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West Lake por Hisue

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Notas del capitulo:

Hola, hola... primero, noticias sobre mi vida. Conseguí trabajo, eso es bueno, lo malo es que tengo unos horarios de mierda y estas dos últimas semanas apenas he descansado y no sé cómo demonios voy a seguir escribiendo. Pero necesito el dinero.

¿Actualizaciones? ¿Podré publicar regularmente? ¿Me enfermaré de tanto caminar? Supongo que la respuesta está flotando en el viento...

(Hey, ¿qué les parece esto? Si adivinan de dónde saqué la última frase, pueden elegir que les escriba lo que ustedes quieran, aunque no duerma XD)

(Es en serio, si comentan, manden de dónde salió y lo que quieren leer y si aciertan, se los hago. Parejas crack de WL incluidas)

Volviendo al tema... pues no sé qué les parecerá el capi, yo no estoy muy convencida, pero esa soy yo (?)

Espero que les guste, gracias por seguir leyendo y si creen en algún dios y éste les hace caso, recen para que encuentre un trabajo mejor (ya desvarío, mejor me voy XD)

Nos vemos!

Capítulo 82


 


-¿Mi padre está ocupado?


La secretaria alzó la vista, acomodándose los lentes mientras Gabe esperaba una respuesta.


-Disculpe, no sabía que iba a venir hoy -dijo ella, haciendo una llamada-. Su padre no lo esperaba. ¿Podría esperar unos minutos?


Gabriel asintió y tomó asiento, fijando los ojos a la pared. No debería haber venido, pero Garton tenía razón, no podía dejar las cosas como estaban y lo que dijera para guardar las apariencias no tenía nada que ver con lo que sentía en realidad. La secretaria le indicó que podía pasar unos momentos más tarde y Gabriel cruzó las puertas de la oficina. Melanie, la tipa que se encargó de difundir los rumores entre él y Katherine estaba allí y Gabriel hizo un esfuerzo por sonreírle, antes de volverse a su padre.


-¿Podemos hablar en privado? Tengo algo personal que comentarte.


-Podrías esperar en casa, si es algo personal -contestó Henry.


-No estaré allí, le prometí a Joanna que iría a verla después -Henry despidió a Melanie con un simple gesto y Gabriel esperó a que ella cerrara la puerta-. ¿Pasa algo entre tú y Melinda Garton?


-¿Has venido aquí sólo por eso? -preguntó a su vez Henry, luciendo un poco decepcionado-. Te dije que esperaba que prestaras más atención a las clases.


-Y lo estoy haciendo -contestó Gabriel-. Sólo quiero saber, ¿hay algo entre ustedes?


-Nunca te ha importaba mi vida sentimental, ¿por qué ahora sí?


-Porque ahora sé que mi madre está viva -contestó Gabriel. Para esta charla, no necesitaba fingir-. Y no me gusta la idea de tener que tener otra mujer en su lugar. Y si pasa, al menos quiero saberlo y prepararme para eso.


Henry miró por un momento el peso dorado que hacía las veces de pisapapeles en su escritorio, antes de contestar.


-No tengo la intención de reemplazar a tu madre en ningún sentido. Tampoco puedo decir lo que pasará más adelante, e incluso si es así, no te preocupes, no espero de ti que veas a nadie con quien pueda estar como tu madre. Y en lo que respecta a Melinda, no son más que habladurías.


-¿Estarías con alguien más sabiendo que ella está viva? -preguntó, sintiéndose enfermo.


Henry sonrió. Esta era una charla que no había esperado tener con su hijo, pero supuso que llegaría el momento. Al contrario que su mejor amigo, del quien todos sabían que iba a de una cama a otra, Gabriel parecía creer en el amor. Las cosas no eran tan simples.


-¿Me creerías si te dijera que no? -contestó, en cambio-. No te preocupes, hijo. No vas a llegar a casa y descubrir a otra mujer en ella. Y si llega a pasar, te prometo que lo consultaré contigo antes.


Gabriel dejó escapar una risa de incredulidad, pero Henry se levantó y extendió la mano hacia él. Gabe lo miró, vacilante.


-Sé que pido mucho de ti. Sé que la idea de seguir bajo mis órdenes, de heredar lo que te pertenece no es de tu agrado. Y sé lo mucho que te esfuerzas para, a pesar de tu reticencia y a pesar de tus razones, cumplir con tu deber. No es demasiado prometerte eso, en cambio.


Gabriel aceptó, incómodo, la mano de su padre, sin creerle del todo. Su padre siempre hacía lo que se le antojaba al final, después de todo, pero esa promesa era lo más que obtendría y él lo sabía.


-¿Y Melinda? No quiero volver a escuchar esos rumores en el colegio.


-Lo desmentiré, si alguien llega a preguntármelo -contestó Henry, con una sonrisa-. ¿Es eso todo?


Gabriel asintió.


-Asumo que pasarás el día con Joanna y cenarás allá. Dale mis saludos.


Gabriel volvió a asentir y salió sin despedirse. La casa de Joanna quedaba a más de una hora en taxi, llegaría a tiempo para el almuerzo e incluso si ella no estaba allí, los empleados lo conocían bien. Sin embargo, cambió de opinión a último momento y regresó a su propia casa y pasó un rato mirando la puerta del cuarto de sus padres. Si Isabelle estuviera allí las cosas serían diferentes. Si su padre no la hubiera apartado de ellos, no habría tenido que venir a tener esta discusión con Henry y no sentiría tanta amargura en el pecho. Cerró los ojos, suspirando para calmarse. No quería ponerse a llorar en medio del pasillo.


