El milagro de la navidad.
Los copos de nieve caían por la ciudad. Sasuke observaba desde su ventana el paisaje, observando como poco a poco el suelo se iba tornando más blanco cada vez hasta el punto que la capa de nieve superaba el pie y llegaba a la altura del tobillo.
El moreno estaba en su casa caliente gracias a la calefacción pero aún así no podía evitar sentirse frío por dentro.
Oía como los vecinos gritaban y festejaban esas fiestas. Oírles divertirse solo le dolía así que se encerró en su habitación y se tapó hasta la cabeza, mas sus voces seguían resonando en su interior. Las risas de los niños, las risotadas de los adultos y las risitas de los animales. ¿Se estaría volviendo paranoico?
Naruto, su pareja, se había ido a pasar las fiestas con su familia. Sí le había insistido en ir, pero él no quiso y ahora lo sentía. No quería estar solo en navidad. No era la primera vez, pero sí era la vez que le dolía más la soledad.
-Navidad… - susurró cantando lentamente. – navidad, dulce navidad… - se rió de su propia canción y gruñó removiéndose en la cama. ¿A quién pretendía engañar? Odiaba la navidad.
Se levantó gruñendo y se fue al baño a limpiarse la cara con agua fría. Se observó en el espejo y vio con frustración el par de ojeras que decoraban sus ojos. No le gustaba lo que veía. Le recordaba el rostro de su hermano. Sonrió y vio a su hermano sonriendo. Besó su reflejo y sintió a su hermano besándole la frente.
-Idiota. – gruñó a la imagen.
Recordó como Itachi le cogía en brazos cuando era pequeño y simulaba sacarle una moneda de la oreja. Como le escondía los regalos por la casa y Sasuke los buscaba con traje de explorador y una sonrisa en su infantil rostro.
-Si los encuentras, te doy un beso en la mejilla, Sasuke. – solía repetir el mayor.
Sasuke dejó el baño y se tiró sobre el sofá de la sala. Faltaba una media hora para las doce de la noche. Suspiró y observó el techo, que de pronto, parecía la cosa más interesante del mundo. Estaba tan ensimismado que Sasuke ni siquiera oyó el ruido de la puerta al cerrarse.
-Supongo que ahora Naruto estará haciendo bromas con su padre. – susurró el moreno mientras dejaba que una diminuta lágrima se escapara hacia su mejilla. Cuando estaba solo se permitía llorar.
-¡¡No lo soporto!! – gritó una chillona voz a su espalda. De pronto, sintió una fuerte carga y un peso extra en su cuello. Giró su cabeza asustado y comprobó con ilusión en la mirada que se trataba de Naruto, su Naruto.
-¿¡Qué estás haciendo aquí, dobe?! – preguntó, ocultando las ganas que tenía de llorar y abrazarle.
-Quería darte una sorpresa Sasuke-teme, quería pasar contigo las navidades y vine y quería que no me vieras pero estabas llorando, solo, no lo he podido resistir, teme… yo… ¡¡Te quiero!!
-Vale, vale, usuratonkachi, no hace falta que te pongas así… - entonces reparó en las palabras de su novio y se sonrojó repentinamente. - Aquí nadie estaba a punto de llorar. – alegó, intentando salvar el poco de orgullo alto que le quedaba.
-Te quiero, te quiero, no llores, no quiero que estés solo, teme. – cogió sus hombros e hizo que el moreno le mirara a los ojos. – Me tienes a mí, aquí, no volverás a estar solo, te lo prometo teme. – y le besó.
Sasuke sintió ese beso como el beso más cálido que nadie le había dado nunca. Lo necesitaba, necesitaba que Naruto le besara de esa forma desesperada, de esa forma en la que pedía más contacto, pedía que el moreno le correspondiese y le amase de la misma forma que lo hacía él.
Sasuke se sorprendió al saber cuántas sensaciones podían transmitirse a causa de los besos. Sin saber como, el moreno se vio debajo de Naruto y sobre el sofá, siendo desvestido por el rubio y notando como dos de sus dedos amenazaban con colarse en su interior.
-¿Es que no sabes hacer nada más para conmigo, dobe? – gruñó el moreno mientras sentía como los colores se le subían a la cara. - ¿No sabes lo que es “hablar”, por ejemplo?
-Es que vuelvo muy necesitado, perdóname, Sasuke. – pidió el rubio mientras metía toda su verga dentro de Sasuke casi sin prepararle. Sasuke gritó de gusto al sentir como la cosa tan grande de Naruto entraba en su interior. Tal vez él también había estado “un poco” necesitado. Claro que él era un Uchiha y los Uchiha no necesitaban sexo para sobrevivir. - ¿Te dañé mucho? – se preguntó Naruto.
-No, sigue, dame más fuerte, Naruto… - el aludido no lo dudo dos veces y empezó a embestirle con mucha potencia, alcanzando rápidamente la próstata de su compañero. Sasuke enrolló sus piernas en torno a la cintura del rubio y decidió acompañarle en las embestidas, para hacerlas más profundas y placenteras.
-Sasuke, me alegro de… notarte tan… estrecho… uny… señal de que no… me has… sido infiel. – sonrió el rubio mientras se posicionaba mejor en el pobre sofá para embestirlo con más fuerza todavía. Sasuke se vino en un gran gemido sobre los dos y con solo ver su cara de placer Naruto se vino en su interior.
-Naruto… ya sabes que no me gusta que acabes dentro de mí… - gruñó el moreno mientras sentía como el semen de su novio se escurría por sus piernas manchando el pobre sofá (sí, aquí la víctima era el sofá…).
-Ya, pero no puedo evitarlo al ver la carita que me pones, Sasuke, eres exquisito. – sonrió de forma zorruna el rubio mientras lamía lentamente las piernas de Sasuke, limpiando en el proceso al moreno de su semilla. – Y dime, ¿me has echado de menos?
-Si no estuviésemos en navidad, creo que te echaría a patadas. – rió Sasuke.
-¿Y ahora?
Sasuke juntó sus labios una vez más.
-Te diré que te amo más que a cualquier cosa.
Y ése es el auténtico milagro de la navidad.
No, que Sasuke haya dicho eso no, que eso solo es el milagro del siglo. Me refería a que cuando las parejas se juntan en navidad o con las familias, salen momentos tan bonitos como estos.
¡¡Feliz Navidad a todos!!
Fin.