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West Lake por Hisue

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Notas del capitulo:

He tenido muchos problemas con este capítulo, reescribiendo y reescribiendo, espero que haya quedado decente...

Capítulo 87

 

-¿Qué haces para lucir así? -Harris se acercó a las gradas, en las que Gabriel dormitaba, con un libro sobre el rostro.

-¿Cómo? -contestó Gabe. Ya se había rendido de intentar alejar a Harris y prefería dejar las cosas correr. No tenía ánimo para entrar en discusiones que no llevaban a ningún lado.

-Las ojeras y el que te estuvieras durmiendo durante las clases -dijo Harris, sentándose a su lado, cerca de dónde Gabe descansaba la cabeza.

-No estaba durmiendo -negó, aunque casi lo había hecho.

-Por poco -replicó Harris-. Te vi babear en la mesa.

-¿Por qué no estás molestando a Wade?

Harris señaló hacia la pista y Gabriel volvió el rostro para poder ver. Wade estaba en el borde de la pista, durmiendo con la cabeza apoyada en las piernas de Adriana, mientras ésta hablaba con alguna de sus amigas y le acariciaba el cabello a la vez. Observó la escena un momento, sintiendo que una sonrisa empezaba a dibujarse en su rostro. Su amigo seguía insistiendo en que no había nada entre ellos, pero estas actitudes decían lo contrario.

-¿Hay razón para que sonrías de esa forma? Pensé que estarías celoso.

-¿Por qué lo estaría? -preguntó Gabe. Por alguna razón, Harris ya daba por sentado que él se sentía atraído hacia Wade, aunque nunca le confirmó nada. Y sí, le atraía Wade, pero eso no tenía nada que ver, no se sentía ni un poco celoso por verlo con Adriana, no lo quería, después de todo. Harris lo observó un momento, como si buscara las palabras apropiadas para hablar.

-No los entiendo, a ustedes dos -dijo, al fin-. Pero te ofrezco mi cama para que duermas.

Gabriel frunció el ceño, sin decir nada. No tenía porqué ir, alejarse de Harris sería lo más sensato, pero él no estaba esperando nada, no tenía ningún tipo de expectativa más que divertirse y tal vez, eso era justo lo que Gabriel necesitaba. Se puso de pie, asintiendo.

-Vamos pues -dijo, y Clay sonrió y lo siguió. Estaba cansado de verdad, no logró a jugar más que una partida de Mortal Kombat, antes de acostarse en la cama y caer dormido. Cuando despertó, encontró a Harris en el escritorio, sonriendo mientras hablaba por celular. Su celular, notó.

-Oh, no te preocupes, acaba de despertar -dijo, dedicándole una sonrisa-. Queríamos hacerlo otra vez, pero creo que tu llamada le ha bajado los ánimos.

Clay bajó del escritorio, ignorando el ceño fruncido de Gabriel y trepó a la cama, guiñando un ojo.

-Tal vez tú puedes ayudarme, dile algo que le haga animarse, sé que tiene una cosa contigo.

Gabriel trató de quitarle el celular de las manos, pero Clay se alejó, usando al brazo que tenía libre para bloquearle mientras reía. Terminó sentado sobre sus piernas, al fin recuperando su celular, y no se extrañó al ver que era Wade quién llamaba.

-Debes bloquear tu celular -dijo Wade, a modo de saludo.

-Por lo general, nadie lo toca -contestó-. ¿Pasó algo?

-Dile que siempre pienso en él cuando lo hago contigo -intervino Harris, estirando los brazos por encima de su cabeza. Gabriel frunció el ceño, aunque no podía decir si era una broma o no.

-Desapareciste y me preocupé -contestó Wade-. Pero estás bien, así que...

-Sólo vine a jugar -murmuró Gabriel. Wade hizo un sonido de asentimiento, que Gabe sabía que no le creía para nada.

-Claro, Gabe. Sabes que no me importa, aunque sigo sin saber qué le ves. Sólo no dejes que él gane. Nos vemos.

Colgó y Gabriel miró la pantalla por un momento, negando con la cabeza, antes de fijarse en Harris.

-¿Qué dijo?

-Que no te deje ganar -contestó Gabe. Harris sonrió, acomodando las manos detrás de su nuca.

-Ahora que miro, te ves bien desde aquí. ¿No quieres intentar algo?

-Gracias, pero no.

-Pero Wade ya te ha dado permiso, no le estás engañando.

-Incluso si tuviera ganas -respondió Gabriel, guardando el celular en uno de sus bolsillos-, ¿crees que podría hacerlo contigo mencionando su nombre a cada minuto? Es desagradable.

-Claro, Barnett, lo que digas -se burló Harris. Gabriel bajó de la cama, se metió al baño sin pedir permiso y cuando salió, con el cabello húmedo, encontró a Harris viendo vídeos de música en la laptop.

-¿Te gusta el rock? -preguntó. Harris le miró, sorprendido. Gabriel nunca iniciaba una charla, no con él.

-No especialmente -contestó, señalando la silla a su lado. Gabriel se sentó, girando la silla para poder apoyar las manos en el respaldo-. Me gusta el cantante.

