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Psycher's - Beginning por Hisue

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Notas del fanfic:

Sobre este fic si tengo mucho que decir y recomiendo que lean esto antes de pasar a leer la historia.


Psycher's es una historia que lleva mucho tiempo en mi cabeza (unos dos años) y de la que he escrito un par de versiones, aunque ninguna me convencia (una lo hizo pero me robaron la usb en la que lo tenia, no viene al caso).


Esta historia trata de personas con habilidades psiquicas y tiene varias partes. Esta es la primera que pense. Ahora, si de por si me demoro en sacar las relaciones en la historia, en esta sera peor. El punto es que la historia no trata de una relacion amorosa o de quien se queda con quien. Creo que calificaria esta parte comon shonen-ai y lo mas probable es que no parezca una historia para esta pagina. Si creen que es asi, me lo dicen y la retiro.


Pero si no, espero que la lean.


¿Otra cosa mas? Ah, si. Estaba intentando buscar formas de redactarla y al final, pense que seria bueno hacerla tipo serie de TV, espero que lo haya conseguido. Eso es todo o las notas seran mas largas que el cap.


 

Notas del capitulo:

Creo que ya escribi muchas notas XDD.

Psycher’s


Primera Historia


Beginning


Capítulo 1 – The Fire


La línea azul se extendía a lo largo de todo el espacio, una línea clara e intensa no más ancha que un alfiler. Era lo único que tenia color en ese lugar. Arriba, abajo, en todo el lugar. Blanco. Un blanco demasiado intenso y diáfano. Un blanco que hería sus ojos y llenaba el espacio. Un blanco que era el aire inexistente en ese lugar. Busco la línea azul y la línea azul se acerco, se abrió, extendiéndose un par de milímetros. Colores. Había colores dentro de ella, demasiados colores girando. Como en un caleidoscopio. Los colores se mezclaron mientras la línea se hacía más ancha a cada segundo… si es que eran segundos los que pasaban. Los colores formaron imágenes y las imágenes crearon ruidos, sonidos difusos, lejanos, como si los escuchara por debajo del agua.  


El azul se volvió rojo y amarillo. Los colores se volvieron llamas que crecieron a su alrededor. Los sonidos se convirtieron en gritos y un humo gris se extendió por encima de su cabeza. Miró a un lado y vio como paredes surgían de la nada y personas… muchas personas. No podía verles el rostro, ni reconocerlas. Solo a una de ellas. Su cabello rubio estaba manchado y el vestido azul que llevaba estaba rasgado a la altura de las piernas. Lagrimas resbalaban por su rostro mientras intentaba caminar entre las llamas, su mano derecha sosteniéndose el costado sangrante y una mancha roja se extendía por el vestido. Ella miró hacia arriba. El gran cartel de tela con letras doradas se estaba quemando en un extremo. Facultad de Psicología. Universidad de Columbia. Ella cayó al piso. Sus ojos, grandes, marrones y angustiados lo observaron, traspasándolo.


-Ten cuidado- escuchó. Enfocó la vista y vio los ojos, grandes, marrones, los ojos de ella que lo miraban extrañados antes de alejarse.


La calle en la que se encontraba estaba oscura, iluminada por el brillo intermitente de las luces de neón de un panel en un bar. Sacudió la cabeza y respiro. Contar hasta diez. Despejar su mente. La misma rutina de siempre. Desvió la vista y observo la espalda de ella, que se hacía más pequeña con cada paso que daba. El cabello rubio flotaba detrás suyo y sus pasos eran firmes. Seguros. Ella iba a morir en un incendio.


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Los Ángeles, California, 9 de Octubre  de 2010


Su nombre era Zacharias. Tenía el cabello negro, largo hasta los hombros y un aro en la oreja izquierda. La única razón que había encontrado para ponérselo es que su madre odiaba ver pendientes en los hombres. Mientras se miraba al espejo del baño vio sus ojos, de un marrón espeso como el chocolate, cansado y adormecido. Tenía dieciocho años, acababa de terminar la escuela y, aunque no estuviera en sus planes, iría a la universidad de California, en Los Ángeles, en donde vivía.


Para ese entonces, había dejado de preguntarse de donde venia, de leer libros de psicología y neurología que pudieran explicar su condición. Solo sabía que estaba allí, dentro de él. Que podía hacerlo, quisiera o no.