---


Alan bostezó mientras leía las noticias en el celular. Nada que le interesara, excepto por el pequeño artículo dedicado a Henry Barnett y sus declaraciones negando cualquier tipo de relación con su madre. No es con sólo eso bastara para estar seguro que decía la verdad, pero era algo que le hacía sentir más aliviado. Miró hacia el lugar en el que Gabriel se sentaba, preguntándose si había tenido algo que ver, pero sin ganas de ir y preguntarle. En vez de eso, tomó asiento en su lugar habitual, sonriendo. A pesar de su molestia por la posibilidad de su madre saliendo con Barnett, le gustaba ser capaz de hablar con ella nuevamente, le gustaba que ambos pudieran mirarse y estar juntos.


En los meses que siguieron a la muerte de su padre, Alan no quería más que huir de su casa, olvidarse de todo y dejar de escuchar a su madre y su mezcla de lamentos y murmullos que delataban su desilusión. Ahora, aunque ella creía que su padre era culpable, podían hablar. Era algo bueno, a pesar de su repentino interés en sus clases, y sumado a eso, estaba Mike.


-¿Sabes quién es Motorhead? -preguntó, cuando Mike se unió a él. Sus cejas se fruncieron mientras pensaba. Le gustaba ese gesto. Le gustaba un chico que en su vida había escuchado una banda de metal, que era extremadamente responsable y respetuoso y que probablemente sería un excelente trabajador en algunos años, mientras él aún no sabía qué quería de la vida, y no podía estar más feliz.


-¿Debería? -preguntó a su vez Mike, desviando la mirada. A veces, en el rostro de Alan se dibujaba una clase de sonrisa que era demasiado dulce de las que estaba acostumbrado y que le hacía sentirse cohibido, como si una parte de él no se creyera merecedor de tanta ternura.


-Creo que sí. Deberías ampliar tu repertorio de música.


-Si haces lo mismo, podría probar -replicó Mike, esbozando una sonrisa.


-¿Quieres decir, escuchar pop? Creo que mejor lo dejamos así.


Mike contestó con una risa. Encontraba divertido lo ofendido que actuaba Alan cuando él o Julie escuchaban música. A él le molestaba el ruido, pero no al nivel en el que la sola idea del pop molestaba a Alan.


-Estás de buen humor -notó.


-Buenas noticias -contestó Alan, dejándole ver la pantalla del celular-. Es un alivio.


-Supongo que sí -contestó Mike, sin comprometerse. A él, Henry Barnett no le parecía una mala persona. Entendía que Alan lo viera así, de todas formas, pero todo lo que había leído indicaba que Henry sólo estuvo en medio cuando se descubrieron las estafas del padre de Alan.


-Me han dicho que tenemos que reunirnos aquí después de clases. Todos los de tercero van a decidir dónde vamos de viaje de despedida. No sé porqué nos quieren a nosotros, pero Katherine ya me hizo jurar que estaríamos presentes -dijo Julie al llegar, sin molestarse en saludar primero. Betty venía con ella y les sonrió a ambos.


-Gabriel dijo eso -informó, su voz sonando casi como una disculpa-. Le dijo a Susan que no quería que nadie fuera excluido.


-De todas formas, no pienso ir no recibir caridad de nadie -Julie se bebió el vaso de jugo sin sentarse y se llevó el pan con ella.


-¿Por qué vienes aquí si ni siquiera vas a sentarte? -dijo Alan, alcanzándola.


-¿Por qué no estás pegado a tu novio? -replicó ella.


-Salimos, no somos siameses.


-Me alegra verte feliz -dijo ella, acomodando la mochila en el hombro-. ¿Y piensas ir a esa excursión o lo que sea?


-No sería divertido sin ti -bromeó él, pasando un brazo por sus hombros y Julie dejó escapar una risotada.


Desde su lugar, Mike los observó. Algún tiempo atrás, una escena así le habría hecho sentir celos, de una extraña manera que ni él mismo comprendía, pero ahora no. Le gustaba ver a Julie reír, le gustaba ver a Alan bromear con ella y le gustaba ver que a pesar de las peores predicciones de Julie, ellos estaban bien.


-Te ves bien -comentó Betty-. Aunque un poco diferente que cuando estabas con Gabe -susurró, aunque no tan despacio como para que Mike no la escuchara.


-Es diferente -respondió él-. Más pacífico -agregó y sonrió. Pacífico no era una palabra que hubiera usado antes para referirse a Alan, antes le temía- ¿Qué tal tú?


-Yo no... -murmuró Betty, bajando la mirada. A pesar que había cambiado un poco al lado de Julie y Mike, se seguía sintiendo tímida cuando se refería a los chicos y no era capaz de creer cuando uno le decía que le gustaba. Susan se reía de ella por eso, claro, recordándole la noche que pasó con Wade, pero esa noche era algo en lo que Betty no quería pensar-. Estoy bien. ¿Vamos a clases?


Mike captó el obvio cambió de tema y lo dejó pasar por esta vez, siguiendo a Alan y Julie fuera del aula.


---


-¿Por qué crees que no me pueden gustar las chicas? -preguntó Katherine, sentándose al lado de Mike en el comedor. Éste alzó la vista, sin saber qué responder a eso, antes de notar que no le hablaba a él.


-Porque no eres gay, lesbiana. Lo que sea -respondió Wade, cruzando los brazos sobre el pecho-. ¡Nunca has dado el menor indicio de gustarte las chicas!


-La verdadera pregunta es qué haces aquí -murmuró Alan. Katherine se volvió hacia él, con una mirada herida en los ojos.


-¡Somos amigos! Puedo sentarme aquí si quiero -replicó, echando su cabello hacia atrás con un gesto de su mano.


-No entiendo porqué la insistencia con eso, Katherine. Te creeré si me dices que hay una chica que pueda gustarte y por qué. Razones.


