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West Lake por Hisue

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Notas del capitulo:

Hola, gente! Aquí vamos de nuevo. Sobre mi enfermedad, ya me curé, ¡yay! Me asusté pensando que podía ser dengue, todo el mundo en mi cuadra se está enfermando de dengue, pero no.

No tengo mucho que decir, creo. Gracias por leer, y por comentar.

Capítulo 67

 

-¿Qué pasa con ustedes? -Julie dejó caer un cuaderno en la mesa con más fuerza de la necesaria, restregándose los ojos con el dorso de la mana mientras hablaba. Se sentó, esperando que Alan contestara. Después de la fiesta, Alan pasó días evitando a Mike, pero ahora, más de una semana después, era Mike el que parecía evitarlo. Le empezaban a marear-. Y no me digas que nada.

-Iba a decir que luces cansada -apuntó Alan. Ella lo estaba, durmió tarde el día anterior por ayudar a Gabriel, y olvidó hacer sus propias tareas. Llevaba despierta desde las cinco de la mañana, hora en la que despertó, maldiciendo, y se puso a escribir el reporte de ciencias esperando obtener un pasable.

-Un poco -admitió-. Pero no vas a evadir la pregunta, Alan -dijo, señalándolo con un lapicero.

-Tal vez le dije a Mike que me gustaba -murmuró él, evitando la mirada de su amiga-... y no se lo tomó bien.

-¿Lo hiciste? -preguntó, su cansancio momentáneamente olvidado-. ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Y por qué Mike no me ha dijo nada? Soy su mejor amiga, debería saber estas cosas.

-Tal vez trata de olvidar que lo escuchó -Alan desvió el rostro. Ahora que Julie se fijaba, lucía abatido.

-Oh -dijo, entendiendo-. Te rechazó.

-Salió corriendo -Julie se mordió los labios. Mike aún no superaba a Gabe, supuso que esperar otra cosa más que un rechazo era imposible. Estiró una mano para rozar la de su amigo, en un vago gesto de consuelo-. Aunque fue mi culpa.

-No tienes la culpa por declararte -razonó ella, apretando los dedos en la mano de Alan.

-No lo digo por eso -susurró Alan. Apartó la mano, llevándola a su rostro-. Digamos que perdí un poco la paciencia y le terminé gritando todo, que me gustaba y todo eso.

Julie le miró, incrédula, un largo momento, antes de empezar a reír, sin poder contenerse.

-Qué te pasa, no un asunto de risa -reclamó Alan, negando con la cabeza. Julie alzó una mano, pidiendo tiempo, tratando de contener sus carcajadas, sin éxito.

-Lo siento, lo siento -se disculpó-. Pero es que... ¿le gritaste? ¿Te enfadaste y le gritaste que lo querías? -volvió a reír, sacudiendo la cabeza-. ¿Qué clase de persona hace eso?

-Cállate ya -espetó Alan. Sabía que no debía contárselo-. Estaba lloriqueando allí por Barnett otra vez, y sólo se me salió. Ahora, apenas me mira, así que allí va cualquier posibilidad que haya tenido.

Julie dejó de reír. Dejó escapar un suspiro, mientras llevaba una mano a su frente. Lo sentía de verdad, a pesar de las apariencias, Alan era mucho mejor persona que Gabe. O, al menos, no tenía la necesidad patológica de andar desconfiando de la gente. Ahora que lo pensaba, Alan no sonreía tanto, ni bromeaba cuando se volvió su amigo. Ahora, la sempiterna amargura que antes notaba en él, se había desvanecido casi por completo. Ni siquiera sabía que dibujaba cuando empezaron a hablar. Julie sonrió. Esperaba que no sólo Mike, sino también ella, hubieran tenido que ver con ese cambio.

-¿Qué? -le preguntó Alan, bruscamente, al ver su sonrisa.

-Nada -contestó ella, negando con la cabeza-. Tal vez Mike sólo está sorprendido y avergonzado. Sabes cómo es. Sigue siendo gracioso, hubiera pagado por verlo.

Volvió a reír, ignorando el golpe sin fuerza que Alan dejó caer en su mano estirada sobre la mesa, pero paró cuando Mike entró al cuarto, dándole un rápido vistazo a ambos.

-Entonces, me voy. Hablamos mañana, Alan. Hasta luego, Mike -se despidió, enarcando las cejas hacia Mike.

-No te desveles -dijo Alan, a manera de despedida. Julie negó con la cabeza, antes de salir. El mundo sería perfecto si Mike se olvidara de Gabriel y él y Alan empezaran a salir. No tendría que ver más a Mike triste, ni a Alan sufriendo en silencio. De todas formas se preguntaba si, de darse el caso, su presencia sería demasiado incómoda para ellos. Porque era ella quien los mantenía unidos antes. Sacudió la cabeza, apartando de su mente esos pensamientos. Las cosas no tenían que cambiar sólo porque Alan y Mike se pusieran un poco melosos. Si lo hacían.

-¿Vas a seguir evitándome? -preguntó Alan. Mike estaba de espaldas a él, como lo estaba desde que entró al cuarto, demorándose más de lo necesario en arreglar la cama.

Mike se mordió los labios. No quería girarse, en realidad. Había tenido días enteros para pensar y convencerse que había escuchado bien y que no fue una broma ni una alucinación. La persona que le gustaba a Alan era él. Esa “confesión” todavía le parecía extraña, pero lo que de verdad le avergonzaba era su reacción. Salió corriendo, sin dar pie a nada y ahora no sabía cómo hablar con Alan, cómo tratar con la situación sin que las cosas entre ellos cambien porque no quería que dejaran de ser amigos.

-No te estaba evitando -contestó. Se giró, alzando la cabeza para mirarlo. Cuando fruncía el ceño y se cruzaba de brazos, Alan seguía resultando intimidante y él se encogió un poco, recordando que le solía tener miedo.

-Lucía así desde mi punto de vista.

-Trataba de saber qué decir, ¿vale? -se excusó, dejando escapar un suspiro. Esto no estaba resultando como él quería. 

-No necesitas decir nada -Alan desvió el rostro. No necesitaba que Mike le dijera lo que ya sabía-. Sé lo que vas a responder, no te lo dije por eso.

-¿Entonces por qué? -preguntó, curioso de verdad. A él le gustaba la relación que tenían y no quería nada más. En realidad, la única cosa que quería era que su pecho dejara de doler a la sola mención de Gabriel.