Gabriel observó la pantalla y al cantante, un chico que parecía muy joven, con el cabello de un rubio más dorado que el de Harris y ojos negros. Era bastante guapo, suponía, pero tenía en él un aire de agresividad que, al menos a él, le daban ganas de alejarse.

-No parece alguien fácil, pero que es la vida sin un poco de retos.

-De verdad te encantan los problemas -comentó Gabriel, negando con la cabeza.

-No para todo. Mi amor de toda la vida es Sting y él es un caballero.

Gabriel se encontró sonriendo antes de poder evitarlo, una media sonrisa de burla que Harris correspondió.

-Si fuera yo, elegiría a alguien más calmado -comentó, volviendo la mirada a la pantalla. Si trataba de negar que sonrió, Harris se burlaría él el resto de su vida. Lo mejor era seguir con la charla-. No le veo el punto a eso del amor y odio.

-Sí, se nota que quieres a alguien que te ame completamente -ironizó Harris-. Por eso te acuestas conmigo. No somos para nada una cosa de amor y odio.

-No lo somos -afirmó Gabriel-. No me caes bien, y yo tampoco y ninguno de los dos quiere que cambie. Apenas que esperes otra cosa.

-Claro que no -Harris echó la cabeza hacia atrás, riendo-. Pero no es divertido cuando no te enojas.

-¿No has pensado encontrar alguien que te guste, para variar? Y contesta en serio -agregó, al notar que Harris planeaba bromear, otra vez.

-No tengo prisa -contestó, sinceramente, balanceándose en la silla-. ¿Y tú? Terminaste con ese chico y te gusta Wade, pero estás aquí conmigo.

-No me gusta Wade.

Harris ladeó el rostro, una mueca de incredulidad en su rostro.

-Lo miras de la misma manera que yo lo miro, Barnett. Y sé de lo que hablo, he pasado mucho tiempo mirándolo.

-¿Te gusta? -preguntó. Algunas veces hablaron de eso, pero la mayoría de ellas, Gabe sólo le advertía que se alejara. Esta vez, lo preguntó en serio-. Me refiero a... ¿lo quieres?

Clay dejó de moverse en la silla y examinó el rostro de Gabriel, dudando sobre si decirle la verdad o no. Pero no podía tener una peor opinión de él de la que ya tenía. 

-No, supongo que no -contestó al fin-. Está bien para divertirse y molestarlo. Intercambiar bromas y todo eso. No me negaría si aceptara dormir conmigo, pero no una relación. Entonces, ¿también es lo mismo para ti?

Gabriel desvió el rostro, por alguna razón, incómodo. Adriana le había dicho casi lo mismo cuando le preguntó acerca de su relación con Wade. Todo eso de ser muy divertido, pero no querer una relación. Recordó a Wade la noche que pasaron en el hotel, diciéndole que él era el único que lo quería sin razón alguna y se sintió culpable. Era obvio porqué Wade se molestó tanto al saber que lo deseaba, lo reducía a nada más que una cara bonita y lo ponía a él en el mismo nivel que Adriana y Harris.

-Entonces, soy igual que tú -murmuró. Clay lo escuchó y elevó las cejas, sorprendido. No esperaba que lo admitiera así de rápido, ni mucho menos eso. Esperaba alguna dramática confesión de amor imposible o algo parecido-. Tiene una linda cara.

Clay volvió a reír, divertido más por el rostro enfadado de Gabriel al decirlo que por nada más. Parecía sufrir sólo por admitirlo.

-No te esfuerces, Gabe, ya es suficiente -dijo, entre risas. Gabriel frunció el ceño, levantándose, pero antes de poder salir, Harris se paró también, le cogió por la muñeca y lo atrajo hacia él, uniendo sus bocas-. Oye, si estamos de acuerdo que no nos gustamos, ¿por qué todavía te molesta hacerlo conmigo? Es sólo por diversión.

-Precisamente porque no me gustas -respondió Gabriel, retrocediendo. Harris avanzó al mismo tiempo que él y puso una mano en su nuca.

-Pero te excitas -replicó, soltando su muñeca y posando la mano sobre su entrepierna, acariciando allí y sonriendo al ver la forma en que Barnett apretaba los dientes. De cerca, el verde de los ojos de Gabe parecía más brillante-. Bonitos ojos, por cierto.

-Los tuyos son horribles -mintió Gabriel. Pensó en retroceder, otra vez, e irse de allí, pero se detuvo. Aparte del hecho de detestar a Harris, ¿qué tenía de malo acostarse con él? No tenía nadie a quién serle fiel, nadie esperando, nadie por quién preocuparse en lastimar. Y estaba cansado y frustrado, enfadado de ver esa mirada de superioridad en su rostro. Apartó las manos de Harris de su cuerpo y lo empujó al piso, desabrochándose los jeans el mismo mientras se arrodillaba frente a él y cuando Harris se acercó, cogió su cabello en un puño y lo acercó a su boca, besándolo de una forma que no podría haber hecho con alguien a quien quisiera, mordiéndole los labios y tratando de borrar esa sonrisa de burla que aún mantenía-. ¿Feliz ahora?

