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Fantasia Tentadora por darthmocy

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Notas del capitulo:

AQUI LES DEJO OTRO CAPITULO MAS ESPERO QUE LES GUSTE

Capítulo 9

 

Zero estudió el pecho desnudo de kaname y el deseo hizo latir con fuerza su corazón. Despacio, se acercó a él y le quitó la camisa de los hombros.

 

—¿Sabes? Recuerdo el día que fui a tu apartamento para hablarte de la cuenta de Perfumes Desire —avanzó con la mano sobre su piel, deteniéndose brevemente en su pecho—. Me costó mucho hablar contigo porque tu pecho me distraía.

 

—¿De verdad? Quién lo diría —sonrió—. Hombre, puede que la forma en que me mirabas fijamente te delatase un poco, pero de no ser por eso, ni me lo habría imaginado.

 

El se echó a reír.

 

—Pues sí, tengo que reconocer que tu pecho era una poderosa distracción —tras volver a deslizar la mano sobre su pecho, llegó a sus pantalones—. Pero en realidad, eran tus vaqueros los que se llevaban toda mi atención.

 

Kaname  sonrió y le besó en la sien.

 

—¿Ah, sí? ¿Y por qué?

 

—Pues porque se te escurrían cada vez más de las caderas. Y más. Y más. Estaba esperando que se te cayeran de un momento a otro.

 

Él lo miró a los ojos.

 

—En aquel punto de nuestra relación, estoy muy seguro de que habrías salido gritando de allí.

 

—No te creas — zero  se debatió un momento, sin saber hasta qué punto debía ser sincero, pero al final decidió no ocultárselo—. Llevaba deseándote mucho tiempo.

 

Él pareció sorprenderse de verdad.

 

—Yo creía que no te gustaba nada. De hecho, en más de una ocasión me lo dejaste muy claro.

 

—Y yo no he dicho que me gustaras. Lo que he dicho es que te deseaba.

 

—Ah, vaya; gracias por no herir mis sentimientos. ¿Y ahora te gusto?

 

zero hubiera querido decirle que mucho más, pero sabía que en su relación no podía hacerle aquella clase de confidencia.

 

—Sí, claro; mucho. Pero también sigo deseándote. Un montón. Estás como un queso, ¿te suena? —le recordó entre risas—.Yo no soy distinto a las demás personas.

 

Él se rió y tomó su cara entre las manos.

 

—Sí que lo eres. Completamente distinto a las demás personas que he conocido.

 

Antes de que el pudiera contestar, lo besó despacio y cuando finalmente se separaron, el deseo brillaba en sus ojos.

 

—Yo también te deseaba —confesó él después de quitarle la camisa.

 

Zero se quedó sorprendido. No tenía ni idea. Se pasaba la vida riéndose de él.

 

—Yo creía que te parecía un cerrado.

 

—Pero sabía que había fuego dentro de ti —le desabrochó el cinturos y le ayudó a quitárselo—. Sabía que hacer el amor contigo sería increíble.

 

Zero se puso de puntillas y volvió a besarlo. Nunca había besado a un hombre que supiera tan bien. Podría estarse besándolo toda la vida.

 

—Antes de ti, el sexo me resultaba un poco… extraño.

 

Kaname  le empujó suavemente hacia la cama y cuando llegaron al colchón, zero  se sentó. Kaname  se quedó de pie ante él  y zero sonrió maliciosamente.

 

—Espera un momento… he tenido una fantasía contigo que empieza así.

 

Kaname estaba a punto de sentarse junto a él pero se detuvo.

 

—¿Te importaría explicarte? —le pidió.

 

Con cualquier otra prsona , zero no habría tenido el valor de contarle su fantasía, pero con Kaname  todo era distinto. Sabía que podría darle cualquier cosa que le pidiera.

 

—¿Seguro que quieres saberlo?

 

Kaname le dedicó una de sus sonrisas más sexys.

 

—Cariño, estoy dispuesto a hacer todo lo que quieras.

 

Aquella invitación era todo lo que necesitaba. Zero respiró hondo y muy despacio le bajó la cremallera de los pantalones.

 

Cuando deslizó la mano dentro, él se agachó y le dijo en voz baja:

 

—¿Buscabas algo en particular?

 

Zero sonrió al tiempo que rodeaba su pene con la mano y comenzaba a acariciarlo muy lentamente. Con un gemido profundo y gutural celebró Kaname  que le quitase la ropa y cuando estuvo desnudo delante de el  , encarnando el sueño de cualquier persona , volvió a tomar su erección en la mano.