-Fue una cosa del momento. Mira, sé que no me quieres, no necesito que lo reafirmes, ni necesito que me tengas lástima.

-No lo hago -interrumpió Mike-. Nunca se me ocurriría tenerte lástima.

Alan se acercó a él, tomándolo de los hombros

-Ya sé. Sólo escucha. Lo que yo sienta, no tiene que ver con lo que tú sientas. ¿Así que puedes dejar de actuar como si tuviera plaga, por favor? Las cosas no tienen que cambiar.

Mike asintió, no del todo convencido. Alan se separó de él. No quería decir eso, en realidad, le dolía saber que Mike no podía corresponderle, pero tampoco podía actuar como un inmaduro. Hace un par de años, habría sido inmaduro, se habría negado hablar con Mike o tal vez trataría de imponerle sus sentimientos, de obtener una respuesta. Ahora, sabía más que de sobra que no siempre obtenías lo que querías y reclamar y llorar por eso no servía de nada. Era irónico, le debía esa lección a un Barnett.

Mike quería decir algo más, algo que arreglara las cosas entre ellos; le seguía pareciendo extraño todo esto, pero temía que preguntar algo más, o decir que lo quería a su manera, fueran de alguna ayuda. En el peor de los casos le daría falsas esperanzas o le forzaría a hablar de cosas que le incomodaban. Nadie quería discutir las razones de su gusto por alguien, cuando ese alguien no lo correspondía.

-Aún es temprano -se excusó Mike, señalando a la puerta, mientras se alejaba-. Voy por... algo de comer.

Alan lo observó salir y apoyó la cabeza en la pared, desanimado. Sentía que estaba cometiendo una estupidez tras otra, y la primera de ellas fue enamorarse de alguien que ya quería a otra persona.

---

Julie tocó la puerta un par de veces, anunciando su presencia y la empujó para entrar después de un momento. Era viernes, y aunque debió ayudar a Gabe con las clases el día anterior, canceló dado que Alan necesitaba compañía. Compañía porque parecía que ni él ni Mike eran capaces de estar juntos en la misma habitación sin sumirse en silencios incómodos.

-¿Y Gabriel? -preguntó a Wade, que acababa de salir del baño, con una toalla sobre los hombros desnudos.

-No está -respondió-. ¿No te avisó? Se fue hace como una hora.

-No, no me avisó -Julie se cruzó de brazos, irritada-. Pensé que le estaba haciendo un favor al darle clases, ¿cómo se va sin avisar?

-Tú fuiste quien cambió los horarios primero -le recordó Wade, caminando hacia el armario-. Me puedes enseñar a mí en su lugar -agregó, girándose y sonriendo.

Julie frunció el ceño. Prefería evitar pasar más tiempo del necesario en un espacio cerrado con Wade. Pero tampoco podía faltar a su palabra y ya podía escuchar las quejas de Gabe si uno de los dos bajaba el promedio. Se acercó al escritorio, cruzando los brazos sobre su pecho.

-Vale. Pero di una palabra que no sea de las clases, y ni tú ni Gabriel podrán volver a contar conmigo.

-Realmente estás enojada con él -murmuró Wade, terminando de ponerse una camiseta. Julie bufó.

-¿Puedo estar algo que no sea enojada? -preguntó. No sabía lo que Wade pensaba de la ruptura entre Gabriel y Mike, pero conociéndolo, lo que Mike sintiera ni siquiera se le pasaría por la cabeza-. ¿Qué piensas?

-¿Puedo hablar? -preguntó, alarmado- ¿No dejarás de darnos clases? ¿Es off the record?

-Wade -interrumpió Julie, amenazante.

-Está bien, está bien. Sin bromas -Wade tomó asiento en la silla al lado de ella, apoyando un codo en la mesa-. Considerando todo, preferiría que nada de esto hubiera pasado y que existiera una manera en que Gabriel pudiera regresar con el novato. Ese sería mi mundo ideal.

-Pero sabes que es culpa de Gabriel -replicó Julie-. Mike no quería nada de esto. Por lo que veo de ambos, es Mike quien se ha llevado la peor parte.

Wade hizo una mueca. Consideraba que Gabe tenía encima suficientes cosas como para que también le llamaran culpable por lo que pasó con Mike. Aunque podía decirse que era su culpa, sin Henry allí, no hubiera actuado como lo hizo.

-Espero que no le repitas eso demasiado. Es lo que menos necesita -contestó, evitando mencionar que para él, las cosas eran al revés, Gabe perdió más con todo esto. Pero nadie que no supiera todo el fondo del problema podía adivinarlo.

-Sabes que es lo Gabriel no quiere contar, ¿verdad? -preguntó Julie, ahorrándose el decir que lo que necesitara Gabriel le traía sin cuidado. Wade se encogió de hombros.

-Contrario a la creencia popular -dijo, sonriendo-, no sé cada secreto de Gabe.

Julie no le creyó, pero no insistió más. Mientras antes terminaran la clase, antes volvería a su cuarto.

Dos horas después, Julie se marchó, sin molestarse en despedirse. Se la habían arreglado para no hablar de más, y concentrarse en las tareas, aunque un par de veces fue imposible para ambos lanzarle pullas veladas. Wade pensaba que estuvo bien, era la mayor cantidad de tiempo que habían pasado juntos sin tratar de matarse. De todas formas, no creía que empezarían a llevarse mejor, ni lo quería. No importa qué, ella siempre seguiría siendo la hija que su padre amaba y que destruyó su posibilidad de tener una familia normal, y aunque ello ya no le deprimía como antes, aún le enfadaba. Se quedó un rato más revisando sus notas y resolviendo unos ejercicios que tenía atrasados. Dejaba para el final el informe que debía presentar en literatura, de todas maneras era un libro que ya había leído. Miró la cama de Gabriel, suspirando. Al final, al ruptura con Mike trajo más consecuencias de las que creyó y no sólo para él. Sabía que Katherine seguía sin hablarle a Ericka, y ahora Julie no sólo estaba enfadada con él, lo que era común, sino también con Gabe.

-Genial -susurró, al silencio del cuarto.