-Scarlett Johansson -dijo ella, alzando una mano, pero Wade negó.


-Eso no cuenta, a todo el mundo le gusta Scarlett. Mira, te daré un ejemplo -dijo, mirando alrededor-. ¡Gabe! ¿Por qué te gustan las chicas?


Su amigo se detuvo a su lado, con un vaso de café helado en una mano, y miró a ambos lados, confundido. Se preguntó qué clase de broma planeaba Wade ahora y porqué demonios estaba cerca a Mike, y tuvo que hacer un esfuerzo para no mirarlo ni a él ni a Garton


-¿A qué demonios viene la pregunta?


-Vamos, responde -urgió Wade-. Apenas que ya no te gusten.


Gabriel suspiró, suponiendo que lo mejor sería terminar rápido con esto.


-Son bonitas, huelen bien. Y están las piernas y... ya sabes... -dijo, señalando a su pecho.


-¿Ves? De eso hablo, atracción física. Tú no estás más atraída a las mujeres de lo que yo estoy a los hombres, por lo tanto, no te gustan las chicas.


Sonrió, orgulloso, y Gabriel, a su lado, dejó escapar un suspiro de cansancio. Katherine había mencionado una vez que tal vez tenía que intentarlo con las chicas, pero de un comentario, se había transformado en una discusión habitual entre ambos. Gabe sospechaba que lo hacían más por el placer de discutir que por otra cosa.


-Si es así, entonces sí que me gustan las chicas, porque lo único que haces es molestar a chicos, Wade -replicó Katherine, con un guiño que no era propio de ella en absoluto.


-Deja de juntarte con Julie -dijeron Gabriel y Alan a la vez. Ambos se miraron y desviaron el rostro, con la misma expresión de disgusto en el rostro.


-El sarcasmo no es lo tuyo -agregó Gabe-. Si me disculpan, voy a esperar a Ericka. Espero terminar con esto pronto.


-¿Si me disculpan? -repitió Wade, caminando tras él y pasando un brazo por los hombros de su amigo-. ¿Desde cuándo eres tan cortés?


Gabriel se sacudió de su agarre sin pensar, alejándose un poco de él.


-No quiero provocar peleas ni nada por el estilo. Si puedo terminar este año en paz, seré feliz.


Wade no contestó. Había notado la forma en que su amigo se apartó de él y la forma en que le hablaba, cada vez más fríamente. Se preguntó si de nuevo le estaba guardando un secreto y qué sería esta vez y junto con la preocupación llego un hilo de rabia. Odiaba cuando Gabe lo apartaba así.


La reunión fue aburrida. Sólo un montón de gente discutiendo adónde ir por una semana, y gente gritando si tal o cual lugar les aburría o les gustaba más. Wade los ignoró hasta que empezaron a votar y hasta que Gabriel trajo a colación los becados. No les dio ningún tipo de elección, de todas formas. Según lo explico, desde este año, los gastos de transporte cuando se refirieran a actividades escolares estaban dentro de la beca, de lo contrario, se crearía una cultura de segregación entre los estudiantes y desde que la escuela estaba dispuesta a abrir sus puertas a más oportunidades de becas, esto no podría pasar. Wade escuchó todo, ahogando un bostezo y mirando hacia dónde Julie se sentaba. Ella parecía querer decir algo, pero supuso que no podía quejarse si le decían que estaba incluido en el paquete de la beca, no era caridad. Antes de empezar a votar, Gabriel especificó que nadie podía faltar ni a esa ni a ninguna de las actividades del año y para alegría de los chicos, anunció que sí, las actividades también incluían la prueba de valor. Al menos eso le hizo sonreír.


-Será una forma divertida de celebrar Halloween -mencionó Susan, a su lado-. Los que sobrevivan al susto, vendrán a la fiesta -comentó, con un brillo malicioso en la mirada.


-¿Y qué pasa si alguien sufre del corazón? -murmuró Katherine, en voz baja, pero nadie pareció escucharla. Luke, al menos, parecía dispuesto a pasar la noche entera en la capilla. Wade observó a Gabriel y enarcó una ceja, un gesto que al menos su amigo correspondió con una sonrisa cómplice en vez de ignorarlo.


---


-¡Vamos a ir a la playa! -exclamó Adriana, girando sobre sus pies mientras reía. Katherine la miró, sonriendo. Al menos alguien estaba feliz por la idea de viajar, Julie tenía el ceño fruncido y los brazos cruzados sobre el pecho. Las dos casi nunca estaban juntas, pero se habían cruzado en el pasillo y a ella era amiga de ambas, así que aquí estaban, tratando de hablar.


-Gabriel es un idiota -murmuró Julie, sin cambiar su posición-. Sabía que Mike y yo nos negaríamos, por eso hizo esa propuesta.


-¿Por qué lo insultas? -intervino Kathy-. Hizo lo mejor, ¿cierto? De esa forma nadie se va a quedar aquí.


-Prefiero que me dejen decidir -contestó Julie, aunque tenía que reconocer que era un buen gesto de parte de Gabe. Ella no podía decir ahora que estaba recibiendo limosnas de nadie y Mike tampoco podía decir que trataba de ganarse su perdón. En realidad, cada día, Gabriel lucía menos interesado en Mike-. ¿Y tú? ¿No te causa ningún conflicto esto?


-Mi filosofía de vida es aceptar las cosas con gratitud -respondió Adriana, llevando una mano a su pecho-. Muchas más, las divertidas. Es en un mes, tienes tiempo de hacerte a la idea, Julie. ¡Podrías relajarte!


Julie rodó los ojos. Su idea de relajarse no incluía viajar con las mismas personas que veía a diario, pero suponía que no le quedaba de otra.


