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Fantasia Tentadora por darthmocy

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Notas del capitulo:

kaname se da cuenta de cosas que no habia notado antes en Zero y piensa que es un error

Capítulo 3

 

Kaname levantó la mirada y estudió a zero por encima de la taza de café que estaba tomando. Parecía cansado. Eso estaba bien. Se alegraba de no ser el único que no había podido conciliar el sueño después de la llamada de la noche anterior. Era increíble que hubiera sido capaz de flirtear con el de ese modo, pero todavía más increíble resultaba que el lo hubiese hecho igual.

 

¡Qué idiota! Flirtear con zero era una mala ocurrencia. Muy mala. Sin ni siquiera esforzarse, se le ocurrían un montón de cosas que podían salir mal si tomaban ese camino. Para empezar, él nunca se liaba con una persona  que esperase de él algo más que una aventura pasajera. No le iban las relaciones estables. Ya estaba ahogado en responsabilidades para echarse otra más a la espalda.

 

Y no era que supusiera que zero podía estar interesado en mantener una relación a largo plazo con él suponiendo que aceptase que le gustaba .  A pesar de la llamada de la noche anterior, no había día en que no le dejase bien claro que no le gustaban los vampiros y menos los de sangre pura como el .

 

 Esperaba que tarde o temprano metiese la pata y según su experiencia, terminaría por hacerlo más tarde o más temprano. Al menos con el. Tenía unas reglas de comportamiento imposibles de cumplir, resultado quizás de haber crecido en una familia llena de problemas.

 

Según Ichiru, su padre era un tipo de los que empezaba un montón de cosas para abandonarlas después en cuanto entrañaban alguna dificultad. En todos los ámbitos: tanto en el personal como en el profesional. Su encanto personal era lo único que había evitado que acabase en la indigencia.

 

Pero él sí trabajaba duro y no se echaba atrás al menor síntoma de tempestad y zero terminaría por darse cuenta de ello más tarde o más temprano. Pero mientras tanto, tenía que dejar de pensar en el como en algo más que su socio. ¿A quién podía importarle que durmiera con un pijama negro de algodon? ¿Y qué más daba que aquella mañana su peinado fuese distinto? Debía haber andado apurado de tiempo, por lo que en lugar de peinarse con la raya de lado como un nerd, se había limitado a secarlo y dejarlo sin fijador, del  pelo plateado (color bastante inusual debería recalcar) se escapaban algunos mechones que le conferían un aire dulce y sensual.

 

¡Demonios… iba a tener que ir al psiquiatra!

 

Tomó un trago largo de café y preguntó:

 

—¿Tienes idea de dónde encontrar al tipo normal que quieres para el anuncio? No podemos subirnos al coche y solo dar vueltas por la ciudad para encontrarlo. Además, ¿y si el tipo que eliges resulta que tiene un historial delictivo de varias páginas?

 

zero levantó la mirada del menú que estaba leyendo.

 

—Investigaremos su pasado, pero eso es algo que habríamos hecho aunque se tratase de un modelo profesional. Por el hecho de que una persona sea guapa, no quiere decir que sea buena gente.

 

Kaname no pudo por menos que sonreír.

 

—Una indirecta muy poco sutil, zero.

 

—¿Por qué piensas que estaba hablando de ti?

 

¡Ah, aquel sí que era el zero que él conocía y comprendía!

 

—Porque es así y los dos lo sabemos. Estás enfadado por lo del teléfono.

 

zero enrojeció levemente.

 

—¿Podríamos no distraernos? Estoy de acuerdo en que necesitamos un plan para encontrar al candidato perfecto.

 

Así que  pensaban lo mismo : que lo de la noche anterior había sido casi sexo telefónico. Y que, efectivamente, lo mejor era concentrarse en el trabajo y fingir que no había tenido lugar.

 

—Tenemos que confeccionar una lista de sitios a los que ir donde podamos encontrar al tipo de joven que estamos buscando —continuó zero—. Quizás gimnasios, o algo así.

 

—Estamos en Texas. Quizás deberíamos echarle un vistazo a los vaqueros.

 

—Vaqueros.

