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West Lake por Hisue

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Capítulo 95


 


Mike se sentó en el piso, observando a sus compañeros correr en el campo. Apoyó las manos en sus rodillas y suspiró al ver a Alan. No quería mirarlo demasiado, para no atraer atención, pero por más que lo intentaba, sus ojos volvían a él. Le vio pasar los dedos por su cabello cuando se detuvo, resoplando y bajó la mirada, azorado. Había tenido esos dedos en su boca hace no más de dos días y lo recordaba más a menudo de lo que consideró posible. Tal vez era porque Alan y él mismo habían pensado en otra cosa cuando lo hizo y era eso lo que no podía quitarse de la cabeza. Se abrazó las rodillas y apoyó el rostro en ellas, tratando de no pensar, pero otra vez, sin poder evitarlo. Alan había querido reemplazar sus dedos con otra cosa y aunque ni siquiera quería recordarlo, se preguntó si se lo pediría, alguna vez, y qué haría entonces. No había pensado en hacer algo así desde Gabriel. Recordaba haberlo hecho un par de veces, y recordaba haberse ahogado en una de esas veces, y desde ese momento, Gabriel no se le había pedido y él fue feliz sin pensar en volver a hacer. Y ahora Alan... se animó a alzar el rostro y se encontró con la imagen de Alan en una camiseta mojada por el sudor y el agua que se echaba en el cabello y se lamió los labios. Quería hacerlo ahora y quería sentir los labios de Alan en su cuerpo y...


-¿Mike? -Mike dio un respingo y alzó los ojos. Julie se sentó a su lado, ladeando el rostro en una muestra de confusión-. ¿Estás bien?


-Sí, sólo estaba mirando... -desvió sus ojos hacia la pista, sorprendido al ver que estaba vacía.


-Sí, ya terminó -murmuró Julie, esbozando una sonrisa-. Y tú llevas un rato aquí sin notarlo. ¿De verdad estás bien?


-Estoy bien. Sólo me distraje. Creo que regreso al cuarto.


Se levantó y se alejó, agradeciendo llevar el suéter puesto. Estaba excitado y no lo había notado hasta que Julie le llamó, abstraído en sus fantasías. Se apresuró a llegar al cuarto y se tiró en la cama, tratando de calmarse y preguntándose dónde se habría ido Alan. Se estaba empezando a quedar dormido cuando la puerta se abrió y sintió a Alan sentarse a su lado en la cama.


-¿Dónde estabas? -preguntó. Alan desvió los ojos, en un gesto que le indicó a Mike que estaba pensando las palabras exactas para responder.


-¿Podría ir a tu casa cuando termine el año? -Mike se levantó, sorprendido por la pregunta.


-Pero, tu mamá...


-Hablaré con ella -le interrumpió Alan.


Mike se mordió el labio. Su madre no sabía que salía con él, y no sabía cómo se tomaría si lo llevaba a casa y aún así, la idea le gustaba de la misma manera que le asustaba.


-No se parece en nada a lo que conoces -murmuró, bajando la mirada-. Tal vez te aburras. Puede que lo detestes, cuando estés allí.


Alan lo miró y apoyó una mano en su cabeza. Mike hablaba mucho de su casa y siempre tenía palabras de elogio para su madre y su tía, pero sabía que no era lo mismo. Para él, esa era la vida normal. Para cualquiera de sus compañeros, incluso Alan, era algo que no conocían y que no entendían.


-No quiero separarme de ti -susurró, acostándose al lado de Mike-. Y no quiero dejarte. Por favor. Sólo me quedaré un tiempo, mientras decido.


-¿Decides qué?


-Que haré con mi vida -contestó Alan, sonriendo.


-¿Aún no tienes ninguna idea? -preguntó, llevando una mano a su rostro. Alan se encogió de hombros, pero Mike vio el brillo en su mirada y supo que estaba pensando en algo, pero no pudo insistir porque Alan movió el rostro y besó sus dedos, lamiéndolos lentamente. Mike se sintió sonrojar y apartó la mano, para reemplazar los dedos con su boca.


-Entonces -dijo Alan, cuando Mike se apartó-. ¿Puedo ir?


-Puedes -aceptó, sonriendo esta vez. Alan se lamió los labios, antes de volver a besarlo y por un momento estúpido, se le ocurrió bromear, decir algo como ¿te acabo de convencer con un beso?, pero lo pensó mejor y mantuvo silencio-. ¿Por qué sonríes?


-Se me ocurrió algo tonto que no quieres escuchar. En serio, no dañemos el momento.


Mike le dirigió una mirada suspicaz, pero no insistió. Prefería seguir así, acostados uno al lado del otro y compartiendo besos. Se volvió a sonrojar, al pensar que podrían hacer algo más que besarse y Alan no lo defraudó. Un momento después, llevó una de sus manos a su abdomen y lo acarició, pidiendo permiso con la mirada hasta que Mike asintió y sus dedos bajaron hasta su entrepierna. Mike consideró detenerlo, no le gustaba mucho verse a sí mismo, pero la forma en que Alan lo miraba lo persuadió y dejó que abriera sus jeans, liberara su miembro y lo masturbara, todavía acostado a su lado en la cama, con el codo apoyado en la cama.


-Espera -jadeó Mike, pero Alan lo silenció besándolo.


-Perdón -murmuró-. ¿Qué decías?


