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West Lake por Hisue

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Notas del capitulo:

Por estos días ha llovido mucho, mi casa casi se inunda... en realidad, se medio inundó un día, hay zancudos por doquier y hace un calor suficiente para querer quedarse quieto en una tina de agua helada. Es horrible. Pero, al menos mi zona no se ha llenado de lagunas. Y eso es todo lo que tengo que decir, ¡hasta la próxima!

 

Capítulo 89

 

-Dime si has comido algo que te ha hecho mal -dijo Alan, mirando a Mike de reojo mientras éste sonreía y le tendía un cono de helado-. ¿No estabas obsesionado por hacerme aprobar?

-Es bueno relajarse, también -contestó Mike, lamiendo el helado. Alan negó con la cabeza, incrédulo. Los dos sabían que el objetivo de Mike era distraerlo de su mal humor y ánimo decaído. Por eso estaban aquí, después de salir del cine, en un parque de juegos. Si preguntaba era porque le gustaba escuchar a Mike admitir que se preocupaba por él.

-Hace años que no vengo a uno -murmuró, mirando las luces y frunciendo el ceño ante el sonido repetitivo de las máquinas.

-Igual yo -contestó Mike, mucho más animado que él-. No tenía nunca con quién ir, que no fuera mi tía o mi mamá.

-¿No eras popular en tu antigua escuela? -le preguntó, dejando de ver las luces para mirarlo a la cara. Mike esbozó una sonrisa que apenas alcanzó a curvar sus labios, encogiendo los hombros.

-Era un nerd -contestó. Por un momento pareció enfadado, pero cuando miró a Alan volvió a sonreír-, los nerd no son populares.

-Sigues siendo un nerd -se burló-. Un ratón de biblioteca.

Mike soltó una risa, sin sentirse ofendido. Llevaba tiempo sin que Alan lo llamara así.

-Detestaba que me llamaras así, eras realmente odioso.

-¿Detestabas? ¿Pasado? -Mike alzó los ojos hacia él, sonriendo levemente y Alan se inclinó para dejar un suave beso sobre sus labios-. ¿Dónde vamos? ¿La noria? Es un clásico. Pero prefiero la montaña rusa y ya que estás haciendo esto por mí, creo que deberías subir a la montaña rusa conmigo.

-Espera, debo corregirme, aún eres odioso. Y no sé qué te ha dado la idea que hago esto por ti, sólo quería venir a ver los juegos.

Alan lo ignoró. Sabía que era su forma de intentar fastidiarle y le divertía seguir compartiendo insultos con Mike, incluso cuando ninguno de los dos lo decía en serio. Lo arrastró a la montaña rusa de todas formas, riendo cuando Mike se inclinó hacia él, ocultando el rostro en su pecho, y cuando bajaron, declaró que nunca más se volvería a subir a una. No estaba hecho para esas cosas.

Salieron de los juegos mucho rato después, riendo, Alan rodeando con un brazo sus hombros, mientras Mike le enseñaba las fotos que acababa de sacar. Llevaban tiempo sin divertirse tanto y Alan notó que relajarse era justo lo que necesitaba. Ahora en lo que menos pensaba era en su madre o en sus responsabilidades o en su padre, incluso.

-Gracias por esto -le dijo a Mike, soltándolo un momento. Mike se encogió de hombros, restándole importancia.

-Yo también necesitaba salir, es estresante estar en el colegio todo el tiempo -contestó Mike, alzando el rostro. Alan le revolvió el cabello, a sabiendas que mentía.

-De todas formas, lo necesitaba. Así que no seas idiota y acepta las gracias.

-No puedo aceptar un agradecimiento dicho de forma tan ruda -Mike sacudió la cabeza-. Ya deberías cambiar.

-En realidad, no quiero cambiar -murmuró Alan, en voz baja. No se refería sólo a su forma de comportarse, sino a todo. No quería cambiar y ser un estirado como las personas que vio en esa reunión, no quería ser como Barnett, dejando todo de lado para conseguir un objetivo, incluso las cosas que le hacían feliz. No quería nada de eso. Sólo quería seguir siendo él mismo-. No quiero regresar todavía, ¿podemos quedarnos a pasar la noche aquí?

Mike se sonrojó, bajando la mirada y Alan comprendió lo que había pensado.

-No estoy diciendo que... -se interrumpió, chasqueando la lengua-. Sólo quiero pasar una noche fuera del colegio, es todo.

-No estaba pensando en nada -negó Mike, causando que Alan le palmeara la espalda, incrédulo.

-Si tú lo dices, Mike, si tú lo dices...

Eligieron un hotel no tan lujoso, pero que aún estaría fuera de los estándares de Mike y al que no podrían haber entrado si no llevaran las credenciales del colegio.

-Hay que reconocer que el apellido sirve de algo en ocasiones -comentó Alan, subiendo al ascensor y jugando con las llaves en sus manos-. Nunca nos dejarían entrar a ningún lado siendo menores. O tal vez, a algún lugar realmente escalofriante.

-No creo que deban permitirles usar su poder así -Mike suspiró, negando con la cabeza-. Aunque supongo que no tengo derecho a hablar.

Alan rio, abriendo la puerta, mientras Mike ordenaba algo de comer y escribía un mensaje avisando a Julie que no llegarían hoy.

-Esto sí es relajante -dijo Alan, abriendo la ventana y saliendo al balcón. Estaban en el quinto piso, no tal lejos, pero todavía se sentía bien mirar hacia abajo y ver las luces de la calle y escuchar el ruido de los autos. Le hacía sentirse libre. Mike se unió a él, llevando consigo el carrito de la comida y se sentó en el piso, disfrutando de ese momento de paz.

-¿No quieres comer? -preguntó. Alan asintió y se sentó a su lado, comiendo del mismo plato que Mike tenía en las manos-. ¿No puedes servirte el tuyo?

-Vamos, es lo mismo.

-Sólo lo haces para fastidiarme.

-Sí. Me gusta verte fruncir el ceño.

Mike bufó, desviando el rostro, aunque se tuvo que contener para no sonreír. Se quedaron en el balcón después de comer, hablando sobre las clases, la tensión que todavía se sentía entre Katherine y Julie, los posibles disfraces de Halloween.

-¿Irás disfrazado esta vez? -preguntó Mike. Recordaba el año pasado y desvió los ojos un momento al pensar en Gabriel, vestido de vampiro y el roce de los colmillos falsos en su piel. Se sentía tan lejano ahora, como si hubiera pasado mucho más de un año.

-¿Y tú? -replicó Alan.

-No lo creo -contestó Mike-. Me da algo de pena pedirle a mi madre que me mande dinero para un disfraz.

-Deberías pedirle, se ahorra mucho contigo aquí.

Mike le miró, negando con la cabeza.

-Precisamente. Si no estudiara aquí, no tendría como ahorrar para la universidad.

-Y no nos hubieras conocido, tampoco.

-Eso también -sonrió, recostándose en su hombro-. Podríamos cambiar este año, tú vas con disfraz y yo no.

