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West Lake por Hisue

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Notas del capitulo:

Hola! No hay mucho que decir, estoy desempleada, lo odio. No sé ustedes, pero yo soy pobre y no me conviene pasar sin dinero mucho tiempo xDDD

Sobre el capítulo... a mí me ha gustado escribirlo (en mi experiencia, cuando algo me gusta, al resto de la gente no, lo que seguro es una muestra de lo torcido de mis gustos jajajaja). No se engañen, el estar desempleada no me ayuda a escribir, tengo tiempo libre, sí, pero me preocupo demasiado y me estreso y eso no es bueno. Asdf.

Anyway, espero que la pasen bien. Ya es tiempo de ver cómo van las cosas entre Mike y Alan, y a eso vamos.

Nos vemos! 

Capítulo 81

 

-Mi mamá viene para acá -dijo Alan, entrando al aula. Había salido un momento para ir al baño y se sentó en su silla, frunciendo el ceño. Mike se las había arreglado para que no leyera noticias el sábado, pero fue imposible ocultarlo cuando Susan le había preguntado, con su falsa amabilidad, si estaba listo para que él y Gabriel sean hermanos en el desayuno del domingo.

-¿La llamaste? -preguntó Mike.

-No le pedí que viniera, ella ya estaba de camino. Le parece que hemos perdido mucho tiempo y quiere verme -masculló Alan. Aunque se alegraba que su madre volviera a hablar y sonreír, llegar al punto de salir con otra persona, más aún con Barnett, era algo que no toleraba. Desvió la mirada para ver a Gabriel, pero éste estaba copiando algo en su cuaderno con los audífonos puestos y no parecía interesado en nadie más.

-¿Y qué vas a hacer? -Mike apoyó una mano en su brazo, en una muestra de apoyo y Alan desvió la mirada, observando los dedos de Mike sobre su piel. Mike creía que Barnett era una buena persona, tal vez estaba de acuerdo con todo este asunto.

-¿Qué piensas tú? -preguntó.

-No creo que mi opinión sirva de nada -contestó Mike, esbozando una sonrisa nerviosa. Entendía a Alan, pero tampoco creía que debía meterse en la vida de su madre. Él hubiera sido feliz si su propia madre hubiera conseguido un novio, alguien que la ayude a no estar sola.

-Vamos, Mike. Quiero saber qué crees. ¿Piensas que estoy sobreactuando?

-Pienso que es comprensible -contestó, apretando el agarre al brazo de Alan-. Es normal que te sientas traicionando, sé que piensas que el señor Barnett...

-El imbécil que destruyó mi familia -murmuró Alan, en voz baja. Mike quiso acariciarle el rostro, pero no se atrevía a hacerlo en público y el profesor entró en ese momento, haciendo que volviera a su posición y prestara atención a la pizarra.

A la hora del almuerzo, Alan pasó de largo, ignorando la mesa en la que Julie y Mike ya estaban sentados y Mike observó, alarmado, que se acercaba a Gabriel.

-Quiero hablar contigo, Barnett -dijo, parándose delante de la mesa que Gabe ocupaba. Éste alzó la vista, quitándose los audífonos, dirigiéndole una mirada indiferente.

-¿Qué es lo que quieres? -preguntó Wade, girando en su silla para ver a Alan. Éste apenas lo miró.

-Si pudieras decirle a tu empleado que deje de contestar por ti, sería genial.

-Eso fue rudo -comentó Wade, divertido-. Y cuéntame, ¿cómo van las cosas con Mike? ¿Todavía dice el nombre de Gabe en la cama?

Ambos, Gabriel y Alan le dirigieron miradas de enfado y Gabriel bufó, negando con la cabeza.

-Gracias por la imagen mental -dijo, entre dientes, antes de dirigirse a Alan-. ¿Qué quieres?

-Hablemos fuera de aquí -dijo, al ver que más personas se acercaban a la mesa. Gabriel cogió su bandeja, asumiendo de qué quería hablar Alan y se dirigió a la mesa en la que Mike y Julie se sentaban.

-No pienso salir del comedor, Garton, estoy hambriento. Habla.

Julie y Mike se miraron, inconformes. Esta no era la forma en que querían pasar el almuerzo.

-Sabes de qué hablo. Tu padre y mi madre, ¿no vas a hacer nada?

Gabriel consideró la respuesta un momento. Claro, detestaría la idea de tener como madrastra a otra mujer, mucho más si era la madre de Garton. Pero lo que fuera a hacer o no, era sólo su problema.

-No me digas que puedes permanecer en calma mientras reemplazan a tu madre -insistió Alan.

-Nadie está reemplazando a mi madre -contestó Gabe-. Lo único que sé es que un paparazzi captó a nuestros padres juntos y sacó conclusiones. Mientras no existan más que chismes, no tengo porque enfadarme con nadie.

Mike le miró un momento, extrañado. Su discurso se parecía más a uno que Ericka diría, actuaba demasiado tranquilo y Gabriel solía enfadarse de más cuando las cosas tenían que ver con su padre.

