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West Lake por Hisue

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Notas del capitulo:

Hola, otra vez. He estado enferma esta semana -bueno, desde la semana pasada, pero empeoré, y no he escrito mucho. Eso me molesta bastante. Y bueno... ¡¡ya vi Civil War!! No es perfecta, pero es buena, así que estoy -casi- satisfecha.

Y, eso es todo el reporte xD. La próxima semana es el día de la madre, pero igual trataré de actualizar. Muchas gracias por las lecturas, y por lo reviews!!!

Capítulo 66

 

Gabriel se apartó de Wade sin mirarlo ni prestarle atención a lo que decía, tratando de encontrar a Mike entre la gente que le hablaba y le daba palmadas en la espalda. Que a él le gustaban los chicos no era de conocimiento público, más porque no le importaba contarlo que por otra cosa, y porque no quería que los rumores llegaran a su padre. Ahora que su padre ya lo sabía, el coro de silbidos y maricas a gritos con los que lo recibió un grupo de chicos no le importó demasiado, pero se detuvo igual, dirigiendo sus pasos hacia ellos, después de todo; tenía una posición que mantener. Eran alumnos de segundo y un par del equipo de fútbol y Gabriel sonrió al ver a Luke, el ex novio de Katherine entre ellos, nada sorprendido.

-Supongo que ahora ya no podrás negar cuando digamos que Lorenz es tu pequeña perra, ¿no es así, Gabriel? Tal vez eso explica porqué lo defiendes tanto.

-Al menos, no soy la clase de idiota que no pierde a su novia ante mí -replicó Gabriel, metiendo las manos en los bolsillos de sus jeans-. ¿Cómo se siente, Luke? ¿Que tu novia prefiriera a un marica?

Katherine nunca había estado con él, por supuesto, pero Luke no le creyó a Katherine cuando ella se lo aclaró y Gabriel no tenía porqué sacarlo de su error. Miró a los chicos detrás de Luke, ladeando el rostro.

-Prefiero arreglar las cosas lo más pronto posible -dijo, acercándose un par de pasos más-. Díganme, ¿hay algo que quieran decir? No quiero escuchar ningún silbido o comentario más después de esta noche.

-Si queremos silbarte, lo haremos, princesa -gritó un chico, oculto entre el resto, riendo después. Gabriel trató de calmarse, suspirando hondo. Enfadarse era ceder el control, se dijo a sí mismo, repitiendo en su cabeza las palabras de su padre.

-Háganlo, entonces -dijo, volviendo a sonreír-. Y aténganse a las consecuencias después.

-¿Nos amenazas? -Luke bajó de la mesa en la que estaba sentado, deteniéndose a menos de un metro de Gabriel- ¿Qué tal si te rompo la cara ahora mismo, Gabriel? Y no es una amenaza.

Gabriel retrocedió, esquivando apenas el golpe dirigido a su rostro. Luke volvió a alzar los puños, pero Wade, salido de alguna parte, le sostuvo la muñeca desde atrás y le dobló el brazo en la espalda.

-Luke, Luke -canturreó-. Creo recordar que alguna vez te dije que no podías tocarlo.

-Y seguro tú puedes -gruño Luke. Wade le retorció la muñeca, sonriendo. No pensó que una pequeña broma se tornaría así, pero tampoco se quejaba por la diversión extra. Alzó la vista, observando a Gabriel, esperando por instrucciones.

-Como iba diciendo... -Gabriel se volvió a los chicos, ignorando a Luke por el momento-. Prefiero no tener que pelear. No me molestaría, pero ustedes se meterían en problemas y yo también.

Examinó las caras de los chicos, hasta que reconoció a uno. Su padre postulaba para el senado y Henry era un gran colaborador en su campaña. Caminó hacia él.

-Conocí a tu padre -le dijo, en voz baja-. Me habló de ti, su pequeño hijo demasiado estúpido para entender que debía comportarse. Sus palabras, no las mías. Supongo que se decepcionaría más si sabe que molestas al hijo de su mayor colaborador, ¿no crees?

-Eso es una amenaza -le contestó el chico, furioso.