 

Zero , será mejor que…

 

Pero el le hizo callar.

 

—Esta es mi fantasía, no la tuya.

 

La respuesta de Kaname  fue un estremecimiento y otro gemido cuando el cazador  se introdujo su pene en la boca.

 

—Te equivocas,zero  —le dijo casi sin voz—. Esta fantasía también es la mía.

 

Aquellas fueron las últimas palabras que pronunciaron durante un rato y sólo más tarde, kaname se unió al cazador  en la cama. Sin dudar, zero se subió sobre él y se sentó sobre su pene para empezar a cabalgar sobre él, mientras Kaname  se aferraba a sus estrecahs caderas. Zero sabía que había mucho más que sexo entre ellos. La ternura estaba presente en su mirada, mezclada con la pasión abrasadora del deseo. Puede que no quisiera admitir que sentía algo por el, pero era fácil leerlo en su rostro.

 

—       Zero —gimió él.

 

Se besaron frenéticos, empujados por la tensión que creía en su interior, hasta que zero  no pudo más y se separó de sus labios para moverse con deliberada urgencia, al ritmo de las caderas de Kaname, hasta que ambos alcanzaron el orgasmo.

 

Después, se dejó caer sobre su pecho, más feliz de lo que lo había estado en toda su vida.

 

—Madre mía —murmuró, besándolo en el pecho—. Eres un hombre increíble, Kuran kaname.

 

Sintió más que oyó su risa en el pecho.

 

—Me alegro de que te acuerdes de mi nombre, porque yo lo había olvidado.

 

Kaname acariciaba el pelo palteado de zero  mientras su corazón iba recuperando el ritmo normal. Zero  creía que era increíble. ¿Por qué? ¿Porque era capaz de hacerlo gemir de placer?

 

Se sentía inquieto por lo que acababan de sentir. Para él, el sexo no había sido así nunca. Tan intenso, mucho más allá del simple placer físico de otras ocasiones. Era como si estuviera descubriendo todos los rincones oscuros y solitarios de su alma y los llenara de luz. Cada vez que estaba con ese cazador gruñon, sabía que entre los dos había mucho más que sexo.

 

En parte se debía al hecho de que zero  lo quisiera. Podía verlo en la forma en que lo miraba. Bueno, puede que no siempre, porque de vez en cuando seguía siendo el destinatario de una de esas miradas suyas de reprobación, pero la mayoría de ocasiones su amor por él brillaba como un anuncio de neón. Su madre lo había visto. Kain, también.

 

Lo cual le planteaba un problema: ¿qué clase de bastardo sería si siguiera disfrutando del sexo con él  sabiendo que zero  estaba enamorado de él? Iba a sufrir cuando todo aquello terminase. E iba a terminar. Sus relaciones siempre se rompían, más tarde o más temprano.

 

Pero imaginar no volver a ver a zero le provocaba un dolor sordo en el pecho. No estaba enamorado de el, pero sí que le importaba. Era una persona  dulce y divertida y sobre todo era capaz de extraer lo mejor de él. Tenía que asegurarse de que no le pasara nada cuando su tiempo juntos tocara a su fin.

 

Se movió para quedar tumbado al lado de el y se acurrucó junto a su cuerpo.

 

—Cariño, quiero decirte que esto que estamos compartiendo…

 

—Ah, no. Tengo la impresión de que vas a largarme el sermón de si sé lo que estoy haciendo y todas esas martingalas y me lo estoy pasando de maravilla contigo, así que haz el favor de no ponerte serio, ¿vale?

 

No consiguió convencerlo ni durante un segundo. Zero podía fingir todo lo que quisiera no estar enamorado de él, pero él sabía que no era así. Una de las cosas que había aprendido en aquellas últimas semanas era cómo interpretarlo y sabía que no se equivocaba.

 

Lo mismo que sabía que iba a sufrir, así que tenía que volver a intentarlo.

 

—No quiero que termines…

 

El volvió a interrumpirle con un beso en los labios.

 

—No. No me hagas esto, Kaname . ¿Es que no podemos estar juntos sin más, al menos hasta que acabe la campaña de Amante? Luego ya tendremos tiempo de sentarnos y hablar largo y tendido. Pero hasta entonces, ¿no podemos limitarnos a disfrutar? Nunca me había sentido antes como me siento contigo y no me puedo imaginar vivir mis fantasías con ningún otro. ¿Tan malo es que quiera que lo que estamos compartiendo dure un poco más?