-No puedo creerte -murmuró Alan, negando con la cabeza. Quería hablar a solas con él, Gabriel tenía muchas más razones que él para no querer que su padre sea pareja de nadie, debía ayudarle a hacer algo. Pero no parecía siquiera interesado.

Gabriel siguió comiendo, sin prestarle atención a nada. Al menos, esperaba estar fingiendo bien. Quería hablar, recriminarle a Mike su relación con Alan, golpear a alguien... pero se mantuvo comiendo y cuando terminó, se levantó y se fue sin esperar a nadie más.

Poco después, Alan y Mike hicieron lo mismo. Caminaron en silencio por los pasillos, Alan sintiéndose extrañamente culpable.

-No quería... -empezó a decir, pero vio a su madre de pie en el pasillo y se interrumpió. Melinda se acercó y le dio un abrazo antes que él pudiera decir nada.

-¿Cómo has estado? -preguntó ella, apartándose para ver el rostro de su hijo-. Pienso que debería visitarte más seguido, hemos perdido mucho tiempo, Alan. ¿Por qué estás enfadado? ¿No estás feliz de verme?

-Lo estoy -afirmó él. No le gustaba la idea de discutir con su madre apenas verla, pero la idea que ella se acerque a Barnett era incluso peor-. Mamá, ya te lo pregunté antes, pero necesito que me digas la verdad.

-Leíste los periódicos -dijo Melinda, apartándose unos pasos de su hijo. A un lado, Mike se preguntó si debía irse. No creía que ellos quisieran tener esta charla acompañados. Melinda reparó en su presencia y le brindó una sonrisa-. ¿Y tú eres?

-Oh, lo siento -se disculpó Alan-. Éste es Mike, es mi...

-Compañero de cuarto -interrumpió Mike. No quería que Alan dijera nada de su relación todavía.

-Es un buen amigo y es quien me ayuda con las tareas -agregó Alan.

-Te agradezco. Alan es listo, pero no le gusta esforzarse -dijo, sonriendo y tomando las manos de Mike, que asintió, totalmente de acuerdo. Se alejó sólo un poco, lo suficiente para ver y escuchar sin parecer un intruso y Melinda volvió su atención hacia su hijo, que la miraba, expectante.

-No entiendo por qué crees en esas revistas, Alan.

-¡Dicen que son clientes comunes! ¿Cuánto tiempo llevas teniendo citas con él? ¡Todo lo que le pasó a mi papá fue su culpa!

-¡No digas eso! -regañó Melinda-. Henry nos ha ayudado. Gracias a él, puedes seguir viniendo aquí, y gracias a él ahora podemos tener un futuro. ¿Sabes cuántas personas confiaban en mí después de lo que pasó, Alan? Perdí a mis socios, pero Henry estuvo allí. Es una buena persona.

Alan negó con la cabeza, apretando los dientes. Quiso seguir hablando, pero escuchó pasos detrás de él, acercándose por el pasillo. El ladrido de un perro le hizo saber que era Gabriel y giró el rostro, esperando que esta vez actuara de forma más coherente y le dijera algo a su madre.

-Buenos días -saludó Gabriel. El perro se detuvo a su lado, sentándose sobre sus patas traseras. De alguna forma, Gabriel al fin había logrado acostumbrarlo al resto de personas, al menos para evitar que gruñera. Alan esperó, con las manos metidas en los bolsillos-. Espero no interrumpir, creo que no la veo hace mucho, señora Garton.

Extendió la mano y Melinda la tomó, sonriendo.

-Gabriel. Tu padre habla mucho de ti.

-Supongo que soy la única familia que le queda de la que hablar -Alan rodó los ojos. Barnett hablaba con ese falso tono amable que él personalmente, detestaba-. Leí en los periódicos que usted sale con mi papá.

Melinda hizo el amago de hablar, pero Gabriel continuó antes que ella pudiera decir nada.

-¿Sabe? Mi papá ha pasado todos estos años solo, desde que mi mamá... incluso lleva el anillo puesto. No creo que eso sea muy saludable para él, y me parece que usted es una buena persona. No voy a decir que no sería terrible ver a alguien ocupando el puesto de mi madre, pero sé que ella nunca hubiera querido que mi padre siga solo. No se preocupe por mí, si eso es lo que está pensando.

Melinda miró a Gabriel un largo momento, antes de abrazarlo. Éste se paralizó un momento, tomado por sorpresa.

-Conocí a tu madre, era una excelente persona. Y crío a un hijo muy bueno -aún con una mano en el hombro de Gabriel, Melinda se giró hacia su hijo-. Tengo que aclarar esto, no tengo nada con Henry. Te lo he dicho antes, le debemos mucho y somos amigos. Pero no creo que él haya olvidado a tu madre todavía, Gabriel.

