Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

West Lake por Hisue

[Reviews - 427]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Lo siento por la tardanza... iba a subir esto ayer, pero era feriado y me fui a comer... y tengo poco tiempo, es un problema que el formato de AY complique subirlo desde el celular. Asdf.

Anyway, que lo disfruten (?)

Capítulo 94

 

-¿Qué estás haciendo aquí? -Julie se acercó a Alan y se sentó a su lado. Estaba sentado en la cerca del colegio, mirando al cielo y parecía, como hace mucho tiempo no lo hacía, enfadado a rabiar-. Mike te está buscando.

-Quería estar en paz un momento.

Julie enarcó una ceja, confundida.

-¿Estas lejos de Mike por buscar paz? ¿Te molesta lo que pasó en tu casa? Mike me explicó porque reaccionó así cuando vio a Harris con...

-No es eso -le interrumpió Alan.

-¿Entonces qué es?

Alan lo pensó un momento. Si seguía torturándose, no obtendría nada, pero hablar con Julie le parecía incómodo. De cualquier forma, no podía seguir evitando ni a ella ni a Mike. 

-Regresemos primero, está anocheciendo. Si no hay nadie en tu cuarto, podemos hablar.

Ella asintió y lo siguió de regreso, mirando su espalda. Todo ese sube y baja de emociones entre Alan y Mike le ponía tensa y siempre tenía que ver con Gabriel. Sólo esperaba que esta vez no fuera por una tonta razón, ni que Alan volviera a tener celos.

-Entonces, ¿qué es? -preguntó, sentándose en el borde de su cama. Alan sonrió, no esperaba menos de ella que una pregunta directa-. No me digas que son celos.

-No son... tal vez, un poco -Julie se cruzó de brazos, sin ocultar su decepción-. Escucha, hablé con Barnett. Y él dijo algunas cosas sobre Mike y sobre...

Alan suspiró. No quería hablar de esto con ella, ni con nadie, pero necesitaba alguna opinión y nadie mejor para opinar con sentido común que Julie.

-Él habló de la forma en que se comportaba... cuando... y bueno, tiene razón.

-Eres estúpido -Julie suspiró, harta de esto, agradeciendo que no entrara en detalle. Se podía hacer una idea del tema que Gabriel eligió para fastidiar a Alan-. Gabe fue su primer amor, estuvieron juntos más de un año y sí, estaba un poco deslumbrado por él. Es obvio que Gabe sepa más que tú sobre cómo se comporta, ¿no lo has pensado? Y no me digas que no lo sabías, porque lo sabías. Mike no tenía ninguna experiencia antes de él.

-¡Y lo sé! -exclamó Alan-. Objetivamente, lo sé, pero es difícil. Ese idiota dijo todo eso para provocarme, y también lo sé, pero... es cierto. Tenía razón. Tú lo veías, cuando estaba con Barnett paraba con la cabeza en las nubes, lo miraba como si no existiera nada más y apuesto que eso que dijo, que podía convencerlo de cualquier cosa sólo besándolo es verdad también. Así que sí, estoy celoso y no sé cómo evitarlo y sé que no tengo derecho a estarlo y enojado, Julie. Vuelvo a pensar en eso y en lo... mierda, de alguna forma lo de los besos me enoja más.

Julie suspiró, mirando hacia la puerta. Mike llevaba allí parado un rato, pero Alan estaba mirando hacia otro lado y no lo había notado. Internamente, Julie agradeció que estuviera allí, así podrían resolver todo rápido.

-Tenía razón, sobre los besos -dijo Mike. Alan giró el rostro y lo miró, pero cualquier cosa que pudiera haber dicho murió en sus labios. Mike estaba realmente enfadado-. Hacía cualquier cosa, o casi. Si quieres saber cómo era, cuando quería preguntarle algo, me besaba y yo era tan estúpido que lo dejaba para después. Me dijo una vez que lo nuestro era una cosa del colegio y que no debía meterme en sus asuntos y yo acepté porque era muy fácil convencerme y yo lo quería tanto. Y no es que no me diera cuenta, me besaba cuando quería distraerme o cuando quería... y yo aceptaba porque era...

Mike se interrumpió, apretando los puños.

-¿Crees que quiero otra cosa así? ¡No quiero! -exclamó, apretando los puños. Alan se levantó y lo sostuvo de un brazo, antes que Mike pudiera marcharse-. ¡No quiero pasar por eso otra vez! ¡No quiero estar con alguien que piense que puedo ser tan fácilmente convencido! ¡Y por eso estás celoso! ¿Porque no me puedes manejar como él lo hacía?

-Mike, yo no... -Alan sintió su puño golpearlo y lo soltó. No es que doliera, Mike no tenía mucha fuerza de todas maneras, sólo no pensó que lo golpearía.

-No, tú sí. Lo entiendo, ¿vale? Yo lo quería y tú crees que no es lo mismo porque no me comporto igual contigo. ¡Pero tú no eres él! ¡Y a mí me gusta Alan, y me gusta saber que me puedo reír y que te vas a burlar de mí algunas veces y que puedo no ser tan amable y me gusta saber que no tengo que tener miedo ni dejarme avasallar para mantenerte a mi lado! ¡Eres un idiota!

Mike se marchó y contra todo pronóstico, Julie empezó a reír.

-Tú te lo mereces -le dijo, poniéndose de pie-. Ya es bastante, Alan. Si no dejas de dudar, lo vas a perder, y yo no haré nada excepto recordarte lo idiota que fuiste.

-Ya lo sé -murmuró Alan, saliendo del cuarto. Demonios, ¿por qué tenía que dejar que Barnett se metiera en su cabeza?

---

Mike salió del cuarto de Julie y se apresuró en alejarse de allí. Seguía enfadado, lo que menos quería era ver a Alan en este momento, así que se dirigió al gimnasio. Nunca iba para allá, si podía evitarlo, tal vez Alan no lo buscaría allí, si es que lo buscaba.

-Idiota -masculló entre dientes. Nunca había sentido tantas ganas de insultar y golpear como ahora. Alan admitía que Gabriel hacía todo por molestarlo e incluso así, se enfadaba y se ponía celoso, como si quisiera que todo lo que él tuvo con Gabriel se repitiera con él, o como si todavía siguiera desconfiando de él. Tal vez todo era su culpa, tal vez si no le hubiera afectado ver a Harris con Gabriel esto no estaría pasando.

Se restregó los ojos, no quería llorar mientras caminaba y no se fijó cuando se chocó con un cuerpo en el piso detrás de las gradas del gimnasio.

-Fíjate por dónde demonios caminas -escuchó decir y retiró las manos de su rostro. Gabriel estaba allí, acostado en el piso. Si recordaba bien, en ese lugar hablaron por primera vez, y lo enfadó aquella vez también. Le parecía muy lejano ese momento-. Oh, eres tú.