-Va lo mismo para todos ustedes -Gabriel alzó la voz, hablando a todos en general. Notó que la música se había apagado y anotó mentalmente preguntar después quién lo había mandado. Que esto se volviera un escándalo mayor era lo que menos quería-. No sé qué estuvieron haciendo el año pasado, o qué miraron, pero tengo un par de reglas para ustedes. ¿Quieren pelear? Bien. No me importa, y no me importa qué piensen de mí. Vengan uno por uno y dejaré que se convenzan qué tan marica soy. Pero no voy a permitir a un grupo de imbéciles silbando, ni a mí ni a nadie. Apenas que no sean lo suficiente hombres para burlarse a solas.

Miró a Wade, indicándole que soltara a Luke con un ademán de la cabeza. Wade lo hizo, retrocediendo. No se extraño cuando encontró a Ericka allí también, aunque ella comía un paquete de papas fritas y no parecía especialmente interesada.

-Realmente crees que eres muy importante, ¿no? -preguntó Luke, tomándolo del cuello de la camisa. Gabriel acercó su rostro a él, esbozando una tensa sonrisa.

-Di una cosa más. Estoy muriendo porque lo hagas, no hay nada que quiera más, Luke.

-Está bien, es suficiente -intervino Ericka, dejando las papas en manos de un chico que pasaba por allí y dando un par de palmadas-. Es una fiesta, no una batalla campal.

Luke se alejó al verla y Gabriel pudo suspirar, relajándose.

-Supongo que debo disculparse por eso -murmuró Wade-. ¿Crees que darán problemas?

-Que lo hagan -contestó Gabe-. Creo que golpear algo es lo que necesito.

-Siempre tan civilizado -ironizó Ericka-. No te preocupes, digan lo que digan, eres el hijo del dueño. No van a desafiarte. ¿A qué vino eso, de todos modos?

Gabriel señaló a Wade, quién se encogió de hombros, arrepentido.

-Sólo era una broma. Quería molestar a Harris.

-¿Cuántas veces te he dicho que te alejes de Harris? -Gabriel negó con la cabeza, más agotado que molesto.

-En realidad, ambos Harris dijeron a todo el que quisiera oírlo que era sólo una apuesta. Y me han retado a mí a besar a una chica antes del final de la noche, sólo para dar credibilidad a su historia -Ericka hizo una mueca de desagrado-. Además de eso, Clay opina que ese beso no es válido, puesto que besarte no significa nada para Wade.

-¡Por eso lo hice! -exclamó Wade. Gabriel lo regresó a mirar, sin saber si sentirse aliviado o insultado-. Y si te vas a besar con alguien, quiero ver. Puedo sugerir algunas candidatas.

-Ahórratelo -espetó Ericka-. Es una lástima que Kathy siga molesta conmigo.

De cualquier forma, Ericka no tuvo que pensarlo demasiado. Mientras volvía a su mesa, Susan la interceptó y antes que ella pudiera procesarlo, tenía sus labios en la boca, con el sabor a cereza del labial, unos pechos suaves contra los suyos y una lengua que fue el límite de su tolerancia. Lo soportó estoicamente durante un momento, obligándose a devolver el beso, antes de apartar a Susan, que se giró, con una sonrisa de triunfo en sus labios.

-Creo que merezco un premio extra por el nivel de dificultad -se vanaglorió, sacudiendo su cabello. Fue recibida por los vítores de Elizabeth y sus amigas y Ericka sonrió, a su pesar, admitiendo la derrota, antes de unirse a ellas. Wade hizo lo mismo, alzando un vaso de cerveza para chocarlo con Adriana, a la que Gabriel no había visto llegar. Los dejó allí, volviendo a buscar a Mike. Esperaba que no se hubiera ido.

---

-Dicen que fue una apuesta -Mike se giró al escuchar la suave voz de Katherine detrás él. Estaba sentado en la vereda de la discoteca, lejos del bullicio, tratando de calmar su corazón acelerado. Él lo sabía. Gabriel lo había mirado antes de besar a Wade y él sabía que sólo lo hacía para molestarlo. No dolía menos por saberlo-. En realidad, Susan acaba de besar a Ericka.

-Creo que eso sí valdría verlo -contestó Mike, sonriendo ligeramente. Katherine se sentó a su lado, replegando las piernas y acomodando el vestido con estampado de flores para que cubriera sus rodillas. Llevaba dos trenzas que partían de los costados, se unían al medio y caían sueltas sobre el resto de su cabello.