Gabriel sonrió. Le dio un beso en la mejilla a Melinda antes de irse, seguido por Max y vio a Mike parado cerca, mirándolo con una extraña expresión en sus ojos. Supuso que era lógico, Mike sabía que detestaba a su padre y que bajo ningún concepto diría algo como lo que acababa de decirle a Melinda. Bueno, no tenía que explicarse ante él ahora. Acarició la cabeza de Max, volviendo la mirada lejos de Mike.

---

-Ese bastardo doble cara -espetó Alan, entrando al cuarto y dejando caer la puerta de golpe. Mike había llegado hace un tiempo, decidiendo que lo mejor era dejarlo solo con su madre y Julie también estaba allí, los cuadernos esparcidos sobre la cama de Mike.

-¿Qué pasó? -preguntó Julie, mirando por encima de un libro-. ¿Quién es el bastardo?

-Barnett -Alan dejó escapar el apellido entre dientes, como si le molestara el sólo pronunciarlo. Justo ahora, lo hacía. Su madre se atrevió a decirle que debía ser un poco más como Barnett, más comprensivo y amable. Como si ese imbécil tuviera un grano de amabilidad en el cuerpo-. Ese imbécil... -murmuró, mirando la puerta y dirigiéndose hacia ella.

-¿Dónde vas? -preguntó Mike, alarmado. Llevaba meses sin ver a Alan así de enfadado.

-A hablar con ese imbécil -contestó Alan, saliendo del cuarto. Mike se levantó, siguiéndolo. Si Alan se metía en una pelea no la pasaría bien y Gabriel sería expulsado.

-¿Te acompaño? -se ofreció Julie, alcanzándolo. Mike asintió, sin molestarse en cerrar la puerta con llave al salir.

Alan entró al cuarto de Gabriel, abriendo la puerta sin llamar antes. Barnett estaba, por una vez, solo allí sin más compañía que su perro jugando con un hueso de plástico en un rincón.

-¿Qué haces aquí? -preguntó, sin levantarse de la cama o mostrar un indicio de nada que no fuera calma. A Alan le exasperaba esa parte de él más que nada.

-¿Qué demonios fue eso? -preguntó, avanzando hacia él-. ¿Acaso quieres que nuestros padres se acerquen? ¡Demonios, Barnett, necesitas detenerlos antes que pase algo!

-Deja de gritar, intento leer aquí -contestó Gabriel. No le importaba darle explicaciones a Garton y se estaba conteniendo para no gritarle también-. Sólo hago lo que debo hacer, deberías entenderlo, te lo explique.

-Me dijiste que odiabas a tu padre, joder, Barnett, me dijiste que sabías que tu madre estaba viva...

Gabriel cerró el libro, poniéndose de pie.

-Lo repito, hago lo que tengo que hacer. Y si tu madre quiere meterse en la cama de mi padre, bien.

-Es tu madre de quien estamos hablando -dijo Alan, incrédulo-. Pensé que era lo que más te importaba en el mundo, ¿y vas a dejar que actúen como si ella no existiera más? ¿Qué jodidos te pasa?

-No es de tu incumbencia. Y no sé qué te extraña, gracias a que actúo de esta forma es que ahora puedes tener a Mike, ¿o no?

-No metas a Mike en esto -espetó Alan, tomando a Gabe por el cuello de la camiseta-. Ni siquiera puedo saber si estás mintiendo o no, ¿te importa alguien en realidad?

Frunciendo el ceño, Gabriel tomó la muñeca de Alan, apretando lo más fuerte que pudo. No tenía ganas de discutir, no ahora. Sólo quería relajarse, pero al parecer eso era mucho pedir. La puerta abriéndose le detuvo de golpearlo, como pretendía y antes de poder darse cuenta, Mike estaba en el cuarto, poniendo una mano en el pecho de Alan y otra en uno de sus brazos, empujándolos a ambos, aunque con su fuerza era imposible que los separara.

-¡Basta! -exclamó, volviendo su mirada hacia Alan-. Basta, déjalo. No ganas nada haciendo esto y además, no tiene la culpa.

-¿Vienes a ponerte de su lado? -preguntó éste, pero soltó a Gabriel de todas formas.

-¿Qué? ¡No! Por Dios, Alan, eso no tiene nada que ver. Sólo no quiero que te metas en problemas.

Gabriel bufó, alejándose un paso.

-¡Basta tú también!

-¿Yo? -preguntó Gabriel, soltando una risita-. Dile a este que no se meta en mi cuarto, entonces. Ni siquiera estoy tratando de interrumpirlos, ¿o sí, Mike? Y todo porque sé que lo prefieres de esa manera, así que lo hice. Y ahora te pido, mantenlo a él alejado de mí.

Mike abrió la boca, sin decir nada. Los ojos de Gabriel estaban fijos en los suyos y había más emoción en su mirada de la que lucía en clases. Con un esfuerzo, volvió su atención hacia Alan, casi sorprendido de descubrir que fuera de lo incómodo que era mirar el dolor en los ojos de Gabe, ese verde que antes lo habría dejado paralizado en el sitio, no tenía el mismo afecto. Se sintió culpable, como si estuviera mal perder esos sentimientos, dejarlos de lado.