 

Con oírlo pronunciar aquella palabra, Kaname  se dio cuenta de que le parecía buena idea. ¿Por qué sentirían las personas tanta atracción por los vaqueros? ¿Qué tenía de especial que supieran echarle el lazo a las vacas? Ya le gustaría a él verlos echándole el lazo a la cuenta de Neat and Tidy Cleaner. No había sido precisamente un paseo por el parque.

 

—Sí, vaqueros —murmuró. Cada vez le gustaba menos aquel viaje—. Cuando acabemos de desayunar, le preguntaremos al conserje por los ranchos de los alrededores y los rodeos. Tiene que haber algo que no quede muy lejos.

 

Hubo una breve pausa mientras la camarera tomaba nota de sus desayunos.

 

—Háblame más de tu idea para esta campaña —dijo Kaname—. Supongamos que tenemos suerte, que encontramos al candidato perfecto y que su pasado es impoluto. ¿Después, qué?

 

zero por fin lo miró a los ojos y él sintió un estremecimiento. La sensación le desconcertó durante unos segundos. ¿Qué le estaba pasando?

 

—Creo que anoche te lo expliqué casi todo —contestó—. Podemos mostrarle tal y como es y luego probar con maquillaje, un nuevo corte de pelo… incluso un esmoquin y volver a fotografiarle después.

 

—Limar todas sus asperezas, vamos.

 

—No todas. Eso es lo que le hará diferente. Seguirá siendo una persona real. Y una persona de verdad es siempre más atractiva que una imagen, por muy perfecta que sea.

 

—¿Estás seguro?

 

zero lo miró con la determinación a la que le tenía acostumbrado.

 

—Completamente.

 

Ichiru había infravalorado a su hermano al decirle que no les serviría de ayuda en la parte creativa de la empresa. Zero  era una persona de inteligencia aguda y le gustaba el enfoque que le había dado a aquella campaña. El problema sería conseguir hacerla funcionar con tan poco tiempo.

 

 

 

******************************************

 

 

 

Zero nunca había estado en un rancho, pero resultó ser bastante parecido a lo que se esperaba: muchos animales, ruido y actividad. Afortunadamente aquel contaba con muchos vaqueros y seguro que entre tantos, encontrarían al hombre que necesitaban para la campaña.

 

—¿Ves a alguien interesante? —preguntó Kaname .

 

—Acabamos de llegar. Dame tiempo - gruño -

 

Estaba demasiado cerca y zero dio un paso para poner algo de distancia entre ellos. Llevaban toda la mañana recorriendo varios de los sitios que el conserje les había recomendado, pero por el momento no habían tenido mucha suerte. Apenas eran las doce, así que aún tenían tiempo. Siempre que encontrase a alguien, claro.

 

Frotándose una sien, miró a su alrededor. Estaban en el pequeño pueblo de Kinley a unos sesenta kilómetros de Dallas. Cada dos semanas, se celebraba allí un rodeo. Afortunadamente, aquel fin de semana iba a celebrarse uno y aunque sólo era jueves, muchos de los vaqueros habían llegado ya y estaban practicando en un rancho a las afueras del pueblo.

 

—No sé si alguno de estos vaqueros podrá estar interesado en hacer de modelo para ustedes —comentó Jack Davison, dueño del rancho—, pero qué demonios… voy a presentárselos.

 

Zero lo siguió. ¿De verdad funcionaría su plan? Quizás debería haberse limitado a elegir a uno de los modelos y en paz. Kaname estaría encantado y podrían volver a Chicago.

 

—¿Alguno de estos chicos es carismático?

 

Jack se detuvo para mirarlo, sonriendo de oreja a oreja.

 

—¿Carismático? Sí, supongo que un par de ellos lo son, porque las mujeres merodean a su alrededor como moscas en un montón de… —sonrió aún más—. Carisma.

 

Genial. Empezaba a pensar que también su idea era un montón de carisma.

 

—¿Por qué no empezamos por esos? —sugirió Kaname —. Zero tiene un instinto infalible para los tipos con carisma.