-Como sea, tengo que irme. Tengo que devolverle esto a Wade -dijo, alzando un libro.


-¿Qué es? -preguntó Katherine, curiosa. Sabía lo quisquilloso que era Wade con respecto a sus libros y lo mucho que se enojaba cuando alguien los cogía. Nunca prestaba uno-. Lo suyo debe ser serio, si te ha prestado uno.


Adriana soltó una risa, tendiéndole el libro a Katherine. En realidad, era un cómic, a ella no le gustaba la perspectiva de leer algo más aparte de las lecturas obligadas en el colegio, pero Wade le había convencido de intentar con los cómics.


-Es un cómic -se contestó a sí misma Katherine-. Nunca entenderé porqué les gustan. Es mejor ver películas, ¿verdad?


-Hay algunos muy buenos -contestó Julie, esbozando una sonrisa. Los cómics y ella tenían una larga historia que incluía algunos que le robaba a Wade, llantos y ella siendo regañada por su madre.


-No creo que sea lo mío -Adriana negó con la cabeza-. Y creo que él se sentirá mejor cuando le diga que no voy a querer otro más, ¡por poco y me hace firmar un seguro!


-Al menos ya sabes cómo vengarte si algún día te hace algo -Julie estiró los brazos por encima de su cabeza y bostezó-. Me voy también, pero, Kathy, ¿qué fue esa charla sobre chicas hoy? -preguntó, mirando a Adriana marcharse.


-Era sólo una broma -comentó ella, jugando con un mechón de su cabello-. Aunque no puedes saberlo, ¿no?


Julie la miró, sin contestar y Katherine apartó la mirada, abochornada. Era cierto que nunca se había sentido atraída a una. Y tal vez, como Ericka comentó cuando se lo dijo un par de días atrás, sólo quería olvidar su mala experiencia con Luke, pero empezaba a detestar esa mirada incrédula.


-Para estos tiempos, creo que soy asexual -murmuró Julie-. No es que me importe mucho, pero nunca creía que a Alan le gustaran los chicos. O a Gabriel, ya que vamos. Supongo que en realidad, no puedes saberlo hasta que pasa. A veces. No sé. A veces lo saben desde siempre, como Mike.


Katherine sonrió. Esa era una mejor reacción de la que había obtenido hasta ahora, a pesar de la mirada incrédula.


-En realidad, empezó como una broma, y fue creciendo. No es que me gusten, pero no sé. Tengo curiosidad.


-Entonces espero que encuentres a alguien que esté dispuesta a probar -dijo Julie, esbozando una sonrisa algo nerviosa. Katherine soltó una carcajada, Julie era la única que no parecía más extrañada de lo normal, si parecía dispuesta a juzgarla, eso le agradaba de ella.


-No te preocupes, no tengo prisa. Oye, ya sé que odias que lo proponga, pero si quieres algo de ropa que llevar al viaje, tengo un montón que no uso.


Julie pasó una mano por su cabello. Sabía que Katherine sólo intentaba ser amable, pero ese tipo de ofrecimientos todavía le molestaba.


-Lo tendré en cuenta -murmuró, alejándose. Katherine sonrió. Al menos, esta vez no había bufado ni rechazado su ofrecimiento.


---


Wade miró el reloj en su muñeca. Llevaba diez minutos de pie apoyado en la pared al lado de la puerta y en todo ese tiempo, Gabriel no había hecho nada más que mirar a la pared, sin notar incluso que él había llegado. Empezaba a preocuparse.


-Entonces, nos vamos a la playa -dijo, para llamar su atención. Gabriel reaccionó y se giró, pero regresó su atención al escritorio casi al instante.


-Supongo que es tan buena elección como cualquiera. Será bueno salir de aquí.


-Mientras tanto, hay ciertas cosas que tenemos que preparar -dijo, sentándose en la mesa y dedicándole un guiño.


-¿Qué cosas? -preguntó Gabriel, pero la forma en que Wade negó, exasperado, le dio la respuesta-. Ah, la capilla y los sustos. Supongo que sí, no podemos dejar a todos entrar, diga lo que diga Susan. 


Wade asintió mirando a su amigo mientras éste se masajeaba el cuello, una mano cubriendo sus sienes.


-¿Estás bien?


-Creo que tengo gripe, es todo -contestó Gabriel, cerrando los ojos. Wade llevó una mano a su nuca, notando la forma en que éste se apartó de su toque al instante, otra vez.


-Deberías descansar -dijo, apartando sus dedos. Gabe asintió.


-Dormiré un poco, no te preocupes.


Al fin, quitó la mano de rostro y lo miró, con una sonrisa cansada en los labios.


-Te ves mal, ¿seguro que no quieres ir a la enfermería?


-No, está bien. Sólo necesito dormir -Wade no dijo nada más y se levantó de la mesa, dispuesto a dejarlo solo. No obtendría nada de Gabriel, de todas formas, lo conocía muy bien y sabía que había algo que no le estaba contando. Por esta vez, y sólo porque el cansancio en su rostro era real, lo dejaría pasar.


Cuando su amigo salió, Gabriel dejó escapar un suspiro y recostó su cabeza contra la mesa. Al menos había dicho la verdad en algo, estaba cansando, empezaba a sentirse enfermo y quería dormir. Pero no era toda la verdad, y bajo ninguna circunstancia le diría que sentir sus dedos sobre su piel le hacía sentir nervioso. Se tiró en la cama, deseando más que nada caer inconsciente y regresar meses en el tiempo, antes que las cosas con Mike se fueran a pique.


