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West Lake por Hisue

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Notas del capitulo:

Estaba pensando si subir o no capítulo de fin de año... mi casa está llena de gente por las fiestas y no puedo escribir tanto como quisiera y estoy enferma, así que me paso el día leyendo manga. No lo dije porque olvidé que no podría publicar después, pero feliz navidad atrasada. Y feliz año nuevo, espero que la pasen bien, que les vaya mejor que el año anterior y que sigan por aquí, a pesar de todo :)

Se les quiere, gente! Enjoy!

 

Capítulo 86

 

Habían pasado dos semanas y Gabriel entró al comedor suspirando, arrepentido de no haberse callado. Dos semanas desde que se reconcilió con Wade y ahora se arrepentía. No es que pudiera vivir con su mejor amigo molesto con él, pero empezaba a creer que era mejor que la alternativa. Se masajeó el cuello, acercándose a la mesa en la que Ericka comía.

-¿Por qué esa cara? -preguntó ella. Vestía un buzo y zapatillas y a Gabriel le extrañó hasta que recordó que se iba después la primera clase con el club de natación. Ericka no tenía que preocuparse por recuperar clases como sus compañeras, con lo inteligente que era, y el entrenador parecía encantado con eso.

Gabriel suspiró, otra vez. La respuesta era que desde que volvieron a ser amigos, Wade se metía en su cama, se colgaba de su cuello y no paraba de fastidiar. Si lo que pretendía era que olvidara lo que le pasaba con él, no estaba funcionando, aunque tal vez pensaba que mostrar su fastidiosa personalidad ayudaría a que la atracción que Gabe sentía por él se desvaneciera. Y funcionaría, de no ser porque junto con las ganas de asfixiarlo también se quedaba viendo sus labios y sintiéndose incómodo por su cercanía.

-Hola, Ericka -saludó Wade, sonriendo. Se apoyó en Gabriel, rodeando su cuello con los brazos-. ¿Me extrañaste? No contestes, sé que sí.

-Éste pasa -contestó, frunciendo el ceño al ver que Ericka reía-. No tienes que dar el examen, ¿o sí?

-Voy a clase sólo por el examen-contestó ella, mientras Wade le robaba el vaso de chocolate a Gabriel-. Regreso en dos días, espero que no se maten mientras tanto.

-No te preocupes por eso -contestó Wade-. No voy a enfadarme para no tener que ir corriendo a salvarlo cuando se quiera suicidar, otra vez.

-¿Salvarme? Tal y como lo recuerdo ése fue Mike -murmuró Gabriel. Desde ese día, ya no se sentía tan mal al decir su nombre o pensar en él, como si su perdón hubiera sido lo que necesitó todo este tiempo. El problema es que tan mal, no era igual a para nada mal. Seguía odiando ver a Garton, y hablando del diablo, vio a Alan detenerse y enarcar una ceja, inquisitivo.

-No te preocupes, Garton -respondió Wade en su lugar, posando una mano en su cabeza-. Eso pasó hace milenios, y ahora lo estoy entrenando para que deje de ir detrás de pequeños novatos aburridos. ¿Verdad, Gabe?

-No entiendo porqué somos amigos, Wade, de verdad -suspiró. Garton esbozó una sonrisa sin querer, antes de seguir su camino hacia su mesa, que sólo Ericka notó porque sus dos amigos seguían muy ocupados en molestarse mutuamente.

-Ya no te funciona eso, cariño -bromeó Wade, con un falso tono agudo-. Sé que me amas, estaba allí cuando lloraste y te deprimiste por mí.

-Por favor, ve a fastidiar a Harris -replicó Gabriel, cubriendo su rostro con una mano.

-No puedo. Te deprimirías.

Gabriel dejó caer la cabeza en la mesa, preguntándose exactamente porqué le gustaba Wade. Era sólo retórica, sabía porque le gustaba. Algunas veces tenerlo cerca, oírle susurrar en su oído y ver sus labios a un palmo de distancia era insoportable, pero en general... porqué le dolía tanto tener a esa idiota lejos, no era algo que entendiera.

-Si escucho deprimir otra vez, te mataré.

-¿Y resignarte a vivir sin mí? -Wade rio antes de posar un brazo sobre la espalda de Gabriel, inclinándose para hablar en un susurro-. Por cierto, ya tengo todo listo, ¿empezamos hoy?

Gabriel le sonrió, asintiendo levemente y Wade chocó sus tazas, brindando.

-¿De qué hablan?

-Es un secreto -le contestó Wade, posando un dedo en sus labios. Ericka los miró a ambos alternativamente, sabiendo que no obtendría respuesta, pero sospechando algo.

-Vale -aceptó, al final, levantándose de la mesa. Buscó a Katherine con la mirada y la encontró sentada junto a Julie, como solía estar las últimas semanas. Le molestaba un poco que su mejor amiga pasara más tiempo con Julie que con ella, pero no se podía hacer nada, quedaba un mes para la final estatal de natación y ella quería ganar. Se dirigió al aula y llegó primero que todos, preparando sus lápices para el examen y no hizo caso de nada hasta que tuvo el papel entre sus manos y comenzó a responder. Tenía apenas una hora para alcanzar al resto del equipo y podría fallar el examen y darlo después, pero eso no iba con ella.

Terminó en cuarenta y cinco minutos, entregó el papel, sólo seguida por Julie, que también parecía ansiosa por salir. Se encontraron en la puerta del colegio, Julie amarrándose las zapatillas.

