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West Lake por Hisue

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Notas del capitulo:

Hola, gente! De nuevo con otro cap. Tengo la ligera sensación que el capítulo pasado no fue bien recibido xD. Lo siento, pero supongo que este tampoco lo será... anyway, antes que nada, no hay capítulo la próxima semana, lo siento. Pero la próxima sí, estará el 22 o 23. Tengo unos capis adelantados, pero quiero corregirlos, hacer que tengan sentido con el resto (?), y para eso lo mejor es dejarlos un rato y revisarlos más tarde. Suena como si trabajara mucho en esto (lo hago, pero suena tan serio!!! xD).

Como siempre, gracias a todas las personas que leen y muchas más a las que se toman el trabajo de comentar. Se les aprecia <3 (Me hacen sentir mejor XD)

Capítulo 64

 

-Hey, tú...

-Lo juro, si vuelves a preguntarme si estoy bien, te golpearé.

Alan se detuvo, frunciendo el ceño.

-¿Tú y cuántos más? -preguntó, irónico-. Cálmate, Michael. No venía a preguntar, de nuevo, si estabas bien. No es como si no se pudiera sacar conclusiones sólo con verte.

Mike le miró, enfadado. Estaba cansado y sólo quería terminar sus tareas. Trataba de no deprimirse y, si tenía que ser sincero, sólo estaba tenso, tratando de permanecer entero cuando lo único que quería era irse y dejar de ver a Gabriel cada día y lugares que le recordaban a él. No podía creer que todo se hubiera terminado tan rápido. Se sentía extraño, irreal. Mike despertaba en medio de la noche y su mente confundida buscaba a Gabe en la cama, sin recordar que no tenían nada ya. Se preguntaba si Gabriel lo estaba pasando igual de mal que él, había dicho que lo quería después de todo, y en momentos de debilidad, Mike no quería más que ir a verlo y abrazarlo. Pero no podía, no si sabía que no confiaba tan poco en él, que incluso a punto de perderlo se negó a contarle lo que le pasaba.

-Mike -escuchó. Alzó la cabeza y se encontró con una mano moviéndose delante de su rostro-. Te quedaste en blanco.

Mike pasó una mano por su rostro, avergonzado.

-Lo siento, sólo estoy cansando -murmuró. Alan quiso decirle que no tenía que mentirle, pero sabía que su amabilidad no sería bien recibida. Suponía que tenía suficiente con Katherine y Betty tratando de animarlo.

-Deberías salir de aquí, para variar -comentó-. Y no te preocupes, no lucías idiota ni nada con la boca abierta... -bromeó. Como esperaba, Mike frunció el ceño. Su rostro no lucía tan animado como era habitual cuando Alan se burlaba de él, pero era algo-. Salgamos de aquí, Mike, es viernes, y quedan dos semanas para el fin de curso, y no podrías estar peor.

-¿Y a dónde iríamos? -preguntó. No estaba interesado en salir, pero era consciente que no podía pasar todo su tiempo libre encerrado.

-¿Has jugado billar alguna vez?

-No, gracias -contestó Mike-. ¿Por qué no me podemos ir a un lugar que me agrade?

-Porque la mayoría de cosas que te agradan son aburridas -se burló Alan.

-Entonces, no iré -Mike se cruzó de brazos, fingiendo más enfado que el que en realidad sentía. La verdad era que le resultaba fácil relajarse con Alan, caer en la rutina de insultos a medias y bromas. Alan rodó los ojos.

-Está bien. Vamos primero a un billar, y luego a dónde quieras. ¿Algo más, Michael? ¿Podemos irnos de una vez?

Mike asintió, esbozando una sonrisa. Se detuvo al ir por su chaqueta, preguntándose porqué Alan lo estaba invitando a salir. Se vio tentado a preguntar, pero no lo hizo. La respuesta debía ser su alicaído estado de ánimo. Debía estar muy mal, si Alan llegaba a estos extremos para distraerlo. Lo siguió fuera del cuarto, metiendo las manos en los bolsillos de la chaqueta, nuevamente desanimado. No quería arriesgarse a ver a Gabriel y agradeció cuando cruzaron la puerta sin verlo a él, ni a ninguno de sus amigos cercanos. En las escaleras, divisó a Julie, sentada junto a Betty.

-Hola -saludó ella, poniéndose de pie de un salto-. ¿Van a algún lado?

-Vamos de paseo, ¿quieres venir? -preguntó Mike. Pensaba que las cosas serían menos incómodas con Julie allí. Julie observó a Mike primero y luego a Alan, de pie detrás de él, con las manos juntas en la espalda. Su expresión parecía indiferente, pero Julie sabía que era todo lo contrario. Negó con la cabeza.

-No puedo, ya le prometí a Betty que la acompañaría. Tiene que pasar los últimos exámenes -dijo, posando una mano en el hombro derecho de Mike-. Pero vayan y diviértanse, y me traen algo de comer.

-Claro, lo haremos -contestó. Julie dudó un momento antes de acortar la distancia entre ellos y envolver a su amigo en un abrazo. Mike se soltó, luciendo incómodo. Apreciaba su amabilidad, pero esos gestos sólo le ayudaban a recordar la razón por la que estaba tan decaído.

-Diviértanse -se despidió Julie, alzando la mano a modo de adiós. Mientras se alejaban, Alan volvió la cabeza y Julie levantó los pulgares, sólo para fastidiarlo.

-Tal vez debiste ir con ellos -sugirió Betty, desde dónde estaba sentada. Julie volvió a ocupar el lugar a su lado, negando con la cabeza. Betty le dirigió una mirada incrédula a través de las pestañas.