Clay asintió, todavía sonriendo, aunque se apresuró a abrirse su propia bragueta. Gabriel lo empujó sólo lo suficiente para poder acomodarse sobre él y Clay tuvo que posar ambas manos en el piso y dejar que Barnett lo besara, tan duro como el beso anterior y gimió cuando éste envolvió una mano alrededor de ambas erecciones, acariciándolas juntas. Esperaba que Gabriel siguiera besándolo de la misma forma, rudamente y sin darle mucho tiempo a respirar, pero pronto cambió y Clay no pudo evitar la sonrisa que se formó en su rostro cuando los besos de Gabe se volvieron algo más dulces, cuando dejó de morderle los labios para pasar a lamerlos, metiendo la lengua en su boca suavemente. Con todo lo que decía odiarlo, cuando se trataba de sexo, seguía siendo amable.

Clay quería hacer algo más, metió una mano dentro de la camiseta de Gabriel, acariciando su espalda mientras éste le besaba el cuello.

-Déjame quitarte esto, Gabe -gruñó, tirando de la camiseta. Era difícil hacerlo cuando todavía tenía una mano en el piso y Gabriel seguía masturbándoles.

-Hey, Clay -llamó Elizabeth desde fuera, a la par que tocaba. Ambos se quedaron quietos y Gabriel se apartó, arreglándose la ropa-. Abre.

Clay lo imitó, agradeciendo tener una camiseta larga puesta.

-Dame un momento -le gritó a su prima. Si fuera por él, terminarían lo que estaban haciendo antes de irse, pero Gabriel ya regresaba del baño, después de lavarse las manos y él se vio libre para abrir la puerta.

Elizabeth les miró a ambos, reparando en la manera que ambos llevaban la camiseta fuera de los jeans y negó con la cabeza.

-Ya me iba -se despidió Gabriel, sintiéndose incapaz de mirar a la cara a Elizabeth-. Nos vemos.

Elizabeth se volvió a su primo cuando Gabriel cerró la puerta, negando con la cabeza.

-¿Seguro que no te estás involucrando demasiado?

Clay rodó los ojos.

-No, Liz, deja de preocuparte -contestó-. Y no quiero ser grosero, pero interrumpiste algo que quiero finalizar.

-Eres asqueroso -Elizabeth suspiró, señalando el baño-. Te espero, trataré de no pensar de ninguna manera en lo que estaban haciendo. O en nada.

Clay rio, divertido por el azoramiento de su prima, antes de ir hacia el baño. No mentía, no se estaba enamorando. Sabía que era la peor idea posible, más cuando Gabriel lo había detestado desde que se conocieron, un sentimiento mutuo. No importa lo que insinuara su prima, sabía que ellos sólo... se acostaron un par de veces y era divertido, nada más. Chasqueando la lengua, se desabrochó los jeans y se tocó, sorprendido al ver que su erección había desaparecido. No era lo mismo hacerlo solo cuando hace unos momentos le estaban besando el cuello y había otra mano tocándole.

-Gracia por cortarme el rollo y hacerme pensar, prima -murmuró para sí, volviendo a subirse la bragueta y lanzando maldiciones entre dientes.

---

-¿Tercera vez? -preguntó Wade, al escuchar entrar a Gabriel. Éste le dirigió una mirada furiosa, pero su amigo estaba concentrado en la tablet y no lo notó-. ¿En serio tienes problemas para levantarlo? -preguntó, en tono burlón. Gabriel se acercó al escritorio, apoyando la cadera en el borde, tratando de ver qué estaba haciendo en la tablet.

-No en realidad, pensar en ti es más que suficiente -dijo, casi sin pensarlo y tratando que fuera una broma, pero ambos se paralizaron apenas terminó de hablar. Wade bromeaba con lo mucho que a él le gustaba y lo quería, pero nunca de esa manera, y él simplemente trataba de actuar como si su cercanía no le afectara. Notó la sonrisa nerviosa que esbozó su amigo y notó la forma en que llevaba el cabello, la mitad derecha sostenida con un par de ganchos negros, dejando visible la ya tenue marca de la cicatriz, su oreja y la curva de su cuello.

-Lo siento -se disculpó. Los mechones de cabello de Wade caían por su cuello y él quería tocarlos y la piel bajo ellos, pero se forzó a apartar la mirada. Esos ganchos eran de Adriana, pensó, volviendo a sentirse culpable. Era un imbécil y era igual a ella, e igual a Harris, sólo deseando tenerlo por lo bien que su amigo se veía. Wade debía haberlo dejado sufriendo un tiempo más, se lo merecía.

-Estoy tratando de fingir que no dijiste nada -contestó, alzando la mirada. Y eso fue peor para Gabriel. La única cosa que pudo hacer fue estirar la mano y retirar los ganchos que sostenían el cabello en su lugar.

-¿Por qué estás usando esto?

-Adriana. Estaba dormido, cuando desperté, ya los llevaba puestos. Supongo que debo agradecer que no me hicieran trenzas, ella y sus amigas.

-Esto definitivamente va a evitar que te fastidien -bufó Gabriel.

-Cómo si me importara -Wade suspiró, volviendo los ojos a la tablet-. Entonces, ¿tercera vez? -volvió a preguntar.

-No -negó. Wade le miró, enarcando una ceja-. Más o menos. Me siento terrible ahora mismo.

-Eres idiota. Ambos están de acuerdo, tú no tienes nadie a quien serle fiel, no tienes un novio o novia y no se hacen ilusiones, ¿por qué te sientes mal?