-Podríamos hacer eso -contestó Alan, rodeándole con un brazo. Un año antes, no se hubiera imaginado esto, sólo trataba de ignorar su creciente atracción por el chico a su lado, resignado a observarlo ser feliz con alguien más. Sin que Mike lo notara, sus labios formaron una sonrisa amarga, recordando las palabras de Barnett. Deberías agradecerme, había dicho, es la única razón por la que puedes estar con él. Pero incluso si era cierto, no iba a permitir que eso lo deprimiera. Mike estaba con él ahora, las razones que lo llevaron allí no importaban, mientras lo quisiera.

-¿Te estás durmiendo? -escuchó preguntar a Mike y negó con la cabeza.

-Sólo pensaba.

Mike se removió un poco, para poder ubicarse de rodillas frente a él. Le cogió el rostro con ambas manos, observándolo. Podía notar la preocupación y la tensión en Alan y aunque se prometió no interferir en sus decisiones, todavía quería hacer algo para ayudar. Le besó en los labios, sólo un suave roce entre sus bocas, esperando distraerlo. Alan le regresó el beso y él sonrió contra sus labios, la calidez que primero sintió en el pecho extendiéndose por su cuerpo mientras continuaban besándose y Alan se dejaba caer al piso, tirando de él. 

---

-El par de tórtolos que se desaparece toda una noche -Julie entró al cuarto, empujando la puerta con los hombros. Tenía los brazos ocupados con libros, y parecía cansada, pero sonreía-. ¿Cómo están? ¿Escucharé quejas o sólo alardearán hoy?

-Nunca alardeo -respondió Mike, levantándose de la cama para ayudarla con los libros-. ¿Qué es todo esto?

-Oh, nada. Ayer, mientras no estaban, nos ordenaron revisar la biblioteca y buscar las ediciones más gastadas, van a renovar colecciones y donar las viejas. O, lo que en este colegio de locos llaman viejas, porque he visto unos que todavía sirven y allí van, a regalarse.

-¿Y porque los estás trayendo aquí? -le interrumpió Alan, alzando los ojos un momento del cuaderno en el que dibujaba.

-Porque soy una chica y me molesta tener bultos en mi cuarto -bromeó. Alan enarcó una ceja, sin creerle en absoluto-. Le pedí a Gabriel que hablara con el director para que me dejara quedarme con algunos. Soy tan buena alumna que accedió y su cuarto me quedaba más cerca. Si quieren ayudar, hay gente todavía en la biblioteca y yo voy para allá. Según Susan el que me regalen cosas, me obliga a trabajar más.

-Tiene un punto -dijo Mike, levantándose-. Te acompaño, ¿vamos, Alan?

Alan hizo una mueca. No quería arreglar libros, prefería quedarse a dibujar. Pero Mike se limitó a mirarlo, suplicante y sintió que cedía.

-No creo, tengo suficiente con las clases -dijo, desviando la mirada.

-No seas aguafiestas y ven con nosotros -exigió Julie. Alan suspiró, rindiéndose y los siguió a la biblioteca. Julie dijo la verdad, la mayoría de la clase estaba allí, revisando libros apilados en las mesas y poniéndolos en cajas marcadas con plumón negro.

-Julie, la sección de ficción -ordenó Susan, apenas la vio venir.

-¿Por qué estamos haciendo esto? -le preguntó Alan. Susan se encogió de hombros, esbozando una sonrisa.

-Somos buenas personas y nos ofrecimos -respondió ella. Alan dejo escapar un ya descreído. 

-He encontrado una edición antigua de Moby Dick -dijo Wade, acercándose a Susan. Alan se apartó un poco, buscando a Julie y Mike con la mirada, que ya se habían puesto a trabajar-. Mira, está toda amarillenta, ¿puedo quedármela?

-Wade, he visto tu biblioteca, tienes como tres versiones de ese libro. Si no es algo que se pueda vender en una subasta, ponlo junto con las donaciones.

-Todos ustedes son muy estrictos -refunfuñó Wade, aunque por la sonrisa que lucía, Alan supuso que sólo lo hacía por fastidiar. Ubicó a Julie y se acercó a ella, mirando a Mike abrir uno de los libros y hojearlo más tiempo del necesario.

-Se supone que tienes que separarlos y no leerlos, Michael.

-No leía, sólo me aseguraba que estuviera en condiciones -negó Mike, cerrando el libro y poniéndolo en una caja a su derecha.

-No coqueteen y trabajen -les espetó Julie, de buen humor. Alan notó a Katherine acercarse, dudar un poco e irse con Adriana y Wade.

-¿Todavía siguen peleadas, ustedes dos? -preguntó, curioso.

-¿Quiénes? -preguntó Julie, fingiendo que no sabía de qué hablaba.

-Tú y Kathy -dijo Mike-. Es imposible no notar que hay algo entre las dos.

-Peleamos, nada que les importe. Pero ya estamos bien -dijo, mirando a Katherine. Ella la vio también y Julie sintió un ramalazo de incomodidad que a pesar de todo, no podía dejar de sentir-. Más o menos.

-Si han terminado -dijo Gabriel, dos horas después-. Pongan las cajas de la misma sección juntas. No nos encargaremos de arreglar esto, no se preocupen. Y gracias por el apoyo.

Alan lo observó mientras llevaba la caja y Gabriel, cuando estuvo cerca, le sonrió, sin ningún compromiso. En serio, Barnett no podía estar seguro de convencer a su madre y hacerla cambiar de opinión. Pero por la sonrisa arrogante que le dirigía, eso parecía creer.

-No quería preguntar -le dijo Mike, mientras caminaban hacia el comedor-, pero, ¿nada pasó entre Gabriel y tú?

-¿Por qué preguntas? -cuestionó Alan, con más dureza de la que pretendía. Mike se encogió de hombros.

-Sólo... no haces más que mirarlo y él parece que sabe algo de ti... es extraño.

-No es nada. Sabes que no podemos estar en una misma habitación sin pelear -no podía decirle más, incluso si quisiera, todo tenía que ver con el secreto que Barnett no quiso contarle a Mike, lo único que hacia que Alan confiara, más o menos, en él.

---

-¿Por qué el alboroto? -preguntó Gabriel, acercándose a la puerta del colegio.

-Tenemos visitantes que nadie conoce -explicó Ericka, adoptando un tono aburrido-. Pero no es nada grave, ya le dije a los delegados de aula que se lleven a sus niños a sus aulas.

-No me avisaron de ningún visitante -murmuró Gabriel. Miró hacia las escaleras, en las que dos mujeres miraban hacia arriba, cuchicheando entre ellas, antes de decidirse a subir. Por un momento, Gabriel consideró alejarse y dejar la tarea en manos de Ericka, pero ella le palmeó la espalda y se alejó, de regreso al colegio, así que bajó las escaleras, plantando una sonrisa en su rostro. Cuando las tuvo cerca, las reconoció. Las había visto en las muchas fotos de ellas que Mike le había enseñado. Su madre y su tía. No recordaba el nombre de ninguna, para su mala suerte.