 

Jack se sonrió y echó de nuevo a andar. Zero se negó a mirar a Kaname . Estaba tomándole el pelo una vez más, pero decidió ignorarle. Estaba claro que era incapaz de tomarlo en serio, pero ya había dejado de molestarlo. De hecho, así las cosas eran mucho más fáciles. Si Kaname seguía pinchándolo, él no se dejaría llevar por la estúpida atracción que sentía.

 

Llegaron a un corral en el que varios jóvenes, apoyados en la valla, charlaban y reían.

 

—Eh, chicos, escuchadme: estos dos señores son de Chicago. De una agencia de publicidad. Quieren hablar con algunos de vosotros, así que sed amables.

 

Jack se alejó sin dejar de sonreír.

 

Zero se secó las manos en las perneras del pantalón. Ojalá se hubiera llevado unos vaqueros.

 

Un par de ellos los miraban con abierta curiosidad, pero la mayoría se había vuelto a mirar al hombre que montaba en el corral.

 

—¿Ves a alguien interesante?

 

Zero  estudió a un par de vaqueros que los estaban mirando. Uno de ellos sonrió, mostrando un agujero donde debería haber varios dientes.

 

—Deja de hacerme esa pregunta —respondió—. Cuando vea a alguien interesante, serás el primero en… —pero no terminó la frase—. ¡Bingo!

 

—¿Quién? ¿Quién es? ¿El del caballo?

 

Kaname  supo que había encontrado al hombre porque su actitud cambió. Pasó a estar centrado únicamente en el trabajo.

 

Zero negó con la cabeza y volvió la atención al joven rubio que estaba al lado del corral. Estaba ayudando a una niña de unos doce años a lanzar el lazo sobre una paca de paja y cuando el crío lo hizo bien, se echó a reír y le revolvió el pelo cariñosamente.

 

—Ese —dijo, señalándolo.

 

Kaname se rió.

 

—Eres un sentimental, zero.  Has elegido al que estaba ayudando a la niña.

 

Más que sentimental debía considerarlo sensible, pero no le importó. El hecho de que el hombre más atractivo fuese también amable con los niños era sólo la guinda del pastel.

 

Mientras se acercaban, no pudo dejar de desear que el candidato a Amante le acelerara el pulso como Kaname. Pero, desgraciadamente, no hubo suerte. Cuando estuvieron lo bastante cerca y el joven levantó la cabeza; aunque zero sabía que aquel joven estaba como un bombon, que sería lo que dirían sus compañeras de oficina, sus hormonas siguieron tal y como estaban. No como con Kaname .

 

—¿Puedo ayudarles  en algo? —preguntó el joven.

 

Kaname se presentó y presentó también a zero , pero luego guardó silencio. Genial. Le había dejado lo más difícil de explicar.

 

—Me llamo aido hanabusa  — dijo el joven y pasó un brazo por los hombros de la niña—.Y esta es mi hermana, Lin.

 

Aido  era demasiado perfecto. Zero  le explicó brevemente lo de la campaña publicitaria y lo que necesitaban del él. Aún no había acabado cuando el joven asentía ya.

 

Por primera vez desde que su hermano se largara, zero se sintió optimista. Las cosas iban a salir bien.

 

—¿Se lo pagarán bien? —preguntó la pequeña Lin Hanabusa.

 

Kaname  se echó a reír.

 

—Una mujer de negocios en potencia. Supongo que eso quiere decir que estás interesado.

 

—Desde luego que sí —contestó aido —. Me vendría muy bien ese dinero. Quiero comprarme un rancho, así que ¿dónde tengo que firmar?

 

Desde luego era perfecto. Zero  miró satisfecho a Kaname, que le sonrió no sin cierta tristeza.

 

—Todavía no está garantizado, aido  —le explicó Kaname —. Primero tenemos que hacerte unas fotos, saber un poco más de ti…

 

zero quería ir al grano, así que tomó la palabra.

 

—Tenemos que investigar un poco sobre tu pasado. No podemos invertir dinero en ti para luego descubrir que tiene un secreto inconfesable en tu pasado.

 

Aido  gimió.

 

—No irás a decirme que por una multa de tráfico no me vais a contratar. Además, fue sin querer. Iba escuchando música y no me di cuenta de…

 

Kaname  levantó una mano.