-Porque no me gusta -contestó, suspirando, a pesar que era lo mismo que había pensando un rato atrás-. No entiendo cómo puedo... con alguien que no me gusta.

-Yo no te gusto -dijo Wade, de forma aburrida, apoyando su rostro en una mano. Gabriel lo miró, queriendo negarlo, pero Wade lo miró como si lo retara a hacerlo y cerró la boca-. Sólo te gusta como luzco y te... -hizo una mueca de desagrado antes de seguir hablando-. Te excitas por eso. Misma cosa para Harris.

Gabriel quería negarlo, pero no podía. La única razón por la que se confundía con respecto a Wade era porque eran amigos, de no haber sido nada, estaría bien deseándolo. Porque sólo le gustaba cómo lucía, no quería nada más que saber cómo se sentiría tenerlo. Igual que el idiota de Harris. Igual que Adriana.

-Soy un bastardo.

-Tienes suerte que ya lo supiera -contestó Wade, esbozando una sonrisa-. Deja la culpa, y admite que te diviertes con Harris. Y a ver si así los dos se olvidan de perseguirme.

---

-¿Te pasa algo?

Julie se sentó al lado de Alan, observando a su amigo, que llevaba minutos mirando al vacío. No tenía esa expresión desde hace un bien tiempo, cansada y algo perdida.

-¿De qué hablas?

-Te ves cansado.

-Lo estoy -contestó Alan, suspirando-. Desde que le dije a mi mamá que estaba de acuerdo con ella, está feliz y entusiasmada, pero ahora espera que mis notas mejoren todavía más, y ya es suficiente estudiar para aprobar. Es aburrido, Julie. Creo que si tengo que repasar una vez más, moriré.

-Y yo pensando que era algo grave -se burló Julie, alzando los pies y posándolos en al asiento a su lado. Alan la miró un momento, encogiendo los hombros.

-Es algo grave. Mike se enfada si no me concentro, y yo lo intento, pero me aburro y termino sin saber de qué demonios me habla. Y mi madre se frustra. No quiero que se decepcione -Julie se recostó en la silla, sin contestar-. Estás pensando algo, mejor dilo de una vez.

-Bueno. Si aceptaste lo de tu madre, ¿no fue porque Mike y yo insistimos en que debías hacer algo por tu futuro? Odio admitirlo, pero tal vez nos equivocamos. No tiene caso hacer algo que detestas, Alan. Terminarás culpando a todo el mundo por tu miserable futuro.

-Hablas como si tuvieras mucha experiencia -replicó Alan. Ella se encogió de hombros.

-Sabes que tengo familia en México, ¿cierto? -preguntó. Alan se extrañó un poco por el cambio de tema, pero asintió.

-Lo comentaste alguna vez.

-Una vez, me dijeron que me quedara con ellos, pero no acepté, porque mi mamá se sentiría triste, si yo la dejaba. Pero creo que fue lo peor que pude hacer. Porque odio este lugar.

-Pero nunca te hubiera conocido -señaló Alan-. Así que tal vez no sea tan malo. Supongo que sólo debo esforzarme más.

Suspiró, mirando al techo. En realidad, estudiar era frustrante, se pasaba la mayor parte del tiempo preguntándose para qué servía todo eso, o porqué la química era necesaria si no pensaba pisar un laboratorio y en qué le serviría de verdad la trigonometría. Se aburría, pero se lo había prometido a su madre y no quería que Mike volviera a preocuparse sobre su futuro. Julie tenía razón en algo, si no le hubieran insistido, seguiría sin decidirse a hacer nada.

-Eso es diferente. Yo no pienso hacer nada más basado en alguien más, ni mis padres, ni tú o Mike -dijo Julie, frunciendo el ceño. Sí, los quería a los dos, pero estar allí era un constante recordatorio de quién era, del error de su madre y ella quería estar en algún lugar en el que pudiera dejar de ser la bastarda-. No lo hagas, Alan, eso no termina bien.

-Tú no quieres a nadie como yo quiero a Mike -murmuró Alan. Si seguía estudiando, podría estar con él después del colegio, tal vez no en la misma universidad, pero tal vez cerca. Si no elegía nada, temía que terminaran por alejarse. Quedaban casi tres meses para el fin de curso y no quería separarse.

-No puedes decidir basado en Mike o en tu madre.

-¿Incluso si la respuesta es que no quiero hacer nada si no es por ellos?

Julie bufó, llevando una mano a su cabello.

-No sé -dijo. No esperaba tener esta clase de charla, en realidad creía que Alan volvió a pelear con Mike y que esa era la razón de su estado de ánimo-. Sólo creo que debes pensar un poco antes de decidir algo de lo que no puedas rectificarte después.

Alan no contestó. Desvió la mirada y empezó a silbar en voz baja y Julie supuso que no diría nada más al respecto. Decidió no insistir, sería mejor que Alan llegara a sus propias conclusiones. Ambos sonrieron cuando Mike llegó y éste los miró, extrañado al ver que parecían incómodos.

-¿Dónde estabas? -preguntó Alan. Mike se sentó a su lado.

-Haciendo algo de dinero. Tengo dos alumnos de primero.