---

-¡Apresúrate, Wade! -gritó Adriana. Estaba parada en la puerta del cuarto, con la espalda apoyada en ella, sonriendo. Wade salió poco después, bostezando. Él había insistido en agradecerle a su madre los dulces que le enviaba directamente, incluso aunque ella no pensaba ir a su casa esa semana. Sólo estaba allí porque él le había pedido despertarlo temprano-. No debiste levantarte a esta hora, te ves cansado.

-No es nada -contestó Wade-. Vamos a desayunar.

Adriana se encogió de hombros, siguiéndolo hasta el comedor. Wade se detuvo antes de entrar, al ver a Henry parado allí, conversando con un profesor. Cuando lo vio, Henry se despidió del profesor y se acercó a él, las manos dentro de abrigo gris que llevaba puesto y una sonrisa indulgente en sus labios.

-No sabía que venías hoy, tío -saludó, acercándose para darle un abrazo que Henry correspondió-. Gabriel no está aquí hoy.

-No he venido a ver a mi hijo -respondió, también sonriendo.

-¿Entonces a qué? -preguntó, tratando de no sonar brusco.

-Este en un negocio mío también, de vez en cuando debo venir a ver cómo van las cosas -miró a Adriana y estiró una mano en su dirección-. ¿Y tú eres...?

-Adriana Gómez -contestó ella. Henry apretó la mano de ella entre las suyas, moviendo la cabeza.

-Claro, te recuerdo -asintió-. Tu madre tiene una de las mejores sazones que he tenido el gusto de probar. Mándale saludos de mi parte.

-Lo haré -asintió Adriana. Ella no había hablado con él cuando conoció a su madre y siempre había creído que era alguien más intimidante, pero parecía todo lo contrario. Parecía el hombre amable y de buen humor que su madre siempre describía. Se relajó y señaló a Wade-. O puede hacerlo Wade, él va para allá ahora mismo.

-Somos buenos amigos -agregó Wade.

-Me temo que tendré que intervenir en ese plan -Henry se volvió a Wade, soltando la mano de Adriana-. Tu madre te está esperando.

-¿Tengo que ir? -preguntó, dejando de sonreír, aunque sabía que si Henry era quién se lo pedía, no tenía otra opción.

-Tu abuela ha venido también. Nos permite un momento a solas, ¿Adriana? -Adriana asintió, alejándose unos metros-. Tu madre está complacida contigo, Wade. Cuando no estás tratando de burlarte del resto o de avergonzar a tus padres, eres una grata compañía.

-¿Y es necesario que vaya hoy?

-La persona con la que se reúnen es muy tradicionalista, cree en la familia. No hay forma de mentirle con respecto a Edward, pero puedes ir y demostrar que apoyas a tu madre.

Wade movió la cabeza, asintiendo. Su padre era un gran amigo de Henry y su socio, pero aún así, Wade había notado que Henry prefería no contrariar demasiado a su madre. Supuso que era porque el apellido Lorenz le pertenecía y no le convenía enemistarse con toda su familia.

-Iré. Tendré que disculparme con la madre de Adriana primero.

-¿Sales con ella? -preguntó Henry, genuinamente interesado. Wade miró hacia la chica, encogiéndose de hombros.

-¿Tratas de hacer conmigo lo mismo que hiciste con Gabe? -preguntó, manteniendo un tono bromista-. No funcionaría.

Henry rió, apreciando la broma.

-No me atrevería -dijo, posando una mano en la mejilla de Wade-. Ve con tu madre y haz que se sienta orgullosa.

Wade decidió no contestar. Lo único que tenía que hacer era ir y fingir que amaba a su madre, y adular a unas cuántas personas. No le parecía algo digno de orgullo. Henry dejó de tocarlo, alejándose en dirección a Adriana y Wade lo siguió. Ella lo miró, expectante.

-Me vas a tener que disculpar con tu madre... -empezó a decir, pero ella sacudió la cabeza, interrumpiéndolo.

-A mi mamá no le importará, mucho más si vas a ver a tu madre -ella se puso de puntillas, para darle un beso en la mejilla. Wade sonrió, haciendo lo mismo, antes de marcharse. Esperaba que, al menos, su madre le comprara el desayuno.

-Y usted, señorita -dijo Henry, tendiendo el brazo hacia Adriana-, ¿me haría el favor de acompañarme?

-Por supuesto -contestó ella, colgándose de su brazo y tratando de imitar su tono pomposo, sin éxito. El padre de Gabriel era muy diferente a él, mucho más amable y accesible.

-¿Estás saliendo con Wade? -Adriana esbozó una sonrisa. La pregunta no le sorprendía, algunas de sus compañeras pensaban lo mismo de ellos, y ella nunca se molestaba en desmentir ni afirmar los rumores, apenas que le preguntaran directamente.

-Es sólo un buen amigo -contestó.

-¿Y conoce a tu madre? -Henry no parecía convencido.

Adriana se detuvo, soltando el brazo de Henry y llevando una mano a su barbilla.

-¿Puedo ser sincera? -preguntó. Henry asintió en respuesta-. Mi mamá estaba preocupada por mí, por estudiar aquí. Debe saber que las personas no son muy amables hacia nosotros, los que no son de su... “condición”... ella quería saber si tenía algún amigo. Cuando Wade me habló y empezamos a salir, le pedí que fuera conmigo, así ella dejaría de preocuparse.

-Es una lástima que tengas que vivir eso -Henry suspiró, su expresión repentinamente seria-. Pedirte disculpas en nombre de ellos no te ayudaría en nada, pero incluso así, discúlpalos. No conocen demasiado del mundo fuera de sus casas.

-No tiene porqué hacerlo -contestó ella, riendo un poco y haciendo un ademán con las manos, quitándole importancia a lo que había dicho-. No quiere decir que la pase mal en el colegio.

Adriana no tuvo que quedarse con Henry mucho tiempo, él fue requerido por el director pocos minutos después y ella pudo regresar al comedor, desayunando al fin. Empezaba a entender porqué a su madre le caía bien Henry Barnett y se preguntó que opinaría si conociera a su hijo, tan distinto a él.

---

Mike no sabía qué hacía allí, en el despacho del director, sentado frente al sofá en el que se encontraba Henry Barnett. Sólo pasaba por allí, cuando Henry notó su presencia y lo invitó a pasar y él se arrepentía de no haber pensado una excusa lo suficientemente rápido. 

-No necesitas lucir tan nervioso -Henry le sonrió, en un intento de tranquilizarlo.

-Lo siento -se disculpó Mike. No era fácil hablar con él, sabiendo que conocía de su pasada relación con Gabe.