-Vámonos, por favor -pidió. Desde la puerta, Julie carraspeó.

-Deja el drama, Alan. Te enojes o no, lo que tu mamá decida es su problema. Y todos sabemos que Henry no es alguien que cambie de opinión por nadie.

-Está bien -aceptó Alan, apartando la mano de Mike de su pecho-. Pero sabes que tengo razón, Barnett.

Gabriel no contestó. En cambio, Max gruñó desde el rincón, acostado en el piso. Enseño los dientes en dirección a Alan, lo que hizo a Gabe sonreír. Al menos, Max no se enojaba por nada y siempre estaba de su lado.

-Cálmate, chico -le dijo, sonando más calmado y volviendo a su posición en la cama-. Ya se van.

El perro se levantó y brincó su cama cuando Alan y Mike caminaron hacia la puerta, acostándose sobre las piernas de Gabriel, que le acarició la cabeza, sonriendo. Y la gente decía que Max no era cariñoso.

-Lo siento -dijo Mike, desde la puerta.

-¿Por qué? -preguntó Gabriel, sin levantar la mirada. Si lo hacía y veía el rostro de Mike, no se contendría de preguntar lo que pasaba por su cabeza. Quería saber si lo extrañaba, si ya no lo quería, si Alan era mejor que él, de alguna forma.

-Por todo -dijo Mike, antes de cerrar la puerta. Gabe se dejó caer en la cama y antes de pensarlo demasiado, se levantó, incapaz de soportar estar a solas con sus pensamientos. Tener cerca a Wade tampoco era una buena idea y salió del cuarto, dejando a Max durmiendo en su cama.

Ni siquiera quiso preguntarse qué le había llevado al cuarto de Harris, tocó y entró al ver que la puerta estaba abierta sin esperar a que lo inviten.

-¿Barnett? -dijo Clay, quitándose las gafas. Gabriel enarcó una ceja, no sabía que usara gafas-. ¿Qué haces aquí? Pensé que este era un espacio que evitabas.

-Usas gafas -dijo Gabe, para no contestar su pregunta.

-Sí, esa es una afirmación redundante. ¿Qué haces aquí? No escuché la primera vez que lo dijiste.

Negando con la cabeza, Gabe se acercó. Si se callara un poco, tal vez hasta fuera sencillo tratar con él.

-Sólo vine a jugar, si no estás ocupado -dijo, encendiendo la pantalla del televisor-. ¿Usas lentes de contacto?

-No, sólo son gafas de descanso. Las uso cuando leo o miro la pantalla demasiado -explicó Harris, uniéndose a él en el piso-. Aún no me explico qué haces aquí.

-Sólo quería jugar y no tenía nadie con quien hacerlo -respondió Gabriel. 

-Y vienes a interrumpir mi tiempo a solas -bromeó Harris, escogiendo Mortal Kombat. No necesitaba hacer mucho para jugarlo, era perfecto para matar el rato sin esforzarse.

-Más o menos -admitió Gabriel. Perdió las tres primeras rondas, ganándose una risa de parte de Harris. Su mente no estaba para jugar, sólo volvía a pensar en Mike, en la posibilidad de su padre teniendo una novia, a cómo le hablaría a una mujer que ocuparía el lugar de su madre y si sería tan fácil mantener la charada como hoy con Melinda Garton. Fue una sorpresa sentir los labios de Harris contra su boca y dejó caer el control, empujándolo.

-Pensé que querías que lo hiciera -dijo Harris, mordiendo sus labios para evitar una sonrisa-. Te di todo el tiempo del mundo para que me detuvieras y no reaccionaste.

-No me gustas -masculló Gabriel.

-A mí tampoco -concordó Clay. Estiró una mano para tocar su vientre, preguntándose si siempre sería así con Barnett, si tendría que manejarlo como si fuera un animal a punto de morder hasta que aceptara que, al menos el sexo con él, le gustaba. Era divertido, eso no podía negarlo.

-Y no he venido para esto -dijo, deteniendo la mano de Clay.

La verdad era que no sabía para qué había venido. Tal vez si era para esto y sólo trataba de negarlo. Como Wade no paraba de decir, no necesitaba amar a alguien para acostarse con ese alguien. Maldijo entre dientes, a sí mismo más que a Harris y estiró una mano, tomando la nuca ajena y atrayéndole hacia él para besarlo. No estaba funcionando, de todas formas. Tener la lengua de Clay en su boca no le provocaba nada y se apartó, bufando. ¿Cómo demonios se había excitado la última vez?

-No funciona -murmuró, pasando una mano por sus labios.

-Ahora me siento insultado -Clay suspiró, sonando resignado, antes de acercarse un poco más y empujar a Gabriel hacia el piso-. Déjame... -susurró, pasando las manos por su pecho.

