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Castigo de Navidad por YoitenoOu

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Notas del capitulo:

Bueno uno de los desvarios que sufre uno en esta epoca del año. Quien no se imagina a un Santa sexi

 

    Navidad tiempo de amor y paz, un día anhelado para los pequeños de la casa, que ansiosamente esperan sus regalos para noche buena. Pequeños obedientes que solo observan el árbol  adornado donde reposaran sus regalos. Al sonar de las campanas los niños ya deberían estar durmiendo, a las 12 de la noche se escucha el suave ruido de los pasos, que anuncia la llegada de un visitante, pero nadie debe verle, los niños buenos no se levantan, duermen y sueñan con los futuros juguetes. Sin embargo en una casa no es así, un pequeño de 9 años esta escondido detrás del sofá esperando, acechando al hombre gordo de traje rojo que reparte los regalos, sus ojos no pueden cerrarse, desea ser testigo del momento mágico y mientras todos duermen, el sigue a la espera.

 

     Una menos cuarto de la madrugada, se escuchan ruidos, que ponen a los ojos marrones atento, se esconde aun mas detrás del sofá, y espera con sus ojos bien abiertos a que el hombre según dicen bonachón deje sus regalos, su cabecita maquina tantas cosas y la que mas hace eco es la de fotografiarle, con una fotografía en sus manos ninguno de sus amiguitos y compañeros le contradeciría, el seria el poseedor de algo muy valioso. Intento salir muy sigiloso de su escondite, pero sabiendo que necesitaba rapidez, el hombre no se quedaría toda la vida, estaba cerca de llegar a su cuarto, cuando un estruendo se escucho en la casa, salio corriendo del pasillo, para ver a un hombre alto, ciertamente con un traje rojo, pero nada parecido al hombre de las películas,  ni las postales, el cabello era rubio muy corto, con ojos azules, y el traje rojo era como esos que llevaba su papa a cenas importantes, estaba atónito, aunque este no parecía haberle visto, el hombre le asustaba así que lo mejor seria darse a la fuga, cerrar sus ojos y dormir para en la mañana jugar con sus regalos. Dos, tres paso, fue suspendido en e aire por el hombre, que lo observo con sus ojos penetrantes, alejándolo y acercándolo como un juguete.

 

-Así que tu eres el pequeño Javier, el niño de papi y mami, al que según puedo ver le han dado tantos regalos que ya no necesita los míos, no se que deba darte, tienes mucho, pero dejando de lado eso, también tenemos que has sido un niño malo. Todos deben estar durmiendo a esta hora, soñando conmigo no aquí cerca del árbol, escondido y pensando en fotografiarme, que niño tan malo, debería darte carbón  o seria mejor otro castigo- Lo observo durante algunos segundo, lo dejo en el piso y prosiguió- Si el otro castigo es mejor, un lección para niños traviesos- Las carcajadas resonaban en la sala, pero nadie parecía darse cuenta.

 

     Lo tomo en brazos y lo llevo fuera de la casa, viendo el niño que el trineo no existía, sino que un hermoso carro negro los estaba esperando, intento gritar, pero nada salio de sus labios, su voz no se escuchaba, estaba siendo secuestrado por el supuesto papa Noel. Lo arrojo en el asiento trasero, encima de bolsas de colores y una vez dentro su grito se escucho.-Ahh, devuélveme a mi casa, no he sido malo, solo baje porque hacías mucho ruido.- Lo miro con sus ojitos negros esperanzado, pero el hombre no lo miraba. Con su vos más lastimera, volvió a hablar.-Por favor, me portare bien de ahora en adelante.-

 

    Las carcajadas se dejaron oír en el carro, eran estruendosas.-Pequeño no me hagas reír por favor, aparte de travieso mentiroso, soy Nicolás se muchas cosas y los niños mentirosos como tu me encantan, aparte tu eres demasiado lindo con esos cabellos castaños y la piel tostadita, te dejare en silencio, hasta que lleguemos a mi casa, después de todo Santa siempre tiene ayudantes.- Javier intento volver hablar, pero estaba enmudecido otra vez, sus ojitos comenzaban a llenarse de lagrimas, gruesas y abundantes lagrimas, que hacían compañía a lo que imaginaba seria su desgracia.