-Quiero... quiero hacerlo también -susurró. Alan lo soltó un momento y se abrió los jeans y Mike rozó su miembro con dos dedos temblorosos, imaginando cómo se sentiría si lo pusiera en su boca. Cuando miró a Alan, supo que él pensaba lo mismo por lo forma en que le acarició los labios con el pulgar-. Podría hacerlo. Con mi boca.


Lo dijo en voz baja, y Alan casi no lo escuchó, pero cuando al fin entendió a qué se refería, se detuvo y lo miró, boquiabierto. No respondió. Se había imaginado eso varias veces, no podía evitarlo, fantaseaba con él de rodillas entre sus piernas y sus labios cerrándose sobre su miembro. Y ahora, se lo ofrecía.


-No... -balbuceó-. No tienes que hacerlo si no quieres.


Mike se detuvo. Se sentó en la cama, ignorando por una vez su semi desnudez y examinó a Alan. A veces Alan se portaba así, no deteniendo sus avances, pero preguntando a cada paso y cuando le gustaba, esta vez le enfadó un poco. En especial porque su resolución se perdía a cada segundo que estaba allí, sin hacer nada y sabía que estaría muy avergonzado para ofrecerlo otra vez.


-¿Y tú? ¿Quieres que lo haga? -preguntó, bajando la mirada. Alan consideró negarlo, pero al demonio...


-Claro que sí -gruñó, acercándose a Mike y levantado su barbilla con dos dedos, antes de besarlo-. Joder, sería un imbécil si no lo quisiera.


Alan lo besó una vez y otra más, chupando sus labios y escuchando los suaves gemidos de Mike y se dejó caer de espaldas en la cama, apoyándose en los codos para poder a Mike, que permaneció quieto unos instantes antes de besar su cuello y formar un camino de besos por su abdomen. Lo observó detenerse otra vez, sintió sus dedos temblorosos cuando rodeó su miembro con una mano y consideró detenerlo, pero también podía ver sus labios entreabiertos y detenerse era lo que menos quería. Demonios, lo que quería era decirle que acabara con esta tortura de una vez y que hiciera algo de una vez.


-Por favor -murmuró, con la voz ronca y Mike pareció reaccionar y al fin, se acercó lo suficiente para que sus labios rozaran la punta y lamió suavemente-. Mierda.


No fue en absoluto como Alan había imaginado que sería. Era mejor, en cierta forma, aunque Mike no tuviera mucha habilidad. Pero era mejor porque era él y la sola imagen de él lamiendo su miembro y metiéndolo en su boca eran demasiado para soportar. No quería moverse, pero le fue imposible no embestir, empujar lo más lento que pudo en la boca cálida y húmeda de Mike y gemir a la par. Lo vio alzar la cabeza y fue la visión de Mike, los ojos vidriosos, el sudor en su frente, los labios rojos por la fricción lo que le llevó al límite y le hizo enredar una mano en el cabello de Mike, empujando en su boca hasta que le vio cerrar los ojos en un gesto de dolor y se apartó, tratando de recuperar el aliento.


-Lo siento -murmuró. Lo atrajo hacia su cuerpo antes que este pudiera responder y besó sus mejillas  y sus labios, antes de tumbarlo en la cama-. Quiero más.


-¿Te gustó? -preguntó, cuando Alan terminó de desnudarse y se recostó sobre él.


-Fue horrible -bromeó. Mike frunció el ceño, sin poder creer que bromeara en un momento así-. No te enfades. Fue perfecto. Eres perfecto.


-No exageres -murmuró Mike, avergonzado. Desvió el rostro y sintió, más que oír, la suave risa de Alan mientras le besaba el cuello.


-No exagero -le dijo Alan. Se acostó a su lado, apoyando el rostro en un codo y llevó una mano a la erección de Mike, sonriendo cuando éste se arqueó ante su toque-. Te miro.


Mike no respondió. Estaba demasiado ocupado sintiendo, los de dedos de Alan en su miembro, acariciando lentamente, rodeando la punta con el pulgar y el roce de sus labios, fantasmales sobre la piel de su hombro.


-Te veo -siguió diciendo Alan-, y eres jodidamente perfecto. El perfecto estudiante -remarcó las palabras con una mordida suave sobre su clavícula-. Y un perfecto amigo. Betty te adora, incluso Kristy te tolera.


Mike quiso pedirle que dejara de hablar, pero había algo en su voz o en la forma en que lo miraba que lo disuadió. Alan tenía una sonrisa suave y estaba siendo sincero y él quería seguir escuchando.


-Y a veces me pregunto porqué demonios fuiste mi amigo, ¿sabes? Porque eres una buena persona -Mike jadeó. Alan no se había detenido mientras hablaba y se habría corrido, de no ser porque Alan se detuvo, cambiando el ritmo y obligándole a aguantar.


-Y eres guapo -agregó Alan, ganándose una mirada descreída de Mike-. En serio, lo eres. Si pudieras verte.