Mike apretó los dientes. No le gustaba esto. Quería a Gabriel, lo había querido mucho tiempo y no le gustaba no poder recordar el tiempo con él sin sentirse mal, sin poder pensar que fueron buenos momentos y el que Gabriel lo mirara como ahora, con esa expresión de estudiada indiferencia y que siguiera molestando a Alan, no le ayudaba.

-¿Por qué lo hiciste? -preguntó. Gabriel se sentó en el piso, confundido-. ¿Por qué le dijiste esas cosas a Alan?

-¿Garton te lo contó? -preguntó Gabriel, esbozando una sonrisa, antes de exhalar un suspiro cansado-. No me digas que está celoso. ¿En serio vas a seguir con una persona que cae tan pronto en una provocación?

-Sólo no lo entiendo -murmuró Mike, sacudiendo la cabeza-. Todo esto fue porque le pediste a Alan ir a su casa, por alguna razón que no pretendo entender. ¿Por qué tienes que seguir tratando de lastimarlo? No puedo entender lo que está pasando por tu cabeza, sólo quiero saber por qué me haces esto. Me odias, ¿no es así?

Gabriel lo miró fijamente y Mike comparó ese rostro con el que había conocido. Mientras que el antiguo Gabriel solía ser cruel e indiferente alguna veces, no recordaba la mirada calculadora que tenía ahora, como si sus palabras sólo fueran para diseccionarlas y divertirse que para tomarlas en cuenta. Esa mirada era más parecida a la que Wade solía tener. Mientras él estaba temblando, Gabriel sólo estaba allí, luciendo tranquilo. Le enfadaba, le hacía recordar sus dudas, sobre si en realidad alguna vez lo conoció o si no sabía nada de él en lo absoluto. Y más que nada... era su culpa por molestar a Alan.

-Pero entonces, lo que dije es cierto -contestó Gabriel, apoyando las manos en el piso ignorando todas sus preguntas-. Si está celoso, eso significa que tenía razón y que en realidad no ha visto mucho de ti, ¿no?

-¡Eso no te importa! -exclamó Mike, perdiendo la paciencia-. ¿Este fuiste siempre tú? ¿Esta es la persona de la que me enamoré?

Mike sintió una mano en su muñeca tirar de él y antes de reaccionar estaba de espaldas en el piso, con Gabriel sobre él.

-Tal vez -murmuró Gabriel. Dios, no lo dejaban en paz. Tal vez se lo buscó por molestar a Garton, pero no creyó que el imbécil fuera y le reclamara a Mike por su anterior vida sexual, eso era estúpido hasta para él. Se movió sin pensar y ahora no sabía muy bien qué hacer, pero seguir con esto, forzando una reacción de Mike era estúpido. Lo dejaría de ver en poco tiempo, ¿por qué tenía que seguir buscando formas de acercarse o de torturarse pensando en él?

-No lo sé -siguió diciendo. Observó los ojos llorosos de Mike debajo de él y deseó poder regresar el tiempo, hasta un momento en que esos ojos le hubieran mirado con deseo y ternura-. No sé cómo era el Gabe del que te enamoraste, a decir verdad.

Mike se quedó quieto. Era extraño tener a Gabriel cerca después de tanto, y familiar a la vez. Meses atrás estar debajo de su cuerpo le habría acelerado el corazón, le habría hecho ansiar un beso, una caricia, algo. Ahora sólo se fijó en sus ojos, en lo monótona que sonaba su voz.

-Se ve interesante, ¿puedo unirme? -Mike desvió el rostro y Gabriel hizo lo mismo al escuchar a Harris. A Mike le extrañó que no luciera enfadado o celoso. Estaba recostado en la pared, con los brazos cruzados y sonriendo-. No te preocupes, Mike, no le diré nada a tu novio.

-No seas idiota, Harris -dijo Gabriel, apartándose de su cuerpo. Mike se puso de pie, mirando a ambos.

-No es lo que crees -le dijo a Harris-. Al menos, de mi parte, no es lo que crees.

Por una vez, Clay dejó de sonreír. Mike hablaba en serio y estaba enfadado, y Gabriel, todavía en el piso, sólo se mantenía allí, mirando al techo. Pero todo era demasiado serio para su gusto.

-Oye, a mí no me involucres. Wade estaba por aquí, Barnett, por cierto. Pero creo que no quiso venir a interrumpir -se rio y le dirigió una mirada de disculpa a Mike-. Lo siento, es la costumbre.

-No hay problema -Mike se giró hacia Gabriel. No quería hablar delante de Harris, pero tenía que hacerlo-. Por favor, detente. Tú no me quieres, sólo querías herirlo. Y él incluso te hizo un favor...

-No me hizo ningún favor -le interrumpió Gabriel, mirándolo a los ojos. Mike no bajó la mirada, negándose a sentirse intimidado-. Me estaba pagando.

-Como sea, Gabriel. Déjalo en paz.

Gabriel consideró responder. Podía hacerlo, podía decir algo que enfadara a Mike y le hiciera perder el control, pro Harris seguía allí, tratando de lucir desinteresado y de repente recordó que fue él quien lo llamó. Una media hora antes, si recordaba correctamente. Mike no esperó que respondiera, regresó por donde había venido y Gabriel se dejó caer en el piso.

-Eso sí que fue raro. ¿Puedo saber qué pasó?

-Dije algo para fastidiar a Garton -contestó. Harris se sentó a su lado en el piso, curioso-. Sólo una pequeña cosa, recordándole que su novio era antes el mío... al parecer fue tan idiota como para contárselo. No pensé que lo haría.

-Entonces, ¿todavía lo quieres?

Gabriel lo miró. No podía ver nada más que curiosidad en la expresión de Harris. No habían celos, ni enfado y eso, de forma extraña, lo calmó lo suficiente para pensar en la respuesta. Recordó el día que hablaron por primera vez, en ese mismo lugar, la primera vez que se besaron, las noches que pasaron juntos...

-Creo que una parte de mí siempre lo va a querer -murmuró-. Pero da lo mismo. Es historia pasada.

Clay lo miró, ladeando el rostro. No le creía en lo absoluto, pero no era quién para poner el dedo sobre la llaga y empezar una discusión. Cuando las discusiones eran serias, le aburrían.

---

 Dos horas más tarde, Mike entró en la biblioteca. No tenía tareas, pero tampoco quería ir al cuarto hasta que se calmara y no estuviera enfadado. Su madre repetía siempre que discutir estando enfadado era un error y además, tampoco quería ver a Alan.

-En serio, sólo intento darte un consejo -escuchó. La biblioteca estaba casi vacía, a excepción de un pequeño grupo de alumnos repasando para los finales y Kristy, sentada en una esquina, con Harris delante de ella. Ella era quién hablaba. Mike había pensado que ella era amable hasta que en casa de Alan, notó sus ganas de fastidiarlo.

-Vaya. No escuché de ti dando consejos a Mike -replicó Harris y Mike se alejó. No quería escucharlos, aunque ninguno de los dos hablaba en voz baja.

