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Fantasia Tentadora por darthmocy

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Notas del capitulo:

zero y kaname seguiran buscando amantes

pero aparecera uno que removera algo dentro de kaname que nunca habia sentido  

Capítulo 4

 

Lo último que zero esperaba era que Kaname lo besase, pero cuando lo hizo, todo su cuerpo fue sacudido por el deseo y sin dudar, él lo besó también. Intensamente. Completamente extasiado.

 

Paraíso. Besarlo fue como entrar en el paraíso. Deslizó los brazos alrededor de su cuello y se dejó flotar en aquella fantasía, de la que pretendía disfrutar hasta el último segundo. De hecho, tan ensimismado estaba en las sensaciones que él le estaba proporcionando que se olvidó por completo de dónde estaban hasta que una camarera cargada con una bandeja lo empujó sin querer al atravesar la pista de baile.

 

—Ay lo siento —se disculpó la camarera al ver que se separaban—. No pretendía estropearos el momento.

 

Zero asintió ausente. Toda su atención estaba en Kaname , que parecía tan sorprendido como él  por lo que acababa de ocurrir.

 

Él fue el primero en recuperarse y en darle a la camarera de mediana edad una de sus sonrisas devastadoras.

 

—No hay problema. Deberíamos haber escogido un sitio mejor.

 

La camarera le guiñó un ojo a zero en complicidad.

 

—A veces hay que hacerlo cuándo y dónde nos lo pide la necesidad.

 

Zero sonrió débilmente al volver a la realidad. Kaname lo había besado. Besado de verdad. Y él se lo había devuelto, ahora si estaba confirmado se había gando un pase derechito al paredón, beso aun vampiro y no uno cualquiera si no un sangre pura, por kami-sama .

 

No, no, no. Aquello no era bueno. Nada bueno.

 

Estaba debatiéndose en cómo manejar la situación cuando sintió que Kaname  tomaba su brazo.

 

—Volvamos al hotel.

 

Eso terminó de descongelarlo.

 

—¿Qué quieres decir? Porque si piensas que por un beso voy a…

 

Kaname se echó a reír.

 

—¡Para, para! Que lo de que volvamos al hotel no quiere decir que pretendiera llevarte a la cama conmigo.

 

Genial. Había hecho el ridículo. Respiró hondo.

 

—Claro. Ya lo sabía.

 

Él sonrió, pero no dijo nada, sino que esperó a que le precediera para salir del restaurante. Pero cuando pasó junto a él, le oyó decir:

 

—A menos que tú quieras. Soy un chico fácil.

 

Zero se volvió a mirarlo eso ya lo sabia. A tan corta distancia podía percibir el aroma a sándalo que debía provenir del jabón que utilizaba y que amenazaba con seducir sus sentidos. Pero él no se dejó y utilizo toda su fuerza de voluntad.

 

—Pues yo no lo soy.

 

—Sí, ya me había dado cuenta, pero no te preocupes, que ya lo solucionaremos.

 

Parecía tan serio, tan sincero, que zero  no pudo evitar echarse a reír.

 

—Estás loco —le dijo y él sonrió—. Completamente loco.

 

Y él también. Le había besado sin pensárselo dos veces. ¿Es que no se daba cuenta de lo absurdo que era? Kaname kuran era el prototipo de persona que tenia éxito con todos los seres hombres o mujers, vampiros o humanos: su forma de comportarse, su sonrisa, su arte con las palabras. Había sido una cena muy agradable, sí, pero eso no era excusa. Debería haberle parado los pies antes de que lo besara y no derretirse entre sus brazos como un trozo de mantequilla puesto al sol.

 

Recogieron su chaqueta y se marcharon. Una vez en el aparcamiento, zero se enfrentó a los hechos: besar a Kaname  había sido un gran error, pero un error comprensible. Al fin y al cabo era un hombre tremendamente sensual. Pero ahora tenía que asegurarse de que nunca volviese a ocurrir.

 

—He leído en una revista científica que el cerebro puedo llegar a explotar si se piensa demasiado —comentó él—. Ocurre cada dos por tres.