-No creo que eso ayudaría -jadeó Mike. Llevó una mano a su entrepierna, tratando de tocarse, pero Alan se lo impidió. Estar expuesto así, y a un paso de correrse le hacía sentir incómodo. Excitado, incómodo, caliente, la sensación de no tener el control lo hacía sentir débil. Incapaz de hablar, miró a Alan, tratando de decir sin palabras lo mucho que necesitaba acabar ya. Pero la mirada en los ojos de Alan sólo sirvió para hacerlo temblar, sólo había visto esa intensidad en él cuando se enfrentaba a un dibujo especialmente complicado y le hizo sentir especial, saber que lo miraba a él de esa forma. Apretó las sábanas entre sus dedos y le dejó hacer, le dejó besarlo y masturbarlo y le escuchó susurrar lo mucho que lo quería al oído y se corrió entre sus dedos, sintiéndose exhausto y saciado. Cuando enfocó la mirada, encontró a Alan acostado a su lado, con una sonrisa feliz adornando tu rostro y si hubiera tenido dudas hasta el momento, las habría perdido allí mismo. Lo quería, notó. Quería esa sonrisa, la mano que le acariciaba de forma ausente el estómago y los labios que rozaron su mejilla.


-También eres muy guapo -murmuró. Alan lanzó una risotada y Mike lo contempló, sintiéndose satisfecho.


---


Julie vio a Mike irse, extrañada, pero decidió no preguntar. Había visto a Alan regresar al colegio, apresurado para no faltar a su club y ahora Mike se iba por quién sabe qué razón. Estaba aburrida. Bufó y se levantó, volviendo al colegio y caminó entre los pasillos sin rumbo fijo. Quedaba poco para irse de aquí y aunque no extrañaría el lugar, extrañaría a Alan y Mike. Suspirando, se acercó al cuarto de Betty. Al menos podía ayudarle a repasar y distraerse un poco. Se acercó  la puerta y estaba a punto de tocar cuando notó que estaba entreabierta y escuchó la risa de Katherine dentro. -No creo que merezca una -escuchó decir a Betty, cuando Kathy dejó de reír-. Para Ericka, tal vez...


-También eres mi amiga -le interrumpió la voz de Kathy, vehemente. Julie sonrió, creía que Katherine consideraba amigos a todos, incluso a Adriana, aunque apenas hablaba con ella.


-Es bonita -aceptó Betty. Lo que sea que le estuviera dando, Julie supuso que lo aceptaría, era difícil negarle cosas a Katherine y consideró entrar, pero se quedó de pie, escuchando. Tal vez le estaba dando alguna prueba de amistad, tal vez una pulsera o anillos a juego y el pensamiento le hizo sonreír. Tal vez le daría una a ella también.


-Ésta es más bonita. ¿Es para Ericka? -hubo un silencio y escuchó a Betty soltar una pequeña risita avergonzada-. Es para Julie, ¿cierto?


-Es muy probable que no la quiera -murmuró Kathy. Julie apenas alcanzó a escuchar su voz y se sintió mal. Ella siempre solía rechazar sus intentos de regalarse cosas y supuso que en realidad no podía entender porqué los rechazaba.


-La quieres, ¿no? -Julie se quedó muy quieta. Dentro del cuarto, ninguna de las dos chicas dijo nada, lo que hizo que se sintiera peor. Si Katherine habría reído, negando todo, o diciendo por supuesto, como Wade solía decir cada vez que lo molestaban con Gabriel, habría sido mejor, porque no sería nada serio. Lo que sea que respondió Katherine, no lo escuchó-. Te he visto. Vi lo mismo en Mike cuando...


-Da igual -le interrumpió Kathy-. No creo que... y aunque así fuera, no importa. No tendría tiempo.


Julie decidió que era suficiente. Empujó la puerta y puso una sonrisa en su rostro al entrar.


-Hey, Betty -dijo, cruzando los brazos-. Venía a ver si quieres repasar, pero veo que están ocupadas.


Las dos chicas estaban sobre la cama y Julio notó las joyas sobre el edredón y les dedicó una mirada curiosa.


-Mira, Julie -dijo Betty, tendiéndole una cadena. Era de oro, algo que no extrañó a Julie, pero que le hizo esbozar una sonrisa nerviosa, preguntándose el precio-. Katherine me lo regaló, y tiene uno para ti también, para que nos recuerdes.


Julie abrió la boca, a punto de decir que no lo necesitaba, sólo por costumbre, pero vio que Katherine bajaba los ojos y se sintió culpable.


-¿Y cuál es?


-Ah, toma -Katherine le alcanzó una pulsera y Julie la contempló, en silencio. A diferencia de la cadena de Betty, delicada  y muy bonita, o de las perlas azules que adornaban la pulsera destinada a Ericka, la suya era una muñequera negra que ella recordaba haber visto en internet, mirar el precio y permitirse quejarse porque no podía tenerla. La que tenía en sus manos se le parecía, pero era de mucho mejor calidad-. La mandé a hacer -dijo Katherine y luego apretó los labios, como si no pretendiera revelarlo-. El que viste era muy barato y no me pareció justo que tuvieras uno tan barato... o sea, el de Ericka vale cientos de veces el precio y por eso tomé el modelo y lo encargue, por justicia.


Julie soltó una risa, sin poder evitarlo.


-Bien, bien. No te he pedido explicaciones. Está genial. Gracias. Pero me temo que no tenga nada que dar en cambio.


-No es problema -Katherine alzó las manos, negando con la cabeza-. ¿Nos acompañas a comer?