-En realidad, quería disculparme -dijo Henry. Mike alzó la cabeza, sorprendido. No pudo replicar, Henry siguió hablando-. Me siento responsable por lo que pasó. No fue la mejor manera de abordar el tema con mi hijo. Me disculpo por eso.

Mike no supo qué responder. Una parte de él sabía que hubiera sido mejor si Gabriel y Henry hablaban de la opción sexual de Gabe a solas, pero también sentía que era como admitir que todo  habría estado bien si Gabe hubiera tenido la oportunidad de mentir sin que él se enterara. Sacudió la cabeza.

-No tiene porqué. Lo que pasó fue... -dejó de hablar, bajando la mirada a sus manos. Lo que pasó fue que Gabe no lo quería lo suficiente, pero no quería decirlo en voz alta-. No fue su culpa -dijo, en cambio.

Henry se levantó, acercándose a Mike y poniendo una mano en su hombro. Mike se obligó a levantar la mirada para verlo a la cara, algo incómodo por la cercanía.

-No quiero que pienses que mi hijo es una mala persona por lo que hizo o dijo. Él es un poco... -Henry titubeó, pareciendo buscar una palabra que expresara lo que quería decir- complicado. No te pido que hagas nada por él, claro. Sólo no lo odies.

-No lo odio -murmuró Mike. Henry sonrió, alejándose unos pasos y soltando su hombro. Era raro, pensó Mike. Gabriel culpaba al hombre de pie delante suyo de sus problemas, incluso de las cosas que dijo rechazándolo, pero ese mismo hombre estaba allí, tratando de justificar a su hijo.

-Me alegro de escucharlo. Como su padre, espero que algún día supere sus problemas de confianza.

-Creo que tengo que irme -Mike señaló la puerta, poniéndose de pie. Henry asintió, tendiendo la mano hacia él.

-Claro. Esta charla tiene que ser incómoda para ti. Te pido disculpas.

-Está bien -Mike estrechó su mano, tratando de poner una sonrisa en su rostro.

Salió de allí, y empezó a caminar rápidamente, tratando de poner la mayor distancia posible entre él y Henry. Lo único que quería era dejar de pensar en Gabe, ¿era mucho pedir que dejaran de recordárselo? No se detuvo hasta llegar al tercer piso, eligiendo una de las aulas más alejadas para ocultarse. Abrió la puerta de un empujón, y estaba a punto de cerrarla con la misma fuerza, cuando notó las orejas levantadas del perro, gruñendo en su dirección.

-Genial -susurró. Incluso Max se cruzaba en su camino. El perro pareció reconocerlo, porque lanzó un gruñido más amistoso y se acostó con la cabeza entre las patas, dispuesto a seguir durmiendo. Incluso eso le recordó a Gabe. Molesto siempre que lo despertaban, pero relajándose cuando notaba que era alguien en quien confiaba. Estaba a punto de salir, cuando notó que Alan estaba allí y le hacía señas para que se acercara. Mike lo hizo, después de todo, salir era volver a estar solo y pensar en Gabriel en consecuencia.

-¿Qué haces aquí? -preguntó, en un susurro, sentándose al lado de Alan en el piso, en el rincón en el que éste se encontraba.

-Trato de dibujarlo -dijo, señalando al perro-. Necesito aprender a dibujar movimientos o eso dijo mi profesora.

-Pensé que empezarían por la básico -comentó Mike. No sabía de dibujo, pero eso no sonaba a algo básico.

-La mayoría de los que están allí ya pasaron todo lo básico -respondió Alan divertido. Él había regresado a dibujar menos de un año atrás y a veces aún sentía el lápiz flojo en su mano. Dejó escapar un bufido de decepción cuando el perro se levantó, se sacudió y se encaminó a la puerta con su andar de largas zancadas y cabeza gacha. Empujó la puerta con el hocico y salió de allí, dejándolos a ambos en el sitio-. ¿De dónde venías? -preguntó Alan, cerrando el cuaderno, resignado a no dibujar nada por el momento.

-No creo que te guste saberlo -respondió Mike. Estiró las piernas en el piso, antes de admitir-. Vi a Henry Barnett.

Como esperaba, Alan hizo una mueca de fastidio. Mike recordó que él le dijo que sabía lo que ocultaba Gabriel, algo que al parecer inculpaba a Henry, pero Mike se negó a escuchar. Aún así, despertó su curiosidad y averiguó algo del caso en que el padre de Alan y Henry estuvieron involucrados.

-Ese tipo -murmuró Alan, negando con la cabeza-. Mejor cambiemos de tema, ¿qué hiciste el verano?

-Conseguí un trabajo de medio tiempo -contestó Mike, dejándose distraer.

-¿Trabajo? ¿Tú trabajas?

Mike rio ante el tono confundido de Alan. Los trabajos no eran tan extraños, pero ninguno de sus compañeros había tenido uno en su vida. Ni siquiera Julie.

-El primer año lo hice aquí, ¿sabes? Pero lo dejé porque era demasiado complicado, atender las clases y trabajar al mismo tiempo -Alan lo miró, incrédulo-. ¿Nunca has trabajado?

-¿Para alguien más? -preguntó a su vez-. ¿Por dinero? Nunca.

-¿Incluso ahora? -Mike ladeó la cabeza, inseguro de cómo preguntar-. Tu familia...

-Barnett. Él nos ayudó -murmuró Alan.

Mike ya sabía eso. Lo había leído mientras buscaba noticias del caso. Después del escándalo, las cuentas que el padre de Alan logró pasar a su esposa fueron cerradas. Su familia quebró, pero fue Barnett el que intervino y los apoyó, fungiendo de inversionista en uno de los pequeños negocios que desde el principio había estado a nombre de la madre de Alan y no se había visto alcanzado por el escándalo. Alan era consciente de todo eso y sabía que, desde fuera, se veía como si le debieran su pequeña estabilidad económica a Barnett, pero no le creía de todas formas, Henry Barnett tuvo la culpa de todo lo que pasó con su padre, nadie lo convencería de lo contrario. Sonrió, comprendiendo de repente porqué Gabriel había podido ser sincero con él. Nadie le creería, lo verían como el chico que seguía creyendo en su padre a pesar de las evidencias, y lo peor, como un desagradecido hacia la única persona que los ayudó.