-Eso es diferente. O sea, es Mike. No es lo que esperaba, es un becado -Clay sonrió y Mike, a espaldas de Kristy se concentró en buscar un libro que leer. No estaba diciendo nada que él no supera-. Sólo hazme caso, no te apegues demasiado. Porque un día vas a creer que te quiere de la misma forma y te darás cuenta que no es cierto.

-No te preocupes por mí -respondió Clay.

-Mike te diría lo mismo -insistió Kristy. Mike se detuvo, sintiéndose observado y cuando se giró, la notó mirando en su dirección-. Tú le dirías lo mismo.

-Yo no tengo nada que decir -murmuró.

-Vamos, eso no es cierto -Kris esbozó una sonrisa, sacudiendo la cabeza-. Trato de aconsejar a la siguiente víctima. Gabe es un buen chico, pero no es un buen novio. Te levantas un día y descubres que te está dejando de lado por su “mejor amigo”, o que deja de contarte cosas, o que asume que no debes preguntar ni opinar cada vez que su ánimo cambia. 

-Eso me suena, sí -admitió Clay, con una risita. Notó, por el rostro de Mike, que él también lo había experimentado-. Pero no hay necesidad de preocuparse. No soy un loco enamorado. Y sobre lo del “mejor amigo”, Kris, si tuviera la oportunidad de tener a Wade, ni siquiera regresaría a mirar a Gabriel. O podría compartirlo, asumo que eso sería divertido.

Kris se llevó una mano a la boca, para cubrir su risa, pero se rindió y echó la cabeza hacia atrás, riendo a carcajadas. A Mike no le pareció gracioso. Harris no le terminaba de gustar, siempre hablaba como si Gabriel no le importaba y aunque no lo quisiera ya, le parecía triste.

-Creo que eres perfecto, Harris. Se merecen. 

-¿Qué? -preguntó Harris, al ver que Mike no parecía divertido

-Nada. Sólo no entiendo el punto de estar con alguien que no quieres, o al que cambiarías tan fácilmente -contestó. Él había pensado que Gabriel era diferente. Nunca hablaba mal de las conquistas de Wade, pero su desaprobación hacia la costumbre de su amigo de acostarse sin querer a nadie era obvia-. Pero supongo que es de esperarse.

Clay sonrió, decidido a no ofenderse. No era su asunto lo que Mike y Gabriel tuvieron antes. Y tampoco quería meterse en problemas siendo cruel con el chico. Al menos, a diferencia de Kristy y Mike, él entendía dónde estaba parado, sabía muy bien que había líneas que no debía cruzar, porque no eran su problema. Y, de la misma forma, si esto con Gabriel escalaba, él también tendría límites. Podía gustarle Barnett, pero más que eso, era Clay Harris y eso estaba por encima. Su apellido y lo que venía con él. Vio a Mike alejarse y volvió los ojos a su libro, esperando que Kristy tomara eso como su señal para irse. No era dado a escuchar consejos, después de todo.

---

-¿Qué estás haciendo? -preguntó Gabriel. Había estado media hora fuera del cuarto, pensando que Adriana estaba dentro dado que la puerta estaba con llave, hasta que la vio en un pasillo y regresó, sólo para encontrar a Wade tendido en la cama, leyendo los papeles que habían obtenido de Garton.

-Leo. Deberías intentarlo.

-Pensé que dijiste que no entendías ni la mitad.

-Y no lo hago, pero no me siento tranquilo sino los leo. Sabes, hay algo que he estado pensando...  -Gabriel se sentó en una silla al lado del escritorio, apoyando el codo en la mesa, esperando que Wade siguiera hablando-. Para empezar, Garton no es inocente. No puedo entender del todo qué dice aquí exactamente, pero hay documentos que hablan de tráfico de tierras y dinero que no parece muy legal. Tengo que investigar la mitad de términos de esto, algo que tú deberías estar haciendo.

-Pero tú lo harás, ¿por qué iba a hacerlo yo? -preguntó Gabriel. Wade enarcó una ceja y negó con la cabeza.

-En serio. Como sea, Garton no es inocente. Así que, estaba pensando, tiene que haber una razón que tu padre decidiera quitarlo de en medio. Así que... ¿por qué lo haría si ya estaba metido en eso?

-Tal vez no sabía todo -opinó Gabriel, llevando el pulgar a sus labios-. Si descubrió algo con lo que no estaba de acuerdo, tal vez...

-Sí, es cierto. Mira, tu madre murió, en apariencia y poco después, Garton se suicida. Es como medio año de diferencia, pero tengo la sensación que están relacionados. En realidad, cuando el escándalo sobre Garton estalló, tu padre tenía las simpatías por la reciente muerte de Isabelle. Yo no pondría en menos la percepción del público en esto. La prensa, en general, fue suave con tu padre, nadie investigó demasiado para ver si lo Garton decía al acusarlo era verdad. Si Isabelle y Garton estaban trabajando juntos o algo...

-¿Crees que mi mamá, como Garton, sabía de sus negocios y que sólo después se opusieron?

Wade consideró la pregunta. Isabelle, para ambos, era una existencia casi sagrada e impoluta. Nunca le achacaron algún defecto. Isabelle, para ambos, era buena. Y no quería descubrir que no era cierto, si no era por proteger lo que sentía por ella, al menos para proteger a Gabe.

-Todos nosotros sabemos que nuestros padres una o dos veces han hecho cosas ilegales, pero creo que nadie piensa más allá de un soborno o un juego sucio en negocios. Creo que Isabelle era lo mismo, porque si no, no hubiera tardado tanto en intentar que tú y Liam se alejaran. Se los hubiera llevado a ambos de niños. Pero, siguiendo con el tema, si ambos sabían, tal vez si hablamos con Isabelle otra vez...

-Eso es demasiado riesgo -interrumpió Gabriel-. Me preguntó qué fue la cosa tan terrible que descubrió mi madre que la hizo querer huir.

-Bueno, están las drogas -comentó Wade. Gabriel regresó a mirarlo, confundido-. ¿Recuerdas las drogas? La tía de Adriana dijo que mi padre se las daba y tu padre le ha pagado para que se callara. Estaba pensando... y le pregunté a Teresa. Me dijo que no las usara, pero parece una droga de diseño. E investigué en la web. Es bastante famosa en clubs. Parece que es menos adictiva que el éxtasis, o eso dicen en un foro, y que produce algo parecido al LSD. No me mires así, tenía curiosidad.

Gabriel suspiró. Casi había olvidado que incluso la familia de Adriana estaba involucrada en el asunto. Parpadeó, mirando a su amigo.

-Espera, ¿por esto fue la charla de “no voy a dejar de verte” con Adriana? Por un momento creí que en realidad te gustaba.

-Me gusta -contestó Wade-. Y, claro, no me gustaría alejarme de una posible fuente de información.

Wade sonrió, bajando la vista de nuevo a los papeles. Gabriel sólo lo miró. A veces todavía se sorprendía al escuchar a Wade hablar, con todo ese cinismo y sin importarle demasiado el resto. No es que pudiera juzgarlo, tampoco.

