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Fantasia Tentadora por darthmocy

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Notas del capitulo:

aqui les dejo el capitulo dos espero que les guste

gracias por seguir leyendo mis fics

 

 

Capítulo 2

 

Zero se sentía como uno de entre quince payasos a los que hubiesen metido a empujones en un coche. Los asientos del avión que lo llevaría a Dallas no estaban pensados para llevar a hombres de ese  tamaño.  A la derecha estaba kaname, que estaba haciendo un evidente esfuerzo por no invadir su espacio personal, pero el hombre de su izquierda era otra historia.

 

La palabra pulpo le describía perfectamente. En lugar de intentar no molestarlo, sus manos parecían tener vida propia y acabar siempre sobre su pierna y cuando decidió por fin darle un manotazo, él se limitó a mirarlo con una sonrisa bobalicona y a decir:

 

—Caramba. No me había dado cuenta.

 

Hubiera querido estrangularle o sacar su bloody rose y dispararle en medio de los ojos.

 

El colmo para sus nervios era la sensación que tenía, de que nada iba a salir bien en aquel viaje. No habían tenido tiempo de comprobar a fondo todos los detalles; es más, kaname personalmente se había encargado de cerrar las entrevistas con las agencias de modelos, lo cual no le inspiraba ninguna confianza. Un millón de cosas podían salir mal.

 

—¿Tienes la confirmación de todas las agencias? —le preguntó, volviéndose hacia él todo lo que le era posible—. Sabrán que vamos, ¿no?

 

kaname dobló el periódico y lo miró, más que exasperado, con un divertido brillo en sus hermosos ojos vino.

 

—Está bien: vamos a repetirlo todo una vez más si es lo que quieres. Sí, zero, todo está confirmado. Mañana tenemos tres entrevistas con tres agencias distintas y todas nos están esperando, así que deja de preocuparte.

 

Ojalá pudiera, pero es que aquella era la primera vez que se encontraba envuelto en un proyecto de tal magnitud y no le gustaba la sensación de no tenerlo todo bajo control.

 

Por no mencionar lo nervioso que lo ponía tener que estar tan cerca de Kaname  durante las próximas semanas. Incluso allí, en un avión abarrotado de gente, lo único que le llamaba la atención era él. No podía evitar darse cuenta de que olía de maravilla y siendo  cazador sus sentidos estaban mas que desarrollados y para colmo tenía que contener un estúpido deseo de apoyar la cabeza en su hombro.

 

—Siento volver a molestarte —contestó, retirándose de él, con lo que fue a parar contra el hombre del asiento vecino—, pero es que quiero que todo salga perfecto. ¿Seguro que tienes todas las confirmaciones?

 

Kaname  suspiró ruidosamente y le dio unas palmaditas en la mano que el tenía apoyada en el brazo del asiento. Aquel breve contacto no le ayudó a sentirse mejor, sino que por su culpa el corazón le hizo un doble salto mortal en el pecho, algo que no podía ser nada bueno.

 

Quitó la mano rápidamente como si se hubiera quemado y él lo miró enarcando las cejas, para después sonreír lenta y sensualmente.

 

—¿Sabes, zero? Una de las cosas que…

 

Dudó un instante y el se quedó inmóvil. Iba a tomarle el pelo. Maldita sanguijuela .

 

—¿Qué? —le empujó.

 

Pero él siguió sonriendo y entonces supo que iba a meterse en un lío.

 

—Una de las cosas que más me gusta de ti es que te excites tanto.

 

La palabra excitar exudaba sexualidad y zero frunció el ceño.

 

—Eso no es cierto.

 

Kaname se echó a reír y su risa le provoco lo que tanto quería negar , excitarse.

 

—Claro que lo es. Y lo mejor de todo es que haces muchísimo ruido cuando estás excitado.

 

Al traste con la tregua. Decididamente, el viaje iba a salir mucho peor de lo que se temía. Ni siquiera habían aterrizado aún en Dallas y ya sentía deseos de besarlo y matarlo al mismo tiempo. Dios esto no me puede estar pasando, besar a un maldito vampiro y no uno cualquiera sino un sangre pura y para colmo de males un hombre.