-Creo que sería bueno no trabajar -comentó Mike, cambiando el tema al notar su incomodidad-. Sería bueno no preocuparse por nada, sólo tener que relajarse...

-¿Cómo es tu casa? -preguntó. Se sentía tan bien allí, sentado a su lado y relajados por primera vez desde que se le confesara, que decidió no hacer ningún comentario al respecto y sólo mantenerse hablando. Mike le sonrió, antes de contestar.

-Muy pequeña -dijo, soltando una risa-. Creo que cualquiera de ustedes pensaría que es claustrofóbica, mi cuarto es apenas una cuarta parte de este salón.

-¿Y tu mamá y tu...? - Alan se interrumpió, haciendo memoria-. Vivías con tu tía, ¿cierto?

Mike asintió, sonriendo.

-Mi madre es muy buena persona. Ella trabaja mucho, ¿sabes? Así que estuvo feliz cuando gané la beca, pero le preocupaba que cambiara al vivir aquí, en este lugar lujoso. También le preocupaba que no encajara o que me hicieran sentir mal. Creo que yo también estaba un poco preocupado por eso, no sabía qué encontraría aquí.

-No creo que nada te hiciera cambiar -murmuró Alan. Mike ladeó el rostro, para brindarle una sonrisa, recordando de repente que Alan gustaba de él. Trató de ignorar la intensidad con la que Alan lo miraba y siguió hablando.

-De todas formas, encontré a Julie el primer día. Fue lo mejor que me pudo pasar.

-Eso lo entiendo -comentó Alan, asintiendo con la cabeza-. Ella es... no es la cosa más dulce, en realidad, pero es un gran apoyo. A su manera.

Mike volvió a reír. Giró el rostro hacia Alan, encontrándose de nuevo con sus ojos fijos en él, aunque una leve sonrisa adornaba sus rasgos y los volvían menos bruscos. Por primera vez, deseó poder corresponderle y cuando Alan se acercó a su rostro, no lo detuvo. Cerró los ojos cuando los labios de Alan tocaron los suyos y se preguntó porqué se sentía como una traición cuando ya no tenía nada con Gabe. Alan se separó, suspirando.

-Bueno, no es lo que había imaginado para un primer beso -murmuró. Mike se restregó los ojos con el dorso de la mano, agradecido de ver que no estaba llorando. Sería lo peor.

-Lo siento -dijo. En realidad lo sentía, no quería herirlo-. Sólo no creo que pueda... no ahora.

Alan suspiró. Sus palabras le hacían sentir peor, pero en vez de alejarse decidió seguir allí, sólo hablando. Negó con la cabeza.

-No te preocupes. Me estabas contando de tu familia. ¿Nunca has querido ver a tu padre?

-No ahora -contestó, agarrándose al tema. Era mejor eso que hablar de sus sentimientos, o de los de Alan-. Cuando era niño, quería hacerlo. Pero no es una situación tan rara, varios de mis compañeros no tenían padre o sabían que tenían hijos con otra mujer. Además, mi madre nunca me dejó extrañarlo, ella era la mejor.

-¿Nunca? -repitió Alan.

-Bueno, a veces quiero saber por qué se fue -admitió Mike-, pero como dije... no es una situación extraña. Mi tía piensa que él sólo fue un imbécil.

Mike sonrió y Alan tuvo ganas de besarlo otra vez. Se imaginó cómo sería si Mike le correspondiera y pudieran terminar esa charla compartiendo besos en el piso.

-Es casi hora de almorzar, ¿quieres venir? -Mike asintió en respuesta y Alan le mandó un mensaje a Julie, para que se les uniera. No quería que las cosas se pusieran demasiado incómodas con Mike, ni quería volver a sentirse tentado a besarlo. 

---

-¿Todavía no me hablas? -Ericka se apoyó en la pared, con los brazos cruzados debajo de sus pechos. Llevaba una toalla en los hombros, y su respiración estaba un poco agitada, había estado corriendo la última hora y aún tenía puestos los shorts y la camiseta de gimnasia. Sentada delante del espejo, y pintando sus cejas, Katherine no se dignó en contestar-. Kathy, en serio, ¿piensas estar así todo el año?

-Estoy molesta contigo -contestó, sin girarse-. Y no sé cuándo dejaré de estarlo.

-¿Qué quieres que haga? -Ericka suspiró-. No puedo cambiar las cosas, si quieres que haga algo para que Mike vuelva con Gabe, no puedo.

-No quiero que hagas nada -Katherine dejó de maquillarse y se puso de pie-. Estoy molesta contigo porque no puedo entenderte. Ni a ti ni a Gabriel. Él estaba tan bien con Mike, pero luego todo se terminó y no parece que le importe. Luce tan bien que es ofensivo.

-Él no está bien -replicó Ericka-. Sólo no lo muestra.

-Y tú -siguió diciendo Katherine, como si Ericka no hubiera dicho nada-. Tu novio está estudiando lejos de aquí y no puede importarte menos. ¿Qué clase de personas son ustedes?

Los labios de Ericka se juntaron en una línea fina. Ella extrañaba a Bryan, en realidad. Extrañaba conversar con él en las noches y su forma de tratarla, y que siempre pareciera pendiente de ella. Tal vez sólo extrañaba la atención más que a él, pero no significaba que no se preocupara por él. Y aunque Katherine no lo sabía, solían hablar por mensajes.

-¿Y entonces que tenía que hacer? -preguntó, algo enfadada-. ¿Decirle que se quede aquí, limpiando piscinas, y que espere a que mi herencia esté en mis manos, para mantenernos a ambos? ¿Sólo para que esté a mi lado? ¿Detenerlo y evitar que vaya a la universidad, que haga lo que quiera hacer? ¿Eso es lo que significa el amor?

Katherine se sonrojó, avergonzada. No era eso lo que ella quería decir.

-No era eso a lo que me refería -murmuró, bajando la mirada. La verdad era, a ella nunca le había parecido que Ericka amara a Bryan. Le gustaba lo suficiente para estar con él, pero nada más. Si Ericka hubiera seguido lo que sentía en realidad, habría hecho algo para estar con Wade, pero ambos eligieron el camino fácil, como si desecharan a propósito la oportunidad de estar con alguien que significaba algo para ellos. No podía entenderlo.