-Estará bien con Alan, no es tan malo como crees, ¿sabes?

-No he dicho que sea malo -murmuró Betty. Apoyó las manos en sus rodillas, tamborileando los dedos sobre su piel-. Sólo creo que es un poco brusco.

-Tiene sus razones -contestó Julie-. Pero a Mike le ayudará estar con él. No es por insultar, pero no sabes disimular, y yo no sé consolar. Sólo le hacemos sentir peor.

-Aún no entiendo que terminaran -Betty suspiró. Durante un tiempo, creyó que Mike le gustaba, era la única persona en el colegio que la trataba con amabilidad, pero lo superó. Cualquiera podría notar que Mike era feliz con Gabriel y ella aún no entendía del todo que había pasado, excepto que era culpa de Gabe. Incluso sin Julie allí para confirmarlo, ella no habría creído algo diferente.

-¿Dónde vamos hoy? -escuchó la voz de Wade preguntar detrás de ella. Antes habría temblado sólo por la idea de verlo, Betty odiaba que esa noche con él fuera de conocimiento público, pero ya no le afectaba tanto. Alzó la vista para verlo como solía ir, al lado de Gabriel.

-No vamos a ninguna parte. Yo voy, tú te quedas -respondió Gabriel. Se detuvo al ver a Julie y Betty lo miró fijamente. A diferencia de Mike, Gabriel no lucía afectado. Seguía actuando como siempre, arrogante y confiado.

-¿Vas a divertirte a alguna parte? -preguntó Julie, sin molestarse en ocultar la hostilidad en su tono.

-No creo que te importe -contestó Gabriel. Se volvió hacia Wade, ignorando la mirada furiosa que le dirigía Julie-. No me voy a meter en problemas, no te preocupes.

-No es eso lo que me preocupa -murmuró Wade, llevando una mano a su nuca-. Da lo mismo, vete.

-Eres un idiota -dijo Julie en voz alta. Gabriel se detuvo, regresando sobre sus pasos y se puso en cuclillas delante de ella.

-¿Y tú crees que no lo sé? -preguntó, apretando los dientes. Abrió la boca, queriendo decir algo más, pero Wade le pateó el costado, casi haciéndolo caer.

-Suficiente -dijo, exhalando un suspiro de cansancio-. No tienes que explicarle nada a nadie. Y, por lo demás, ¿qué no te ibas?

Desde el piso, Gabriel alzó la cabeza para encontrarse con los ojos de su amigo. Decidió no discutir, ya estaba lo suficientemente cansado, culpándose cada día por lo que había hecho, conteniendo las ganas de ir con Mike y explicarle todo sin importar las consecuencias, y reteniéndose porque era imposible que esas consecuencias no le importaran. Se levantó y se marchó sin despedirse y cuando  estuvo lejos, Wade se volvió hacia su hermana.

-Te agradecería que dejaras de acusarlo cada vez que lo vez -exigió, más que pidió.

-¿Por qué debería de hacer eso? -preguntó Julie, estirando las piernas-. ¿Por qué el también fue muy amable al terminar con Mike así?

-En realidad, fue al revés -comentó Wade-. Como sea, todo ese acto de justiciera es aburrido. Era más divertido cuando me fastidiabas a mí, en realidad-. Wade sonrió, notando de repente la presencia de Betty-. Hola, Betty. Hace tiempo que no te veía.

Como esperaba, la chica no le contestó. Se limitó a asentir con la cabeza, desviando la vista y causando que Julie luciera más enojada que antes. Wade se despidió, alzando una mano y bajó la escaleras de dos en dos, silbando para llamar a Max. Gabriel había decidido ir a ver a Liam, a saber por qué, y le dejaba a él la tarea de bañar a su horrible perro. La única razón por la que Wade no había reclamado era porque notaba que su amigo estaba deprimido y pensaba que era mejor un Gabriel enfadado que un Gabriel triste. Se preguntó si dudaría mucho, cuando rompió con Kristy no lucía tan afectado, un poco molesto y decepcionado por no poder seguir con ella, pero lo superó rápidamente. Wade, en realidad, no había creído que Mike significara tanto para Gabriel.

---

-¿Pasó algo especial? -Gabriel alzó la cabeza al escuchar la pregunta de Liam. Estaban en una tienda de mascotas y se entretenía mirando a un gato negro en una de las jaulas-. No pensé que vendrías a verme sin que te lo pidiera.

-Nada especial -contestó, alejándose de la jaula-. Sólo quería hablar contigo.

Liam esbozó una sonrisa amable.

-¿En serio? -dijo. Su hermano lucía más calmado que sus anteriores encuentros, pero más apagado, también-. Lo único que has hecho es mirar a esos gatos. No has cambiado tanto, después de todo.

-No voy a ir contigo -dijo, girándose para encarar a su hermano. La expresión de Liam se congeló, antes de negar con la cabeza, desconcertado.

-Dijiste que lo pensarías -dijo, acercándose a Gabriel. Éste se apartó, con las manos metidas en su chaqueta-. Al menos, lo pensarías hasta el fin de la escuela.

-Cambié de opinión. Hablemos en un lugar con menos gente -comentó, cuando vio que un grupo de chicas entraba a la tienda. No esperó respuesta y se dirigió a la salida. Liam lo siguió y ambos caminaron en silencio durante un rato-. Conozco un restaurante en donde hay privados. Podemos ir allí. Y no es un lugar en el que sepan quién soy.

-Wade me mandó un mensaje hace semana y media, ¿hablaste con mi padre?