 

Kaname le besó con ternura. No, lo que estaba pidiendo no era malo, aunque no podía evitar sentirse egoísta, porque si fuese un hombre bueno, debería alejarse . Un hombre bueno no le partiría el corazón.

 

Pero él no era ese hombre. Tanto si estaba bien como si no, iba a aceptar su ofrecimiento.

 

—Sí—dijo al terminar el beso.

 

En lugar de ponerse solemne, zero  sonrió como si acabase de darle un regalo de Navidad.

 

—¿Sí? ¿maldicion kaname Eso es todo lo que se te ocurre decir? ¿El tipo creativo de la agencia y lo único que se te ocurre decir es «Sí» cuando te digo que quiero hacer realidad mis fantasías contigo?

 

Kaname se echó a reír y lo colocó sobre él.

 

—¿Qué te parecería «Yupi»?

 

Zero suspiró aburrido y kaname se rió aún más y cuando cubrió su hombría con su mano, la inspiración le llegó.

 

—¿Qué te parecería si dijera pasmoso, magnífico, sobresaliente, colosal…

 

Aquella vez fue zero quien se rió.

 

—Así está mejor. Me gusta el entusiasmo.

 

—Y a mí me gusta complacer —dijo, un instante antes de besarlo —. Me gusta complacer.

 

 

 

Zero estudió detenidamente las fotografías que tenía sobre la mesa del último modelo de Amante, Will LaFontaine. Aquel muchacho era verdaderamente fotogénico. Perfecto para la campaña.

 

Aun no se podía creer lo bien que les había salido todo en Nueva Orleans. Después de haberse registrado en el hotel, un botones había subido en el ascensor con ellos. De camino, Kaname y él habían charlado sobre el verano tan caluroso que estaban teniendo y el muchacho contestó que en el centro de la tercera edad en el que trabajaba como voluntario los abuelos le contaban historias de veranos verdaderamente tórridos.

 

Kaname miró a zero, zero lo miró a él y empujó un poco el carro del equipaje para mirar al joven. Guapo. Muy guapo.

 

En cuestión de minutos, habían diseñado la campaña para él y más tarde, cuando Will salió de trabajar, se reunieron con él en el centro de la tercera edad y supieron que llevaba tres años trabajando allí como voluntario.

 

Demasiado perfecto.

 

Sara se había mostrado encantada con el último «Amante», sobre todo porque les había costado tan poco encontrarlo. Y se mostró doblemente encantada cuando los primeros anuncios en los que aparecía Aido  empezaron a verse en vallas y revistas de todo el país.

 

 

 

Las cosas iban excepcionalmente bien, lo cual ponía un poco nervioso a zero. En su experiencia, la vida nunca iba tan bien y era sólo cuestión de tiempo que algo empezase a torcerse.

 

Aunque quizás su miedo se debiera al temor de que llegase el día en que Kaname  y él  tuvieran que empezar a distanciarse. Él sabía que él lo quería, eso estaba claro. Y estaba preocupado porque fuese a pasarlo mal, lo cual le hacía quererlo aún más. Con cada día que pasaba, sentía que él se angustiaba más y más con el futuro de su relación. Kaname era un buen hombre o un vampirod e ben corazón y no quería aprovecharse de la situación.

 

Pero era el cazador quien quería aprovecharse del sangre pura. Durante toda su vida había sido él quien se preocupaba por las cuentas, por los sentimientos de los demás especialmente de su hermano . Kaname era su escapada al lado salvaje. No iba a durar y lo sabía, lo mismo que era consciente de que iba a pasarlo mal cuando terminase, pero mientras tanto, estaba malditamente decidido a disfrutar de cada segundo. Luego, cuando rompieran, tendría un montón de momentos brillantes que recordar.

 

Y lo más importante de todo, era que su relación con Kaname  lo estaba volviendo más fuerte a cada minuto que pasaban juntos. Se sentía libre y osado estando con él. Ya no se conformaría con minucias. Gracias a él, se sabía una persona salvaje  y sensual que se merecía todo lo que la vida pudiera ofrecerle.

 

 

 

Con unas cuantas instantáneas de Will, se dirigió al despacho de Kaname . Acababa de llamar a la puerta y estaba abriendo cuando se dio cuenta de que no estaba solo. Una mujer joven de cabello castaño  estaba sentada a una de las sillas de su mesa.