Julie asintió, pero se quedó detrás de ellas mientras caminaban hacia el comedor. Katherine se veía bien, pero siguió pensando en lo que había escuchado y miró la muñequera y la alzó delante de sus ojos. Incluso si lo considerara, sólo por un momento, ya no había tiempo. Katherine se iría a dónde fuera que quisiera y ella empezaría su vida, al fin, lejos de todos ellos. Era lo que había querido desde niña. Pero se puso la pulsera de todos modos y notó la sonrisa de Katherine cuando la vio en su muñeca y le hizo preguntarse qué podría haber pasado. Si tuvieran tiempo, si a ella le gustaran las chicas y si no rechazara cualquier contacto fuera de lo superficial con sus compañeros.


-No creo que sea posible -murmuró para sí misma, acelerando el paso para alcanzar a sus amigos. No tenía caso darle vueltas a algo que ya no podía solucionar.


---


Clay se detuvo delante de la puerta del cuarto de Gabriel, ladeando el rostro. Pasaba por allí camino a la salida de los dormitorios, dispuesto a reunirse con su prima para el desayuno, pero la puerta entreabierta atrajo su atención. Si estaba abierta, no debía haber ningún problema con entrar sin anunciarse, y lo hizo, cuidando de no hacer mucho ruido y dispuesto a saludar, pero no dijo nada al ver a Gabriel en su cama, con las sábanas a la altura de las caderas y sin camiseta. Eso no era raro, lo raro era que su rostro descansaba sobre el pecho desnudo de Wade, una de sus manos le rodeaba la cintura y tenía prácticamente la mitad del cuerpo sobre su mejor amigo. Clay los miró en silencio, debatiéndose entre su siempre presente curiosidad, la admiración por verlos a ambos juntos e imaginarse entre ellos o algo que se parecía mucho a los celos. Gabriel insistía e insistía que Wade era su hermano, pero uno no dormía en la misma cama con su hermano y si lo hacía, no lo hacía semidesnudos ni se abrazaban como un par de amantes. Ni siquiera él y Liz hacían eso de niños. Desvió la mirada para distraerse de sus pensamientos y dejó escapar un bufido al ver la cama de Wade perfectamente arreglada, como si no hubiera sido usada en días.


Regresó los ojos a los dos cuerpos en la cama, dándole una mordida a la manzana que traía entre manos y notó que Gabriel abría los ojos, esbozaba una sonrisa somnolienta, que desapareció al verlo.


-No es lo que parece -dijo Gabriel, después de un momento en silencio, en el que se preguntó cómo había entrado, recordando que era culpa de Max. El perro solía llegar algunas veces en la noche y aunque no molestaba si encontraba la puerta cerrada, encontrarlo en el umbral al amanecer le hacía sentirse mal. Y las veces que dormía dentro del cuarto, se levantaba temprano y rasgaba la puerta, ansioso por salir. Gabriel pensaba que era mejor dejarla abierta y que Max viniera como le diera en gana-. ¿Qué haces aquí?


-La puerta estaba abierta, vine a ver qué pasaba y me encontré con este cuadro. Debí tomar una foto -Clay sonrió, dejando que su buen humor ganara la partida. Los celos no tenían sentido.


-No es lo que parece -insistió Gabriel.


-Parecen dos chicos descansando después de una noche muy agitada. Y medio desnudos -Gabriel abrió la boca, dispuesto a replicar, pero miró hacia abajo y tiró de la sábana para cubrir el cuerpo de Wade, que murmuró en sueños y se giró, abrazando la almohada-. No es muy fraternal que digamos.


Gabriel se cruzó de brazos, harto de la broma. Esperaba despertar de otra manera y no con Harris dándole esa mirada de burla.


-No me importa lo que pienses, Harris -gruñó-. Él es como un hermano para mí, es mi hermano. No creo que te interesara Elizabeth incluso si te gustaran las chicas y es lo mismo. Es mi familia.


Clay guardó silencio, sabiendo que era lo mejor dada la seriedad de Gabriel. Pero no podía creerle, varias veces la forma en que Gabriel miraba a su “hermano” era cualquier cosa menos inocente. Y todavía recordaba que lo golpeó por besarlo y que los separaba cada vez que los veía hablar. A Wade no le importaba coquetear, pero Gabriel no lo soportaba, como si estuviera bien con sus escarceos con las chicas, pero no tolerara la idea que se fijara en otro chico.


-Como digas -murmuró, pero no pudo contener su lengua y siguió hablando-. ¿Terminaste con Kristy por él?


Gabriel alzó la cabeza, indignado. Clay esperó una respuesta. Desde que Kris le dijera que tuviera cuidado, lo pensaba y algunas veces ella hablaba como si le hubieran robado a Gabe, pero nunca mencionaba a Mike. En realidad, no tenía ni una sola palabra en contra de Mike, pero eso no era raro. Nadie nunca decía nada en contra de ese chico, ni siquiera ella. Sin embargo, Wade era otro asunto.


-¿De dónde sacaste eso?


-Lo escuché por ahí. ¿Es cierto?


Gabriel desvió los ojos, mirando a Wade antes de contestar.


-Escucha, si es lo que quieres saber, sí, ¿bien? -Clay retrocedió un paso. Gabriel estaba enfadado y tenía que reconocer que cuando se enfadaba en serio, resultaba un poco intimidante tener esos ojos verdes fijos en él-. Lo hice. Ella se enfadó, me dijo que no quería verlo cerca y la dejé. Y si quieres seguir escuchando, haría lo mismo contigo. Con cualquiera. Es la persona más importante en mi vida, y tú deberías entenderlo -dijo, suavizando su tono-. Tienes a tu prima y tus tíos, deberías entender que no tendrías una familia sin ellos, y tampoco los pondrías por encima de un novio, ¿o lo harías?


