendida al llegar a su cuarto y mucho más encontrar a Katherine despierta, sentada en un nido de cojines sobre la cama, con la vista puesta en un libro. Su amiga alzó los ojos al verla entrar y palmeó los cojines a su lado, indicándole que se sentara. Ericka se acercó, pero se sentó en su propia cama, desatando las tiras de sus sandalias.

-¿Qué pasa con Gabriel y Mike? -preguntó Katherine, yendo al grano como pocas veces acostumbraba-. Mike luce realmente miserable estos días, es doloroso de ver.

Ericka alzó los ojos, dejando escapar un suspiro.

-Es culpa de Henry -dijo. Katherine cerró el libro, instándole a hablar y Ericka contó las cosas tal y como las había visto. Al terminar, Katherine lucía enfadada e indignada.

-Gabe es un tonto -dijo-. ¿Y por qué aún no arregla las cosas con Mike? Ericka, tenemos que hacer algo.

-No te metas, Kathy -contestó-. Fue mi culpa, en parte, no debí llevar a Mike... pero él no aceptará una explicación de nadie que no sea Gabe.

-Gabriel a veces es muy tonto -se quejó ella. Ericka sonrió, terminando de ponerse el pijama.

-No es nuestro asunto. Por mi parte, voy a dormir. Puedes hablar con Gabe, si quieres -dijo, evitando contar que Gabriel no había querido escuchar ni una palabra del tema.

---

Gabriel entró en su cuarto, dejando caer la puerta con un poco más de fuerza de la necesaria. Max estaba a su lado y caminó hasta llegar a la cama, dando vueltas antes de acostarse. La visión de su perro lo distrajo lo suficiente para sonreír. Gabriel se acercó al armario y rebuscó en él hasta que encontró una pequeña caja que se abría con una combinación de números. La abrió. Tenía pocas cosa allí, una foto de su madre y él cuando eran pequeños, una vieja cadena que Wade le regaló una vez, un anillo regalo de Kristy que ella se negó a recibir después de su ruptura y en el que raramente pensaba y, al fin, la carta que Liam le dio.

Gabriel la retiró y cerró la caja, antes de acostarse en el piso, poniendo sábanas y cojines allí. Max se arrastró hasta acomodarse en sus piernas y Gabriel miró al techo, pensando. Aún no podía hablar con Mike. Quería hacerlo, pero cada vez que lo intentaba se detenía antes de siquiera acercarse. Gabe maldijo, frustrado. No era idiota, sabía que siempre fue un problema para él confiar en las personas, en cualquier persona. Nunca fue muy amigo de nadie, e incluso con sus amigos mantenía distancia. Eso era en parte el problema. Consideraba que sus cosas, sus problemas, eran suyos y a nadie más le competía saberlos apenas que pudiera usarlos a su beneficio.

-Eso es malo, ¿no crees, Max? -dijo, acariciando al perro. Nunca pensó que esa falta de confianza afectaría su relación con Mike, nunca estuvo en peligro hasta que su padre llegó y se metió en el camino. De todas formas, estaba harto de sentirse manipulado por todos a su alrededor. Su padre, Liam... si no se mentía a sí mismo, incluso por su madre. La amaba y estaba seguro que hizo lo que le pareció mejor, pero aún así ella fue quién le encargó a Liam el llevárselo consigo. Se preguntó, no por primera vez, si Liam sólo lo hacía por culpa, por respeto a ella más que por realmente quererlo. Estaba harto de verse a sí mismo como un idiota sufriendo por todo. Sólo harto. Necesitaba parar. Necesitaba algo de control en su vida antes de enloquecer.

Max se acercó más a él y le dio una lamida en la mejilla, que ocasionó que riera. Era terrible pensar que sólo se sentía bien con el perro alrededor... y con Wade, pero eso no contaba. Apartando al perro, abrió la carta y empezó a leer.

-Espero que seas feliz -leyó al final-. Y que puedas perdonarme algún día.

-Y yo espero que si un día te vas, te despidas de mí apropiadamente, no con una carta -dijo Wade, de pie en la puerta, su tono tan relajado como siempre. Max le ladró, sacudiendo la cola, en un gesto que indicaba que estaba feliz de verlo.

-Es la carta de mi mamá -explicó Gabriel, tendiéndosela-. Toma.