 

—¡Ay lo siento! —dijo, dando un paso atrás.

 

—Pasa, pasa —le dijo él—. Te presento a Yuki, mi hermana.

 

Zero se acercó y estrechó la mano de yuki. De cerca, se apreciaba fácilmente el parecido entre ambos. Como su hermano, yuki tenía el pelo castaño y unos achocolatados .

 

—Hola, zero.  He oído hablar de ti —dijo yuki, sonriendo—. Mi madre aún no se cree que seas capaz de aguantar a mi hermano. Me ha dicho que eres tan agradable que no sabe cómo no lo has tirado aún por la ventana.

 

—Vaya, hombre —protestó Kaname, fingiendo molestarse—. ¿Es esa forma de hablar de un hermano?

 

La sonrisa de yuki se hizo más brillante.

 

—¿De un hermano que además paga las facturas? Mmm… veamos, déjame pensar —miró a zero zero —. Eres muy afortunado por trabajar con un hombre tan maravilloso como Kaname. Es un verdadero ángel. Un genio creativo que podría encontrar trabajo en cualquier parte.

 

—Creativo sí que es —contestó zero , mirando brevemente y con unbrillo malicioso en los ojos  a Kaname —. Muy creativo.

 

—Lo sé. De hecho, era tan popular en su trabajo anterior que Jeff Markland, el presidente de la empresa para la que trabajaba antes, intentó convencerlo en varias ocasiones de que no se marchara, así que considérate afortunado. Podría estar ganando pasta gansa si se hubiera quedado en Markland y Jacobs. Y ya que hablamos de ello, sería una pasta que a mí me vendría de perlas para un coche.

 

Yuki se volvió a Kaname  riendo.

 

—¿Qué tal lo hago? ¿Crees que ya lo he impresionado?

 

—Es imposible que tú seas mi hermana —se quejó—. Mamá debe de habernos engañado.

 

Zero sonrió. Era genial verlos hablar así, pero no por ello pasó por alto lo que yuki  había dicho. Kaname había dejado un trabajo con una remuneración elevada para irse a trabajar allí. Si ayudaba económicamente a su madre y a su hermana, trabajar allí debía hacerle ir muy justo de dinero.

 

Cuando los hermanos empezaron a discutir sobre si yuki necesitaba o no un coche, zero se disculpó y volvió a su despacho. De camino, se pasó por la mesa de yori  a ver qué tal iba. Faltaban sólo tres semanas para que naciera el niño y su recepcionista se movía con lentitud.

 

—Hola. ¿Qué tal se está portando hoy el enano? —le preguntó.

 

Yori  se frotó los riñones.

 

—Aquí anda, jugando al fútbol.

 

Zero se sentó.

 

—Creo que ya es hora de que empieces a considerar quedarte en casa. Sé que dijiste que sólo querías tomarte seis semanas después del nacimiento del niño, pero puede que no sea suficiente.

 

—Lo sé. Yo también estoy empezando a pensar lo mismo. Esta tarde tengo que ir al médico y ya veremos lo que dice él.

 

—Si lo que te preocupa es el sueldo —le ofreció zero —, Kaname  y yo hemos estado hablando de ello en el viaje a Nueva Orleans. Te daremos dos semanas más de baja por maternidad pagadas por la empresa.

 

—Eso es genial —dijo yori sonriendo—. No sé cómo decirte lo mucho que os lo agradezco —se levantó para darle un beso y un abrazo a zero , algo nada fácil en su estado—. Kaname  y tú estais siendo maravillosos conmigo; primero me compráis la cuna y ahora esos días de más.

 

—No tiene importancia —dijo y cuando yori  se sentó vio que tenía los ojos llenos de lágrimas—. Nos preocupa tu bienestar. Queremos asegurarnos de que el bebé y tú estáis bien.

 

Yori  tomó la mano de zero y se la puso sobre el estomago.

 

—Mira que patadas da. Va a ser un chicarrón.

 

zero contuvo una sonrisa. Desde que el bebé había empezado a moverse, yori solía poner la mano de todo el mundo en su tripa para que lo sintiera. Y en aquella ocasión, cuando el bebé dio una patada bajo su mano, zero  sintió algo distinto. Algo más profundo. Una alegría mezclada con tristeza. Aunque estaba encantado por yori y su marido, se dio cuenta en aquel instante lo mucho que le gustaría ser padre algún día. Quería saber lo que era la paternidad. Quería sentirse tan querido por un  un hijo suyo.