     El carro se detuvo frente a una gran mansión, el miraba por la ventanilla del carro, ese extraño lugar, era muy colorida, y el portón era blanco y rojo, asemejando el delicioso caramelo navideño, se tranquilizo pensando en lo mucho que le gustaba y cuando el hombre abrió la puerta y le extendió la mano la tomo sin vacilar, siguió el camino a la puerta de madera tomado de la mano de Noé, hechizado con el paisaje que se le mostraba y el olor de chocolate que inundaba, estaba en un paraíso personal donde las cosas malas no existían. Cuando entraron a la casa, todo termino, era tan normal como la suya, solo que esta era de dos pisos, su mirada se entristeció, pero al sentir la mano del mayor acariciando sus cabellos, se puso en estado de alerta, no era normal que un extraño le tocara, solo su padres y sus abuelos podían hacerlo, pero ahora el rubio se tomaba ese derecho. Para el niño no importaba si era o no Papa Noel, no podía tocarle de esa manera, cuando iba a protestar, lo alzaron nuevamente, era llevado como un costal de papas y la mano en su cintura bajaba atrevidamente a sus pequeños glúteos. Un sonido de sorpresa escapo de sus pequeños labios y un sonrojo adorno sus mejillas

 

-Ahh no deberías hacer eso, un hombre no debe tocar a otro hombre.- Siguieron en silencio hasta la segunda puerta en la planta superior, Nicolás la abrió sin ningún problema y apenas diviso la cama, lo arrojo allí, el pequeño cuerpo reboto en el suave colchón.- Estas loco, has podido hacerme daño.- Se quejo el pequeño por el trato, pero el mayor se volvió divertido. –Te recuerdo Javier, que estamos aquí por tu castigo, no para tratarte bien, deberías agradecerme lo amable que he sido, así que se un buen niño y guarda silencio mientras lo arreglo todo.- El ojiazul lo dejo solo en la habitación, el pequeño no perdió tiempo para bajar de la cama y salir corriendo apara abrir la puerta, apenas toco la manija de esta salio un papel blanco con un mensaje. “Los niños traviesos y mentirosas no pueden salir de la habitación”. El niño estaba sorprendido por tal mensaje, pero el miedo comenzó a hacerse presente en el, era algo sobrenatural lo del papel, quizás era un mago, era lo mas probable o realmente era Papa Noel y la magia de Papa Noel era muy fuerte. Asustado de su cruel castigo, se hizo un ovillo en la cama, para esperar al rubio que no tenia planeado dejarlo ir hasta darle su merecido.

 

     Cuando el rubio volvió ya no llevaba traje, tenía ropa muy ligera y en sus manos había infinidad de dulces, haciendo que el pequeño bulto sobre la cama saltara, hasta situarse frente a él, con los ojitos esperanzados y las manitos elevadas en busca de algunas de aquellas golosinas, intento alcanzarlas, pero antes de tomar una el mas alto elevo el plato, ocasionando un puchero en el rostro de Javier, que de poco olvidaba el castigo. -Eres malvado, porque me las muestras sino vas a dármelas.- el mayor hizo notar una sonrisilla algo perturbadora al tiempo que giraba con el plato.- Ya te lo he dicho los niños traviesos y mentirosos, no merecen premios, sino castigos, y verlos y no poder comerlos es uno de ello.- Observo al pequeño que lo miraba enfadado y antes de poder replicar el mayor continuo su discurso.-Aunque podemos hacer un trato, para que el castigo no sea muy severo.- El pequeño lo miro esperanzado.- Acepto, pero deberás darme a probar alguno de los dulces, preferiblemente un chocolate o bastón de navidad.

 El hombre acerco la golosina pero antes de darla le advirtió. –Muy bien pequeño con esto cerramos el trato, ya no hay vuelta atrás, una vez tomes el chocolate aceptas lo que te ordene.- El niño arranco el chocolate de las blancas manos y lo devoro en tres mordidas embriagándose con el sabor.

 

     El rubio se encontraba sentado cómodamente en la cama, mientras le hacia señas al pequeño para que se acercara, el menor avanzo sin vacilar al ver el enorme bastón detrás del mayor, quiso pasarle de largo e ir al caramelo sin embargo el ojiazul lo  tomo de la cintura haciéndole quedar en su regazo. –Muy bien pequeño el castigo comienza aquí, nada de llorar, ni protestar ya hemos cerrado el trato.- El menor poco caso hacia a lo que parloteaba el hombre, sus sentidos solo estaban en el enorme caramelo, pero cuando sintió los labios calientes del rubio se sobresalto y todo su cuerpo comenzó a temblar. Era una sensación sorprendente y a la vez desconocida y cuando la lengua del mayor recorrió su barbilla de sus pequeños labios escaparon pequeños suspiros. Solo era el cuello y los hombros, pero se sentía raro, todo el ardía y no encontraba explicación.