 

—Si eso es lo peor que vamos a encontrar, no hay problema. Pero hay un montón de cosas que hay que hacer antes de que sea oficial. Y tú también tienes que saber más de nosotros. No digas que sí hasta que no hayas tenido oportunidad de saber que somos quienes decimos ser.

 

Kaname  tenía razón, por supuesto, pero zero seguía sintiéndose optimista. Había un montón de papeleo que poner en marcha, pero sabía sin ningún género de dudas que habían encontrado a su primer Amante.

 

 

 

************************************

 

 

 

Kaname se recostó contra la barra del bar y estudió a zero . El le estaba buscando, pero durante unos segundos, se limitó a observarlo. Aunque aquella noche iban a encontrarse para una cena de celebración, parecía ir vestido para un funeral. Un funeral de luto riguroso. Llevaba uno de sus trajes de chaqueta del trabajo y el pelo con esa  espantosa raya de lado y un monto de fijador.

 

Con un gesto de la mano, llamó a la camarera de la barra para preguntarle:

 

—¿Dónde hay por aquí un sitio divertido para ir a cenar?

 

La mujer le dedicó una brillante sonrisa.

 

—Divertido, ¿en qué sentido?

 

Sí, ya sabía que no tenía porqué estar solo aquella noche, si no quería estarlo. Qué pena no estar interesado en el mensaje de aquella mujer. Unos años antes, las cosas habrían sido distintas, pero lo mismo que no le gustaban las relaciones a largo plazo, tampoco le iban las historias de una sola noche.

 

Sin pretenderlo, volvió a mirar a zero. Ya lo había localizado y caminaba hacia él. Aquella noche era de verdad una celebración. Las cosas parecían haber salido bien con aido y tenía que admitir que el instinto de zero había sido inmejorable. El joven era tan atractivo como cualquiera de los modelos que habían entrevistado, pero también era una persona real, un hombre preocupado por su familia y un tipo genial con su hermana  pequeña. Con él, venderían un millón de frascos de perfume.

 

Así que había propuesto aquella cena como un premio al buen trabajo, pero zero  parecía aún más tenso y recatado de lo normal.

 

—Divertido en el sentido de entretenido —le dijo a la camarera, aunque tenía la sensación de que un muerto se lo pasaría mejor de lo que se lo iba a pasar él aquella noche.

 

zero había llegado a su altura y la camarera miró antes de decir:

 

—Lo que necesitas es El Xtasis. Es uno de los mejores sitios para vampiros de Dallas y creo que encajará perfectamente —y con una seductora sonrisa, añadió—: Pero si las cosas no te salen como tú quieres, pásate por aquí. Estaré hasta la media noche.

 

Y tras guiñarle un ojo, fue a atender a otro cliente. Cuando Kaname  se volvió hacia zero, éste parecía a punto de estallar.

 

—Ya veo que no te has aburrido en la espera —dijo el con el ceño fruncido

 

Kaname se rió.

 

—Eres incorregible, zero —contestó y tomándolo por un brazo, dijo—: Anda, vamonos a cenar. Tengo hambre y puedes regañarme todo lo que quieras de camino al restaurante.

 

Zero cerró los ojos. Parecía estar contando hasta diez. O hasta veinte. Puede que hasta cien. Pero cuando volvió a abrirlos, durante una milésima de segundo, Kaname sintió que la sangre le hervía en las venas. ¿Qué tendría zero para estarle llegando de ese modo?

 

—Tienes razón. No quiero discutir, sobre todo esta noche. Estoy muy satisfecho con cómo han salido hoy las cosas.

 

Su rendición le sorprendió, pero qué diablos, habían firmado la tregua para una semana, así que salieron del hotel y se dirigieron en el coche alquilado al restaurante. Mientras conducía, kaname se prometió tener un comportamiento intachable aquella noche. Tendrían que seguir trabajando juntos durante unas cuantas semanas y tenía que encontrar la forma de salir adelante. Llevarlo a cenar les ayudaría a relajarse y confraternizar.

 

 

 

*************************************

 

 

 

O no. En cuanto entraron en aquel sitio, Kaname supo que no era la clase de lugar que podía irle a zero. El Xtasis era un lugar ruidoso, lleno de vampiros de todas clases dispuestos a pasárselo bien.