Soñó con Mike, de todas formas. Estaban en cuarto de Mike y él le sonreía, esa sonrisa tímida que siempre ponía cuando estaban a punto de acostarse, sus ojos brillantes por el deseo. Se besaron, en su sueño, e incluso cuando una parte de su mente sabía que no era real, lo dejó seguir. Sintió la piel cálida bajó sus dedos, los suaves jadeos de Mike y escuchó su nombre dicho entre gemidos.


-Te quiero -se escuchó decir y de repente ya no estaba en el cuarto, ni en el colegio. Era su propio cuarto, su casa y cuando alzó la vista, no era Mike el que estaba allí, miraba directamente a los ojos grises de Wade y éste le dedicó una sonrisa traviesa mientras alzaba una mano y le tocaba el cuello justo como había hecho antes, sólo que esta vez la caricia no se detuvo. El sueño volvió a cambiar y esta vez estaba en el jardín, al lado de su madre.


Cuando despertó, pasó una mano por su rostro, sintiendo la culpa quemarle por dentro. Podía entender que soñara con Mike, incluso aunque doliera cuando despertaba y tenía que enfrentarse a la realidad, pero Wade estaba fuera de los límites. Era su hermano, no era alguien a quien debiera querer tocar.


-Sé sincero contigo, joder -murmuró para sí mismo. Estaba cansado, pero dudaba que ganara algo mintiéndose, y por mucho que lo odiara, se forzó a reconocer que le gustaba Wade. Aún pensaba en él como su hermano, no podía cambiar eso. Aún era la persona en la que más confiaba, pero no podía evitar el calor que recorría su cuerpo cuando pensaba en su sonrisa, en la curva de su cuello, en el cuerpo que había visto tantas veces sin provocarle ninguna reacción. Quería besarlo, quería escucharlo gemir y por mucho que odiara admitirlo, quería lo mismo que Harris. Tenerlo debajo suyo y...


-Estoy enfermo, demonios -se mordió los labios hasta que le dolieron, sin saber cómo demonios había llegado a esto. Tal vez fue el beso que Wade le dio a principio de año. No le había importado en ese momento, pero tampoco lo detuvo-. No sé qué diablos voy a hacer.


Por el momento, lo único que se le ocurría es mantenerse alejado de él, pero sabía que eso no podía durar mucho. Wade no era tan idiota como para no notar que lo evitaba.


---


-Estás feliz -comentó Mike, observando a Alan mientras éste caminaba a su lado, regresando de clases de física.


-Bueno, nos vamos a la playa -contestó, cruzando los brazos detrás de su cabeza-. Pagaría por salir de aquí, y ahora tenemos la excusa perfecta. Y vendrás también, ¿verdad? -añadió, dudoso.


-Lo escuchaste, estoy obligado -contestó Mike-. Pero tengo que llamar primero a mi mamá y pedirle permiso.


Mike desvió la mirada, frunciendo el ceño. Como Julie, él hubiera preferido no ir y mucho menos después de saber que Gabe era el responsable de su inclusión.


-No me digas que estás igual que Julie. Está de mal humor por tener que ir también. ¿No valoran para nada el descanso?


-No es eso -contestó Mike-, es que ya tenemos suficiente con la beca y... es Gabriel quién hizo que pudiera ir, ¿no? -confesó, sabiendo que era mejor hablar de las cosas que sólo guardarlas para sí mismo-. Es incómodo.


-Por una vez, no me importa si es asunto de Barnett -dijo Alan, deteniéndose y arrastrando a Mike consigo hasta el gimnasio, que estaba cerca. Cerró la puerta, empujando a Mike contra ella-. Lo único que me importa es que podemos relajarnos y puedo ir contigo.


Mike sonrió. Al menos, Alan no estaba enfadado por su mención a Gabriel, algo que siempre le preocupaba. Alan correspondió a su sonrisa con un suave beso sobre la comisura de sus labios.


-¿Tienes algo que hacer ahora? -preguntó, con sus labios a milímetros de su piel.


-En una hora, más o menos -respondió Mike, jugando con los bordes de la camiseta de Alan. Como acostumbraba, Alan llevaba la chaqueta atada a la cintura. Mike movió el rostro, encontrándose con los labios de Alan, entregándose al beso y cerrando los ojos.


Alan tuvo que hacer un esfuerzo para controlarse y no llevar su boca más allá de los labios de Mike. Cada día era más difícil, quería tocarlo en todas partes, quería meter sus manos bajo la camiseta y sintió que su miembro se endurecía cuando Mike acarició su cuello con una mano, profundizando el beso. Se apartó a regañadientes.


-Creo que es mejor ir al cuarto -murmuró, esperando que Mike no notara su erección. No sabía si era libre para hacer más que besarlo y no quería enfrentarse a un rechazo.


Mike asintió, bajando la mirada y sus mejillas se tiñeron de rojo al notar el bulto en los pantalones de Alan.


-Lo siento -murmuró, aunque no sabía porqué se disculpaba. Apartó las manos del cuerpo de Alan, como si quemaran y éste trató de no sentirse desilusionado.


Caminaron hasta la habitación que compartían sin hablar, Mike a unos pasos detrás de Alan. No sabía porqué se había sorprendido tanto, era algo normal que Alan se excitara, pero él había evitado pensar en ese detalle de su relación.


-Voy al baño -dijo, cuando llegaron al cuarto y Alan lo observó moverse como una exhalación, sin dejarlo decir nada. Se tiró en la cama, maldiciendo entre dientes. No pretendía asustar a Mike así, pero tampoco era para tanto. Trato de no pensar demasiado mientras esperaba a Mike, porque la forma en que se comportaba indicaba que encontraba desagradable tocarlo y no quería considerar la posibilidad. No todavía.