 

—Ja, ja. Supongo que eso es algo de lo que tú no vas a tener que preocuparte nunca.

 

Kaname se rió mientras le abría la puerta del coche de alquiler.

 

—¿Sabes, zero? Me gustas de verdad.

 

Era un comentario totalmente inesperado y zero  lo miró, preguntándose si sería sincero. No debería importarle si le gustaba o no, pero en el fondo, así era.

 

—Tú tampoco estás mal —contestó él, subiéndose al coche.

 

Kaname se echó a reír.

 

—Creo que nunca me habían dicho algo tan bonito.

 

De vuelta al hotel, fue él quien se encargó de nuevo de trabar conversación.

 

—Te lo digo en serio. zero: pensar tanto no es bueno para ti.

 

—No te preocupes, que no me va a estallar el cerebro —contestó, aunque no estaba del todo seguro. Tenía un dolor tremendo en la sien derecha.

 

—Pero no dejas de darle vueltas a lo que ha ocurrido. Ha sido solo un beso, zero. Puede que no debiera haberlo hecho, pero tampoco es como si te hubiera dado una patada en la espinilla. No ha pasado nada. Nadie ha resultado herido. No ha significado nada.

 

Se alegraba de que pensara así, pero para estar seguro, quería dejar claras unas cuantas cosas para evitar cualquier posible confusión.

 

—Eso es cierto. El beso no ha significado nada. Pero lo más importante de todo es que no podemos volver a hacerlo jamás. Tenemos un negocio que dirigir.

 

Kaname se pasó una mano por el pelo.

 

—El beso ha sido un impulso, zero. Un impulso tonto, lo reconozco, pero nada más que eso. De todos modos y si quieres sentirte mejor, cuando volvamos a Chicago alquilaré un bote en el lago Michigan y cuando estemos lo bastante lejos de la orilla, puedes ahogarme un par de veces. ¿Te parece bien?

 

Por segunda vez en los últimos minutos, la había hecho reír. No tenía ganas, pero no pudo evitarlo.

 

—Me parece bien.

 

—Y puesto que lo del beso te ha inquietado tanto, prometo no volver a acercar mis labios a los tuyos —entraron en el aparcamiento del hotel y encontraron un sitio—. ¿Y tú?

 

—¿Y yo qué? —se soltó rápidamente el cinturón de seguridad y quiso bajar del coche, pero él puso una mano en su brazo y zero se volvió a mirarlo.

 

—¿Prometes no volver a acercar tus labios a los míos?

 

—No tienes porqué preocuparte de mis labios.

 

Abrió la puerta un poco más, pero él aún le impidió salir.

 

—¿Estás seguro? Porque sé que te gustaría pensar que lo del beso fue todo culpa mía, pero tú también has participado.

 

Estaba claro que quería quitarle hierro al asunto y sabía que era lo mejor. Tenían que ponerse de acuerdo en que había sido un impulso que nunca volvería a repetirse y que ambos olvidarían lo antes posible.

 

Pero en el fondo, zero sabía que olvidarse del beso de Kaname iba a ser difícil, al menos para éla. Jamás un beso la había hecho sentirse tan vivo, tan sensual, tan sexy y lo peor del caso había sido su primer beso con un vampiro sangre pura y un hombre, maldición.

 

—No tienes de qué preocuparte, Kaname, que no volveré a besarte.

 

Él le contestó con aquella sonrisa suya de chico malo.

 

—¿Lo prometes?

 

—Lo prometo.

 

Entonces quitó la mano, abrió su puerta y dijo:

 

—Bien, porque no me gustaría pasarme las próximas semanas preocupándome por mi virtud.

 

**********************

 

La reunión con sara Shirabuky estaba siendo completamente distinta a la anterior. Para empezar, no estaba flirteando con él. Era más, casi le había ignorado, lo cual no le preocupaba en absoluto. Era mejor así.

 

Puesto que aquellos anuncios habían sido idea de zero, debía ser él quien se los presentara. En aquel momento, zero le estaba explicando la idea utilizando un boceto de lo que podían ser los anuncios en papel. Para ello había utilizado una de las fotografías que habían tomado de Aido sin que él se diera cuenta, de pie al lado de su hermana. Zero explicaba que la versión definitiva podía ser algo así, con aido vestido con ropa de rodeo.