-¿Haces ejercicio? ¿Tú?

-Fue tu culpa que todos los miembros de clubes tengan que mantener una puntuación regular en todo. Física es en lo único que fallo.

-Pensé que no estabas en ningún club.

-No, pero al profesor le pareció muy injusto que los deportistas deban mantener un promedio y los nerds no. Gracias por eso.

-Te hará bien -contestó Ericka, pasando por alto el sarcasmo. Se acomodó la mochila y no dio un paso más porque sintió dos manos en sus hombros y giró el rostro, notando a Gabriel y Wade allí.

-Buena suerte -dijo Gabe, sonriendo.

-¿El examen?

-Nos hemos matado estudiando, no tendremos un perfecto, pero aprobaremos. Ya lo verás cuando regreses -replicó Wade, guiñando un ojo. Ericka sonrió. No es que necesitara de sus ánimos, pero se sentía bien tenerlos.

-No se maten mientras no estoy -repitió, alejándose hacia el bus que la esperaba.

---

-Entonces, podría hacerme un tatuaje -comentó Katherine, de forma casual, mientras caminaba detrás de Julie.

-Primero chicas y ahora un tatuaje -murmuró Julie-. Mientras no menciones drogas, supongo que está en mi límite de tolerancia. 

-No seas así -hizo un puchero, que Julie ignoró-. ¿No tienes curiosidad?

-En absoluto -Julie abrió la puerta del cuarto de Mike y se dejó caer en el piso. Alan estaba allí, pero aunque bufó, no las echó. Estaba a punto de burlarse y decirle lo suave que se había vuelto, pero Katherine empezó a hablar.

-He visto muchos modelos -dijo, sacando el celular y mostrándole fotos a Julie-. E incluso hay una aplicación que permite ver cómo te quedarían.

-Y en realidad no me importa -bufó, mirando al techo. Era la mejor manera de escapar de la mirada de cachorro herido que Katherine le dirigía en ese mismo instante.

-¿De qué hablan? -preguntó Alan, curioso a su pesar.

-De tatuajes.

Alan las observó un rato, antes de tomar un lapicero, sonreír y acercarse a ellas.

-Bueno, podríamos probar uno -sugirió, girando el lapicero entre los dedos

Cuando Mike llegó al cuarto, encontró a Katherine sentada sobre la cama de Alan, con este a su lado, dibujando algo en su brazo. Pidió una explicación en silencio a Julie, que los miraba fingiendo desinterés. 

-Tatuajes -fue la respuesta de Julie-. Primero le gustan las chicas, ahora quiere tatuajes. No sé, Kathy, pero creo que el tiempo lejos de Ericka no es beneficioso para ti. Lo digo como amiga. Dentro de poco te teñirás el pelo de negro y te raparás la mitad de la cabeza.

Katherine rio entre dientes, sin sentirse ofendida en absoluto. Empezaba a acostumbrase a sus sarcasmos. Al menos ella no era tan hiriente como su hermano lograba ser.

-Entonces, antes de hacerme uno -dijo Katherine, mirando a Mike y tratando de permanecer lo más quieta posible-, Alan está dibujando algo para ver cómo se ve antes. No es como si pudiera hacerlo de todos modos, mi madre me mataría.

-Tenemos una niña rebelde aquí, Mike, y tú eres el más sensato de nosotros, dile algo -Mike sonrió, acercándose al escritorio y mirando a Alan mientras caminaba. Éste tenía la lengua entre los dientes, concentrado mientras cambiaba de lapicero y terminaba de dibujar algo que lucía como una flor-. Lo olvidaba, la persona más sensata anda de novio. Sólo quedo yo contra el mundo.

-Deja de hacerte la dramática -replicó Alan, sin dejar de dibujar-. Tú sigues, por cierto.

-Soy una persona sensata -replicó Mike-. Sólo me sentaré y haré mis tareas.

-Sales con Alan, eres lo menos sensato que existe.

Alan se echó a reír, de buen humor y sintió la mirada de Mike en su espalda. Dejó de dibujar y se giró, esbozando una sonrisa conciliadora.

-Hice mis tareas ya -dijo, sabiendo que debía ser esa la razón por la que Mike le miraba algo enfadado. Odiaba que dejara sus responsabilidades de lado-. Están en el escritorio, ¿podrías revisarlas?

-No sé porqué te ayudo, en serio -murmuró, quitándose la mochila y caminando hacia el escritorio. No lo decía en serio y pronto se concentró en hacer sus tareas y revisar las de Alan, marcando las que debía corregir luego.

-Terminé -anunció Alan, dejando que Katherine se pusiera de pie. Ella buscó un espejo y se miró el brazo, sonriendo al ver los pétalos de una flor pintados en rojo y los espirales en el tallo-. Es una orquídea, no pude pensar en nada más.

-¡Es hermosa! -exclamó, regresando a la cama y besando a Alan en la mejilla. Mike los observó, sonriendo, mirando a Julie que delineó la palabra “celoso” en sus labios y bufó. Conocía a Katherine, y no era tan infantil como para sentir celos de un simple beso-. ¡Tu turno, Julie!

Julie se negó por unos minutos, pero terminó aceptando al ver que Katherine pensaba seguir insistiendo y haciendo ruido, aunque amenazó con no aceptar ninguna flor. Alan asintió mientras ella se quitaba la chaqueta y miraba el suéter que traía debajo. Se subió la manga y le ofreció el brazo a Alan, tamborileando con la otra mano mientras éste dibujaba en su piel. Cuando terminó, Mike ya había terminado sus deberes y Julie tenía un patrón tribal que empezaba en el dorso de su mano, se curvaba al llegar a su muñeca y subía hasta su antebrazo.