-Pero, déjame seguir. Si Isabelle y Garton descubrieron algo horrible juntos, algo peor que lavar dinero y así, pueden haber trabajado juntos. Es sólo una conjetura, claro, pero si los descubrieron... Isabelle muere y casi enseguida, estalla el escándalo. Garton no puede escapar y a pesar de acusar a tu padre, se suicida y admite sus crímenes por carta. Muy dramático.

-Y no crees que se haya suicidado -dijo Gabriel. Wade hizo una mueca-. Crees que lo amenazaron, ¿verdad? Crees que lo hizo porque iba a perder algo más. Como su familia.

-Es lo único más importante que el dinero -Wade se encogió de hombros y Gabriel se mordió el interior de la mejilla. Sabía que su padre era un criminal, pero adecuarse a la idea que podía mandar o amenazar con matar niños y mujeres, era diferente. Le disgustaba. Miró a Wade, pero en la mirada de su amigo no vio más que interés y se preguntó cuándo cambió tanto. Todavía recordaba al niño llorón. Tal vez fue siempre así, siempre fue curioso y mientras más se acostumbraba al desprecio de sus padres, más perdía la empatía. Gabriel sabía eso. Observó a Wade, tratando de examinarlo por primera vez en años. Se estaba divirtiendo, notó, le divertía leer y armar los trozos de una posible historia, su curiosidad tomando partida y ahogando todo lo demás. El miedo que la paliza que sufrió puso en sus ojos ya no existía. Mientras pensaba en su padre, su padre, enviando a su madre a un manicomio, haciendo que su hijo menor creyera que estaba muerta y mintiendo a todos; su padre, que tal vez se había parado delante de Garton y había amenazo a su esposa e hijo si no salía de su camino y le fue fácil imaginar a Wade haciendo lo mismo. En realidad, fue peor. Porque su padre era razonable, pero podía imaginar fácilmente a Wade amenazando a alguien y sonriendo y disfrutándolo en el proceso. No ahora, pero algún día podría convertirse en eso-, ¿tengo algo en la cara? No dejas de mirarme.

-Nada, estás igual que siempre.

-¿Entonces porque luces así? Como... asustado o algo, ¿por lo que dije de tu padre?

Gabriel parpadeó. ¿Lucía asustado? ¿Por Wade? Se levantó y se acercó a la cama y dudó sólo un momento antes de subir y apoyarse en la cabecera.

-¿Puedes venir aquí? -Wade lo miró, y arregló los papeles desperdigados en la cama, antes de acercarse a Gabriel y sentarse a su lado. Ya empezaba a acostumbrarse a sus cambios de humor. Gabriel le hizo recostarse en sus piernas y empezó a acariciar su cabello y Wade se preocupó un segundo, no quería que volviera con el asunto “te deseo sexualmente”, pero se relajó un momento después-. ¿No estás asustado?

-No cambiaría nada si lo estoy -contestó Wade-. No me gusta esto y todo, pero ¿puedo sentarme? Siento que hablo con tus piernas.

Gabriel se rio suavemente, pero no le hizo caso. Quería borrar la imagen que había tenido antes de su mente, así que se dejó distraer por los mechones de cabellos en sus dedos, siguiendo su extensión hasta el cuello de Wade y más abajo. Se detuvo al llegar a la altura de sus hombros al notar que Wade se tensaba bajo sus dedos.

-A esta paso, te va a llegar a media espalda -murmuró, volviendo sus dedos hacia la cabeza, sintiéndolo suspirar y volver a relajarse. Era su culpa esa tensión, todo por esos días en los que había vivido deseando algo más con él. Wade odiaba la idea, lo sabía. Odiaba cualquier cosa que se la recordara, incluso aunque bromeara con ella-. Y tienes razón, no cambia nada.

Wade se levantó, quitando la mano de Gabriel en su cabeza.

-Necesitas acostumbrarte a la idea, Gabe -le dijo, serio ahora-. Tu padre es todo lo que puedas imaginar y más, si vas creyendo que tú puedes ganarle, estás muerto. No literalmente, pero te comerán vivo.

-Pensé que tendría un poco más de confianza de tu parte.

-Confío en ti, pero confió en tu padre también.

-¿Confías en él? Ese tipo es la persona menos...

-No ese tipo de confianza -le interrumpió-. Mira, creo en Henry. Creo que él es un bastardo que usará todo para lograr su objetivo, creo en él en ese sentido, ¿bien? Así que sí, confió en él. Confío en que te va a manipular y tratará de convencerte de olvidar tu objetivo y tú nunca debes olvidarlo. No, si quieres ganar.

Gabriel asintió. Wade apoyó las manos en sus hombros y sonrió.

-Bien. Yo pienso seguir con eso, tal vez encuentre algo que nos sirva. Tal vez use el dinero para comprar juegos.

-El dinero -murmuró Gabriel, negando con la cabeza-. Podrías haberlo dejado.

-Vamos, ¿para qué? Lo mejor era no dejar nada sospechoso. Puede que sean billetes marcados, como en las películas.

-Pensé que era la policía quién marcaba los billetes -Gabriel suspiró. Wade volvía a sonreír, para nada arrepentido.

-Pensé que querías hacer sufrir a Garton, por eso los tomé.

-No me interesa Garton.

-Qué bueno que lo mencionas. Supongo que por eso, los has dejado en paz a él y Mike. No es que como si hoy te le tiraras encima o nada de eso.

Gabriel desvió la mirada. Cierto, Harris mencionó que Wade estaba cerca de allí también.

-Fue una cosa estúpida -dijo, sabiendo lo mucho que a Wade le enojaba su debilidad hacia Mike-. Tenía que lucir enfadado después de no encontrar nada en la caja fuerte y le dije algo a Garton, sólo para molestar. Y luego, él fue tan estúpido de ir y decírselo a Mike y él llegó a reclamarme.

-Bien -aceptó Wade. No sabía bien a qué se refería Gabe y no le importaba, tampoco-. Tenemos cosas más importantes en las qué pensar.

-Bien -Gabriel sonrió y estiró la mano nuevamente, volviendo a enredar los dedos en su cabello y esta vez, Wade se inclinó hacia su toque, recordándole más a un gato buscando caricias. Ese era su Wade, y pensar en lo que podía pasar, en lo que podía convertirse... en lo que ambos podían convertirse, era una pérdida de tiempo. Ya era suficiente con saber que su padre era un criminal.

-Creo que necesito dormir -murmuró, tendiéndose en la cama. Wade lo miró, notando su cambio de ánimo y se acostó a su lado, sin extrañarse cuando Gabriel se acercó a él y le rodeó la cintura con un brazo y escondió el rostro en su pecho-. Estoy asustado. Estaba bien antes, pero ahora todo está tan cerca y no volveremos aquí.

-Sólo descansa, ¿bien? -susurró. Gabriel levantó el rostro y Wade le besó la frente, sonriendo-. Está bien tener miedo. Leí por allí que te mantiene alerta.