 

—Un vaquero —murmuró Sara enarcando una sola ceja y mirando a Kaname —. ¿Es un vaquero de verdad o alguien a quien le gustan los disfraces?

 

—Es de verdad. zero y yo nos quedamos un buen rato en el rodeo. Se le da de maravilla echarle el lazo a las reses.

 

Sara se rió y volvió a mirar a zero.

 

—Un vaquero, ¿eh? Un cliché un poco gastado, pero efectivo. Ese chaval puede funcionar, pero aseguraos de que no acabamos con una serie de ellos que parezcan bailarines de striptease.

 

—De acuerdo —le aseguró zero y kaname reparó en el color que le tiñó las mejillas—. De hecho, en los anuncios de prensa, pretendemos identificar a aido como un participante en rodeos no como un vaquero.

 

—Debería funcionar —contestó sara, apartó la silla y se levantó. kaname se levantó también—. Utilizad al hermana en el anuncio. Es una monada —y de camino hacia la puerta, añadió por encima del hombro—. Preparad el primer anuncio lo antes posible.

 

kaname se apresuró a abrir la puerta de la sala de reuniones e iba a acompañarla hasta la puerta cuando se dio cuenta de que zero se quedaba rezagado. La miró con el ceño fruncido, pero él hizo ademán de que fuese él quien la acompañara a la puerta.

 

—Estoy muy satisfecha con la forma que está cobrando la campaña —le dijo sara mientras caminaban.

 

—Gracias. La idea ha sido de zero.

 

Quería que lo supiera.

 

—No importa a quién se le haya ocurrido —dijo zero, que venía un poco más atrás—. En D&S trabajamos en equipo.

 

kaname se detuvo y ocupó tanto espacio del recibidor que sara tuvo que detenerse también.

 

—Somos un equipo, pero yo creo que es importante que sepa a quién se le ocurrió la idea de no utilizar modelos ni tampoco puros vampiros.

 

Miró a zero y vio sorpresa en su cara, lo que le molestó. ¿Acaso pensaría que iba a robarle la idea? En demasiadas ocasiones, cuando trabajaba para Markland y Jacobs, sus ideas se las agenciaban otros y no estaba dispuesto a permitir que eso ocurriera en su propia agencia.

 

Sara   sonrió y le dio una palmada a zero en el hombro.

 

—Me alegro por ti. Me gusta la idea, pero debes aprender de kaname. No seas tímida. Dile al mundo lo que eres capaz de hacer. Algunas personas suelen ser demasiado condescendientes en los negocios —y con una sonrisa, añadió—: Desde luego yo no —y volviéndose a Kaname, preguntó—: ¿Algo más?

 

Él negó con la cabeza y se despidieron.

 

—A veces me recuerda a los tornados —le comentó a zero cuando ya se había marchado.

 

—Desde luego —al pasar frente a la mesa de Yori añadió—. Por cierto, no tenías porqué haber especificado de quién ha sido la idea.

 

—Por supuesto que sí —al reparar en que Yori estaba oyendo la conversación, señaló a su despacho—. Pasa.

 

Zero  dudó y él supo por qué. El maldito beso otra vez. ¿Es que se imaginaba que iba a abalanzarse sobre él en el sofá para intentar arrancarle el traje? Para empezar, no tenía tiempo para una tarea tan ardua. Llevaba más capas de ropa que los vaqueros del rancho.

 

—¿Por qué te sonríes? —le preguntó él.

 

¿Se estaba sonriendo? No se había dado cuenta.

 

—Por nada.

 

—¿Sabes? Cuando empezaba a pensar que eres un tío majo, después de lo que le has dicho a sara, has tenido que echarlo todo a perder. No quiero ni imaginarme en qué estabas pensando.

 

Riéndose, Kaname pasó un brazo por el suyo y lo hizo entrar en su despacho.

 

—No estoy pensando en nada. Vamos, pasa. Tenemos que hablar.