-Se te ha pegado lo de Julie, al fin -bromeó Alan. Sintió la mano de Mike rozar casualmente su pierna bajo la mesa y la atrapó entre sus dedos, sonriendo al ver que Mike no le alejaba, sino que devolvía el contacto.

-¿Das clases? -Mike alzó la cabeza al escuchar la voz de Susan. Una parte de él había esperado que dejara de molestarlo ahora que no estaba con Gabe, pero supuso que era mucho pedir-. ¿No quieres encargarte de alguien?

Susan se sentó en la silla próxima a Julie, cruzando las piernas.

-¿De qué hablas?

-Gabriel me tiró a este chico casi desde que empezó el año -explicó ella-. Y estoy muy aburrida de enseñarle, no es lo mío. Y es una especie de favor, pero puedo sacar un buen precio. ¿Qué opinas?

Mike miró a sus amigos, sin saber qué decir. Que un muchacho de segundo se acercara a la mesa, luciendo enfadado, evitó que hablara.

-Si vas a buscarme otro tutor, no me pongas a un marica -espetó. La sonrisa de Alan desapareció de su rostro, reemplazada por una expresión enfadada.

-Vamos, Sinclair -canturreó Julie-, no digas cosas de las que no estés seguro.

John la miró, sin poder creer su cara dura. La había escuchado comentar que ese becado fue el novio de Barnett por casi dos años. Ahora que lo miraba de cerca, no sabía si creerle porque ese chico no tenía nada de especial. Al menos, Lorenz tenía una cara bonita.

-No importa, no estoy interesado -contestó Mike-. E incluso si lo estuviera, ya no tengo tiempo. Lo siento.

Pelear era inútil, consideraba Mike, en especial cuando podías evitarlo. Miró a Alan, poniéndose de pie y Alan se levantó y lo siguió, sonriendo.

-Estás mejorando en eso de evadir conflictos.

-No veo el punto en pelear -dijo Mike, encogiéndose de hombros-. Y no sé porqué insiste en molestarme.

-Tal vez está aburrida -contestó Alan, pensando más en su propio aburrimiento. Mike le miró, negando con la cabeza.

-Debería buscar a alguien más a quién fastidiar. ¿Cómo has estado?

-No nos vemos hace dos horas y sigo igual que hace dos horas.

-No luces tan bien.

Alan le rodeó el cuello con el brazo, al ver que llegaban a su habitación y le dio un beso rápido en la frente.

-Sólo cansado. Sabes que estudiar no es exactamente lo mío.

Mike asintió. Había notado el malhumor de Alan, que empeoraba cada vez que alguien le recordaba que debía aprobar los cursos con una nota mayor de la que estaba acostumbrado a tener, pero decidió no opinar. Lo que sea que Alan decida, no quería que lo hiciera presionado, ni que sintiera que él lo estaba presionando. Le regresó el beso, aunque se lo dio en la mejilla, sonriendo.

-Creo que puedes relajarte por hoy.

-¿Mi terrible tutor ofreciéndome un relajo? Algo malo debe estar a punto de pasar -bromeó, causando que Mike le golpeara el hombro, antes de abrir la puerta. Alan le atrapó entre la puerta y su cuerpo, apenas entró, inclinándose para besarlo y maldiciendo cuando su celular vibró en sus bolsillos. Se apartó, y Mike se lamió los labios, decepcionado aunque no lo expresara.

-¿Mamá? -le escuchó a decir a Alan-. ¿No nos veremos este sábado?

Mike observó mientras la expresión de Alan cambiaba de risueña a decepcionada.

-¿Tengo que ir? Yo sé que te llevas bien con ellos, pero yo... bien. Bien. Iré. Adiós.

-¿Qué pasó?

-Mi mamá quiere que vaya a casa de Barnett este sábado -contó, frunciendo el ceño-. Una de esas fiestas de sociedad. Creo que es la primera vez que nos invitan desde que... ya sabes. Y tenía que ser Barnett.

-¿Irás?

-Lo haré -Mike le hizo una seña con la mano para que se acercara y Alan se sentó a su lado en la cama, antes de recostarse en sus piernas. Mike le acarició el cabello, sin decir nada-. ¿Puedo llamarte si se vuelve muy insoportable?

-Por supuesto -contestó y se inclinó para besarlo. No se extrañó cuando, después de un momento, Alan se incorporó y lo dejó caer de espaldas en la cama, cubriendo su boca y su cuello con besos húmedos. Julie decía que él no mostraba pasión, pero ambos pasaban casi todos los días besándose y cuando tenían tiempo, tocándose y esta vez no fue la excepción. Aún no lo hacían hasta el final y cada vez, a Mike se le hacía más difícil contenerse. Lo quería dentro de su cuerpo y la idea le hizo gemir y arquearse contra el cuerpo de Alan.

Escuchó a alguien carraspear en la puerta y ambos se apartaron, sorprendidos al ver a Ericka de pie allí.

-Al menos deberían cerrar la puerta bien -dijo Ericka.

-Tú deberías golpear.

-Lo hice -dijo ella-. ¿Han visto a Katherine?

-No estaba con Julie hoy -contestó Mike-. No sé dónde pueda estar, en realidad.

-¿Pueden decirle que conteste el celular si la ven? Gracias.

Ericka salió de la misma forma en que había llegado y Alan se levantó, todas sus ganas esfumadas.