-Te extraño, Katherine -Ericka descruzó los brazos, bajando la cabeza. No le gustaba lucir vulnerable, pero seguir siendo ignorada por su mejor amiga era peor-. Eres mi mejor amiga, no quiero perderte.

-Te extraño también -admitió Katherine-. Si quieres saber la verdad, a veces los envidio. Ustedes tienen personas que realmente los quieren.

-Yo te quiero -dijo. Katherine sonrió.

-No es lo que quise decir, pero gracias -se acercó a su amiga-. Mira, no voy a ignorarte, pero no puedes esperar a que esté de acuerdo con todo lo que Gabe o tú decidan. Y no intentes decirme que lo perdone -Ericka negó con la cabeza-. Y voy a seguir pasando tiempo con Julie y Betty. Son divertidas.

-Vamos, no soy un novio controlador.

-Y pienso burlarme por ese beso que Susan te dio -agregó, con un guiño.

Ericka elevó los ojos al techo.

-Por favor, no me recuerdes eso. Trato de sacarlo de mi mente.

-¿Por qué pasó todo? No podía creerlo cuando los vi besarse. Gabriel y Wade, ¿en qué pensaban?

-Harris retó a Wade a besar a un chico, y él eligió a Gabriel porque sabe que Harris lo odia. Como llegaron a eso, no lo sé.

Katherine negó, suspirando.

-Me adelantaré a comer. Toma un baño, te guardaré sitio -dijo, antes de salir del aula. Ella había creído que después de ese beso, ambos tendrían algún problema, pero fuera de algunas risas disimuladas y unos silbidos en clase cada vez que Wade se colgaba de los hombros de Gabriel, nada había pasado. De todas formas, desde su punto de vista, se vio como un intento de causarle celos a Mike, lo cual era bastante infantil.

---

Wade observó la mesa en medio del jardín, suspirando. Su madre estaba allí, vistiendo una blusa ancha con estampado de flores, y un collar de cuentas. Llevaba el cabello atado, algo raro en ella y su abuela se sentaba a su lado, el cabello gris atado en un moño, la blusa de un azul pálido. Se acercó, poniendo una sonrisa en su rostro.

-Buenos días, señoras -saludo. Su madre se puso de pie, rodeando la mesa para darle un abrazo y un beso en la mejilla.

-Lo siento por avisarte tan tarde -dijo-. ¿Has desayunado?

Wade miró la mesa. Ya estaba vacía, descontando las frutas en el centro, lo que le indicó que había llegado demasiado tarde.

-Lo hice -mintió. Miró nuevamente alrededor de la mesa, encontrándose con una chica de corto cabello rojo que le sonreía. Hizo memoria, hasta que el nombre llegó a su mente. Era Sophie Martel, la chica que él y Gabriel conocieron meses atrás. Su madre le indicó un asiento que lo dejaba en frente de la muchacha antes de volver a su asiento y Wade se permitió observar a la mujer a la cabecera de la mesa. Ella era quién había organizado el desayuno y él se sentía un poco extraño,  rodeado de mujeres. Había averiguado algo de ella mientras venía, era la dueña de una de las más grandes compañías importadoras de vegetales, algo que no tenía mucho que ver con su madre. Cogió una manzana, examinándola.

-¿Me equivoco si afirmo que es una de las suyas? -preguntó a la mujer. Era alta, con el cabello negro atado en una cola y marcas de arrugas visibles en sus ojos. Estaba más cerca a la edad de su abuela que la de su madre.

-Nunca ofrezco a mis invitados nada más que lo que produzco y superviso -contestó ella, con una sonrisa confiada. Alzó un vaso de jugo, a manera de saludo-. Loretta Roggero.

-Wade Lorenz -contestó él. Loretta miró a Joanna y a su abuela, antes de seguir hablando.

-Considero que sería una buena opción, la sociedad contigo me beneficiaría. Pero si tengo que ser sincera, siempre hemos sido conocidos por representar los valores familiares, y aplicamos esta política rigurosamente. Esa es la razón por la que mi sobrina no tenga ninguna relación con nuestro apellido y se haya decidido por usar el apellido de su abuelo.

Sophie levantó su vaso y Wade la observó, esbozando una sonrisa. Nunca se había preocupado por averiguar nada de ella, más que sus fotos.

-Tu familia -siguió diciendo Loretta- no es lo que llamo un modelo de conducta. La existencia de una hija es bastante conocida, y tu matrimonio no es el mejor llevado, no es algo que sea un secreto.

Wade notó la sonrisa de su madre volverse más fría. Había conocido esa sonrisa por años, tan dulce y comprensiva en apariencia, tan resignada, pero que sabía que era todo lo contrario. Loretta, con sus palabras, la estaba enfadando, él lo sabía, pero ella nunca dejaría que lo notara. 

-Lo sé -dijo, sin dejar de sonreír-. Mi familia no es la mejor. Mi esposo y yo, ambos, hemos tomado decisiones equivocadas. Pero tienes que preguntarte si puedes seguir manteniendo el mercado que tienes sin cambiar de conceptos -alzó un dedo cuando Loretta quiso intervenir, pidiendo un poco más de tiempo-. Escúchame, por favor. Sé que lo has hecho bien hasta ahora, no lo discuto, pero tal vez deberías pensar en ampliar. Vivimos en un país en el que la familia tradicional no es más el único modelo conocido. En unos años, nuestro país estará listo para declarar el matrimonio homosexual en todos los estados. Tenemos una gran comunidad latina de madres solteras. Y tenemos jóvenes que no están interesados en una familia.

-¿Planeas cambiar mi marca, Joanna? -interrumpió Loretta-. Nos hemos hecho un nombre gracias a mantenernos firmes. Nuestros productos son de primera calidad, y quiero mantenerlas así. Si crees que aceptaré tus ideas para rebajar mi marca a un simple KFC, estás equivocada. Cualquier cosa que lleve la marca Roggero en ella será sólo lo mejor.

-Por eso te estamos proponiendo ampliarnos un poco, tía -intervino Sophie. Wade se sintió perdido, no sabía nada de lo que hablaban. Se preguntó si sería conveniente preguntar qué estaba pasando-. Tú estás en la alimentación, pero queremos tener algo más. Una línea saludable basada en productos Roggero, accesibles en costos a la mayoría de personas. No tenemos que trasladar el concepto tradicionalista a esta línea.