-Buenos días -saludó-. Soy Gabriel Barnett, bienvenidas al colegio.

Extendió la mano, manteniendo la sonrisa y notó cuando la madre de Mike clavó la vista en él, todo en ella indicando desagrado. Bueno, lo conocían, no podía esperar otra cosa. Esto no iba a ser agradable. La otra mujer, en cambio, le estrechó la mano, mirándolo de arriba abajo.

-Creo que nos conocemos, al menos, sabemos quiénes somos, aunque nunca hemos hablado. Soy Lucy Campbell, tía de Mike. Y mi cuñada, Angela Jones.

-Usted tal vez no me crea, pero es un placer, señora -dijo, retirando la mano, manteniendo su voz educada y tratando de no sonar muy creído-. Mike solía hablarme mucho de las dos. Debe estar con uno de sus alumnos, si me permiten, las guiaré.

Se apartó un poco, en espera que ambas se pusieran a su lado y empezó a caminar, sacando el celular en el proceso y escribiendo un rápido mensaje a Wade para que encontrara a Mike. Como siempre, en vez de sólo cumplir, Wade le mandó una respuesta preguntando si debía preocuparse otra vez. Después de teclear sólo hazlo y llévalo al comedor, se volvió a ambas mujeres.

-Es mucho más grande de lo que imaginaba -murmuró Angie, mirando a los lados. Cuando sus ojos se encontraron con los de Gabriel, su expresión se endureció y él supuso que se moría por decirle unas cuántas cosas. 

-Lo importante es que es tiene un nivel bastante alto. Con sus notas, Mike podrá entrar a donde quiera -dijo, bajando la mirada cuando Angie frunció el ceño. Se parecía un poco a Mike-. Perdón, no era mi intención molestarla. He mandado a alguien a buscar a su hijo. Pueden esperar en el comedor, o en la biblioteca.

-El comedor, podríamos comer algo -dijo Lucy, evitando que Angie hablara. Gabriel las dirigió allí y ordenó algo para ellas, que Lucy insistió en pagar. Sólo esperaba que Wade llegara pronto, le empezaba a molestar forzarse a sonreír, en especial cuando no ganaba nada haciéndolo.

-No necesitas permanecer aquí. No avisamos a nadie que vendríamos -le dijo Angie, mirándolo directamente. Ella no estaba haciendo nada por ocultar su animosidad, y las dos parecían preferir la charla directa que a los halagos a los que él estaba acostumbrado.

-No creo que sea educado dejarlas sola aquí -contestó-. Sé que deben odiarme, pero hasta que Mike venga es mi deber acompañarlas. 

-Mike sufrió mucho por ti -le dijo Lucy, nuevamente clavando sus ojos en él. Podía sentir el desprecio de ella-. Aunque le advertí, meterse con alguien de su clase...

-Esa nunca fue mi intención -le interrumpió Gabriel-. Y le aseguro que no tiene nada que ver con la “clase”. 

-Lo hiciste sufrir de todas formas. Mi hijo...

-¡Mamá! -exclamó Mike, acercándose a ellas. Miró a Gabriel, que lucía tenso y a su madre y no tuvo que ser un genio para saber qué pasaba-. Mamá, no me digas que estabas riñéndolo, por favor.

-No hacía eso. Pero no puedes esperar que sólo finja delante de la persona que...

-Mamá -Mike le tomó la mano, suspirando-. Eso ya pasó, ahora estamos bien. ¿Verdad, Gabe?

Lo miró, esperando que Gabriel sólo asintiera y se marchara. Las cosas ya eran demasiado incómodas.

-Sí, estamos bien. Creo que tiene razón en estar enfadada conmigo, de todas formas. Los dejo, voy a hablar con el director de su presencia, sólo por si acaso. Nos vemos, Mike -le revolvió el cabello al salir y Wade, que había estado detrás de Mike todo el rato, sonrió, mirando a ambas mujeres.

-Wade Lorenz, un gusto -saludó, sonriente. Ambas lo saludaron, pero antes que ninguna de ellas pudiera decir algo más, se dio la vuelta, siguiendo a Gabriel.

-Es el muchacho del accidente, ¿no es así? -preguntó Angie, viéndolo marchar. Mike asintió. En la televisión, Wade había lucido como una persona tratando de recuperarse, alguien valiente por sobreponerse a las heridas, pero en persona, no demostraba estar afectado para nada. Tal vez su mamá notó la diferencia, pero se dio cuenta que no, al ver que sonreía de forma dulce-. Pensé que estaba actuando cuando lo vi en televisión, pero si puede sonreír así, es bueno. Que no le arruinaran nada. 

-Vamos, mamá. Quiero presentarte a Julie -le dijo Mike, tirando de su mano. Oírle hablar de Wade así, conociendo lo cruel que llegaba a ser era raro.

Al llegar al cuarto, encontraron a Julie de pie allí. Miró a ambas mujeres, reconociéndolas al instante.

-¡Hola! -saludó, acercándose a ellas-. Mike siempre habla de ustedes, un placer conocerlas al fin.

-Debes ser Julie -dijo Angie, sonriente-. Mike también habla mucho de ti.

Mike sonrió mientras las observaba reír y bromear a su costa. Su madre ya no lucía enfadada, como cuando vio a Gabriel y era un alivio, Lucy hablaba sobre el trabajo, lo mucho que la luz había subido, la renta con un tono despreocupado y alegre que era familiar para Mike.

-¿Cómo van las cosas en casa? -preguntó.

-Sigue siendo el mismo desastre -dijo Lucy, negando con la cabeza-. O peor. Creo que hay algunos de tus compañeros que ya tuvieron su primera vez en la cárcel.

-Me alegro que hayas podido venir aquí -agregó Angie-. Casi desearía que no tuvieras que regresar.

-Vamos, mamá -Mike se acercó a ella y le rodeó con un brazo-. No podría vivir siempre lejos de ustedes.

-El mundo no es tan tolerante allá afuera, hijo.

Mike sonrió, feliz incluso cuando su madre no lucía tan animada. Le gustaba saber que se preocupaba por él, después de todo. La puerta sonando le distrajo de contestar y se levantó, antes que alguna de ellas lo hiciera. Vio a Alan y antes que pudiera advertirle que estaban solos, éste ya se estaba inclinado hacia él y lo besaba.

-Lo siento -dijo, al separarse y ver a las mujeres en el cuarto-. No encontraba mi llave -murmuró, sintiéndose inseguro. Había reconocido a la tía de Mike y supuso que la otra mujer era su madre y por la forma en que lo estaba mirando, no aprobaba lo que acababa de ver.

-Mamá, tía, este es Alan. Alan, mi mamá y mi tía. Angie y Lucy -dijo Mike, esbozando una sonrisa nerviosa. Su madre le miraba frunciendo el ceño y él tenía muchas ganas de desaparecer, pero se forzó a permanecer tranquilo. Cerró la puerta y se caminó hacia su madre, esperando que Alan lo siguiera.