Wade se acercó, cogiendo la carta y le echó un vistazo. Era corta, como esperaba. Isabelle explicaba lo mismo que Liam, hablando a grandes rasgos sobre sus descubrimientos acerca de Henry y el miedo que sentía por sus hijos, sabiendo que crecerían para tomar su puesto. Le pedía perdón a Gabe por dejarlo y le pedía que siguiera el camino que le hiciera feliz. Nada que no supieran ya. Su lado práctico se sintió algo decepcionado.

-No dice nada especial -comentó.

-Lo sé -asintió Gabriel. Esbozó una sonrisa mucho más tranquila que cualquiera en los últimos días, que hizo sentir a Wade un poco extraño-. Iré a casa este fin de semana -anunció, su voz todavía tranquila.

-Tu padre está allí, ¿sabes eso? -comentó Wade, sentándose y regresándole la carta. El perro se acercó, intentando jugar, pero Wade se limitó a darle un par de palmadas en la cabeza.

-Lo sé -asintió Gabriel-, por eso es que voy. Quiero hablar con él.

Wade se estiró, posando una mano en la frente de Gabriel, que le miró, frunciendo el ceño.

-No estás bromeado, y no estás delirando por la gripe. ¿Por qué el repentino interés en hablar con tu padre?

Gabriel acomodó su cuerpo en los cojines, estirando las piernas y posando un brazo detrás de su cabeza. No tenía una razón muy especial para hacerlo, excepto que lo necesitaba. Necesita saber qué pensaba de Mike, de verdad, y no como el viejo amable que fingió ser.

-Lo dijiste, ¿recuerdas? Que lo enfrente y me quede en paz. Estuve pensando y creo que es lo mejor. Quiero saber qué intentaba hacer y hablar con él sin sus jodidas manipulaciones.

-Eso será difícil -murmuró Wade-. ¿Cuándo nos vamos?

-El viernes después de clases -contestó, mirando a su amigo-. ¿Y a qué se debe el “vamos”? Dijiste que debía hacerlo solo.

-Eso fue cuando se trataba de Liam. No creo que él quiera dañarte. No creo que tu padre quiera hacerlo, tampoco, pero su definición de lo que está bien es un poco diferente a la mía. Así que voy, ¿algún problema?

-No, en absoluto -contestó Gabriel. Cerró los ojos, sintiendo la calidez del cuerpo de Max sobre sus piernas y el leve roce de los dedos de Wade al acariciarle el cabello. Mike solía hacerlo, también, pensó, anhelando el toque de sus dedos. Pero antes de poder hacer cualquier cosa, tenía que arreglar las cosas en su cabeza. Se preguntó si sería capaz de hablar con Mike después de hacerlo y suspiró, distrayéndose con las risas de Wade y los gruñidos de Max de fondo, esbozando una sonrisa que al fin, no sintió falsa, mientras abría los ojos y veía a su amigo tirado en el piso, con el perro parado sobre su pecho.

-Oye, Wade -llamó, después de un rato en silencio. Wade no hizo ningún sonido que indicara que le estaba prestando atención, pero él siguió hablando-. ¿Cómo luce mi cara cuando hablo de mi madre?

Wade dejó de jugar con Max, volviéndose a él, extrañado.

-¿Tu cara? Como siempre, horrible.

-No es broma, dime.

-Luces molesto -contestó, preguntándose el porqué de la pregunta-. Tú sabes, habitualmente cuando hablas de ella, piensas en tu padre y te enojas. Pero no hablas mucho de ella, de todas formas. ¿A qué viene la pregunta?

Gabriel no respondió. Cerró los ojos, esperando estar haciendo lo correcto al esperar. De cualquier forma, si intentaba hablar con Mike, pasaría lo mismo que antes y no podría decir ni una palabra.

---

-¿Cómo está? -Julie se detuvo al lado de Alan, hablando en un susurro.

-¿Cómo crees? Como la mierda -contestó Alan, también en un susurro.

-Ese idiota -gruñó Julie-. Le dije que lo arreglara.