Gabriel sonrió. Realmente no entendía cómo podía seguir sonriendo, cuando se sentía mal, mucho más sabiendo que sólo podía culparse a sí mismo. Y aquí estaba, cortando la última cuerda que le permitiría escapar de su padre.

-Algo así -contestó-. No te mencioné, no te preocupes.

-No estoy preocupado por eso. Conozco a mi padre, sé que puede ser muy persuasivo, pero Gabe no te dejes arrastrar por él.

-¿Y supongo que está bien si me dejo arrastrar por ti? -preguntó él, dejando escapar un bufido. Liam apretó los dientes.

-Soy tu hermano. Sólo quiero lo mejor para ti.

-Y él es mi padre. Y suele afirmar que sólo quiere lo mejor para mí -replicó Gabriel. Llegaron al local y entraron. Gabriel se dirigió a uno de los privados, seguido de Liam. Ordenó una soda y hamburguesas mientras Liam pedía un omelette y café, sólo para mantener las apariencias.

-No hagas esto, Gabe -pidió-. Él engañó a nuestra madre y la hizo pasar por muerta. Y tú nunca quisiste saber nada con sus negocios.

Gabriel le dirigió una fría mirada.

-Tal vez es como tú le ves. Pero desde dónde estoy, veo al hermano que se fue la noche en que mi mamá murió y ahora aparece diciendo que está viva, ¿y tengo que creerte a ti por encima de mi papá?

-¿No me crees? -inquirió Liam.

-Quiero saber, quiero saber toda la verdad. No hay nada que quiera más que mi mamá esté con vida, quiero verla -Gabriel se interrumpió, pasando una mano por su rostro-. Dime, ¿voy a poder verla si me voy contigo? Por lo que sabemos, ella puede estar muerta y nunca nos enteraríamos.

-¿Crees que no he pensado en eso? -Liam dejó caer una mano en la mesa, frustrado-. Lo he hecho y lo hago cada día, pero, Gabriel si sigues al lado de mi padre, te convertirás en alguien como él.

-No lo haré -afirmó-. Y sólo vine a decírtelo porque me pareció justo. No voy a cambiar de opinión, tú puedes irte. Si te quedas aquí, te arriesgas a que mi padre te encuentre, ¿o no? Por eso no fuiste al colegio...

-¿Y crees que me iré y dejaré a mi hermano aquí, con la persona que...?

-Ya lo hiciste -le interrumpió Gabriel, apretando los dientes. Liam bajó la mirada, la angustia visible en sus facciones. Gabriel se giró, tratando de mantenerse en calma-. Ya me dejaste una vez, no creo que haya diferencia con otra.

-No tenía opciones, tú eras un niño. ¿Qué te iba a decir?

-¡La verdad! -exclamó Gabriel, apoyando las manos en la mesa-. Habría preferido cualquier cosa a ver a mi madre muerta, y a mi hermano mayor, la persona a la que admiraba, huyendo en medio de la noche. ¡Me levanté y la mitad de mi familia ya no estaba! ¿Qué diferencia hace que te vayas ahora? Sólo tenía una persona a mi lado.

-Mi padre sólo te manipulará, Gabe. Y sé que fue un error dejarte allí, y sé que fue mi padre quien estuvo contigo estos años. Pero ahora tienes una opción, no tienes porqué seguir sus reglas.

-No lo haré. Mira, quédate o vete, como quieras. Pero no me iré. No hasta que sepa que pasó en realidad.

-Gabe, tienes mi número. Tal vez pienses así ahora, pero si en cualquier momento cambias te opinión, llama. Sólo no creas que mi padre es todo lo que tienes.

Gabriel sonrió, antes de salir del restaurante. Había mentido, a medias. Sabía que su padre era culpable y no confiaba en él, pero se quedaría.

Un rato después, daba vueltas en el centro comercial. Trataba de relajarse, paseando en la sección de mascotas, con la vista fija en las distintas correas. Tendría que llevar un par más si quería sacarlo del colegio, Max mordisqueó la suya hasta dejarla inservible. Su perro tenía más de un año y quería acostumbrarlo a los viajes. Además, no le agradaba la idea de dejarlo nuevamente solo.  Después de elegir un par, una en rojo oscuro y la otra en negro, caminó por la tienda, buscando algo para Wade. Le reclamaría si no llevaba nada después de dejarlo bañando a Max, pero dudaba que aceptara los libros exhibidos allí. Salió de la tienda sin comprar nada más que las correas y se detuvo en una heladería. Cuando salió de allí, se encontró con Mike apoyado en una columna, con un helado de chocolate en las manos. Sonreía, pero dejó de hacerlo al mirarlo y toda la culpa que Gabriel había estado tratando de evitar lo golpeó. Era extraño. Un par de semanas atrás, podría acercarse a Mike, quitarle un poco de helado y besarlo, si así lo quería. Ahora, no, y el saberlo le dolía. En especial, porque no podía culpar a nadie. Ni a su padre, o a Ericka. Hacerlo no tendría sentido.

-Hola -saludo, después de dudar unos minutos. Mike bajó la mirada y cuando alzó la cabeza, tenía el ceño fruncido-. Sé que no quieres verme.

-No quiero verte -murmuró Mike. No sabía que más decir, había salido del colegio para evitar verlo, pero incluso así, tenía que encontrarlo allí. Mike quiso alejarse, pero Alan aún estaba dentro de la tienda y tampoco quería huir, no de manera tan obvia.