Gabriel sonrió, sintiendo que Wade deslizaba la mano de su cabello hacia su cuello y lo acariciaba.

-Vas a estar bien -agregó Wade-. Ahora, duerme.

Gabriel asintió. No tardó en cerrar los ojos y dormir. Cuando lo hizo, Wade se soltó de su abrazo y bajó de la cama, buscando el celular de su amigo. Lo apagó y encendió el suyo, buscando el número de Liam. No había tenido tiempo de pensar en eso, pero supuso que era mejor hablar con él una última vez. Sólo por si acaso. Además, dudaba que Henry ignorara las andanzas de su hijo mayor. Debían andarse con cuidado, porque si lo que Gabe quería era destruir a su padre, tendría que empezar con fingir que lo aceptaba y eso sería difícil, considerando que todos estos años no se molestó en ocultar su animosidad hacia él.

Guardó los documentos en un cajón con llave antes de acercarse a la puerta. Había una diferencia entre él y Gabriel. Su amigo hacía esto porque quería saber la verdad, y quería ganar. Él no. Quería que Gabe lograra lo que quería, por supuesto, pero ahora mismo era la curiosidad lo que lo mantenía despierto. A diferencia de Gabriel, él sólo quería saber.

---

Wade se bajó la capucha, caminando entre los pasillos del supermercado. No tenía nada que comprar, pero había quedado en ver a Liam cerca de allí y llegó temprano, así que hacía tiempo. Debía regresar al colegio antes que anocheciera, lo que le dejaba unas tres horas a partir de ahora. Dudaba que la charla llevara mucho tiempo. Liam sólo quería ver a Gabriel, Gabriel no quería verlo y él se moría de curiosidad y, al contrario que Gabe, no tenía mucha paciencia. Estiró la mano para coger una cajetilla de cigarrillos, pero cambió de opinión y cogió un puñado de caramelos y chocolates en su lugar.

-Hey, Liam -saludó, cuando entró al pequeño reservado en el café. Liam alzó la cabeza y cerró el diario que traía entre las manos, con los ojos fijos en él mientras Wade se sentaba.

-Supongo que mi hermano no quiere verme.

-Supones bien. No debiste mandar a Julie con recados. Gabe no se lo tomó muy bien.

-Ella me vio -contestó Liam-. No podía esquivarlo.

-No estás haciendo bien el trabajo de esconderte, ¿no? -Liam frunció el ceño y por un momento, el parecido con su hermano y su padre fue mucho más notorio, pero luego sacudió la cabeza. Mirándolo bien, había más de Isabelle en él, pensé Wade. Aunque tal vez era por el cabello, castaño en vez de negro, o porque los años lejos habían quitado gran parte de la arrogancia de su mirada-. Gabriel no va a ir contigo.

Liam bajó la mirada.

-No sabe en lo que se está metiendo -murmuró-. No se imagina...

-Venía a pedirte que lo dejes en paz -le interrumpió Wade. Liam ladeó el rostro, confuso-. No quiere verte y sólo logras hacerlo sentir peor cuando escucha de ti, así que vine, pero... ¿no crees que si Gabe supiera a lo que temes tanto, tal vez se iría contigo? Tú dices que Isabelle está viva, y que mi tío es un criminal, pero, ¿cómo podemos creerlo? Él no confía en ti, tú eres el hermano que lo abandonó, su padre se quedó. Es lo único que sabe.

Liam lo miró. Tenía razón, pero había cosas en las que prefería no pensar.

-Entiende, Liam -insistió Wade-. Ustedes, tú y tu mamá, son los buenos, ¿bien? Se supone que lo son, pero eso no quita que le mintieran y lo dejaran de lado. Gabe no puede olvidar eso. Y tú no tienes pruebas de nada de lo que dices. Y lo dejaste.

-No me lo podía llevar, Wade -murmuró Liam, eligiendo responder eso primero. Llevo una mano a su rostro, ocultando sus ojos-. Tenía 16, no me lo podía llevar.

-¡Podrías haberte quedado! Esperar a que Gabe creciera un poco y escapar con él.

Liam dejó escapar una risa corta y seca. Wade no entendía nada, pero ese era el problema, ni él ni su hermano entendían nada.

-Estaba asustado, ¿bien? -dijo, forzándose a hablar-. Escucha, no debía saber nada de esto, regresé tarde a casa una noche y estaba algo ebrio, y los escuché. Mi mamá estaba llorando. Y mi padre estaba sólo allí. Me quedé escuchando a escondidas mientras ella lo acusaba y amenazaba con llevarse a Gabe y a mí y por un momento, quise interrumpir, porque no quería irme. Entonces, hablaron de Garton.

Liam se interrumpió, apretando los puños a los costados. Hace años que no hablaba de eso, si no hubiera sido porque su hermano seguía allí, lo habría mantenido oculto en su cabeza, hasta olvidarlo. La noche en que supo la verdad sobre su padre, que arruinó el resto de su vida.

-Mi padre dijo que no podía hacer nada, que podía arreglar las cosas para nosotros, pero Garton era otro asunto. No habría perdón. Fui a buscar a mi mamá después de eso, y no sé qué pasó. Ella me contó lo que sabía, partes de lo que sabía y lo único que hice después fue regresar al colegio y fingir que todo estaba bien, hasta que ella me dijo que podía irme, si quería. Que lo había arreglado con mi padre.  Entonces, Garton fue descubierto y todo se apresuró. No sé qué pasó, sé que mi padre no planeaba que nadie se enterara de los negocios... no fue él quien vendió a Garton, eso sí lo sé. Garton no debía ir a la cárcel. Como sea, mi mamá “murió”. Y, esa noche, cuando al fin me atreví a hablar con mi padre, él me trató como si fuera un sirviente. Y me fui.

Liam suspiró. Había cosas que no había dicho. Su padre, el desprecio que sintió en sus ojos cuando le dijo que se iría, el que no pensara en Gabriel hasta mucho después, no queriendo nada más que huir de ese lugar, de lo que sabía ahora, de su familia destruida. No, no pensó en su hermano la noche en que se fue. Sólo estaba conmocionado y nunca se le ocurrió mirar atrás. Tampoco le dijo que fue Joanna la última persona con la que habló. La encontró al salir y ella le transmitió las últimas palabras de su madre y los datos de la cuenta que sería suya una vez cumplida la mayoría de edad y le dio el dinero para mantenerse mientras tanto. Liam no escuchó mucho de eso, estaba cansado y asustado e incluso Joanna, a quien solía llamar tía, se le hacía una completa extraña de la que quería huir. Su madre hizo más que contarle cosas, le enseñó cosas, para convencerlo de irse. Y aceptó morir para que él y su hermano tuvieran una oportunidad.

-Entonces -murmuró Wade, atrayendo la atención de Liam-. ¿Garton murió por culpa de mi tío?