 

     Los dedos en su boca y las manos grandes en sus pequeños pezones, lo tenían loco, no podía gritar y eso era lo que deseaba, solo se revolvía en la cama de manera desesperada, mientras su pequeño pene, se sentía muy grande y los calzoncillo mojados. Llevaban rato en eso, ya comenzaba a entender el castigo, era un suplicio soportar todo eso. Intentaba llevar sus manitas a su pantalón pero no podía, Nicolás lo manoteaba suavemente evitándolo y el deseaba aliviar esa presión. Sentía el trazo de humedad dejado por la lengua del mayor, un cosquilleo delicioso llegándole hasta los deditos de sus pies, cuando le dieron mordisquitos y lamidas en su ombligo, sintió la inmensa necesidad de gritar alejando de su boca los dedos del mayor y gimió sonoramente, no entendía casi nada de lo que sucedía, solo que se volvería loco y su cuerpo estallaría. Sus pantalones ya no estaban, solo el pequeño interior rojo que su madre le había pedido se colocara ese noche. El mayor elevo un poco sus pequeñas piernas dejándolo completamente desnudo, sintiendo vergüenza al estar de esa manera, ya que solo sus padres lo habían visto desnudo, intento cubrirse con sus manos, pero el rubio nuevamente se lo impidió manoteándole esta vez con más fuerza, haciendo arder sus manos y que se quejara -Auch, eso ha dolido, me gusta lo que haces, pero eso no, no me pegues.- El mayor estaba atónito, nunca ninguno de los niños había dicho algo como eso, pensaba ser algo rudo como siempre, pero este niño, era especial y muy dócil, justo lo que necesitaba.-Muy bien pequeño, ni un golpe mas para ti.-

 

     El castaño fue acostado nuevamente en la cama, para que el rubio siguiera con su labor, detallo con sus dedos las pequeñas y morenas piernas, luego fue su lengua la que se ocupo de esa labor, alternando las lamidas con pequeñas mordidas y chupones, dejando ligeras marcas violáceas. Nicolás estaba en el cielo con ese pequeño cuerpo, encantado con la docilidad y con los gemidos lindos que salía de esa boca. Era un sueño del que no quería despertar. Miro el pequeño miembro del niño, era  tan lindo, era color café, muy parecido a la suave piel, lo tomo en su mano con un cuidado impropio de el, no hacía nada, solo observaba, hasta que se retiro, dejando solo al niño en la cama protestando. –No me dejes solo, que no se que hacer con mi cosito, aparte no me has dejado tocarlo.- El niño tenia un puchero en su rostro, mientras exigía atención. Ahora ya no había vuelta atrás, ese niño, seria suyo hoy, mas rápido de lo que había imaginado. Regreso con un extraño envase en sus manos, lo abrió, unto sus manos del líquido blanquecino y froto suavemente en el pequeño miembro, haciendo gemir al moreno, eso aumento su libido, escucharlo gritar sin ningún pudor era  maravilloso. El pequeño se convulsionaba en sus manos mientras el bajaba y aumentaba los roces, y jugaba un poco con los pequeños testículos, el pequeño arqueo espalda, expulsando su semen por primera vez al tiempo que quedaba agotado y sentía como se ahogaba. El mayor lo tomo en sus brazos y lo lleno de besos, le acaricio los labios, los delineo con su lengua y en un momento ya estaba devorándolos, acabando con el poco oxigeno que el pequeño había logrado recuperar.

 

     Solo en su baño se desahogo una y otra vez, se masturbo pensando en el pequeño y lo mucho que deseaba penetrar ese agujerito pequeño y arruchado. Marcar las nalgas respingonas azotándolas varias veces, escuchando al pequeño gemir y rogar por más. Si eso deseaba, embestir tantas veces el pequeño cuerpo y eyacular en el. Todos sabían que era una bestia, pero esta navidad, con un niño tan dócil y pervertido perdonaría a su victima hasta el próximo año.

 

     El pequeño Javier se despertó solo en su habitación, con su pijama puesto, algo confuso, sin saber como explicar que estaba allí. Camino a la sala y árbol estaba lleno  de regalos, muchos regalos de todos los tamaños, más de los que había visto en su corta vida, eran montones y no sabía por cual comenzar. Desde el más grande al más pequeño, era su mejor navidad, habían muchos juguetes, al llegar a las ultimas cajas, el olor a chocolate lo invadió, un olor tan conocido, rompió el envoltorio y allí estaba un chocolate muy conocido por el, tomo la caja de al lado y estaban los bastones junto a una nota. “Pequeño te he llenado de regalos, de dulces, a pesar de ser travieso y mentiroso, pero eres la cosita mas linda y dócil que he encontrado, hasta el próximo año donde te daré tu castigo”. 

 

    Comenzó a saltar, estaba emocionado, no lo había soñado, todo lo sucedido era real, estaba feliz Nicolás el año próximo le llenaría de regalos nuevamente y por otro lado le haría las cosas que tanto le gustaron la noche anterior. En su taller Nicolás trabaja pensando la próxima navidad y recostado en su cama degustando los chocolates el pequeño Javier no deja de pensar en lo rápido que deseaba pasara el año.

Notas finales:

Muchas gracias a las que leyeron y espero que les haya gustado.

 


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