Clay bajó la cabeza y sonrió.


-No, supongo que no -murmuró. Aunque dudaba que él y Elizabeth fueran tan cercanos como esos dos lo eran-. Bien, lo entiendo, dejaré de molestar. Te veo luego.


Gabriel lo miró marchar y suspiró, llevando una mano al cabello de Wade. No quería pelear con Harris, supuso que tendría que disculparse después, pero no por el momento. Además, no le podía explicar que lo que lo llevaba a la cama de Wade por las noches (hasta que éste se hartó y decidió que era mejor compartir una sola), era el miedo. Miedo al futuro, a los cambios, a la idea de un Wade cruel, a lo que sabía de su padre y lo que se imaginaba. No soportaba despertar en medio de la noche y enfrentarse a todo eso solo y las cosas siempre eran más llevaderas con Wade a su lado. Harris no tenía que saber eso.


-Deja de fingir que estás dormido -le dijo a Wade y éste abrió los ojos, mirándolo con una sonrisa que resplandecía de felicidad. Había regresado de ver a Liam con el cabello corto y Gabriel aún no se acostumbraba a pasar los dedos por su pelo y no encontrar los largos mechones de antes.


-Pensé que sería mejor no interrumpir una discusión de amantes -respondió Wade, aún sonriendo. Gabriel volvió a acostarse, se cubrió con el edredón y apoyó la cabeza en la almohada-. Entonces, ¿es cierto que soy la persona más importante en tu vida o lo dijiste para enfadarlo?


Gabriel bufó. La respuesta era obvia, Wade ni siquiera debería preguntarlo, pero observó a su amigo y a su sonrisa... una sonrisa real, nada de burla o cinismo en ella y se preguntó, en serio, cuántas veces alguien le había dicho a Wade que era lo más importante que tenían. No le gustaba pensar así, se sentía más viejo de lo que realmente era, pero no pudo evitarlo. Padre, madre, las personas a las que llamaba tíos, amigos, amantes. Y él sabía que para todas esas personas, no era indispensable.


-Lo eres -murmuró, sintiéndose avergonzado-. Ya lo sabes, ¿no?


-¿Más que Mike? -insistió Wade y esta vez Gabriel supo que bromeaba, a medias. Alzó la vista y miró fijamente a los ojos grises de su mejor amigo.


-Quiero a Mike -dijo, e incluso mencionarlo hizo que sintiera que su pecho empezaba a doler-. A veces creo que nunca voy a dejar de quererlo y es horrible. Y si me dijeran que pudo recuperarlo, a veces siento que aceptaría, y aceptaría dejar cualquier cosa, daría lo que fuera por volver a atrás y no equivocarme, pero no a ti. Mike duele, pero... ¿recuerdas cuando te enojaste porque te guardaba secretos y dejaste de hablarme? Eso no sólo dolía, era desesperante.


Wade parpadeó. Esperaba una broma y no encontró nada que decir. Claro que siempre lo había sabido, eran hermanos, habían pasado la vida juntos y siempre había sabido que entre toda la gente, Gabriel era el único que lo quería y más allá de eso, lo necesitaba y siempre se había sentido bien el saberlo. Pero escucharlo le hizo sentir incómodo. Inadecuado.


-Esa es una buena confesión -murmuró, eligiendo bromear-. Úsala la próxima vez que quieras conseguir a alguien.


Gabriel le dio un golpe en la cabeza y se giró, bufando. Pero no estaba de mal humor, a pesar de haber discutido con Harris y se acomodó en la cama, dispuesto a dormir un par de horas más. El ruido de la puerta al abrirse lo distrajo y sonrió al ver a Max, que entró y se acostó en el piso, mirándolo.


-¿Te vas? -preguntó, cuando vio a Wade de pie y ya cambiado.


-Tengo hambre, ¿tú no?


-Voy a estar aquí un rato más -contestó. Max subió a la cama de un salto, acomodándose en el espacio vacío al lado de Gabriel y Wade movió la cabeza, reprobando su comportamiento.


-Vale, te traeré algo de comida.


Gabriel asintió, sin mirarlo, ocupado observando a Max acomodarse en la cama. Wade volvió a sacudir la cabeza y salió, silbando entre dientes y pasando una mano por su ahora corto cabello. Era más cómodo y más fácil de peinar, pero lo extrañaba. Y Gabriel, a pesar de lo mucho que le molestaba para que se lo corte, lo extrañaba también, aunque sólo porque los restos de la cicatriz eran más visibles de esa manera. Dejó de pensar en eso, y se rio en voz baja al recordar las palabras de Gabriel en la mañana. Era un tonto, decir eso no le ayudaría a que Harris se quedara a su lado, pero no podía negar que estaba complacido. Gabriel podría enamorarse de quien quisiera, o tener los amigos que quisiera, pero no quería que ese puesto, ese persona más importante le perteneciera a alguien más. Eso era suyo y Wade sabía, aunque no lo pensaba demasiado, que era egoísta y que en algún momento cambiaría, cuando otro “Mike” llegara a sus vidas.


---


-¿Crees que cometí un error? -preguntó Julie. Mike le quitó el cuaderno de las manos y revisó sus ecuaciones.


-Están bien -comentó, regresándole el cuaderno. Julie apoyo el rostro en una mano, suspirando.