-No sabía que vendrían de visita -murmuró Alan. No parecía muy buena idea quedarse, pero tenía que hacerlo.

-Mike, ¿puedo hablar contigo? ¿A solas? -Julie se levantó, tirando de Alan, pero Lucy se quedó dónde estaba. Mike suspiró, enfrentándose a su madre-. Pensé que después de ese chico, de lo mal que lo pasaste, entenderías que no puedes estar con alguien de este lugar, hijo.

-Alan no es Gabriel -murmuró Mike, desviando la mirada.

-Es de un mundo diferente al tuyo. No quiero que sufras otras vez, hijo.

-No lo haré -dijo Mike. Su madre se limitó a mirarlo-. Está bien, no lo sé. Pero... mamá, él me gusta. Y me ayudó con lo de Gabe y todo eso, y sé que tal vez todo se termine con el colegio, lo he admitido. Pero ahora mismo, lo quiero -dijo, bajando la mirando y sintiendo que sus mejillas ardían. Con su tía era más fácil hablar de estas cosas que con su madre.

-¿Al menos es un buen chico?

-Lo es -dijo Mike.

-Bueno, al menos no puede embarazarse -comentó Lucy, causando que tanto Angie como Mike le dirigieran idénticas miradas reprobatorias. Ella se encogió de hombros, sin darle importancia-. Angie, mi sobrino es bastante maduro. No va a perder sus ganas de ser un abogado por un chico. Confía en él. Y si pudo superar a ese bombón de antes, este otro chico no será problema.

-Confió en él -dijo Angie, mirando a su hijo e ignorando la última frase de su cuñada-. No estoy de acuerdo, pero al menos esta vez, voy a poder hablar con el novio de mi hijo.

Mike esbozó una sonrisa nerviosa. Dudaba que Alan estuviera cómodo hablando con ellas.

-Y tan correcto, con esa forma de hablar tan educada y ese “señora” -siguió diciendo Lucy, riendo al ver la manera en que Mike negaba con la cabeza-. Perdón, sólo quería molestar. Sigue, Angie.

-Y Alan, ¿es alguien de quien debamos saber algo?

-Es Garton. Alan Garton, no sé si escucharon...

Angie lo miró, sin entender y Mike se mordió el interior de la mejilla. Esperaba que su madre no reaccionara mal si le decía que Alan era hijo de un supuesto criminal.

-Su padre fue acusado de lavado de activos hace unos años. Se suicidó -vio la alarma en el rostro de su madre y añadió-. Me gustaría que no lo mencionaran, él todavía se siente mal por eso.

-Leí algo sobre eso -dijo Lucy-. Ellos no están en una buena situación, ¿o sí?

-Pobre chico -murmuró su madre.

-Tampoco hables como si le tuvieras lástima, le molesta eso más que todo -murmuró Mike, bajando la vista. Su madre era buena y compasiva, pero sabía como reaccionaba Alan a las muestras exageradas de simpatía por su situación.

-Vaya, quieres a ese chico -comentó Lucy. Conocía a su sobrino, después de todo, y aunque no parecía tan efusivo como cuando le habló de Gabriel, supuso que después de la forma en que terminaron, que estuviera a la defensiva con sus sentimientos era lógico.

Mike se encogió levemente de hombros y dando la charla por terminada, se fue a abrir la puerta. Julie y Alan estaban cerca, hablando en voz baja. Ambos se acercaron y entraron, Alan dudando sobre si debía irse o no. Fue Angie quién lo llamó al final y Mike sonrió, esperando que su madre no le hiciera algún cuestionario vergonzoso. Pero ella sólo le preguntó por sus notas, por sus gustos y lo que quería hacer y Alan se las arregló para contestar sin meterse en muchos problemas.

-Lo único que sé es que no podré ir a la misma universidad que su hijo -dijo, girando el rostro para ver a Mike-. Él es un jo... -se interrumpió al instante, esbozando una sonrisa culpable-. Un genio.

Angie sacudió la cabeza, desaprobadora y le dirigió una mirada a Mike que él interpretó como un qué haces con este chico, antes de volverse a Alan.

 -¿Y qué planeas hacer tú?

-Aún no sé -contestó Alan, bajando los ojos. Mike le miró, sorprendido. Creyó que diría estudiar administración, como decidió tiempo atrás-. Administración, tal vez. Mi familia tiene un negocio.

Angie asintió con la cabeza, notando la mueca de dolor que hizo Alan al mencionar a su familia y no pudo evitar sentirse mal por él. Aunque no le parecía lo mejor para su hijo, los posters en las paredes, esa camiseta con un estampado de un demonio en él y su propia admisión de no ir tan bien en las clases, le hacía pensar que su hijo estaría mejor con alguien más, Alan parecía una versión más educada y con dinero de los chicos que Mike solía evitar en su antigua escuela. Incluso así, sintió un ramalazo de lástima que se esforzó en ocultar. A cualquiera le dolería perder a su padre y vivir con el estigma del crimen.

-Espero que puedas lograrlo.

-Mike me ayuda -dijo Alan, encogiéndose de hombros. Angie notó que giraba levemente en rostro para ver a su hijo, antes de seguir hablando-. Es un buen tutor.

-Siempre he pensado que sería un buen maestro -opinó Angie, causando que Alan sonriera.

-Pienso igual.

Mike suspiró, al menos aliviado de ver que su madre no pensaba interrogar a Alan y se unió a la charla de buen grado. Julie ayudó a hacer la charla más amena, burlándose de ambos. Cuando su madre se levantó, le pareció que había pasado muy poco tiempo.

-Debiste venir un sábado, podríamos haber ido a pasear -se quejó, mientras su madre le abrazaba.

-Tengo que trabajar los fines de semana, hijo. Y pienso tenerte en casa un par de meses antes que vayas a la universidad.

Mike dejó escapar una risita, devolviendo el abrazo a su madre y le tomó del brazo mientras salían, seguidos por Lucy. Por esta vez, Alan y Julie se quedaron atrás, dejando que se despidan sin interrupciones.

---

-No vamos a meternos a esa capilla -dijo Ericka, dejando caer sus libros sobre la mesa en la que Gabriel y Susan charlaban.

-Claro que lo haremos -rebatió Susan-. Es una tradición y las tradiciones se respetan.

-¿Desde cuándo? -rebatió Ericka-. ¿Desde que un grupo de tontos decidió meterse a un lugar asqueroso y medio derrumbado?

-Vamos, Ericka, es por la diversión -dijo Gabriel, esbozando una sonrisa dulce-. Vamos a obligar a toda la clase a entrar, se divertirán.

-Terminar con Mike te hizo mal, Gabriel.

-Quedamos en que eso fue tu culpa -contestó Gabe, con la misma sonrisa. No es que lo creyera, pero si ella le recordada a Mike, también la podía hacer sentir culpable-. ¡Vamos! Si crees que no hay nada allí, entonces no hay problema. Será divertido.