En el baño, Mike se lavó el rostro, todavía conmocionado. No tenía que haber salido corriendo así, lo sabía, pero no lo pudo evitar, necesitaba pensar. A solas. Pasó una mano por su cabello, sin atreverse a salir del baño, aún a sabiendas que Alan debía estar enfadado ahora, o tal vez pensando que a él no le gustaba la idea de ir más allá de los besos. Mike no lo había pensado. Pensar en sexo le llevaba directamente a Gabriel y pensar en Gabe era algo que evitaba con todas sus fuerzas. No sabía si podía hacerlo con Alan. Recordaba haber querido acostarse con Gabe desde que empezaron a salir, siempre con dudas sobre si Gabe quería lo mismo, pero ¿quería acostarse con Alan?


Se sonrojó cuando la idea llegó a su cabeza, preguntándose si sería muy diferente con él, si tendría dudas, si no recordaría a Gabriel mientras lo hacían. Eso sería terrible e injusto para Alan. Se restregó los ojos, tratando de ordenar sus pensamientos. No podía obligarse a hacer nada que no quisiera, en primer lugar. Lo único que debía descubrir es si quería a Alan de ese modo, o no.


-Oye, no es necesario que estés enloqueciendo allí dentro.


La voz de Alan, desde el otro lado de la puerta, lo distrajo. Se acercó, deteniendo la mano en la perilla.


-No estoy... -empezó a decir. Recordó, culpable, una de las últimas veces que él y Gabe estuvieron a solas. Recordó la forma en que había entrado al cuarto para descubrir a Gabriel acostado de espaldas en la cama, una sonrisa traviesa mientras se tocaba. ¿Y qué tal si fuera Alan?, pensó, sintiendo la boca repentinamente seca y una oleada caliente extenderse desde su estómago, los jeans de repente más apretados-. Lo siento -agregó, agradeciendo que su voz no sonara como un jadeo.


-Es terrible que te disculpes, sabes. ¿Puedes salir?


Mike asintió para sí mismo y abrió la puerta. Alan estaba sentado al lado de la puerta y le dedicó una sonrisa nerviosa al verlo salir.


-Mira, lo que pasó -empezó a explicarse-, es normal. Me gustas y me estabas besando, es normal que reaccione, no significa que vaya a hacerte nada, no tienes que asustarte, ¿bien? O sea yo...


Mike lo observó mientras hablaba rápidamente y metía los dedos en su cabello, escuchándose cada vez más irritado y sintió la culpa embargarle. Él no tenía que estarse disculpando, debía ser al revés y el que Alan lo pusiera en primer lugar hizo que su corazón se acelerara.


-Está bien -le interrumpió, sentándose a su lado-. Yo soy quién debe disculpare, no debí salir corriendo. Quiero decir, no sé si pueda... todavía, pero está bien. Enloquecí un poco, fui un idiota -se disculpó, esbozando una sonrisa.


Alan suspiró. Hubiera sido genial que Mike contestara a su perorata diciendo que también él estaba excitado, pero supuso que era mucho pedir, pero su enfado se evaporó cuando Mike tomó la mano que él mantenía en el piso y entrelazó sus dedos, sus mejillas coloreándose un poco.


-Yo... -empezó, sin saber si debía seguir hablando o no. Pero quería explicarse, al menos-. No he pensado mucho en eso, pero no es por ti. No es que no...


Se interrumpió, mirando sus manos unidas en el piso. Alan permaneció en silencio, esperando, aunque se imaginaba qué era lo que venía. Por la forma en que Mike se removió, incómodo, a ninguno de ellos le gustaba lo que estaba a punto de decir.


-Me gustas -dijo, al fin-. Bastante.  Pero no lo pensé antes porque... porque tenía que pensar en Gabe si lo hacía -dijo, al fin, en voz baja. Sintió que Alan soltaba su mano y se preguntó si era bueno seguir hablando. Pero si había algo que detestaba de Gabriel era su manera de no hablar y él no iba a hacer lo mismo. No a Alan-. Él fue... bueno, ya lo sabes. 


-Sí, lo sé -Alan retiró su mano, ubicándola sobre sus rodillas. Quería levantarse de allí y dejar de escuchar a Mike-. Aún no lo superas, ¿verdad?


Mike consideró la pregunta un momento. Ya no sentía por Gabriel lo mismo que antes, sabía eso, pero tampoco podía borrarlo, ni a todo lo que pasaron, tan fácilmente.


-No es eso -contestó. Apoyó la cabeza en el hombro de Alan, deseando más que nada no haber reaccionado de forma tan infantil, para evitar esta charla-. ¿Estás enfadado?


Alan sonrió. Supuso que en algo contaba el que Mike tratara de explicarse, en vez de sólo evadir la cuestión.


-Creo que habíamos quedado en que debía enfadarme más seguido, considerando la manera en que te disculpaste antes -bromeó. Mike rio suavemente, volviendo a buscar su mano.


-Gracias -susurró, apoyando los labios sobre el hombro de Alan.


---


Wade cerró el libro que leía, frunciendo el ceño. Las últimas dos semanas, Gabriel lo había evitado y a él se le estaba acabando la paciencia. No es como si “evitara” cualquier contacto con él, pero notaba la forma en que desviaba la mirada cuando lo tenía cerca o siempre estaba ocupado o se lo quitaba de encima cuando trataba de abrazarlo. O, como ahora, que había entrado a la biblioteca y se había sentado al lado de Ericka. Se preguntó qué demonios le pasaría y porqué no confiaba en él lo suficiente como para contárselo. No quería ir preguntar, al menos no aún. Se levantó, suspirando y se acercó a la mesa de Ericka, dejándose caer en la silla a su lado.


-¿Por qué esa cara? -preguntó ella, observando su ceño fruncido.


-Me estaba preguntando porqué dos de mis amigos parecen abandonarme durante nuestras sesiones de estudios. ¿Quieres que desapruebe, Ericka?