-Tal vez no quiere hacerlo -sugirió Alan. Miró a Mike, sentado un par de mesas más allá, junto a Betty. Se veía bien, sonreía y hablaba con ella como si nada pasara, pero de vez en cuando su mano se quedaba quieta sobre el cuaderno o su mirada se perdía. No estaba bien en lo absoluto, y Barnett no había intentado hablar con él de nuevo. Alan volvió los ojos a su tarea de matemática, que intentaba entender, pensando en ese beso que le dio a Mike. Había sido una estupidez y Mike no parecía preocupado por eso, en realidad, no lo mencionó ni dio muestras de recordarlo. Sabía que estando triste por Barnett, nada más que eso le preocuparía, pero esperaba alguna clase de reacción. También era cierto que justificó el beso, pero aún así...

-Si no quiere hacerlo, debería ser tan valiente para terminar con él correctamente -murmuró Julie. Alan desvió los ojos, encontrando a Julie con el ceño fruncido y los puños apretados a sus costados-. Dios, sabía que es un idiota, pero nunca pensé que además fuera un cobarde.

Alan sonrió. Julie parecía más enfadada que el mismo Mike.

-Puedes probar a pegarle otra vez -sugirió, divertido.

-¿Pegarle a quién? -preguntó Betty, acercándose a su mesa. Mike se sentó en frente de Alan sin saludar y cogió el cuaderno que éste tenía abierto.

-Esto está mal, ya te había explicado estas fórmulas, ¿o no? -dijo. A Alan le incomodó el tono de su voz, tan plano y exento de su alegría habitual. Jodido Barnett.

-Julie puede ayudarme -dijo Alan. Mike alzó la mirada, un rastro de furia en sus ojos.

-¿Yo no puedo? -preguntó, con más animosidad de la que pretendía. Se arrepintió al instante, no era culpa de Alan que estuviera enojado. Todo era por Gabriel. Gabe que no le había hablado en toda la semana y que había desaparecido después de clases sin dignarse a despedirse o explicar algo. Gabriel que no parecía tan afectado como él. Cada día que pasaba era más fácil convencerse que lo escuchó era cierto, aunque no lo hacía menos doloroso.

-No he dicho eso -contestó Alan, sacándolo de sus pensamientos-. Pensé que estarías cansado, es todo.

Mike se encogió de hombros. Se forzó a sí mismo a enfocarse en el ejercicio y corrigió lo que estaba mal, mostrándole los errores a Alan, sus indicaciones un poco más ásperas de las necesarias.

Betty los miró por un rato, antes de girarse a Julie, en busca de una explicación. Ella se encogió de hombros como respuesta. Si Mike no le había dicho nada a Betty, ella no hablaría. Dudaba que Mike quisiera que todos supieran cuán miserable se sentía. Betty se marchó poco después y Julie se sentó al lado de Mike cuando terminaron de estudiar, pensando en qué decir que pueda distraerlo de su furia. Ver enojado a Mike no era algo común, aunque tal vez eso era mejor a la tristeza. O tal vez sólo actuaba enojado para cubrir su tristeza, lo cual sería peor. Alzó los ojos cuando vio a Katherine tomar asiento al lado de Alan, su rostro preocupado y triste. Supuso que era obvio que si Ericka lo sabía, se lo contase a Kathy. Agradeció que ella sonriera cuando Mike alzó la cabeza, actuando como normalmente lo hacía.

-¡Hey! -saludó, sonriendo-. No conversamos hace mucho, ¿no?

-Tú y yo nunca conversamos -contestó Alan, juntando los cuadernos y metiéndolos en su mochila.

-Solía hablar contigo -contestó ella-. Lo recuerdo muy bien. Pero le estaba hablando a Mike, no a ti.

-Lo sabes, entonces -dijo Mike. Alan le echó un vistazo, odiando verlo de la manera en que lucía, perdido y derrotado-. ¿Ericka te dijo?

-Más bien la forcé a decírmelo -admitió Katherine-. ¡Pero tiene que haber algo mal! -exclamó ella, antes que cualquiera pudiera agregar algo más-. Gabriel te quiere, ¡cualquiera puede verlo!

Sin decir una palabra, Alan se levantó. No estaba de humor para escuchar a una de las amiguitas de Barnett defenderlo.