-Perdóname -dijo Gabriel. Mike notó que se estaba acercando y se concentró en comer su helado, tratando de ignorarlo. Gabe se había desecho de su propio helado, dejándolo caer en una papelera-. Mike, yo no quería hacer...

-Pero lo hiciste -interrumpió Mike-. Mira, déjalo, ¿quieres? Sé lo que dirás, pero lo único que yo quiero es que confíes en mí. Y tú no lo haces -miró fijamente a Gabriel, esforzándose por lucir más tranquilo de lo que sentía-. ¿Al menos entiendes por qué estamos en esta situación?

-Lo sé -admitió Gabriel. Se acercó un poco más, sin poder contenerse de hacerlo. Mike apretó las manos en puños, pero no se movió de su sitio-. Es mi culpa, lo sé. Y quisiera cambiarlo, pero no puedo. Quiero que regreses conmigo, Mike.

Mike alzó las manos para empujarlo hacia atrás, pero cuando  Gabriel se inclinó, sus labios se abrieron y no se opuso al beso. Quería hacerlo, sabía que no podía caer en eso, no si Gabriel no le aclaraba nada, pero habían pasado más de dos semanas sin besarlo y no pudo evitarlo, no pudo evitar suspirar cuando sus lenguas se rozaron, y no hizo nada más que cerrar los ojos, tratando de convencerse que todo estaba bien. Escuchó a alguien carraspear y una voz femenina quejarse por la falta de decoro casi al mismo tiempo en que Gabriel se apartaba de él y desviaba el rostro, al parecer buscando a quién había hablado. Mike lo empujó y se alejó a zancadas, tratando de controlar los latidos de su corazón. Vio a Alan cerca y caminó hacia él.

-Entonces, ¿qué? -preguntó él, cuando Mike llegó a su lado-. ¿Ya lo perdonaste? ¿Arreglaron algo?

Mike bajó la mirada, avergonzado. Alan parecía demasiado enfadado.

-No arreglaron nada, ¿verdad? -preguntó Alan. Mike no se atrevió a hablar. Le daba vergüenza admitir que no. Sacudió la cabeza-. Perfecto, Mike. Me alegra saber que nos hemos preocupado por ti todos estos días por las puras.

Alan caminó fuera del centro comercial y Mike corrió detrás de él, sintiéndose peor a cada minuto.

-Alan, eso no fue...

-Lo estabas besando -señaló él-. Hace unas horas estabas deprimido, y sin  querer verlo. Ahora, ¿resulta que lo ves y sólo te lanzas a sus brazos?

-¡No es así! -gritó Mike, deteniéndose. Alan lo imitó, cruzando los brazos sobre su pecho-. Es difícil, ¿está bien? Yo nunca... nunca había querido a nadie hasta él y pensé... es difícil creer que se terminó. Es sólo... no sé cómo pasó, sólo hace unas semanas nosotros... y ahora... ¡sólo quiero que nada de esto hubiera pasado nunca!

Dejó de hablar, mordiéndose los labios. No quería llorar, no delante de Alan otra vez. Parpadeó, y se concentró en respirar.

-No me digas eso a mí -murmuró Alan. No quería saber nada acerca del gran amor que Mike sentía hacia Barnett.

-Lo siento -contestó Mike-. Acabo de arruinar el día.

-Da igual. Volvamos al colegio. Julie o Katherine serían mejores para escuchar esto que yo.

-Lo siento.

-Deja de disculparte -murmuró Alan-. Sólo regresemos al colegio.

---

-¿Por qué luces peor que cuando te fuiste? -preguntó Wade, al entrar al cuarto. Gabriel estaba sentado en el piso, con la espalda apoyada en la pared y los ojos clavados en el techo.

-Vi a Mike -contestó Gabriel, mientras Wade revisaba la bolsa de compras que estaba sobre la cama, derramando su contenido y bufando al ver que eran sólo cosas para el perro.

-Empiezo a creer que quieres a ese perro más que a mí, Gabe -comentó-. Entonces, viste a Mike, ¿pasó algo?

-Lo besé.

Wade frunció el ceño, extrañado.

-¿Y eso no es bueno? ¿Te perdonó o algo? -inquirió.

-No, salió huyendo e intenté hablar con él cuando regresé, pero se fue con Julie. Y ella me dio esa mirada de “si te acercas, te golpeo” -Gabriel suspiró, dejando caer el rostro sobre sus rodillas- ¿Qué puedo hacer para arreglar esto, Wade?

-¿Y si lo llevas con tu padre y lo presentas como tu novio formal? Parte del problema fue lo que dijiste cuando hablabas con él. Aunque, para asegurarnos que todo salga bien, tendrías que hablar con mi tío primero y pedirle que te ayude y no cambie las cosas a último minuto.

Gabriel alzó la cabeza, antes de negar. No quería tener que pedirle favores a su padre.

-No funcionaría, de todas maneras. Mike quiere que confíe en él, y lo hago, pero sabes que no puedo decir una palabra de mi madre a nadie. Si tan sólo pudiera olvidarse de esto...

-¿Es Mike en serio tan importante para ti? -preguntó Wade, mirando fijamente a su amigo. Cuando Gabe no respondió, siguió hablando-. Cuando terminaste con Kristy, no te deprimiste. En realidad, parecías enfadado. Pensé que sería lo mismo.

-Me gusta Mike -murmuró Gabriel, bajando la mirada-. Y no sé cómo puedo ir a las clases y actuar como si nada pasara, Wade, porque lo único que hago es sentirme culpable. No puedo evitar pensar que si no hubiera dicho esas idioteces, él estaría aquí, y yo podría besarlo y...