 

—Deberíamos volver a la sala de reuniones y acabar los detalles con hio  y takamilla.

 

—Ellos ya saben lo que tienen que hacer y tú y yo tenemos que hablar.

 

Lo vio dudar aún y suspiró.

 

—Fue solo un beso, zero. No puedes pasarte la vida evitándome por un beso.

 

Había empezado a pedirle que hablase en voz baja antes de que dijera aquella última frase, pero él lo había ignorado. No era él quien se negaba a entrar en el despacho. No quería hablar de su relación de trabajo en el recibidor, con Yori escuchando todo lo que decía, ¡pero diablos…! Él  lo había decidido así.

 

Zero  volvió a congelarlo con otra de sus miradas y entró en el despacho murmurando algo entre dientes. Por absurdo que pareciera, le gustaba cuando se ponía así. Enrojecía un poco y los ojos le brillaban. El enfado le sentaba bien… un pensamiento que no revelaría ni bajo tortura.

 

 

 

—¿Se puede saber de qué te ríes ahora? —quiso saber una vez estuvieron en la intimidad del despacho.

 

¡Diablos…! ¿Otra vez estaba sonriendo? Su única excusa era haber conseguido que por fin le dirigiese la palabra mirándolo a los ojos y no por encima de! hombro.

 

—Estás un poco raro hoy —añadió él, sentándose frente a su mesa.

 

En lugar de sentarse en su sillón habitual, escogió quedarse junto a él, apoyado en el borde de la mesa. Quería que le prestase toda la atención, pero al percibir su delicioso aroma y su sonido de su sangre se preguntó si habría hecho bien.

 

¿Qué tenía zero, con aquel traje casi de buzo, que le hacía desear aullarle a la luna? zero no era su tipo. Quizás fuese por eso. Quizás fuese el atractivo de lo desconocido.

 

Para empezar, ¿quién sabía lo que ocultaría bajo aquellos recatados trajes de chaqueta? Al bailar con él había sentido unos musculos fuertes, pero que estaban  bien ocultos. Y por otro lado, estaba su cabeza. No entendía su forma de razonar. Normalmente era una persoan que lo tenía todo bien estructurado, siempre bajo control, quizás por el hecho de que los hombres de su familia eran unos descontrolados.

 

Pero de vez en cuando, sobre todo cuando se enfadaba con él, su aura de cazador se expandía haciendo que su sangre hirviera era puro fuego contenido. Y ese mismo fuego lo  había sentido en sus besos.

 

Y aquel maldito fuego era lo que seguía intrigándole y cosumiendole por dentro sin saber que diablos hacer.

 

—¿Se puede saber qué demonios te pasa? —lo oyó preguntar, irritado—. Tienes una cara rarísima hoy.

 

—Lo siento —se disculpó entre dientes. Trabajo. Tenía que concentrarse en el trabajo. ¿De qué estaban hablando? ¡Ah, sí, sara!—. Ahora que nos han dado luz verde, tenemos que organizar una sesión de fotos con Aido y luego pasar a la siguiente ciudad. He pensado que Madison estaría bien.

 

—Sí, me parece bien. Esta semana empezaré con los trabajos preliminares mientras Hio y tú os ocupáis de la sesión de aido.

 

Kaname  asintió y decantándose por la sensatez, se sentó en su sillón.

 

—Entonces, el lunes que viene salimos para Madison. Le pediré a yori que organice el viaje. Durante los dos próximos meses, vamos a tener que viajar bastante.

 

Zero  frunció el ceño.

 

—Quizás sería mejor que te llevases a hio o a shiki.

 

Su comentario no le sorprendió. Esperaba que de un momento a otro, intentase desmarcarse.

 

—Ya hablamos de esto antes de ir a Dallas. Quiero que seas tú quien elija las personas para la campaña —se inclinó sobre la mesa—. ¿O es esta tu forma de decir que preferirías que no te acompañase?

 

—No —dijo, aunque sin mirarlo a la cara—. Tú también tienes que estar.