-No entiendo su concepto de diversión. Al menos, deja que voten antes de decidir. ¿Y no íbamos a tener una fiesta de disfraces por Halloween?

-Tendremos una fiesta, los disfracen quedan a elección -dijo Susan-. Sólo tenemos que decidir cuál va primera, entrar a las seis de la tarde no tendría ningún sentido.

-Podríamos ir a la fiesta, salir y regresar -opinó Gabriel. Ericka suspiró, pero no dijo nada más, Gabe se estaba divirtiendo con esto y con todo lo que había pasado ese año, supuso que podía darle el gusto.

-Apoyo la moción -Susan sonrió, poniéndose de pie-. Personalmente, no usaré disfraz, ni tacos. Debo prepararme en caso de tener que correr.

-Supongo que haré lo mismo -murmuró Ericka-. ¿Y tú?

-Planeaba ir sin disfraz -contestó Gabriel, dejando caer su sonrisa y poniendo una expresión aburrida en su lugar-. No tengo muchas ganas de ir a la fiesta.

-No actúes así. Si quieres demostrar que él ya no te importa, actuar así no ayudará.

-No tiene nada que ver con Mike -Gabriel apoyó el rostro en una mano, haciendo una mueca de disgusto-. Sólo no quiero disfrazarme. O ir a fiestas. Preferiría quedarme a dormir.

-Escuché que su madre llegó de visita hace unos días -murmuró Ericka-. La mujer que estaba en las escaleras.

-Ericka, no -dijo Gabriel. Ericka se encogió de hombros, dejando el tema.

-Bien. Si tú no te disfrazas, yo tampoco.

-Y yo que quería que lleváramos trajes a juego -se quejó Wade, detrás de ella.

-Nunca en la vida -Ericka bufó, a lo que Wade contestó rodeándole el cuello con los brazos.

-Oh, vamos, no seas tan fría conmigo, ¿no somos amigos?

Gabriel suspiró, dejándolos discutir y observó a Harris, sentado junto a su prima. Una parte de su mente le gritaba que no debía hacerlo otra vez, pero cuando él miró en su dirección, le hizo una seña con la cabeza y Harris se lamió los labios en respuesta.

-Los veo luego -se despidió, ignorando la mirada inquisitiva de Wade y salió de la biblioteca, sabiendo que Harris le seguiría pronto.

Al parecer, lo suyo con Harris era otra de esas situaciones que sólo resultaban desagradables mientras te acostumbrabas a ellas. Ahora, ya no le importaba más. Lo buscaba cuando tenía ganas y permitía que él hiciera lo mismo porque era justo. Era reciproco y ambos sabían que no era nada más que sexo y estaba bien así. No quería volver a enamorarse, después de todo.

---

Mike entró al salón, sonriendo. Ensanchó su sonrisa al ver que nadie estaba bebiendo a escondidas todavía. Gabriel los convenció de ir a la capilla sólo diciendo a Luke que era un cobarde si no aceptaba y todos lo siguieron, lo único es que nadie se vio animado a comprar disfraces y estaban todos en ropa normal... ropa normal de diseñador, pero normal al fin. Mike se acercó a Julie, apoyada en una columna y ella le tendió un vaso.

-¿Emocionado por la próxima aventura? -preguntó ella, girando su propio vaso. Lucía entusiasmada, aunque no se reflejaba en su forma de vestirse, con sus jeans negros, sus zapatillas del mismo color y una camiseta blanca. No es que él se hubiera esforzado mucho en su vestimenta, llevaba una camiseta verde de mangas largas y unos jean azules y eso era todo. 

-No sé porqué tenemos que ir -suspiró, cansado desde ya.

-Yo no tengo que ir -Julie bebió un sorbo de su vaso, sonriendo-. Pero, al parecer, serás catalogado como un cobarde si no lo haces.

-No me importa ser catalogado como un cobarde. ¿Dónde está Alan?

Julie señaló al frente y Mike sonrió al verlo. Como ellos, Alan tampoco se había esforzado en la ropa, pero era alto y tenía músculos que le permitían lucir la camiseta negra, con un estampado de un carro tirado por esqueletos. Excelente opción para ponerse cuando estaba a punto de meterse a una supuesta capilla embrujada.

-No entiendo porqué la fiesta si lo único que todo el mundo quiere es ir a esa maldita capilla -dijo, cuando estuvo junto a ellos-. Y según el idiota de Barnett, tenemos que esperar hasta las doce.

-¿Quieres ir? -preguntó Mike. Era retórica, sabía muy bien que Alan quería ir. 

-Bueno -murmuró Alan-. Algunas veces me he acercado... ese perro suele dormir cerca de allí, algunas veces. Pero no he entrado. ¿No tienen curiosidad, al menos por verla?

-No, para nada -negó Mike, sacudiendo la cabeza. 

-Oh, vamos, no estamos en una película de terror.

-Es una suerte, ninguno de los tres somos del tipo que viviría -Julie rio, aunque ninguno de sus amigos pareció divertido-. Oh, al fin se mueven.

-Vale, tenemos reglas -dijo Gabriel, poniéndose de pie en la puerta, alzando la voz para que todo el mundo le escuchara-. Primero, no celulares.

-Esa regla es una mierda -le interrumpió Luke, acercándose a él. Mike suspiró, deseando terminar rápido con todo el asunto, y a sabiendas que Luke sólo reclamaba por molestar, sabían bien que no tenían permitido llevar nada para grabar o comunicarse, en palabras de Susan para meterse en ambiente.  

-Si quieres tener una preciosa linterna que te guíe, haremos la excepción por usted, princesa -intervino Wade, haciendo una reverencia burlona delante de él. Susan, al lado de Gabe, dejó escapar una risita burlona que calló a Luke.

-Como decía, dejen sus celulares. Si van a llevar linternas, que sean muy pequeñas. Y nada más, en realidad. Vamos a asustarnos un poco.

-No hay nada allí -refunfuñó Luke.

-Creo lo mismo -le dijo Alan, que caminaba detrás, con un brazo sobre los hombros de Mike y otro sobre Julie-. Por eso es que no llevo ninguna linterna.

-Y porque soy más listo que tú y no quiero tropezarme con nada, yo sí llevo una linterna -dijo Mike, en el momento en que cruzaban la puerta y Susan y Gabe los detenían-. Y es pequeña -añadió, mostrándosela a Gabriel.

-Tengo un chiste con eso, pero hay tres personas que se enojarían si lo dijo -dijo Wade, detrás de Gabriel-. Oh, vale... estoy seguro que la tuya es pequeña Mike -se burló, fijando los ojos en la entrepierna de Mike, que se sonrojó furiosamente-. La mía es grande, pero están prohibidas.

Gabriel bufó, antes de tirarle del cabello, causando que Wade se quejara y riera a la vez y lo empujara hacia adelante.

-Nadie quiere saber, ve adelante y no fastidies.

-Gabe, cariño mío, te mueres por saber, deja de reprimirte.