-Él ni siquiera ha hablado conmigo, Kathy -susurró Mike, fijando los ojos en sus manos sobre la mesa. Podía estar bien, o bajo control, cuando nadie le recordaba a Gabe y se mantenía ocupado lo suficiente como para no pensar en él. Cuando lo hacía, no podía contener las ganas de desaparecer, ni el dolor en su pecho, el vacío. Katherine estiró las manos y tomó las suyas entre ellas, acariciándolo suavemente. De alguna forma, ese suave toque le hizo sentir peor-. Dijo que me iba a explicar qué pasaba, pero ni siquiera me ha mirado en días. Y cuando dijo eso... tú no viste cómo lucía.

-No sé mucho acerca de Henry Barnett -dijo ella, manteniendo su voz baja y amable. En cierta forma, Julie lo agradeció, ni ella ni Alan tenían la amabilidad que Katherine poseía-, pero sé que a Gabe le preocupa mucho no decepcionarlo. He visto la forma en qué actúa cuando está con su padre, él siempre trata de cumplir sus expectativas. Pero tienes razón -agregó, frunciendo el ceño-. Gabriel es el único que debería estar aquí hablando contigo. Ese tonto.

-Eso es lo que dije -intervino Julie-. Como sea, no hay que quedarnos aquí pensando en ese idiota. Vamos al karaoke, Mike. Le diré a Alan que venga con nosotros.

Katherine la miró y Julie casi pudo ver los brillos en sus ojos.

-Y Katherine puede venir con nosotros -agregó Julie, provocando que Katherine ampliara su sonrisa. Giró el rostro hacia Mike, dándole un amistoso codazo en el costado-. Vamos, será divertido.

Mike miró a ambas. Su primer instinto fue negarse, pero entonces sólo le quedaría permanecer en la soledad de su habitación, sin poder dormir, sus pensamientos corriendo en círculos. Asintió, forzando una sonrisa en su rostro.

-Sería genial si se nos unieran un par de personas más, pero asumo que eso les molestaría -dijo Katherine, juntando las manos, su sonrisa tan brillante como siempre. Mirándola, Mike no podía creer que alguien se atreviera a cortar con ella. Kathy era amable, guapa y optimista en grado sumo-. Así que seremos sólo nosotros. Los veo en una hora, y no se preocupen, iremos en mi auto.

---

Gabriel cerró la puerta del taxi y se quedó de pie un momento, mirando las rejas delante de él. Recordaba un tiempo en el que venir a su casa después del colegio era la mejor cosa en el mundo, no más profesores y niños con los que no se llevaba bien con quién charlar. Si se esforzaba, podía oír la risa de su madre al verlo correr por la entrada hasta sus brazos. Pero no se esforzaba, pensar en ella era doloroso. Wade se adelantó y tocó el timbre, y unos minutos después, las rejas se abrían, mostrando el jardín y la mansión. La grande, fría mansión. Gabe suspiró, entrando.

En el salón, un par de mujeres vestidas informalmente alzaron la vista y le sonrieron, asintiendo con la cabeza. Una de las cosas que le gustaban de su padre era que nunca fue fan de los uniformes y los trabajadores en su casa sólo debían llevarlo en ocasiones formales.

-¿Dónde está mi padre? -preguntó a la mayor de ellas. La mujer dejó de limpiar para contestarle.

-Está en su estudio. El señor Lorenz llegó con él -la mujer le dio una mirada disimulada a Wade, todos allí conocían lo mal que se llevaba con sus padres.

-¿No está viendo a su amante, de casualidad? -preguntó Wade, su tono ligero y juguetón. Gabriel le golpeó en la cabeza, en advertencia.

-Vamos a estar hasta mañana. Diles que preparen cena para cuatro. Y tengan listo mi cuarto y el de Wade.

-Como diga, joven -contestó la mujer, sonriendo. Gabriel le sonrió a su vez, alejándose hacia el salón. Wade lo siguió poco después y no se molestaron en tocar al llegar al estudio de Henry Barnett. Sus padres estaban sentados, cada uno en un sofá y Henry tenía en sus manos una copa de whisky que dejó sobre la mesa de vidrio en frente de él al ver a los dos chicos.

-Esperaba que vinieras -dijo, a modo de saludo-. Me alegro -su mirada se movió a Wade, dándole una sonrisa indulgente-. Y supongo que no podré hablar con mi hijo a solas, ¿no es así?

Wade tomó asiento en uno de los sofás, sonriendo y sin molestarse en responder. Casi al mismo tiempo, Edward se levantó, despidiéndose y dirigiéndole una fría mirada.