-Vale, sin detalles -interrumpió Wade. Se sentó al lado de su amigo, pasando un brazo por sus hombros-. No puedo decir que entiendo algo de lo que estás sintiendo, pero creo que quedarse mirando el techo no es la mejor manera de arreglar nada.

-No puedo arreglar nada, Wade -replicó Gabriel.

-Sí, pero podemos divertirnos -Wade sonrió, apretando los dedos en el hombro de Gabriel.

-Es domingo por la noche, Wade, y fue suficiente con una vez llegando medio borracho.

-No seas aburrido, levántate. Iremos a la ciudad y regresaremos antes de amanecer. Y no digas nada sobre las clases, has estudiado el doble que antes esta semana, y estás muy bien.

Gabriel lo observó cambiar la chaqueta de tela que llevaba por una de cuero y los zapatos por unas zapatillas, y se preguntó qué planeaba su amigo, antes que éste le aventara una chaqueta.

-¡Levántate!

-Exactamente, ¿dónde vamos? -preguntó Gabriel, cuando notó que se acercaban a la ciudad.

-Vamos a divertirnos -declaró Wade-. Somos jóvenes, tenemos dinero y gracias a mis andanzas con Adriana, conozco un par de lugares en dónde no nos reconocerán. Incluso conozco a algunos de los que son habituales.

Gabe giró el rostro hacia su amigo, mirándolo extrañado.

-Haces amistad con las personas más extrañas... -comentó.

-Soy una persona sociable -Wade se encogió de hombros-. Como sea, podemos encontrar un par de chicas, o un chico para ti... y no pongas esa cara, nadie te está diciendo que intimes, bailar un rato, cantar, tomar un poco...

-Y esa es tu idea para animarme... -murmuró Gabriel.

Se dejó llevar, de todas formas, hasta un club iluminado con luces multicolores. Habían grupos de chicos y chicas mezclados en el lugar, algunos tomando y otros bailando. Wade caminó entre ellos sonriendo y Gabriel notó que un par de personas lo saludaba. No quería saber qué hacía las veces en que visitaba la casa de Adriana, pero al parecer ir a pubs era parte de la rutina. Wade se las arregló para llegar hasta la DJ, una joven con mechas rojas en el cabello y le dio un billete. La música cambió de la electrónica que sonaba a algo un poco más movido y Gabriel se vio arrastrado hacia un grupo mixto, en el que Wade saludó a un par de chicas. Se limitó a quedarse aparte mientras su amigo desaparecía con una en la pista de baile, con un vaso de cerveza en la mano, bebiendo a sorbos. No se sentía mejor.

-¿No te diviertes? -preguntó Wade, regresando a su lado. Le quitó el vaso de cerveza de las manos y le dio un sorbo. Gabriel se limitó a hacer una mueca, cruzándose de brazos, y Wade frunció el ceño. Odiaba ver esa mirada de angustia en el rostro de su amigo, lo odiaba, y odiaba no saber qué hacer para borrarla de su rostro- ¿Quieres salir de aquí?

-Por favor -murmuró Gabriel. Estaba lloviendo, y Gabriel levantó los ojos al cielo, abandonando la seguridad del umbral de la puerta.

-Vaya -murmuró, estirando una mano, para sentir la lluvia en su piel-. Regresemos, está lloviendo. .

-¿Estarás bien? -preguntó Wade, dándole alcance-. Porque en una semana o dos, viajaré con mi padre y no estaré allí y no quiero irme sabiendo que estás a un paso del suicidio -bromeó.

Gabriel pudo identificar el afecto en su voz y le rodeó los hombros con un brazo, apretando los dedos sobre el hombro de Wade.

-Estaré bien. Sólo prométeme que no volverás loca a tu madre.

 -Prometido -dijo Wade, llevando la mano derecha a su pecho-. Seré un buen chico.

Gabriel sonrió y Wade le devolvió la sonrisa, sintiéndose mejor al ver que había un rastro de verdadera diversión en sus ojos.

-¿Quieres regresar al colegio? -preguntó.

-No tengo ganas de estar allí -contestó Gabe, negando con la cabeza.

-¿Cerveza? -sugirió Wade. Gabriel lo soltó, volviendo a alzar el rostro hacia el cielo, sintiendo las gotas de lluvia golpear su piel. Su madre solía amar la lluvia y alguna vez, la vio discutir con su padre por permanecer en el jardín, después de una fiesta. Pero en esos tiempos, Gabriel pensaba que su familia era perfecta y nunca tuvo motivos para pensar lo contrario, ni tampoco los tuvo aquel día, en que la discusión de sus padres terminó con Henry llevando en brazos a Isabelle, ambos compartiendo besos y risas.

-Me gusta la lluvia -comentó.

-Eres raro -contestó Wade, causando que Gabriel sonriera. Tenía que saber, debía saber qué fue tan grave que provocó que sus padres terminaran de la manera en que estaban.

---

-¿Lo besaste? -preguntó Julie. Mike asintió, detrás de ella en la cola de comida. Acababan de terminar los exámenes de matemáticas, y Mike se sentía exhausto y esta vez no tenía nada que ver con Gabriel. Había terminado por contarle a Julie porque necesitaba hablar con alguien, más que con Alan, que parecía enfadarse cada vez que lo recordaba-. Genial, sales con alguien más y besas a  tu ex.

-No es como si Alan y yo saliéramos -murmuró Mike. Se sentó en su mesa habitual, suspirando. Pensar en Gabe como su “ex” le dolía más de lo que quería admitir.

-Entonces, ¿vas a regresar con él, o algo?