-Lárgate -espetó, volviendo a empujarlo. Se volvió hacia Mike, tratando de lucir calmado, aunque no pudo evitar acariciar el puente de su nariz-. Lo siento por eso, es un idiota. Pueden seguir.

-Todavía me pregunto si lo suyo es una broma o no -murmuró Alan, volviéndose a Mike y luego a Julie-. Ustedes dos deberían saber algo.

-Es una broma -contestaron ambos a la vez.

-Y que te intereses por Gabe es raro -agregó Julie, mirándolo de reojo. Alan se encogió de hombros-. Caminemos, gente. Al fin estamos aquí y esto es tan estúpido que no quiero más que terminarlo.

-Entonces, ¿por qué estás aquí? -le preguntó Mike. Algunas chicas se negaron a ir y sólo a ellas se les permitió quedarse-. Podías quedarte.

-Nadie va a decir que mí que soy cobarde -dijo ella, sonriendo.

-Pueden decirlo de mí -los tres desviaron la vista, observando a Katherine que los alcanzaba con una mirada abatida en el rostro. Se veía bien, de todos modos, con el cabello atado en una trenza, en el que se enredaba una tira color roja, pantalones cortos y una blusa de tiras.

-¿No tienes frío? -preguntó Julie, mirando sus piernas. Katherine se sonrojó, desvió la vista y cruzó los brazos sobre el pecho.

-Se supone que vamos a bailar después -argumentó.

-Al menos, contigo tenemos uno que va a vivir -dijo Julie, asintiendo con la cabeza. Katherine regresó a mirarla, confundida-. Eres del tipo que sobrevive en las películas de miedo. Nosotros morimos.

-No creo -murmuró ella-. Soy la chica tonta rubia que su novio dejó y que no deja de cometer errores. Ellas mueren, nadie se fija más que en su figura. Las protagonistas son fuertes, inteligentes y lindas.

-Luke fue un idiota por dejarte -le interrumpió Julie, sin corregir nada más. 

-Estamos aquí, chicas -dijo Alan.

Mike se puso en puntillas, tratando de ver, y acercándose a Alan un poco. No quería entrar allí, pero ya estaban cerca y miró hacia atrás, a las luces del colegio. La capilla no tenía ninguna luz encendida y ahora mismo, Gabriel estaba en la puerta, empujando y haciendo chirrear los goznes. Y lucía tremendamente divertido, lo que ponía a Mike más nervioso, en vez de aliviarlo. Con tanta gente allí que Gabriel detestaba, dudaba que su alegría fuera por algo bueno.

-Vamos entrando, entrando -canturreó Wade, detrás de Gabriel, en el momento en que las puertas se abrían. No se veía nada dentro y, por seguridad, Mike encendió la linterna, causando que Alan se riera.

-¿En serio no te da miedo?

-No, porque no hay nada -dijo Alan, y agregó, para fastidiar a Mike-. Tal vez ratas.

-Cállate, odio las ratas.

-¿Alguien quiere ir primero? -preguntó Gabriel, dejando de sonreír. Luke y dos de sus amigos se adelantaron y Harris fue tras ellos, luciendo más curioso que asustado. Él también llevaba una linterna.

-¿Miedo, Harris? -se burló Gabriel.

-No, sólo no quiero tropezar -dijo él, repitiendo a propósito las palabras de Mike-. Pero puedo dejarla si te ofreces acompañarme.

-Entra y no molestes -Gabriel fue tras él, de todos modos, seguido de Ericka. Wade había retrocedido hasta Adriana y, al fin, Mike entró, apretando los dedos en el brazo de Alan.

-Esto no da miedo -dijo él, tratando de mirar alrededor y de convencerse a sí mismo. Escuchó a alguien mencionar que debían tener cuidado con las cosas tiradas y avanzó un poco, considerando que tal vez debería retroceder y abrir la puerta por completo para poder tener algo más de luz, aunque era una noche sin luna, no habría mucha diferencia. Dirigió la linterna al piso, encontrando polvo y astillas de madera y papeles amarillentos.

-No me pises, Barnett -escuchó y alzó la cabeza. Se alejaban lentamente de la puerta, con Alan mirando alrededor, más curioso que asustado.

-No te he... mierda...

-¿Tropezaste?

-No, pero siento algo en mi espalda.

-No te estoy tocando, Barnett, lo juro por Dios.

-¡Si tratan de asustarnos, no funciona! -gritó Alan, a la vez que la puerta se cerraba ruidosamente y Mike se volvía, linterna en mano, olvidando todo y retrocediendo hacia la puerta. Alan pensó en Julie y Katherine un momento, antes de seguirle-. Mike, es una broma, ¿qué haces?

-La puerta no se abre -dijo Mike, sonando nervioso. Empujó la puerta, esperando escucharla crujir, pero nada pasó-. No tenía llave, ¿verdad? ¿Gabriel no la dejó abierta?

-Déjame ver -dijo Alan, empujando la puerta. Lo intentó otra vez y maldijo entre dientes-. Es una broma, ese idiota de Barnett.

-¿Qué hizo Gabriel? -preguntó Wade, cerca de ellos. Mike lo iluminó con la linterna y lo observó, comiendo papas fritas de forma despreocupada. Adriana estaba a su lado, comiendo de la misma bolsa.

-La puerta no abre -explicó Alan.

-Eso no puede ser. Sue y yo la revisamos en la mañana. Le dimos a Gabe las llaves del candado y es la única forma de cerrarla y él entró primero -dijo, apartando a Alan y empujando la puerta. Mike, que aún iluminaba su rostro con la linterna, lo vio volverse pálido, sus labios esbozando una sonrisa nerviosa-. No hay forma -dijo, tratando de abrirla una vez más.

-Es culpa de Barnett, lo apuesto -gruñó Alan

-No, Gabe no lo haría -dijo Wade, pasando una mano por su rostro-. A ustedes sí, pero no a mí. Me lo hubiera dicho -murmuró, volviéndose a Adriana-. Parece que la puerta no abre. Tal vez uno de los cursos quiso jugarnos una broma, hay que seguir, no pueden encerrarnos toda la noche.

-¿En serio podemos estar tan poco preocupados? -le preguntó ella. Wade se encogió de hombros.

-Apenas que creas en fantasmas, sí -dijo, volviendo a sonreír.

-Busquemos a Julie primero -opinó Alan. Adriana asintió y se puso entre ambos, entornando los ojos para mirar a los lados y tomando el brazo Wade. Éste la abrazó, mirando al frente.

-Vamos pues -murmuró Mike. Decidió dejar de preocuparse por las apariencias y se ubicó al lado de Adriana. Escuchaba las voces de sus compañeros, algunas risas forzadas y algunos murmullos y nada más. Ya estaban lejos de la puerta, escucharon a Luke gritar que había algunas bancas tiradas, maldiciendo mientras lo hacía.

Alan estiró un brazo para tantear la pared y se detuvo cuando sintió algo muy tenue rozar su mano.

-¿Qué pasó? -preguntó Mike.

-Nada -dijo él, suponiendo que lo mejor sería no asustarse, pero alejándose de la pared.