-¿Estás seguro que quieres estar aquí? Alan y Julie están bailando. En una esquina, claro, y más se preocupan en comer -se quejó. Mike no pudo evitar soltar una pequeña risa.

-Sé que no debería afectarme -le dijo, bajando la cabeza-. Sé que puede hacer lo que quiera, pero aún se siente como si... -se interrumpió, suspirando-. Se siente como si me traicionara.

-Lo entiendo -dijo ella-. ¿Sabes? Luke ha estado un par de chicas en el verano y las ha presumido delante mío y es horrible. A pesar que sé que es un idiota, duele demasiado.

Katherine se abrazó a sus rodillas, mirando a Mike a través de sus largas pestañas. Ella actuaba de manera normal, con su misma deslumbrante y animada personalidad, pero ahora, sentada allí, lucía frágil.

-¿Has pensado en regresar con él? -Katherine rio, negando con la cabeza.

-No, no podría hacer eso. Él no confió en mí, incluso aunque le juré... -se interrumpió, suspirando-. Supongo que estamos en la misma posición.

-Gabe tampoco confía en mí -murmuró, estirando las piernas y fijando los ojos en sus manos. Él quería ser especial para Gabriel, lo suficiente como para que le contara sus secretos y lo dejara ayudarlo. Pensó que Gabe lo quería tanto como para hacer eso, tanto como él lo quería-. Supongo que no me quería en realidad.

-Elizabeth te está buscando, Katherine.

Mike se quedó quieto al escuchar la voz de Gabriel detrás suyo. No quería moverse y mirarlo y se preguntó si había escuchado algo. Giró el rostro para ver a Katherine fruncir el ceño, con intenciones de decir algo. No quería que ella, ni nadie, lo defendiera, así que estiró una mano, posándola en una de las manos de Kathy y negó con la cabeza. Ella hizo un puchero, pero se puso de pie de todos modos, volviendo a la discoteca. Mike siguió sin moverse, incluso cuando sintió que Gabriel se sentaba a su lado.

-Al menos, deberías saber que sí te quería -dijo, como si tal cosa. Mike alzó el rostro, sin saber qué responder. Gabriel no lo estaba mirando, tenía los ojos fijos en una farola, y apoyaba el rostro en un puño.

-No creo que puedas culparme por dudar -respondió. Esperó que Gabriel no se girara, sabía lo débil que era a sus ojos, y cuando lo hizo, se contuvo para no bajar la mirada-. ¿Qué pensabas que pasaría, Gabe?

-Supongo que una parte muy estúpida de mí esperaba que me hubieras extrañado tanto que...

-¿Regresara contigo de la nada? -interrumpió Mike. Negó con la cabeza, más sorprendido que irritado.

-Dije que era una parte estúpida -Gabriel suspiró. Estaba haciendo un esfuerzo para no acercarse más, para no tocarlo.

-Voy a volver -Mike se levantó, sacudiendo la tierra de sus jeans. Estar aquí con él no le hacía bien.

-¿No me extrañas, al menos un poco?

Mike se detuvo, mirándolo. El rostro de Gabriel estaba lejos de la máscara de indiferencia que llevaba todos los días, expresaba  anhelo, casi desesperación y a Mike se le hizo difícil no agacharse y tratar de quitar esa expresión dolida de sus ojos.

-¿Tú qué crees? -susurró, antes de prácticamente correr dentro de la discoteca. Empujó la puerta y se encontró con Alan, que lo sostuvo de los hombros, deteniendo sus pasos-. ¿Qué haces aquí?

-Katherine le dijo a Julie que Barnett estaba contigo -contestó Alan-. Insistió en que viniera a verte.

-No necesitan cuidarme -se quejó Mike, apartando las manos de Alan de su cuerpo.

-Trata de convencer a Katherine y Julie de no hacer algo. Son peor juntas que separadas -Mike esbozó una leve sonrisa y Alan se maldijo por contentarse con tan poco-. ¿Estás bien? ¿Te hizo algo Barnett?

-Estoy bien -afirmó Mike. Alan estiró una mano y la pasó por su frente, tirando hacia atrás los mechones que caían allí.

