EL REENCUENTRO DE UN PAR DE EGOISTAS
Dos años habían pasado desde que se vieran por ultima vez, un castaño no podía creer su suerte, mientras un oji azul no borraba de su rostro esa gran sonrisa que lo era tan característico de el.
Como amigos que se reencuentran se saludan para luego ponerse a beber unas copas, comentan sus vidas y pasado el tiempo se dan cuenta que ya es tarde.
Sin saber como llegan al cuarto de hotel de uno de ellos, no pueden dejar de besarse, se anhelan desde hace tiempo, no es tan solo deseo, es necesidad de sentir el cuerpo del ser amado una vez mas fundido contra el suyo, ser uno.
Todo sigue igual, perfecto, las caricias, los besos suaves que terminan por ser apasionados, la delicadeza de la preparación previa a la penetración, esta misma a su vez, el vaivén de sus caderas acercándoles al clímax, el venirse sobre sus pechos y posteriormente dentro de el.
El sentirse uno contra el otro sabiendo que no están dormidos pero fingiendo estarlo solo para seguir en contacto con el ser amado un poco mas y escuchar aquellas palabras tan añoradas luego de aquella demostración de amor.
-Te amo-
Se escucha en aquel cuarto apenas en un susurro y el pecho de uno de ellos se contrae, se da cuenta que es hora de marcharse pero no lo desea, un poco mas se dice pero su conciencia finalmente lo obliga a ir contra sus sentimientos.
-Ya es tarde-
Se levanta de la cama, se viste cabes bajo marchándose del cuarto que ocuparan dejando a un castaño confuso.
Ya es tarde, resuena en su cabeza, ¿lo es?, si. Aquellas palabras tan necesarias en aquellos años de relación que apenas dijera un par de veces y que tanto demandara su ex pareja ya no surtían ningún efecto y eso le rompe el corazón.
Idiota, se dice, que esperabas, fue tu culpa, siempre lo fue.
Un peli negro camina por las calles aun sintiendo el calor del cuerpo del ser amado, además del remordimiento de sus actos, es tarde le dijo, pero no porque haya dejado de amarlo, si no porque el hizo su vida apenas a unos meses de dejarlo.
Ellas no merecen esto, se dice apesadumbrado recordando a su esposa e hija, su familia, esa que tanto ansiara tener en su niñez y que por una borrachera consiguiera en una noche turbia tras su tan anhelada titilación. Sabe que no debe volver a verlo pero los recuerdos le acosan constantemente.
Ha regresado aquel bar una vez mas pero el no se encuentra, ni la primera, ni las siguientes veces que le siguen, decide lo impensable, así es como llega hasta su trabajo y oculto lo sigue apenas lo ve salir.
Esta fuera de su nuevo departamento y un solo golpe en esta lo separa del ser amado.
Los golpes son suaves pero firmes y tras unos segundos se escucha venir a alguien, la puerta se abre y ahí esta él.
-Deseas ser mi amante-
Pregunta apesadumbrado por la respuesta que aquel castaño le dará, lo cual no se hace esperar.
-Si-
Contesta el castaño sin saber cuan cierta llegara a ser esa palabra.
Apenas entra al departamento comienza a despojarse de sus ropas al igual que las de él, lo ama, lo necesita, es suyo, nuevamente es solo suyo y ya nada importa, ni su familia, ni el prejuicio de la gente, ni mucho menos el egoísmo de su amado y menos el propio, porque el esta entre sus brazos tal como en el pasado, como en ese presente y como estará por siempre en su futuro.
FIN