 

No, zero  no encajaba allí al ser un cazador  ……………….

 

Pensó en sugerir que se marcharan, pero la mujer que los recibió en la entrada se echó a reír y señaló a zero con un dedo.

 

—No, no. Aquí no. En esta casa no permitimos ni trajes ni corbatas.

 

Y señaló a una pizarra puesta en la pared. En ella se leía: Estás aquí para sentir el Xtasis de  la diversión y pasar un buen rato. Se requiere atuendo adecuado. Nada de trajes ni de corbatas.

 

Zero miró a Kaname  aturdido.

 

—¿Qué clase de restaurante es éste?

 

—Me parece que uno que se toma muy en serio la diversión. ¿Quieres que nos vayamos a otro sitio?

 

La camarera se rió de nuevo y tiró del brazo de Kaname muy ligeramente .

 

—No se vaya  mi señor . Me parece que os vendría bien pasar una noche agradable lejos de la ciudad —sonrió a zero —. Quítate la chaqueta y hmmmm despeinate el pelo – sugiro la chica despeinando el cabello de zero -. Seguro que has trabajado duro toda la semana. Ahora es el momento de divertirse un rato —sentenció, acompañándolos a una mesa cerca del escenario.

 

La mirada de zero debió ser como la de un hombre a punto de ahogarse, pero antes de que Kaname pudiera decir algo, lo vio quitarse la chaqueta. Más que parecer informal, parecía incómodo. Y guapo además,  iluminada la cara por la luz suave de la vela de la mesa.

 

Durante un momento, se permitió examinar su cara: barbilla firme, nariz pequeña y ojos claros que veían demasiado. ¿Por qué no se había dado cuenta desde el principio qué cara más bonita tenía zero?

 

Y más importante aún: ¿por qué se estaba dando cuenta en aquel momento?

 

—Entonces, ¿quieres que nos vayamos? —le preguntó con algo más de brusquedad de la que pretendía.

 

Zero  negó con la cabeza.

 

—No. Estamos aquí y me he quitado la chaqueta y por cierto me han despeinado . Quedémonos a cenar – dijo medio resignado -

 

Pero cuando pidieron la cena y el silencio se apoderó de ellos, Kaname  empezó a pensar que no había sido buena idea quedarse. Aquello era tan divertido como una operación quirúrgica.

 

—Creo que aido va a ser una buena elección —dijo.

 

Zero se animó inmediatamente.

 

—Es perfecto, ¿verdad? Me  causo muy buena impresión.

 

—Tenías razón con lo de los modelos. Los consumidores pensarían que solo gente perfecta puede comprar el perfume. Aido  resultará mucho más convincente.

 

—Estoy de acuerdo. Quedará genial.

 

—Eres bueno en publicidad, zero —le dijo, dejándose llevar por un impulso—. Pareces tener intuición.

 

Zero sonrió de oreja a oreja, con un raro brillo en su hermosos ojos amatistas

 

—Espero no estar equivocado. ¿Crees de verdad que a sara le gustará la idea?

 

—Desde luego, sobre todo cuando vea a aido.

 

          volvió a sonreír y él no pudo dejar de hacer lo mismo. Un par de segundos y ocurrió algo de lo más extraño: de pronto la atmósfera a su alrededor pareció adquirir más densidad, algo sensual palpitaba en el aire. Antes de que pudiera darse cuenta, imágenes carnales de su compañero se le representaron en la cabeza. El calor le envolvió y le resultó imposible apartar la mirada de él.

 

Zero había enrojecido. También estaba sintiendo ese mismo tirón entre ambos y le complacía tan poco como a él, sin duda.

 

El deseo se le arremolinó en el vientre y cuando más intentaba controlar su libido, a más velocidad avanzaba este, pasando ya al dominio de lo abiertamente erótico. ¿Qué aspecto tendría zero  excitado? ¿Bajaría la guardia para dejarse conducir por la pasión? ¿Utilizaría su considerable inteligencia para encontrar modos nuevos de complacer a su pareja?

 

La camarera se presentó con la cena y su llegada consiguió detener sus pensamientos.