De alguna forma, las cosas fueron mejores con Clay haciéndose cargo. Gabriel sintió su cuerpo reaccionar ante sus manos, su respiración volviéndose agitada cuando Harris le abrió los jeans, acariciando el bulto en su entrepierna. No pudo soportar estar mucho tiempo de espaldas, sin hacer nada y en poco tiempo, subieron a la cama, Gabriel mordiendo y lamiendo el cuello de Harris mientras éste se esforzaba en quitarle la camiseta.

-Demonios, Barnett -jadeó, cuando al fin estuvieron desnudos y Gabriel se rozó contra él, sus miembros resbalando juntos. Arqueó la espalda, una mano apoyada en uno de los hombros de Gabe y la otra en la cama, apretando las sábanas, soltando un quejido cuando éste se separó-. ¿Qué haces, Barnett?

-No me llames así -murmuró Gabe, con la respiración entrecortada. Sólo se había movido para buscar los preservativos que, como adivinó, Harris guardaba en la mesa de noche.

-Ese es tu apellido -contestó Clay. Su voz se quebró en la última palabra, cuando Barnett se empujó dentro de su cuerpo-. ¿Por qué no... demonios, más lento... no puedo...?

-Sólo no lo hagas -ordenó Gabriel, dejando besos en su cuello y forzándose a disminuir el ritmo de sus embestidas. No quería escuchar el apellido de su padre ahora. No quería saber que él era “Barnett”, quería olvidarlo al menos por un momento.

-Como quieras, Gabriel -gimió, sintiendo a la vez los jadeos de Barnett en su oído. No iba a durar mucho, no cuando Barnett había llevado una mano a su miembro y lo acariciaba de forma irregular, sin detener las embestidas dentro de su cuerpo. No era para nada como la vez anterior, Gabriel no estaba murmurando tonterías en su oído, no hacía más ruido que los gemidos entrecortados que dejaba escapar, y todo parecía apresurado. Contuvo una risita al pensar que la próxima vez debía asegurarse de tener algún licor cerca. Se corrió primero, entre gemidos, mientras Barnett seguía moviéndose dentro de él, el placer obligándole a morderse la lengua para no decir su nombre.

-¿Y qué fue esto? -preguntó, cuando Gabriel se apartó de encima, para acostarse a su lado. Tanteó la mesa de noche hasta encontrar una cajetilla de cigarros y encendió uno, ignorando el ceño fruncido que Barnett le dirigió-. Voy a fumar si me da la gana.

-Nada -contestó Gabriel, haciendo un esfuerzo por ignorar el humo del cigarro y observando a Harris, su desordenado cabello rubio y la forma en que su pecho se movía. No lograba entenderlo-. ¿Por qué lo permites? Yo sólo... ni siquiera me gustas.

-Soy un adolescente -contestó-, se supone que piense en sexo 24/7. Eres tú el que complica las cosas. Y al menos no eres tan malo. Bueno, esta vez no ha sido tan buena como la anterior, si me permites decirlo.

-Eres tonto -murmuró Gabriel, sin saber qué más decir. Harris dejó escapar el humo, pasando una mano por su cabello.

-Al menos no me acuesto con alguien sólo para olvidarme de quién no puedo tener.

-Como si no estuvieras pensando en Wade mientras hacemos esto -se burló Gabe.

-No lo hago -negó Harris, dejando escapar una bocanada de humo-. A él lo quiero tener de la otra manera, si me entiendes.

-Nunca pasará -dijo, haciendo una mueca de asco, a lo que Harris respondió riendo. Se preguntó qué demonios hacia todavía allí, hablando con él. Clay lo observó, acomodándose en la cama, mientras Gabriel se limpiaba con un kleenex y buscaba su ropa.

-Quién lo diría, eres de los que aman y se van -bromeó-. ¿Esto va a pasar otra vez?

Gabriel se giró, encogiéndose de hombros. Le gustaría decir que no, pero no estaba seguro. Empezaba a sentir la misma culpa que la primera vez, la sensación de estar sucio y de estar cometiendo un error. Y esta vez no tenía la excusa de la embriaguez.

-No tengo idea -respondió, saliendo del cuarto.

---

-Basta, por favor -dijo Mike, dejando caer el lapicero y mirando directamente a Alan, quien alzó la vista y se encogió de hombres-. ¡Deja de estar molesto conmigo!

-No estoy molesto contigo -negó Alan, llevando una mano a su cabello.

-No mientas, lo estás -Mike suspiró, tratando de encontrar las palabras correctas-. Mira, no estoy del lado de Gabriel, pero si empezabas una pelea sería mucho peor. Y tienes que reconocer que no habría sido nada amable si de repente empezaba a gritar a tu mamá.

-Por favor, Mike, no me digas que le creíste esa actuación de mierda. Lo conoces mejor que eso.

Mike se cruzó de brazos, enfadado.

-¡Eso no es lo que estamos discutiendo aquí! -exclamó, comenzando a perder la paciencia-. Estás molesto conmigo porque piensas que estoy más de su lado que del tuyo.