Cuando bajo a desayunar, su mano rozo el brazo desnudo de la nueva cocinera y la vio, tendida en una cama, el cuerpo cubierto con sabanas blancas, las manos arrugadas sobre la cama y el cabello gris desparramándose en la almohada, los ojos pálidos antes de cerrarlos y morir. Zach retiro la mano (la cocinera tenía el cabello negro, muy negro) y se sentó en la mesa de la cocina. La cocinera y él mismo no se habían dado cuenta que, por un segundo, sus ojos eran de un azul intenso y helado.


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Detroit, Michigan, 10 de Octubre  de 2010


Nick abrió los ojos. Estaba en un parque, tirado en el pasto en mal estado y un grupo de personas lo rodeaba, hablando en susurros.


-¿Estás bien?- escuchó que le preguntaran y se oyó balbucear una respuesta. Se levanto. Su mente se despejaba a medida que lo hacía y su mano viajo por la fuerza de la costumbre al bolsillo de su abrigo y acaricio la libreta de notas que llevaba en él.


-Estoy bien- repitió. Camino tambaleándose hacia una banca y se sentó. La libreta ya estaba en su mano. Busco un lapicero en sus bolsillos y empezó a dibujar una serie de líneas y espirales en los márgenes de una hoja antes de empezar a escribir. Hace algún tiempo, habría adornado su relato con metáforas y lirica, pero ahora solo escribió un par de frases.


Incendio. Facultad de Psicología, Universidad de ??? Un baile.


Nick Coleman vivía en un apartamento pequeño en los suburbios de la cuidad. Tenía veinticuatro años y trabajaba en un estudio de diseño grafico desde hace un par de años. Su cabello era negro y corto y su piel canela. Tenía ojos negros, como el carbón y una cicatriz en el cuello que no recordaba como se había hecho. También, podía ver el futuro.


Cuando empezó, su habilidad se remitía a saber el próximo comercial que pasarían por la tele o quien ganaría en beisbol. A Nick nunca le pareció especial mientras crecía, hasta que perdió el conocimiento durante cinco minutos y su cerebro tuvo uno de las mayores sobrecargas de información de su vida. Fue el día en que vio el accidente en que su abuelo murió y que atribuyo a una rara pesadilla (una pesadilla rara que había tenido en la cafetería del instituto) antes que ocurriera, una semana más tarde.


-Nick- Nick alzó la cabeza. La libreta estaba abierta en la mesa de trabajo, llena de líneas sin sentido. Nick intentaba recordar todo lo que había visto en el parque esta mañana- ¿Estás bien? Estas pálido.


Diana se inclino, arreglándose un mechón de su ondulado cabello negro y toco su frente. Se conocían hace dos años. Trabajaban juntos, eran amigos.


-Estoy bien. Muy bien.


Diana sacudió la cabeza.


-Pareces muy pensativo esta mañana.


Sabía que dirías eso. También sé que hoy te llegara un paquete de tu padre. Sé que lo abrirás y dirás una maldición. Es la nueva laptop que esperabas.


-Algunas veces tengo que serlo- dijo Nick.


-Diana, te llegó un paquete- un muchacho delgado puso una caja sobre la mesa de trabajo de Nick.


Nick miro expectante mientras ella lo abría. Cada vez, intentaba convencerse a si mismo que ver el futuro era imposible. Que él era normal.


-Oh, diablos- exclamo ella- Es la laptop que quería. Mi papa la compro. ¿No es genial, Nick?


Y cada vez se daba cuenta que no era así.  


-Es genial, Diana.


Las preguntas se agolpan en la mente de Nick. Una tras otra, se confunden y se pisan los talones y se caen, como piezas de un domino, una sobre otra, una reacción en cadena imposible de detener. ¿Qué es esto? ¿Por qué lo tengo? ¿Por qué nadie más que yo? ¿Qué soy? ¿Para qué lo soy? ¿Qué significa?


Nick escribe en el diario la última visión. La recuerda. Recuerda el humo asfixiante y el calor de las llamas extendiéndose. Recuerda los gritos, en especial los gritos. Angustiados, desamparados, muertos. Y la hoja que está viendo desaparece de su campo de visión y el espacio se tuerce y cambia, se materializa en el aire.


-Es Hallloween.


-¿Has traído a alguien especial?


-Nos divirtiéremos mucho esta noche. Ya lo veras.


-¡Fuego!


Y música, ruido. Calor. Cada vez más calor. Explota. No hay sobrevivientes.


-¡Nick! ¡Nick!- Diana está con él. Delante suyo. Sus ojos pardos preocupados y asustados- Has estado parado en el mismo sitio por diez minutos. Estabas como desmayado. Y luego… ¿no hay sobrevivientes? ¿De qué hablabas?