-Esa chica no tiene el mínimo sentido del respeto -murmuró, entre dientes.

---

-¡Prueba esto! -Julie entró a su cuarto, haciendo una mueca de disgusto al ver a Katherine. Le caía bien, pero estaba allí demasiado seguido.

-¿Qué es eso? -preguntó, echando un vistazo al plato que Katherine mantenía entre los dedos.

-Son trufas con chocolate, las ordené. ¿Quieres probar? Y también hay pastel de queso.

-Creo que nunca te he visto comer más que una muy pequeña porción de postres en la vida -se burló Julie-. ¿No te preocupa perder la línea?

-Un poco, pero... -contestó Katherine, nerviosa. Julie rio, cortando sus palabras.

-Nadie engorda por eso.

-Puedo acompañar a Ericka en sus trotes matutinos, si quiero perder calorías de más.

Julie volvió a reír, sentándose en la silla al lado de Kathy. Su preocupación le parecía ridícula, considerando además lo delgada que estaba. No creía que un par de dulces afectara en algo su figura.

-Nunca entenderé esa obsesión con el peso -dijo, tomando el tenedor y probando un poco de pastel.

-No sólo es el peso -dijo Katherine, haciendo un puchero. Mordió un trozo de chocolate, antes de seguir hablando-. Es por salud. Tú también deberías preocuparte.

-Mi salud está bien. Y mi peso es normal, sólo no soy una escuálida.

-Como digas -murmuró Katherine, volviendo a sonreír después de un rato y empezando a comer. Ella no tenía mucho en común con Julie, opinaban de forma diferente en casi todo y su sarcasmo podía ser hiriente, pero nunca la miró como una inferior por no saber la mitad de cosas que ella sabía, ni por mucho que considerara que estaba equivocada.

-Tienes pastel en la cara, Julie -dijo, al notar la pizca de pastel en la mejilla derecha de su amiga, sobre la comisura de sus labios. Estiró la mano y limpió la mejilla de Julie, lamiéndose el dedo después. Julie le dirigió una mirada extrañada, que provocó que Katherine se diera cuenta de lo que acababa de hacer y se congelara, con el dedo aún en los labios. Ella solía hacer eso con Luke, y él siempre se molestaba, pero terminaba sonriendo. Hacer lo mismo con Julie fue sólo un impulso, pero mientras la miraba, reparó en sus labios y se inclinó hacia ella, besándola antes de poder plantearse lo que hacía.

Por unos segundos, no pasó nada más que sus labios moviéndose suavemente sobre los de Julie, Katherine preguntándose qué estaba haciendo y porqué y entonces se sintió empujada hacia atrás. Cuando levantó la vista, Julie le miraba, enfadada.

-¿Qué demonios crees que estás haciendo? -le preguntó.

-Yo... no es lo que... -balbuceó, al ver que Julie se ponía de pie, pareciendo más enfadada-. No quise...

-¿Piensas que puedes usarme para tus pequeños experimentos? -espetó. Katherine abrió mucho los ojos, alarmada, negando con la cabeza.

-¡No! Yo no estoy...

-Vete de mi cuarto. Vete de mi cuarto, Katherine, ¡ahora!

-Julie, yo no... -murmuró, pero la mirada de Julie le indicó que no admitiría ningún tipo de explicación. Se levantó, volviendo a mirar a su amiga antes de irse. No quería esto, no estaba pensando en nada cuando lo hizo-. No estaba experimentando...

-Cállate, por favor. Primero publicas por allí que quieres andar con una chica para probar, y luego me besas, ¿crees que soy idiota? ¿Ericka no te servía para esto porque ella si es tu amiga o qué mierda? Sólo sal de aquí.

Cerró la puerta al salir y sin detenerse a pensar demasiado, regresó a su cuarto. Ericka estaba allí, hablando por celular y apenas la miró cuando Katherine se sentó en la cama, desanimada.

-¿Crees que soy una mala persona? -preguntó, cuando Ericka terminó la llamada.

-¿Tú? No, no lo creo. Tal vez un poco inconsciente -respondió Ericka. Aún seguía algo molesta por la forma en que Katherine desaparecía y la dejaba a solas, o por el tiempo cada vez mayor que pasaba con Julie, y se preguntó si algo pasó entre ambas-. ¿Por qué la pregunta? Y, por cierto, ¿por qué no contestabas el celular?

-Me quedé sin batería y lo olvidé -murmuró Katherine. Estaba tratando de saber porqué besó a Julie, sin antes tratar de pensar en lo que ella quería, y si en serio sólo buscaba experimentar. Si era así, si sólo estaba usando a Julie sin considerar su amistad, ¿qué clase de persona era?-. Siempre pensé que era muy amable, pero tal vez no lo soy.

Ericka le golpeó en la cabeza con el puño, no demasiado fuerte.

-¿Qué dices? Eres amable, Katherine. Te gusta caerle bien a la gente y tal vez ese sea un problema, pero de allí a ser mala...

-¿Qué pensarías si te beso? -preguntó de repente. Ericka frunció el ceño.

-Que estás mal de la cabeza -contestó. Como si no tuviera suficiente con Gabriel y Wade y todos sus líos, ahora esto-. ¿Lo preguntas en serio?