 

Tenía que controlarse y para ello le dedicó la sonrisa más fría de que fue capaz. Pero en lugar de hacerle dar marcha atrás, Kaname  le guiñó un ojo , maldito hijo de  …………

 

¡El muy canalla!

 

Un golpe en la espalda le recordó que el tipo de la mano ligera debía estar pendiente de todas sus palabras. Genial. Seguro que ahora se volvería más agresivo en sus avances al oírle decir a Kaname  que se volvía muy ruidoso cuando se excitaba.

 

Tenía que calmarse. Con enfadarse no iba a conseguir nada. kaname le estaba pinchando deliberadamente y el estaba mordiendo el anzuelo. Y no iba a permitir que lo enfadase, al menos por aquella vez, así que decidió dedicarle su sonrisa más seductora y sensual que pudo. Sabía que no era tan perfecta como la de él, pero debió ser buena, porque durante un momento lo vio sorprenderse.

 

Así que, por una vez, lo había pillado desprevenido. ¡Ja! Se volvió hacia atrás y vio que, efectivamente, el pulpo estaba pendiente de cada una de sus palabras.

 

—Mi amigo es tan dulce y tan valiente… —le confió al extraño—: Estoy tan orgulloso de él…

 

Kaname  le estaba observando, pero le ignoró y siguió mirando al tocón.

 

—¿Por qué estás orgulloso de él? —preguntó el tipo, dejando caer de nuevo la mano sobre su rodilla.

 

Apretando los dientes, zero la apartó.

 

—Es que, verás: yo tengo muy mala suerte con los hombres. Los dos primeros novios que tuve murieron… —abrió los ojos de par en par—de accidente. De terribles accidentes.

 

El tocón se separó un poco.

 

—¿De verdad? Pero eso no es culpa tuya —dijo, aunque no parecía muy convencido.

 

—Eso es lo que yo me decía —contestó y tras mirar a Kaname de hurtadillas y asegurarse de que seguía atento, continuó—: Bueno, al menos antes del accidente de Kaname .

 

El hombre palideció aun mas de su tono habitual.

 

—¿Accidente?

 

zero asintió y dio un enorme suspiro.

 

—Sí. Ha sido terrible. Estábamos empezando a… a salir ya sabes, cuando de buenas a primeras…

 

—¿Qué? —preguntó el extraño, con la espalda pegada ya a la ventanilla del avión.

 

zero adoptó una expresión compungida.

 

—Un accidente industrial. La máquina le cortó el… el… —se miró el regazo y el vampiro extraño se llevó ambas manos a la entrepierna en un gesto de protección—. Bueno ya sabe y ………… ya no es el mismo hum funcionamiento

 

El poco color que quedaba en las mejillas del hombre desapareció.

 

—¿De verdad? —graznó.

 

—Sí. Vamos a ver a unos especialistas en Dallas.

 

Zero  sentía la mirada de Kaname en la espalda quemándole la piel y si no fuera porque estaban en un avión seguro que un par de ventanas se hubieran estrellado. Le estaba bien empleado. Tenía que ir haciéndose a la idea de que no iba a quedarse de brazos cruzados mientras él le tomaba el pelo como si fuera un colegial.

 

—Y ahora, caballeros, si me disculpan, he de ir al lavabo.

 

Se levantó y el extraño lo siguió con la mirada antes de recalcar en kaname.

 

—Siento lo de su accidente —le dijo, compasivo.

 

Kaname simplemente se encogió de hombros.

 

—Gracias, pero no es el fin del mundo.

 

Kaname se levantó para que zero pudiera salir. Al principio, el pensó que no iba a contraatacar y que por fin habría captado el mensaje. Pero debería haberse imaginado que no podía ser. Cuando pasaba a su altura, él lo rodeó con un brazo por la cintura.

 

—Me voy acostumbrando —le dijo Kaname  al otro hombre—. Y por suerte para zero , aún tengo boca.

 

********************************

 

—¿Quiere que me quite la camisa? —preguntó el joven.

 

Kaname dejó un montón de fotos sobre la mesa y miró al modelo. Como todos los otros que habían visto aquella mañana, el muchacho intentaba parecer sexy.