-Quiero algo como eso -se quejó Katherine. Mike se acercó a mirar, sonriendo a Alan.

-Te salen bien -comentó, ganándose un guiño en respuesta.

-Hey, podrías dedicarte a esto -dijo Julie, complacida-. De no ser porque mancharía mis camisetas, lo mantendría.

-Bueno, siempre puedo ordenar tinta y una pistola y hacerlo permanentes, Julie.

-En tus jodidos sueños, Garton.

Cuando ambas se fueron, aún luciendo los dibujos en la piel, Alan se volvió hacia Mike, enseñándole un lapicero y guiñando un ojo.

-Tengo un poco de tinta por gastar, ¿no quieres que te dibuje algo?

-Estoy estudiando -se negó Mike, retrocediendo hasta el escritorio. No tenía nada en contra de los tatuajes, y en realidad quería probar, pero era divertido discutir con Alan.

-Vamos, no seas aburrido, no tardaré.

-Bueno, como quieres. Pero deberías preocuparte por tus propias tareas -le riñó. Alan suspiró.

-No creo que todas estén mal, ¿o sí? -contestó, con la vista fija en el techo y pensando en algún dibujo que se viera bien en Mike-. Ya me lo dirás cuando termine de dibujarte -agregó.

-Promete que no dormirás hasta que yo diga que están bien hechas -dijo, tratando de acallar la curiosidad por saber qué dibujaría para él, después de ver la flor de Katherine y el grabado tribal en el brazo de Julie. Se quitó el suéter, sentándose en la cama. Alan se levantó y le sonrió, luciendo pensativo por un momento.

-Te encanta darme órdenes, ¿verdad? -le susurró, inclinándose para hablarle al oído, complacido al ver el tono rojizo que adquirieron la punta de sus orejas-. Quítate la camiseta -ordenó, bajando de la cama para buscar más lapiceros.

-¿Para qué? -preguntó, sintiendo los dedos de Alan en el borde su espalda. Se le escapó una risita mientras Alan tiraba de su camiseta hacia arriba.

-Porque quiero dibujar en tu espalda -contestó, llevando una mano a su barbilla, al fin decidiendo el diseño.

Mike volvió a sentarse, esperando. Lo siguiente que sintió fue la mano de Alan en su espalda y el roce del lapicero contra su piel. No había forma de saber qué estaba dibujando y se relajó hasta que el lapicero subió a su cuello, clavándose suavemente en su piel mientras Alan dibujaba. Mike ladeó el rostro, haciéndole espacio.

-¿Qué estás dibujando? -preguntó, un poco cansado de no poder moverse.

-Nada, en realidad -contestó Alan, mintiendo-. Algo como lo de Julie.

Se alejó un momento para observar los trazos en negro sobre la piel de Mike y luego pasó un dedo por debajo del dibujo. Quería besarlo más de lo quería seguir dibujando y cuando Mike dejó escapar un suave gemido ante el roce de sus dedos, lo hizo. Apoyó los labios en su nuca, lamiendo la piel, complacido al sentir la manera en que Mike se estremeció.

-Pensé que estabas dibujando -murmuró Mike, tratando de permanecer quieto, a despecho de la forma en que los labios de Alan recorrían su piel y de no gemir.

-Eso hago -Alan cogió el lapicero, volviendo a dibujar, deteniéndose de vez en cuando para besar la piel a su disposición.

Mike trató de no pensar en nada. El roce del lapicero sobre su piel combinado con los labios de Alan en su hombro y más abajo, con dedos delineando su piel, le empezaban a excitar. Un gemido escapó de sus labios, sin poder contenerlo, cuando Alan dibujó una línea de forma rápida y casi dolorosa sobre su piel.

-Eso dolió -se quejó, aunque el dolor era en lo que menos pensaba.

-No te muevas -le susurró Alan en respuesta y él notó que su voz estaba ronca sin razón aparente-. Ya casi está.

Mike se mordió el labio. Estaba duro en sus jeans y no sabía exactamente desde cuándo, demasiado consciente del cuerpo de Alan detrás de él.

-Creo que si te acuestas podré terminar, sólo falta un par de plumas.

-En serio, ¿qué dibujas? -preguntó, aunque no protestó y se acostó, pensando en lo mala idea que era hacerlo cuando Alan se sentó a horcajas sobre él, inclinándose para dibujar en la parta baja de su espalda. En un momento, cuando él se movió, pudo sentir el miembro de Alan duro contra una de sus piernas y ahogó un gemido, esperando que esta tortura termine pronto y, a la vez, deseando que Alan hiciera algo más que los casuales besos. Sentía su propio miembro atrapado entre su ropa y la cama y se sonrojó al sentir la tentación de moverse, buscar algo de fricción que le aliviara.

-Está listo -anunció, inclinándose sobre él-. Voy a tomarle una foto, no te muevas.

Pero antes que pudiera moverse, Mike giró el rostro y un brazo, tirando de él para poder besarlo. Desde su discusión por Gabe, sentía a Alan distante, y no creía desaprovechar esta ocasión, cuando lo sentía tan cercano y cuando había podido sentir su excitación sobre su piel. Cuando se separaron, Alan consideró moverse. Era un buen dibujo, se veía bien en Mike y quería guardarlo para la posteridad, pero su celular estaba en su mochila, lejos de la cama y más importante, Mike lo estaba mirando con la respiración agitada y los labios húmedos, el cabello revuelto y con las marcas que él había hecho recorriendo desde su cuello hasta su espalda. Se inclinó y besó su cuello, esquivando el dibujo.