Ericka sonrió en respuesta. Ella sabía a qué venía esa queja y sabía que no tenía nada que ver con ella, la forma en que Gabriel desvió la mirada era señal suficiente.


-Gabe pensó que no querías que interrumpieran tu lectura.


-No quiero, pero lo prefiero a desaprobar. ¿Puedo quedarme, verdad? -preguntó, mirando a su amigo.


-Nadie te dice lo contrario -contestó Gabe, sin desviar la atención de su celular.


-¿Qué estás leyendo? -preguntó Ericka, agachando el rostro para ver la portada y bufando acto seguido-. ¿Sigues con Juego de Tronos?


-Es el último. No he tenido mucho tiempo con las clases y tener que salir los fines de semana -se explicó.


-Al menos deberías leer lo que nos dejan en las clases, ¿no crees? -señaló ella. Wade chasqueó la lengua, quitándole importancia a sus palabras.


-Las he leído ya. Y tengo medio hecho el trabajo de literatura. Algo sobre la diferencia entre los futuros distópicos de Orwell y Huxley.


Ericka enarcó una ceja.


-No me digas que también has respondido una encuesta virtual sobre a qué casa perteneces o quién eres, por favor.


-¿No te gusta Juego de Tronos, verdad? -preguntó Wade. Ericka se encogió de hombros, sin comprometerse a contestar, lo que causó que Wade sonriera-. No te gusta. No te preocupes, no lo he hecho. Pero creo que no sería nadie, todos son tan responsables y eso...


-Creí que quedamos en que tú eras Cersei -intervino Gabriel. Ericka dejó escapar una risa entre dientes.


-¿Y tú eres Jaime? -preguntó a Gabe, sin poder contenerse, esbozando una sonrisa de burla. Wade pareció confundido un momento, antes de asentir.


-Ah, claro. Un idiota que cree en el amor -comentó. Gabriel negó con la cabeza, al menos, no había captado el verdadero doble sentido de las palabras de Ericka.


-Lo que sea, ya terminé -dijo, poniéndose de pie-. Que se diviertan.


-Vamos, no hay necesidad de enfadarse -Wade alzó el rostro para mirar a su amigo, pero lo único que obtuvo fue un golpe no muy suave en la cabeza, que le hizo fruncir el ceño. Se volvió hacia Ericka, irritado-. ¿Sabes qué demonios le pasa?


-Si tú no lo sabes, porqué lo haría yo -contestó ella. Pero Wade estaba acostumbrado a mentir y reconocía las mentiras, y ella estaba mintiendo-. Además, ¿cuál es el problema? Todo el mundo tiene cosas de las que no les gusta hablar.


-Sí, pero no soy todo el mundo -murmuró Wade, entre dientes. Ericka negó con la cabeza. Siempre le había parecido extraña la manera de ser de ambos, la forma en que consideraban que el otro no podía mentirles-. Y sí tú lo sabes, ¿por qué yo no?


-No sé nada.


-Claro que no -ironizó él.


-No es mi secreto para contar, Wade. Lo siento. Si quieres saber, pregúntale. Además, no es como si tú me contaras todo lo que haces.


-¿Qué quieres saber? -preguntó. Ericka bufó, pero Wade le regresó la mirada y ella notó que hablaba en serio. Tomó su mano, examinando la palma.


-Para empezar, esto. ¿Desde cuándo tienes las manos de alguien que trabaja?


Wade sonrió. Esperaba una pregunta más difícil.


-Estoy aprendiendo a disparar -contestó, ignorando la mirada incrédula que su amiga le dirigió-. Ya sabes, por cierto asunto traumático que me pasó. Por eso es que me voy los fines de semana. Ahora, tú, ¿qué sabes de Gabe que yo no? ¿Qué demonios es tan malo que no puede decírmelo?


-Pregúntale -dijo ella, poniéndose de pie-. La solución más simple es la correcta, Wade.


Wade bufó. Preguntarle era lo que intentaba evitar, pero parecía que no tenía otra opción. Se levantó, caminando hasta el cuarto. Ericka tenía razón, lo mejor era averiguar qué pasaba de una sola vez. Se tendió en la cama de Gabriel y espero, terminando de leer mientras tanto, hasta que éste apareció.


-Fuera de mi cama -espetó Gabriel, al observarlo.


-Vaya, también te extrañé -ironizó Wade, sin moverse. Lo normal sería que Gabriel se acercara y se acostara junto a él, o le obligara a pararse, pero se limitó a cruzarse de brazos, suspirar y dirigirse al escritorio-. ¿Qué demonios te pasa?


-Nada -contestó Gabriel-. Quiero dormir y estás en mi cama, qué más puede pasarme.


Wade se levantó, acercándose a él y recargando su peso en la mesa.


-Mientes. Te conozco, Gabe. Y no sólo me estás mintiendo, me evitas. Ahora, deja esa mierda y dime qué demonios te pasa.


Gabriel alzó la mirada, encontrándose con los ojos grises de su mejor amigo. Le había prometido que no le guardaría ningún secreto, pero cómo tenía que decirle que lo evitaba porque estaba tratando de quitarse de la cabeza las ganas de besarlo.


-Te enfadarías -murmuró, a sabiendas que Wade no dejaría el tema hasta que obtuviera una respuesta. Podría enfadarse y si había algo que le molestaba más que un Wade deprimido, era un Wade enfadado con él.


-Estoy bastante enfadado ahora, te lo juro.


-Tal vez me odies.


-¿Qué hiciste? ¿Quemaste mi versión autografiada de Harry Potter? ¿Tu perro se comió uno de mis libros? -Gabriel desvió la mirada, sin responder. Wade se movió, inclinándose y posando las manos en sus hombros, acercando su rostro al de su amigo para evitar que éste evitara mirarlo-. ¿Qué diablos pasa, Gabe? Eres mi hermano, nunca te odiaría.