-Debes disculparlo. No deja de ver a tu madre cada vez que te mira -comentó Henry, cuando Edward salió de la habitación. Gabriel se quitó la chaqueta y se sentó en el sofá que antes ocupaba Edward, preguntándose cómo empezar a hablar. No tuvo que hacerlo, Henry se volvió a él, con la misma sonrisa indulgente en sus labios-. Asumí que vendrías. ¿Tengo que esperar a que sepas qué quieres decir?

-Sólo quiero hablar contigo por una vez sin máscaras y manipulaciones de por medio -espetó Gabriel.

-¿Me acusas de manipularte? He intentado ser lo más sincero posible contigo. Dime, ¿qué has venido a preguntar?

Gabriel se mordió el interior de la mejilla, un poco intimidado. No podía evitarlo cuando se trataba de su padre.

-¿Qué opinas de mi...? -se interrumpió, incómodo. De todas las cosas que había imaginado hablar con su padre, su gusto por los chicos no estaba entre ellas-. Sexualidad -completó, forzándose a mantener la mirada en alto. Se dijo a sí mismo que no tenía nada por lo que estar avergonzado.

-Crees que estoy molesto porque eres... -Henry se interrumpió, sonriendo-. ¿Qué eres? Hay demasiadas etiquetas ahora. Un hombre de mi edad no puede seguirlas todas.

-Técnicamente, es bi -contestó Wade, su voz suave y burlona. Henry enarcó una ceja, antes de asentir.

-Entonces crees que me desilusiona saber que te gustan los hombres.

-¿Y no es así? -preguntó Gabriel, a la defensiva-. Si no fuera así, no tendrías que haber hecho eso con Mike...

-¿Qué clase de ignorante crees que soy? -le interrumpió Henry, su sonrisa desvaneciéndose por primera vez-. Me conoces, Gabriel. Sabes que no suele importarme lo que a una persona le guste. No creo que la sexualidad sea algo definitorio, ¿lo crees tú? ¿Crees que es lo más importante en una persona?

Gabriel negó. Él lo sabía, claro, su padre solía rodearse de toda clase de personas, usándolas si le eran convenientes. Con quien se acostaban no podía importarle menos. Pero ésas eran otras personas, no su hijo.

-Tengo que admitir que no era lo que esperaba de ti -siguió diciendo Henry-. Pero es lo que te gusta y no puedo, ni intento cambiarlo. Sería en vano, de cualquier manera.

-¿Pero entonces, a qué vino el juego con Mike? -exigió Gabriel, sus manos vueltas puños sobre sus rodillas. Henry le dirigió una mirada decepcionada.

-Control, Gabriel. Pierdes el control cuando te enojas, te lo he dicho antes. Tu mente deja de estar clara cuando lo haces, cedes la ventaja.

En contra de su voluntad, Gabriel se forzó a calmarse. Odiaba esa mirada en el rostro de su padre y odiaba más que una parte de él se sintiera inútil y desilusionado al saber que no era capaz de cumplir con sus expectativas.

-Está bien -dijo, después de calmarse. Su tono volvió a ser frío, casi indiferente y cuando lo notó, se sintió más tranquilo-. Dime, ¿por qué planeaste ese juego con Mike? Si no te molesta con quién elija acostarme, entonces no tenías que hacer nada.

-Aquí hay una lección para ti, Gabriel -Henry tomó el vaso de whisky que antes dejara en la mano y le dio un trago, su rostro todavía serio-. Tú tomaste una decisión. Decidiste decir todas esas cosas sobre ese muchacho. No te pedí que dijeras nada. No hice nada.

-¿Y esa es una lección?

Henry se volvió hacia Wade, que los observaba sin decir nada, recostado en el sofá.

-Tomaste una decisión -repitió Henry-. Ésa es la lección. Cada decisión que tomas viene con una consecuencia, Gabriel. Y cuando lo haces, debes estar preparado para afrontar esas consecuencias.

-No decidí nada -gruñó Gabe-. Hice lo que quería que hicieras.

-¿Es así? -preguntó Henry-. Recapitulemos, hijo. No te pedí que despreciaras al muchacho. Te pregunté qué significaba para ti, y tú decidiste que lo mejor que podías hacer era soltar esa sarta de mentiras. No pienses que fue la culpa de alguien más. No importa qué pase, que te digan, o cómo traten de manipularte, la decisión final es tuya. No empieces a prescindir de tu responsabilidad, ni a echar la culpa a otros, porque cuando lo haces, dejas que esas otras personas tengan control sobre ti. Sólo las personas débiles hacen eso.