-No hablaba de las clases. ¿Crees que me equivoqué, al actuar así, de “todos aquí son idiotas”?


Mike miró a su amiga, tratando de adivinar qué pensaba, no era común en ella que tuviera dudas, menos al respecto de sus compañeros de clase, que la despreciaban de la misma manera en que ella los rechazaba. Antes de poder pensar en un respuesta adecuada, Julie sacudió la cabeza, bufando.


-Da lo mismo -dijo-. Ya no hay tiempo.


-¿Te gusta alguien? -preguntó Mike, incrédulo. Había pensado, el año pasado, que le gustaba Alan. Después de él, Alan era la persona más cercana a Julie. No podía pensar en alguien, pero era lo único que se le ocurría.


-No -negó Julie-. Podría ser, si hubiera hecho algo diferente. Por eso digo que no hay tiempo.


-Creo que hay algo que no me estás contando.


Julie se encogió de hombros. Alzó el rostro al ver entrar a Katherine, pero ésta venía hablando con Gabriel, aunque les saludó de todas formas y se unió a ellos. Gabriel, en cambio, fingió no verlos y se alejó y Julie observó a Mike, tratando de calibrar su reacción. Mike notó su mirada, esperó un momento, sonrió y se levantó.


Le gustaría hacer esto en un lugar menos concurrido, pero creía que era necesario. Se acercó a la mesa de Gabriel y se sentó delante de él sin pedir permiso, esperando que Gabriel alzara la vista antes de hablar.


-¿Qué quieres? -preguntó Gabriel. Mike se mordió el interior de la mejilla, tratando de ignorar el desdén que Gabriel exudaba. 


-Estar en paz -contestó-. ¿Podemos, por favor, estar en paz?


Mike estiró la mano por encima de la mesa y la mantuvo así, mirando a Gabriel a los ojos. Si no podían ser amigos, ni hablarse, al menos quería irse de allí zanjando todo, para poder recordarlo sin sentirse frustrado y herido. Sólo quería eso. Gabriel dudó por unos momentos, pero luego estiró la mano y apretó la de Mike, asintiendo.


-Bien -dijo, sin esforzarse en evitar que el sarcasmo se notara-. Como quieras, no sé qué arregla esto, pero bien.


-Es sólo por... ya sabes, como una forma de... -balbuceó Mike, perdiendo un poco de seguridad.


-¿Cerrar las cosas? -le interrumpió Gabriel-. Lo he visto en programas de televisión idiotas, si rompes con alguien, asegúrate de cerrar ese libro, supéralo, lo que sea.


-Si es así como lo quieres ver, sí -asintió, esbozando una sonrisa tensa. Gabriel aún no lo soltaba y él no se animaba a apartar la mano primero, pero ese roce se empezaba a volver incómodo-. Mira, no creo que podamos ser amigos, pero al menos quiero que... no sé, que pasemos página.


-Entonces, estamos en paz -dijo Gabriel. No se animaba a soltar su mano, Mike tampoco lo hizo y se miraron por unos minutos, cada uno deseando algo diferente. Mike quería paz, quería cerrar las heridas y guardar el recuerdo de su primer amor. Gabriel sólo quería poder olvidarse de él y dejar de quererlo.


-Si quieres, te puedo ayudar con lo exámenes -ofreció, por decir algo. Gabriel le soltó, al fin, soltando un bufido.


-¿Y a tu novio le gustaría eso? 


Mike sonrió, decidido a seguir actuando como si nada pasara. Alguien debía hacer el esfuerzo. 


-Estaría bien, en serio. ¿Y Clay? ¿A él le importaría?


-Vamos, Mike -murmuró Gabriel, pasando una mano por su cabello-. Harris y yo no somos así. Me cambiaría en cualquier momento si Wade le dijera que puede besarlo sólo una vez.


-Eso es raro -comentó Mike. No podía entender su relación-. Pensé que salían.


-Somos amigos con beneficios -dijo Gabriel y soltó una pequeña risa-. Sin la parte de amigos.


Mike parpadeó. No podía entender cómo Gabe podía salir con alguien al que ni siquiera consideraba su amigo, pero supuso que no tenía ningún derecho a decir nada. Se preguntó porqué le era tan difícil encontrar algo que decir, si ellos solían hablar antes de salir juntos. Pero, ahora que lo recordaba, Gabriel le gustó desde el primer día. Tal vez estos meses eran los primeros que lo miraba sin tener sus sentimientos, sus ganas de gustarle de por medio. Tal vez por eso a menudo sentía que no lo conocía en absoluto.


-No lo entiendo, pero espero que te vaya bien.


-Gracias -contestó, agradecido al ver que Mike daba por terminada la charla y se retiraba. Podía entender que Mike quisiera pasar página, estar en paz, porque lo conocía y sabía que no le gustaban los conflictos. Y sabía que él debería hacer lo mismo, pero él no era tan buena persona, si algo deseaba era ver a Garton sufrir.


Salió de la biblioteca, después de dejar el libro en su lugar y vagó por los pasillos, hasta que vio a Harris sentado en una esquina, jugando en el celular con expresión concentrada. Desde que vio a él y Wade durmiendo juntos, no hablaban demasiado y Gabriel no hizo intento alguno por acercarse, pensando que estaría bien si todo terminaba de la misma forma en que empezó. Pero ahora que lo veía, notó que en cierta forma lo había extrañado. Extrañaba que no se preocupara, que no le importara nada más que divertirse, extrañaba que todo resultara fácil, sin sentir que tenía el corazón en la mano, como con Mike.