-Si no le tomo una foto ahora, se va a arruinar -murmuró, contra su piel. Mike se giró, tratando de controlar su respiración, sin creer que Alan estuviera más preocupado por el dibujo, cuando incluso su curiosidad por saber qué era había muerto a favor del deseo.

-Me lo harás de nuevo -susurró, volviendo a atraerlo para un beso. Era lo que quería. Lo había sentido tan lejano esos días, sólo quería sentirlo cerca, sentir que Alan lo seguía queriendo. No sabía cuándo, pero se había acostumbrado a saber que Alan lo quería, a sus sonrisas, a sentirse especial para él y extrañaba eso. No quería que dudara.

Alan se dejó llevar, complacido. Era muy raro ver a Mike así, siempre solía sonrojarse y escucharlo gemir sin pudor le estaba quitando el poco control que tenía. Apretó los dientes, llevando una mano hasta el abdomen de Mike, acariciándolo y resistiéndose a ir más lejos, porque estaba seguro que no podría contenerse. Con un esfuerzo, se quitó de encima de Mike, aunque no tardó en atraerlo y se besaron así un rato, acostados uno al lado del otro.

Mike jadeó. Había perdido la cuenta del tiempo que llevaban allí, haciendo nada más que besarse, pero la mano de Alan seguía en su abdomen, sus dedos dibujando círculos en su piel, bajando apenas para rozar el principio de sus jeans y quería más. Se sintió sonrojar, mientras Alan se separaba de sus labios y apoyaba su frente en la suya, respirando agitado. Mike le vio a los ojos un momento, antes de bajar la mirada hacia su mano y Alan hizo lo mismo.

-Dime si quieres -susurró, deslizando un dedo debajo de sus jeans. Mike asintió, sintiendo su rostro arder, pero entonces Alan deslizó la mano hacia su espalda y más abajo, enfatizando exactamente lo que quería-. ¿Estás seguro?

Mike se demoró un momento en contestar. Pensaba en eso, más de lo que debería y era una constante distracción ahora que sabía cómo se sentía el miembro de Alan sobre sus dedos. En vez de hablar, llevó una mano a su entrepierna y le acarició, asintiendo nuevamente. Alan volvió a besarlo, tirando de Mike para poder tenerlo sobre él, ambas manos en sus glúteos, jadeando cuando se animó a bajarle los jeans y Mike ocultó el rostro en la curva de su cuello, algo avergonzado al recordar que no tenía nada que pudieran usar cerca. No había tenido caso seguir guardando lubricante y condones cuando lo único que quería era olvidarse de Gabe. Estaba a punto de comentarlo, se movió para verlo a los ojos, pero entonces Alan le tocó los labios con un dedo, pareciendo inseguro.

-¿Puedes...? -susurró, dejando la pregunta a medias y presionando el dedo sobre los labios entreabiertos de Mike. Éste asintió, no confiando en sí mismo para hablar y abrió los labios un poco, sonrojándose cuando Alan metió un dedo a su boca y le acarició el interior.

-Eso es raro -murmuró, dejando ir el dedo.

-¿Raro en el mal sentido?

Mike bajó la mirada, antes de lamer el dedo nuevamente.

-Raro bueno -susurró. Alan maldijo en voz baja, llevando la mano libre al cabello de Mike, atrayéndolo para poder besarlo. Era demasiado tenerlo así, y tener que limitarse, porque quería estar seguro que estaban en la misma línea y no quería asustarlo. Lo besó hasta que sintió que las manos de Mike se colaban entre sus cuerpos, hasta su entrepierna. Sintió sus dedos rodearle, empezar a acariciarle y gimió en su boca, lamentando no tener ni un jodido condón cerca, aunque le dejó de importar cuando logró penetrar a Mike con un dedo y lo notó arquearse, mordiéndose los labios antes de besarlo otra vez.

-¿Sigue siendo bueno? -preguntó. Mike detuvo sus besos y apoyó la frente en la cama, al lado de la cabeza de Alan. Le avergonzaba contestar, incluso ahora-. ¿Michael? -insistió Alan.

-Sí -susurró, volviendo a besarle el cuello. Se sentía bien, pero no lo suficiente-. Más -pidió, agradeciendo que, al menos, Alan no pudiera ver su sonrojo.

Cuando Alan tuvo tres dedos dentro de su cuerpo y tocó, al fin, el punto que le hizo estremecer, Mike se tuvo que morder la lengua para no pedir algo más, concentrándose en vez de eso, en sentirlo, escuchar sus gemidos y la manera en que sus miembros se rozaban cuando él se movía adelante y atrás contra los dedos de Alan.

Lo hicieron así, Mike alternando besos en su cuello y su boca, acariciándole con una mano y  Alan jadeando al imaginar cómo sería tener su miembro en vez de sus dedos dentro del cuerpo de Mike, acariciando su cabello y sólo un lado de su espalda, porque a pesar de todo no quería arruinar el dibujo.

-Joder, Michael -jadeó. Lo único que lo detenía de darle la vuelta es que se mancharían las sábanas con tinta y que en serio le gustaba tener a Mike así, con las rodillas a ambos lados de su cuerpo, frotándose contra él, sonrojado y avergonzado, pero aún así sin parar de moverse, de besarlo-. Eres tan...