Liam guardó silencio. Ahora que los miraba de cerca, los ojos de Wade eran iguales a los de Joanna.  Con el cabello largo, y esa forma en que lo miraba, vulnerable y asustado, era una versión mucho más joven y frágil que la Joanna que recordaba. Esperaba, de verdad, que fuera lo único en que se pareciera a ella.

-Yo ya no estaba allí. Pero creo que fue así. Escucha, Wade. Mi hermano no me va a escuchar, así que al menos, tú escúchame. En lo que está metido mi padre, él no es el cabecilla. Lo que le pasó a mi mamá, fue un castigo. O ella permanecía callada y sin molestar o la sacaban del camino, ¿lo entiendes? Garton no era tan poderoso, eso es todo, cometió un error al acusarlos y lo pagó. Y si a mi padre pudieron obligarle a apartar a su esposa, creo que te puedes imaginar con qué amenazaron a Garton.

Wade asintió. Al menos, eso comprobaba partes de su teoría. Isabelle encerrada como un castigo era lógico si se pensaba de cierta forma. Desvió el rostro cuando sintió que tenía ganas de sonreír y rebuscó entre sus bolsillos hasta que encontró un cigarro.

-¿Fumas? Todavía no cumples ni diecisiete.

Wade le dio un mordisco al cigarro, volviéndose a Liam, sonriente.

-Es dulce -dijo y dejó de sonreír cuando notó que seguía haciéndolo. Se rascó el cuello, bajando los ojos-. Lo siento, estoy nervioso.

Liam terminó su café y fue a pagar, dejándolo allí. No sabía qué pensar de él. Recordaba a un niño llorón y patético, pero el chico que vio con su hermano la última vez era diferente, pero habían pasado años y todos habían cambiado, él incluido. Le hizo una seña cuando vio que se acercaba y ambos salieron del café y caminaron un rato en silencio. Liam se detuvo y Wade lo imitó, girando el rostro para verlo. Liam estiró una mano hacia su rostro, provocando que éste retrocediera un paso cuando le tocó el costado. La cicatriz, al contrario que los primeros días, no era notoriamente visible en su rostro, pero habían rastros, una línea delgada de piel más blanca y rugosa que Liam palpó.

-Vi esto -murmuró-. No puedo obligar a mi hermano que venga conmigo, pero si te preocupas por él y si notas que es demasiado, ayúdalo a escapar. Y tú también.

Wade lo miró, sin saber qué decir. A una parte egoísta de él, lo único que no le gustaba de la idea de Gabriel huyendo con Liam, es que lo dejarían atrás, pero si podía irse también... se preguntó si para Gabriel eso supondría alguna diferencia.

-Voy a esperar hasta que este año termine. No sé si pueda acercarme a él una vez salga del colegio, pero aún así... supongo que debí quedarme con él, mirando en retrospectiva.

-El hubiera no existe -murmuró Wade.

-Es cierto -Liam esbozó una sonrisa sin humor, mirando el horizonte y metiendo las manos en los bolsillos de su chaqueta. Las cosas habían cambiado tanto y pensar en lo que podía haber hecho no las volvería diferentes.

-¿Cómo lo hiciste? -preguntó Wade, llamando su atención-. O sea, tenías dieciséis, ¿cómo viviste fuera de casa?

-Hay un montón de chicos menores de lo que yo era que sobreviven por su cuenta -dijo Liam, sonriendo y esta vez no fue sólo una mueca. Wade esperó que siguiera hablando, curioso-. Pero fue difícil al principio. No sabía hacer nada por mi cuenta.

Fue más que difícil, pero no lo dijo. Hacer cosas por las que antes no debía preocuparse, aprender a defenderse en un lugar en el que su apellido no valía nada, en el que no tenía un apellido y seguir adelante. Se arrepintió muchas veces, pero desistió de regresar cuando vio la noticia de la muerte de Garton en los periódicos, y sólo se adaptó. Era gracioso, pero una vez que su mente se olvidó de lo que debía hacer, de quién era, se sintió mucho más descansado, libre.

-¿Vas a la universidad o algo? -insistió Wade-. ¿Cómo vives?

-Trabajo -contestó Liam, sin entrar en más detalles-. No te preocupes, si Gabe viene conmigo, estudiará. Es sorprendente, pero no necesitas de tanto dinero para vivir.

-Tu hermano entraría en pánico si no puede tener el último modelo de celular -bromeó Wade.

-¿Es así? No lo conozco, ¿no es cierto? No sé qué le gusta, que le preocupa. Y nunca me preocupé por saberlo cuando lo tenía cerca.

-Se parece a ti. Un poco arrogante, pero tiene que esforzarse más en las clases. Y tiene un perro horrible que sólo él piensa que es bonito.

Liam suspiró. Se preguntó si tendría caso seguir allí, esperando por un hermano que en realidad no conocía. Él solamente no quería que viviera con su padre, no quería que se convirtiera en una persona como su padre. Y si Gabe no podía ver qué tan mal estaba eso, ¿qué le quedaba por hacer? Si se metía más, atraería la atención de Henry y era otra cosa que no quería.

-Supongo que debes regresar al colegio -susurró. Wade movió la cabeza en afirmación-. Bien, no hablaré con nadie más, pero estaré aquí. Sólo recuérdalo. Nuestros padres son peores de lo que puedes imaginar.

Wade asintió y se alejó. Bueno, al menos parte de su curiosidad estaba satisfecha, quería saber más, pero no podía preguntar más sin arriesgarse a que Liam hiciera preguntas y si sabía que Gabe pensaba en destruir a su padre, dudaba que estuviera de acuerdo. Liam eligió huir. Gabriel estaba eligiendo quedarse y nada cambiaría eso, Wade lo sabía.

---

-Mike -llamó Alan. Estaba despierto, esperando que regresara al cuarto y le sorprendió al notar que ya eran las once cuando Mike abrió la puerta-. ¿Podemos hablar?

Mike dejó la mochila en una silla cercana a la cama. Todavía estaba enfadado, pero asintió y se sentó, esperando y sin mirar a Alan.

-Lo siento -murmuró Alan. No se acercó a Mike, se quedó sentado en el piso, dónde había estado tratando de completar un dibujo y se miró las manos-. Mira, yo lo sé, ¿bien? Soy un idiota.

-Ni siquiera entiendo qué haces conmigo -susurró Mike-. Si lo único que haces es pensar en lo que pasó conmigo y Gabriel.

-Porque te quiero -Alan se mordió los labios. Hablar no era tan fácil, con Mike siempre resultaba más sencillo, pero no esta vez. Sin embargo, si no quería perderlo, debía hablar-. No es que quiera que te olvides de lo tuyo con Barnett o lo borres de tu vida porque sé que es imposible. Y sí, estoy celoso. Pero no es por lo que crees, no es que quiera que actúes conmigo como lo hacías con Gabe.

-Entonces, ¿por qué fue lo de hoy?