Alan apretó los dientes, sin decir nada. Era cierto, no podía negarlo.

-Pensé que mi novio me apoyaría -masculló.

-Ya lo expliqué, sólo no quería que pelearas.

Alan lo miró fijamente por un largo rato. Mike no tenía la culpa de su enfado, claro. Era sólo Barnett y su costumbre de hacer siempre las cosas a su modo. Alan no podía entender lo que pasaba por su cabeza. Y entendía que habría estado en problemas si peleaba, pero ver a Mike allí, él y Barnett y su forma de mirarse intensamente... estaba celoso. Quería esa intensidad que ambos compartían incluso aunque ahora Mike asegurara que no sentía lo mismo por Barnett.

-Vale -se conformó. Los labios de Mike se curvaron hacia abajo, en un gesto de tristeza.

-¿No me crees? -preguntó. Empezaba a cansarse de estar siempre siendo cuestionado acerca de sus sentimientos.

-No es eso -Alan suspiró-. Mira, sé que lo de ustedes fue... fuerte. Sé que fue tu primer amor y todo eso. Y a veces es difícil, el verlos juntos.

Mike no contestó. No sabía qué podría decir, él ni siquiera pasaba tiempo con Gabe, como para que Alan se preocupara.

-No estoy con él -susurró, bajando la mirada.

-Y lo sé. Y es estúpido que me enoje contigo, lo siento -dijo, desviando el rostro. No había forma que le dijera que lo que en realidad quería era que lo mirara a él de la forma en que a veces todavía miraba a Gabriel-. Y sobre lo otro... en realidad pensé que ese imbécil de Barnett estaría de mi lado. En serio, si hay una cosa de la que estaba seguro sobre él era que adoraba a su madre. Ahora no lo sé.

Mike sólo hizo un sonido de asentimiento, sin responder. En realidad, él lo había creído así también. Gabriel no hablaba de su familia, apenas y le había hablado de Liam un par de veces, pero sus rasgos siempre se suavizaban cuando mencionaba a su madre. Recordaba haberlo visto llorar en brazos de Wade por ella. Si hubiera tenido que apostar, habría dicho que nunca perdonaría a su padre por reemplazarla. No lo que pasó antes.

-No puedes enfadarte porque no está de acuerdo contigo -agregó, su voz suave y conciliadora.

-Lo sé -admitió Alan-. Volveré a mi lectura -agregó, señalando el libro.

Mike se mordió el interior de la mejilla, sin deseos de dejar las cosas como estaban. Todavía podía sentir la tensión entre ambos. Se levantó y se acercó a la silla de Alan, inclinándose para darle un beso. Pretendía que el beso fuera corto, pero Alan abrió los labios y Mike no pudo evitar introducir su lengua, a la par que Alan posaba una mano en su mejilla.

-Si voy a obtener esto cada vez que me enfade, lo haré más seguido -murmuró, sobre sus labios, tomándolo por la cintura y obligándole a sentarse en sus piernas. Mike bufó, cómicamente, un poco incómodo por la posición en la que se encontraban.

-La próxima vez, aumentaré tu número de tareas -dijo Mike, tratando de volver a su sitio, pero el agarre de Alan a su cintura se lo impidió. Delineó el rostro de Mike con un dedo, deteniéndose en sus labios.

-¿Uno más? -preguntó, esperando que fuera Mike el que volviera a besarlo. Le gustaba cuando era él quien empezaba los besos, no importa que tan cortos o inocentes fueran. Le hacían estar más seguro que Mike estaba con él porque así lo quería y no para olvidarse de Barnett. Mike apartó el dedo de sus labios, antes de volver a besarlo.

-Tengo que volver a estudiar -susurró, sin demasiadas ganas de separarse ahora, aunque lo hizo de todas maneras. No importaba qué, no debía bajar sus notas.

---

-¿Vamos al cine y a bailar esta semana? -preguntó Adriana, rodeando el cuello de Wade con los brazos. Éste sonrió, sin dejar el libro que leía sentado en la biblioteca.

-Me encantaría, pero estoy ocupado.

-¿De nuevo? Has estado muy ocupado este año -comentó ella, soltándolo y sentándose a su lado.

-Soy una persona responsable ahora -contestó, dirigiéndole una brillante sonrisa que Adriana regresó. La cicatriz en su rostro no era tan pronunciada como cuando regresó al colegio, pero incluso con ella, su rostro era apuesto. A Adriana le sorprendía a veces, pero había visto a Joanna Lorenz en la televisión y de lejos en el colegio y ella era una mujer de una belleza sorprendente. Wade tenía sus rasgos, los mismos ojos grises, la forma de los labios aunque más finos que los de su madre-. ¿Qué?

-Eres bastante guapo -respondió, sin mostrar incomodidad.

-Eres bastante bonita -dijo Wade.

Ella sonrió, acomodando un mechón de su cabello detrás de la oreja, pero no dijo nada más, al ver que Gabriel se acercaba y se sentaba delante de ellos, sus ojos tan indiferentes como acostumbraban.