-No sé -contestó ella-. ¿Cómo puedo saber si me gustan las chicas?

-Odio decir lo mismo que Wade, pero supongo que si piensas en una de una forma algo más... ya sabes... sexual... significa que te gusta.

-¿Sólo así?

Katherine apoyó el rostro en las rodillas, suspirando.

-Tengo que irme a entrenar. De todas formas, te buscaba para decirte que tu madre llamó. Quiere que vayas el sábado a una recepción en casa de Gabe. Tu padre estará allí, por cierto.

-¿Tú no vas?

-No -contestó Ericka-. Puedes rechazarlo, de todas formas, sólo es un almuerzo. ¿A quién besaste?

-A Julie -contestó Katherine. Ericka suspiró, sin extrañarse demasiado. Era la única persona con la que andaba por estos días-. ¿No me vas a preguntar porqué?

-No creo que tenga nada que opinar -contestó Ericka-. Si te gusta o no, no es algo que puedas preguntarme.

Katherine bajó la mirada, su expresión más triste cada segundo que pasaba.

-Me gusta Julie -murmuró-. Es una buena chica, me divierto mucho con ella, a pesar que siempre se burla de mí. Pero no sé si quería hacerlo, no sé qué estaba pensando. Quizás ella tiene razón y sólo la estaba usando.

-¿Por qué no hablas con Gabe? Él es bisexual, debió tener dudas en algún momento.

Katherine asintió, todavía desanimada. No tenía ganas de levantarse ahora mismo, se prometió a sí misma que lo buscaría el día siguiente y suspiró, dejándose caer en la cama, tratando de poner orden a sus pensamientos.

---

Alan bufó, mirando la ropa que estaba echando en la mochila y preguntándose cuándo fue la última vez que usó una corbata. Nunca llevaba la del uniforme, y desde años su familia no lograba ser invitada a nada elegante, no es que le hubiera interesado asistir antes.

-Creo que ya ni siquiera recuerdo cómo atarme una corbata.

Sentado en el escritorio, Mike se limitó a hacer un ruido de asentimiento. Sabía que Alan no quería ir, sólo lo hacía por complacer a su madre y decidió que lo mejor era guardarse sus opiniones para sí. Seguía decidido a no presionarlo en nada.

-Deberías decir lo que quiera que quieras decir, Michael -le dijo Alan, dejando la mochila y sentándose en la mesa. Mike alzó los ojos, indeciso.

-No es que... ya sabes lo que pienso de todas formas.

-¿Qué no debería ir?

-Que no quieres ir -contestó-. No me mires así, no estoy diciendo que no debas ir. Es tu decisión, y te apoyo.

Alan ladeó el rostro, sin creerle demasiado. Sabía que a Mike le enfadaba que eligiera algo que no le gustaba en absoluto, pero sólo trataba de hacer lo correcto. O de hacer algo.

-Bueno -aceptó. No quería irse peleando con él-. Entonces, ¿no vas a darme un beso de despedida?

-Creo que no -bromeó Mike, dejando que cambiara el tema. Hablaba en serio cuando decía que dejaría a Alan decidir, sin inmiscuirse, aunque le seguía pareciendo tonto que hiciera algo sólo por un sentido del deber. Algo que a todas luces odiaba.

-¿Qué pasa con ese cambio de personalidad? -se quejó Alan, pinchándole la mejilla con un dedo-. ¿Que no se supone que eres adorable y tímido? ¿No deberías estar sonrojándote ahora?

Mike soltó una risa, tratando de apartar los dedos de su rostro.

-Julie dice que salir con un delincuente anula mi estatus como persona decente -dijo, mordiéndose el interior de la mejilla para no reír-. Ya no puedo ser tímido, ni nada de eso.

-¿Julie? ¿Es en serio? -preguntó, antes de bajar de la mesa e inclinarse hacia Mike, sonriendo.

Mike le observó, todavía divertido, tal vez pensando que Alan seguiría quejándose, pero éste se inclinó, le besó la mejilla, antes de llevar sus labios al lóbulo de la oreja, y apoyar una mano casualmente sobre su entrepierna.

-Creo que la próxima vez voy a lamerte  allí -susurró, sin hacer nada más que mantener su mano quieta sobre el miembro de Mike-. Apenas que tú quieras hacerlo por mí.

Se apartó, sonriendo triunfante al ver que Mike lo miraba con el ceño fruncido, pero con las mejillas sonrojadas y los ojos vidriosos. Sería una mentira decir que no había pensado en cómo se sentiría tener los labios que Mike ahora mantenía unidos en una línea fina alrededor de su miembro. Y, además de eso, le gustaba fastidiarlo. Le gustaba enfadarlo y asustarlo antes de volverse amigos y eso no había cambiado.

-Sólo vete -murmuró Mike, apoyando el rostro sobre el escritorio. Alan rio, acariciándole el pelo antes de alejarse hacia la puerta. Mike escuchó el pomo y se mordió el labio, poniéndose de pie-. ¡Espera!

Alan regresó a mirarlo, extrañado, mientras Mike se ponía de pie y se acercaba a él, con la cabeza gacha.