-No te ves bien -replicó. Mike apretó los dientes, apartando la mano de Alan de su cuerpo. Tan cerca a Gabe como había estado, ese roce le recordó a sus manos, sus dedos enredados en su pelo y por un momento quiso dejarse llevar, buscar más de ese toque para engañarse y pensar que era Gabriel.

-Estoy bien -repitió-. Regresemos, Julie debe estar preocupada.

Alan lo miró marcharse, chasqueando la lengua, disgustado. Él sabía que Mike no pensaba en él de ninguna manera que no fuera amistosa, pero que rechazara incluso que lo tocara, dolía.

---

Gabriel se levantó al sentir golpes en la puerta. Maldijo, suponiendo que era Wade y que había olvidado sus llaves nuevamente, y no se molestó en ponerse nada encima más que los boxers que llevaba, bostezando mientras abría la puerta.

-Creo que vengo en mal momento -sonrió Adriana, mirando su cuerpo sin mostrar una pizca de pudor o vergüenza-. Sólo venía a traerle algo a Wade, ¿está? -preguntó, mirando dentro del cuarto.

-No -contestó Gabriel. Él había creído que estaba con ella, pero supuso que era demasiado esperar que Wade dejara sus hábitos así de fácil-. Y es de mala educación mirar de esa forma, ¿nunca te lo han dicho? -preguntó, con más brusquedad de la necesaria. Había terminando tomando más de lo que pretendía la noche anterior y estaba cansado y con sueño. Adriana dejó de tratar de mirar dentro del cuarto, esbozando una sonrisa que no lucía del todo arrepentida.

-Lo siento -casi canturreó-. Mi mamá me envió unos dulces y le ha mandado algunos a Wade -se explicó, tendiéndole la caja a Gabriel, que la tomó, sin mucho interés-. Ella manda a decirle que vaya a verla cuando tenga tiempo.

-Le diré -asintió Gabriel, llevando una mano a la puerta, con toda la intención de cerrarla. Adriana alzó los ojos, ladeando la cabeza.

-¿Sabes qué? -preguntó, llevando un dedo a su barbilla-. Te pareces mucho a Ericka -alzó las manos, en un ademán de protección cuando notó que Gabe fruncía el ceño-. No físicamente -aclaró-. Sólo en la personalidad.

Se alejó, sonriendo, y escuchó la puerta cerrarse detrás de ella. En realidad, se parecían un poco. Los dos con el mismo aire de superioridad y toda esa irritación que parecían emanar cuando no estaban tratando de fingir ser amables. Le parecía extraño que Wade fuera amigo de ellos, si bien no era la mejor persona en el mundo ni mucho menos, no tenía ese rastro de amargura que Gabriel y Ericka sí. De todas formas, ése no era asunto suyo, decidió, silbando mientras caminaba.

En el cuarto, Gabriel dejó la caja de dulces en el escritorio, bostezando. En realidad había creído que Wade podía ir en serio con Adriana y dejar de buscar encuentros aleatorios de una noche. Cuando se iba a meter a la cama de nuevo, la puerta volvió a sonar y esta vez se puso unos pantalones antes de abrir, sólo para encontrar a Wade en la puerta.

-¿Dónde estabas? -preguntó. Wade lucía una sonrisa resplandeciente mientras entraba y se sentaba en el escritorio, notando la caja.

-¿En serio tienes que preguntar?

-A veces no entiendo cómo haces para conseguir chicas -murmuró Gabe, aunque no tenía intenciones de saber.

-Esta vez, jugué la baza del pobre chico confundido por sus sentimientos hacia su mejor amigo -contestó, levantándose y rodeando el cuello de Gabe con un brazo-. Tuve que hacerlo dado que ella vio que te besé.

-¿Qué clase de chica se acuesta con alguien por una razón como esa?

-No lo sé, algunas tienen fetiches muy extraños -Wade negó, encogiéndose de hombros y Gabriel movió ligeramente la cabeza, para verlo a los ojos-. Al parecer le gustó vernos.

-Podría vivir sin que me recordaras eso.

-¡Hey! Me ofendes. Muchas personas pagarían por haber estado en tu lugar.