 

—Entonces… no me fastidies que todavía estamos con lo del beso. Deja de preocuparte, por favor, que no voy a volver a besarte —no dejó de mirarlo hasta que él levantó la mirada—. Zero , tenemos que comportarnos como adultos y olvidarnos de ese tema. Han pasado ya cuatro días, ¿y me has visto acercarme a tu boca?

 

Zero  se quedó tieso como un palo. Genial. Se avecinaba otra bronca.

 

—No, te has comportado bien —dijo—, pero no sé si es inteligente que volvamos a trabajar tan estrechamente. Sobre todo estando fuera de la ciudad.

 

—Oye, que mis labios son de fiar —bromeó—. Si tienes dudas, debe ser porque no confíes en ti mismo.

 

Si las miradas pudieran matar, estaría muerto y descuartizado, pero aquella era una situación que sabía bien como manejar. Al menos había conseguido que dejase de preocuparse por el beso.

 

—Olvídalo —dijo kaname.

 

—No voy a tener una aventura contigo —declaró, mirándolo sin pestañear.

 

No le habría sorprendido más que le diese un puñetazo con guantes de boxeo.

 

—¿Qué? ¿De dónde has sacado esa idea? No te ofendas, pero tener una aventura contigo sólo serviría para liarlo todo más —se pasó una mano por el pelo—. zero, ¿de verdad crees que el hecho de que no viajáramos juntos impediría que tuviésemos una aventura? Entonces, ¿qué quieres? ¿Ir con Hio, o con Shiki? Bueno, no; con shiki no, porque es joven y atractivo y quien sabe lo que podrías acabar haciendo con él.

 

Zero lo estaba calcinando con la mirada.

 

—Estupendo, Kaname . Sencillamente genial. Me encanta saber que te estás tomando esto tan en serio.

 

—No me lo estoy tomando en serio porque no merece la pena tomárselo. No fue más que un estúpido beso.

 

¡Maldita sea…! No quería enfadarse tanto, pero es que era así como se sentía. ¿Qué pensarían sus empleados si de pronto zero se negara a viajar con él? ¿Por qué se lo estaba poniendo tan difícil?

 

Kaname sonrió de medio lado.

 

—Sólo fue un besito, zero , no el fin del mundo. Te prometo que no volverá a ocurrir. Que en Madison todo saldrá bien.

 

Él tardó casi un minuto en responder.

 

—Está bien. Volveremos a intentarlo —se levantó—. Lo que no quiero es que nuestra relación se complique.

 

Entendía lo que sentía. Ninguno de los dos quería o necesitaba que aquella situación se complicase. Él estaba dispuesto a poner de su parte y a juzgar por la expresión del rostro de zero , él pondría de la suya.

 

—No se complicará —contestó, pero no pudo evitar no estar tan seguro en el fondo.

 

******************

 

—No sé nada de modelos —dijo el joven, pasando el peso de una pierna a la otra—. Estoy muy liado con la universidad y el trabajo.

 

Zero entendía su reticencia. Debía pensar que estaban locos, pero sabía que Kaito Takamiya era perfecto para «Amante».Absolutamente perfecto. El joven no solo estudiaba medicina, sino que trabajaba a tiempo parcial y cooperaba con el banco de alimentos local y lo mejor era un humano. Todo ello le convertía en el Amante perfecto.

 

—No te robaremos demasiado tiempo y la sesión fotográfica será aquí mismo —dijo zero, intentando convencerlo. Miró a Kaname,  que se limitó a encogerse de hombros—. Seguro que no te vendría mal el dinero. La universidad es muy cara.

 

Kaito  meditó un instante mientras zero contenía la respiración. «Di que sí», le pidió en silencio. Kaname y él llevaban dos días buscando al chico adecuado en Madison. Al final, se le había ocurrido pasarse por el banco de alimentos y al ver a kaito supo inmediatamente que era su segundo Amante.

 

—No me malinterprete, señor Kiryuu. Me vendría bien el dinero, pero lo de hacer de modelo no es lo mío.

 

—No tardaremos más que una tarde —explicó y volvió a mirar a kaname.

 

—¿Te gustaría ver el primer anuncio de la serie? —se le ocurrió.