Wade notó que Sophie había cometido un error, pero no lo comentó. “Tradicional”, en la voz de Loretta sonaba a honesto, pero Sophie hablaba de ello como un retroceso. Si quería convencerla hablando así, no lo lograría.

-¿Puedo intervenir? -preguntó. Loretta asintió-. Me siento un poco perdido, pero creo que entiendo que para usted es más importante mantener las ideas que fundaron Roggero Inc. antes que los beneficios. Creo que es asombroso. Creo que hay pocos personas que dejan que sus ideales rigan cada parte de su vida. Desde ese punto de vista, los Lorenz no son buenos para usted. No puedo decir que tengo un padre -esbozó una sonrisa resignada antes de seguir-. Pero tengo una familia. Tengo a mi madre. Si la idea es para jóvenes, no creo que funcione. Pero si ampliamos un poco el espectro y miramos a las jóvenes adultas con un trabajo y un hijo a cargo, podría funcionar. Y si quiere seguir manteniendo su identidad, esto se lo permite. Pienso que la familia es la que se mantiene contigo y te apoya. Si ese es su concepto, encajamos.

Loretta lo observó, sonriendo.

-Joanna, hablemos en privado.

Cuando se alejaron, Sohpie se acercó a él para envolverlo en un abrazo. Su abuela se había ido con ellas también y Sophie suspiró, negando con la cabeza.

-Es mi tía -explicó-. No le importa si nos cerramos en una sola cosa, sólo quiere que las cosas sigan como ella cree que son. Está perdiendo muchas oportunidades.

-A mí lo que me gustaría saber es porqué me estás hablando con tanta familiaridad -inquirió él. Sophie ladeó el rostro, y Wade se distrajo observando las pecas que salpicaban su rostro pálido.

-Por Gabriel -dijo, su voz algo ronca a causa de su acento-. Lo veo a veces, cuando tenemos tiempo. Me habló de ti. Esta fue su idea, le comenté que quería empezar algo más que mi carrera de modelo. Además, pienso que mi tía nos llevará al fracaso con sus ideas. Gabe me presentó a tu madre y venimos trabajando en un proyecto. Pero mi tía se niega a negociar con ella gracias a sus problemas familiares.

Wade enarcó las cejas. Gabe no le había comentado nada, y eso le hizo enfadar un poco. Habían quedado en dejar los secretos de lado, pero allí estaba otra vez.

-Le pedí a Gabe que no comentara nada con nadie hasta tener un resultado. No sé nada acerca de negocios. Tu madre es la que está haciendo esto. No sé porqué su obsesión con las tradiciones.

Wade sonrió. No entendía mucho qué pasaba, y no le importaba, tampoco. Pero, al parecer, su madre quería que esto saliera bien.

-He leído algo sobre tu tía. Todo lo que hace lleva “exclusivo” tatuado. No sé cómo vas a convencerla de vender para la plebe.

No pudieron seguir hablando, su madre se acercaba a ellos y Wade se levantó, acercándose a ella.

-¿Cómo fue?

-Hablemos fuera, hijo -dijo ella-. Tu abuela se quedará un poco más.

Joanna se despidió de Sophie y Wade la tomó del brazo, para mantener las apariencias mientras se dirigían a la salida.

-Espero que comamos algo primero. He viajado tres horas en avión y luego más de dos en taxi para llegar aquí. Y no he desayunado -se quejó. Su madre esbozó una sonrisa, negando con la cabeza. El chofer se acercó y les abrió la puerta, y Wade dejó que ella entrara primero, antes de seguirla.

-Compra algo para mi hijo antes de irnos -le dijo al chofer, bajando la luna que les separaba, volviéndose a Wade- ¿Es necesario que sea algo especial?

-Dame un pizza, madre. Lo que sea.

-Una pizza -le dijo al chofer. No pasó mucho cuando regresó con la pizza personal, de distintos tipos de queso y piña, como le gustaban a Wade y el auto empezara a moverse. Joanna observó a su hijo comer, sin guardar ningún tipo de modales ahora que estaban en privado. No pudo evitar negar con la cabeza, en desaprobación-. ¿Terminaste?

-¿Por qué no me estás acompañando al aeropuerto? Puedo ir solo.

Joanna le tendió una archivador, sin comentar nada.

-Eso es tuyo. No sé si te interesa, o qué te interesa, pero asumo que si tiene que ver algo con chicas estará bien.

-¿Qué es esto? -preguntó. Su madre le miró, luciendo exasperada y Wade le dio un vistazo a la carpeta.

-Es el proyecto del que hablábamos hoy. No va a estar listo de la noche a la mañana, necesitamos un estudio de mercado y que Roggaro nos confirme su asistencia, pero ella no es primordial, es sólo un favor a Sophie. Tiene una imagen ganada como modelo y la primera versión del proyecto era para chicas, no jóvenes trabajadoras como planteaste.

-Espera, espera... ¿de qué demonios estás hablando? Dije lo que dije porque parecía conveniente, ni siquiera sé de qué iba todo eso.

-Y lo hiciste bien, a pesar de no saberlo. Al menos, me diste una idea -señaló Joanna. Ladeó la cabeza, esbozando una sonrisa pretenciosa-. Por otro lado, la única forma de aprender las cosas es haciéndola. A tu edad, tus abuelos ya me habían dado un capital y me habían presentado proyectos de inversión. A partir de la próxima semana, serás tú el que se reúna con el equipo de planeación.

Wade miró a la carpeta y luego a su madre, sin saber qué decir.

-Mira, Wade -agregó ella, con un tono cansado-, sé que aceptaste tu posición sólo por Gabriel, por acompañarlo a él. Pero esto es lo que significa llevar el apellido Lorenz, y si tú vas a heredarlo, no espero de ti que sólo seas otro socialité, sólo dedicándote a atender una fiesta tras otra. Si quieres arrepentirte, este es el momento.

Wade desvió la mirada. Le había dicho a Gabe que lo seguiría a dónde sea y que siempre estaría a su lado. Pero significaba más que sólo mantenerse como su mejor amigo, significaba esto. A él no podían importarle menos los negocios de su familia.

-Léelo -escuchó decir a su madre-. No te preocupes por las partes que no entiendas, he encargado a todo el equipo enseñarte lo que necesites. Pero necesito que participes activamente y que tomes decisiones.