Gabriel se mordió los labios, enfadado con Wade y consigo mismo. Él tenía razón, era su hermano y por eso no podía ni quería contarle lo que pasaba por su cabeza. Porque ahora lo tenía cerca y no podía evitar desviar la mirada a sus labios y no entendía cómo Wade no se daba cuenta. Trató de desviar el rostro, pero Wade llevó una mano hacia su mejilla, forzándolo a permanecer inmóvil.


-Odio cuando haces eso -murmuró-. No hay nada que no puedas decirme.


-Me gustas -soltó Gabriel, sin pensar. Cuando lo dijo, notó la mirada de confusión de Wade, como si no le hubiera escuchado bien y quiso retractarse, cambiar el tema antes que algo más pase, pero estaba cansado de mentir. Tal vez, diciéndole la verdad, Wade lo dejaría en paz. Tal vez al fin estaría en paz en lo que quedaba del maldito año-. ¿No vas a decir nada?


-¿Qué? -preguntó Wade. Dudaba haber escuchado bien.


-Me gustas, imbécil -espetó Gabriel, enredando una mano en el cabello de su amigo, sin saber si era para alejarlo o tirar más de él más cerca.


-Bonita forma de tratar de cambiar el tema -murmuró Wade-. Ahora, la verdad, por favor.


-¿Qué demonios...? ¡Es la verdad! ¡Es lo que querías saber! -exclamó, empujándolo y poniéndose de pie. Paseó por el cuarto, pasando una mano por su cabello. Wade lo observó, incrédulo. Gabriel no podía referirse a eso. No podía.


-Tú quieres a Mike -murmuró. Al menos, eso causó que Gabriel se detuviera, clavando los ojos al piso.


-Lo hago -afirmó. Wade empezó a sonreír, aliviado, pero Gabriel alzó los ojos y la expresión desolada que vio en ellos le borró la sonrisa-. Lo quiero, no sé cómo dejar de hacerlo. Y no sé porqué y aunque he tratado, Wade, te lo juro que he tratado, tampoco sé cómo dejar de pensar en ti. Y tú no ayudas.


-Mientes -dijo, esbozando una sonrisa nerviosa-. No puedes... ¿cómo? ¿Qué quieres, exactamente?


-Dejar de sentir esto en primer lugar -susurró Gabe. Dejó de dar vueltas y se sentó sobre sobre la cama, con las manos en las rodillas. Sin pensarlo demasiado, Wade se unió a él. Aún esperaba que Gabe dijera que era todo una broma.


-¿Vas a quedarte callado? -preguntó, cuando pasaron varios minutos sin que Gabriel dijera una sola palabra-. Entonces, ¿me amas o algo?


Gabriel alzó la cabeza, parpadeando. ¿Amor? ¿Por Wade? Se hubiera reído de no ser porque Wade estaba cerca, los ojos grises fijos en su rostro y sus labios más cerca de lo que los había tenido en semanas. Se imaginaba que si lo decía en realidad, no, sólo quiero besarte, Wade reaccionaría muy mal. Por otro lado, dudaba que en serio dejara de hablarle o de ser amigos. Y mentirle siempre era peor y más cansando.


-No es así -contestó, rascando su nuca. 


-Acabas de decir que te gusto, Gabriel.


-Sí, pero no es amor. No quiero salir contigo.


Wade le miró, enarcando una ceja. Gabriel volvió a mirar sus manos, jugando con ellas, la culpa tangible en su expresión.


-Es más físico -murmuró en voz baja. Se aventuró a mirar a su amigo, que seguía pareciendo confundido. Gabriel sólo agradecía no estar escuchando gritos o recibiendo un golpe ahora mismo. Seguramente la calma no duraría mucho-. Me gusta tu... -se interrumpió, haciendo un ademán con la mano y señalando a su amigo.


Wade pasó una mano por el rostro, preguntándose qué demonios estaba pasando. Porque ése no podía ser Gabriel confesándole que él le gustaba, físicamente. Porque al parecer no había amor en eso, conocía a su amigo y la manera en que lo había mirado cuando le sugirió el amor quería decir claramente que ni siquiera lo consideraba. Pero aparentemente sí consideraba el resto.


-Vaya, Gabe -dijo, y se sorprendió de lo belicosa que sonó su voz-. Siempre dije que me querías por mi cara bonita, pero pensaba que era sólo yo bromeando.


A Gabriel le gustaría responder con una broma, decir que en realidad consideraba que era tan feo que le daba pesadillas, lo normal, pero es incapaz. Estando tan cerca, en lo único que puede pensar es en cómo se sentirán esos labios contra los suyos, así que se acerca, sin dar tiempo a Wade reaccionar, y le besa. Sus labios están fríos y no responden como la primera vez, no es nada como la primera vez, no hay una lengua que responda a su lengua cuando la mete entre los labios entreabiertos. Después, lo que siente es un empujón y Wade saltando de la cama, una mano cubriendo sus labios, mirándole con ojos grandes y asustados. Su expresión resultaría divertido, de no ser porque Gabriel no es capaz de pensar en nada divertido en ese momento.


-No me toques -dijo Wade, cuando Gabriel hizo el amago de acercarse a él, estirando una mano en su dirección. Gabriel se encogió en el sitio, sin poder creerlo del todo. De todas las cosas que había esperado, un golpe, gritos, más de un golpe, burla incluso, lo que no esperaba era ese tono de voz sin emociones y ese absoluto rechazo reflejado en la manera en que su amigo retrocedió cuando él volvió a intentar acercarse. 


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