 

—No sé, pero seguramente el querrá que te la quites.

 

El chico asintió y se dirigió al rincón de la habitación del hotel en el que se había refugiado zero. kaname se sonrió al ver otro cuerpo perfecto cruzar la habitación y empezar a flirtear con zero. El parecía un novato por no decir  virgen en su primera cita: estaba  horrorizado.

 

Sin duda, detestaba tener que entrevistar a aquellos modelos. Contuvo una sonrisa. Le estaba bien empleado, después de lo que le había hecho el día anterior en el avión. Así que un accidente industrial… Desde luego, tenía que reconocer que había sido creativo. Al volver del lavabo, se había pasado el resto del vuelo prácticamente en silencio y nada más recoger el equipaje en la terminal, le había dicho que se encontrarían más tarde en el hotel.

 

Pero no había sido así. Lo había visto meterse en un taxi y no había vuelto a aparecer hasta el dia de hoy para empezar a trabajar inmediatamente. No tenía ni idea de a qué hora habría llegado al hotel, pero sí sabía que su habitación estaba en una planta distinta a la suya y dado que el hotel estaba medio vacío, aquella distancia tenía que ser deliberada. ¿De qué tendría miedo? ¿De que fuese sonámbulo? ¿de que entrara en su habitación y lo mordiera?

 

Por ridículo que pareciera, le molestaba que lo ignorara a él un vampiro de sangre pura. Le fastidiaba enormemente su silencio. Siempre le había molestado.

 

Al volver a mirar hacia la esquina, se encontró con que el chaval se estaba quitando la camisa y posaba para zero. El retrocedió más, como si quisiera empotrarse en la pared.

 

Desde luego, era un santurron. Ni siquiera era capaz de relajarse y disfrutar con aquel encargo. ¿Tan difícil podía ser para una persona  de sangre caliente pasarse el día viendo personas guapas?

 

Lo vio recuperar la serenidad a duras penas y dedicarle al muchacho una de sus miradas de rey  del hielo. En cuestión de segundos, se volvía a poner la camisa y se sentaba educadamente frente a el. Él había sido destinatario más de cien veces de esa clase de miradas y podía atestiguar que era capaz de poner en su sitio a un hombre en cuestión de décimas de segundo.

 

En fin… ojalá pudiera comprarle su parte del negocio y que cada uno siguiera su camino, pero desgraciadamente no podía. Había invertido una gran parte de sus ahorros en aquella empresa y no podía permitirse esa clase de pérdidas, sobre todo teniendo en cuenta que se avecinaba el pago de la matrícula de su hermana en la universidad.

 

A diferencia de Zero y su hermano, ellos no habían heredado un fideicomiso, sino que había tenido que ganarse el pan trabajando duro, incluso de niño. Poco a poco y a lo largo de muchos años, los peniques habían ido transformándose en dólares, pero nunca parecía haber bastante. Su madre y su hermana pequeña, Yuky, contaban con él para que las ayudase a pagar las facturas. Por eso se había lanzado a la aventura de poner en marcha su propia empresa y había trabajado demasiado duro para fracasar y fracasarían si perdían la cuenta de Perfumes Desire.

 

La entrevista que se estaba celebrando en el rincón parecía no ir demasiado bien, así que se acercó.

 

—Te agradezco que hayas venido a vernos. Nos quedaremos con tu foto —le decía zero al joven rubio y de ojos azules.

 

El  joven  lo miró, claramente desilusionado y Kaname se encogió de hombros. No tenía ni idea de qué andaba buscando zero , porque a él aquel chico le parecía, como todos los otros modelos, muy bien.

 

Pero el seguía sin encontrar a su primer modelo.

 

Se despidieron con un apretón de manos y Kaname se sentó en la silla vacía frente a zero.

 

—Dime, zero  ¿qué tenía de malo?

 

El miró a cualquier parte con tal de no mirarlo a él.

 

—Creo que no es lo que buscamos.