-Wade, estoy más que agradecido de no recordar nada -replicó. Era cierto, hasta ese momento, no había pensando en ese beso y ahora que lo hacía, no recordaba demasiado. Las cosas habían pasado rápido y él estaba prestando más atención a Mike, de todas formas. Sin embargo, mientras lo pensaba, más cosas que venían a su mente. Recordaba la expresión entre decepcionada y molesta de Wade cuando lo apartó por primera vez, el tirón a su cabello que le hizo pensar en lo diferente que era Mike. A diferencia de él, Wade no se rindió a sus besos, no hubo jadeos en su boca, sólo una lengua que luchaba por el control, tan diferente a lo que él anhelaba.

-Eres tan cruel -bromeó Wade, besándole en la mejilla. Gabriel le apartó de un manotazo, volviendo a la cama.

-Adriana te trajo dulces. Con lo bien que te llevas con su familia, podrías considerar ser serio con ella.

-Ni ella ni yo estamos interesados en eso -se quitó la camiseta, reemplazándola con una vieja de deporte y se cambió los jeans por el pijama antes de meterse a la cama. No había dormido mucho la noche pasada, y le dolía la cabeza a causa del alcohol que había tomado. Cuando ya estaba en la cama, se levantó repentinamente.

-Susan y Ericka se besaron -dijo, antes de empezar a reír-. Fue sexy, pero por favor, recuérdame molestar a ambas por eso.

-Eres insoportable -declaró Gabriel, antes de volver a acostarse-. Si lo haces, ¿te das cuenta que también te molestarán a ti? Sin mencionar que fueron lo suficientemente amables para seguirte el juego y hacer pasar todo como una apuesta.

-Suenas tan ofendido -se burló Wade-. Soy el hetero aquí y el único que debería estar preocupado. Deberías estar agradecido, ahora todo el que sea gay en este colegio sabe que también estás disponible para ellos. Yo espero no tener que esquivar a nadie.

-Debiste pensar en eso antes hacerlo -Gabriel dio por terminada la charla, cubriéndose con las sábanas, dispuesto a seguir durmiendo.

---

No estaba acostumbrado a tomar el desayuno solo, pero ese día, Julie se había levantado más temprano y se había excusado cuando le mando un mensaje al celular y Alan se había sentado aparte, con unos chicos con los que Mike nunca había hablado. Se sentía un poco abandonado, Alan y él habían hablado por mensajes y jugado a RPG's casi todo el verano, en el tiempo libre que tenía. Extrañaba la familiaridad que tenían hablando a través de un monitor. Mike suspiró. Pensar en Alan era mejor que la alternativa, mejor que dejar a su mente divagar sobre Gabe y lo celoso que se sintió al ver sus labios besando a alguien que no era él, sosteniendo el rostro de Wade como solía hacerlo con el suyo, incluso aunque sabía que no era probable que lo hicieran en serio. Suspirando, sacudió la cabeza, terminando lo que quedaba de su café. Salió del comedor, revisando la hora en el celular y se apresuró a llegar a clases, sin extrañarse al encontrar a Julie ya sentada.

-¿Dónde está Alan? -preguntó ella, alzando la vista de su celular.

-Comiendo, la última vez que lo vi.

-¿No estabas con él?

-No tenemos porqué estar todo el día juntos -replicó Mike. La verdad era que desde la fiesta el sábado, Alan parecía un poco distante. Actuaba normal, bromeando, pero ya no se unía a los desayunos, ni pasaba su tiempo libre con ellos-. Tal vez se aburrió de nosotros.

-No lo creo -murmuró Julie. Miró al susodicho, que se acercaba a ellos y bostezó al tomar asiento.

-Estaré muy feliz cuando pueda irme del colegio y descansar al fin -declaró Alan, poniendo los brazos en la silla y dejando descansar su cabeza sobre ellos.

-Excepto porque luego tienes que estudiar y trabajar. Suena como un buen descanso -el tono de Julie logró sonar relajado e irónico a la vez.

-Descansar de algunas cosas -se corrigió Alan. Mike, sentado entre ambos, le sonrió.

-Creo que los extrañaré cuando nos vayamos -dijo, apoyando su rostro en una mano.

-Los extrañaré también -afirmó Julie. Ambos miraron a Alan, expectantes.