-Tú serías más guapo si sonrieras -dijo Wade a su amigo, causando que Adriana escondiera una sonrisa detrás de su mano. Estaba pensando lo mismo, pero no se atrevía a ser directa con Gabriel.

-¿Qué? -preguntó, luciendo confuso.

-Estábamos hablando de gente atractiva -explicó Wade-. Adriana, aquí, que es una de las chicas más bonitas que conozco -Wade hizo un gesto de reverencia que ella correspondió, ambos sonriendo-. Yo, por obvias razones.

Gabe bufó al escucharlo.

-Vamos, Gabriel, pensé que ya habíamos quedado en que sólo me querías por mi cara bonita -bromeó Wade. Ellos solían bromear así a menudo, y aunque Gabe fingía enojarse, sólo era eso, fingía enojarse, decía algo para avergonzar a Wade y él le respondía de la misma manera. Era un juego. Pero esta vez, Gabe alzó los ojos y le dirigió una fría mirada que no admitía ninguna réplica. Sintiendo la tensión entre ellos, Adriana se levantó, besando a Wade en la mejilla.

-Te veo luego. Avísame si tienes un fin de semana libre, a mi mamá le encanta que vayas de visita.

-Lo prometo -dijo, volviendo su atención a Gabe cuando ella se fue-. ¿Qué te pasa?

-Nada. No estoy de ánimo para bromear, es todo -respondió, bajando los ojos hacia sus cuadernos. No necesitaba que nadie le recordara sobre la cara bonita de su mejor amigo, ya tenía a su propia y traidora mente para eso y no había nada que quisiera más que distraerse de esos pensamientos. Wade, y la forma en que bromeaba acerca de ambos, no le ayudaban. Vio a Ericka entrar y sentarse al lado de Elizabeth Harris y le dio una mirada a Wade, que había vuelto a su lectura, antes de levantarse y unirse a ellas. Lo mejor sería que se mantuviera alejado de su amigo por un tiempo.

-¿Todavía enfermo? -preguntó Ericka, burlándose a medias cuando Gabriel se sentó a su lado. Miró de reojo hacia Wade, notando por la forma en que Gabe apretó los puños que le había entendido.

-Sólo un poco -contestó. Elizabeth los miró a ambos, preguntándose si debía interrumpir su charla, antes de decidir que no. Al contrario que su primo, no disfrutaba de meterse en asuntos ajenos.

-Tal vez lo mejor es que hagas algo con eso -dijo Ericka, en un susurro.

Gabriel la miró, negando con la cabeza. Ella se encogió de hombros, retornando a su charla con Elizabeth y Gabe miró un momento en dirección a su amigo, que no parecía haber notado su marcha. Siempre era así cuando leía. Notó que Harris se acercaba a ellos, pero antes de poder llegar a la mesa, Elizabeth se despidió de ellos, lo interceptó y se lo llevó del brazo fuera de la biblioteca.

-A ella no le agradan demasiado los problemas en que se mete Clay -informó Ericka. Gabriel no contestó. No era de su interés nada de lo que pasara con Harris.

Fuera de la biblioteca, Clay apartó la mano de su prima de su brazo, esbozando una sonrisa.

-¿Necesitas hablar conmigo?

-Sí, en realidad -contestó Liz, abriendo la puerta de un aula y entrando en ella al ver que estaba vacía-. Clay, confío en ti. Pero, ¿no crees que te estás arriesgando con ese juego entre Barnett y Lorenz?

-¿Arriesgando? Lo has dicho, es un juego. Y sólo es con Lorenz -contestó. Su prima no se dejó convencer por su sonrisa, de todas maneras.

-No me mientas -pidió-. Y sé que estás interesado en Barnett, lo estás desde que lo conociste, lo hayas notado o no. No me gusta que jueguen contigo, no me gusta la idea de verte avergonzado.

Clay se pasó una mano por el cabello, buscando qué responder. Al menos, seguir con la charada que entre él y Gabriel no pasaba nada, ya no era posible.

-Está bien, tengo algo con Barnett. Algo así -Elizabeth cerró los ojos, y a él no se le escapó el tinte de decepción en su mirada-. Pero no soy idiota, Liz. No es como si estuviera enamorado, ni nada.

-Si estás tan seguro... -Liz sacudió la cabeza, tomando las manos de Clay entre las suyas-. Eres como un hermano para mí, no quiero verte sufriendo. Y tienes que recordar que debes mantener buenas relaciones con ellos, no esa clase de relaciones -agregó, al ver la pícara sonrisa que se dibujó en el rostro de su primo-. Sería terrible para mi papá si descubre que sus negocios con Barnett son alterados porque tú no puedes elegir entre ambos.

-Lo haces sonar muy dramático -dijo Clay, negando con la cabeza-. Pero no te preocupes, no hay ningún drama en esto, sé diferenciar las cosas. Y no hables como si quisiera a los dos, no lo hago.

Elizabeth ladeó el rostro, incrédula.