Gabriel se quedó callado, pensando. No podía creerlo. A su padre le faltaba poco para decir que si hubiera dicho la verdad, le habría dado su bendición. Quiso reír. Pero entendía a su padre, y lo que intentaba decirle. Él tomó una decisión cuando decidió ser el heredero de los Barnett y cuando decidió que recuperaría a su madre, costara lo que costara. Era fácil pensar que lo hacía porque no tenía opción, pero con Liam aquí ya no podía usar esa excusa. Era más fácil creer que las cosas que hacías, las hacías porque alguien más te obligaba a ello, que creer que todo estaba sobre ti. No te sentías tan culpable.

-Tus decisiones, tu culpa -intervino Wade-. Lo entiendo, en realidad. Pero es un poco cruel, ¿no crees? Digo, si una persona está bajo una presión extrema, sabiendo que va a perder algo muy importante si no hace tal o cual cosa, ¿puede contar como una elección? Hay veces en que las líneas no están claras.

Henry sonrió. Su hijo estaba probablemente pensando lo mismo que Wade, la diferencia era que no lo diría. Wade mantenía su sonrisa mientras hablaba, como si la no le importara demasiado. Le recordaba a Joanna, cuando era joven. Una sonriente, pero sarcástica muchacha que nunca parecía afectada por nada. Más de una vez Henry había pensado que fue un error que ella se casara con alguien tan pusilánime como Edward.

-Es allí donde la parte de “con sus consecuencias” toma sentido, Wade. El libre albedrío no sirve de nada si no sólo lo defiendes cuando te conviene. Pero volvamos al tema.

-¿Y mi madre? -preguntó Gabriel, alzando los ojos-. ¿También tuvo una elección?

-La tuvo -dijo Henry, en voz baja. Tocó levemente el anillo en su dedo anular-. Tal vez no me creas, pero la amaba. Y nunca quise ponerla en la posición en la que está. ¿Eso es todo lo que viniste a preguntar?

Gabriel trató de controlar su respiración. No esperaba nada bueno de esta charla, pero tampoco esperaba sentirse tan culpable. No podía cambiar lo que ya había hecho, de todas formas.

-Sobre tu madre, Gabriel -dijo su padre, llamando su atención-. Puedo confiar en que Wade nunca dirá nada de más, pero no quiero enterarme que has ido por allí contándole a más personas.

-¿Por qué no? -preguntó-. ¿No sería esa una decisión mía?

-Si te preocupas por tu madre, entonces no dirás nada a nadie. Debes suponer lo delicado que es este asunto...

-Casi como un crimen -interrumpió Wade-. Perdón, quiten el casi. Es un crimen.

-No puedes actuar a la ligera -continuó Henry, ignorando a Wade-. Tu madre está a salvo ahora, pero no puedo garantizar su seguridad si vas divulgando nuestros secretos. Sólo toma una persona para formar un rumor imposible de contener.

-¿Me estás amenazando?

Henry sonrió.

-Te estoy advirtiendo sobre las posibles consecuencias de una indiscreción. ¿Estás satisfecho ahora?

-En realidad, sí -contestó Gabe, poniéndose de pie-. Gracias, padre.

-¿Es ese chico en realidad tan importante para ti? -preguntó Henry-. ¿Crees que podrías seguir con él luego del colegio?

Gabe se detuvo, pensando. En realidad, pensaba poco en eso. Sabía que al salir, iría a una universidad, a estudiar negocios, y que se haría cargo de las empresas Barnett, tarde o temprano. Mientras hacía eso, debía descubrir qué pasó con su madre y no se había olvidado que su objetivo era destruir al hombre sentado delante de él. Sin importar cuánto o qué le tome. Recordó las palabras de Garton. ¿Le gustaría ese Gabriel a Mike, aceptaría apoyarlo en algo tan impreciso como eso?

-No lo sé -contestó-. Sólo sé que ahora lo mismo lo quiero. Pero no te preocupes. Como dijiste, sé que Wade no diría nada, ni usaría ninguna información en nuestra contra. No puedo estar seguro de eso con ninguna otra persona. No usaré a mi madre para recuperarlo, si es lo que estás pensando.