-No me digan que esperan que diga que también los extrañaré, porque eso no va a pasar -Alan bufó, evitando las miradas decepcionadas de ambos.

-Aguafiestas -acusó Mike.

-Aburrido -colaboró Julie.

-Tal vez, cuando salga de aquí, piense en ustedes de vez en cuando -dijo-. Y tal vez sienta un poco de nostalgia. O tal vez piense en los dos tarados nerds que no paraban de molestarme -agregó, burlón.

-Mentiroso, nos amas -afirmó Julie, elevando las cejas. Alan no lo negó, al abrirse la puerta, dejando ver al profesor.

Mike creía que los iba a extrañar demasiado para su propio bien. La única cosa que esperaba es que, para ese momento, sus sentimientos por Gabriel se hubieran desvanecido lo suficiente como para no importar. Su tía le había dicho que era difícil los primeros meses, pero mejoraba con el tiempo, y él no podía esperar a empezar a mejorar porque era doloroso de una forma que llegaba a ser insoportable. Su madre, por otro lado, opinó que ya se lo había advertido. Meterse con niños ricos no traía nada bueno.

-¿Sabían que existía una teoría del color? -preguntó Alan, horas más tarde, tomando asiento en la mesa que compartían en la biblioteca. Se suponía que repasaban matemáticas, pero junto con los libros del curso, Alan llevaba libros de arte en los que parecía más interesado.

-Lo sabía, aunque no estoy especialmente interesada -dijo Julie.

-Y pensé que querías repasar la tarea de matemáticas -agregó Mike.

-Sí, pero esto es mucho más interesante.

Mike respondió con un mhmmh, prestando más atención a Gabriel, que entraba sudoroso, la camiseta pegándose a su cuerpo y con la chaqueta atada en la cintura, antes de sentarse a solas con un libro. Julie carraspeó ruidosamente, logrando que Mike desviara la mirada, incómodo.

-No me digas que estás cayendo nuevamente -dijo ella, cruzando las manos sobre la mesa.

-No -suspiró Mike. Regresó su atención a los libros, apartando los de arte que Alan insistía en leer y abriendo uno de matemáticas.

---

-Fíjate por dónde... -Gabriel se interrumpió al notar que era Mike el que había chocado con él, mientras alzaba las bolsas que contenían los instrumentos de la última clase de gimnasia-. Lo siento -se disculpó, agachándose para recoger una bolsa que había resbalado de las manos de Mike. 

-No hay problema, no vi por dónde iba -contestó, tratando de coger la bolsa que Gabe aún sostenía. Éste la echó sobre su hombro, empezando a recorrer los últimos metros que los separaban del gimnasio. Mike lo siguió, resignado.

-No necesitas ayudarme -comentó. Gabriel puso la bolsa en su sitio, girándose para encarar a Mike. Todavía se sentía extraño estar tan cerca de él y no tener derecho a hacer nada más que mantener la distancia.

-Quería hacerlo.

-Yo no quería que lo hicieras -dijo Mike. Se alejó hacia la puerta, pero Gabriel se interpuso, acercándose más de lo que debía. Se miraron en silencio, Mike tratando de no ceder a las ganas que tenía de tocarlo.

-Has crecido -comentó Gabriel, de pronto. Alzó una mano, con la intención de tocarlo, pero Mike retrocedió, pegándose a la pared.

-¿Te extraña? 

-No. Es sólo que es la primera vez que te veo tan de cerca, desde que regresamos aquí -explicó. No había notado que Mike lucía un poco más adulto y el ser el último en notarlo, le hizo sentir incómodo y consciente de la cantidad de cosas que se iba a perder de ahora en adelante-. Y la vez anterior estabas sentado.

-Bueno -dijo Mike. No supo porqué lo dijo, sólo quería decir algo y que Gabe se alejara. Tenerlo cerca le hacía las cosas más difíciles. 

-Te extraño -murmuró. Había un rastro de tristeza en su mirada que enfadó a Mike.

-No hagas eso -reclamó-. No pongas esa cara ni hables como si lo que está pasando fuera mi culpa.