 

¡Demonios…! Que le pasaba, era su socio y además un cazador

 

La conversación fue nula durante la cena. Al final, desesperado por romper la tensión, preguntó:

 

—¿Sabes algo de Ichiru?

 

Zero estaba jugando con la ensalada, pero se detuvo y lo miró.

 

—No desde aquel mensaje de teléfono tan original en el que me decía que tenía que replantearse su vida.

 

Kaname movió la cabeza.

 

—Desde luego, no lo entiendo. ¿Por qué se marcharía así? ¿Dónde estará? ¿Crees que pensará volver?

 

Él  suspiró.

 

—Tienes que dejar de preocuparte por él. Los hombres de mi familia siempre han hecho cosas así. Mi padre desapareció al menos una docena de veces.

 

—¿De verdad? —aquello era nuevo para él—. ¿Y la familia?

 

—Para él la familia no es un problema —contestó con ironía—. Si su mujer no le entiende, se busca otra. Cuando su primera esposa  se quejó, se casó con mi madre. Cuando fue mi madre la que se quejó, se casó con su esposa número tres.

 

—Lo siento, zero

 

Él  se encogió de hombros.

 

—No sientas lástima por mí, sino por la esposa número cinco. Es solo cuestión de tiempo que vuelva a desaparecer.

 

Kaname no sabía qué decir, porque si pudiera definirlo con sus propias palabras, diría que su padre era un bastardo.

 

—       Ichiru  ya ha hecho antes cosas como ésta —le dijo zero —. Una vez, justo antes de empezar la universidad. En aquella ocasión yo pensé que simplemente se había tomado unos días para quitarse las telarañas antes de meterse de nuevo con los libros. Ahora, me preocupa que sea como mi padre. Que desaparezca cada dos por tres —miró a Kaname—. Pero lo que más me molesta es que te haya dejado colgado a ti. A su mejor amigo. La agencia fue idea de ichiru y no tenía derecho a dejarnos colgados. Me pone…

 

—¿Enfermo?

 

—Sí, enfermo y muy, muy furioso  —la indignación era visible—. No debería haberte hecho algo así. Tú no eres su familia y no estás acostumbrado a esa clase de comportamiento. Invertiste en el negocio porque eras amigo suyo, ¿y luego te deja colgado así? Es muy injusto.

 

Por mucho que apreciara su sentimiento de ultraje, tenía que aclarar unas cuantas cosas.

 

—Es muy injusto para los dos. Para ti también. Nada de todo esto es culpa tuya, zero.

 

—Pero aun así está muy mal y me siento fatal por ello.

 

—No debió ser nada fácil crecer con ichiru y con tu padre.

 

Cuando lo miró de nuevo, percibió en su mirada el agravio y el dolor, que rápidamente intentó esconder. A pesar de su duro exterior, zero  era muy sensible por dentro.

 

—Nunca sabías lo que iban a hacer —dijo, bajando la mirada—. Pero Ichiru no debería haber puesto en marcha D&S si no pensaba quedarse. No se puede llevar un negocio si uno de los socios se larga cuando le da la gana.

 

En eso estaba de acuerdo con el. No estaba satisfecho con el comportamiento de Ichiru, pero no quería decir nada más por no agobiar a zero .

 

—Ya nos arreglaremos —fue todo lo que se le ocurrió decir y sin pensar, estiró un brazo y puso la mano sobre la de él. Zero  se quedó rígido un momento, pero no la quitó—. Creo que estamos haciendo un buen trabajo los dos solos —dijo Kaname con sinceridad—. Tu idea de usar personas de la calle es mejor que cualquier cosa que ichiru o yo hubiéramos podido pensar.

 

Una vez más, aquel halago suyo lo hizo sonreír, lo cual le indujo a pensar que zero no había recibido muchos halagos en su vida. La sonrisa que le había dedicado era francamente hermosa, sincera y brillante.

 

—¿Te encuentras bien? —le preguntó sin dejar de sonreír—. Es la segunda vez que me dices algo agradable esta noche.

 

—Muy gracioso.

 

Una banda pequeña subió al escenario y empezó a colocar los instrumentos.