-Te quiero -le interrumpió Mike, tomándolo por sorpresa. Se detuvo un momento, mientras Mike se dejaba caer en su pecho, respirando agitado. Alan se giró, apresándolo entre su cuerpo y la cama, maldiciendo entre dientes mientras retiraba los dedos del cuerpo de Mike y lo besaba. No había forma en que ninguno de los dos pudiera resistir mucho más, Alan rodeó ambos miembros con una mano, sin dejar de besar a Mike, hasta que lo sintió correrse entre sus dedos, los gemidos ahogándose en su boca y el sólo sentirlo y tenerlo así fue suficiente para que él llegara al orgasmo también.

-Date la vuelta, Mike -pidió, unos minutos después, bajando de la cama. Mike, agotado, se giró sin pensarlo demasiado.

-¿Qué haces? -preguntó, adormilado, cuando Alan volvió a la cama.

-Tomaba una foto -explicó éste, sonriendo. Mike abrió los ojos, levantándose y a punto de enfadarse hasta que recordó que Alan estaba dibujando en su espalda antes que ambos empezaran a besarse-. Y lo hice con tu celular, así podrás ver el dibujo. Aunque me temo que se borró un poco.

Mike ahogó una risa al ver que estaba realmente preocupado por el dibujo y se acomodó en la cama, dispuesto a dormir. Alan le acarició el cabello, suspirando.

-¿No me vas a obligar a revisar las tareas?

-Mañana temprano -murmuró Mike, tirando de él para que se acostara de una vez.

Alan sonrió, acostándose a su lado, feliz al ver que Mike de inmediato se acercaba a él, acurrucándose a su lado. Miró la pantalla del celular un momento, admirando su propia creación, las plumas marcadas con color rojo en los bordes, algo difusas por el sudor de Mike, el cuerpo del fénix en su espalda y la cabeza que coincidía con el cuello de Mike. Era un buen dibujo.

---

-Hey, Harris segunda -Alan se acercó a la mesa de Elizabeth, sonriendo y se sentó sin preguntar. Raro como era, habían terminado hablando mucho de música y ahora casi cada día intercambiaban discos y charlaban-. ¿Qué tienes para mí hoy?

-Deja de hablar como si fuera tu proveedor de drogas -sonrió ella, abriendo su mochila-. Y, quiero aclarar, soy Harris número uno.

-Te pega, tienes razón -aceptó él. Elizabeth le tendió un disco y él examinó la portada-. ¿The velvet underground? No es exactamente metal.

-Sí, pero no pienso seguir hablando de música con alguien que no los aprecia. Escúchalo. ¿Qué tienes tú para mí?

-Black Sabbath -dijo él, tendiéndole un disco. Elizabeth no conocía mucho de metal, prefería el rock, pero se divertía intercambiando discos con Garton. No era algo que podía hacer con sus amigas, ni siquiera con Clay, cuyo gusto por los clásicos se quedaba en la superficie y solía ir de un género a otro, sin menospreciar ninguno. Últimamente, se había aficionado a un grupo de Liverpool, aunque ella sospechaba que sólo era porque el vocalista era su tipo, se veía problemático a morir y a su primo le encantaban los problemas.

-Prima -llamó Clay. Se detuvo al ver a Alan sentado junto a ella, antes de esbozar una sonrisa de burla-. Prima, nunca pensé que te gustaran las parias. Debes pensar bien con quien te relacionas.

-Mira quién lo dice. ¿No andas tú de perro faldero de ya sabes quién?

-Nunca me relacionaría con Voldemort -bromeó Clay, sentándose al lado de Alan-. Y la última vez que revisé, ese ya sabes quién no es para nada una paria, todo lo contrario.

-¿Necesitan hablar como si fuera un secreto? Todo el mundo sabe que pierdes la cabeza por Lorenz y que él te tiene corriendo por allí, sin hacerte caso -dijo Alan, sin dejar que la mención a su situación le afectara. En algún otro momento hubiera replicado, pero se sentía bien, obtuvo una buena nota en el examen, Mike amaneció a su lado en la cama. Nada podía arruinar su estado de ánimo, ni siquiera Harris.

Ambos Harris se miraron, esbozando una idéntica sonrisa.

-Disculpa a mi primo, le encanta meterse donde no le llaman. Y le encanta el drama -se disculpó Elizabeth.

-Lo he notado -contestó.

Elizabeth controló una risita, antes de seguir hablando del grupo, ignorando a su primo. Clay se quedó allí un rato, aburrido de escucharlos discutir sobre si Metallica era realmente la mejor banda de metal (Alan lo dudaba y Elizabeth había escuchado apenas unas cuántas como para tener una posición firme), hasta que notó que Gabriel se acercaba. Bueno, había pasado un tiempo desde que lo molestara, decidió, alzando un brazo.

-Hey, Gabe -llamó, moviendo la mano en alto para llamar su atención. Gabriel lo vio y frunció el ceño, pero se acercó a sabiendas que ese tipo era capaz de ponerse a gritar en frente de todo el mundo.

-Te he dicho que no me llames así -regañó al llegar. No tenía caso que se lo repitiera, pero no perdía la esperanza que en la obtusa cabeza de Harris entrara que no eran nada cercanos como para que lo ande llamando por diminutivos de su nombre.

-Pero tampoco quieres que te llame por tu apellido, me lo dijiste, ¿no lo recuerdas? -le contestó Harris. Gabriel todavía intentaba olvidar ese día, no necesitaba recordatorios-. ¿Cómo puedo decirte? ¿Cariño? ¿Cuñado?