 

—¿Por qué no? ¿Demasiado alto? ¿Demasiado bajo? ¿No es lo bastante guapo? zero, nos queda solo un día más en Texas. Tienes que elegir a alguien. Llevas todo el día entrevistando a tíos guapos. Alguno te habrá puesto.

 

El por fin lo miró.

 

—Tienes una forma de hablar que…

 

Kaname se pasó una mano por el pelo. Aquel viaje iba a resultar muy largo si zero  no se relajaba un poco.

 

—bien, déjame probar otra vez: ¿no te has sentido atraído por ninguno de los modelos ?

 

—Pues lo siento, pero no. Al menos no lo suficiente para comprar lo que me vendían.

 

Alguna que otra vez lo había pillado mirándolo a él, de modo que había dado por sentado que le gustaban los hombres, pero quién sabía, a lo mejor no. Sabía que aquella pregunta estaba un poco fuera de contexto pero la hizo:

 

—A ti te gustan los mujeres o  - dudo un poco – los hombres?

 

—¿Cómo dices?

 

—No importa.

 

El enrojeció.

 

—No. Tienes razón. Es una pregunta legítima. Y ……. me gustan las mujeres pero eso no impide que pueda tenr un visión objetiva sobre si algún hombre es guapo,  Simplemente no me ha gustado ninguno de esos modelos ellos,  bueno no se les falta algo  ………………………. Dijo sin terminar la frase

 

Por fin parecían estar llegando a alguna parte. O quizás no.

 

—¿Querrías explicarme qué es lo que tú considera atractivo en una ……….. persona, si ninguno de esos modelos  encajaba con tus espectativas?

 

Cuando el lo miró a los ojos, a él le resultó imposible apartar la mirada. Zero parecía tan confuso como él, además de ansioso, cansado y… hermoso, con las mejillas arreboladas y unos cuantos mechones de pelo escapándose de ese horrible peinado que llevaba.

 

Parpadeó. ¿hermoso? ¿zero le parecía hermoso? ¿De dónde habría sacado algo así? Debía estar muy cansado.

 

—Sé que estás molesto conmigo y no te culpo —dijo—. También soy consciente de que no puedo explicar por qué esos modelos no han funcionado, pero así es. Estoy absolutamente convencido de que elegir a cualquiera de ellos habría sido un gran error.

 

Parecía muy convencido de lo que estaba diciendo y como su socio que era, tendría que aceptar su respuesta. Se merecía su respeto, al menos por el hecho de que no le hubiera abandonado tras la deserción de su hermano.

 

—De acuerdo —dijo—. A ver si mañana aparece alguien especial —recogió las fotos y se las ofreció—. Por si quieres refrescarte la memoria esta noche.

 

El las aceptó con poco entusiasmo.

 

—No voy a cambiar de opinión.

 

—De acuerdo. ¿Quieres que cenemos algo?

 

zero negó con vehemencia.

 

—No puedo. Esta noche, no. Voy a pedir que me suban algo a la habitación porque tengo muchas cosas que hacer.

 

—¿Qué cosas?

 

—Cosas. Lecturas. Ya sabes.

 

No, no sabía, pero no iba a insistir. Si zero no quería cenar con él, comería solo. No tenía importancia. Y si no la tenía, ¿por qué se sentía desilusionado?

 

Daba igual. Se levantó de la silla y se despidió de el con un gesto de la mano.

 

—Hasta mañana —dijo y se dirigió a la puerta.

 

Sabía que el lo observaba y deseó darse la vuelta, pero por supuesto no lo hizo, sino que siguió andando, decidido a averiguar por qué estaba perdiendo la razón. Porque la estaba perdiendo. Sin lugar a dudas.

 

¿Por qué si no iba a afectarle tanto lo que hiciera zero?

 

************************

 

 

 

zero iba de un lado para otro de su habitación. Estaba tan ansioso que le dolía el estómago.

 

Algo iba mal. Muy mal. Y no podría dormir hasta no encontrar la respuesta del millón de dólares: ¿por qué ninguno de aquellos jóvenes guapos y con un cuerpo formidable había despertado en él algo especial?