 

Kaito se alegró ante la idea.

 

—Sí, me gustaría verlo.

 

Zero sacó una carpeta de su enorme bolso.

 

—Hicimos las fotos la semana pasada. Este chico es de Texas. Está ahorrando para comprarse un rancho.

 

kaito estudió detenidamente el anuncio, con expresión inescrutable. zero sabía que si el anuncio no le convencía, se quedarían sin argumentos. A la izquierda, aido  aparecía en vaqueros y camisa de cuadros. A la derecha estaban su hermana con un lidno vestido y él de esmoquin. Al pie se leía: Un verdadero Amante se preocupa por su familia.

 

—¡Vaya! Está genial. Yo pensé que querían algo más… bueno ya saben… picante —dijo kaito.

 

¡Bingo! zero miró a kaname, que le contestó con una sonrisa.

 

—Tu anuncio sería de este mismo tipo —le dijo al chaval—. Una foto tuya a la izquierda con tu ropa de todos los días y la de la derecha, vestido de esmoquin.

 

kaito volvió a mirar la foto.

 

—¿Y qué diría al pie?

 

—No lo sé. ¿Quizás, Un verdadero Amante se preocupa por los demás? —sugirió, pero ante la mueca de kaname, se corrigió—. O algo así. Lo que queremos decir es que el hombre ideal no tiene que ver con el aspecto físico, sino con el carácter. El tipo de persona perfecta para enamorarse. Alguien que esté marcando diferencias en este mundo. Eso es lo que verdaderamente hace distinto a una persona: su alma.

 

kaito estaba totalmente pendiente de lo que le decía.

 

—¿Usted cree que yo soy así? —negó con la cabeza—. No yo no soy tan especial.

 

El hecho de que no se creyera distinto le hacía muy especial. No era de los que perdían el tiempo acicalándose delante del espejo, sino de los que estaban dispuestos a conseguir que el mundo fuese un lugar mejor.

 

Perfecto para Amante.

 

—Sí, eres muy especial y queremos transmitir ese mensaje. Por supuesto también estarás guapo en el anuncio. Queremos vender colonia, pero te prometo que los anuncios tendrán buen gusto —dijo y miró a kaname en busca de confirmación, pero se encontró con que la estaba mirando frunciendo el ceño. Parecía incómodo y eso era raro. Pero en aquel momento no tenía tiempo de preocuparse por él. Kaito  estaba empezando a ceder.

 

—       Kaito , no pretendemos hacerte parecer una especie de jugador. Eres un joven guapo, pero lo que te hace tan atractivo es que ayudes a otras personas. Tu trabajo en el banco de alimentos, tus estudios de pediatría. Eres un tipo genial y queremos que eso se vea.

 

Cuando terminó de hablar, miró de nuevo a kaname, que al final se decidió a participar en la conversación.

 

—       Zero tiene razón. Eres un buen chaval, la clase de persona que merece crédito por lo que hace — Kaname le dio una palmada en el hombro—. No queremos que hagas algo con lo que te sientas incómodo y estos anuncios van a ser geniales. Incluso tu madre estaría de acuerdo.

 

Kaname  le dio en el punto justo, porque kaito sonrió de oreja a oreja.

 

—Mi madre se volvería loca. Organizaría una fiesta para enseñarle el anuncio a sus amigas.

 

—Sí, las madres son así —se rió Kaname —. La mía aun sigue llevando fotos de mi graduación en el jardín de infancia. Bueno, ¿qué dices, kaito? Si el aspecto legal está correcto, ¿vas a querer hacerlo?

 

Cuando kaito asintió, zero  pudo respirar tranquilo por fin.

 

—Sí —dijo el chico—. La verdad es que le he dinero me vendría de maravilla.

 

Zero  estuvo a punto de ponerse a dar saltos de alegría. Habían encontrado al «Amante» número dos. Tras acordar una próxima reunión, se marcharon.

 

********************

 

 

 

—Estoy entusiasmado —dijo, una vez iban ya de camino al hotel—. Kaito  va a quedar perfecto en el anuncio.