La expresión de Henry fue indescifrable para Gabriel. Le dio una mirada a Wade, que se levantó, siguiéndolo fuera del estudio.

-¿Estás molesto? -preguntó, subiendo las escaleras tras él.

-No puedo decir eso -murmuró Gabriel-. No sé qué esperaba. Pero lo entiendo.

-Sí, yo también -contestó Wade-. Él sólo quiere que creas que estás quedándote a su lado porque así lo quieres.

-¿Y acaso no es cierto? -cuestionó Gabriel, abriendo la puerta y entrando a su cuarto. Wade cerró la puerta tras él-. Justo ahora, puedo irme y dejar que se pudra con sus ideas de tener un heredero. Y no lo estoy haciendo. Lo único que me preocupa ahora es cómo arreglar las cosas con Mike.

-¿Y cómo vas a hacer eso sin decirle nada de mi tía? -preguntó Wade-. Eso fue una amenaza en toda regla. Apuesto que encontrará una forma de enterarse.

Gabriel suspiró, encogiéndose de hombros. Hablaría con Mike, y luego vería qué hacer. 

---

Hacía frío afuera. Wade pasó las manos por sus brazos, arrepintiéndose un poco de haber abandonado la calidez de su cama, pero no regresó al notar que Henry estaba cerca, las manos metidas en los bolsillos del abrigo. Se acercó a él, haciendo el ruido suficiente al caminar para anunciar su presencia. Henry se giró y le dirigió una sonrisa al ver quién era.

-¿Por qué no estás en la cama? -preguntó.

-No podía dormir -contestó Wade. Se paró a su lado, ambos mirando el cielo gris y la silueta de las flores del jardín tenuemente iluminadas.

-¿Puedo preguntarte algo? -dijo Wade, después de un rato en silencio. Henry asintió-. Sé que dijiste que no te importa, pero, ¿en serio estás de acuerdo con Gabe?

-No es lo que esperaba -contestó Henry-. E incluso cuando sospeché que no sólo le gustaban las chicas, ese muchacho no es lo que hubiera elegido para él. Tal vez no me creas, pero estaba dispuesto a apoyar esa relación.

-Pero tenías que jugar primero -comentó Wade, soltando una pequeña risa. Henry regresó a verlo. A diferencia de su hijo, Wade casi nunca se enojaba e incluso cuando lo hacía, seguía manteniendo ese tono burlón. Como si nada fuera lo suficientemente importante como para merecer su furia-. Hubiera sido más fácil si sólo le decías que lo sabías y lo aceptabas.

-Pero entonces no habría sido divertido -bromeó Henry. Pasó una mano por su cabello, antes de contestar-. No quiero otro hijo que salga corriendo, Wade. Si Gabriel va a ser mi heredero, debe estar seguro que es lo que él ha elegido.

-¿Sabes? -dijo Wade, manteniendo su tono despreocupado, aunque sentía todo lo contrario-. Quitarle la gente que quiere no es una buena forma de asegurar que se quedará a tu lado.

-No quiero hacer eso. Isabelle fue un caso especial. Si hubiera deseado quitarle personas a las que él quiere, habría empezado por ti; meses atrás, cuando tus padres querían enviarte lejos.

-¿Te refieres a cuando querían sacarme del colegio porque pensabas que era un lastre para Gabe? -Wade dejó escapar un bufido. Aquella vez, su pelea con Gabriel terminó con él en la enfermería, con las marcas de los dientes de Max en su pierna.

-Esa fue una pequeña mentira -admitió Henry, sonriendo-. Tus padres, cada uno por una razón diferente, te querían lejos de West Lake. Le dije eso a Gabriel porque sabía que era el único que podía convencerte de quedarte. También retrasé a tus padres de tomar cualquier decisión.

-Y es justo ahora cuando me lo dices -murmuró Wade. No le creía, Henry sabía cómo manipular a las personas a su alrededor. Bien podría estar mintiendo.

-Eres irresponsable y esperar huir de todas tus responsabilidades -dijo Henry, girando el rostro-. No te precupas por nada, ni pareces desear nada que no sea fastidiar a tus padres. Si sólo te esforzaras un poco más, podrías estar a la cabeza de los Lorenz, y sabía que la única persona a la que escucharías sería a Gabriel. Y tuve razón, tu madre me contó que has empezado a estudiar sus empresas.