-No te metas en problemas y no discutas -murmuró, a sabiendas de lo mucho que detestaba Alan a los Barnett y todo lo referente a ellos-, será peor para ti y... -suspiró, levantando el rostro, tomando el cuello de la camiseta de Alan para atraerlo a sus labios.

Cuando Mike terminó de besarlo, Alan consideró burlarse de él otra vez, pero lo vio, todavía con las mejillas sonrojadas y los labios húmedos. Todo en lo que podía pensar era en lo mucho que odiaba tener que irse ahora. Llevó una mano a su nuca, volviendo a besarlo, suspirando sobre sus labios.

-Lo prometo -susurró-. No meterse en problemas.

Al salir del colegio y ver a Gabriel apoyado en el capó de su auto, con gafas de sol puestas y luciendo aburrido, las esperanzas de no meterse en problemas se hicieron añicos.

-¿Qué es esto?

-Su transporte, su señoría -respondió la voz de Wade desde el auto. Sacó la cabeza por la ventanilla, sonriendo-. Mi tío llamó para que Gabe te llevara y, por cierto, puedes quedarte en su casa, también. Gabriel odia la idea y evita pensar en eso, por eso lo estoy anunciando. Y no te quejes, lo mejor es terminar con esto lo más rápido posible.

-¿Va a hablar por ti todo el día? -le preguntó a Gabriel. Éste suspiró, volviéndose hacia su amigo.

-Dime que estás allí metido porque vas a ir. Por favor.

-Katherine también vendrá -respondió Wade-. Estoy obligado a mantener las apariencias y no he estado en una de estas cosas desde lo que pasó en Inglaterra, pero iré.

Gabriel asintió. Sacó las llaves de su bolsillo y las arrojó hacia Alan, que las atrapó en el aire.

-Tú conduces -dijo, con la misma arrogancia que Alan odiaba-. Y no, Garton, no tienes opinión en esto. Apártate, Wade, quiero dormir.

-Tu amabilidad es la de siempre, ¿no, Barnett?

-No lo presiones mucho -contestó, de nuevo, Wade-. Se está conteniendo para no tirarte a Max encima. Y lo ha estado entrenando para atacar.

Alan rodó los ojos. Este viaje sería deprimente, al menos Katherine estaría allí, ella siempre se las arreglaba para evitar conflictos, aunque cuando se sentó a su lado y se puso el cinturón, Alan notó que su sonrisa no era tan genuina como siempre. Los últimos dos días, ella volvió a estar al lado de Ericka, algo que no extrañó a nadie, pero ahora que la veía de cerca, lucía triste. Si fuera un poco más sensible, trataría de preguntarle, pero no era lo suyo. Ya le diría a Mike que lo hiciera, cuando regresaran.

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En su despacho, Joanna se sirvió un vaso de whisky y le dio un sorbo mientras esperaba. Alzó los ojos cuando la puerta se abrió y el hombre mal encarado que se había convertido en su guardaespaldas personal entraba.

-Quería verme, ¿señora? -preguntó el hombre. Ella asintió. No le dijo que tomara asiento y él no lo hizo. 

-Prepare el auto. Mi hijo está llegando en un par de horas, quiero ir a recogerlo.

El hombre arqueó las cejas. Sabía que irían a un almuerzo en casa de los Barnett y supuso que Wade Lorenz iría allá directamente. Que Joanna eligiera ir a verlo cuando no era necesario era extraño, a pesar que no debería ser así. Había visto madres extrañas antes, al menos Joanna no le haría nada a su hijo, pero parecía despreciarlo.

-Como ordene -contestó, dirigiéndose a la puerta.

Joanna sonrió, sin rastro de alegría en el gesto. Tenía un file abierto en la laptop, un archivo a nombre de Frank Donovan, el hombre que acababa de salir. La descripción de sus antiguos trabajos,  su tiempo en el ejército y más tarde en la división antidrogas. Siempre hizo esa clase de investigaciones, pero nunca tan exhaustivamente. No sólo tenía información de sus trabajos, también de sus relaciones personales e incluso sabía de la nieta internada.

No era paranoia, Inglaterra fue una trampa, si antes tenía dudas, ahora estaba segura. Cuando fue a ver al tipo que atraparon, lo que encontró fue alguien que no pudo reconocer. Cualquiera diría que era imposible estar segura de los rostros en tal situación, pero ella tenía una memoria excelente y no olvidaba los rostros de los que golpearon a su hijo. El tipo que estaba en la cárcel no era ninguno de ellos. Por supuesto, no lo dijo. Apeló a su confusión para evitar preguntas y archivó el dato. Si no fue un asalto, debió ser una rencilla, o una venganza. Ella se ocupaba de mantener sus negocios limpios e incluso los que se iban un poco por lo ilegal, no eran tan graves como para requerir la contratación de delincuentes. Debía tomar cartas en el asunto, y dudaba que su esposo o Henry fueran confiables.

Observó el retrato de Isabelle que mantenía oculto en un cajón y separó la foto del marco, dejando ver una simple nota. Isabelle era demasiado honesta. Ella no. El error de Isabelle fue ir con Henry primero, y ella no hizo nada porque no le afectaba mientras mantuvieran sus manos lejos de sus  tocaron a su hijo. Que lo quisiera o no, no era el problema. Llevaba su sangre y su apellido, debió ser suficiente para mantener las amenazas a raya. 


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