 

Estaban entre los más guapos que había conocido en toda su vida, tanto como Kaname . Y sin embargo, todos lo habían dejado frío, mientras que una de las medias sonrisas de kaname bastaba para que su sentido común decidiera hibernar. Estando él, en lo único que podía pensar era en el sexo.

 

Peor aún: en practicar sexo con él.

 

En aquel mismo instante.

 

Se sentó en la cama, cansado y frustrado. Allí estaba, con la responsabilidad a la espalda de elegir el amante perfecto y en lo único que podía pensar era en kaname. Si no se controlaba, iban a perder aquella cuenta con la misma rapidez con que la habían conseguido.

 

Al día siguiente, le gustase o no, iba a tener que elegir un candidato para Dallas y le resultaría mucho más fácil hacerlo si conseguía descubrir por qué Kaname  lo ponía al rojo mientras que aquellos guapos modelos lo dejaban frío. Sabia parte de la respuesta acababa de aceptar por lo menos mentalmente que le gustaban los hombres, aun asi no estaba todavía listo para decírselo al mundo.

 

Por eso aquella atracción que sentía por su socio no tenía nada que ver con la admiración y sí con las hormonas. No se estaba enamorando de él, sino que lo deseaba. Sin más.

 

Obligándose a no distraerse, le dio vueltas y más vueltas. ¿Dónde estaba la diferencia? ¿Por qué Kaname  lo excitaba y los otros no?

 

La respuesta le llegó con la fuerza de una bofetada. Kaname era real y no la representación de la perfección forzada. Es más, no se pasaba el día pendiente de su físico. De hecho, Kaname no parecía preocuparse de él en absoluto (era perfecto por naturaleza al ser un sangre pura) . Y sin embargo, ante él las rodillas le temblaban.

 

Él era de verdad y no un modelo. Alguien de carne y hueso. Kaname resultaba sexy no porque fuese guapo, sino porque era inteligente, poseía aplomo y era divertido, haciendo comparativos con otros vampiros.

 

Por fin había encontrado la solución, se dijo, sonriendo. Ahora podría encontrar al amante perfecto. Descolgó el teléfono y marcó el número de kaname.

 

—¿Mmm?

 

—Kaname,  soy zero. Siento llamar tan tarde, pero ya he descubierto la raíz del problema.

 

Hubo una larga pausa y luego se oyó la voz somnolienta de kaname.

 

—zero , es tardísimo. A estas horas sólo se llama por una emergencia o a una línea erótica. ¿Cuál de los dos motivos es el tuyo?

 

Su voz le llegó como una caricia y tuvo que contenerse para no colgar. No iba a permitir que Kaname lo distrajera.

 

—Ja, ja. Escucha: la razón por la que esos chicos no me han atraído es porque eran modelos.

 

kaname suspiró resignado.

 

—Explícate, por favor.

 

—Eran perfectos. Cuerpos perfectos. Caras perfectas. Dientes perfectos.

 

Él se rió.

 

—¡Ah! Así que te gustan los hombres (afirmando sus preferencias sexuales) con montones de defectos, ¿no?

 

En cierto modo tenía razón.

 

—No con montones de defectos, pero sí de carne y hueso. Y creo que eso es lo que hará que esta campaña tenga éxito. Hagámosla con un tipo medio, de buen ver, pero no como un modelo. Tipos con chispa, seguros de sí mismos. Los fotografiaremos por la calle y después ya podremos añadirles un barniz con fotos posteriores, un nuevo corte de pelo y un nuevo guardarropa. Lo que hará que suban las ventas es el hecho de que cualquier hombre puede ser un «Amante», alguien vivo y sexy. Los hombres querrán comprar esa colonia porque tendrá el poder de transformarlos. Las mujeres querrán comprarla para su pareja, ¿qué te parece?

 

Contuvo la respiración mientras esperaba su respuesta. Cuando pasó una eternidad y él seguía sin decir nada, le preguntó:

 

—¿Y bien?

 

—Me gusta, pero antes de que sigamos hablando de ello, dime qué llevas puesto.

 

El gimió.

 

—Déjate de tonterías, Kaname.

 

—No son tonterías. Es trabajo.