 

—Me parece que es hora de que nos vayamos —dijo zero, apartando la mano muy despacio.

 

Pero él no tenía prisa por irse. No quería volver a la habitación de su hotel y pensar en la conversación que habían tenido la noche anterior. Quería quedarse allí.

 

—¿Qué te parece si escuchamos un par de canciones?

 

—Bueno, pero tenemos que irnos pronto. El vuelo sale mañana a las nueve y no quiero perderlo.

 

La banda tocó música country por supuesto. La primera canción era de ritmo trepidante y alegre, e incluso zero parecía dejarse llevar. La segunda fue tan rápida casi como la primera, pero con una letra en la que se hablaba de un hombre al que su mujer encerraba en casa. Cuando más trataba el hombre de razonar con ella, más se enfadaba su mujer. Para cuando terminó la canción, el auditorio entero se reía.

 

Zero  se levantó con la firme intensión de irse

 

—Ha sido muy divertido —dijo—, pero me gustaría marcharme.

 

Kaname se levantó y colocó su silla, con intención de seguirlo fuera del restaurante. Pero la banda comenzó a tocar una triste canción de amor y zero  se paró en seco.

 

—¿Ocurre algo? —le preguntó él al oído.

 

—No. Que me encanta esta canción – dijo sin pensar -

 

Estaba tan cerca que su aroma natural era una verdadera tentación para sus sentidos tan desarrollados de sangre pura. Sin considerar el buen juicio de la acción, tomó su mano y lo guió con suavidad hasta la pista de baile.

 

—Deberíamos irnos —protestó él.

 

Kaname se limitó a rodearle la cintura con los brazos. Él  no se acercó, así que tuvo que decirle:

 

—Prometo no morderte.

 

Pero cuando él  le dedicó una de sus miradas asesinas , añadió riendo:

 

—A menos que me lo pidas educadamente.

 

Con un suspiro que Kaname  no supo interpretar, zero  se dejó abrazar sin mas ni mas. Por otro lado No estaba seguro de por qué lo había invitado a bailar, pero al tenerlo ya en sus brazos, no le importó. Era maravilloso sentirlo tan cerca.

 

Él  dijo algo, pero no lo oyó, así que se acercó más.

 

—No se me da muy bien bailar —dijo con voz suave, puramente avergonzado.

 

Kaname lo miró y los ojos de él se abrieron de par en par cuando él le pasó un dedo por la mejilla.

 

—Lo estás haciendo muy bien —dijo, sin importarle si le oía o no.

 

Quizás fuese porque hacía mucho tiempo que no tenía a alguien como zero en los brazos. O quizás porque él se hubiera quitado la máscara, permitiéndole echar un vistazo a la maravillosa persona que había en su interior. Pero fuera cual fuese la razón, quería seguir bailando con él, disfrutando de sentir su cuerpo tan cerca.

 

Cuando volvió a abrazarlo, sintió que se derretía en sus brazos y pasó una mano por su espalda. Su pecho se rozaba con el suyo, las piernas con sus muslos. El deseo creció en su interior, disparando la velocidad de su sangre. Perdido en aquellas sensaciones hizo lo que no debió de haber hecho , lo besó suavemente en el cuello aspirando su dulce y deliciso aroma, porque zero olia demasiado apetitoso para su propio bien.

 

—Kaname , pienso que no es buena idea —dijo el, pero se acercó a sus labios más que alejarse de ellos.

 

—No pienses tanto —contestó él, besando entonces la línea de su mandíbula.

 

La banda interpretó los últimos acordes de la canción justo cuando lo miraba a los ojos. El impulso que le empujaba era estúpido y peligroso. Muy, pero que muy estúpido.

 

Miró entonces sus labios, que estaban entreabiertos y que parecían tan suaves y apetecibles …

 

—Kaname …

 

Su voz era la de una persona excitada.

 

Haciendo caso omiso de todas las luces de advertencia que se encendían ante sus ojos, hizo lo único que sabía que no debía hacer: se acerco  y lo besó en la boca. Apasionadamente muy apasionadamente, tratando de llenarse de su dulce sabor .

 

 

Notas finales:

que les parecio

jaja kaname es muy aventado no creen


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