-No -murmuró Mike. Nadie había cambiado entre él y Gabe, después de todo-. Él no quiere solucionar nada, sólo quiere que lo ignore. No puedo hacer eso.

-Entonces tal vez sea mejor que aclares las cosas, ¿no crees?

Mike suspiró. Él las había dejado claras, pero era muy pronto para poder actuar indiferente ante Gabriel, ahora mismo dudaba alguna vez poder hacerlo, y no podía evitar recordar el beso y lo bien que se sintió tenerlo cerca otra vez. No podía. Miró hacia la mesa de Gabriel mientras levantaba el vaso y lo vio estornudar. Lo había hecho todo el día y tampoco pudo evitar sentirse preocupado al ver sus ojos rojos y expresión cansada.

-Él no merece tu preocupación, ¿sabes? -comentó Julie. Mike dejó de mirar, volviendo a suspirar.

-No es como si pudiera dejar de quererlo de la noche a la mañana -murmuró. Alan, que acababa de llegar, lo escuchó y pasó una mano por su cabeza.

-Ven un momento conmigo, Mike -pidió.

-¿Para qué?

-Sólo ven.

Mike se levantó, y Julie cogió su plato vacío y lo puso sobre el suyo, indicándole que podía irse. Siguió a Alan hasta el cuarto y se quedó de pie contra la puerta, esperando que hablara.

-Lo quieres, ¿no? -preguntó. Odiaba tener que hacerlo, odiaba saber que era cierto y odiaba más la tristeza que cubrió el rostro de Mike.

-Ya sabes eso. Y no quiero hablar de Gabriel, Alan, en serio. No quiero...

-Puedo decirte qué te está ocultando -dijo, antes de poder arrepentirse. Mike alzó la mirada, avanzando unos pasos hacia él.

-¿Qué? ¿De qué estás hablando?

-La cosa que Gabriel está ocultando, lo que no te puede contar. Yo lo sé, si te lo cuento, no será su culpa, y tú podrás correr de nuevo a sus brazos.

Mike guardó silencio, sin poder creerlo en absoluto. Gabriel solía despreciar a Alan, como mínimo, se detestaban mutuamente, y aún así, ¿había cosas de Gabe que él no sabía y Alan sí? ¿Incluso aunque él era su novio? Se sentía indignado y peor que antes.

-¿Gabriel te lo contó a ti y no a mí? -preguntó, incrédulo-. Eso es un gran consuelo, Alan, no te imaginas...

-Quiero ayudarte -interrumpió Alan-. Luces terrible, no te podemos dejar sólo unos minutos porque dejas de hablar y no haces más que suspirar todo el tiempo.

-No es tu problema.

-¿No me escuchas? Lo sé, puedo decírtelo.

Mike lo miró. Tenía curiosidad por saber qué ocultaba Gabriel que parecía tan grave, pero no así. Esto no arreglaría nada, era Gabriel quién debía estar allí y elegir confiar en él. No alguien más.

-No -murmuró-. No quiero que me lo digas por lástima, o lo que sea, Alan. Y no serviría de nada. No serviría de nada si no es él quién decide estar aquí, y confiar en mí, ¿lo entiendes?

-Un poco -murmuró Alan. Apoyó una mano en el hombro de Mike, sin saber qué más hacer para reconfortarlo-. De todas formas, si cambias de opinión...

-Gracias, Alan -Mike alzó la cabeza, sonriendo y Alan llevó la mano que mantenía en su hombro hasta su cabello, metiendo los dedos en él y acariciándolo. Mike abrió los ojos, extrañado-. No necesitas consolarme, ¿sabes? Estaré bien.

-Dices eso, pero aún luces como la mierda.

-Es agradable saber que cuento con tus palabras de apoyo, gracias -ironizó Mike. Caminó hacia atrás, sonriendo y cuando cerró la puerta, se apoyó la puerta, una parte de él se arrepentía de haberse negado. Pero no era así como las cosas tenían que solucionarse, debía ser Gabe. No tenía sentido si no era él quién hiciera algo para arreglarlo. Suspiró, esperando no estar cometiendo un error.

---

-¿Qué hiciste el fin de semana? -Clay se cruzó de brazos, esperando a que Wade parara de estornudar para que respondiera.

-Salimos, llovió -contestó, sin explayarse demasiado. Le dolía la garganta demasiado como para hablar. Viéndolo en perspectiva ahora, fue mala idea quedarse bajo la lluvia después de regresar al colegio, tomando cerveza con Gabriel. Él había tenido la intención de entrar después de terminarse las cuatro latas de cerveza que compró, pero el perro se les unió, ladrando y luciendo animado bajo la lluvia, y Gabriel se le unió, riendo. Por estos días, era tan extraño verlo genuinamente feliz, que Wade no comentó nada. Para cuando regresaron a su cuarto, ambos estaban empapados y llevaban dos días con gripe. Por supuesto, al perro no le pasó nada.

-¿Y te quedaste bajo la lluvia? -Clay negó con la cabeza, antes de posar una mano en su frente-. Estás caliente.

-Lo sé, gracias -contestó Wade, esbozando una sonrisa.

-No en ese sentido. En realidad, luces adorable.

-Estás enfermo -murmuró.

-Por cierto, ¿qué pasa con Gabriel? -preguntó-. Te estoy tocando y él no está amenazándome para que te suelte.

Wade no contestó. Estaba cansado por los exámenes, y aunque la mano que ahora tocaba su cuello era de Harris, se sentía bien. Fresca contra su piel ardiendo. Suspirando, cerró los ojos y se apoyó en el toque, deseando no estar de pie, y tratando de no apoyarse en él. Clay sonrió. Al parecer, un Wade enfermo tenía sus ventajas y ya que Gabriel no parecía tener ganas de interrumpirlos, decidió aprovechar el momento.