Mike iluminaba el camino, esta vez alumbrando el frente y no el piso, aunque su linterna no alcanzaba a iluminar mucho, empezaba a arrepentirse de haber venido y encontrar a Julie de pie, con una muy asustada Katherine sosteniéndose de su brazo no le ayudó.

-¡Te lo digo, algo me tocó cuando me apoyé en la pared! -gritó-. Quiero irme, a quién le importa este estúpido juego.

-La puerta no abre -le dijo Adriana, sin soltarse de Wade y mirando a las paredes-. Lo intentamos, pero...

-¡La puerta no abre! -gritó Katherine, perdiendo los nervios. Wade se llevó una mano al rostro, maldiciendo. Era imposible que no escucharan a Katherine-. Entonces, ¿qué...?

-Cálmate, Kathy -le interrumpió Wade-. Voy a buscar a Gabriel y regreso. Ustedes quédense aquí, que si te han escuchado, se armará un lío.

-Oye, no me dejes sola -le dijo Adriana, sosteniendo su muñeca.

Mike dirigió la linterna a la pared, sin saber qué más hacer y decidido a no moverse del sitio. Para calmarse, movió la luz de un lado a otro, observando los cuadros y para distraerse, se dedicó a observar uno y palideció cuando le pareció que movía los ojos. Era algo que veía siempre en películas de terror. Miró otra vez y esta vez no hubo duda que estaba parpadeando. Apretó su agarre en el brazo de Alan y éste le miró primero, antes de mirar hacia el lugar en el que la luz temblaba por culpa del brazo de Mike.

-¿No estoy viendo cosas, verdad? -preguntó, en voz baja.

-Mierda -susurró Alan. Una parte de él seguía pensando que era un truco, pero el grito de Susan, Susan de todas las personas, le convenció de lo contrario.

Lo que sea que estuviera pasando delante de ellos, Mike no quería saberlo. Julie suspiró, negando con la cabeza, dejó a Katherine en el piso y se adelantó unos pasos.

-Idiotas hijos de puta -murmuró, tan bajo que nadie la escuchó. Alzó los ojos a tiempo para ver una figura translúcida en la pared y escuchar un alarido que se mezcló con los aullidos de Max que se escuchaban afuera y tuvo que apoyarse en la pared para que no la tumbaran, mientras sus compañeros de clase corrían a la salía y encontraban la puerta nuevamente abierta. Regresó sobre sus pasos, cogió a Katherine, demasiado asustada para moverse y tiró de ella.

Wade miraba hacia adelante, con una expresión asustada que era extraña en él. Estaba oscuro fuera, no había luz que causara algún efecto, pero encima del altar, sobre el que, de ser de día, la luz del sol a través de las ventanas tapiadas abría iluminado el vitral, se podía ver una imagen que se movía, parecida a una mujer. Mike recordó la historia de la chica que supuestamente había vuelto allí y retrocedió ahogando un grito, mientras Wade se desembarazaba del agarre de Adriana.

-Tengo que ver a Gabe -susurró, y al contrario que el resto de sus compañeros que se dirigían hacia la puerta, avanzó hacia adelante. Adriana no trató de detenerlo, notó que algo le recorría la pierna y soltó un grito, corriendo hacia la puerta. Mike la siguió, olvidando a Julie por un momento.

Alan se quedó a esperar a su amiga, aunque también sentía miedo, era imposible no hacerlo cuando todos gritaban y cuando cada vez que intentaba apoyarse en la pared, sentía algo recorriendo sus dedos. Se imaginó gusanos, odiando el ver tantas películas de terror, aliviado cuando Julie, tirando de Katherine, le alcanzó. Para pensar en otra cosa, cogió el brazo sobrante de Katherine y la calma que notaba en la expresión de Julie le ayudó a calmarse un poco y caminar lentamente, evitando tropezarse como varios de sus compañeros delante. Cuando estaban a punto de alcanzar la puerta, regresó a mirar atrás y atravesó de la leve luz que se colaba, vio una figura femenina subir las escaleras de la sacristía, el largo vestido brillando con luz propia cubriendo sus piernas. No se atrevió a alzar el rostro para ver quién era, salió de la capilla y cerró la puerta, preguntándose en qué momento se abrió y notando que sus compañeros corrían de regreso al colegio, pero no alcanzaban a llegar cuando el estridente ruido de una explosión se hizo escuchar. Mike, de nuevo a su lado, se aferró a él y ambos notaron las luces en el cielo. Por un momento, nadie se movió, mirando los fuegos artificiales en el cielo, pero pronto, tal vez por el ruido, se calmaron lo suficiente para burlarse los unos de los otros y reír en voz baja.

-Te juro que ese cuadro se movía -dijo Mike, cuando recuperó la voz. Katherine se limpió las lágrimas, soltándose de Julie y Alan supuso que lo mejor no sería decirles nada de la mujer en la sacristía. Adriana se acercó a ellos, lívida, aunque con los ojos fijos en el cielo y en las luces que seguían sonando y explotando formando círculos de colores en el cielo.

-Escuché a Susan decir que vio a la chica, a la que dicen que se mató allí. Les juro que cuando me apoyé en la pared, algo me tocó, como gusanos en mi mano.

Julie se dejó caer al piso, y al final, se echó a reír, mientras Alan decidía que era mejor no comentar que él sintió lo mismo.

-Bueno, ¿no estaban todos entusiasmados por visitar la capilla embrujada? -dijo Julie, entre risas-. Vimos algo, ¿o no?

-Dime que no estás enloqueciendo por la conmoción -dijo Mike. Katherine le dirigió a su amiga una sonrisa nerviosa y, al final, caminaron de regreso al colegio, cuando las luces se apagaron en el cielo. Julie fue la única que miró atrás, sonriendo al ver a Max escabullirse entre las puertas semi abiertas de la capilla, con esa forma suya de caminar con la cabeza gacha y las orejas alertas.

---

De regreso en el salón, Mike se dejó caer en uno de los sofás, sin más fuerzas para nada. Katherine le imitó y Adriana desapareció apenas entraron. Lo que sea que hubiera pasado, parecían estar dispuestos a charlar de ellos con alcohol y música porque pronto empezaron a circular vasos. Alan se unió a ellos, ofreciéndoles sodas a los tres y bebiendo de una botella de cerveza, mirando a las parejas en la pista de baile. Se sentó en el brazo del sofá, junto a Mike y brindó con él.

-Por sobrevivir a una capilla encantada -dijo, sonriendo-. Ahora que ya estoy afuera, no fue para tanto.

Mike y Katherine le dirigieron miradas incrédulas y ésta ocultó su rostro entre las manos, gimiendo.

-Al menos comprobamos que también estoy en el grupo que moriría -se quejó.

-¡Por el grupo que moriría con seguridad! -exclamó Julie, elevando su botella. Los tres la imitaron, aunque no estaban felices con su elección de palabras y bebieron, sintiendo más calmados, aunque todavía sentían rastros de la tensión en el aire

-Estás muy feliz, Julie, ¿segura que no sabes qué demonios pasó allí? -preguntó Alan, observando el rostro sonriente de su amiga.