 

Sorprendido por la intensidad de aquellos sentimientos, apartó la mano.

 

—No te olvides de contarme lo que te diga el médico esta tarde —le dijo a su empleada

 

—Lo haré —contestó yori.

 

Zero entró en el despacho y cerró la puerta. Normalmente la tenía siempre abierta, pero necesitaba un poco de tiempo para pensar. Según yuki , el jefe anterior de Kaname  le había pedido que se quedara con ellos y al saber cuánto dinero ganaba antes y lo mucho que al parecer habían lamentado su marcha, no pudo imaginar cómo le habría convencido su hermano de que se uniera a D&S Advertising.

 

Se sentía aún peor al saber que había abandonado un trabajo tan lucrativo para terminar después teniendo que hacer frente a una situación no deseada. Pero lo que más le molestaba de lo que había dicho yuki , era saber que Kaname tenía asumida la responsabilidad de mantener económicamente a su madre y a su hermana. Ganaba lo mismo que él, que no era mucho en aquel momento y seguramente tendría todos sus ahorros invertidos en la empresa.

 

Trabajar allí tenía que estar siendo muy difícil para él.

 

D&S tenía que crecer mucho más para que Kaname llegase a cobrar una cantidad sustancialmente mayor y si él  abandonaba la empresa aun sabiendo que contaba con otros inversores, el futuro de la empresa sería precario. ¿Cómo podía abandonarle en una situación así? Además, después de todo lo que habían conseguido hacer durante aquellas últimas semanas ya no estaba seguro de querer marcharse de la empresa. Disfrutaba con la sensación de tener ideas propias que podían ponerse en marcha.

 

Era un novato en el negocio, por supuesto, pero se lo estaba pasando muy bien. Sabía que en parte esa sensación se debía al hecho de estar con Kaname, pero aquella no era la única razón. Le gustaba formar parte de algo creativo.

 

La pregunta era la siguiente: si no permitía que Kaname le comprase su parte de la empresa, ¿podría seguir trabajando con él después de que rompieran? ¿Cómo sería verlo día tras día y saber que ya no podría volver a tocarlo o a besarlo? ¿Podría soportar no volver a reír y a desearle cuando entrase en su despacho para atormentarlo con todas las cosas maravillosas que pensaba hacerle al finalizar el día, cuando estuvieran solos?

 

¿Y qué ocurriría si llegaba a salir con otra persona? ¿De verdad sería capaz de sonreír y decirle algo agradable a la siguiente mujer u hombre que se acostase con Kaname?

 

Imposible.

 

Alguien llamó con firmeza a la puerta.

 

—Adelante.

 

Kanem entró y cerró.

 

—¿Qué pasa? ¿Estás bien? Sentí tu aura de cazador expandirse

 

Se acercó a su mesa mientras zero  se preguntaba si debía o no ser sincero con él. ¿Lo entendería si le dijera que quería quedarse en la empresa pero que no podría soportar seguir trabajando con él cuando ya no hubiera nada entre ellos? ¿O debería admitir que le preocupaba que tuviera tantas personas a su cargo?

 

Pero en vez de todo aquello, se limitó a levantarse y a besarlo, poniendo todo su amor en ello.

 

Cuando el beso terminó, Kaname sonrió.

 

—Guau. ¿Qué he hecho para merecer algo así?

 

Le acarició la mejilla. Era tan guapo y le encantaba cuando lo miraba como en aquel momento tan sensualmente . Como si fuese la única persona en el mundo.

 

—Te admiro —dijo con suavidad y sin apartar la mano de su mejilla—. Eres un hombre verdaderamente dulce.

 

Kaname cubrió la mano con la suya.

 

—¿De verdad lo crees?

 

—Sí.

 

Su sonrisa le desbocó el latido del corazón.

 

—¿En serio? Entonces mi plan está funcionando. He conseguido convencerte de que soy un tipo genial. Así me resultará mucho más fácil hacer lo que quiera contigo.

 

La tristeza que se había aposentado en su ánimo se evaporó.

 

—Oye, que he dicho que eres dulce, nada de que piense dejar que te salgas con la tuya, sea cual sea.