 

Kaname le miró brevemente, pero como llevaba gafas de sol, no pudo verle los ojos. Eso sí, estaba extrañamente silencioso.

 

—¿Qué? ¿Qué pasa? A mí me parece que kaito será un Amante perfecto.

 

—Y lo será —contestó él.

 

Al menos su voz sonaba normal. No estaba enfadado, gracias a Dios.

 

—Si estás de acuerdo en que kaito es un candidato perfecto, ¿cuál es el problema?

 

—Ninguno.

 

Ya. Tanto si le gustaba como si no, había llegado a conectar con aquel hombre y estaba claro que en aquel momento, algo le molestaba.

 

—Si crees que kaito no es buena elección, habría preferido que me lo dijeses antes de que hubiera empleado tanto tiempo en convencerlo.

 

—No es que me parezca mala elección, sino todo lo contrario. Además, estoy seguro de que a sara  le va a gustar el enfoque que le estás dando a la campaña. Al no centrarte en el aspecto o especie de la persona , estás enviando un mensaje sutil muy bueno.

 

—¿Ah, sí?

 

—Claro. Aido es un vampiro y se ocupa de su hermana pequeña. Kaito es humano y trabaja para un banco de alimentos. Son buenos chavales que, como tú le has dicho, ayudan a otras personas.

 

—Pero yo no pretendo enviar ningún mensaje, aparte del hecho de que cualquier persona puede ser un «Amante».

 

—Has elegido personas atractivas que desempeñan labores de voluntariado, se involucran y ayudan. La clase de personas en las que se puede confiar.

 

Zero iba a rebatírselo, pero no lo hizo. Tenía razón. Tanto aido como kaito eran jóvenes en los que se podía confiar.

 

—Supongo que cualquier estudiante de psicología de primer año podría imaginarse por qué me gustan las personas que ofrecen seguridad sin importar que sean humanos o vampiros — dijo, sonriendo—. Soy transparente.

 

—No. Lo que pasa es que eres una persona  con prioridades claras y te gusta que los demás también las tengan. Esa profundidad de pensamiento ayudará en la campaña.

 

—Me alegro de que te guste. Entonces, si ese no es el problema, ¿cuál es?

 

Kaname  le miró brevemente.

 

—¿Qué te hace suponer que hay un problema?

 

—Espera —dijo él , tocándose el cuello—. ¿Es que se me ha olvidado ponerme hoy un colgante en el que diga No soy estúpido?

 

Kaname  se rió.

 

—No te rindes, ¿eh?

 

—Pues no. Soy muy persistente.

 

—También podría decirse de otro modo.

 

Cuando Kaname paró el coche en un semáforo, él le puso una mano en el brazo. Como siempre que lo tocaba, sintió un cosquilleo en los dedos.

 

—¿Qué es lo que te molesta? —insistió.

 

—Nada, zero. Creo que kaito es genial y que va a ser uno de los valores de la campaña.

 

—¿Pero?

 

Sonrió brevemente antes de poner el coche de nuevo en movimiento.

 

—Esperemos que haya un suministro interminable de santos guapos.

 

—¡Vamos, Kaname, que no tienen que ser santos!

 

Llegaron al aparcamiento, aparcó, se quitó las gafas y le miró.

 

—Vale. Esperemos entonces que el mundo tenga otros cuatro tíos guapos dispuestos a salvarlo.

 

Se bajó del coche y echó a andar hacia el hotel, mientras zero ss se quedaba en su asiento, viendo cómo se alejaba. ¿Qué era lo que acababa de pasar? Si no lo conociera mejor, diría que kaname estaba celoso.

 

Qué ridiculez. No podía estar celoso. Para empezar, le había dejado bien claro que lo de besarlo no tenía importancia para él. Además, Kaname  no tenía de qué preocuparse en cuanto a lo del aspecto físico. Él era precisamente un tío guapo… y  más, mucho mas aunque era algo que no admitiria frente al sangre pura

 

—Celoso, ¿eh? Sí, ya… —murmuró, bajándose del coche—. Y yo soy un vampiro cazador de vampiros.

 

 

Notas finales:

espero q les haya gustado


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