-Hey -dijo, cuando Harris lo miró y se sentó a su lado, esbozando una sonrisa de disculpa-. Lo siento.


-¿Por tu confesión de amor absoluto a Wade? -preguntó Harris, metiendo el celular a uno de sus bolsillos-. No es nada que no supiera.


-Por la forma en que lo dije -aclaró Gabriel-. Pero tú tienes la culpa, te esfuerzas en ser molesto.


-¿Esa es una disculpa, Barnett? Deberías aprender modales.


-Mira quién lo dice -replicó Gabriel, rodando los ojos.


Harris se lamió los labios y tiró de él hacia su boca, aunque el beso fue demasiado corto y suave. Clay se quedó así, mirando los ojos de Gabriel y sonriendo. Casi creyó que no lo volvería a buscar, que al fin terminaría con esa relación extraña que tenían y le alegrara que no fuera así. Cuando Gabriel estiró una mano y en vez de llevarla a su cabello, la metió entre sus piernas y dentro de sus jeans, agradeció equivocarse.


-Estoy seguro que estamos violando un par de normas aquí -jadeó. Gabriel se apartó, bufando, disgustado por la interrupción.


-Si no quieres...


-No dije eso -le interrumpió Clay, poniéndose de pie y sacando la camisa fuera de sus pantalones para disimular su erección-. Vamos, no creas que vas a calentarme así y quedarte tranquilo. No es amable.


Gabriel sonrió, estiró la mano y Harris la tomó y tiró de él. No era amor el que sentía por él, era más parecido a lo que sentía cuando caminaba por el bosque siguiendo a Max, o cuando veía camiones mosntruo. Era libertad.


Al llegar al cuarto, Harris lo besó y lo empujó en la cama y Gabriel se quedó sentado en el borde, mirándolo mientras éste se desabrochaba la camisa y bajaba la cremallera de sus jeans.


-Pienso que sería una buena disculpa si sigues con lo que estabas haciendo -le dijo, acercándose a él. Sostenía su erección con una mano y se imaginó qué se sentiría si Gabriel le permitiera meterla en su boca-. También podrías ser un buen chico y darme un buen servicio, Barnett. Por las molestias.


Gabriel alzó la vista, mirando de reojo el miembro de Harris. Le molestaba su sonrisa despectiva, ese aire de seguridad y por eso le apartó las manos y lo acarició lentamente, sin dejar de mirarlo, sonriendo cuando empezó a jadear. Si pensaba que podía avergonzarlo por esto, estaba equivocado.


-Como quieras, Harris -murmuró, acercándose sus labios a su erección-. Pero agradece después.


Clay no contestó. Quería encontrar una réplica sarcástica, pero Gabriel tenía sólo la punta de su erección en la boca y podía sentir su lengua y si hubiera dicho algo, tal vez sería rogar por más y no era el punto alimentar su ego.


-Vamos -jadeó, recuperando la voz-. Harás que me duerma.


El desafío funcionó. Gabriel se apartó por un momento, lamió su extensión, le observó cerrar los ojos y meterla en su boca, tomando más cada vez, sosteniéndose de sus caderas con una mano y usando la otra para acariciar la parte del miembro que no tenía dentro de su boca. Clay trató de quedarse quieto y disfrutar de la vista. Gabriel abrió los ojos y lo miró, y Clay enredó una mano en su cabello, sólo porque necesitaba tocarlo. Tenía que reconocer, al menos ante sí mismo, que le encantaban sus ojos. Tener ese verde brillante fijo en él, con esa expresión a medias entre la lujuria y la rabia le excitaba casi tanto como la calidez de su boca y la forma en que tomaba un poco de su miembro cada vez, hasta que Clay no pudo soportarlo más y empujó, sosteniéndole el rostro, gruñendo con cada embestida y lamentando que Gabriel cerrara los ojos, dejándose manejar por unos momentos, antes de empujarlo.


-Quieto -ordenó, con la voz ronca. Clay bufó. No le podía pedir que se quedara quieto, cuando lo único que quería era volver a sentir su boca y hacerle perder el control. Manejarlo y usarlo a su antojo.


-Te dije que fueras un buen chico -respondió, acariciando los labios de Gabriel con los dedos-. Sólo déjame hacerlo y no te quejes.


-¿En serio quieres darme órdenes? -replicó-. Te morderé si no te quedas quieto.


Clay se rio, incrédulo. Pero la mirada arrogante de Gabriel no cambió un ápice y se preguntó si se atrevería. Gabe era un bastardo, pero no era cruel, ¿verdad? Gabriel le distrajo antes de poder responder, regresando los labios a su erección, lamiendo de forma lenta y lo miró, esbozando una sonrisa antes de, deliberadamente, meter todo lo que podía del miembro ajeno en su boca y succionar. Clay le apartó el cabello de la frente, gimiendo y tratando de no moverse. Era difícil no hacerlo, cuando tenía su miembro en la boca de Barnett, mucho menos cuando lo sintió jadear y notó, que tal como él, Barnett estaba excitado.


-Me voy a correr -jadeó, apretando los dedos en el cabello de Gabriel-. Barnett, deja que...