-Te estás quedando dormido, Wade. Vamos, te llevaré a la cama -dijo, acercándose un poco.

-No quiero caminar -murmuró Wade en respuesta, ladeando el rostro para apoyarse en la mano que aún seguía en un lado de su cuello. Clay se lamió los labios, si no estuviera enfermo, intentaría besarlo. Se contentó con acercarse, pasando una mano por su espalda.

Wade se apartó de repente, restregándose los ojos.

-Me estoy quedando dormido.

-Eso es lo que he dicho -repitió Clay. Wade miró hacia el lugar en el que Gabriel estaba sentado, sintiéndose un poco enfadado. Había vuelto a sumirse en el silencio y a tener esa máscara de indiferencia para ocultar lo triste que estaba y le molestaba verlo así. Pensaba que ya era suficiente de la depresión.

-Me preguntó qué tomará para que reaccione -susurró. Sufrió un acceso de tos cuando terminó de hablar, y retrocedió unos pasos. Al menos, que se dejara caer en el piso, con el rostro entre las rodillas, pareció llamar la atención de Gabe.

-Necesitas ir a dormir -dijo, acercándose a ellos-. La gripe te afecta más que a mí.

-¿Por qué ya te estás curando? He tomado las mismas medicinas que tú.

-Tengo buenas defensas -tiró de Wade, forzándolo a levantarse, rodeándole la cintura con un brazo cuando éste se apoyó en él. Vio pasar a Mike, ocupado leyendo un libro, lo vio chocarse con un chico de tercero, pedir disculpas y seguir, y se acercó a Harris, empujando a Wade hacia él.

-Asegúrate que duerma, ¿bien? Y hay pastillas en el bolsillo de su chaqueta, se las tiene que tomar en dos horas. Gracias.

Clay sostuvo a Wade, quién murmuró algo parecido a “traidor”, pero no hizo intento alguno de moverse.

-Me agradeces y no me estás gritando -comentó-, ¿qué pasa contigo?

-No puedo gritar -respondió Gabriel, posando un dedo en su garganta-. Duele.

Se alejó, siguiendo los pasos de Mike. No tenía caso hacerlo, Mike sólo quería que le contara la verdad y aunque él podía inventar algo, no le quería mentir. Lo siguió hasta un aula vacía y alcanzó a entrar antes que Mike cerrara la puerta.

-Estás huyendo de mí -dijo, antes que Mike pudiera reaccionar. Se llevó una mano a la garganta, molesto por el dolor que sentía al hablar. Mike retrocedió dos pasos.

-No lo hago.

-Lo haces ahora -replicó Gabe. Avanzó dos pasos y Mike retrocedió más-. La última vez que nos vimos...

-Eso no fue justo -interrumpió Mike-. No quiero verte.

-¿No? -preguntó-. No parece así. Quiero verte -susurró.

-Pero no vas a hacer nada para solucionarlo, así que da igual. ¿Sabes? Cuando éramos amigos y cuando empezamos a salir, trataba de no preguntar, incluso cuando notaba que te pasaba algo, pero pensé que en algún momento confiarías en mí lo suficiente. Y no lo haces, incluso ahora. Prefieres alejarme que confiar en mí.

-¿Entonces prefieres no volver conmigo?

-No así -contestó Mike. Se alejó, notando que Gabriel volvía a acercarse, y trató de reunir toda su fuerza de voluntad para apartarlo, cuando Gabe se inclinó.

-Pero me quieres, Mike. Y me extrañas, como lo hago yo. Por favor, Mike.

-No -replicó él-. Y te agradecería si no te acercas, ¿bien? No quiero... no es justo, Gabe.

-No quiero ser justo -murmuró él. Se inclinó sobre Mike, rozando su cuello con los labios-. Sólo quiero que regreses, Mike.

Mike cerró los ojos. El roce de los labios de Gabe en su cuello estaban logrando que su piel se caliente y que quisiera enredar los dedos en su cabello, tirando de él más cerca. Pero esto no era lo que quería, no quería un poco de caricias y luego olvidarlo todo. Tomó el cabello de Gabriel, pero tiró de él hacia atrás, antes de empujarlo.

-¡Te dije que no! -exclamó- ¿No lo entiendes? ¡Ponte en mi lugar! ¡Lo único que hago cuando te veo es recordar que dijiste que no te importaba! Tú no sabes cómo lucías, Gabe, cómo me mirabas. Como si no estuviera allí, como si no fuera tan importante como para que me vieras. ¡Sólo te quedaste allí, y no hago más que recordar tu rostro cuando...!

Se interrumpió, llevando una mano a su boca. Gabriel cerró los ojos, odiándose a sí mismo. No tenía ningún derecho a exigir nada de él.

-Mike -Julie abrió la puerta. Observó a Gabe y frunció el ceño-. Te estaba buscando, Kathy tiene un nuevo juego y necesitamos al cuarto jugador. Betty no está disponible.

-Ya voy -murmuró él. Evitó mirar a Gabriel, aunque no pudo hacer nada cuando él le sostuvo de la muñeca. Mike alzó la vista. Gabriel tenía los ojos fijos en sus manos unidas y pareció decidir algo porque la mezcla de ira y tristeza desapareció dando paso a una expresión calmada. Demasiado calmada para ser sincera.

-Lo siento por todo -dijo, soltándole la mano-. No me acercaré a ti, no te preocupes.