-Porque soy yo el que no sabe qué haces conmigo -dijo Alan, subiendo la voz. Mike lo miró esta vez y Alan se sintió intimidado-. Eres una buena persona, eres listo, seguro tendrás un buen futuro y yo soy una paria. Ni siquiera sé que quiero en la vida. Y cuando lo pienso, sólo veo razones para que te aburras y te vayas, porque... y sí, dejé que Barnett me molestara. Y lo siento.

-No lo sé. No sé qué tengo que hacer para que dejes de dudar. Estoy cansado y no lo sé -Mike apretó los dientes. Se sentía a punto de llorar y no quería hacerlo y se alejó por reflejo cuando sintió la mano de Alan rozarle la rodilla-. Yo sé que al principio te usé, ¿bien? Sé que empecé con eso de besarnos y te usé para sentirme mejor y dejar de pensar en él. Lo sé. Tal vez es mi culpa.

-No lo es -Alan se sentó a su lado, odiándose a sí mismo-. Acepté eso, Mike. Podría haberte dicho que no y no lo hice.

-Pero no has dejado de dudar -Alan bajó la mirada, avergonzado y Mike comparó su expresión con la de Gabriel, esa mañana. Gabriel, que no mostraba más que fría indiferencia y un poco de desidia y Alan, que lucía destrozado. Tal vez era su culpa, por tardar tanto en decidirse. O por seguir preocupado por él-. Y no planeo ni olvidarlo, ni odiarlo sólo porque te molesta. Sería mentir si digo que lo haré. No quiero mentirte. Pero te quiero, ¿bien? Y ni siquiera sé cuándo empezó, sólo sé que me haces feliz, pero cuando te pones así...

-Perdóname. No lo volveré a hacer.

Mike lo miró, desesperanzado. Quería creerlo, pero lo dudaba. Alan siempre se dejaba llevar por lo que Gabriel decía, como si buscara motivos para seguir con su odio, aunque Gabe no tuviera nada que ver. Se mordió los labios.

-Gabe no tuvo nada que ver con la muerte de tu padre -dijo, apretando los dedos en sus rodillas. Como esperaba, Alan palideció y desvió la mirada-. No soy yo el problema, ¿verdad? Es Gabriel. Sólo quieres odiarlo.

-No es así, Mike -negó Alan. Pero era cierto. También era cierto que Gabriel no le hacía fácil el dejar de odiarlo, pero Mike no se merecía estar en medio de todo esto-. No te conté algo. Ese día, Gabriel buscaba algo y no lo encontró, se enfadó y dijo todo eso de ti. Eso lo sabes, pero encontré algo, una carta de mi papá. Explicaba algunas cosas.

Alan se llevó una mano al rostro. No sabía si debía hablar de esto, pero debía expulsarlo y superarlo, de una vez. Su odio a Gabriel, a los Barnett, la tristeza por su padre.

-Tal vez mi papá no era inocente -admitió-. En esa carta, no suena tan inocente. Nos pide perdón, a mi mamá y a mí y pide que seamos felices. Y estaba pensando, ¿puedo ser feliz si me alejo y no descubro que pasó?

Alan sonrió. Gabriel debió tener un momento parecido, pensar qué debía hacer. Él eligió descubrirlo.

-No lo sé, la verdad. Pero sé que no voy a ser feliz si vivo pensando en lo que otros hubieran querido o esperado de mí. Y probablemente, nunca lo hubiera pensado de no ser por ti, todo en mi mente era cuánto los odiaba, lo mucho que quería verlos destruidos. Pero te conocí, compartimos cuartos y te detestaba al principio y no voy a mentir, que estuvieras tan tontamente enamorado de Barnett hacía que te odiara más. Me parecía una mala broma tener que vivir justamente contigo, su novio. Sólo pensaba que eras eso, su novio. Pero te conocí y eras más que eso, y no sé cómo pasó. Si no fuera por ti, y Julie, no hubiera dibujado otra vez, no estaría preocupado pensando en qué quiero para mi vida y todo lo que habría hecho sería pudrirme, odiando a esa jodida familia. Cometí un error, me dejé llevar, no quiero volver a hacerlo. Y no quiero perderte.

Mike sonrió, apoyando la cabeza en su hombro. Estaba cansado, todo este día fue estresante y al fin, tenía un poco de paz. Escuchar a Alan hablar le calmaba y escuchar que había cambiado por él le hacía sentir importante y necesario.

-¿Puedes dormir conmigo esta noche? -preguntó, con la cabeza todavía en su hombro. Alan asintió y le revolvió el cabello, apartándose de él.

-Pero cámbiate de ropa primero.

Mike asintió. Se puso el pijama y se metió en la cama, dejando que Alan se encargara de apagar la luz y se uniera a él un momento después.

-¿Esto significa que me perdonas? -preguntó Alan. Necesitaba escucharlo.

-Lo hago. Pero si lo vuelves a hacer...

-Lo sé, no lo haré. Y, Mike, en serio... no quiero que te comportes conmigo como lo hacías con Barnett. Soné así, porque soy idiota, pero no quiero. Sólo quiero que seas tú. Sólo quiero que me quieras.

-Te quiero -susurró Mike. Se acercó a él en la oscuridad y rozó su mejilla con los labios. Hoy vio a Gabriel y lo tuvo cerca y aunque era familiar tenerlo así, aunque su cuerpo todavía recordaba las noches que pasaron juntos, no era nada igual a lo que sentía por Alan. Se sentía bien, sentía los latidos de su corazón acelerarse cuando Alan le regresó el beso y todo lo que sentía era calidez, mezclada con el miedo de estar fallando en expresarle sus sentimientos. Alan le besó en los labios y el miedo se diluyó y todo lo que quedó fue el suave martilleo de su corazón.

Alan despertó horas más tarde y trató de mover el brazo, sin éxito. Mike dormía sobre él y aunque le gustaba sentirlo cerca, era incómodo. Lo sacudió con el brazo libre, pero Mike no se levantó, sólo se acurrucó más contra él, pasó una pierna sobre su cuerpo y murmuró algo en sueños mientras lo hacía. Al menos, el movimiento hizo que dejara de tener la cabeza apoyada en su brazo y aprovechó  el momento para estirarlo por encima de su cabeza, observando a Mike dormido en su pecho y sonriendo. Suspiró, aliviado. Esa mañana creyó que no podría volver a tenerlo tan cerca, pero estaba feliz de haber hablado. Se prometió no dudar más y cerró los ojos, pero sintió que Mike se movía y los volvió a abrir, para encontrarlo mirando hacia él. Apenas había luz en el cuarto, sólo por la lámpara en la mesa de noche y lo poco que podía de ver de su rostro mostraba un sonrojo desigual.

-Lo siento -murmuró Mike, llevando una mano a sus ojos para frotarlos-. Debe ser incómodo para ti...

-Está bien -contestó Alan-. No pesas tanto.

Mike se mordió los labios y bajó la mirada y Alan pensó que se había vuelto a dormir cuando sintió su mano tocarle sobre la pijama. Alan bajó la vista, tratando de ver su expresión, pero Mike ocultaba el rostro contra su pecho y sólo podía sentir su respiración agitada.