-No era mi intención -Gabriel pasó una mano por su cabello, frustrado. Cuando se acercó un poco más, Mike alzó una mano y la puso sobre su pecho, empujándolo hacia atrás. Pero tener sus dedos sobre su piel cubierta con la camisa sólo le recordó las noches con él, la piel desnuda que había tocado tantas veces, los te quiero que solía susurrarle. Dolía.

-Sólo vete, ¿quieres? -pidió. Gabriel dudó un momento, pero asintió al ver que Mike se negaba a mirarlo, antes de marcharse y Mike no supo si sentirse aliviado o decepcionado.

Permaneció allí, sentado en una esquina, tratando de ponerle orden a sus pensamientos, y seguía allí cuando Alan entró, media hora después. Era su horario habitual para entrenarse.

-¿Qué haces aquí? -preguntó, al notar su presencia.

-Nada -contestó Mike.

-¿Una nada llamada Barnett? -inquirió Alan, sarcástico-. Es el único que te afecta de esta forma. En realidad, Mike, ¿por qué no regresas con él? Pararías de verte miserable y de esconderte así.

-Si fuera tan fácil... -masculló Mike-. Podría regresar con él, pero nada cambiaría. Él todavía no confiaría en mí, y pensaría que puede solucionar todo con una simple disculpa.

-Si piensas eso, entonces deja de andar por allí, actuando como idiota -Alan bufó, enfadado-. Estás empezando a resultar molesto.

-Lo siento por ser una molestia -contestó Mike. Se puso de pie antes que Alan pudiera replicar-. Y lo siento, pero es difícil, ¿está bien? ¡No puedo superarlo de la noche a la mañana, así que disculpa si te molesta mi tristeza!

-¡Han pasado tres meses! -exclamó Alan-. Es más que la noche a la mañana. Mike, estás distraído y lo único que haces es mirarlo con cara de pena cuando piensa que no te ve.

-No tienes porqué regañarme, no te importa lo que haga -espetó. Apartó a Alan, con la intención de salir de allí, pero éste lo detuvo por el brazo, obligándole a girarse.

-Claro que me importa, idiota -murmuró, perdiendo la paciencia-. Me gustas, ¿qué demonios tengo que hacer para que te des cuenta?

-¿Qué? -preguntó, sin entender por completo de qué hablaba. Lo había escuchado, claro, pero la idea de Alan queriéndolo era extraña. Nunca lo había tratado de forma especial, en realidad, Mike pensaba que veía en él alguien de quien burlarse-. ¿Estás bromeando?

-¿Te parece que estoy bromeando? -rebatió-. Mike, me gustas. No sé cómo pasó, ni siquiera recuerdo cuándo comenzó, pero no es una jodida broma. ¿Crees que bromearía con algo así? A veces ni siquiera yo lo entiendo.

Alan dejó de hablar, pasando una mano por su cabello. Lo había dicho sin pensar, pero ahora ya era tarde para retractarse, y no quería hacerlo tampoco. Observó a Mike, que seguía de pie, con la boca abierta, al parecer al borde de un shock.

-Tú... tú... -balcuceó- ¿Qué?

-¿Estás escuchando? -preguntó, perdiendo la paciencia un poco más. Estaba nervioso, sabiendo que no recibiría nada más que un no y ver que Mike no hacía nada más que tartamudear lo ponía incluso más nervioso-. A veces no entiendo qué demonios vi en ti -repitió. Esta vez, Mike pareció reaccionar y se soltó de su agarre, pero Alan apenas lo notó, ocupado en seguir hablando, poniendo palabras a pensamientos que llevaba durante meses-. Tú eres un nerd, y eres tan responsable que aburres, y tan jodidamente amable, nunca puedes mantenerte enojado con nadie y... Dios, me gustaría saber qué diablos hago queriéndote.

-¿Te estás declarando o me estás insultando? -preguntó Mike, más que confundido por sus palabas. Alan parecía molesto, a falta de otra definición mejor y que riera un poco no ayudó a mejorar su impresión-. Sólo me iré de aquí, y disculpa por gustarte, también, ya que tanto te molesta -espetó, antes de caminar apresuradamente fuera de allí.

Alan apoyó la cabeza en el saco de boxeo, repitiendo maldiciones en voz baja. Era tan, tan idiota. Ni siquiera declararse podía hacerlo bien. 


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