Mike lo observó marchar, de repente sintiéndose mal por él.

-No te sientas culpable -le dijo Julie, rodeándolo con un brazo-. Lo que sea que esté pasando, se lo ha buscado solo.

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Como prometió, Gabriel no le había vuelto a hablar, aunque podía sentir su mirada fija en él cada vez que estaban en el mismo lugar. Mike descansó la cabeza en el escritorio, repitiéndose todas las razones por las que era mala idea regresarle la mirada y acercarse a él. Sólo quedaba un día en el colegio y a diferencia del año pasado, quería que terminara ya. Quería alejarse de Gabe, e incluso de sus amigos.

-No entiendo porqué tenemos que esperar hasta mañana para irnos -comentó Alan, acercándose y dejando una botella de gaseosa delante de Mike-. Podría estar de regreso en casa hoy mismo.

-Tu dedicación por la escuela es admirable -murmuró Julie, llegando detrás de él. Mike se animó a levantar la cabeza-. En realidad, todos se pueden ir desde ahora. Me encontré con la tutora, me dio las libretas con los resultados, ¿me ayudan a repartirlos?

Mike tomó un poco sin pensar, intentando distraerse y notó que eran casi todas de sus compañeras de aula. Las repartió, guardando la de Gabriel y sus amigos para lo último, odiando que incluso para eso tenía que verlo. Pero Julie ya se había ido a otra aula y no quería darle las libretas a Alan, no quería que se burlara de él por su cobardía. Se acercó a Gabe, que no había dejado de mirarlo en todo el rato.

-Es tuya -dijo, dejando la libreta en su mesa. Le tendió una a Wade que bufó y a Ericka, que asintió en agradecimiento. Katherine no estaba con ellos.

-Gracias -dijo Gabriel. Mike asintió en respuesta-. Asumo que fuiste el primero de la clase.

-Casi. Julie lo fue -respondió, por cortesía. Gabriel se pasó una mano por el cabello, al parecer buscando algo qué decir, pero su celular empezó a sonar. Rodando los ojos, Gabe contestó.

-Hola, pa -le escuchó decir Mike, mientras se alejaba-. ¿No vamos a pasar Navidad en casa? Bien, como sea. Le diré a Wade.

-¿Qué me dirás? -preguntó Wade, cuando colgó.

-Vamos a casa de tu abuela. Mi viejo ya hizo las reservas, salimos del colegio mañana en la mañana.

-¿Va a ver algo para que vayas tú también?

-Supongo, ya veremos -contestó Gabe. Miró la puerta por la que Mike acababa de salir, preguntándose cómo pasaría el año siguiente sin poder tocarlo.

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-¿Estarás bien? -preguntó Julie, tirando de una malera con ruedas. Mike asintió.

-Me hará bien estar allá, creo -respondió Mike.

-Regresarás, ¿verdad? -Julie dejó la maleta, para mirar a su amigo. No era que dudara de él o que pensara que era un cobarde, pero Mike estaba tan desanimado estos días, que le hacía temer lo peor.

-No dejaría de estudiar por eso, Julie... -contestó él. Que Julie lo sugiera era un poco ofensivo.

-Lo sé, es sólo que... -titubeó ella, sacudiendo la cabeza al final-, quería asegurarme. Te voy a extrañar.

Mike sonrió y la abrazó, dejándose envolver por la calidez del cuerpo de su mejor amiga y lo bien que le hacía sentir su cercanía.

-Interrumpen el tránsito, ustedes dos -dijo Alan. Ambos se soltaron, Julie dirigiéndole una mirada cargada de veneno.

-Tan amable como siempre, Alan -murmuró. Alan la abrazó, también, palmeando su cabeza al soltarla, sólo porque sabía que le molestaba.

-¿Vas a llamar un taxi? -preguntó Alan-. Podemos compartir.

-En realidad, Katherine me llevará, la estoy esperando -al ver sus expresiones de extrañeza, alzó un dedo, interrumpiendo cualquier comentario-. No digan nada, ella es agotadora, y es mucho más agotador tener que decirle que no.

-¿Mike?

-Betty me llevará a la ciudad -contestó él.

-Adiós, entonces -dijo Alan. Tendió la mano y Mike la apretó, sonriendo y antes que Alan pudiera apartarse, lo abrazó.

-Gracias por todo. De verdad.

-Por favor, basta -replicó Alan, soltándose, pero manteniendo una mano en el hombro de Mike-. La pasé bien, cuídate, Mike. A pesar de todo, me gustas.

Alan se alejó, silbando entre dientes. Mike sonrió, antes de volverse a Julie que lo miraba con una sonrisita cómplice.

-¿Qué? -exigió saber.

-¿No le escuchaste? Dijo que le gustabas.

-Como un amigo -replicó. En realidad, lo había tomado como una broma. Hasta ahora, que veía la mirada condescendiente de Julie-. No significó nada más, ¿verdad?

-Tengo que irme -respondió Julie, notando que Katherine bajaba las escaleras-. Pregúntale a él, son amigos, te lo dirá.

Mike las observó marchar, despidiéndose con una sonrisa. Solo, sus pensamientos regresaron a Gabriel. Se había marchado en la mañana, y él lo había esquivado, evitando verlo y tener que pasar por una incómoda despedida, hasta que recordó que debía regresarle el celular. Le terminó pidiendo a Katherine que se lo diera. Agradeció cuando vio a Betty acercarse. A pesar de lo que había dicho a Julie, la perspectiva de un nuevo año sin Gabriel a su lado, no le parecía alentadora.


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