-Estoy seguro que vi a ese cuadro parpadear -intervino Mike-. Tú lo viste también, Alan.

-Eso puede ser un truco -rebatió. Ahora que estaba lejos de esa capilla, no admitiría bajo ninguna circunstancia que tuvo miedo.

-Pero nadie entra allí.

-No existen los fantasmas. Una grabadora y un proyector, eso fue lo pasó -dijo Alan, terminante.

Julie sonrió, observándolos y Katherine se puso de pie, exhalando un suspiro.

-Si sigo pensando en esa capilla, lloraré. Voy a bailar, ¿me acompañan?

Los tres negaron y Katherine se encogió de hombros, entrando en la pista de baile sin preocuparse en llevar pareja, empezando a moverse entre sus compañeros.

-Se tiene que ser algo valiente para hacer eso sin que te de vergüenza, ¿no? -dijo Julie, siguiéndola con la mirada. Mike asintió, mirando la pista de baile. No disfrutaba de eso, pero sonrió al imaginarse bailando allí, aunque se vería ridículo. Se levantó para traer jugos y snacks, aunque cambió de opinión y llevo vasos con alcohol, creía que después de lo que pasó en la capilla, podía permitírselo y cuando regresó, encontró a Alan mirando la pista también y tamborileando los dedos sobre su pierna. Le tendió su vaso y volvió a sentarse, pensando en pedirle salir, pero sin atreverse. No sabía si él querría hacerlo, si estaba bien que se descubrieran ante todo el mundo. Y, por encima de todo, nunca había invitado a nadie a bailar y, por alguna razón, pedírselo a Alan le hacía sentir nervioso. Suspiró, recordando de repente el cuadro parpadeando y se acarició la frente, cansado.

-¿Quieres ir a bailar? -preguntó Alan. Mike miró a Julie, pensando que le estaba preguntando a ella, pero se volvió al ver que no era así. Era justo lo que estaba pensando, pero no era eso lo que quería.

-¿Bailar? -repitió, mirando la pista de baile y aferrándose a la botella-. No creo, yo no sé bailar, en realidad -murmuró, bajando la mirada.

-Bien, voy a preguntarle a Katherine -dijo Alan, levantándose.

Julie bufó, negando con la cabeza.

-¿Por qué le haces eso? ¿Qué tiene de malo que bailen?

-No es eso -negó Mike, estrujando sus dedos.

-¿Es porque no quieres que nadie sepa nada? No sé desde cuando te importa lo que pienses los demás-le interrumpió Julie. Mike suspiró-. Y te lo preguntó porque llevas mirando a la gente bailar como una hora, Mike. 

-No es eso -repitió-. No quería que él me sacara a bailar -murmuró.

Julie lo miró, sin entender, pero Mike no dijo nada más y se levantó. Después le explicaría a Julie, ahora lo importante era encontrar a Alan. Recorrió el salón buscándolo y lo encontró apoyado en la pared, bebiendo otra cerveza.

-¿No fuiste a bailar? -le preguntó, uniendo las manos detrás de su espalda. Alan negó con la cabeza.

-Kathy estaba ocupada.

-¿Estás molesto? -preguntó. No fue necesario que Alan respondiera, la forma en que desvió los ojos, con el ceño fruncido fue suficiente-. No quería que tú me pidieras salir.

-Dejaste eso muy claro.

Mike suspiró. Lo que iba a decir sonaría idiota, pero era la verdad.

-No quería que tú lo pidieras -dijo, bajando la mirada. Alan lo miró, notando el sonrojo en su rostro y se extrañó-. Llevaba todo el rato tratando de reunir valor para decírtelo y pensando en si te gustaría la música o si te importaba que nos vieran y... pero tú lo dijiste primero y me puse nervioso y me enfadé un poco por no ser capaz de decir una simple cosa y me enfadé contigo por no dejarme tiempo y...

Alan sólo lo miró. Mike hablaba rápidamente, como había notado que hacía cuando estaba nervioso y mantenía la mirada gacha, jugando con sus dedos. Entendía el argumento, pero era muy tonto.

-¿Y sólo por eso te negaste?

-Siempre eres el que da el primer paso- dijo Mike, alzando la cabeza, tendiendo una mano hacia él-. Sólo quería ser el que preguntara primero por una vez. Entonces, ¿bailarías conmigo? Aunque no sé cómo y, en realidad, no me gusta hacerlo, todavía me gustaría bailar contigo -añadió, mordiéndose el interior de la mejilla.

-Esta es la peor forma de pedir que he escuchado -Alan negó con la cabeza, su enfado diluyéndose-, eres un poco idiota, ¿sabías?

-No sé porqué salgo contigo -murmuró, esbozando una sonrisa tímida, mientras Alan tomaba su mano extendida y lo dirigía hacia la pista.

-Eso me pregunto a menudo -contestó Alan. Mike lo miró por un momento, sin saber qué hacer, notando sus manos todavía unidas. Llevo la otra a la cintura de Alan y este soltó una risa corta, haciendo lo mismo. Por alguna razón, la música que sonaba se detuvo y sonó una canción lenta y por el rabillo del ojo, Mike alcanzó a ver a Katherine alzando los pulgares, su rostro sonrojado y sonriente.

-Mañana fingiremos que esto no pasó -murmuró Alan. Mike lo miró, antes que éste se inclinara, apoyando la frente en uno de sus hombros-. Me siento sucio bailando una balada.

Mike no pudo evitar reír, divertido por el tono de dolor de Alan. Apoyó una mano en su cabeza, sintiéndose tentado a cerrar los ojos y olvidarse que estaban en público. Bailaron así dos canciones, hasta que la música volvió a ser estridente y se quedaron de pie en la pista, mirándose. Mike se forzó a no bajar la mirada, a no rendirse ante la vergüenza que sentía porque podía escuchar silbidos y quejas cerca de él y decidió que, por esta vez, nada de eso le importaba. Lo importarte era Alan, que a pesar de todo seguía allí, mirándole con una sonrisa y Julie, cuyos silbidos no tenían nada de burla y Katherine, que cambió la música para ellos. Importaba que, justo ahora, lo único en que podía pensar era en el chico que sostenía y en cómo cambiaron las cosas entre ellos, desde antes de descubrir que lo quería, cuando sus bromas y su forma de animarlo fastidiándole le hacían sentir mejor.

-Te quiero -dijo, sonriendo. Le besó allí mismo, en medio de la pista y Alan se sorprendió sólo un momento, antes que su mente procesara la información, se estaban besando delante de toda la clase y su corazón se acelerara. Le regresó el beso, sintiendo una de las manos de Mike acariciarle el cabello y le sostuvo el rostro con ambas manos. Cuando se separaron, Mike tenía las mejillas sonrojadas y Alan alzó el dedo medio a todos los que seguían silbando en desaprobación mientras tiraba de él fuera de la pista. 


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