Wade no contestó. Su madre tampoco insistió en hablar y él apoyó la cabeza en la ventanilla. No podía ver fuera del auto, tenía luces polarizadas y eso le hizo sentir aún más encerrado. Se preguntó en qué se estaban metiendo, Gabriel y él, y a qué estaba dispuesto a renunciar por seguir los deseos de su amigo. Por primera vez deseó que Gabe cambie de idea y escuche a Liam, no por Gabriel sino por él, porque no sabía si podría soportar esa vida.

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Gabriel empujó la puerta con el hombro y se apoyó en ella mientras bostezaba. Se quitó la chaqueta sin moverse del sitio, demasiado cansado para hacer nada más, cerrando los ojos en el proceso. Podría dormirse allí, de pie contra la puerta.

-¿Estás bien? -Wade preguntó. Gabriel asintió, sin moverse.

-Sólo un poco cansado.

-¿En serio? -Gabriel alzó la cabeza, alerta. Conocía a su amigo y su voz estaba lejos del tono preocupado que debería estar usando. Podía sentir la furia latente en su tono.

-¿Qué te pasa? -preguntó, sin saber si acercarse o no.

-Esto -dijo Wade, levantándose y apoyando contra el pecho de Gabe una carpeta, con más fuerza de la necesaria. Gabriel miró la carpeta, tomándola antes que cayera al piso. La abrió y leyó la primera hoja, reconociendo el proyecto en el que Sophie se había involucrado-. ¿Por qué tienes esto?

-¿Por qué crees? -Wade se pasó una mano por el cabello, negando con la cabeza-. Te lo dije, Gabriel, no más secretos. He estado atrapado en una charla rara de negocios, y ahora mi madre me dice que esto estará sobre mí. Y no tenía idea de lo que pasaba, porque mi jodido mejor amigo no se dignó a decirme nada, incluso cuando fue su idea -se volvió hacia Gabriel, empujándolo hacia la pared. Él trató de no sentirse amenazado por el brazo apoyado en su pecho, ni por el ceño fruncido en el rostro de Wade.

-Fue mi idea, pero era para Sophie -se excusó-. No creí que esto te involucraría de alguna forma.

-Le presentaste a mi madre -acusó Wade.

-Si hubiera sabido que te afectaría de alguna manera, te lo habría dicho, sabes eso -replicó Gabriel. Cogió la muñeca de Wade, tirando de su brazo para alejarlo de él-. Y si lo tienes por lo que creo, estamos iguales.

Wade no contestó, se limitó a dirigirle una mirada interrogativa, aún enfadado.

-Mi padre me encargó algo parecido. Dijo que sería la primera cosa que me perteneciera. Creo que lo tienes fácil, tengo que elegir entre tres proyectos diferentes para el final de este año.

-¿Fácil? -repitió Wade-. Nunca he querido tener nada que ver con negocios.

La sonrisa que Gabriel empezaba a esbozar se congeló en sus labios. Él lo sabía y también sabía que Wade había elegido complacer a su madre por él. La cólera en la voz de su amigo causó que una ola de culpa recorriera su cuerpo. Se lamió los labios, sin saber qué decir. No podía decir que lo sentía, sonaría hipócrita; ni que podía dejarlo si quería, porque no quería a Wade lejos. Ya se había alejado de suficientes personas, no estaba dispuesto a que se llevaran lejos a Wade también.

-Deja de poner esa cara -murmuró Wade. Quería reclamarle, pero Gabriel lucía suficientemente culpable y herido, y él sabía que no podía hacerle cargar con más culpa-. Lo odio, pero fue mi decisión, ¿bien? No te culpes.

-No lo digas para hacerme sentir mejor -contestó Gabe, haciendo un esfuerzo para seguir hablando-. Tú deberías poder hacer lo que quieras, este es mi asunto no tuyo.

-Ahora dilo sin llorar -se burló Wade. La mirada que Gabe le estaba dirigiendo decía todo lo contrario a sus palabras. 

-No estoy llorando -Gabriel frunció el ceño. Cogió a su amigo por la muñeca, evitando que se alejara, cambiando las posiciones al empujarlo contra la pared-. Sé que es porque yo he decidido seguir a mi padre que tú los has hecho también. Lo sé, sé que es mi culpa. Y sobre los secretos, no creo que me hubieras prestado atención si te hablaba de Sophie, sólo te interesarías por sus fotos en bikini.

-Vale -aceptó Wade, asintiendo-. Es tu culpa, pero cuando algo involucre a mi madre, me lo dices. 

Gabriel asintió, aún sosteniéndolo contra la pared. Para no ver a los ojos de Wade, no quería ver lo que fuera que estuviera reflejado en ellos, bajó su mirada a sus labios. Le golpeó el recuerdo de las dedos de Wade en su cabello, tirando de su cabeza hacia atrás mientras él lo besaba, y se apartó, descolocado. 

-¿Dónde vas? -preguntó, al ver a Wade abrir la puerta.

-Fuera, por esta noche -contestó.

Gabriel escuchó el golpe de a puerta al cerrarse y se dejó caer en la cama. Se preguntó cuánto más sus decisiones afectarían sus relaciones. Había perdido a Mike por eso, no quería que Wade se alejara también. Pero, a diferencia de Mike, Wade decidió permanecer a su lado sabiendo las consecuencias. No lo dejaría. Al menos, podía estar seguro de eso.

 

 

 

Notas finales:

Más notas.

Pasé un largo rato tratando de decidir si incluir las dos últimas partes, porque primero iban a pasar en background. Al final decidí meterlas, espero que no las encuentren aburridas.

Henry está aquí de nuevo y dará vueltas de vez en cuando. Adoro a Henry, es un desgraciado, pero lo quiero <3

Sé que les puede parecer que lo de Alan y Mike es lento como la vida, pero no me parece correcto hacer que se quieran de la nada, es como... no sé... necesito establecer bases primero.

¿Vieron Civil War? He tenido un montón de discusiones con medio mundo por esa peli. Me estresa, y a veces me divierte, pero me he dado cuenta que la gente es muy obtusa y que no puede entender conceptos que les repiten desde meses atrás!! What's wrong with you, people!!!??? (lo siento, vaya cambio de tema Xd). No sé si les gusta Marvel, yo sigo ambos, cómics y películas... ok, dejemos eso.

Nos vemos la próxima semana, con suerte. Espero tener más cápitulos listos pronto, no sé porqué se me hacen tan difíciles a veces ><

Ahora sí, adiós. (Y la próxima semana sí hay cap)


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