-No necesitas hacer esto -murmuró. Si lo estaba tocando sólo por lo que dijo en la mañana, preferiría que no lo tocara, sin importar lo mucho que lo deseara y los días que habían pasado sin sentirlo así de cerca-. Y si es por lo de antes, yo...

-No es por eso -murmuró Mike, contra su pecho-. ¿No quieres?

-Claro que quiero, qué demonios preguntas -gruñó Alan. Mike no había dejado de acariciarlo mientras hablaba y ahora, ahogó una risa, antes de meter la mano en el pantalón de pijama de Alan y cerrar los dedos alrededor de su miembro-. Mike, mírame.

Mike alzó el rostro y Alan respiró hondo para relajarse mientras observaba su rostro sonrojado y sus ojos caídos, como si no fuera capaz de mantenerle la mirada. No era raro, Mike siempre se comportaba así cuando tomaba la iniciativa, como si él mismo no pudiera creer lo que estaba haciendo y Alan lo encontraba adorable. Quería quedarse tendido y dejarlo hacer todo por él mismo y a la vez, quería ponerlo de espaldas en la cama y entrar en su cuerpo. Antes que Mike pudiera volver a esconder el rostro en su pecho, le cogió una mano y tiró de él hacia arribar, agradeciendo que fuera tan ligero y fácil de maniobrar.

-Así está mejor -susurró, enredando una mano en su pelo y atrayéndolo a su boca. Mike dejó de tocarlo sólo un momento, distraído por el repentino movimiento, pero volvió a hacerlo de inmediato y Alan gimió al sentir el pulgar en la punta de su miembro y los suaves roces que le siguieron. 

-Por favor -susurró Mike, entre besos. Alan asintió. Se había quedado quieto, disfrutando de sus caricias, y ahora notaba que Mike estaba duro también y que se rozaba contra su muslo, frustrado al parecer. Le bajó el pijama y volvió a besarlo, antes de tocarlo. Quería hacer más, pero no recordaba...

-No tenemos... -murmuró, antes de maldecir, apartar a Mike de su boca y acercar la mano libre a sus labios. Mike se quedó quieto y cuando Alan le rozó los labios con los dedos, parpadeó y se sonrojó furiosamente antes de lamerlos. Al parecer, ambos tenían la misma cosa en mente, pensó Alan, mientras veía el sonrojo de Mike crecer cuando llevó los dedos dentro de su boca. Quería que fuera otra cosa y no sus dedos. Había fantaseado con Mike de rodillas y entre sus piernas, lamiendo su miembro y ahora que lo veía, con los ojos cerrados mientras chupaba sus dedos, se preguntó si sería capaz de quitarse esa imagen de la cabeza. Mike gimió y Alan le masturbó más rápido, queriendo oírlo más y no pudo contener un bufido decepcionado cuando Mike dejó ir sus dedos y ocultó su rostro en su cuello.

-Yo tengo... -murmuró Mike. Por un segundo, Alan no supo a qué se refería, todavía atrapado en la visión de sus dedos en la boca de Mike, pero reaccionó y parpadeó. A pesar de eso, no quería separarse de Mike, ni siquiera por un segundo y tuvo que reunir toda su fuerza de voluntad para empujarlo y moverse hacia el velador al lado de la cama de Mike y rebuscar en los cajones.

-Entonces, ¿estabas pensando en tener algo de diversión estos días? -preguntó, volviendo a la cama y colocando un condón en su miembro. Mike se cubrió el rostro, ahogando un quejido. Los había comprado cuando fue a la ciudad con Julie y todavía no podía creer que hubiera sido capaz de hacerlo, en especial porque el chico que los atendió no dejó de mirar a Julie, que no le prestó la menor intención ni se incomodó en absoluto.

-No te burles -murmuró.

-No lo hago -contestó Alan, quitándose la camiseta-. Oye, puedes mirarme, ¿sabes?

Mike retiró el brazo de su rostro y tragó saliva al verlo de rodillas sobre él. Aunque a él no le importaba hacer ejercicio y lo encontraba demasiado agotador, admiraba el cuerpo de Alan y le gustaba verlo. Se sentía como un tonto superficial por eso, pero no podía evitarlo. Alan le sonrió y se inclinó, para quitarle la camiseta y dejarlo desnudo y se lamió los labios, apreciando la vista. Mike se sonrojó otra vez, cuando Alan le separó las piernas y le penetró con dos dedos húmedos de lubricante y se arqueó, apretando los labios para no gemir.

-Alan -gimió Mike, estirando un brazo y apoyándolo en el pecho de Alan. Alan le entendió y se inclinó, alcanzando sus labios a la par que reemplazaba sus dedos con su miembro. Mike echó la cabeza hacia atrás, jadeando. Dolía, no demasiado, pero aún así, dolía y a pesar de eso, no quería detenerse ni que Alan saliera de su cuerpo.

-¿Te duele? -preguntó Alan, besando su cuello y quedándose quieto.

-Está bien. Sólo muévete... por favor, muévete.

-Joder -gruñó Alan, excitado aún más por escucharlo pedir-, eres... -no completó la frase. Se movió lo suficiente como para verle el rostro y le sostuvo las muñecas con ambas manos, sosteniéndolas contra el colchón y movió las caderas, despacio al principio y perdiendo el control rápidamente.  De esa forma, Mike no podía ocultar el rostro con sus brazos, y Alan maldijo en voz baja al verlo arquearse, con las mejillas sonrojadas y los ojos entrecerrados y la frente perlada por el sudor. Quería besarlo, pero no lo hizo. Quería verlo cuando terminara, quería ver la clase de expresión que hacía.

-Alan, por favor -pidió Mike, girando el rostro, en un intento de dejar de verlo. Era demasiado, soportar el peso de los dedos de Alan en sus muñecas, cuando prefería que lo acariciara, y el calor dentro de su cuerpo, para encima de eso, tener que verlo mientras se lamía los labios y lo miraba como si quisiera devorarlo. Demasiado, y los sentimientos contradictorios que le recorrían eran demasiado también. Quería que terminara de una vez, incapaz de soportar el placer, pero a la vez no, a la vez quería estar así mucho más tiempo, viendo el rostro de Alan contraído y excitado y sintiendo sus embestidas. No quería hablar, le avergonzaba, pero a la vez quería tener el valor de decir todo lo que pasaba por su mente. Terminó gimiendo su nombre una y otra vez, mordiéndose los labios de forma inconsciente y se corrió de la misma manera, agobiado por el placer. Sólo reaccionó cuando Alan se movió y le limpió el estómago, dejando besos sobre sus hombros a la vez.

-Te quiero, ¿lo sabías? -lo escuchó murmurar contra su piel. Mike se giró, acurrucándose contra él.

-También yo -murmuró, cerrando los ojos, sin tener más deseos que quedarse allí y dormir rodeado por sus brazos. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).