 

Kaname jugó con el botón de la camisa que trai puesta

 

—Lo encuentro un poco difícil, porque te conozco bien. Sé dónde te gusta que te toque, así que en diez minutos, estarás comiendo de mi mano.

 

—¿Diez minutos? Mucho me parece —ya estaba deseando sus caricias, sus besos—. No tengo tiempo para que me lo demuestres ahora, pero estoy dispuesto a dejar que lo intentes esta noche.

 

—Tengo tu palabra.

 

El  fue a besarlo de nuevo, pero él se lo impidió.

 

—¿Estás bien? —insistió.

 

Su tono serio lo sorprendió.

 

—Claro. ¿Por qué lo preguntas?

 

Kaname lo besó en la nariz.

 

—Parecías un poco triste cuando he entrado. ¿Hay algo que yo deba saber? A lo mejor puedo ayudar. Zero  se sentó en su silla y Kaname  se acomodó en el borde de la mesa.

 

—¿Qué pasa?

 

Zero respiró hondo.

 

—He estado pensando en lo que pasará con la empresa cuando hayamos encontrado financiación adicional. Necesitamos expandirnos y si me llevo el dinero, no podrás crecer del modo que es necesario hacerlo si se quieren conseguir clientes importantes. El mundo de la publicidad es muy competitivo. Tendrás que explotar el éxito de la campaña de Desire y si compras mi parte, no te quedará dinero.

 

Kaname no apartó la mirada ni un instante del cazador de cabello plateado. Ojalá pudiera saber lo que estaba pensando, pero su expresión no delataba nada.

 

—¿Estás diciendo que quieres quedarte con D&S?

 

Zero  suspiró.

 

—Si quieres que te diga la verdad, Kaname, no sé lo que quiero. Lo único que sé es que no quiero que la compañía se resienta. Quiero saber que tú estarás bien.

 

—Ya sabes que saldré adelante —dijo él.

 

—¿Pero podrás ganar un salario lo bastante grande para hacer frente a todas tus obligaciones?

 

Kaname asintió.

 

—¡Ah, ya veo! Se trata de yuki , ¿verdad? —se acercó a el—. Te agradezco la preocupación, pero estoy bien. Lo de yuki  no es un problema.

 

Zero no le creyó ni por un momento. Era evidente que pretendía no preocuparlo. ¿Cómo podía haber llegado a creer alguna vez que aquel hombre era tan irresponsable como su padre y su hermano? Kuran Kaname podía ser un maldito y arrogante sangre pura pero jamás un irresponsable. No le interesaba ni el amor ni el matrimonio, pero era de esa clase de hombres que nunca dejan a una persona en la estacada.

 

—¿Y qué pasará con la empresa y con los empleados? ¿Cómo vas a poder pagar la nómina si compras mi parte?

 

—Me aseguraré de obtener capital suficiente para comprar tu parte y que la compañía pueda seguir creciendo. No voy a abandonar a los empleados —hizo una pausa y lo miró fijamente—. ¿Qué es lo que te pasa, zero ? ¿Por qué has sacado ahora todo esto?

 

—He estado hablando con yori  y le he dicho que hemos decidido darle un tiempo más de permiso por maternidad.

 

—Y te preocupa que no tenga trabajo al volver después de ocho semanas, ¿no?

 

Zero solo asintió.

 

—Sí. Se merece tener un trabajo esperándola para cuando acabe su baja maternal.

 

—Y lo tendrá —le aseguró él—. Pero tengo la impresión de que hay más cosas que te preocupan. No será que no quieres que te compre tu parte porque quieres quedarte, ¿verdad?

 

No tenía porqué no ser sincero con él.

 

—La verdad es que he disfrutado trabajando en la cuenta de Amante. Ha sido muy divertido.

 

Kaname se rió.

 

—¿Qué parte? ¿El que se te ocurriera la idea, buscar a los modelos, o hacer el amor con tu socio?

 

—Todo.

 

Él enarcó las cejas.

 

—¿Por igual?

 

—Hay un par de cosas que he disfrutado más que las otras —admitió.

 

Kaname  acababa de besarlo cuando el teléfono sonó.

 

—Esta noche intentaré averiguar qué son esas dos cosas —dijo él y se dirigió a la puerta, pero antes de salir dijo aún—: Y no te preocupes por la empresa, que todo irá bien, Zero

 

Pero al descolgar el teléfono no pudo evitar preguntarse si él estaría bien.

Notas finales:

ZERO YA ACEPTO SUS SENTIMIENTOS


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