-¿Qué demonios quieres Harris? -exigió, harto de escucharlo.

-Quería presentarte a Garton aquí, ya sabes que duerme con tu chico, ¿no? -se interrumpió, notando las ojeras en el rostro de Gabriel. No es que estuviera preocupado, pero tenía curiosidad.

Gabriel frunció el ceño, mirando a Alan esta vez.

-Nos conocemos. No sé si recuerdas, pero su padre envolvió al mío en un gran problema y como pago, perdió casi todo. No es venganza, pero no deberían jugar a enfadar un Barnett -dijo, aunque no pretendía que el insulto fuera para Alan. Clay lo entendió de todas formas y alzó las manos en señal de rendición.

-Tomo nota, Barnett -contestó Elizabeth, tirando de su cabello hacia atrás y esbozando una sonrisa-. Por el momento, no nos interesa enfadarlos, pero eso no implica que no lo hagamos si nos conviene. Incluso ese idiota allí es un Harris, aunque no actúe como tal.

Gabriel le sonrió, haciendo una reverencia con la cabeza, antes de marcharse. Elizabeth trató de hablar con su primo, pero éste ya había saltado del asiento y se alejaba, siguiendo a Barnett.

-¿Tu primo cambió de intereses? -preguntó Alan, viendo como Clay apoyaba una mano en el hombro de Barnett, hablando de algo en voz baja mientras ambos caminaban, inmune a la manera en que éste lo apartó de un manotazo.

-Le encantan los problemas. Y no le importa mucho en dónde los encuentre -contestó ella-. Ha sido así desde pequeño.

Elizabeth suspiró. Alan sabía que los padres de Clay murieron en un accidente cuando él era muy chico, pero él nunca lucía triste por eso y cuando lo contaba sólo decía que jamás los conoció. Aunque se mantenía llamando “prima” y “tíos” a Elizabeth y sus padres, en realidad ellos actuaban como si fuera su hijo e incluso el derecho de Elizabeth de heredar fue cedido a él, aunque ella no parecía resentir el hecho. Alan dudaba que le estuviera permitido preguntar, así que no lo hizo y regresó la charla a la música.

---

-¿Por qué demonios todavía me estás siguiendo? -preguntó Gabriel, deteniéndose al fin. Harris se apoyó en la pared, cruzando las piernas.

-Vamos, Gabe, los dos sabemos muy bien que puedes ser muy dulce si quieres, ¿puedes dejar de actuar así?

-Jódete, Harris -espetó, causando que Clay se mordiera el labio inferior y le recorriera con la vista.

-Planeaba algo por el estilo, pero esperaba tener compañía -contestó, causando que Gabriel retrocediera.

-Eso no volverá a pasar.

-Ya dijiste lo mismo una vez -señaló Harris, burlándose-. Y sabemos cómo terminó. Y realmente tengo ganas y no me darás a tu querido amigo.

-Hey, Gabe -Wade se acercó y se apoyó en el hombro de Gabriel, rodeándolo con un brazo, sonriendo a Harris-. Hola, Clay, ¿planeando algo sin mí?

-Trato de seducir a tu amigo, ya que tú no me haces caso. Dicen que la tercera vez es la mejor, quiero comprobarlo.

-¿Quién dice eso? -preguntó Wade, antes de notar que Harris dijo “tercera”-. Espera, ¿tercera vez? ¿Hubo una segunda? ¿Qué pasó con que era una plaga y sólo lo usaste por frustración una vez? -preguntó, separándose de Gabriel para poder mirarlo a la cara.

-¿Una plaga? -Harris sonrió-. Nada de eso, Wade, Gabe es exageradamente dulce en la cama.

-No me interesa escucharlo -dijo Wade, señalando a Harris con un dedo para indicarle que se callara-. Como sea, Gabe, Ericka ya regresó, ¿vamos a verla? Le debe doler esa clasificación en tercer lugar.

-Claro -contestó Gabriel. Wade se alejó al ver que su amigo no pretendía seguirlo por el momento.

-¿Podrías dejar de decir esas cosas? -pidió, tratando de controlar su furia. No es que a Wade realmente le importe si se acostaban o no, pero tenía suficiente con saber que había dormido con él dos jodidas veces, no quería exhibirlo por ahí.

-¿Y qué gano yo haciendo eso?

Gabriel chasqueó los dientes. Lo único que Harris quería era fastidiar, no habría nada que pudiera decir para convencerle.

-¿Mis gracias para siempre? -aventuró. Harris se acercó y le cogió del cuello de la camiseta, besándole antes que Gabe pudiera reaccionar.

-Me conformo con esa cara “te quiero matar y no puedo” que tienes ahora -le dijo, retrocediendo antes que Gabriel olvidara que no podía pelear en el colegio-. Nos vemos, Barnett.

Sacudiendo la cabeza, Gabriel se giró sólo para encontrar a Wade cerca de allí.

-No me gusta ese chico -murmuró, cuando éste se le acercó-. Digo, sería el más feliz si pudieras desear a alguien más o enamorarte de alguien y, ya sabes, olvidarte de mí y todo, pero creo que Clay sería un problema para tu paciencia.

