“Amores extraños”
SasuNaru
Abrió la palma de sus manos sintiendo como la nieve comenzaba a tocar su piel, provocándole un escalofrió por el cambio de temperatura en sí mismo. Parecía algo irónico al estar parado en medio del parque.
Había muy pocas personas alrededor, de hecho, las que podía ver eran familias, padres cargando y jugando con sus hijos, adultos mayores caminando de la mano.
¿Y el que hacia? Llorar por el dolor que su corazón sentía, por haber huido de la persona que mas amó, tan solo por miedo, por creer lo que le pasaba o más bien ocurría hubiese truncado la vida de Sasuke.
Sasuke. ¿Lo extrañaría? ¿O ni siquiera pensaba en él?
-Que tonto soy, soy un estúpido enamorado-
Camino de nuevo, ya en unos días volvería a su segundo hogar, en Estados Unidos tenía a sus abuelos, ellos le recibirían, aunque sabía que sufrirían al saber sus acciones en esos años en Japón.
Siguió vagando un poco por aquel distrito, no se alejó mucho pero tampoco estaba cerca de todo lo que ambos frecuentaban, su corazón le dolía muchísimo, le recriminaba el por qué se alejó de la persona que mas amaba, ¿Qué responderle?
Llevó sus manos a su vientre, podía sentir una calidez llenar por completo su ser, contaba con tan solo veinte años, y sería padre a los 21, su vida dio un giro radical, pero no se arrepentía. Era su hijo, su sangre, le daría una vida con amor. Solo se lamentaba no haber tenido el valor de decírselo a su otro padre.
“Claro que no dobe, ¿tener hijos?, aun tengo un futuro por delante, no me interesa tenerlos”
Y un par de lágrimas amargas cayeron por sus ojos rodando esas pequeñas muestras de dolor por sus mejillas perdiéndose en su rostro, no sabía que le depararía el destino, pero no tenía el valor.
Se iría en dos días, y ya no habría marcha atrás.
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Entreabrió sus ojos mirando el departamento, estaba más silencioso de lo normal, todo estaba muy sereno, jugueteaba con una vaso con algo que era vodka…lo arrojó furiosamente contra la pared.
¿Por qué se fue Naruto? ¿Ya no lo amaba?
Pasó una de sus manos por su rostro, acariciando un poco su cabeza, sentía una rabia golpear su pecho, su cabeza le decía que si, se marchó dejándole solo, que nunca lo amó, que solo jugó con él.
Pero su corazón le gritaba lastimado que no, que aquel rubio amable, amoroso, le amaba con locura, que lo buscase para aclarar todo.
Recordó el antiguo departamento de su ¿novio?, tomo su chaqueta, tomo su billetera y llaves, y se marcho azotando la puerta tras de sí.
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Acomodo en su maleta sus últimas prendas; observo todo a su alrededor, cerro sus ojos un momento, era lo mejor, para todos.
Escucho unos golpes fuertes en su puerta, se dirigió hacia ella abriéndola, tan solo haciéndose a un lado al ver un iracundo Sasuke, entrando, sus ojos negros mostraban una furia que solo Naruto sabía que era de dolor.
-¿Por qué te fuiste? ¿Ya no me amas? ¿Hay alguien más?-
El rubio aun estaba estoico; balbuceo pero no pudo, camino hacia donde estaba su recamara, intento encerrarse pero el otro tenía mayor fuerza, lo empujo fácilmente mientras el ojiazul cayó sobre la cama, siendo apresado por el otro cuerpo, inmovilizándolo.
-¡Dime algo!-
-No es eso Sasuke… ¡Yo te amo!—Le dijo aun tratando de zafarse pero el otro presiono mas en aquellas muñecas— ¡Me duele!
-Entonces, dime, no hay nada sin solución, ¡dime algo, por dios!-
-¡ESTOY ESPERANDO UN HIJO TUYO!-
Su garganta se desgarró por aquel grito, se dejo caer por la cama, observando aquel rostro serio, hasta que el otro se alejo de su cuerpo, pudo por fin sentarse.
-Eso…pero…tú-
-Por eso me fui, tu no querías un hijo, y yo…no hubiera permitido interrumpir esto…-
El otro se acerco, Naruto creyó lo peor, solo cerró sus ojos, pero no se espero jamás, un abrazo, y una risa nerviosa del pelinegro.
-Un hijo, mío y tuyo…un hijo-
El rubio lloró, no sabía si era de felicidad, de nervios, de miedo, de desesperación, pero esos labios en los suyos, le hizo olvidarse de todo.
Se sentía en casa. Con calor de hogar.
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-Perdóname Naruto, quizás, si hubiera respondido mejor…-
Solo negó con su cabeza dando un nuevo beso, era vísperas navideñas como para recordar ese trago amargo, ahora tenían todo un futuro por delante.
-Pero, aún no se por qué me fijé en ti Sasuke, eres antipático, egocéntrico, celoso, posesivo…-
-¡Oye! Es como si me preguntara que vi en un dobe como tú…-
Hizo una ligera mueca, sintiéndose muy feliz, sus abuelos le visitarían, el estaba contento, aunque sabía que ellos no se quedaron tranquilos con un “ya resolvimos todo”.
Se abrazó al pelinegro, quien no tardó en envolverlo en sus brazos, se sentía tan feliz, ese malentendido pudo costarle su felicidad, quizás, su amor no era tan fuerte como él pensaba, si no, al contrario, tan frágil que debía tener cuidado.
Estar sin Sasuke, era como perder el aire, perder todo lo que era, pero ahora tendría algo más que lo uniría a su vida, un bebé.
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La cena de Noche buena, fue de todo un poco, única.
Sus abuelos, esas personas maravillosas que lo criaron desde pequeño al morir sus padres, miraban fijamente a Sasuke quien no se dejaba intimidar. Dios, era el amo de la intimidación.
A lado suyo, estaba su cuñado con su novio. Itachi sin duda era igual de serio y por qué no, guapo al igual que su novio.
Si lo hubiese conocido antes, como el propio Itachi se lo dijo cuando salía con su hermano, habrían terminado juntos, pero, supuso que el destino juega de manera diferente.
Ahora estaba en un noviazgo formal con un chico amable llamado Deidara, era como él, se llevaban bien.
Pero había algo que jamás se espero, y sucedió esa noche.
-Y bien, Sasuke—Musitó una mujer rubia de grandes proporciones, que sin duda aun se veía demasiado joven para ser abuela— ¿Cuándo piensan casarse?-
Se sobresaltó, mientras que él estaba ecuánime.
-Abuela…-
-Obviamente mi bisnieto llegará en una familia, ¿lo entiendes Naruto?-
Itachi miró a su hermano y este le devolvió la mirada, suspiro.
-Era una sorpresa para Navidad…-
Sasuke tomo su mano, y de la suya salió un hermoso anillo, era sencillo pero no por ello menos hermoso.
-Este anillo ha pasado por generaciones, y quiero, que con este, seas mi esposo-
Naruto se sintió, tan feliz, su sonrisa lo demostraba, y se arrojó a aquellos brazos, sintiéndose bien. Sus abuelos asintieron al pedir ya su mano formalmente, aunque Deidara miro mal a Itachi diciéndole “que romántico, ojala así fueras conmigo”
Sin duda, esta Navidad, fue algo que jamás olvidará, quizás, su amor era tan extraño como especial, pero, pondría todo de su parte para que fuera duradero.
Al fin y al cabo, para el ser humano la palabra “Siempre” era mucho, con que estuvieran juntos hasta el final de sus días, bastaba.
Solo eso.
FIN