 

Sí ya. Y el era la rey de Marte, pero sabía que no dejaría pasar la oportunidad de hacer un chiste. Además, aquella pequeña, minúscula parte de sí mismo que se empeñaba en meterlo en problemas, encontraba excitante la idea de flirtear con Kaname.

 

—Está bien —suspiró—. Jugamos. Llevo un pijama de algodón negro.

 

—Lo sabía —contestó, más con una risotada que otra cosa.

 

Se sintió insultado, pero a pesar de todo, contestó:

 

—No es como te lo imaginas. Es un pijama muy elegante y comodo, y como hace calor traigo la camisa desaborchada.

 

—Mmm… ya me  imagino.

 

Claro que se lo imaginaba. Sabía que era un hombre que había estado con un buen número personas a lo largo de los años. Ya era más que hora de ponerle fin al jueguecito.

 

—Mañana hablaremos de «Amante», cuando estés más concentrado.

 

—Me gusta tu idea —dijo—, pero es que me he distraído. Ahora sólo puedo pensar en pijamas de algodón en color negro.

 

—¿Es que no puedes dejar de hacer chistes ni un instante? ¿No puedes tener una conversación normal conmigo?

 

—Lo mismo que tú no puedes tenerla conmigo.

 

En eso tenía razón. Nunca tenía una conversación normal con él. La mayoría de veces, lo enfadaba tanto que apenas podía hablar. Y cuando no lo molestaba, lo… distraía en otro sentido.

 

—Ya seguiremos hablando mañana —dijo, dispuesto a colgar y poner fin a aquella tontería.

 

—Si es lo que quieres, me parece bien.

 

Pero no era lo que quería. Lo que de verdad quería era que kaname lo tomase en serio y que por una vez lo viese como algo más que un mocoso santurron sabia que no tenia experiencia con hombres como Kaname pero  de pronto, antes de darse cuenta de lo que hacía, espetó:

 

—Tú todavía no me has dicho lo que llevas puesto.

 

Demonios… ¿de dónde había salido eso?

 

—Vaya, zero. Me sorprendes —se rió, pero en su voz había algo distinto al tono jocoso habitual. Parecía estar disfrutando como el, lo que le dio valor para seguir.

 

—Es lo justo, señor kuran , así que desembuche: ¿qué lleva puesto?

 

—De acuerdo: llevo bóxers.

 

Eso lo sorprendió. Se imaginaba que dormía tan solo con una sonrisa puesta.

 

—¿No me digas? —contestó, vagamente desilusionado—. En fin… gracias por la información. Nos vemos mañana.

 

—zero.

 

Eso fue todo lo que dijo. Tan solo su nombre. Pero su temperatura corporal subió.

 

—Eh… ¿sí?

 

—¿No quieres saber cómo son mis boxers?

 

¿Quería saberlo o no? ¿Podría soportarlo su corazón?

 

—No es necesario —contestó, más por puro sentido de conservación que por sinceridad, ya que por mucho que le fastidiara, quería saberlo. Pero era un cobarde.

 

—Vamos, zero, no seas así —lo pinchó él—. Tú quieres saberlo, ¿a que sí? Lo que pasa es que eres demasiado tímido para decirlo.

 

Estaba jugando con el. Obviamente, Kaname no se tomaba en serio a las personas  que llevaban pijamas  de algodón en tonos neutrales. Desde luego, a el no lo tomaba en serio.

 

Y como quería que eso cambiara, le dijo con apenas un susurro:

 

—Sí, Kaname , quiero saberlo – dijo y enrojeció hasta la raíz del pelo -

 

Tras una pausa, que esperaba se debiera a su voz sensual, Kaname dijo:

 

—Son negros de licra salpicados de unos pequeños labios rojos.

 

El aire le faltó. ¿Labios rojos? Ni su respiración, ni su pulso se recobró.

 

—Dulces sueños, zero —murmuró él y después colgó.

 

Con un suspiro, colgó también el. No estaba seguro de que sus sueños fuesen a ser demasiado dulces, pero sí de que estarían llenos de unos labios pequeños y rojos.

 

 

 

 

Notas finales:

yo creo que todas(os) soñaremos con unos labios rojos, no creen

nos leemos en el sig capitulo


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