Gabriel no contestó. No quería enamorarse de nadie más, si las cosas iban a terminar como con Mike. Si pudiera encontrar a alguien como Kristy, quien le gustaba lo suficiente pero sin llegar a ser doloroso, sería lo mejor. Y si pudiera olvidarse de ese estúpido gusto por Wade, mucho mejor. Wade tampoco hizo intento alguno por comenzar una charla, aunque compuso su mejor sonrisa cuando abrió la puerta del cuarto de Ericka.

-¡No nos matamos, Ericka! -anunció. Como ambos esperaban, Ericka no parecía satisfecha. Estaba sentada en la cama y se frotaba el pie izquierdo con una crema para el dolor.

-¿Has hecho ejercicio antes de venir aquí? -preguntó Gabriel.

-Sólo corrí un poco y me encontré con tu perro -contestó ella, sin levantar la mirada. Ambos chicos se miraron, esperaban a una Ericka molesta, pero ella lucía demasiado desaminada.

-No parece que fuera sólo eso -dijo Wade, sentándose en la cama al lado de la chica. Gabriel lo imitó, aunque él jaló la silla y se sentó en ella, observando a su amiga-. ¿De veras estás así por no quedar primera en la clasificación? Porque las otras chicas tienen ventaja sobre ti.

-Estaba pensando en eso -admitió ella, siguiendo con el masaje en su tobillo, antes de trepar un poco más sobre la cama y cruzar las piernas una sobre otra-. Pero no creo que esté en completa desventaja. Si lo pienso, desde que era chica me han tenido entrenando de aquí para allá, no para ser el futuro heredero, como tú, Gabe.

Gabriel decidió no decir que su padre sólo se volvió hacia él cuando perdió a Liam y asintió.

-Pero mi madre insistía en que debía tener “gracia” -siguió diciendo-. Y como sólo lograba tener algo de gracia nadando, entrené mucho. Hace años, claro. Lo único que me diferencia entre esas chicas y yo es que ellas le han puesto más empeño. Mi madre me hizo abandonarlo cuando no quise tener nada que ver con nado artístico. Como sea, no estaba pensando en eso.

Wade y Gabriel se miraron, ambos decidiendo sin decir nada que la dejarían hablar. Ver a Ericka en un estado cerca a la melancolía era extraño.

-¿Han visto a Katherine? -preguntó, de repente. Gabriel reparó en que ella no estaba por allí, y se extrañó. Solía ser la primera alentando a Ericka.

-Debe estar con Julie -murmuró Wade-. Las vi después de clases, son muy cercanas ahora. ¿Será que te dejó también? -preguntó a Gabriel, intentando que sonara a broma. Ericka se dejó caer en la cama. Katherine fue la que más insistió en que ella nadara, le compró un traje, incluso, pero cuando se fue dos días atrás no estuvo allí para despedirse y lo comprendió porque debía dar el examen, pero tampoco estuvo allí hoy para verla llegar. Ella también la vio con Julie, pero estaba muy cansada como para ir y decirle algo, sólo quería bañarse y cambiarse la ropa.

-Creo que los envidio a ustedes dos. Digo, se pelean y son todas unas reinas del drama con cosas que se solucionarían fácilmente si las hablaran -siguió diciendo, causando que Wade le golpeara suavemente en la rodilla. No le gustaba ser llamado reina del drama. Ericka soltó una suave risa antes de seguir-. A pesar de todo, siempre están juntos. Siempre son ustedes dos antes que el resto. Quisiera tener algo así.

Ericka se dejó caer en la cama, suspirando. Un tiempo atrás, no habría dicho nada sintiera lo que sintiera y se preguntó cuándo se había hecho tan cercana a ellos, incluso aunque sabía que entre su cercanía y la cercanía que ambos compartían, existían kilómetros de distancia.

-No deberías preocuparte. Katherine es una buena chica, y seguro regresará dentro de poco. Y, en serio, no deberías envidiar nada. Saber que un idiota como este es mi mejor amigo es deprimente casi todo el tiempo -dijo Gabriel, antes de levantarse de la silla-. No has ido al comedor, ni creo que tengas las tareas. Voy a traerlas.

-¿Y en serio ya estás bien con él deseándote y eso? -preguntó a Wade, cuando Gabriel cerró la puerta-. Te recuerdo espetando que no lo entendería y actuando como si no fueras capaz de perdonarlo.

-No es que lo haya perdonado -contestó Wade, acostándose a su lado y cruzando las manos detrás de la nuca-. Y todavía es jodidamente raro. A veces me mira, ya sabes, y no puede disimular muy bien. Es terrible. Sólo trato de no darle importancia.

-¿Y bromear con él todo el rato es no darle importancia?

-Gabe se relaja si lo hago -dijo, como toda explicación. Ericka se incorporó, mirándolo. La clase de lealtad que Wade sentía por Gabriel no era algo que hubiera visto, ni siquiera en hermanos. Él no era capaz de sentir ningún tipo de rivalidad hacia él, o animosidad, e incluso si lo hacía, lo pondría de lado si eso era lo mejor para Gabriel. Eso era algo que ella envidiaba, le encantaría saber qué se sentiría tener a alguien así para ella-. ¿Por qué me miras así? Ah, claro, también me deseabas.

-Fue un lapsus de estupidez que no se volverá a repetir.

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-Me pregunto porqué no siento celos -murmuró Mike, apoyando el lapicero en su barbilla. Julie alzó la vista, confusa y luego notó a Alan sentado unas mesas más adelante, junto a Elizabeth Harris. Ambos todavía vestían el uniforme de física, el cabello rubio de ella revuelto y amarrado en una coleta que caía sobre su hombro izquierdo. Como ya era costumbre, charlaban de música.