-Como digas -asintió, al fin.

Clay le dio un beso en la mejilla, para después salir del aula. No creía que haber dormido un par de veces con Barnett significara nada, incluso si le molestaba la manera en que él le evitaba después. Pero no estaba confundiendo las cosas, sabía que los gustos y el corazón de Gabriel estaban repartidos entre el chico becado; algo que no entendía, el chico era aburrido, y Wade, por más que lo negara. Él, por otro lado, no se iba a quejar si obtenía un poco de sexo sin compromiso. Regresó a la biblioteca e, ignorando la charla con su prima, se sentó al frente de Gabriel.

-Hola, Gabe -saludó. Barnett alzó la mirada, con el ceño fruncido.

-¿Desde cuándo se llaman de forma tan familiar? -preguntó Ericka, quien ya estaba cerrando su mochila. La biblioteca estaba vacía, excepto por Wade, quien seguía leyendo, ajeno a todo, y Mike sentando junto a Betty en una esquina.

-No lo hacemos -negó Gabriel.

-¿No, Gabriel? -preguntó Harris, sólo por molestar. Se inclinó hacia él, sin molestarse en bajar la voz-. ¿Sólo te puedo llamar así cuando nos acostamos?

Ericka se detuvo, mirando a Gabriel con algo parecido a la indignación.

-Pensé que tú... -dijo ella y luego negó con la cabeza-. Vale, olvídalo, no quiero saberlo. No quiero saber en qué estás pensando. Dios, decídete -exclamó, antes de salir. Gabriel le dirigió una agria mirada, que Harris ignoró.

-No me mires así, pensé que podía usar tu nombre, dado que me lo pediste tan amablemente la vez pasada -consideró un momento besarlo, sólo para molestar, pero supuso que si lo hacía, Gabriel no se le acercaría nunca más, así que se contentó con seguir allí mientras él terminaba sus tareas y bromear un poco. Nunca entendería porqué Gabe se enojaba tanto, de todas formas-. Y supongo que si me ignoras, puedo ir a molestar a tu amigo, allá.

Eso obtuvo una reacción. Gabriel suspiró, dejando de lado los cuadernos y mirándolo.

-¿Nunca de cansas de eso? Jamás te hará caso.

-Esta vez, lo dije para ver tus ojos. Bastante bonitos, por cierto.

Gabriel se llevó una mano a la boca, sin saber qué decir.

-No logro entenderte -murmuró, desviando la vista lo suficiente para ver a Garton entrar a la biblioteca, la chaqueta atada a la cintura, sonriendo. Lo siguió con la vista sin esforzarse en disimular, hasta que él llegó al lado de Mike, le revolvió el cabello y esperó, impaciente, a que Mike guardara sus cuadernos.

-Hacen una linda pareja -comentó Harris, en voz alta. Alan y Mike se detuvieron, ambos mirando hacia ellos.

-Gracias -contestó Garton-. Ustedes también.

Mike lo tomó de la muñeca, instándolo a irse. No quería más discusiones hoy.

-Hey, no estoy bromeando, lo digo en serio. Sabemos que están juntos, puedes agradecerle a tu amiga allá -dijo, señalando a Betty-. Se lo contó a Susan y ella supuso que no les importaba que los demás supieran. ¿Qué dices, Gabe? ¿Deberíamos hacer el baile de este año más inclusivo ya que estás tan a favor de la inclusión? Podríamos tener dos reyes, en vez de un rey y una reina.

-Pienso que me alejo de Wade para no soportar estupideces como esta, y luego vienes tú. Y pensé que quedamos en que se alejarían de mí, Mike -dijo, su voz tan fría como Mike sabía que le hablaba a la gente que ni siquiera consideraba su amiga. No tenía derecho a sentirse herido, pero lo hizo.

-Perdón, nos vamos -dijo, tirando de Alan.

-Nunca entenderé porqué sufres por él -murmuró Harris. Gabriel no contestó. Estaba cansado de esto, de todo. Incluso la idea de discutir o de tratar de obtener una reacción de Mike, le resultaba demasiado esfuerzo. Quería un tiempo en paz. Se levantó también, dejó la biblioteca y se dirigió hacia la azotea, cuidando de cerrar la puerta detrás de él. No llevaba la chaqueta puesta y hacía algo de frío, pero no le importa. Estar allí, mirando hacia abajo y sintiendo el aire frío contra su rostro le recordó a la vez en el edificio de su padre. Todo había tenido sentido en ese momento. No ahora. Ahora sólo quería dejarse caer en el piso, cerrar los ojos y olvidarse de todo. Incluso de su madre. 

Notas finales:

Por cierto, comenté algo sobre alguien haciendo un fic de WL, y aquí está el link. Aviso, tal vez maten a todos, así que si odian a alguien pueden leer y verlos morir (?) WL FIC

No sé ustedes, pero a mí me gusta el Gabe doble cara xDDD (mi moral es completamente al revés, lo siento)

Nos vemos después! 


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