Wade guardó silencio, sin saber qué responder. Se sentía insultado, y una parte de él odiaba saber que también formaba parte de sus manipulaciones.

-Luces como tu madre -agregó Henry-. No creo que sea lo único en que te parezcas a ella.

-No sé si tomar eso como un halago o una ofensa -contestó, bromeando. Si se tomaba las cosas en serio, empezaría a preocuparse de más. 

-Es un halago -Henry se giró hacia él, posando una mano en su hombro-. Ellos no esperan nada de ti, pero yo sí. Al menos, espero que sigas cuidando de mi hijo, como has hecho siempre.

-En realidad, le metía en más problemas que otra cosa -dijo Wade, tratando de ignorar la seriedad en la voz de Henry. Él desvió la mano que tenía en su hombro hacia su nuca y tiró de él, dejando un beso en su frente.

-Piensa que no habría mejor manera de enojar a tus padres que mostrándoles que estás equivocados -susurró-. Y no bromees. Si tú no hubieras estado aquí, tal vez no tendría un hijo del que preocuparme.

-Sólo una cosa más -susurró Wade, cambiando de tema-. ¿Que hizo Isabelle para tener que ocultarla?

Henry apretó los dedos sobre la nuca de Wade, el único gesto visible que el nombre le afectaba.

-Les contaré todo cuando crezcan un poco -contestó, volviendo a su posición original-. Me voy mañana temprano. Despídeme de Gabriel.

Wade asintió y cuando notó que Henry no tenía intenciones de marcharse, regresó a la casa. La sala estaba oscura y ahogó un grito cuando una mano se cerró en su muñeca en la oscuridad. Maldijo al notar que era Gabriel.

-Casi me matas, idiota -susurró.

-¿Qué hacías hablando amablemente con él? -gruñó Gabriel, sin soltar su muñeca. Wade lo miró, interrogante, antes de sonreír.

-Por favor, no me digas que estás celoso de tu padre -bromeó, pero la mirada helada que Gabe le dirigió le disuadió de seguir con la broma-. Es lo mismo que siento cuando te pones amable con mis padres, ¿lo sabes? Me enloquece.

-Es fácil para la gente olvidar quién es cuando él les presta atención -dijo Gabe, ignorando las palabras de Wade. Wade frunció el ceño.

-¿Con quién crees que estás hablando? -preguntó, empezando a enfurecerse-. Da igual, ¿ya pensaste que le vas a decir a Mike?

Gabriel bajó la mirada, negando. No quería mentirle a Mike, pero su padre lo admitiera o no, lo de antes fue una amenaza. Había soportado que Wade lo supiera y la fuera a visitar, no lo haría de nuevo y Gabe sabía que podía averiguar cualquier cosa que quisiera, si se lo proponía. Su madre no era algo con lo que podía arriesgarse.

 

 

 

Notas finales:

Tengo que decir, me gusta mucho escribir a Henry, es refrescante. Sobre él y su política de “decisiones”. La comparto, a medias. Sé que hay muchas circunstancias en la vida que te hacen elegir cosas que no hubieras querido, por experiencia. Sé que si algo, una pequeña cosa hubiera cambiado, si alguien no hubiera estado allí para joderte, habrías hecho una mejor elección. Pero también creo que uno debe asumir lo que hace... una cosa sobre mí, vengo de una familia muy pobre, y algunos -la mayoría- son muy irresponsables, así que tengo un poco de odio cada vez que alguien dice “no es mi culpa por tal o cual cosa” xD. Henry lleva este concepto al extremo. Lo amo. Ya, me callo, que Gabe me quiere matar. La próxima semana es semana santa. Si logro terminar el capi antes, lo subo antes, si no... van a tener que esperarme dos semanas... (al contrario que la gente normal, no tengo tiempo de usar la laptop en días libres XD).

Otra cosa. Casi nunca hago nada para celebrar el número de capis, quiero hacer algo por el 70. No, no voy a hacer nada relacionado con el 69, como sugirió alguien en los reviews xDD -lo siento-, pero puedo hacer un one shot de alguna pareja, ¿qué piensan de eso? Pueden dejar sugerencias en reviews, sino… supongo que haré la que se me antoje XD

Nos vemos!


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