-¿Te refieres a que con Gabe, apenas le sonreía una chica guapa, te molestaba y con Alan no? -preguntó Julie, dando en el blanco. Mike asintió, sabiendo que era inútil negarlo.

-Ella es bastante bonita -murmuró.

-Si quieres mi opinión, creo que a pesar de todo lo que hiciste con Gabe, siempre pensaste que él era inalcanzable, una parte de ti siempre lo supo, y no podía evitar la inseguridad. En cambio, con Alan no. Aunque eso puede ser contraproducente.

-Yo creo que es bueno -opino Mike-. Alan se enoja, según él no soy tan “pasional” con él, pero es sólo porque me siento bien. Seguro, ¿entiendes?

-Eso es justo lo que es contraproducente. ¿No estás dando a Alan muy por sentado, Mike?

Mike parpadeó. Él consideraba que estaba bien no tener que vivir entre los sobresaltos que Gabriel le causaba, le gustaba despertar y estar seguro que Alan estaría bien en su cama o en la de al lado y le saludaría dependiendo de su humor con un beso o revolviéndole el cabello. Le gustaba no tener que poner en duda sus sentimientos.

-¿Por qué? -preguntó a su amiga.

-Tal vez porque Alan se puede sentir inseguro si tú sólo actúas fríamente, o no sé. Sólo digo que no des las cosas por sentado y te preocupes un poco más por él.

-Yo me preocupo por él -replicó Mike, indignado. Julie alzó las manos, defensiva y sonrió.

-Sólo muéstrale un poquito de pasión al chico -bromeó. Mike desvió la mirada, tratando de evitar sonrojarse al recordar su noche juntos de hace unos días, aunque él culpaba a Alan dibujando sobre su espalda y respirando en su nuca y dejando besos en su cuello. Que Betty llegara a unirse a la sesión de estudio le evitó contestar y miró una vez más hacia el lugar en el que Alan estaba, observando como él y Elizabeth se levantaban a la vez. Antes que ambos salieran de la biblioteca, Alan se giró y alzó la mano a modo de saludo y Mike le contestó con una sonrisa, mientras Julie le saludó con ambas manos en alto.

Cuando terminaron de estudiar, Mike se dirigió al gimnasio, sabiendo que Alan estaría allí, seguramente golpeando el saco de boxeo. Abrió la puerta y lo encontró, aunque en vez de estar haciendo ejercicio, estaba sentado en el piso, la camiseta sudada mientras revisaba el celular con los audífonos puestos. Mike se sentó a su lado, esperando que Alan notara su presencia y le sonrió cuando lo hizo.

-Pensé que odiabas venir al gimnasio -comentó, quitándose los audífonos.

-Venía a ver si pensabas acompañarse en la cena -contestó Mike, sin ningún reproche en su voz, pero Alan bufó de todas maneras.

-Odio cuando tienes que darles clases a Betty, esa chica me saca de quicio más que Susan.

-Hay pocas cosas que no te saquen de quicio.

-Tú me sacas bastante de quicio -replicó. Mike bajó la mirada, la sonrisa avergonzada de siempre apoderándose de sus labios y Alan tuvo que luchar con el impulso de tirarlo en el piso y besarlo allí mismo.

-Primero me doy un baño y luego cenamos -dijo, en cambio. Mike asintió y lo siguió. Estaba pensando en las palabras de Julie y como, de nuevo, se habían detenido a medias hace unos días. Se mordió el labio, tratando de pensar cómo sacar al tema sin que le resultara vergonzoso. Si fuera Julie, seguramente le diría “sólo di que te quieres acostar con él” y bufó, causando que Alan regresara a verlo. Mike bajó la mirada, tratando de no pensar en el revoloteo en su estómago.

Al llegar al cuarto, Alan le arrinconó contra la puerta, harto de esperar.

-No te he besado en todo el día, Michael -comentó, tratando de sonar desinteresado-. ¿No crees que es un gran problema?

-Creo que no -respondió Mike-. Es muy normal.

-Tienes el cerebro muy atrofiado para ser muy inteligente -le contestó-. ¿Qué tal si decido que me canso de esperar y me voy a buscar besos a otra parte?

Mike parpadeó, recordando a Julie nuevamente. No es que creyera que Alan fuera a hacer eso, sólo trataba de fastidiarlo y el estar tan seguro de eso era lo que le hacía tener ganas de sonreír, así que lo hizo, pero también llevó una mano a la nuca de Alan, tirando de él y lo besó suavemente.

-No lo harías porque me quieres -murmuró, en voz baja, contra sus labios.

-No sé qué te ha convencido de eso -bromeó Alan, pasando los nudillos por un lado del rostro de Mike-. No me gustas para nada.

Mike trató de volver a besarlo, pero Alan se apartó, recordando que debía bañarse y Mike se tiró en la cama cuando lo perdió de vista. No tenía porqué ser malo no estar preocupado por una vez y estar disfrutando de la sensación de sentirse deseado y querido. 

Notas finales:

Nuevamente, feliz año nuevo y muchas gracias a los que todavía siguen aquí, a los que comentan en especial porque siempre es bueno leerlos y a los que no, también, porque he estado de ese lado de leer y no comentar xD. 

Feliz año, aunque sea una celebración que sólo uso para emborracharme, pásenla bien xD (sinceridad ante todo). Y el próximo capítulo será en unas dos semanas, la casa siempre es un desastre después de fiestas. ¡Nos vemos!


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