Pero Gabriel le apartó las manos y se alejó y Clay se tuvo que apoyar en sus hombros, al borde del orgasmo.


-Demonios, Barnett, qué te costaba dejarme terminar.


La respuesta de Gabriel fue una risa seca, tirarlo en la cama y desabrocharse los jeans. Clay no duró mucho más, se corrió a la primera embestida y tuvo que soportar a Gabriel sobre él, empujando en su cuerpo, completamente vestido y gimiendo mientras le besaba el cuello y murmuraba entre besos. Clay se había acostumbrado a la forma de murmurar de Gabe y nunca le prestaba verdadera atención, eran sólo tonterías, pero esta vez escuchó un me gustas, que le hizo mirarlo fijamente, tratando de saber si era cierto o era sólo otra tontería más, algo que soltaba en medio de la lujuria.


Quiso preguntar cuando terminaron y Gabriel se tendió a su lado. Pero no quería sonar como un idiota y en vez de eso, le deabrochó la camisa y le besó el cuello.


-¿Qué haces? -preguntó Gabriel.


-Te muerdo -contestó Harris. Gabriel sintió sus dientes en su hombro apenas terminó de decirlo y contuvo un gemido de dolor-. Así está mejor.


Gabriel se levantó y se arregló la ropa. Como siempre, no se despidieron, ni le dio un beso antes de irse, sólo salió. Cuando estuvo cerca de su propio cuarto, se llevó una mano a la boca, suspirando. Había sido diferente que cuando se lo hacía a Mike, con Mike todo era más fácil porque lo quería, pero aparte de eso...


-Tenía que tenerla grande, el muy imbécil -dijo, mientras entraba. Wade, que lo había escuchado, levantó la cabeza y luego negó.


-Algo me dice que no tengo que preguntar, pero... ¿hablas de Harris? -Gabriel asintió, dejándose caer en la cama, y acomodó su cabeza en el regazo de Wade-. Al fin se reconciliaron.


-No habíamos peleado -murmuró Gabe-. ¿Te arrepientes alguna vez, ya sabes, de hacer alguna cosa con las chicas?


-Nunca me arrepiento del sexo -Wade rio, pero se puso serio de inmediato-. No me digas que le dejaste...


-No -negó Gabriel-. Sólo lo hice, con la boca y eso...


Wade hizo una mueca de disgusto. No le gustaba imaginar y trató de sacar la idea de su cabeza, sin éxito. De cualquier forma, era raro en Gabe que hablara de sexo y que pareciera arrepentido. Nunca se portaba así con Mike.


-¿Y fue horrible o algo así? Aclaro que no quiero hablar de esto, pero si es importante para ti...


-Gracias por la amabilidad -se movió, apoyando el rostro en su almohada y miró a Wade. Podría decir que le incomodaba hacer cosas para alguien a quien no quería, que le molestaba perder el control y que se había asustado cuando Harris le tomó el rostro y embistió en su boca, le asustó que le excitara-. Supongo que es sólo que el muy desgraciado la tiene grande. Es difícil, ¿sabes?


-No lo sé y espero nunca saberlo. Dios, si te gustaran las chicas, esta charla podría ser divertida. A las chicas les gusta y es genial hacerlo y ver cómo se derriten -comentó, lamiéndose los labios-. Entonces, se la chupaste y ahora te arrepientes, ¿eso es?


-No -contestó Gabriel. Se mordió los labios antes de continuar-. Siempre pensé que se lo hacía a Mike porque lo quería y me gustaba verlo, como dices, derretirse. No porque a mí me gustara hacerlo.


-Eres gay, se supone que te gusten estas cosas -dijo Wade, incómodo con el tema. Decidió bromear, para zanjarlo-. Entonces, ¿la tiene más grande que tú o qué?


Gabriel le dirigió una mirada enfadada, que le confirmó sus sospechas y lanzó una carcajada.


-Pobre de ti, no resistir a la comparación.


-Hablas como si tú estuvieras muy dotado.


-Por favor, Barnett -dijo, remedando el acento de Harris y llevando las manos a la cremallera de sus jeans-. ¿Quieres apostar? Pero mejor no, tu chico sería el que no resista a la comparación y además, no quiero que mueras de la impresión.


-No me jodas, te he visto desnudo. No eres nada especial -rebatió Gabriel. Era una discusión estúpida, pero no quería perder. Y, en serio, lo había visto. Dudaba que fuera más grande que Harris. Cerró los ojos, maldiciendo-. ¿Por qué mierda discutimos esto?


-Tú viniste aquí y empezaste a hablar del tamaño de tu novio. No me digas que estabas alardeando.


-No lo estaba -dijo Gabriel, girándose y dando por terminado el tema. Todavía podía sentirlo en boca, palpitando, duro y caliente, recordaba su rostro cuando anunció que estaba por terminar y se preguntó qué habría cambiado de haberlo dejado hacerlo, tomarlo en su boca hasta que se corriera, si significaría algo. Por primera vez en días, no se durmió pensando en Mike o en su hermano, sino en el sabor de Harris y en su voz y soñó con él, aunque en el sueño lo único que hacía era acariciarle los labios con una mano y prometerle que se quedaría quieto, si se lo hacía otra vez.


 

Notas finales:

Al final terminé escribiendo un capítulo lleno de sexo. Yo también me preguntó porqué. Tomen esto como un regalo por la tardanza (?). 

(En serio, disculpen la tardanza, no merezco la vida)


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