-¿Cómo has entrado?- Nick recuerda que está en su apartamento. Recuerda el diario con sus visiones anotadas abierto en la mesa. Recuerda vagamente que estaba sentado en la mesa antes de que pasara.


-La casera me dejó pasar, pero eso no importa ahora ¿Qué es lo que te está pasando?


-No te lo creería si te lo dijera.


-Puedes confiar en mí, Nick.


¿Podía tener alguien a quien decirle la verdad? ¿Alguien con quien hablar y desfogarse? Podría y podría ser tomado por enfermo. Loco.


-La verdad es que puedo ver el futuro.


---


La música atronadora impedía que Zack escuchara al tipo a su lado que llevaba hablándole desde que entro. Luces multicolores iluminaban la pista de baile. Zack desvió la vista de ellas, tantos colores le daban dolores de cabeza. Camino, esquivando ágilmente a la multitud y se ubico en un sofá en el segundo piso de la discoteca en la que estaba. Desde allí, se podía ver la pista de baile, pero el ruido era menor. El tipo que lo había seguido se sentó a su lado, poniendo un par de cervezas en la mesa.


-Llevabas un tiempo sin aparecer- casi grito.


-Estoy trabajando- contesto Zack. Mientras miraba hacia abajo recordó la visión del incendio. Ocurría en baile. En un lugar como este. Desvió la vista, buscando el cartel que de letras doradas y esbozo una sonrisa cansada cuando no lo vio. Ese era otro lugar, otro tiempo. Se dio cuenta que no podía recordar las palabras escritas allí y uno de esos presentimientos angustiantes, esos que no puedes saber porque son, pero que sabes que son esenciales, se instauro en su cabeza.


-Hey, ¿todavía estas aquí?


Zack regresó a mirar al tipo. Tenía el rostro anguloso y de facciones duras, que se suavizaban un poco cuando sonreía. Miró las pastillas en la mano abierta del tipo. Negó con la cabeza.


-Sabes bien que yo no me drogo.


-Tal vez te ayude con eso- dijo él en un tono bajo, casi confidencial- Tal vez puedas… ver más allá… con esto. Solo por probar.


-No soy tu maldita rata de laboratorio- Zack tomo las pastillas y las dejo caer al primer piso- No voy a meterme eso solo porque quieras ver qué sucede. Y eso… ni yo mismo se cómo funciona.


El tipo se llamaba David Jackson. Decía que era un nombre estúpido, así que todos lo llamaban DJ. No creía en nada especialmente y el mundo le parecía, en el mejor de los casos, un lugar aburrido. La mayoría dentro del mundo también lo eran. Excepto Zack. DJ nunca había creído en la magia. Ni en hadas, ni en magos, en todo esa magia infantil. Tampoco creía en las pitonisas y en los esotéricos. Pero cuando conoció a Zack creyó en ella. O algún tipo raro de magia que parecía correr por las venas del chico. Una magia muy brillante y muy oscura a la vez. Lo supo cuando un Zack de nueve años grito en clase que la maestra moriría en un accidente de auto. La maestra lo castigo… y murió esa tarde.


-¿Te gustaría saber cómo funciona?


-Me gustaría que desapareciera.


Aun no podía recordar las letras doradas en el cartel. Aun tenía la sensación que era importante recordarlas. Pensó en la chica, en el roce de su piel.  


La línea azul. Intensa. Brillante. Ella estaba allí. Ella moría. Todos morían. El cartel se quemaba en un extremo. Un par de letras se caían. Pero Zack pudo leerlo. Universidad de Columbia.


Aquello era lo importante. DJ le alcanzo una cerveza cuando volvió en sí, resoplando. Universidad de Columbia. En New York. El lugar en donde estudiaba la única persona de su familia que le importaba.


-No puede ser- susurró.


-Tío- llamo DJ. Zack se giro para verlo- Tenias los ojos azules.


La sonrisa de DJ parecía complacida, pero Zack se paso una mano por el rostro. Azules. ¿Cómo la línea azul?


-Tengo que irme- se puso de pie. Universidad de Columbia. Daba vueltas en su cabeza- Estaré fuera por un tiempo.


-Espera, espera, ¿A dónde vas?


-A New York- contesto, antes de bajar las escaleras corriendo y desaparecer entre el gentío.

Notas finales:

Dejen un review si quieren que lo continue o tienen alguna opinion...

Feliz Navidad ^_^


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